Capítulo 13

Ella.

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Después de que el comerciante se marchara, Leona se sentó en una de las rocas que había en los lados del camino, con una expresión pensativa.

"Genial, ¿ahora como regreso? Debe de haber alguna manera… Voy a tener que encontrar la forma de poder hacerlo, aunque si voy con estas ropas me mirarán raro, justo como el tipo de antes, de momento voy a tener que ir así… Fijo que el dinero de aquí no es el mismo…" pensó Leona dejando ir un suspiro. "Que se le va hacer… Iré al pueblo que mencionó antes."

Leona se levantó y se dirigió al pueblo, estuvo unos minutos siguiendo el camino hasta que llegó al pueblo, una vez allí, notó que había varios puestos en los que estaban los comerciantes y campesinos intentando vender a la gente que pasaba, las casas eran de madera y piedra con cañizo en el techo, pegadas unas con otras y el suelo por donde iba estaba hecho de piedra, mientras caminaba viendo su alrededor por aquel camino estrecho que se había formado en medio de los puestos, la gente que pasaba por su lado, la miraba extrañada.

"Lo sabía, llamo la atención." pensó Leona.

Al pasar los puestos de la gente, la calle se había vuelta más amplia, en frente había lo que parecía ser una taberna, de repente, una persona salió lanzada del lugar cayendo contra el suelo.

"Vuelve a pasar por aquí pidiendo dinero y será lo último que hagas." lo miró otra persona en la puerta del lugar, después entró de nuevo, cerrando la puerta detrás de él.

"¿Estás bien?" le preguntó Leona, tendiéndole la mano, el hombre la miró desconfiado, pero le dio la mano para que lo ayudara a levantarse.

"Sí, gracias…" respondió el hombre, sacudiéndose.

"Menos mal, por lo menos el idioma es el mismo, no era solo aquel comerciante." pensó Leona, algo aliviada. "¿Por qué te echó de esa manera?"

"No es algo que tengas que preocuparte… ¿Ni siquiera eres de aquí, no? Con esas ropas extrañas, pero te aconsejo que te vayas, no es bueno quedarse aquí."

"¿Por qué?"

"Está de visita el hijo de un noble, ese malnacido tiene a mi hija, si te ve seguramente que te obligara a estar con él, se piensa que es alguien superior solo por tener una buena familia."

"Creo que tiene algo que ver con que te echaran de aquí."

El hombre suspiró malhumorado.

"Sí, me dijo que me la devolvería si le llevaba una suma elevada de dinero, pero no es tan sencillo, no pertenezco a la nobleza por lo que no tengo esa cantidad que pidió."

"…"

"Vaya, así que aun estás por aquí." se escuchó una voz.

Los dos se giraron y vieron a un hombre obeso de unos veinte años, su cabello era castaño rizado por los hombros, el color de sus ojos era de un gris oscuro, tenía un bigote fino debajo de su nariz y vestía con un traje de seda bordado azul, con medias largas y unos zapatos, iba acompañado de gente que parecía ser que había contratado, ya que la vestimenta que llevaban parecía revelar que eran de jerarquía distinta, también entre ellos, había una joven, de unos once años, su cabello era castaño y lo llevaba largo atado en una trenza que dejaba caer por su hombro, el color de sus ojos era igual que su cabello e iba vestida con un vestido largo por los tobillos de color verde oscuro.

"Tú…" lo miró el hombre molesto y furioso.

"No deberías mirarme de esa manera, a no ser que quieras que te envíe a los calabozos por faltar el respeto a un noble." sonrió el noble con arrogancia.

"Padre…" dijo la joven mirándolo preocupada.

"Por cierto, ¿quién es esa joven que está a tu lado?" preguntó el noble con un tono curioso mientras miraba a Leona. "No creo que sea familiar tuyo."

"No es de por aquí, ya se iba."

"Mm… No, es distinta a los de por aquí, no está mal." dijo el noble mirándola detenidamente con la mano en la barbilla. "Decidido, te quedarás conmigo." sonrió lascivamente. "¿Cuál es tu nombre, jovencita?"

"Leona." respondió Leona, mirándolo seriamente.

"Oh, bien, Leona, estoy seguro de que llegaremos a entendernos." sonrió el noble acercándose a ella. "Mi nombre es Aki y soy el hijo de un noble." le susurró al oído mientras le acariciaba el pelo. "Vas a venir conmigo, ¿no es así?"

"Olvidalo." respondió Leona apartando su mano de golpe.

"Que- Oh ya veo, así que intentas resistirte." dijo Aki, sonriendo más ampliamente y con una mirada divertida, alzó el brazo para tocarle el rostro, pero Leona le agarró la mano apretándosela con fuerza.

"¡Tú! ¡Suéltame en ese mismo instante!" ordenó Aki con una voz dolorosa a la vez que amenazante, después de unos segundos, Leona lo soltó.

"Como te atreves-"

"¿Realmente quieres estar con él?" le preguntó Leona a la joven.

