Capítulo 2

Encuentros y explicaciones

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"Tú… Eres…" la miró la mujer sorprendida mientras Leona la miraba fijamente, se quedaron unos segundos mirándose a los ojos sin decirse nada, como si el tiempo se hubiese detenido en ese instante.

"¡Fue por allí!" se escuchó a uno de los hombres, Leona se sobresaltó.

"Maldición…" pensó Leona reaccionando e intentando apartarse de la mujer que había en ese momento encima de ella, sin embargo, la mujer enseguida se percató de que intentaba huir.

"Ven, por aquí." dijo la mujer súbitamente, levantándose y cogiéndola de la mano, entonces abrió una de las puertas y entraron a una habitación.

"¿La has visto?" se escuchó a uno de los hombres por el pasillo.

"No, pensé que estaba por aquí."

"No puede haber ido demasiado lejos." añadió otro, estuvieron unos segundos hablando hasta que se alejaron, Leona suspiró aliviada.

"Veo que estas en problemas, ¿por qué te persiguen?" preguntó la mujer, mirándola, Leona miró más detenidamente a la mujer, su cabello era rubio platino y largo hasta las rodillas, una parte del flequillo lo tenía sujeto hacia atrás con una horquilla, su piel era pálida y sus ojos eran azules como el zafiro, iba vestida con una camisa blanca con escote en forma de 'v' en el que se podía ver la parte superior de su pecho, y las mangas las tenía arremangadas sobre los codos, llevaba una falda de color negro que terminaba a la mitad del muslo y unos zapatos de tacón de color negro, también era más alta que ella.

"Eso quisiera saber yo… Un hombre empezó a gritar para que me atraparan y antes de que me diera cuenta, estaba siendo perseguida… De todas formas, gracias… ¿Te alojas aquí también?" preguntó Leona con curiosidad.

La mujer soltó una risa leve ante el comentario.

"En realidad, soy quien manda aquí, es decir, la líder de este lugar." contestó la mujer cruzando los brazos bajo su pecho, Leona puso una mirada inexpresiva y hubo un silencio de varios segundos, entonces Leona se apresuró hacia la puerta, pero antes de que la abriera, la mujer le sujetó el brazo con firmeza.

"Espera, no voy a hacerte nada, me gustaría preguntarte algunas cosas…" mencionó la mujer, mirándola con serenidad. "Hagamos esto, si me respondes a lo que quiero preguntarte, no te delataré y ellos no entraran aquí."

"¿Eso es chantaje?" preguntó Leona mirándola con un tono molesto, soltándose del agarre con un movimiento brusco. "¡Para empezar solo vine aquí a pasar un día! ¡Solo un triste día! ¡Y lo que me encuentro es que la gente de aquí me persigue sin ninguna razón como si hubiera hecho algo! ¿Así tratáis a los invitados? ¡Desde luego no tendréis el premio al resort del año por el trato al cliente!" la señaló con el dedo índice. "¡El libro de reclamaciones!"

La mujer río para sí misma.

"¿Qué te hace gracia?" preguntó Leona mirándola seriamente, alzando una ceja. "De todas formas, no tengo intención de quedarme, adiós." Leona se dio la vuelta, poniendo la mano en el mango de la puerta, pero antes de que la abriera, la mujer, la acorraló contra la puerta, poniendo la mano apoyada en un costado, acercando su rostro al de Leona.

"Solo será un momento… Si después quieres irte, no te lo impediré."

"¿Por qué me hace sentir nerviosa?… Por alguna razón siento que la conozco… Y su voz me resulta familiar…" pensó Leona mirando a la mujer que la miraba con un brillo intenso. "Está bien…" cedió con un suspiro, la mujer sonrió levemente mientras se apartaba.

"Vamos a sentarnos, estaremos más cómodas." indicó la mujer yendo hacia el sofá, Leona le dio un vistazo a la habitación, era bastante espaciosa, tenía siete ventanales, dos estanterías llenas de libros, una estaba situada a la derecha de uno de los ventanales, y la otra a la izquierda, al lado de cada estantería había una planta, también habían dos más de menor tamaño encima de pequeñas mesas situadas a cada lado de la puerta, dos cuadros, un escritorio de madera en el que se hallaba lleno de papeles dispersos, una lampara de sobremesa, unos libros amontonados, un pequeño cajón, un espejo pequeño y un portalápices, detrás del escritorio, había una silla de oficina de color negro, una alfombra que iba desde la puerta hasta el escritorio, cuatro sofás en el que estaban distribuidos; dos a la derecha rodeando una pequeña mesa y dos a la izquierda con otra mesa situada igual, el suelo era de parqué.

