Ahora tengo que declarar como siempre que los personajes no son míos, pertenecen a la autora Stephenie Meyer y la historia fue escrita por la asombrosa autora pattyrose, yo solo la traduzco.
Y como en cada una de mis traducciones, le agradezco enormemente a mi compañera de armas, mi porrista personal y querida amiga, Erica Castelo. ¡Quién diría que tus jalones de orejas seguirían después de once años! T.Q.M!
Capítulo 13 – La chica que experimentó dos días de fiesta… y un funeral
"B, ¿qué tal?"
"¡Hola, B!"
Cuando las imágenes de Rose y Alice aparecen simultáneamente en la pantalla de mi teléfono, dejo escapar un suspiro de alivio al saber que tendré una oportunidad de hablar con ellas antes del festín de mierda frente a mí. No va a gustarles esto, lo sé. Pero si he aprendido algo durante los últimos dos días de fiesta aquí en Londres, es esto:
No puedes dar a aquellos que amas—ya sea amor romántico o de amistad—algo menos que honestidad sin afectar no solo tu relación sino hasta tu esencia misma, tu composición interior. Poco a poco, la deshonestidad te consume. Te convierte en una persona solapada que se siente cada vez más cómoda ocultando cosas y justificando ese silencio al decirte que puedes resolverlo por tu cuenta, y que no quieres preocupar a otros, y no quieres que sepan de tus errores, etc. Finalmente, una actitud como esa se convierte en una de 'yo dirijo mi vida, y nadie más porque nadie me comprende.'
¡Zas! Persona deshonesta en potencia.
Así que, mi error no fue tanto Marcus—aunque fue un enorme error de mierda, no actuemos como si no lo fuera. Pero lo que ha estado pasando conmigo es mucho más grande que la relevancia de un deshonesto, infiel e insignificante personaje. Mi error fue olvidar que, si bien puedo hacerlo todo por mi cuenta, como lo hice mientras me convertía en un adulto, como Edward señaló el otro día… soy lo bastante afortunada de tener personas que amo y que me aman. Y es mucho mejor ir por la vida con un poco de apoyo, con tus seres queridos ahí para atraparte cuando caigas, si lo haces. Porque eventualmente, pase lo que pase, todos tendremos una caída. O tres.
Tienes que dejar entrar a tus seres queridos.
A esta hora de la mañana y durante un día de fiesta en Kent y Escocia, Rose y Alice siguen en la cama. Ambas también parecen estar cómodamente despeinadas, balanceando sus teléfonos sobre sus cabezas y con sus hombres junto a ellas.
"¿Las desperté chicas?"
Aww, mis chicas; me ofrecen dulces mentirillas.
"No, no."
"Para nada."
De modo que, cuando un contagioso bostezo pasa de Rose a Alice, no puedo culparlas. Después de todo, si por mí fuera, también estaría en la cama en este momento, acurrucada con Edward, aunque no necesariamente durmiendo; más bien besándonos… haciendo el amor… firmemente envuelta en sus brazos…
En vez de eso, Edward se fue a trabajar por unas horas y yo recorro a paso rápido las calles húmedas de Londres, atravesando un laberinto de peatones y tráfico vehicular que, después de dos días de fiesta, han regresado con jodidas ganas. Las nubes color plata se ciernen bajas en el cielo gris. Son premonitorias, como lo que queda de la guirnalda navideña plateada colgando de un árbol navideño marchito y amenazando con caerse y provocar un desastre.
O quizás sea solo yo encontrando todo relacionado con el infierno funerario al que me dirijo. Sin embargo, es un infierno que tengo que enfrentar, una forma de purgatorio, podríamos llamarlo. Estoy dispuesta a recorrerlo, si eso significa que puedo regresar a mi cielo personal habiéndome librado de ese peso.
Esa es la razón por la que después de dos gloriosas mañanas de días feriados felizmente encerrada en el interior de la casa adosada de Edward, desenredé los desastrosos nudos en mi cabello y me puse el bonito vestido rojo—una creación de Alice Brandon—que estaba destinado para ayer de no haber pasado el día holgazaneando en una de las camisetas de Edward y uno de sus bóxer.
"B, ¿por qué estás afuera tan temprano en la mañana?" Pregunta Rose. Frunce sus labios y mira con el ceño fruncido el escenario frenético de la ciudad detrás de mí. Junto a ella, Emmett también me toma el pelo.
"Mi primo está haciendo un trabajo de mierda manteniéndote feliz si ya estás de compras después de Navidad."
"Tu primo está haciendo un grandioso trabajo de—tú sabes de qué, no llamé por eso."
Junto a Alice, Jasper se ríe entre dientes. "Bella, muchacha, ¿dónde está tu nab—? ¡Uf!" Gruñe cuando Alice le da un codazo en las costillas.
"B, no le hagas caso a Jasper."
"O a Emmett. ¿Qué está pasando, B? ¿A dónde vas con tanta prisa?"
"Estoy en un pequeño aprieto, y—"
Al instante, los cuatro están totalmente alerta. Alice y Rose se sientan en sus respectivas camas mientras sus otras mitades asoman la cabeza en la pantalla.
"¿Qué está pasando, B?"
"¿Estás bien?"
"¿Estás a salvo?"
"¿Requieres que consigamos a los polis o a la ambulancia?"
Ruedo los ojos. "¡No! No es ese tipo de aprieto."
"Oh, gracias a Dios," dice Alice, descansando una mano sobre su corazón.
"Hiciste que nos cagáramos del miedo," dice Emmett.
"Ahh, entonces es el tipo de aprieto que te da el muchacho," Jasper suelta una risita.
"¿Qué? ¡No! No, tampoco es ese tipo de aprieto. Aunque Edward y yo hicimos un pequeño juego de rol anoche," sonrío. "Usamos los tirantes de mi sujetador para—Eso no importa." Sacudo mi cabeza. "¡Concéntrese, chicos!"
Cuando me detengo para revisar las instrucciones de mi GPS, una multitud me empuja y me atropella ansiosa por llegar a las ofertas de alta costura en la calle Brompton Road. Por su parte, los cuatro en la pantalla de mi teléfono, se están riendo con ganas.
