- Clyde, cariño, ya cálmate, es solo un compañero de clase, no hay nada de malo en ello.

- Lo sé papá, pero es que él es raro, no me siento tranquilo cerca de él.

- Escúchame hijo, hay muchas personas en este mundo con formas de ser distintas a las nuestras, lo mismo para gustos y experiencias de vida, pero no por eso vamos a rechazarlos sin conocerlos, por ejemplo, yo soy un poco más bajo que Howie pero no por eso nos rechazamos, dale una oportunidad, puede que incluso encuentres un gran amigo en él.

- Bien, pero solo hasta que terminemos la tarea - Usando un tono para nada convencido con las palabras de su padre.

- Ok cielo - Pone su palma en la cabeza para acariciarle juguetonamente - Y no temas, si el pequeño es agresivo tu papá y yo estaremos pendientes, así que no te preocupes.

Tras esto el robusto hombre se dirigió a la cocina a terminar de ayudar a su esposo en preparar las botanas con las que recibir al compañero de su hijo.

Realmente había sido una sorpresa para ellos escuchar que un conocido del pequeño iría a su hogar, pues su hijo nunca había pedido tal cosa y aunque se sintieron algo decaídos cuando menciono que solo era por un trabajo en parejas no pudieron evitar pensar que eso podría ser el inicio de una bonita amistad para su hijo, por lo que estaban dispuestos a lo que fuese para no incomodar en la velada a los niños.

Con ello en mente la pareja ya tenía elaborados varios dulces y cosillas para picar mientras daban comentarios diversos de cómo podía ser aquel niño, algo que el joven McBride escuchaba bastante y no le agradaba.

Era un niño con el que casi no convivía, incluso se atrevería a decir que ese niño no convivía con nadie, sin contar que no eran pocos los que se burlaban por su apariencia debido al cabello blanco de este, habían terminado como pareja debido a que el profesor las había designado al azar y este no acepto ninguna queja ni cambio al respecto, y ahora tenía que ver a sus padres sumamente emocionados por ese niño salido de la nada, viendo sus sonrisas por la aparición de este, preparándolo todo para su llegada como si fuera su cumpleaños o alguna festividad, como si para sus padres aquel niño fuese mucho más importante que él.

Solo quería que terminara rápido el día y que ese niño se fuera para que no volviera a llevarse la atención de sus estos.

Pues un aparecido cualquiera no le robaría a sus padres.

Con el llegar del medio día también lo hicieron unos leves golpeteos en la puerta principal de aquella vivienda, algo que extraño un poco a la familia de tres pues la única persona que estaban esperando era al pequeño y no habían sentido a ningún coche aparcar cerca, por lo que, algo extrañados, Howard fue quien se dirigió para ver quien se encontraba en la entrada.

Acercándose a la puerta inicialmente quiso conocer a su visitante por la mirilla de esta, pero para su sorpresa no encontró a nadie, algo molesto iba a alejarse creyendo que había sido una broma hasta que sintió nuevamente como alguien golpeaba levemente la puerta, momento en que decidió abrir y mirar, solo para encontrarse con un pequeño niño de la edad de su hijo con expresión neutra.

- Buenos días señor ¿Esta es la residencia McBride?

- Ah... - No podía negar que estaba algo desconcertado - Si, por supuesto ¿Tú eres Lincoln verdad?

- Si señor, vengo para hacer una tarea junto a su hijo.

- Si... estaba informado, pasa por favor, Clyde te está esperando en la sala.

- Gracias señor.

El hombre miro extrañado al pequeño entrar tranquilamente en la casa y luego procedió a sacar un poco su cabeza con el fin de buscar al responsable que trajo al niño, no encontrando personas en las cercanías ni coches estacionados frente a su hogar lo que solo le causaba mayor curiosidad.