"¿Ocurre algo?" la miró la mujer sentada en uno de los sofás.

"No… Nada." respondió Leona, fue hacia ella y se sentó a su lado. "¿Qué querías preguntarme?"

La mujer se quedó en silencio mirándola directamente a los ojos durante unos segundos, hasta que finalmente habló.

"¿Cómo te llamas?" preguntó la mujer, Leona la miró extrañada.

"Uh…" dijo Leona, dudando unos segundos. "Leona." respondió, al decirlo, se percató de que la mujer hizo un leve tic en la ceja cuando escuchó su nombre.

"¿Qué edad tienes?" continuó preguntando la mujer.

"Catorce."

"¿Seguro?"

"¿Por qué me lo preguntas? ¿Y por qué debería mentirte?"

"Solo es curiosidad." respondió la mujer poniéndose la mano en la sien como si intentara asimilar algo. "Está bien, ¿de dónde vienes?"

"De… Mahora."

"¿Estudias allí?"

"Estudiaba…"

"¿Estudiabas? ¿Qué quieres decir? ¿Te expulsaron?"

"No, no me expulsaron, pero no quiero hablar sobre ello."

"¿Por qué?"

"Estoy empezando a sentirme incomoda, ¡por qué me preguntas todas esas cosas!"

"Bueno, una niña de catorce años con ropas que parecen trapos de lo destrozada que esta, viene aquí a pasar solo un día, diciendo que estudiaba en Mahora y que, por alguna razón, no quiere hablar sobre ello, ¿no es para sospechar?"

"… Huh… Visto así…" murmuró Leona mirando hacia otro lado.

"Además, me da la impresión de que no tenías planeado quedarte a pasar el día."

Leona la miró nerviosa.

"¿Sabes que es un pactio?"

"¿Eh?" parpadeó Leona. "¿A qué viene esa pregunta de repente?"

"Solo contesta." ordenó la mujer con un tono más serio, Leona suspiró.

"Sí, es lo que usan los magos para hacer un contrato con alguien y así tener una ayuda para pelear." respondió Leona, agitando su mano en el aire.

"Debo suponer entonces que sabes sobre la magia."

"Sí."

"¿Hay algún tipo de magia que sepas utilizar?"

"Bueno… Se usar diferentes tipos… Pero me manejo mejor con la de hielo y oscuridad…"

"Son demasiadas coincidencias…" susurró la mujer, con la mano en la barbilla, perdida en sus pensamientos.

"¿Eh?" inclinó Leona levemente la cabeza, confundida.

"¿Te suena el nombre de Evangelio Oscuro?" preguntó la mujer de repente.

Un sentimiento de opresión se apoderó de Leona.

"Se acabaron las preguntas…" respondió Leona con una voz tajante mientras una sombra cubría su mirada, entonces se levantó del sofá.

"Espera-"

"Creo que ya te he respondido suficiente ¿no?, ¡por qué sigues con ello!" exclamó Leona con una mirada de frustración y tristeza, seguidamente, empezó a caminar hacia la puerta.

"¡Niña!" la llamó la mujer levantándose del sofá, Leona se detuvo y le dio una mirada confusa.

"Solo ha sido una coincidencia… Eso es, tuvo que serlo, no puede ser ella… Pero si hubiera esa posibilidad." pensó Leona mirándola desconcertada. "Evan-" de repente, alguien abrió la puerta de la habitación.

"Disculpe, Yukihime-sama…" la llamó un hombre entrando en la habitación. "¡¿Ah?! Tú debes de ser la persona que algunos están buscando, así que estabas aquí… Aléjate del ama en este mismo instante." señaló mirando a Leona seriamente.

"YukihimeEra algo evidente, no podía ser ella." pensó Leona con una mirada alicaída.

"Ella está conmigo, no hay de qué preocuparse." interrumpió Yukihime, cruzando los brazos bajo su pecho.

"¿Eh? Pero…" parpadeó el hombre, confundido.

"¿Qué querías decirme?"

"Era sobre unos temas, pero podemos hablarlo en otro momento."

"Está bien, hablaremos sobre ello más tarde, puedes retirarte, Vasago."

"Bien." respondió Vasago con la mano en el pecho en señal de respeto, a continuación, se despidió dejando la habitación.

"Entonces, ¿por dónde íbamos?" la miró Yukihime, sonriendo levemente.

"Yo por irme de aquí."