"Bella, cuando confirmas que tu vida no está en peligro, no puedes culparnos si nuestras mentes imaginan otro tipo de aprietos. Después de todo," sonríe Alice, "¿no te dio Entrometido un brazalete de Navidad con el que literalmente dejó claro que quiere ser la enredadera inglesa que te envuelva?"
No puedo evitar sonreír en respuesta; y, por supuesto, muestro mi brazalete a la pantalla. "¿No es la cosa más dulce… y más sexy en el mundo?"
"Lo es," Rose concuerda.
"¡Estamos enamorados! ¡Un real y verdadero amor! ¡El que se da solo una vez en la vida!"
Emmett gime y se da la vuelta en la cama abrazando su almohada.
"De acuerdo. Rose, amor, despiértame cuando llegue a lo nuevo, ¿sí?"
"B, cielo, no es que no queramos saber que Edward y tú están enamorados—" Rose se ríe entre dientes.
"—pero eso no es nuevo," termina de decir Alice. "Todos sabemos que Edward y tú están enamorados desde la noche de la fiesta de Edward. Hablamos de ello a menudo."
"¡El amor a convertido el cerebro de la muchacha en picadillo!" Jasper se ríe.
Ahora, Rose bosteza. "Así que, si nos llamaste por FaceTime a esta hora de la mañana para decirnos que estás en aprietos por el amor, ¿puede esperar para un poco más tarde?"
"No es por eso que las llamé por FaceTime. Miren, estoy en medio de una metamorfosis y eso significa que es momento de confesar. Una total revelación." Respiro profundamente. "¡Marcus está en Londres!"
Las mujeres jadean. Los hombres vuelven a asomar la cabeza en la pantalla, con sus cejas levantadas.
"¿Y quién carajos es Marcus?"
"Marcus en un pendejo," Rose gruñe.
"Un infiel," escupe Alice.
"Es mi examante casado, aunque yo no sabía que estaba casado cuando empecé una relación con él."
"Sí, y tan pronto como se enteró, rompió la relación," aclara Alice.
"Pero el cabrón trató de convencer a Bella que iba a dejar a su esposa por ella, y aunque Bella le dijo que la dejara en paz hasta que eso ocurriera, si es que ocurría, él sigue contactándola."
"Maldito cabrón," Emmett frunce el ceño.
"Jodido sandio," gruñe Jasper.
"Todo eso, sí. Pero entonces conocí a Edward y me enamoré de él, y Marcus era… bueno, vi la persona insignificante que es. Sin embargo, Marcus me envió un mensaje de texto hace un par de noches y me dijo que estaba en Londres."
"¡Esa mierda no la sabíamos!" Grita Rose, estrellando una palma contra las mantas de su cama.
"¡Bella! ¿Por qué no nos dijiste eso?" Alice chilla.
"¡Lo siento! No quería preocuparlas, chicas, sobre todo porque lo mandé a la mierda y no me volvió a contactar de nuevo. Supuse que había terminado con todo ese desastre, en especial cuando le conté a Edward todo sobre Marcus, y juntos decidimos que él era irrelevante en nuestro gran plan."
"Oh, Dios mío, eso me encanta. Vamos, Entrometido, lanzando la porquería al cubo de basura donde pertenece. ¡Sí!" Exclama Rose, lanzando un puño al aire.
"¡Viva!" Alice ovaciona. "Y el barón y su chica americana vivieron felices para—"
"Bueno, él es un futuro barón y no nos apresuremos. Todavía queda algo de historia, y no es tan de cuento de hadas."
"¿Qué quieres—?"
"Didyme me llamó esta mañana."
Los cuatro se quedan callados, mirando a la pantalla con expresiones similares de confusión.
Rose levanta la mano como si estuviera en clase. "Creo que hablo por todos al preguntar, ¿quién demonios es Didyme?"
"Didyme es la esposa de Marcus y… y la hermana de mi jefa."
"¡¿QUÉ?!" Alice grita por todos ellos.
"Me enteré un par de semanas antes de venir a Londres, pero de nuevo, no quería preocuparlas, chicas. Sin embargo, ella me llamó esta mañana porque al parecer, también está en Londres—"
"¡Qué demonios! ¿Hubo alguna oferta de boletos de avión?" Rose se pregunta.
"Miren, chicos, Didyme está amenazando con ir a los tabloides con alguna historia sensacionalista sobre que soy una cazafortunas y devoradora de hombres, a menos que me reúna con ella en unos diez minutos."
Rose suelta una risita. "¡Pfft! ¿Realmente cree que eso funcionaría?"
Alice, en cambio, se encoge de hombros. "Bueno, los tabloides aquí son bastante brutales, Rose."
"¡Razón de más por la que no debería ir, Alice! ¡Una mentira está medio camino a Escocia antes que la verdad se ponga las botas!"
"No estoy segura que significa eso, Jasper, pero pienso que, sea lo que sea, le debo el verla en persona."
"¡NO!" Todos gritan de acuerdo.
"¡Definitivamente no!"
"¡De ninguna manera!"
"Bella, hagamos una pausa por un momento. ¿Dónde está mi primo?" Pregunta Emmett. "¿Sabe él sobre todo esto?"
"Tuvo que ir a trabajar un par de horas, y sabe todo salvo que voy de camino a reunirme con Didyme— ¡y no te atrevas a llamarlo y contarle de esto en este momento!" Agrego, señalándolo con un letal dedo de forma amenazante cuando lo veo alcanzar su teléfono.
Chupando sus dientes, deja el teléfono en la mesita. "Bella, aunque puedo entender que tú quieras moderar cualquier crítica negativa, puedo garantizarte que mi primo le importa un rábano lo que los tabloides podrían decir."
"Sé que a él no le importa. Pero tu abuela, lady Charlotte, ya piensa que soy la reencarnación más ordinaria de Wallis Simpson (1) aquí para arruinar al heredero de la baronía Masen."
"De nuevo, a Edward no le importan los problemas de la abuela. Lo que es más, creo que él debería saber sobre esto, quizás incluso acompañarte—"
"Claro que voy a contarle a Edward."
Emmett exhala un suspiro de alivio. "Estupendo."
