Muchos de los niños que la primaria abarcaba durante horas ahora se encontraban corriendo para alejarse lo más rápido posible de aquel edificio que la mayoría realmente aborrecía, siendo su único incentivo alguna que otra actividad o tener momentos para conversar plácidamente con sus amigos y conocidos, pues para ello existían actividades fuera de los horarios de clases o los planes de salida ya sea en parejas o grandes grupos, los cuales siempre esperaban a esa bella melodía que les significaba el último timbre del día.
Pero a diferencia de otros días aquella melodía no significaba otra cosa que la puesta en marcha de un pequeño plan que habían ideado durante un tiempo, algo entorpecido por circunstancias pasadas pero que no le quitaba la intención, siendo un pequeño grupo de tres dirigido por un chico de gorro blanco quienes cargaban algunas bolsas.
Mientras el pequeño grupo de tres se dirigía raudamente hacía un determinado salón cuestionándose algunos detalles finales el que parecía ser el líder improvisado pudo observar la silueta del último integrante faltante en aquella comitiva, caminando a paso tranquilo con un paquete en sus brazos y una relajada expresión en su rostro.
- Sr. Dawkins, por fin lo encontramos.
Al escuchar aquellas palabras reconoció inmediatamente al emisor de estas, inclinándose tranquilamente para girar más cómodamente en la dirección de la pequeña pandilla.
- Hola chicos ¿Llegan un poco tarde no lo creen?
- Lo sentimos, pero la maestra no quería terminar la hora ya que había un chico que no acababa su presentación - Un chico castaño de lentes había salido a la defensa del grupo.
- Es verdad, no dejaba de lado el tema de los alienígenas y parece que le gusto el tema a la maestra - Secundo una chica castaña algo baja.
- En todo caso ¿Usted no debería ya estar en el salón? - El tono que había usado el chico del gorro había sido ciertamente de reproche, algo que el mismo maestro solo pudo encogerse de brazos mientras daba una torpe sonrisa.
- Cosas de adultos chico, no lo entenderías.
- Okey... digamos que le creo, ahora apurémonos, todo debe estar listo antes de que llegue.
Y con ello el ahora grupo de tres niños y un adulto se dirigió a un salón que se encontraba relativamente cerca para ellos, el salón de artes, un lugar que era principalmente administrado por el adulto del grupo en reposición y mantenimiento, disponiendo a libertad de aquel salón y esa era una muy buena ocasión a su pensar, siendo un pequeño plan del trío que ahora le acompañaba y del que sabía que debía participar.
La semana pasada había ocurrido un hecho sumamente importante, una que ni siquiera él era consciente y solo se enteró debido al plan del rubio... había sido el cumpleaños de aquel agradable muchachito con el que tanto compartía, ni siquiera se había cuestionado eso en el pasado y solo se dedicaba a compartir cada que tenía la ocasión de verle en clase o de alguna junta adicional ya sea en esa mismo salón o su casa para seguir hablando de los placeres y la belleza que el arte traían no solo como un objeto físico que deleitase a las personas, sino de los sentimientos y expresiones que llenaban el alma de quien posara su mirada en estos.
Muchas veces en el pasado se había encontrado al pequeño vagando por los pasillos durante el almuerzo en profunda reflexión y soledad, en ocasiones con algo de comer como en otras solo perdido en el paisaje, observando a los otros niños de aquella institución jugar, conversar, hacer tarea, no importaba, él se quedaba observando, en silencio. En ocasiones se acercaba para conversar con el muchacho, en ocasiones le invitaba algo de comer o simplemente perderse en charlas sin importancia que formaban una pequeña muesca de felicidad en el pequeño, algo que no podía negar a esa altura le reconfortaba, pero también entristecía...
Era un niño, debía estar corriendo, jugando, haciendo travesuras o simplemente riendo en compañía de otros niños y por más que apreciara esas pequeñas conversaciones sabía que eso no era lo que debía vivir alguien de su edad. Para él ver la aparición del pequeño con gorra blanca fue un alivio, ya no veía en soledad o reflexión al pequeño, lo veía reír, lo veía conversar, lo veía correr y jugar, luego llego aquel chico con el que compartía el gusto por el arte, empezando con los talleres que el daba después de clases y lentamente descubriendo que podían conversar tranquilamente solo para que al tiempo después en aquella labor que tanto había consumido el interés del pequeño por recrear esa cena donde le acompaño termino topándose con aquella chica que quería aprender a hacer galletas para sorprender al chico del gorro blanco, siendo supervisado por él mientras compartían conocimiento e intentaban mejorar sus habilidades culinarias, conversando a gusto y antes de darse cuenta el ya convivía con ese pequeño grupo con el que ahora sabía que estaba disfrutando de una infancia más plena.