"¡Quien te crees que eres para rechazarme e ignorarme!" la miró Aki furioso.

"No estoy pidiendo tu opinión."

"¡¿Qué?!"

"Natsuki." la miró el hombre preocupado.

"No tengo opción." dijo Natsuki moviendo la cabeza a un lado, cerrando los ojos.

"¡Exactamente! ¡Y tú necesitas que te den una lección! ¡Aprenderás a obedecer a tu señor!"

"¿Mi señor?" lo miró Leona, alzando una ceja. "¿Quién? No recuerdo haberte dicho que lo fueras."

"¡No es necesario, mi palabra es la ley! ¡Y si decido que me perteneces, entonces me obedeces sin rechistar!"

"¿Y si me niego?"

"¡Entonces al calabozo que vas! ¡Cogedla!" ordenó Aki, señalándola con el dedo índice.

"Creéis que me tenéis cuando en realidad no me tenéis." los miró Leona, seriamente.

Las personas con las que estaba acompañado se abalanzaron sobre ella, seguidamente Leona golpeó a uno de ellos en el estómago lanzándolo contra la pared de una de las casas, uno la agarró del brazo, pero lo golpeó con la rodilla en el estómago dejándolo inconsciente mientras que golpeaba a otro en la cara con el codo, estuvo unos segundos así hasta que todos quedaron inconscientes en el suelo.

Leona le dio una mirada fría y amenazante a Aki.

"Tú… No sabes quién soy… Soy hijo de un conde…" dijo casi en un susurro Aki, retrocediendo unos pasos.

"Para mí no eres nadie." remarcó Leona sin apartar la mirada.

"Que es todo este alboroto." se escuchó una voz.

Al darse la vuelta vieron a unos guardias que iban en unos caballos.

"¡Detened a esta chica! ¡Me ha faltado al respeto y casi me hiere! ¡Solo tenéis que ver el desastre que ha causado!" exclamó Aki, señalando a Leona con el dedo índice.

"¿Esto lo has causado tú?" la miró uno de los hombres de unos treinta años que parecía ser el capitán, su cabello de color castaño, era corto con el flequillo cayendo en sus ojos, también tenía una barba del mismo color que su cabello y sus ojos eran marrón oscuro, vestía con un tabardo hecho a mano en la cual el sello de la guardia estaba estampado en su lado derecho y unas botas negras de cuero, aparte llevaba una capa con capucha.

"¡Así es!" respondió Aki, antes de que Leona pudiera decir algo.

"No te lo he preguntado a ti." lo miró el capitán de la guardia por un momento y volvió a mirar a Leona. "Responde, joven."

Leona dejó ir un suspiro molesta.

"Es tal como dice él, he sido yo."

"¿Puedo saber el motivo?"

"Me he negado a irme con él, simplemente, después me envió a esos que están en el suelo."

"A simple vista puedo ver que no eres de aquí, no sé de dónde eres, pero aquí tenemos unas normas, no puedes faltarle el respeto a un conde, pertenece a la nobleza."

"Me estas queriendo decir que, yo no puedo hacer lo que dices, pero él puede mandarme a esos tipos a atacarme solo por defenderme, ¿es eso?"

"¡Exacto! ¡Llevarla al calabozo!" interrumpió Aki.

Leona le dio una mirada sombría.

"Esa… ¡Esa es la mirada que me dio!"

"Está bien." suspiró el capitán de la guardia. "Voy a dejarlo pasar por esta vez."

"¿Cómo? ¡Quieres que se lo diga a tu superior!" lo miró Aki serio y muy molesto.

"Le sugiero que se calme, quien está al mando ahora mismo soy yo, y tengo ordenes de actuar como crea necesario, si tiene algún problema puede ir a decírselo a mi superior, aunque si es por este tipo de cosas, no creo que se moleste."

"Se lo diré a mi padre ya verás donde acabarás."

"Coménteselo si lo desea, pero tenga en cuenta de que puede ser que no resulte como espere."

"¿Cómo dices?"

"Para empezar, la gente que está en el suelo, no son simples campesinos o de la realeza, son bandidos que contrató para sus asuntos personales, ¿sabe los problemas que puede causarle a su padre cuando sepa que los contrató para atacar a una joven? Además, la otra joven salta a la vista que no cumple con la edad necesaria para estar con vos, eso es una falta grave, solo por ver el escenario, es obvio que la obligó."

"Tsk…" gruñó Aki, apretando los puños con rabia.

"Es como dice, me coaccionó con que le pagara una cantidad elevada de dinero, sino lo hacía, me amenazó con que nunca volvería a ver a mi hija." dijo el hombre, poniendo las manos en los hombros de Natsuki.

"¿Está seguro de que quiere continuar con esto?"

"Bien, me marcho." respondió finalmente Aki con un tono molesto y resignado, dejando el lugar.

"Gracias." agradeció el hombre a los guardias.

"No tiene importancia." asintió el capitán de la guardia. "Respecto a ti, no es normal que una joven de tu edad deje inconscientes a tipos como estos, ¿cómo te llamas?"