"No le ocultaría esto. Pero dicho eso, voy a reunirme con Didyme, mujer a mujer. Chicos, me importan todas sus opiniones, pero no les llame por FaceTime para preguntarles si creen que debería reunirme con Didyme o no."
Abruptamente, me paro en seco cuando el Hotel The Lanesborough queda la vista.
Su ubicación, a poca distancia de Hyde Park y el Palacio de Buckingham, significa que no me sorprende su majestuoso exterior marfil con estilo de la Regencia. Este es el tipo de lugar donde coches Bentley y Range Rover a la lady Charlotte, se detienen y estacionan frente al exterior con sus columnas corintias mientras los dueños de los vehículos esperan en sus asientos traseros a que sus puertas se abran.
"Estoy en medio de una metamorfosis," murmuro, mi mirada todavía en el hotel. "Tanto por mi paz mental como por la reputación de Edward, tengo que reunirme con Didyme. A lo menos, la mujer se merece saber toda la verdad sobre su esposo. Las llamé por su apoyo moral, incluso si no pueden estar de acuerdo conmigo. Porque he descubierto que guardar secretos es lo que casi me convierte en un insecto."
"¿Qué?"
"¿Eh?"
"¿Disculpa?"
"¿Por qué estás hablando de bichos ahora?"
Rose libera un suspiro en rendición. "Al y yo sabemos de lo que habla y aunque las tres estamos divididas en nuestra opinión sobre la necesidad de esta reunión—"
"Los cinco," corrige Emmett con una sonrisa.
"Los seis," los corrijo a todos. "Ahora somos seis."
"El punto es," Alice sonríe, "que siempre tendrás todo nuestro apoyo, B."
"Saldrá de maravilla," sonríe Emmett de forma alentadora.
"Lang may your lum reek (2), muchacha," Jasper agrega.
"Gracias," sonrío. "Eso significa mucho."
…
Muy similar a su exterior, el lujoso vestíbulo del Lanesborough es menos chocante de lo que inspira a mirar asombrado. Los tacones de mis botas altas de cuero cliquean sobre los pisos de mármol negro y blanco. Cuando levanto la mirada, los techos enchapados del vestíbulo distraen momentáneamente a la arquitecta en mí. Paso por obras de arte que deben haber estado colgadas por al menos doscientos años. Resplandecientes candelabros de cristal iluminan esas obras con una incandescencia dorada. Sillas reina Anne tapizadas organizadas en grupo de dos o tres pretenden inspirar conversaciones discretas y reflexivas. Pesadas puertas dobles de roble conducen a cada salón, con un portero posicionado en cada entrada, no sea que un cliente se vea forzado a abrir su propia puerta.
Esto es más allá del lujo; esto, es mucho más parecido a la fiesta en Masen Park de hace unos días, es la tierra del dinero antiguo. Pretende intimidar.
Por lo que, al dirigirme hacia la entrada de doble puerta de Céleste, el ostentoso restaurante dentro del hotel dónde me reuniré con la furiosa esposa de mi examante casado para un cara a cara, aliso mi cabello y ruego porque lo haya desenredado casi por completo. Pero también levanto mi barbilla, le sonrío al portero y envío una súplica en silencio.
Quienquiera que esté ahí afuera, por favor, ayúdame a quedarme en la línea entre arrepentida e indignada porque si fallo, y todo este fiasco termina en los tabloides, lady Charlotte podría acabar conmigo.
"Con una de esas espadas de caballero colgadas de las paredes de Masen Park," murmuro para mí misma.
Cuando las puertas al restaurante se abren, me recibe más ostentosa arquitectura. Frescos decorativos recorren el perímetro de la habitación, enmarcando columnas corintias y mesas con mantelería blanca, todo ello recubierto por un techo abovedado de cristal que deja entrar la luz grisácea de Londres como un torrente. El murmullo de conversaciones refinadas se conjuga con el tintineo de costoso cristal y con el estruendo de pesada plata. La música clásica suena en el fondo, un acompañamiento para el delicioso aroma de los platillos exóticos.
Una mujer de mediana edad con un traje sastre negro y un elegante peinado me recibe con una fría sonrisa refinada.
"Buenos días, señorita. ¿Mesa para uno?"
"Buenos días. En realidad, voy a encontrarme con alguien—"
"Ah, señorita Swan, encantada de verla una vez más."
Cuando miro por encima de mi hombro, confundida, me toma un momento reconocer el rostro. Después de todo, es una de las últimas personas que esperaba ver parada aquí frente a mí.
"¿Jane?"
"Su grupo la espera," continúa Jane.
"¿Mi… grupo? ¿Qué grupo?"
Jane, la desafortunada secretaria de lady Charlotte, ignora mi pregunta y se vuelve hacia la anfitriona.
"Yo me encargo, gracias. Sígame, por favor, señorita Swan."
Por unos momentos, simplemente la veo irse, abriéndose paso grácilmente entre las mesas, pasando tan maravillosamente desapercibida que no llama la atención de nadie. Ella es solo otro accesorio elegante entre los tantos en este lugar. Bien podría ser un candelabro victoriano, un juego de té de la época de la Segunda Guerra Mundial, la aristocracia.
No es sino hasta que está a mitad del salón que salgo de mi estupor.
"¡Jane!" Siseo. "¡Jane, espera!"
Me apresuro tras ella, pasando a toda prisa entre los clientes del restaurante disfrutando comidas y conversación. Mientras el recorrido de Jane pasa desapercibido, yo bien podría ser un elefante en una tienda de porcelana, Godzilla pisoteando hecho una furia. Clientes hacen una pausa, con la plata y el cristal suspendidos en el aire, para observarme. Unos parecen simplemente curiosos. Otros portan similares expresiones de confusión a la que estoy sintiendo. Algunos me fulminan abiertamente con la mirada, claramente indignados que sus costosas comidas y cautivadoras conversaciones se vean interrumpidas.
"¡Jane! ¡Jane, espera! No estoy segura que está pasando, pero—"
Ante la vista dos mesas más allá, en un rincón privado y tranquilo, mis pies y mi corazón se detienen abruptamente.