Con todo ello al escuchar la petición del niño sobre darle una pequeña celebración en aquel salón donde tantas veces se había formado una honesta sonrisa en el pequeño sabía que era algo que debía ejecutarse, conocía un poco de la situación del pequeño de ahora 7 años por lo que no esperaba que su padre le hiciese una gran celebración, probablemente un pequeño pastelillo, un abrazo de felicitaciones y ya. Si podía darle una pequeña celebración con un pastel como correspondía y unas risas con sus amigos no podría pedir más.
Ese chico debía de recuperar algo de la felicidad que tanto tiempo se había perdido.
En aquella reflexión ni siquiera se dio cuenta cuando ya se encontraba en el salón colocando pequeñas decoraciones bajo las órdenes de los chicos, quienes movían algunos de los atriles y los banquillos para hacer espacio, realmente se había perdido en su mente. Después de todo le había pedido al chico de blanca cabellera el favor de apoyar al director con un pequeño papeleo, algo absurdo a su pensar, pero seguía siendo la buena voluntad del director en apoyarle para darle la sorpresa al niño.
El único inconveniente de todo era el mismo Lincoln, para cualquiera el chico había actuado normal durante toda la semana, pero el llevaba casi tres años con él, eran sutiles diferencias, pequeños gestos pero sabía que algo no andaba bien, el chico tenía dos sonrisas las cuales había aprendido a diferenciar, la sonrisa que últimamente era más común en su rostro, una de gozo real, alegre y optimista, mientras que también estaba su otra risa, aquella mecánica, vacía, irreal... una que llevo durante mucho tiempo mientras conversaban, una que pocas veces logro quebrar por sí mismo antes de la llegada de esos chicos, una sonrisa falsa hecha para no preocupar a los demás... una que había visto durante el transcurso de esa semana.
Algo había pasado con el muchacho, no sabía que, solo sabía que, aunque él mismo lo negará le había afectado profundamente y en su afán de no querer preocuparles había ocultado y contenido como pudiese, una que esperaba se acabase con esa pequeña celebración.
Una vez estuvo todo listo no paso mucho tiempo antes que el pequeño pecoso llegase al salón entrando cómodamente a aquel entorno donde encontraba calma y felicidad solo para ser rápidamente sorprendido por sus conocidos en aquella pequeña sorpresa, siendo abrazado, festejado, bromeado, entre otras cosas, conduciéndole rápidamente a pequeños juegos mientras disfrutaban de las golosinas que habían obtenido para esa ocasión.
Dawkins después de su felicitación y unas pocas palabras solo se dedicó a observar mientras los pequeños jugaban, mientras inocentes bromas eran lanzadas en todos sentidos produciendo carcajadas, divertidos juegos eran llevados a cabo y chucherías eran empleadas sin miedo a las repercusiones, viendo como el tardío festejado reía junto a sus amigos mientras él observaba.
Después de unas horas se terminó por descubrir el pastel con el cual el adulto esperaba asombrar al pequeño, y lo había logrado, pero había algo que no lograba comprender, una suerte de incomodidad, una que pudo notar mejor mientras le cantaban y el chico miraba fijamente la vela encendida con una expresión neutra que al escuchar como terminaban los canticos cambio por su usual sonrisa y soplo. Un momento que no le termino de agradar.
De allí la celebración no duro mucho más, despidiéndose los chicos del cumpleañero escuchando incluso ofrecimientos para llevarle a su hogar pero siendo gentilmente negados, quedando aquella alegre habitación en un silencio donde yacía un adulto con mirada neutra y un niño sosteniendo una pequeña sonrisa... una pequeña falsa sonrisa. Una que estaba dispuesto a investigar solo para ser sorprendido por las palabras del mismo chico.
- Sr. Dawkins, quería agradecerle por dejarle a los chicos el salón para esto y por comprarme ese pastel, estaba realmente delicioso y la pase muy bien esta tarde...
- Lincoln...
- ...Realmente no me lo esperaba, digo, a Trent apenas lo conozco desde hace unos meses mientras que empecé a hablar más cómodo con Karen la semana pasada, no sé si sea suficiente tiempo para querer dedicar una tarde a esto...
- Oye...
- ...Aunque las galletas de Karen definitivamente han mejorado mucho, ojalá siga practicando y seguro que serán un éxito, y, bueno, de Jayden si me lo esperaba, incluso la semana pasada intento hablar conmigo...
- Chico...
- ...Pero no era necesario tanto, digo, debieron gastar mucho en todo y yo no les puedo dar nada como recompensa, ni siquiera entiendo porque querían estar aquí...
- ...