"Leona."

"Entonces, Leona, ten cuidado de no meterte en problemas, tal vez no pueda volver a ayudarte."

Seguidamente, se marchó con los demás guardias.

"¿Cómo funcionan las cosas aquí? Parece que hay un ranking de nivel." preguntó Leona, mirando al hombre y a su hija.

"¿Eh?" parpadearon los dos.

"Quiero decir, ese tipo decía que era un conde y que tenía autoridad para mandarnos, sin embargo, no se encaró más con ese guardia."

"Ah, es porque hay una jerarquía, ¿no lo sabias?" le preguntó el hombre, cruzando los brazos.

Leona negó con la cabeza.

"Eso es extraño… Bien, entonces te lo explicaré, hay diferentes clases sociales, nosotros los campesinos somos de la clase baja, igual que los comerciantes, aunque los que tienen dinero están por encima… Luego estarían los nobles, quienes también tienen un orden de mandato, los que menos influencia tienen en ese grupo son los barones, luego estarían los que son vizcondes, después vendrían los condes, los marqueses, los duques, los reyes y por último el emperador que sería el que manda por encima de todos, ya que el rey solo es soberano de un reino, pero el emperador tiene autoridad sobre un imperio, si vamos a los caballeros, los que sirven al rey son los que más influencia tienen de los que te nombre antes a excepción del emperador, aparte de ello, también está la iglesia, que tienen los mismos privilegios que los nobles." explicó el hombre. "¿Lo has entendido?"

"Creo que si…" asintió Leona. "Espera… ¿Eso quiere decir que si fuera un caballero podría moverme libremente?"

"Hum… Sí, más o menos."

"Tendría libertad para moverme, conseguiría dinero para vivir, podría buscar información… ¡Bingo!" pensó Leona. "Gracias, por la explicación, tengo que irme."

Leona se marchó corriendo hacia la dirección donde se habían ido los guardias.

"Que chica más extraña…" dijo el hombre mientras veía cómo se alejaba.

"¡Esperar!" exclamó Leona, al escucharla, los guardias se detuvieron y se dieron la vuelta.

"¿Tú de nuevo? ¿Qué ocurre?" la miró el capitán de la guardia, extrañado.

"¿Qué debo hacer para ser un caballero?"

"¿Perdón?" parpadeó el capitán de la guardia.

"Me gustaría poder ser uno."

Hubo un momento de silencio, hasta que de repente se escucharon las risas de los demás guardias que acompañaban al capitán.

"¿Qué hace tanta gracia?" los miró Leona con una vena de enfado en la sien.

"Callad." ordenó el capitán de la guardia, silenciándolos. "¿Estás segura de lo que dices? Esto no es como ir a comprar el pan, ser un caballero significa poner tu vida en peligro."

"Estoy preparada para serlo."

"Es cierto que pudiste vencer a esos bandidos, pero eso no es nada comparado con las misiones que hacemos."

"Lo soportaré."

"Capitán, si me permite, es solo una niña, ¿no estará dudando?" intervino uno de los guardias.

"Está bien, pero estás a prueba." dijo el capitán de la guardia después de ver la mirada determinada de Leona.

"¡Pero capitán!" exclamó uno de los guardias, atónito por esa decisión.

"¿Tienes un caballo?"

"¿Eh? No…"

"No importa, te conseguiremos uno, y supongo que tampoco tienes dinero, solo hay que verte."

"¿Se puede saber que le pasa a mi ropa en esta época? Tampoco es que sea horrible." pensó Leona con una mirada estrecha.

El capitán de guardia le lanzó una bolsa atada con monedas de oro, la cual Leona la pilló al aire.

"Pide un uniforme como el nuestro, con lo que te he dado te bastará, solo tienes que ir a la sastrería y preguntar por Jiro, él te lo hará a medida cuando le digas que vienes de parte de Takeo, también puedes comprarte algo más si lo deseas."

"¿Dónde está la sastrería?"

"Solo tienes que ir recto y girar a la derecha, allí la encontrarás, cuando estés preparada, ven a vernos, estaremos en la entrada de este pueblo."

Leona asintió y Takeo se marchó con los demás guardias.

"¿Por qué le has permitido unirse? ¿Sabes lo que haces?" preguntó uno de los guardias a Takeo mientras se alejaban.

"Mi intuición me dice que hago lo correcto."

"Entonces esperemos que no sea lo contrario." suspiró el guardia profundamente.

Al llegar a la sastrería, un hombre que parecía ser el dueño, recibió a Leona.

"¿Puedo ayudarla en algo?"

"Hola… Estoy buscando a Jiro."

"Soy yo."

"Vengo de parte de Takeo para hacerme un uniforme."

Jiro parpadeó varias veces extrañado, pero no contestó, solo observó a Leona por unos segundos.

"Está bien, te tomaré las medidas para poder hacer el uniforme, regresa en una hora."

Leona asintió y después de que le tomara las medidas con una cinta, se marchó de la sastrería.