Dos mujeres están sentadas en una mesa para tres, con el asiento vacío entre ellas. Una mujer es una vieja lady dragón de cabello gris vistiendo seda y diamantes. La otra es una mujer de cabello oscuro de espaldas hacia mí.
"Ahh, la abeja finalmente llegó y haciendo una entrada tan espectacular como esperaría."
Me acerco despacio, temiendo a esa serpiente invisible que siempre parece manifestarse cuando lady Charlotte está cerca.
"¿Lady Charlotte?"
"Toma asiento, abeja, por favor. Hemos estado esperando."
"¿Hemos estado…?" Repito estúpidamente. A pesar de su invitación a mi funeral, por unos segundos, simplemente me quedo ahí. Perpleja.
Aunque perpleja es la palabra equivocada. Al igual que con la ostentosa apariencia del hotel y el restaurante, no me sorprende mucho la escena que se está desarrollando, como estoy asombrada a lo que está dispuesta a llegar lady Charlotte. ¿Cuál es el dicho? El enemigo de mi enemigo es mi amigo.
La cuestión es que, por mucho que sospechara que no le agradaba a lady Charlotte, honestamente no nos consideraba enemigas. Sin embargo, al parecer para ella, soy más que una maleducada estadounidense.
Soy una catástrofe, un evento cataclísmico a nivel de extinción. Soy para su linaje lo que el asteroide fue para los dinosaurios; no meramente un diezmador de la especie en su actual forma sino un detonador para su final porque la próxima iteración de la especie evolucionará en algo totalmente contrario a la original. El majestuoso dinosaurio ya nunca volverá a deambular por la Tierra. Más bien, esas más pequeñas y extrañas criaturas llamadas meramente humanos ocuparán su lugar.
Cuando lady Charlotte me mira, ve el linaje Masen evolucionando en algo mucho menos selecto de lo que alguna vez fue.
Le doy vuelta a la mesa con la mirada fija en la mujer desconocida. Jane saca la silla entre lady Charlotte y la mujer, y tomo asiento.
"Gracias, Jane," digo entre mi aliento, sin quitarle los ojos de encima a la mujer.
Sus rasgos bien podrían estar cincelados en piedra—una piedra que, al seguir mirándola, noto que está cubierta con una base de tono naranja parecido al yeso. A pesar de su precio, la base hace poco por ocultar las patas de gallo y las arrugas por fumar que probablemente deba ocultar. El cabello de la mujer está recogido hacia atrás en un moño severo que resalta todas las líneas además de llamar la atención a su pico de viuda y lo afilado de su nariz y barbilla. Ella es una versión de Sulpicia de apariencia aún más dura, lo que no creí posible.
"Eso es todo, Jane. Gracias," dice lady Charlotte.
Mientras Jane desaparece en un segundo plano, lady Charlotte sitúa su servilleta sobre su regazo. En silencio, la mujer hace lo mismo. Yo no lo hago. A la mierda. ¿Para qué necesito una servilleta en mi regazo?
Lady Charlotte me da una mirada, muy parecida a las miradas que me dio por el té unos mañanas antes. Esta vez, sin embargo, la ignoro. Que se joda ella y también sus modales refinados.
Lady Charlotte suspira. La camarera, una mujer a medidos de sus veinte o algo así, se acerca.
"Buenos días, lady Charlotte. ¿Puedo—?"
"Lo de siempre, por favor," le indica lady Charlotte.
"Sí, lady Charlotte." La camarera se escabulle.
"Abeja, ¿confío en que hayas pasado un agradable Día de Navidad y día de la caja con mi nieto?"
No respondo a esa farsa de pregunta amigable.
A mi izquierda, la mujer—Didyme—también permanece en silencio, aunque la furia que la consume es desagradablemente palpable. Domina el perímetro. Pese a ello, lady Charlotte continúa, contenta de escuchar el sonido de su propia voz, viviendo en su propia burbuja.
"En cuanto a mis últimos dos días de fiesta, iban bastante maravillosamente; eso hasta que recibí una peculiar llamada telefónica de la señora Volturi, aquí presente."
En ese punto, me sobresalto, y mi frente se arruga. "Espere, ¿ella la llamó? ¿Usted no preparó esto—?"
"Sí, yo la llamé."
Didyme finalmente habla, su voz un siseo feroz similar al de su hermana pero aún más mordaz. Cuando la miro a los ojos, las llamas abrasadoras que salen de ellos podrían reducir a cenizas este costoso lugar. También acentúan aún más el extraño y poco natural tono melón de su piel. Alguien debería decirle que ese color no le queda.
"Cuando vi tus fotos en las redes sociales, pensé que la matriarca de tu última conquista debería saber exactamente con qué tipo de mujer se ha enredado su nieto, el heredero del título de la familia."
"No hay nada—"
"¿Qué exactamente quiere decir con eso, señora Volturi?"
Lo que continúa durante los siguientes minutos es un extraño interrogatorio, una especie de partido de tenis unilateral donde lady Charlotte proporciona comentarios suplementarios, y en realidad, nunca me dan la bola.
"¿Creíste que te dejaría salirte con la tuya?"
"No estoy tratando de salirme con la mía—"
"¿Con qué estaba tratando de salirse con la suya, la abeja? Semejante reclamo debe corroborarse."
"¿Creíste que eras especial?"
"Nunca dije—"
"Ella tiende a comportarse como si creyera que lo es, sí, pero yo más bien encuentro cierto eso de todas las mujeres estadounidenses."
La camarera llega con un ayudante, una transportando los implementos del té y la otra una de esas bandejas para servir de tres niveles.
"A la joven dele tres terrones de azúcar," indica lady Charlotte.
Bueno, sí prefiero tres terrones. "Gracias," le ofrezco a la camarera una vez que mi té está listo.
"¿Y usted señora?" La camarera le pregunta a Didyme. "¿Cuántos terrones de azúcar puedo ofrecerle?"
Didyme agita una mano impaciente. "No podría importarme menos."
Lady Charlotte arquea una ceja. "¿No le importa? Es una decisión importante, se lo aseguro."
Didyme bufa. "Solo eche un terrón ahí."