- ...Lo agradezco mucho, pero no es algo que merezca, solamente fui un mal gasto para ellos, tantas buenas cosas y deciden botarlo todo conmigo, incluso era probable que hoy tuvieran mejores cosas que hacer que estar aquí... - Ni siquiera el chico se había dado cuenta que había comenzado a hablar más rápidamente o que había elevado su tono de voz - ...No valgo su esfuerzo y sé que con el tiempo se darán cuenta de ello, ya disfruté suficiente y siempre lo recordare, no lo negaré...
Junto a sus palabras aquella calma que había dominado su rostro comenzó lentamente a apagarse, transformando aquella trabajada sonrisa poco a poco, torciéndose en una mueca ascendente que distaba bastante de la felicidad que intento expresar en algún lapso de la velada.
- ...Pero ya no quiero ilusionarme más, por fin lo comprendí, no valgo la pena.
Verle en ese estado fue difícil, sabía que algo no andaba bien pero esto superaba con creces lo que él se había imaginado.
En su mente podía haber tenido un mal día o una mala experiencia, algo que un poco de diversión sanase o que una muestra de cariño controlase, pero esto...
El chico le observaba con una torcida sonrisa, sus ojos brillaban ligeramente debido a la leve acumulación liquida que estos parecían producir e incluso ahora que se fijaba bien pudo notar como habían ligeras ojeras bajo sus ojos, sus ropajes se notaban algo descuidados pero no uno por los juegos recientes, se notaba que era ropa reciclada más veces de las que se podía imaginar pero por sobre todo su mirada... era una mirada vacía, no era la mirada de un niño inocente o siquiera la de uno herido, era la mirada de alguien que había perdido la esperanza.
La impresión fue demasiada para el adulto quien no pudo evitar llevarse una mano a su boca, ni siquiera entendía como ese podía ser siquiera el mismo chico de hace unos minutos, el chico con el que conversaba, pintaba, reía y jugaba, lo que tenía en frente era un muchacho derrotado, uno que estaba cansado y dudaba en volver a levantarse, uno al que por primera vez en mucho tiempo... no sabía que decirle.
- Antes que llegara Jayden solo podía ver a mis compañeros de clase y preguntarme que se sentía tener una vida como la de ellos, pero también me preguntaba porque yo tenía que vivir esto, digo, siempre me cuestione por qué papá estaba conmigo, yo solo estaba ahí consumiendo su dinero, nada más, hablamos poco y nunca jugaba conmigo, o me ayudaba con mis tareas, o me abrazaba cuando tenía pesadillas - Comienza a frotar sus manos mientras baja la mirada - Cuando despertaba en la noche asustado y le veía a mi lado esperaba que me protegiera o me diera un abrazo, que me dijera que todo estaba bien o algo, pero solo me decía que era una pesadilla y que fuera a dormir.
El cuerpo del chico estaba al límite, luchando contra sus propios sentimientos reprimiendo todo cuanto podía aquella sensación que lo le llevaba a nada, solo a sentirse más miserable, apenas controlando los impulsos de sollozar.
- Él muchas veces me hizo falsas promesas de llevarme al parque o conversar conmigo, pero llegaba tarde, cansado y.. y solo iba a dormir, incluso recuerdo que hace varios años me dio un abrazo para mi cumpleaños, fue la última vez que me dio algo para esas fechas y yo... tontamente creía que me lo compensaría, lo creí año tras año... y este año... yo... sabía que estaba ocupado... a-así que prepare la cena para que... - Sin ser ya capaz de controlarlo, los sollozos cada vez se hacían más fuertes - ...Para que no se preocupara y estuviese conmigo... y..yo solo quería... yo solo quería que me saludara... que me abrazara... yo solo... yo solo quería que me demostrara que me quería... que no era una carga... que estaba co..conmigo porque quería... po..porque me amaba...
A ese punto ya no pudo retener más sus sentimientos y se dejó llevar por lo que su corazón le dictaba, sintiendo como perdía la fuerza en sus piernas y caía arrodillado en su misma posición, abrazándose débilmente intentando sentir algo de cariño y calor aunque fuese de su propia mano, pues sabía que estaba solo en este mundo... y que no le importaba a nadie.
Dawkins solo podía observarlo, su mente se había apagado, había visto durante tanto tiempo al chico y apenas si conocía algo de su situación, se dio cuenta que no sabía nada, al que creyó era un niño recuperando lentamente su felicidad no era más que un joven cascarón con muchas dudas y pesares, que se debatía cosas que alguien de su edad no debería de conocer mientras se esforzaba por distraerse e intentar sentir aquella calidez que la felicidad produce, solo para fallar todo al llegar al lugar donde debería sentirse seguro, protegido, querido y esperanzado... pero no había nada de eso... no había calor... no había cariño... no había protección... era solo el lugar donde el niño dormía... y donde lentamente perdía la esperanza.
Se acerco lentamente, como si temiera espantar a una asustada criatura, hasta quedar parado frente a él.