"Daré una vuelta por el pueblo." pensó Leona, caminó hasta los puestos que había visto antes y se entretuvo mirándolos, al llegar a uno que vendía frutas, se percató de que había una mujer con una niña que miraban aquella parada, pero por el aspecto que tenían parecía que no podían permitíselo.

"Perdone, ¿cuánto cuesta esto?" preguntó Leona al hombre del puesto, señalando unas manzanas.

"Diez monedas de bronce."

Leona pidió unas cuantas y le pagó al hombre.

"Aquí tienes jovencita, verás que son las mejores." sonrió el hombre, dándole una bolsa de papel.

"Gracias."

Al coger la bolsa, se dirigió dónde estaban la mujer y su hija.

"Hola, esto es para vosotros." dijo Leona mostrándoles la bolsa.

La mujer miró la bolsa y después le dio una mirada confundida.

"Se las acabo de comprar al señor de aquel puesto de allí." explicó Leona, señalando hacia atrás con el pulgar el puesto.

"¿Por qué?"

"¿Eh?"

"No tengo nada que darte a cambio."

"Ah, no quiero nada, solo lo hice porque sí."

La mujer parpadeó extrañada, pero cogió la bolsa.

"Muchas gracias." sonrió la mujer. "Dale las gracias tú también." le pidió a su hija.

"Gracias." asintió la hija, después la mujer se inclinó y se fue con ella.

"Iré a comprarme algún arma, aún tengo tiempo… Creo que vi antes un sitio donde vendían." pensó Leona.

Cuando llegó minutos después al lugar, un hombre que estaba detrás del mostrador, la saludó.

"Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?" le sonrió el hombre ampliamente.

"Buscaba un arma."

"Ah… ¿Qué le parece una daga?"

"Me gustaría tener una espada."

"¿Una espada? Si es así, tengo varias en ese sitio de allí." señaló el hombre con el dedo índice hacia un rincón en las que había diferentes tipos. "Aunque si quiere mi consejo, creo que le sería más útil otro tipo de arma."

"Gracias, pero prefiero una de estas." dijo Leona yendo hacia las espadas, estuvo mirándolas unos segundos hasta que sacó una de ellas. "Me llevaré esta."

"Como quiera." dijo el hombre mientras Leona la ponía encima del mostrador.

"Ahora solo tendré que ir a por el uniforme." pensó Leona.

Un rato más tarde, después de haber ido a la sastrería y ponerse el uniforme, se dirigió hacia el lugar donde estaban los guardias.

"Ya estás aquí." la miró Takeo.

"Sí."

Takeo se percató de la espada que llevaba atada a la cintura.

"Te compraste una espada por lo que veo, está bien, antes de partir, debes de hacer una prueba."

"¿Ahora?"

"No puedo dejar que vengas con nosotros sin saber si eres apta para el combate o simplemente ponerte como la chica de los recados."

"…"

"Ten esto."

Takeo le dio un palo.

"¿Eh?"

"Usala como si fuera una espada, te enfrentarás a uno de los nuestros, depende como te las apañes sabré si puedes acompañarnos."

"Está bien."

"Zeku."

Uno de los guardias dio un paso al frente, su cabello de color castaño, era largo hasta los hombros atado a una coleta, también tenía una barba del mismo color que su cabello y sus ojos eran marrón oscuro, al igual que Takeo, vestía con un tabardo hecho a mano en la cual el sello de la guardia estaba estampado en su lado derecho y unas botas negras de cuero, aparte llevaba una capa con capucha, su edad era de unos veintisiete años.

"Sí."

"Tú lo harás."

"Bien."

Takeo le dio palo como el de Leona.

"Podéis empezar."

Zeku se puso en posición de ataque y fue directo hacia Leona.

"No puedo creer que me venciera en tan poco tiempo." suspiró Zeku con los ojos cerrados mientras iban a caballo.

Después de que Leona lo venciera, Takeo decidió que podía irse con ellos y seguidamente dejaron el lugar.

"No te lo tomes así, solo olvidalo, nadie lo esperaba." contestó otro de los guardias.

"Eso lo dices porque apostaste por ella, por eso estás tan contento."

"Y gracias a eso conseguí unas monedas de oro." rio el guardia de forma sonora, a lo que Zeku suspiró de nuevo.

"¿Viajas sola?" preguntó Takeo, mirando a Leona.

"Sí."

"Debes tener algún motivo para hacerlo."

"Hay algo que estoy buscando." respondió Leona poniendo una mirada seria.

"Espero que lo encuentres."

"Gracias… ¿A dónde nos dirigimos?"

"A Woodlawen, no está muy lejos de aquí."

"Nos dijeron que fuéramos a poner orden, se ve que últimamente la gente del pueblo está molesta con el marqués y el duque que residen allí." añadió uno de los guardias, acercándose al caballo negro de Leona.

"¿Molesta?" preguntó Leona con curiosidad, alzando una ceja.