"¿Qué solo le eche…?" Lady Charlotte mira alrededor del restaurante como si esperara una conmoción de todos por esa blasfemia. Luego, a la camarera le dice, "Un terrón, gracias."
Cuando el té está preparado, lady Charlotte se asegura que la conversación continúe exactamente dónde se quedó.
"Ahora, ¿dónde estábamos? Ahh, sí. La excepcionalidad de la abeja."
Mientras remueve su té, yo lo hago también. Es algo instintivo para mí ahora hacerlo de la forma en que la lady dragón me enseñó. Después de todo, ¿quién quiere hacer un montón de ruido mientras remueve el té?
Al parecer, Didyme. Remueve como si estuviera batiendo mantequilla. Mientras yo hago una mueca por el irritante sonido, los ojos con catarata de lady Charlotte se hacen más grandes.
"Tenga cuidado con el juego de té, señora Volturi. Estas piezas no son ofertas de tiendas departamentales."
"En serio," murmuro.
Didyme nos ignora y sigue batiendo.
"Mira, Didyme, no estoy tratando de salirme con la mía en nada, y tampoco me creo más especial que cualquier otra mujer. Dicho eso, no sabía que Marcus—"
"¿Qué vas a decir ahora," Didyme dice con desdén, "que no sabías que era casado?"
"Eso exactamente, sí."
"Ahh," lady Charlotte asiente sabiamente, tomando un sorbo de su té con tanta calma como si hablara del clima inglés. "Entonces, estamos hablando de una aventura. Un amorío. Una relación."
"¡No, no es así, lady Charlotte!" Digo enfáticamente, seguido de un sorbo de té. Realmente es relajante. "No sabía que su esposo era casado. Él nunca me lo dijo."
"¿Eres estúpida?" Pregunta Didyme.
"No, no soy estúpida. ¿Lo eres tú?" Inhalando profundamente, fuerzo a mi voz a tomar un tono más conciliatorio. "Pero lamento ser tan ingenua."
"Por favor," Didyme se burla. Cuando levanta su taza y sorbe su té, hago una mueca por la estridencia de ese ruido en particular.
"Querido Señor," dice lady Charlotte, "es té, señora Volturi, no—"
"—no cerveza," termino de decir.
Los ojos de lady Charlotte miran a los míos.
Aclarando mi garganta, me vuelvo nuevamente hacia Didyme. "Sé que mi disculpa por ser ingenua no significa nada—"
"No lo hace," Didyme dice con amargura.
"—pero quería reunirme contigo aquí para asegurarme que supieras que yo no le pedí que se divorciara de ti. Le dije que si te pedía el divorcio, que lo hiciera porque era lo mejor para él… para ustedes dos. No para mí."
Durante un escalofriante medio minuto, Didyme me fulmina con la mirada en silencio. Después me da una fría sonrisa burlona.
"¿Divorcio? ¿Crees que por eso estoy aquí?"
Mi frente se arruga. "Bueno… él dijo que ya estaba planeando pedirte uno; después de tu fiesta de cumpleaños, por supuesto, porque no quería arruinártela."
"¿Qué fiesta de cumpleaños?"
Mi pecho se agita. Mientras tanto, lady Charlotte se ve fascinada—como una espectadora de Wimbledon presenciando un quinto set de desempate. Continúa bebiendo su té.
Didyme sacude su cabeza, con esa sonrisa aún plasmada en su rostro recargado de maquillaje. "¿Divorcio?" Repite. "¿Realmente creíste que me pediría el divorcio para estar contigo?"
"Acabo de decir que le dije que no lo hiciera por mí. Él dijo que su matrimonio había terminado hace mucho tiempo, que él se estaba deteniendo de hablar de divorcio hasta que guardara el dinero suficiente para pagarle a tu familia y a ti por su educación—hasta que pudiera estar seguro de darte un pago justo. Dijo que había terminado sintiéndose cómodo, que ambos se sentían cómodos viviendo en la misma casa pero separados, pero que iba a esperar hasta que pasara tu fiesta durante Navidad y luego te lo pediría—"
"De nuevo, ¿eres estúpida?"
"Cometí un error," expreso indignada, "pero traté de corregirlo lo mejor que pude por el momento. Lo alejé de mí—"
"Él no me pidió el divorcio. Nunca me ha pedido el divorcio, y nunca lo hará."
"¿Quieres decir… quieres decir que esto ha pasado antes?"
"Hay una estricta cláusula de no infidelidad en el prenupcial que hice que Marcus firmara cuando nos casamos. Él sabe que el día que me pida el divorcio, voy a sacar pruebas de todas las aventuras que ha tenido, y voy a demandarlo a él por el divorcio. ¿Él pedirme el divorcio a mí? Por favor," resopla. "No puedo creer que te creyeras eso y accedieras a la aventura."
"Una vez más, no sabía que era parte de una aventura."
"No obstante, seguías hablando con él."
"¡Él me seguía enviando mensajes de texto!"
"Tú seguías respondiéndole."
"¡Solo para decirle que dejara de enviarme mensajes!"
"¿O para inducirlo a que te siguiera aquí?"
"¿Qué? ¿Estás bromeando?"
"¿Por qué no me lo dijiste?"
"¿Qué?"
"Cuándo te enteraste que estaba casado, ¿por qué no te comunicaste conmigo y me informaste lo que estaba pasando? ¿Por qué no le dijiste a Sulpicia?"
"Disculpe," lady Charlotte interrumpe, "¿pero quién es Sulpicia?"
"Mi hermana."
"Mi jefa."
"Oh, cielos." Dejando su té sobre la mesa, lady Charlotte desvía sus ojos hacia mí. "Abeja, esto se vuelve cada vez más complicado, incluso para ti."
"Yo… estaba confundida, estaba—"
"Estabas llena de mierda. Estás llena de mierda," Didyme gruñe.
"Mira, tal vez debí haberme comunicado contigo, pero solo quería escapar. Quería salir de eso y no sabía cómo—"
Didyme y yo nos distraemos temporalmente al ver a lady Charlotte mandando un mensaje de texto.
"No me presten atención. Por favor, continúen."