¿Qué podía decirle en esa ocasión? ¿Qué todo estaría bien? ¿Qué todo mejoraría eventualmente? No estaba seguro pero lo intuía, eso solo le haría más daño, sería rellenar de esperanza un receptáculo roto, una que se escaparía rápidamente empeorando la apertura, una que solo terminaría por acabar con su débil espíritu.
Se arrodillo para ponerse a su nivel y tomo con ambas manos la inclinada cabeza del muchachito, le dolía en lo profundo de su corazón verle en ese estado, pero le dolía más sentirse tan incapaz de proteger su sonrisa, por ello enfoco su rostro para quedar mirando fijamente al derruido muchacho.
- Lincoln, tú.. no eres una carga.
- ¡Claro que lo soy... si ni siquiera papá quiere estar conmigo cuando somos familia ¿Como los demás si van a querer estar conmigo?!
- Chico, tu... padre - Escupio esa palabra - Es alguien que no sabe apreciar lo que tiene, alguien que tiene mal enfocadas sus responsabilidades y no quiere ver lo que se está perdiendo.
- Él si ve lo que pierde, posiblemente lo ve cada vez que entra a casa y me observa como lo que soy, un malgasto de su dinero - Su tono había logrado calmarse ligeramente, pero había conseguido un aire de neutralidad que no terminaba de convencer al adulto.
- Lincoln, ese imb... tu padre no está contigo porque sea su obligación, eso te lo puedo asegurar tanto como que tus amigos están contigo porque lo disfrutan o como yo estoy ahora frente a ti.
- Usted solo está aquí porque es el maestro.
- No, claro que no, estoy aquí, ahora, por decisión propia, porque vi que alguien muy preciado para mí no estaba bien y tontamente creía que era algo superficial, pero que ahora sé que me necesita y estoy dispuesto a apoyarle.
- ¿Y porque lo hace? Solo soy un chico que...
- Lincoln, por favor, deja de degradarte a ti mismo, ese no eres tú, tú eres un chico maravilloso, lleno de vida y esperanza, que disfruta de los pequeños buenos momentos de la vida, que ha tenido mucha más fortaleza que muchos otros en su posición y que siendo el mismo ha conseguido lo que tiene, él que con solo sonreír te demuestra que las cosas pueden mejorar ¿O acaso crees que alguien me ha obligado a ayudarte cuando te faltaba algún material? ¿Qué alguien me mandaba tras de ti cuando conversábamos en los descansos? ¿Qué era mi deber como profesor que te interesaras por el arte o quisieras aprender a cocinar por ti mismo? No Lincoln, nada de eso fue por responsabilidad o deber, fue porque vi en ti un chico especial, un gran muchacho desde la primera vez que conversamos no como maestro y alumno, sino como dos personas diferentes, y sé que puedo hablar por tus amiguitos cuando digo que para ellos estar contigo debe ser algo similar, sin obligaciones, sin pena de por medio, solo conversar porque tú les demostraste que eres alguien divertido, alguien alegre, alguien en quien podían confiar.
Sin importarle la reacción del pequeño suelto su rostro y le envolvió en un abrazo, sintiendo como pequeñas lágrimas recorrían sus propias mejillas, como al envolverle entre sus brazos buscaba compartir parte de esa pesada carga que llevaba el muchacho.
- No pierdas lo que te define ni lo que eres por alguien que no sabe apreciarte cuando ya hay gente que te quiere y no desconfíes por temor al rechazo, ya que solo lograras perder lo bueno que esta vida te puede ofrecer pequeño.
- (Sollozando) Yo quiero creer.
Su tono de voz había sido bajo, muy bajo, casi como un susurro, pero fue suficiente para que el adulto le escuchase.
- Yo quiero pero...
- Si lo quieres - No se dio cuenta cuando su tono gano firmeza, pero en el fondo de su ser sabía que era necesario darle confianza, que sus palabras no eran vacías - Entonces no dejes de creer en ti mismo - Le separa un poco para volver a mirarle a los ojos - Y verás como todo mejorará, lo prometo.
- ¿Cómo puede estar seguro de eso? ¿Cómo puedo saber que las cosas mejorarán?
- Porque eso depende de ti, y sé que mientras seas tú mismo - Se separa lentamente del pequeño mientras se incorpora, sin apartar su mirada de la del muchacho - La vida te sonreirá.
Al mencionar esto último pudo ver una nueva luz en la mirada del muchacho, un ápice de esperanza que había comenzado a brotar en su ser y eso era suficiente por el momento, su vida debía lentamente recomponerse, su dolor no se iría inmediatamente ni menos con un claro recordatorio diario, pero ahí estaría él si volvía a caer, no importaba si el pequeño volvía a sumirse en la desesperación, él se encargaría de ello.
El chico merecía ser feliz.