"Está bien." suspiró Yukihime. "Si es lo que quieres no te detendré, solo contéstame una última cosa."

"¿Qué es?"

"¿Tienes una carta de pactio?"

"Una… Sí."

"Me gustaría verla."

Leona dudó unos segundos, pero luego asintió, fue hacia ella y le mostró la carta, Yukihime la tomó dándole un vistazo.

"¿Suficiente?" preguntó Leona mirándola fijamente.

"Sí." respondió Yukihime dándole la carta.

"Entonces, me iré ahora." dijo Leona guardándose la carta en el bolsillo mientras se alejaba.

"Me cuesta creer que estés aquí después de que murieras en Mahora." dijo Yukihime de repente, Leona se dio la vuelta, mirándola extrañada.

"¿Qué quieres decir?"

"Tú, peleaste contra Airon y moriste."

"Airon… ¿Cómo sabes eso?"

"¿Todavía no sabes quién soy?"

Leona la miró confusa.

"¿No puedes reconocer a tu maestra? Bueno, nunca fuiste muy sutil en algunas cosas."

"El tipo de antes te llamó Yukihime." la miró Leona seriamente.

"Oh, claro…" dijo Yukihime poniéndose un dedo en la mejilla, pensativa, mirando al techo.

"Mi maestra se llamaba-"

"Evangeline." interrumpió Yukihime, mirándola. "Yukihime es un nombre que me puse hace tiempo para confundir a los que intentaran seguirme para matarme."

"Como sé que no estas mintiendo."

Yukihime suspiró y sacó una carta de pactio, idéntica a la de Leona.

"Como puedes ver, yo tengo la otra carta, y si esto no te convence…" seguidamente una nube de humo apareció a su alrededor y se convirtió en una niña. "¿Ahora estas convencida? ¿O todavía tienes dudas?"

"¿E-Evangeline? ..." la llamó Leona mirándola en shock.

"¿Por qué pones esa cara?" suspiró Evangeline con una sonrisa.

"Pero por qué estás…"

"Ahora suelo tomar estas pastillas para cambiar de forma, son como las que suele usar Chamo, aunque estas están hechas por mí." entonces sacó una de ellas y se la tomó, volviendo a ser la mujer de antes.

"E-Eva… Tú… No…" susurró Leona retrocediendo unos pasos, mirándola nerviosa. "Todo este tiempo… Quería verla, incluso estando en ese infierno, aún sin recordarla, tenía ese sentimiento de que debía seguir adelante para poder verla de nuevo… Pero ahora… ¿Qué se supone que haga? Después de tantos años, ¿cómo debería reaccionar? Aunque tuviera esa pequeña posibilidad de encontrarla, aunque deseara verla y a la vez esperar que estuviera viva, la realidad era que había pasado demasiado tiempo, el pensar en ello… Me hacía dudar si estaba bien buscarla, podría haber hecho su vida, haberme olvidado, apareciendo sin más, solo le causaría problemas, y aun sabiendo eso… ¿Por qué tengo este sentimiento de alivio al saber que esta delante de mí? ¿Por qué sigo queriendo estar con ella? ¿Por qué no puedo olvidarla sin más y simplemente seguir como si nunca la hubiera conocido? Solo buscar a quien se me dijo, era lo único que debía hacer porque mi existencia en esta época es falsa, debería de haber muerto." pensó mientras lagrimas empezaron a salir de sus ojos.

"¿Leona? ¿Qué ocurre?... ¿Te encuentras bien?" la miró Evangeline sorprendida, acercándose a ella.

"Odio sentirme así." susurró Leona mirando al suelo con frustración y opresión, tratando de aguantar las ganas de llorar, su respiración era cada vez más agitada.

"¿Eh?"

"No me mires…" murmuró Leona limpiándose las lágrimas, aunque seguían saliendo, Evangeline permaneció mirándola en silencio, entonces la abrazó sosteniéndola mientras lloraba, acariciándole la espalda con movimientos suaves y tranquilizadores mientras le murmuraba palabras tranquilizadoras para reconfortarla.

"Yukihime-sama -" la llamó uno de los hombres del lugar que había entrado de repente, Evangeline le dio una mirada dándole a entender de que no era el momento.

"Perdón…" dijo el hombre retrocediendo un par de pasos lentamente, después cerró la puerta, dejándolas a solas.

Estuvieron así unos minutos hasta que Leona se calmó.

"¿Estas mejor?" le susurró Evangeline al oído, Leona asintió. "Entonces, ¿qué te parece si nos sentamos de nuevo? Hay cosas que no acabo de entender."