"¿Quieres hacerte la víctima?" Didyme dice mordazmente. "Considera esto el funeral de tu carrera porque una vez que hable con mi hermana…"
Mientras ella continúa con su amenaza, yo trato de mantener mis rasgos serenos, aunque quiero rugir por la furia. Después de todo, desde el momento que me enteré que Didyme y Sulpicia eran hermanas, una parte de mí sabía que mis días en Arquitectura Vulturi estaban contados.
"Didyme, planeo decirle a Sulpicia yo misma tan pronto como vuelva a Nueva York."
Ella resopla. "Oh, ¿ahora planeas ser honesta?" Saca su móvil. "Bueno, no estoy dispuesta a esperar tanto tiempo para—"
"Señora Volturi, usted usa una cantidad impresionante de maquillaje."
Didyme se echa hacia atrás. "¿Disculpe?"
"Por favor, no me malentienda. Comprendo la necesidad. La abeja probablemente no lo sabe todavía, pero yo comprendo cómo, cuando una mujer llega a cierta edad, debe mantenerse al día con su régimen de belleza. Mírela; ni una sola arruga, sin una pizca de maquillaje. Sin embargo, la abeja aprenderá. Todo es un proceso de aprendizaje."
Didyme se ve tan perdida como me siento yo. "¿Qué demonios tiene que ver mi régimen de belleza con—?"
"Supongo que su esposo es también un caballero de una considerable cantidad de años, ¿no es así? ¿O es usted una de esas, cuál es el término?" Lady Charlotte da golpecitos en su barbilla con su dedo. "¿Brinca camas?"
"¿Quiere decir asalta cunas?" Comento desconcertada.
Ella me da una amplia sonrisa. "¡Sí! Sí, ese es el término. Dígame, señora Volturi, ¿es usted una asalta cunas?"
"No, no soy una asalta cunas," Didyme expele con una furiosa andanada. "¡Mi esposo también está en sus cuarentas!"
"Ahh, entonces, para aclarar, usted no es una asalta cunas, su esposo también está en sus cuarenta y tenía una aventura con una mujer a principios de sus veinte. ¿Es correcto?"
Didyme frunce sus labios, su respuesta entregada con evidente desgana. "Supongo que sí."
"Es una situación desafortunada, aunque al parecer, sucede por todo el mundo. Las mujeres envejecen, y algunos hombres se descarrían."
"Sí, pero esos hombres no se descarrían solos," Didyme sisea.
"De nuevo, no sabía—"
Alguien repentinamente agarra mi mano debajo de la mesa, y me sobresalto un poco, mis ojos casi saliéndose de sus cuencas cuando me doy cuenta que es lady Charlotte.
"Señora Volturi, usted dijo que sabía que su esposo estaba teniendo una aventura con la abeja, ¿no es así?"
"Sí. ¿Y?"
"¿Puedo preguntar por qué usted no se comunicó con ella y le advirtió que estaba involucrada con un hombre casado? Por otra parte, ¿por qué usted siendo una mujer mayor, con experiencia en el mundo y sabiendo que su esposo tiende a… ejem, descarriarse, no le advirtió a la abeja que un hombre casado estaba jugando con ella?"
"Si ella no sabe a quién está follando, ese es su problema, no mío."
Por un segundo, de verdad me preocupó que la vieja bruja pudiera tener un ataque al corazón tras escuchar esa palabra. Encima de todo lo demás, me vería forzada a acudir a su funeral.
Sin embargo, lady Charlotte apenas si se inmuta. "En este país, creo que el término es revolcarse. Y si su esposo estaba revolcándose con otra mujer, yo diría que es su problema. Después de todo, ¿no es por eso que está aquí? ¿Para confrontar a la otra mujer?"
"Estoy aquí para recolectar información para que un día, cuando me haya cansado de este juego, cuando yo esté lista para divorciarme," dice, enterrando su dedo en su pecho, "pueda dejar a Marcus en la cloaca. Pero sí, también me divierte sepultar socialmente a las mujeres con las que él se revuelca, sea que ellas estuvieran conscientes o no que estaba casado. De modo que cuando vi la difusión por todas partes sobre cómo La Abeja, aquí presente, había dejado a Marcus para estar con un miembro de la aristocracia inglesa, la contacté a usted, baronesa, para que usted pudiera proteger la reputación de su familia."
"Al ayudarla a sepultar a la abeja."
Didyme sonríe. "Ella será la comidilla de los tabloides aquí, y cuando hable con Sulpicia, no tendrá un trabajo al cual regresar—"
"Didyme, vine aquí a disculparme contigo por cómo sucedieron las cosas, pero ahora veo que Marcus y tú son unos montones gigantes de mie—"
Cuando lady Charlotte vuelve a apretar mi mano debajo de la mesa, con más fuerza de la que creí que el viejo dragón podría tener, me callo.
"Hizo bien en contactarme, señora Volturi, ya que yo soy la matriarca de esta familia. Durante décadas, he mantenido a la baronía Masen, una de las más antiguas baronías en Inglaterra, también como una de las más respetadas. Esta familia necesita una matriarca fuerte porque, seamos honestas, todos sabemos que son las mujeres las que dirigen las cosas. Pero si pudiera complacer a una anciana, por favor, proporcióneme una última aclaración."
"¿Ahora qué?" Escupe Didyme.
"A pesar de todas las aventuras de su esposo, de las que ha estado al tanto y finalmente ha confrontado a las mujeres después del hecho. Porque usted ha decidido permanecer casada hasta que usted esté lista para terminar este juego. ¿Es correcto?"
Didyme no responde.
"Entonces, si ese es el caso, esas otras mujeres a las que culpa por su esposo descarriado, mujeres como la abeja, han sido peones involuntarios en su juego."
"Oh, por favor. Si ella sabía o no que Marcus era casado, ¿de verdad, vamos a pretender que ella es libre de culpa?"
"Porque siempre las mujeres son las culpables, ¿no es así? Es interesante cómo algunas cosas cambian drásticamente con el tiempo, pero otras tristemente se mantienen igual."
Las fosas nasales de Didyme se ensanchan.
