Yikumon se salió de la casa de Lili con el propósito de no volver para no causarle ningún daño.
La mayoría de su pasado había vuelto a su memoria mientras descansaba en el patio, y lo que había vuelto la había hecho huir a toda prisa de la casa de Lili.
–¿A dónde vas? –dijo una voz, saliendo de la nada, y haciendo que Yikumon frenara a mitad de la corrida.
–¿Eres tú ese Digimon llamado Ambarimon? –dijo Yikumon, viendo aparecerse al dragón frente a ella.
–Sí. Pero¿qué hace una linda Digimon suelta por la ciudad? –dijo Ambarimon.
–¿Y a ti que te importa?
–Ya veo... Tienes miedo de perder a un pobre perdedor como Kannonmon solo porque te relaciones conmigo.
–¡Él no es ningún perdedor!
–Cierto, es peor que eso...
–¡Cállate!
Yikumon estaba lista para atacarlo si abría la boca un solo milímetro, hasta que escuchó en la lejanía un grito que la hizo desconcentrarse...
–Ve a ver que fue eso. –dijo Ambarimon.
–¡Yo no obedezco las órdenes de un imbécil como tú! –dijo Yikumon, y después se desapareció.
Reapareció en una parte algo alejada del cine donde se suponía que irían Hien y Lili...; algo había sucedido ahí, porque estaba una ambulancia y una multitud terrorífica cubriendo casi todo el terreno frente al cine.
–¿Lili? –susurró Yikumon, al ver que un grupo de personas del hospital la subían a la ambulancia...
–Yikumon¿por qué tardaste tanto en llegar? –dijo Kannonmon, apareciéndose detrás de ella.
–¡Kannonmon!... Por favor, dime qué fue lo que pasó aquí.
–Dime tú primero; ¿por qué te tardaste?
–El imbécil de Ambarimon me retrasó.
Y ahí van más celos a la lista...
Ahora la pelea se estaba extendiendo hasta los Digimon.
–Entonces¿qué pasó? –dijo Yikumon.
–Al parecer, Lili se escapó de su cita con Hien con ayuda de una excusa, se subió al techo del lugar y estuvo a punto de matarse al caer. –dijo Kannonmon, preparando una pregunta...
Yikumon se asomó un poco más y alcanzó a ver a Yoshi y Hien pidiendo a los de la ambulancia poder ir con ellos...
Después, se volteó a ver a Kannonmon, sabiendo que aquello era más su culpa que la de Lili.
–Yikumon...
–Mande, Kannonmon. –dijo la pobre, intentando contener sus lágrimas de culpa y no llorar.
–¿Qué hacías tú con Ambarimon?
–¿Ah?... Solo me detuvo a mitad de mi huida de casa, en la calle; de ahí me vine para acá.
–¿Y por qué huías?
–Recordé algo... algo que no le puedo decir a nadie... Pero veo que de nada me sirvió el haberme ido; Lili ya salió afectada...
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