Leona asintió y se sentaron en el sofá.

"¿Quieres beber algo?" preguntó Evangeline, Leona negó con la cabeza, sonrojada, mirando hacia otro lado. "Debe de sentirse avergonzada por lo de ahora y no sabe que decir." pensó mirándola con afecto, sonriendo de forma apacible. "Si ya estas más calmada, podrías decirme como es que estás viva… Llegué a pensar que podrías ser un clon."

"Un… ¿Qué?" susurro Leona mirándola, confusa.

"Un doble de ti, hoy en día se puede llegar a realizar, aunque es bastante complejo… Porque no eres uno, ¿no?"

"No." respondió Leona negando con la cabeza.

"¿Entonces? ¿Cómo es que estás viva? Y tampoco has envejecido…" dijo Evangeline dándole un vistazo de arriba abajo observándola detenidamente, Leona se sonrojó por un momento. "No eres inmortal, ¿verdad?"

"Uh… Es difícil de explicar, y no sé si lo creerás…"

"Inténtalo."

"Yo… Yo nunca morí, fue el espíritu del árbol del mundo de Mahora quien me mantuvo con vida todo este tiempo…"

"¿El espíritu?" la miró Evangeline sorprendida.

"Sí." respondió Leona, entonces empezó a explicarle todo lo que había pasado. "Cuando desperté ella estaba delante de mí, y… No podía recordar nada de lo sucedido, ni siquiera quien era, entonces me dijo que antes de que la explosión causada en esa pelea con Airon me alcanzara… Me hizo desaparecer, pero debido a la cantidad de magia que tuvo que usar, no pudo enviarme de nuevo a Mahora, así que me tuvo retenida por años, hasta que recuperé la conciencia, y cuando iba a regresarme de nuevo, resulta que falló y me envió a un lugar que no sé qué era ni tampoco tengo interés en volver." hizo una pausa Leona con un tono molesto al acordarse de ello. "No sé cuánto tiempo estuve, quizás fueron unos meses… Tampoco sé si allí el tiempo también era distinto a este, aun así, solo quería salir de allí porque quería…"

"¿Qué?" dijo Evangeline esperando a que siguiera.

"Volverte a ver aun si no podía recordarte…" pensó Leona, mirándola. "No… No es nada… Bueno, el caso es que, después de estar deambulando en ese lugar, un monstruo estuvo a punto de matarme, y cuando me di cuenta, me encontré de nuevo con el espíritu que me había hecho desaparecer de ahí, aunque no sé qué dijo de que lo maté yo… En todo caso, esa vez sí que fue capaz de enviarme Mahora y así mis recuerdos volvieron, y por qué no he envejecido nada es debido a que allí el tiempo no avanza, está detenido mientras lo demás cambia."

Hubo un silencio repentino.

"Huh… Ya dije que podía ser extraño…" dijo Leona mirándola ya que no decía nada.

"No te preocupes, no dudo de ti, la carta de pactio que llevas encima y todo lo que me respondiste, demuestra que eres tú, solo estoy intentando asimilarlo…" dijo Evangeline con la mano en la sien. "Entonces existe un espíritu en ese árbol."

"¿Es que nunca nadie se dio cuenta de que en ese árbol reside ese espíritu?" preguntó Leona con una mirada inexpresiva.

"Yo no tenía constancia, y supongo que ni siquiera Konoemon era consciente de ello, no se manifestó nunca por lo que no nos dimos cuenta de que estaba en ese árbol." respondió Evangeline cruzando los brazos bajo su pecho.

"Ah, recuerdo también de que el espíritu me habló de alguien… No recuerdo su nombre ahora… Pero uno de los motivos por lo me salvó fue para que me enfrentara a esa persona…"

"¿En serio? ¿No recuerdas su nombre?"

"Dijo varios nombres, pero todos eran del mismo… Creador de no sé qué…" cerró los ojos Leona poniéndose el dedo índice en la frente, intentado acordase.

Evangeline le dio una mirada estrecha.

"No me mires así." la miró. "Ah, Ialda, eso, ¡su nombre era Ialda! La conoc-"

"No te acerques a ella…" interrumpió Evangeline casi en un susurro.

"¿Qué?" parpadeó Leona confundida.

"¡Te prohíbo que pelees contra ella!" ordenó Evangeline poniéndole las manos en los hombros mientras la miraba seriamente.

"¿Ma- maestra?"

"No es alguien quien puedas derrotar, olvídalo."