"Señora Volturi, seré la primera en aceptar que la abeja es particularmente notable estropeando las cosas más sencillas. ¡Vaya, debería haberla visto en un evento de Wassailing! ¡Gracias a Dios, sobrevivió el cristal! Pero su esposo es un predador, señora Volturi, y usted es su cómplice. Si usted se acerca a los tabloides con esta historia, será su funeral, querida mía— ¡o debería decir el funeral de su vida social por si alguien me escuchara y me acusara de amenazar su vida!" Lady Charlotte suelta una risita. De verdad, se ríe. "Esta familia protege a los suyos y la abeja, aquí presente, está en camino a convertirse en una de los nuestros, una futura matriarca por derecho propio. Ahora, abeja, por favor, cierra tu boca. Es una apariencia particularmente poco atractiva, y no lo permitiré en mi familia. Señora Volturi, su boca puede permanecer abierta si así lo desea."
De acuerdo a la gentil sugerencia de lady Charlotte, hago lo que dice y recojo mi mandíbula de la mesa. Después de unos momentos de mirar con la boca abierta, también lo hace Didyme; aunque, mientras yo permanezco muda por el shock, Didyme tiene más que decir.
"¿Quiere apoyar a esta pequeña mujerzuela aquí en su país simplemente para que no la avergüence? Está bien." Didyme me da una mirada siniestra llena de odio. "Pero tu maldita carrera en los Estados Unidos termina una vez que hable con Sulpicia—"
"Didyme, por favor, no hables por mí."
Las tres desviamos nuestros asustados ojos hacia el teléfono descansando sobre la mesa.
"¿Sulpicia?" Pregunta Didyme.
"Sí, idiota. Soy yo."
"No me di cuenta que te llamé realmente—"
"Sabes que por lo general se requiere que alguien esté muerto o muriendo antes de que me interrumpan durante las horas de trabajo, pero esto fue esclarecedor."
"Tu asistente ha estado follando a mi esposo—"
"Desde mi punto de vista, me parece que tu esposo ha estado teniendo una aventura con mi asistente, con tu conocimiento."
"Yo—"
"¡Didyme, sabes lo mucho que aborrezco el drama en el trabajo! Como si no tuviera suficientes problemas con Recursos Humanos demandando que proporcione un entorno de trabajo seguro, ¿puedes imaginarte el festín que tendrían con esto? ¿Las horas perdidas de productividad mientras nos interrogan a Isabella y a mí?"
"Sulpicia—"
"Que es la razón por la que estoy cortando la mierda de raíz. ¡Tyler, ven aquí!" La escuchamos ladrar por el teléfono.
Mientras esperamos que Tyler acuda al llamado, Sulpicia me pregunta algunas cosas del trabajo como si estuviéramos en una llamada de negocios. Mientras tanto, lady Charlotte bebe su té."
"Abeja, tu té se está entibiando."
"¡Oh!" Bebo mi té.
"¿Sí, Sulpicia?" Finalmente escuchamos decir a Tyler, su voz trémula.
"Tyler, toma el ascensor diez pisos abajo, encuentra a mi cuñado, Marcus, e infórmale que está despedido."
"Quieres que—"
"¡Sí! ¡Ahora! ¡Ve!"
"Uhm, de hecho, Sulpicia, Marcus me envió un mensaje de texto hace unos días para informarme que estaba aquí en Londres."
"Es cierto, se tomó unos días libres," recuerda Sulpicia. "¿Y ahí es a dónde fue? Acechador."
Lady Charlotte sacude su cabeza y bebe su té. "Acosador."
"Él efectivamente es un acechador y un acosador, y en este país, tenemos leyes contra tales personas."
Mi respiración se atora en mi garganta, y cuando un par de manos cálidas y fuertes se curvean en mis hombros, me doy la vuelta y encuentro al hombre más asombroso en el mundo parado detrás de mí.
"Ahh, ahí está mi nieto, el jurista, y futuro heredero de la baronía Masen," lady Charlotte exclama orgullosa.
"Baronesa viuda Masen—abuela," sonríe, su expresión impregnada de amor y humor negro cuando me mira a los ojos. "Isabella, mi peculiar americana."
"Mi Entrometido, entrometiéndose como siempre," me río entre dientes.
"¿Quién demonios es ese?" Sulpicia pregunta por el teléfono.
Edward se aclara la garganta y le ofrece a Didyme un cortés gesto con su cabeza mientras al mismo tiempo me muestra disimuladamente la pantalla de su teléfono. Hay un mensaje de texto de lady Charlotte, que leo en silencio y sonrío. Mientras tanto, Edward pasa a dar un complicado discurso.
"Señora Volturi y señora Volturi, como representante legal de la señorita Isabella Swan mientras esté aquí en el Reino Unido, presentaré cargos de acoso contra el señor Marcus Stone según la Ley de Orden Público de 1986. Por ahora, será sancionado con abandonar nuestras fronteras. Si comete otro delito contra la señorita Swan mientras esté en el Reino Unido, lo haré encarcelar por seis meses, como mínimo. Lo que es más, buscaré contactar a mis colegas en los Estados Unidos si es necesario."
"Mierda, Didyme, ¿escuchaste eso? Marcus se ha convertido en una maldita carga. Demonios no, no voy a lidiar con la pesadilla de Recursos Humanos que esto significaría. Esta empresa está cortando vínculos con él, y te sugiero que hagas lo mismo, Diddy."
"¡Sulpie!"
"Jurista, deme treinta segundos. Estoy despidiendo su trasero vía mensaje de texto mientras hablamos."
"Sulpicia, aunque yo… lo aprecio," digo, "sinceramente creo que sería mejor si busco otro trabajo cuando vuelva a los Estados Unidos."
Edward se acerca a mi oído y susurra, "¿O quizás no regreses en lo absoluto?"
Sulpicia se queda momentáneamente en silencio. "Isabella, aunque eres una gran asistente, y odiaría ver que te vayas porque el Señor sabe que Tyler no puede compararse contigo—Tyler, ya puedes irte—eso depende totalmente de ti. Obviamente, recibirás una recomendación estelar."
"Como debería ser, después de todas esas tonterías. Hmph," lady Charlotte comenta, bebiendo. "Abeja, tu té."