"Hace unos días que esos dos mandan a gente del pueblo a su castillo y no se les ve más, personalmente, debe ser algo sin importancia, no te preocupes, debe de ser una de esas misiones aburridas." respondió el guardia, haciendo un gesto con la mano restándole importancia.

"Pienso que una misión aburrida y simple es mejor que una que solo traiga un montón de problemas y bajas."

"Puede ser." sonrió el guardia.

Una hora después, llegaron al pueblo y vieron a un grupo de personas que parecían molestas con horcas.

"¡No podemos dejar que esto siga así!" exclamó un hombre furioso.

"¡Vayamos!" añadió otro, alzando la horca.

"Que panorama." suspiró Zeku, mirándolos en la distancia.

"Vamos." dijo Takeo yendo el primero, los demás le siguieron. "¿Qué ocurre aquí?" preguntó.

"A buenas horas." los miró uno de los hombres del pueblo.

"Deberían calmarse." intentó calmarles Zeku.

"¿Calmarnos? Esos nobles se piensan que pueden quitarnos a nuestros seres queridos cuando quieran."

"Iremos a verlos, pero tienen que quedarse aquí." pidió Takeo, mirándolos seriamente.

"¡Eso mismo nos dijeron la última vez y no se hizo nada!"

"Si vais ahora, solo conseguiréis que vaya a peor, solo os pido que esperéis."

"Está bien, pero si no conseguís nada, seremos nosotros quienes vayan."

Takeo asintió y se dirigieron al castillo donde vivían el marqués y el duque.

"Me gustaría saber cuándo dejaran de poner los castillos tan alejados de los pueblos." dijo Zeku mientras iban al castillo.

"Pues este parece ser que está encima de un acantilado." añadió otro de los guardias, viendo el castillo a lo lejos.

"Que moderno." dijo con ironía Zeku. "Hey, Leona, ¿cómo lo llevas?"

"Estoy bien."

Luego de unos minutos, llegaron al castillo y vieron que la puerta estaba bajada como si les estuvieran invitando a entrar.

"Qué raro." dijo Zeku extrañado.

"Vamos." ordenó Takeo.

Una vez que entraron al castillo, observaron que no había nadie en el lugar.

"A esto es lo que llamo yo un recibimiento." mencionó Zeku con una sonrisa torcida.

"Vayamos dentro." dijo Takeo bajándose del caballo.

Los demás bajaron de los caballos y entraron por una de las puertas siguiendo a Takeo, fueron por un pasillo bastante amplio hasta que llegaron a una sala, allí vieron al marqués de pie, como si supiera que iban a ir.

"¿Qué os trae por aquí?" sonrió el marqués.

"Nos han ordenado venir a veros porque parece ser que las personas que os lleváis obligadas a este castillo, no se las vuelve a ver." respondió Takeo.

"Oh, eso es fácil de responder, lo sabréis porque es lo mismo que os va a pasar a vosotros, a menos que nos entregues a esa joven." respondió el marques con una sonrisa siniestra.

"¿Perdón?"

"Nos llevamos a la gente de este pueblo para hacer sacrificios simplemente."

"¿Y lo dices tan tranquilo?" lo miró Zeku con una expresión de enfado.

"Por qué debería estar nervioso?"

"Tú… Después de esto no creáis que no os arrestaremos." dijo Takeo, desenvainando la espada.

"Que gracioso, entonces venir a por mí."

Takeo se abalanzó hacia él, pero antes de que lo hiciera, el marques lo atacó con unas manos oscuras que le salieron de la espalda, golpeándolo contra el suelo.

"¡Capitán!" exclamaron los guardias.

"Estoy… Bien…" contestó Takeo, intentando levantarse.

"¿Qué es eso? Es… ¿Brujería?" lo miró Zeku sorprendido y nervioso.

"Sois tan débiles, bueno me divertiré con vosotros."

Cuando iba a atacarles de nuevo, Leona apareció delante de él y lo golpeó en la cara lanzándolo contra una de las paredes de la sala.

"¡Leona!"

"Marcharos de aquí con Takeo, me encargaré de él."

"¡No lo dirás en serio!"

"Puede que esto sea más entretenido de lo que esperaba." se escuchó la voz del marques reírse.

Seguidamente, el marques atacó a Leona de nuevo con las manos oscuras, pero antes de que ella hiciera algo, las desvió hacia los guardias.

"¡Tsk!" gruñó Leona.

Cuando iba a ir hacia ellos, algo golpeó las manos cortándolas, haciéndolas desaparecer.

"Veo que tenemos otro invitado." miró el marques a una mujer que había aparecido, su cabello de color rubio claro, era largo hasta los hombros con algunos mechones naranjas en su frente, sus ojos eran marrón oscuro y vestía con una armadura, su edad era de unos veintisiete años.

"Sleep." murmuró la mujer, a continuación, los guardias cayeron al suelo dormidos. "Así tendremos más facilidad para pelear contra él." le sonrió a Leona.

"¿Quién eres?"