"Como puedes saberlo si ni siquiera-"

"¡No sabes de lo que puede hacer!"

"Hablas como si la conocieras…" dijo Leona mirándola extrañada, Evangeline suspiró y apartó las manos de ella.

"Te contaré quien es… Todo este tiempo en el que no estuviste, es decir, cuando pasó aquello con Airon, bouya y las demás fueron al mundo mágico, aquel que te expliqué una vez, allí Ialda se mostró, como el padre de Negi, ya que lo había poseído, pero escapó, bastante tiempo después, bouya quiso enfrentarse a ella, pero no fue capaz de vencerla y… Ahora también está siendo poseído por Ialda."

"¿Poseído?"

"Cada vez que Ialda es derrotada, toma el cuerpo de la persona que la vence, consiguiendo así un recipiente nuevo, y al final la persona que es poseída acaba siendo devorada por ella."

"¿No hay alguna forma de-"

"Tenemos una, pero no sabemos si funcionará, la magia blanca de marte y la magia negra de venus, quien las tenga podrá ser capaz de derrotarla."

"¿Lo que?" preguntó Leona con una mirada inexpresiva.

"Como explicarlo… ¿Te acuerdas de la magia de cancelación de Asuna?"

Leona asintió.

"Esa sería una de las magias, la otra es la magia erebea."

"¿Hay alguien quien tenga esas dos?" preguntó Leona, alzando una ceja, Evangeline sonrió levemente.

"Sí, de hecho, esta aquí, te lo presentaré más tarde."

"¿Aquí? Por cierto, ahora que lo dices… ¿Qué es este lugar? Alguien me dijo que estaba maldito, pero parece un simple resort… ¿Qué les hacéis algo a los que vienen aquí?"

"¿Qué te hace pensar eso?"

"Te recuerdo que hace unos minutos estaba siendo perseguida por unos cuantos."

"Oh."

"¿Cómo que 'oh'? Todavía no se la razón y que consté que pagué lo que se pedía." la miró Leona seriamente. "Y ahora no tengo nada… Bueno si… Pero no me llega ni para el pan." pensó.

"Hablaré con ellos más tarde, respondiendo a tu pregunta, no les hacemos nada a los que vienen, lo de que está maldito son rumores, pero si es cierto que aparte de ser un resort es un lugar para inmortales, bouya lo hizo como refugio pensando en los demonios, fantasmas u otros seres que son perseguidos y no tienen a donde ir, aunque tienen apariencia humana, este lugar es llamado UQ Holder."

"Entonces todos los que están aquí son inmortales…"

"Bueno, hay alguna excepción, pero así es."

"Por cierto, ¿y Chachamaru o Chachazero? ¿También están aquí?"

"Chachamaru, decidimos que se quedaría cuidando de Ayaka, ya que, debido a su edad, es mejor que tenga alguien para cuidarla, y en cuanto a Chachazero…" Evangeline hizo una pausa. "En la pelea contra Ialda quedó dañada y ahora solo es una muñeca sin vida." respondió con un tono de voz más débil y una sonrisa amarga.

"Maestra…" dijo Leona mirándola preocupada ya que sabía que Chachazero era alguien importante para ella.

"No importa, ocurrió hace años." suspiró Evangeline, cerrando los ojos. "Por cierto, deja de llamarme maestra, llámame por mi nombre, Leona."

"Es la primera vez que me llamas por mi nombre… Y tampoco quieres que te diga maestra, ¿te- te encuentras bien?" la miró Leona desconcertada.

"¿Estas intentando molestarme? Porque si es así lo estas consiguiendo." dijo Evangeline dándole una mirada rotunda.

"N-no, solo me sorprendió." negó con la cabeza Leona. "Entonces… ¿Cómo debería llamarte? ¿Yukihime?... ¿Evangeline?"

"Mm… Llámame Yukihime, pero puedes llamarme Evangeline cuando estemos a solas." respondió Evangeline cruzando los brazos bajo su pecho.

"Está bien… "Aunque me gusta más Evangeline…" pensó, entonces escuchó a Evangeline reírse ligeramente.

"Hmm…"

"¿De qué te ríes?"

"Me estoy acordando de cómo te pusiste antes…"

"¿Eh?" parpadeó Leona.

"Ponerte a llorar de esa manera, ¿fue porque te alegraste de verme? Aunque fue bastante tierno."

"No- Yo-" tartamudeó Leona, sonrojándose por vergüenza mientras Evangeline se acercó a ella, recostándola en el sofá y poniéndose encima.