Didyme empuja su silla hacia atrás, raspándola ruidosamente contra los pisos de mármol. Sin decir otra palabra, se marcha furiosa.
"Hmph. Semejante barbaridad," exclama lady Charlotte, sacudiendo su cabeza.
Edward toma su asiento vacío y se sirve una taza de té. "Así que," me sonríe con suficiencia, metiendo un pastelillo en su boca, masticando y tragando. Cuando se acerca a mí, uso la punta de mi dedo para limpiar el exceso de azúcar de sus labios, apenas conteniéndome de lamerla.
Edward se ríe entre dientes como si leyera mis pensamientos. "No eres de las que se quedan tranquilamente en cama y esperan a que su hombre regrese a casa del trabajo, ¿verdad?"
"Intentémoslo de nuevo," sonrío. "Tal vez lo haga mejor esta vez."
"Planeo hacerlo," se ríe entre dientes, besándome a pesar de la presencia de su abuela, "una y otra vez. Aunque, quizás yo tampoco deje la cama, solo para asegurarme que te quedes."
"¡Podemos intercambiar algunas ideas más para tu historieta! Se me han ocurrido algunas ideas," susurro.
"Podemos hacer eso. O podemos—"
"El té," dice lady Charlotte, interrumpiendo.
"¿Disculpa?" Pregunta Edward.
"Abeja, hay una lección considerablemente importante que he aprendido en mis muchos años y muchos asuntos. El té es la clave."
"¿El té? ¿Se refiere al chisme?"
Sus cejas plateadas se fruncen y levantan. "¿Chisme? ¡Cielos, no! El chisme está por debajo de nuestro rango. Con té—me refiero a nunca confiar en alguien que no sabe, ni está dispuesto a aprender, cómo servir y beber una buena taza. Bien podrías estar lidiando con un cavernícola." Sus viejos hombros se estremecen.
No puedo evitar reírme con ganas. "Gracias por su ayuda, lady Charlotte," digo con voz mucho más suave pero con mucho sentimiento.
Ella hace una cara que dice, '¿Qué otra elección tengo?'
"Solo te pido un pequeño favor a cambio."
"Abuela," le advierte Edward.
"¿Qué es, lady Charlotte?" Sonrío.
"Transmite una historia de nuestro legado—lo bueno y lo malo— a sus futuros hijos. Asegúrate que conozcan su larga historia, ambas, la inglesa y la estadounidense."
Trago grueso, mi corazón cerca de explotar. Cuando miro a Edward, él bebe tranquilamente de su té, pero sus ojos esmeraldas, muy parecidos a los de su abuela, resplandecen con el repentino sol de Londres que brilla a través del domo del restaurante.
"Lady Charlotte, se nos está adelantando un poco. Aunque amo a su nieto," digo, tomando la mano de él sobre la mesa, "no estamos ni un poco cerca de hablar de hijos."
Ella no responde. En vez de eso, la honorable baronesa viuda Masen, lady Charlotte Cullen, aprieta mi otra mano de modo que los tres nos asemejamos a una cadena, un brazalete…
… un vínculo a través del pasado, presente y futuro.
…
(1) Wallis, duquesa de Windsor, registrada al nacer como Bessie Wallis Warfield y más tarde, por matrimonio, llamada Wallis Spencer y después Wallis Simpson, fue una socialite estadounidense que, después de haberse divorciado dos veces, se casó en terceras nupcias con Eduardo, Duque de Windsor.
El deseo del rey de contraer nupcias con una mujer que tenía dos exmaridos vivos provocó una crisis constitucional en el Reino Unido y sus dominios, lo que finalmente condujo a que abdicara al trono en diciembre de 1936 y se casara, según sus propias palabras, con «la mujer que amo».
(2) Frase escocesa que literalmente se traduce 'Que tu chimenea humee durante mucho tiempo' que significa 'Que vivas largo tiempo' utilizada como un brindis para desear que te vaya bien.
Y bueno, ¿se imaginaban que las cosas terminarían así? Tal parece que en algún momento Bella se ganó al dragón y ella estuvo dispuesta a defenderla de Didyme, no les mentiré que seguramente al igual que ustedes, cuando apareció Jane llamé a lady Charlotte con todos los insultos habidos y por haber, pensando que ella estaba detrás de todo. Pero bueno, las cosas se aclararon y es obvio que Bella tiene la bendición de la baronesa, ya hasta pidiéndole que pasara la historia de su linaje a sus hijos, y por lo visto, Edward estaba más que dispuesto jejejeje. Sé que algunas de ustedes creyeron que la parte del funeral del título se refería al funeral de la abuela, pero es mejor así no creen, la que murió fue la antigua Bella y ahora hay una nueva versión, más honesta y dispuesta a compartir su vida con su Entrometido *suspiros* Pues bueno, solo nos falta un Outtake y el epílogo de esta historia, así que como siempre, estaré esperando ansiosa sus reviews para saber qué les pareció el capítulo y así poder leer pronto el siguiente. No olviden, POR FAVOR, que sus reviews son los que nos alientan a seguir compartiendo estás hermosas historias con ustedes. Y no les cuesta nada, solo unos minutos de su tiempo y sus deseos de ser agradecidos.
Muchas gracias a quienes dejaron su review en el capítulo anterior: Vianey Cullen, paupau1, injoa, Paola Lightwood, Tecupi, Lupita Pattinson Cullen, AnnieOR, Brenda Cullenn, Isis Janet, Sully YM, somas, Cassandra Cantu, Aislinn Massi, Tata XOXO, PRISOL, Cherryland, Ali-Lu Kuran Hale, JessMel4, Lauguilln, saraipineda44, Adriu, Adyel, Noriitha, Mafer, Liz Vidal, MichelleGutierrezs, Lady Grigori, bealnum, NarMaVeg, alejandra1987, Marce Ortiz, E-Chan Cullen, tulgarita, Rosiichita, Missanie L, Lizadayanna, DobleRose, rosycanul10, kasslpz, Idrt12, Bertlin, Lectora de Fics, mrs puff, aliceforever85, EriCastelo, y algunos anónimos. Saludos y nos leemos en el próximo capítulo, que espero sea pronto. DEPENDE DE USTEDES.