El niño pese a que su mirada era en parte neutra había un cierto brillo en sus ojos al ver aquella espaciosa y bien decorada construcción, muy diferente a como era su propio hogar, y con un agradable olor ambiental, sin molestos ruidos de vehículos, vecinos con la televisión a todo volumen o discutiendo por todo, era el ambiente con el que muchas veces soñó y ya perdía la esperanza de conocer.

Mientras observaba todo no se había dado cuenta que se había detenido a pocos metros de la entrada ni como su cara había perdido todo rastro de su seriedad inicial para pasar a una de asombro, algo que no pasó desapercibido para el otro adulto de la casa.

- Hola amiguito, mi nombre es Harold McBride, el padre de Clyde, un gusto en conocerte - Al terminar le da una agradable sonrisa al pequeño, el cual no dejaba aquella cara de gran emoción.

Le tomo unos segundos al pequeño darse cuenta que le habían saludado, más viendo como el adulto frente a él flectaba un poco las rodillas con tal de ofrecerle un apretón de manos, lo que avergonzó un poco al pequeño albino quien termino por bajar un poco la mirada.

- Lo siento señor McBride, buenos días - Le da tímidamente la mano - Mi nombre es Lincoln.

- (Pensando) Vaya, que niño tan respetuoso (En voz alta) bien Lincoln, no te quitare más tiempo, Clyde esta allí - Dijo para luego señalar hacia la habitación contigua.

- Gracias señor McBride.

El hombre al ver que el niño todavía seguía algo sonrojado no pudo evitar pensar que se veía adorable, pues además de ser un niño pequeño le recordaba enormemente a un pequeño conejo, pero por sobre todo el niño no le había mirado extrañado, no hubiese sido la primera vez que alguien se extrañaría al ver que le abría su esposo y luego encontrarle a él, pero el chico ni siquiera había mencionado eso, algo que en el fondo agradecía.

Clyde por su parte miraba por partes iguales al chico y a su padre, intercambiando entre ambas figuras en lo poco que interactuaron, pero al ver la sonrojada sonrisa en la cara del niño y la afable expresión de su padre le había causado una cierta incomodidad, definitivamente no le agradaba que aquel chico estuviese mucho con sus padres, cuando le vio acercarse intento hacer como si no los hubiese visto y puso una expresión neutra mientras miraba la hoja con los problemas que le había dejado su profesor.

- Hola Clyde, gracias por recibirme en tu casa - Dijo con una sonrisa similar a la que le había dado a su padre además de intentar darle la mano.

- Hola - Termino respondiéndole de forma seca.

Al escuchar aquel tono el pequeño retrajo su mano, parecía que no estaba muy feliz pero eso no importaba, hubieron unos segundos de silencio antes que el albino intentase mejorar un poco el ambiente.

- ¿Entonces tenemos que resolver la hoja no? Podríamos dividir los problemas y así terminaríamos antes o podríamos hacer cada ejercicio juntos para asegurarnos que todos están buenos.

- Dividámoslos, así terminaremos pronto.

- O..ok - Su tono decayó un poco - Esta bien.

Tras eso el pequeño deposito su pequeña mochila en el sofá cercano, desde el cual saco unos pocos materiales y se acercó a su compañero en un intento de sentarse cerca, más este al ver que el peliblanco se estaba acercando tanto se movió un poco de la posición en la que estaba sentado, algo que nuevamente noto el peliblanco el cual detuvo su movimiento y se instaló dónde estaba, sin intentar aproximarse más.

Tras eso ambos empezaron a resolver lo que venía escrito en aquel papel donde estaban las instrucciones, Lincoln cada ciertos minutos intentaba mencionar frases como "el día esta agradable" o similares, pero Clyde solo respondía con monosílabos para luego volver a centrarse en su trabajo.

Después de unos 20 minutos Harold fue a la cocina con la intención de llevarles en una pequeña bandeja algunas galletas caseras y algo de beber, cosa que pudo observar de reojo el pequeño peliblanco quien rápidamente se levantó desde su ubicación y se dirigió donde se encontraba reuniendo las cosas, jalándole suavemente del pantalón cuando este estaba por levantar la bandeja.