"¿E-Eva…?

"Siento no haberme dado cuenta de lo que te pasó, si me hubiese percatado de ello, habría intentado ir a buscarte…" la miró Evangeline con un brillo en su mirada.

"No tienes por qué culparte… Es algo que nadie podía saberlo…" dijo Leona con un leve sonrojo en sus mejillas, mirando hacia otro lado, evitando encontrarse con la mirada de ella.

"…"

De repente alguien abrió la puerta bruscamente, haciendo que Leona se sobresaltara, Evangeline sin embargo, los miró sin alterarse.

"¡Ah! Tenías razón, ¡Está aquí!" exclamó un hombre que parecía mayor. "¡Es el fantasma!" señaló a Leona con el dedo índice.

"¡A quien llamas fantasma bigotes!" lo miró Leona, alzando la mirada.

"¡Sal ahora mismo del ama!" exclamó Vasago con una expresión seria.

"Qu- ¿Qué? ¿Hola? ¡Estoy debajo de ella! ¡No sabes percatarte de la situación a simple vista!"

"Déjalo, Vasago." sonrió Evangeline para calmarle. "Se quedará aquí."

"¿Perdón?" parpadeó el hombre.

"¿Seguro?" dijo Vasago, confundido.

"Dile a los demás que no se preocupen, os la presentaré más adelante, y tú puedes quedarte, te lo explicaré."

"Si es lo que quiere… Está bien, Yukihime-sama." respondió Vasago con la mano en el pecho en señal de respeto, a continuación, se despidió dejando la habitación.

"¿Cuándo he dicho yo que iba a quedarme?" la miró Leona seriamente.

"No es un fantasma, es ella, Chamo." dijo Evangeline apartándose de Leona, incorporándose en el sofá.

"¿Chamo?" parpadeó Leona.

"Pero no puede ser…" la miró Chamo sorprendido.

"Pero si Chamo es un armiño…" pensó Leona. "Y este es un humano, ¿estamos hablando del mismo?"

"Te explicaré lo que me contó." lo miró Evangeline, seguidamente comenzó a explicarle lo ocurrido durante unos minutos.

"Y esa es la razón." terminó Evangeline de explicarle.

"Es difícil de creer… ¿Seguro que no es un fantasma?"

"¿Y Tú? ¿Seguro de que eres un armiño?" lo miró Leona molesta, cruzando sus brazos bajo su pecho.

"Oh, claro, he adoptado esta forma, aunque mi forma original es la de armiño." respondió Chamo volviéndose un armiño.

"¿Y el bigote?" estrechó la mirada Leona, observando que aún lo llevaba.

"Me da un estilo más atractivo, incluso siendo armiño, ho, ho, ho."

"Ah… Espera… ¡Entonces por qué diantres hiciste que me persiguieran todos esos!"

"Me sorprendió verte, entiéndelo." sonrió Chamo, acariciándose el bigote con la pata.

"Mm…" dijo Leona aun con la mirada estrecha.

"Entonces, ¿vas a quedarte aquí?" preguntó Chamo como armiño, ahora encima de la mesa de escritorio.

"Yo no dije en ningún momento que fuera a hacerlo."

"¿Por qué?"

"Este sitio es para inmortales, yo no soy inmortal, no puedo quedarme aquí…"

"También dije que había alguna excepción, hay dos humanos aquí." añadió Evangeline.

"Aun así… ¿Por qué quieres que lo haga?" la miró Leona, alzando una ceja.

"No tienes un lugar a donde ir, ¿no? Además, al haber pasado todo este tiempo, tendrías que repetir curso desde cero, ya que no tienes el graduado, y no puedes presentarte y decir que estuviste atrapada en un lugar durante años, aparte dudo que quieras hacerlo de nuevo." explicó Evangeline cruzando los brazos bajo su pecho, una sombra cubrió la mirada de Leona.

"En eso tiene razón…" pensó Leona mirando hacia otro lado. "Y como dice tampoco tengo a donde ir."

"Si te quedas, puedo darte un trabajo aquí." añadió Evangeline con una mano en la cintura.

"¿Eh?"

"Siempre viene bien tener más gente, después de todo, es un resort."

Leona se quedó unos segundos en silencio pensando sobre ello.

"Está bien…" accedió al final.

"Bien, entonces te doy la bienvenida a UQ Holder." sonrió Evangeline levemente. "Te asignaré tu habitación más tarde, debo de terminar de hacer unas cosas pendientes, puedes ir a dar una vuelta por el lugar."