"Te lo explicaré más tarde, primero debemos ocuparnos de él."

"Me gustaría ver como lo hacéis." sonrió el marqués.

La mujer fue hacia él quien la atacó con las manos oscuras.

"¿Solo sabes hacer eso? ¿Un poco triste, no?" rio la mujer esquivándolas.

"¡Ice Pillars!" exclamó Leona, haciendo aparecer pilares de hielo debajo del marqués.

Ello hizo que él saltara para esquivarlos, cosa que la mujer aprovechó y saltó hacia él.

"Te tengo." lo miró la mujer seriamente, seguidamente lo atravesó con su espada y cayó al suelo sin vida.

"Está-"

"Aun no." interrumpió la mujer quien observaba el cuerpo del marqués.

De repente, del cuerpo salió una sombra de un insecto que intentaba escaparse, pero antes de que lo hiciera, la mujer lo atravesó con la espada, desvaneciéndolo.

"En verdad, ese hombre hacía tiempo que estaba muerto y ese demonio se aprovechó de ello, los hay que toman el cuerpo de un humano para ocultarse, no es el primero que me encuentro." suspiró.

"Veo que os habéis desecho de ello…" se escuchó una voz.

Las dos se giraron y vieron al duque aplaudiéndoles, llevaba en su hombro una especie de muñeco sonriente.

"¿Eres tú el causante de todo esto, no es así?" le preguntó la mujer, poniéndose la espada en su hombro.

"Así es." sonrió el duque con los ojos cerrados. "Y gracias a vosotras, voy a tener que buscarme a otro, aunque tal vez os haga mis marionetas." las miró divertido.

"No, gracias, además me esperan para comer, quizás ella." señaló a Leona con el pulgar.

"A mí no me mires, tengo cosas que hacer y aunque no las tuviera, tampoco lo haría."

"Os veo relajadas, pero cambiareis cuando veáis que no podéis matarme."

"¿Y eso por qué?" preguntó la mujer, alzando una ceja.

"Soy inmortal." sonrió el duque, ampliamente.

"Otro… Ya no sé cuántos me he encontrado que dicen los mismo."

"Yo es el primero que me encuentro."

Una vena de enfado apareció en la sien del duque.

"Suficiente… ¡fireball!"

"¡Ice ball!"

Los dos hechizos se autodestruyeron al chocarse mutuamente.

"¡Aero!" exclamó la mujer lanzando una ráfaga de aire.

El duque sonrió y dejó que el hechizo le diera, segundos después, seguía de pie, sin ningún rasguño.

"Os lo he dicho, no podéis hacerme nada." sonrió creando una espada de fuego, apareciendo delante de Leona quien lo bloqueó con su espada.

"Hay algo en ti extraño."

"¿En serio? Mira quien habla."

Detrás de él apareció la mujer quien lo atravesó con su espada, él rio de manera sonora y las lanzó contra las paredes del castillo con un aura oscura.

"¿Eso es todo lo que tenéis?"

"Tsk, solo espera…" gruñó la mujer, levantándose.

"Es inútil, solo rendiros, os prometo una muerte rápida, después me serviréis para la eternidad como mis marionetas."

"Marioneta…" pensó Leona mirando el techo. "Es eso…" murmuró levantándose. "Sabes, me estaba preguntando… ¿Por qué tienes ese muñeco?"

"¿Qué?" la miró el duque.

"¿Lo has comprado en algún lugar?"

"Eso no es de tu incumbencia."

Leona empezó a concentrar oscuridad en su mano.

"No importa, porque ahora aclararé la duda que he estado teniendo desde hace un rato." lo miró Leona seriamente, entonces lanzó el hechizo hacia el muñeco que estaba apoyado en la pared y antes de que el hechizo lo golpeara, el duque se puso en medio recibiendo el ataque.

"Tú…"

"Me acabas de confirmar lo que pensaba, en realidad la marioneta eres tú, ese muñeco que debes llevar a todas partes, es el demonio que te controla."

"Ahh…" lo miró la mujer con una sombra cubriendo su mirada, cosa que hizo que una gota apareciera en la nuca del muñeco. "Bueno… Bueno… Que interesante…"

"¡Acaba con ellas!" exclamó el muñeco.

Leona lanzó unas lanzas de hielo hacia el duque quien saltó y se lanzó hacia ella para atacarla con la espada de fuego.

"Demasiado tarde." dijo la mujer atravesando al muñeco con la espada, al hacerlo, el duque cayó al suelo.

"Tenías razón, solo era una marioneta." lo miró la mujer mientras se acercaba a Leona. "¿Cómo lo supiste?"

"Recordé algo que mi maestra me dijo hace tiempo."

"¿Algo?"

"Se pueden usar marionetas como escudo, ella solía hacerlo cuando era perseguida por muchos, así los cansaba y no tenía que ocuparse de ellos."

"… Bueno, al menos hemos terminado, por cierto, ya puedo presentarme, mi nombre es Akari, y vine aquí porque escuché que en este lugar había problemas, supongo que vosotros también estáis aquí por lo mismo."