- Señor ¿Le ayudo con esa bandeja?

- Oh, no es necesario cielito, después de todo se las iba a llevar para que no se molestaran y pudieran merendar algo.

- Pero estoy seguro de que tiene mejores cosas que hacer, permítame llevarla.

- Vaya - Le acaricia un poco la cabeza, provocando unas pequeñas risitas en el niño - Que niño más gentil, está bien, puedes llevarla.

Dicho esto, Harold tomo la bandeja y la deposito en las manos del pequeño, se aseguró de quitar la jarra con la leche para evitar que la derramara llevando únicamente un par de vasos y el plato con galletas, aunque fuese un pequeño acto le había agradado bastante por parte del niño, lo cual le produjo una leve sonrisa mientras veía cargar al muchacho con la bandeja.

Clyde por su parte solo se dio cuenta cuando su padre estaba acariciando la cabeza del chico, algo que le molesto bastante.

- (Pensando) Entonces realmente vienes a robarme a mis padres, pues no lo creo.

Dicho esto, se levantó de su lugar y se dirigió donde se encontraba el pequeño albino, ya casi a mitad de camino con la bandeja en mano y su padre por detrás con la jarra de leche.

- Oye, yo llevaré la bandeja hasta la mesa así que dámela - Dicho esto tomo la bandeja de las manos de Lincoln, quien solo la soltó al ver que el muchacho moreno comenzaba a jalar.

- O..ok.

- Clyde, cariño, esa no es la forma de dirigirse a un invitado - Aunque había usado un tono de voz suave se le notaba algo molesto.

- Pe..pero.

- Clyde, sin peros, eso fue muy grosero de tu parte y debes disculparte con tu amiguito.

- Él y yo no somos amigos, solo está aquí porque hay que hacer ese tonto trabajo en grupo, pero todo lo que ha hecho hasta el momento es intentar hacerse el bonito con ustedes para agradarles y que lo adopten.

- Yo no pensaba...

- Tú cállate rarito ¿Nunca hablas y de la nada estando aquí me diriges la palabra? tan desesperado estas por caerle bien a mis papás?

- Yo... - Al borde del llanto - No era mi intención.

- Clyde, detente en este momento.

- No era tu intención, entonces comienza por dejar de ser un raro y un fenómeno sin papás, así podrías dejar en paz a los míos ya que en mi casa no te necesitamos.

- ¡Clyde basta!

El grito furioso de su padre fue el que detuvo al joven moreno, quien había desahogado todas sus molestias con la reciente atención que había recibido su "invitado" por sobre él, de aquel poderoso grito su cuerpo se paralizó rápidamente y miro asustado a su padre, el jamás alzaba la voz de esa forma, no era de molestarse, las veces que más fuerte había hablado eran algunas ocasiones donde lloraba al fotografiarle y decirle lo grande que estaba o al realizar algún logro, pero molesto, jamás.

Ahora no solo estaba escuchando la respiración de su padre calmarse por tal exabrupto, sino que a lo lejos pudo ver a su otro padre asomarse algo intimidado, pero por sobre todo pudo notar como el chico peliblanco ya no estaba frente a él.

En un torpe movimiento con su cabeza giro y pudo notar como el chico estaba frente a sus cosas, empacando lo poco con lo que había llegado, algo que no le tomo muchos segundos antes de tomar su mochila y salir corriendo de allí.

Vio como su padre pronuncio algunas cosas con un rostro algo preocupado mientras daba algunos pasos tras el pequeño, pero por más que vio mover los labios a este no escucho ningún sonido, tampoco cuando su otro padre se acerco a él, no escucho como le interrogaba sobre lo que había ocurrido o la razón de que Harold haya salido corriendo.

Ante ello, lo único que pudo hacer fue caminar hasta la mesita, depositar la bandeja y sentarse en su antigua posición, solo para ver hacia el lado y ver lágrimas repartidas donde hace unos momentos se encontraba una persona.

Un niño que solo quería conversar.