"Pero sobre lo de Ialda…"

"Te he dicho que no te relaciones con ello."

"Pero le dije al espíritu ese que lo haría-"

"No se la razón por la que te pidió que lo hicieras, pero no es algo que puedas manejar, no es como Airon, nosotros nos ocuparemos de ello, cuando llegue el momento, y estaré más tranquila si no te relacionas con el tema."

"Por qué… Por qué actúas así…" dijo Leona casi en un susurro, apretando los puños.

"¿Qué?"

"Tú… Tú siempre decías que con temor no se conseguiría nada, que lo más importante era apostar por la victoria sin miedo, afrontando el futuro por muy incierto que fuera con determinación, confiando en las posibilidades, a eso se le llamaba valor… Que lo mejor era avanzar y lograr superar el sufrimiento, aunque lógicamente eso conllevara cierto peligro, pero ¿y qué? Ello era mejor que permanecer de por vida encerrado en un lugar seguro, porque para lograr algo uno debía arriesgarse… Entonces, por qué, porque de repente dices todo eso ¡no eras tu quien dijo todas esas cosas!"

"Leona…"

"No lo entiendo, pero no importa, si realmente aquello que me explicaste te hace sufrir tanto, aunque no lo quieras, sellaré tu oscuridad, no importa el tiempo que me lleve." la miró Leona con un brillo en la mirada, seguidamente dejó la habitación.

"Eso no me lo esperaba…"

"Lo sé, al fin y al cabo, fui yo quien la entrenó y le enseñé todo aquello." suspiró Evangeline con una mano en la sien.

"Bueno, sí, pero más bien, me refería a que recién me doy cuenta de que eres como un referente y parece que te tiene en un pedestal, aunque no sé yo si eso es bueno o malo… Siendo tú…"

Evangeline le dio una mirada estrecha.

Habían pasado unas horas y ya estaba anocheciendo, Leona miraba el mar desde la orilla de la isla, perdida en sus pensamientos.

"Puede que en todo este tiempo ella haya cambiado… Aun así, no importa… Siento que soy más fuerte que antes, por lo menos el tiempo que estuve en ese sitio infernal, no fue del todo un desperdicio." pensó Leona mirándose el brazo donde tenía la venda oscura. "

"Así que estabas aquí." se escuchó una voz, Leona se dio la vuelta y vio a Vasago ir hacia ella. "El ama me dijo que te fuera a buscar, quiere verte en su habitación, sígueme."

"Está bien…" dijo Leona mientras seguía a Vasago, entraron dentro del lugar y estuvieron yendo por unos pasillos del segundo piso hasta que se pararon en una de las puertas.

"Es aquí." indicó Vasago. "El ama vendrá ahora, entonces, me retiro." se despidió marchándose por el pasillo, Leona entró en la habitación cerrando la puerta detrás de ella.

La habitación era bastante espaciosa, había un armario en la esquina de la pared, una pantalla de plasma en la pared, enfrente de ella, había una cama amplia, en el cabezal de ella, había una pequeño estante con una lámpara y unos peluches, en el lado izquierdo había una mesita de noche, y a la derecha un escritorio amplio con dos marcos con fotos, algunos libros y varios cajones debajo, y su respectiva silla, también se podía ver el mar a través de los ventanales, Leona se acercó a las fotografías del escritorio, en una salían Evangeline y un chico de cabello oscuro puntiagudo y ojos marrón oscuro, vestía con una camiseta roja, una chaqueta oscura arremangada, unos pantalones largos negros y zapatos del mismo color, Evangeline vestía igual como la había visto antes, pero con una gabardina, en la otra, aparecía la clase 3A, Leona estuvo mirándola hasta que, segundos después, se percató de unos de los peluches que había en el estante, fue hacia ello y vio que era el peluche de una Koala.

"Quizás sea…" pensó Leona, mirándolo fijamente, entonces escuchó a alguien entrar en la habitación.

"E- Evangeline." la mencionó, mirándola.

"Espero no haberte hecho esperar demasiado, tuve que hacer algunas cosas, bueno, lo estuve pensando y decidí tú habitación."

"¿Cuál es?"

"Esta."

"¿Perdón?" parpadeó Leona, confundida. "Pero esta… ¿No es la tuya?"

"Sí, compartirás la habitación conmigo." sonrió Evangeline, cerrando los ojos.

Hubo un silencio repentino, hasta que Leona habló.

"Pero solo hay una cama…" dijo Leona con un tono nervioso.

"Es espaciosa, cabemos las dos, no te preocupes por ello."