"Sí." asintió Leona. "Yo me llamo Leona."

"Entonces, encantada conocerte, Leona." sonrió Akari, tendiéndole la mano.

"Igualmente." respondió Leona estrechándosela.

Al hacerlo, Leona sintió un fuerte dolor en la sien y se apartó.

"?!"

"¿Estás bien?" la miró Akari preocupada.

"Sí." respondió Leona con la mano en la sien. "No sé qué porque me sentí de esta manera justo ahora…"

"Quizás es por cansancio… De todas formas, creo que es hora de que los despierte." dijo Akari mirando a los guardias en el suelo.

"Por cierto, ¿por qué lo hiciste?" le preguntó Leona, recuperándose.

"Toda la gente ve la magia como algo prohibido, lo relacionan con artes oscuras y a causa de ello, te miran como alguien que debe ser eliminado, si nos hubieran visto, lo más probable es que nos hubieran encerrado en un calabozo para después quemarnos en una hoguera… No es que mi importe si se sabe, pero es mejor no meterse en problemas innecesarios."

"Menos mal que no se me ocurrió usarla en el pueblo… Me hubiera visto siendo perseguida por todos los lugares… Esto significa que en este tiempo la magia no tiene la misma aceptación." pensó Leona.

Mientras hablaban, los guardias empezaron a despertarse.

"¿Qué ha pasado?" preguntó Zeku, levantándose. "¡Dónde está ese miserable!"

"No tenéis que preocuparos, nos hicimos cargo de ello." les sonrió Akari.

"Que-"

"¿Quién eres tú?" interrumpió Takeo.

"Solo alguien quien vino a ayudar."

"¿Os encargasteis de ello?" las miró Takeo extrañado. "¿Y el duque?"

"En realidad, no lo era, esos dos solo fueron títeres de unos demonios."

"¡Qué!"

"Qué más da capitán, lo importante es que está resuelto."

"Eres demasiado despreocupado." suspiró Takeo.

"Por cierto, ¿quieres venir con nosotros a la celebración?" sonrió alegremente Zeku, mirando a Akari.

"¿Qué celebración?" parpadeó Leona.

"Por haber resuelto el problema."

"No gracias, además, estoy comprometida."

"Tus cortejos cada vez son peores." dijo uno de los guardias cruzando los brazos.

"Mira quien habla…" murmuró Zeku, mirándolo de reojo.

"Bueno, debería de irme." interrumpió Akari. "Ya terminé con lo que debía hacer."

Zeku le dio una mirada pensativa.

"Mm…"

"¿Qué?" lo miró Akari.

"Leona y tú… ¿No sois familia o algo? Me doy cuenta que os parecéis bastante."

"No." respondieron las dos a la vez.

"Debe ser solo coincidencia, Zeku." dijo uno de los guardias.

"Será eso."

"Si nos os importa, me retiro."

"Ah, sí… No te entretengo más."

"Adiós." se despidió Akari. "Gracias por ayudarme, Leona."

"No hay de qué." dijo Leona despidiéndose.

"Bueno, vayamos a celebrarlo en la taberna." sonrió Zeku, estirando los brazos por encima de su cabeza.

"Primero debemos informar a la gente de aquí, Zeku." lo miró Takeo seriamente.

"Sí, eso también."

Más tarde, en la taberna, estaban celebrando con la gente del pueblo que habían terminado con la misión que se les había ordenado.

"Esto es lo mejor." sonrió Zeku, dejando la cerveza que estaba tomando en la mesa.

"Que animado estás, aunque no hayas hecho nada."

"¡Dejadme ya! ¡Es mi momento de tranquilidad!"

Los demás guardias empezaron a reír, excepto Takeo que notó a Leona pensativa, mirando por una de las ventanas de la taberna.

"¿Ocurre algo?" preguntó Takeo, sentándose a su lado.

"¿Eh? ¿Por qué lo dices?" lo miró Leona.

"Te noto como si estuvieras en otro sitio, ¿tiene que ver con lo que estás buscando?"

"¿Cómo lo sabes?"

"Soy el capitán aquí, es mi deber conocer a los que tengo bajo mi mando."

Leona suspiró.

"Tienes razón, es sobre ello."

"Si quieres ir a por lo estás intentando encontrar, no te lo impediré."

"¿Qué?"

"No te obligo a viajar con nosotros, de hecho, tuve el presentimiento que no ibas a quedarte siempre, tomalo como agradecimiento por ayudarnos antes."

"Gracias… Pensé que iba a ser un problema de alguna manera."

Takeo encogió los hombros.

"Tengo una hija menor que tú, supongo que me he ablandado con el tiempo, hablaré con los demás más tarde, ahora si me disculpas, voy a pedir otra cerveza."

Takeo se levantó de la silla y se fue a la barra.

"Es más tolerante de lo que pensaba…" pensó Leona.

De repente, sintió una sensación familiar, se levantó de su asiento y rápidamente salió a fuera, mirando a su alrededor como si buscara a alguien.