"¿Pero este lugar no tiene habitaciones de sobras?"

"La mayoría son de huéspedes, y los que trabajan aquí, la mayoría son hombres, no puedo ponerte en la misma habitación que uno." la miró Evangeline, cruzando los brazos bajo su pecho.

"¿Y no hay mujeres?"

"Ya están compartiendo habitación, además, ¿todavía debes seguir con esas pastillas por tu problema, no?"

"Huh… Sí." contestó Leona mirando hacia otro lado.

"Entonces ello es otro motivo para que te quedes aquí, de esta manera, puedo estar pendiente de ti."

"Está bien…" suspiró Leona, resignándose.

"Oh, mañana te daré el uniforme de trabajo y ropa nueva, no puedes ir con esos trapos."

"Puede decirse que te va a sacar de la indigencia." se escuchó una voz.

"¡Yo no estoy en la indigencia! ¿Ah? ¿Qué haces aquí?" preguntó Leona mirando a Chamo que estaba encima del escritorio.

"¿No te queda apenas dinero, no?"

"No."

"Ni tenías un lugar a donde ir, por no decir tus ropas."

"Huh…"

"No hay más preguntas."

"Chamo." suspiró Evangeline. "Déjanos a solas."

"Bieeen." contestó Chamo saliendo de la habitación.

"Entonces, te daré una camisa de las mías para dormir, es mejor que nada."

"Gra- gracias…" la miró Leona. "No puedo acostarme con esto…" pensó. "Uh… ¿Puedo ducharme?"

"Claro, el baño es esa puerta de ahí." señaló Evangeline con el dedo índice a una puerta que había, le dio una camisa que tenía en el armario y Leona entró al baño, más tarde, Leona salió del baño con la camisa.

"Menos mal que me tapa bastante…" pensó Leona mirándose, levantó la vista y vio a Evangeline recostada en la cama, leyendo un libro, llevaba puesta una camisa completamente desabrochada y abajo ropa interior.

"¿Ya terminaste?" la miró Evangeline.

"Sí…" respondió Leona sonrojada al verla, viendo como dejaba el libro encima de la mesita.

"¿Vas a quedarte ahí todo el tiempo?" preguntó Evangeline viendo que no se movía, Leona fue hacia la cama y se acostó nerviosa.

"No te haré nada que no quieras." sonrió Evangeline de repente con un tono burlesco.

"!?" la miró Leona bastante sonrojada. "¿Q- Qu- Qué se supone que quiere decir eso?"

"Nada, como te encuentro nerviosa."

"Solo… Solo es que hace tiempo que no estoy con alguien… Ni duermo sobre algo cómodo…" miró Leona hacia otro lado, pensativa, Evangeline la miró unos segundos y apagó la luz de la lampara, acostándose.

"Yo esta noche no duermo, imposible, ¿cómo iba a imaginarme esta situación?" pensó Leona, acostándose de lado, sonrojada levemente.

"Si no te sientes bien, dímelo, puedo reconfortarte."

"¿Eh?" dijo Leona dándose la vuelta, recostándose. "Mi maestra…. No era así… Ella era más como… ¿Dónde quedó? …" la miró nerviosa, sujetando las sabanas, que las tenía por la altura de su cuello.

"Mm… Tal vez fui un poco exigente contigo…" respondió Evangeline haciendo una mueca, con una gota detrás de la cabeza, entonces sonrió levemente y la abrazó tumbándola sobre ella.

"¿Qué haces?" se sonrojó Leona con una mirada inexpresiva.

"¿Te molesta? Pensé que te haría sentir mejor, por lo que dices, no debió ser agradable estar en ese lugar."

"No…" murmuró Leona, sonrojándose más que antes. "Algo anda mal… ¿Qué me perdí en todo este tiempo? Pero aun así… Es confortante poder volver a estar con alguien…" pensó, cerrando los ojos, durmiéndose.


Fin del capítulo 2.

La mujer resultó siendo Evangeline y al final Leona encontró un lugar donde quedarse, ¿Qué sucederá en el próximo capítulo?

Gracias por leer, espero que haya gustado, si es así, dejen review por favor, me gustaría saber su opinión, me anima a seguir escribiendo. Cualquier duda de la historia, pueden decirme.

Notas:

-Resort Senkyōkan (Fairyland Hall): Complejo de aguas termales de estilo japonés ubicado en una isla a 10 km de la costa de New Tokyo.

En UQ Holder, Evangeline usa su apariencia adulta todo el tiempo, a excepción de algunos momentos.