"Por qué me he sentido así… Es como si hubiera estado aquí." pensó Leona, cerrando los ojos.

"Pero Leona, ¿qué haces ahí? ¡Ven a beber con nosotros!" se escuchó a Zeku, riendo desde la taberna.

"¡Zeku! ¡Qué es menor de edad!" se escuchó a otro de los guardias.

Leona se dio la vuelta para volver a la taberna, pero antes de ir, miró hacia atrás de nuevo.

"Eso no podría ser, solo habrá sido mi imaginación." pensó Leona, entrando a la taberna.

Horas más tarde, los guardias estaban despidiéndose de Leona, ya que se les había informado de que se marchaba.

"¿Seguro que debes irte?" preguntó Zeku, mirándola con los brazos cruzados.

"Sí."

"Que se le va a hacer." dijo Zeku, rascándose la cabeza, molesto.

"Dejalo, tiende a encariñarse con cualquiera." suspiró uno de los guardias.

"¡Eso es mentira!" lo miró Zeku con una mirada seria.

Takeo le dio un pergamino a Leona.

"Ten esto."

"¿Qué es?"

"Verifica que eres un caballero y tienes autorización para entrar en los lugares, de esta manera no creerán que mientes." explicó Takeo. "Sé que habría personas que no te creerían y además hay lugares que no te dejan entrar a no ser que seas uno."

"Gracias." asintió Leona, cogiendo el pergamino.

"Si lo pierdes, puedes volver."

Uno de los guardias miró a Zeku de reojo.

"Como si fuera a perderlo."

"Gracias por todo." dijo Leona subida en el caballo.

"Buen viaje."

Leona se despidió y se marchó del lugar.

"Era como una hija para ti, ¿no es así?" dijo Zeku, poniéndole una mano a Takeo sobre el hombro con los ojos cerrados.

"Zeku."

"¿Qué?"

"Veinte vueltas alrededor del pueblo."

"¡¿Eh?!"

Habían pasado unas horas desde que Leona había dejado el pueblo, ahora en la noche, había encontrado una inn en la que había parado para descansar y comer algo, llevaba una capa con capucha que le cubría el rostro.

"Yo seré quien lo consiga." se escuchó a una persona en una de las mesas, era un hombre de unos veintidós años, su cabello era rizado y corto por encima de las orejas de color castaño, el color de sus ojos era marrón oscuro y vestía con un traje de seda bordado rojo, con medias largas y unos zapatos, también llevaba un sombrero ancho en la cabeza del mismo color que el traje, iba acompañado de unos guardias.

"No sabemos si es cierto o no." dijo uno de los guardias.

"¿Estas cuestionándome?"

"No…"

"Entonces, callate, todas esas tonterías que dicen sobre ello, son simplemente para asustar, por favor, ¿quién puede creerse que pueda con un ejército entro? Les demostraré que soy capaz de hacerlo, después todos me idolatraran y seré marques o mejor aún, un duque."

"Señor… ¿Seremos suficientes?" preguntó otro de los guardias. "Solo somos seis…"

"Más que suficiente, aunque puede que seamos uno más…" sonrió el hombre, divertido.

Se levantó del asiento y fue donde estaba Leona.

"Eh, tú." la miró apoyando la mano en la mesa. "Es tu día de suerte, tendrás el privilegio de ayudarme con un asunto."

"No me interesa."

"Debes ser nuevo por aquí, soy un noble de bastante rango, si digo que me ayudes, lo haces."

"Otro idiota…" pensó Leona, suspirando.

"Si nos ayudas, te daremos parte de la recompensa que ofrecen." añadió uno de los guardias que había ido donde estaban.

"¿Quién te ha dicho que digas algo?" lo miró el noble, molesto.

"Lo siento señor, pensé que eso ayudaría."

"Solo guarda silencio, y tú, aceptas o no."

"Si me niego seguro que empiezo una pelea, no tengo ganas ahora mismo." pensó Leona, suspirando. "Que tengo que hacer."

El noble sonrió ampliamente.

"Sabia decisión, solo tienes que acompañarnos, vamos a acabar con alguien, al parecer se encuentra por aquí cerca."

"Antes de nada, me gustaría terminar de cenar."

"Tsk, estúpidos plebeyos."

De repente, alguien entró en la inn agotado.

"Señor… Es… Está… Aquí…"

"¡Rápido! ¡Vamos! Y tú, termina rápido, ¡no hay tiempo para tonterías!"

"¿Cenar es una tontería?"

"Si no tuviera prisa, sabrías quien soy por contestarme, ¡iros adelantando!" ordenó a los demás, quienes asintieron y se marcharon.

"Y en cuanto a ti… ¡Vamos!" exclamó el noble, cogiéndola del brazo.

"¿Se puede saber quién es tan importante?"

"No hay tiempo para explicaciones, plebeyo."

"¿Plebeyo?" repitió Leona con un tono molesto.

Al salir de la inn, subieron a sus caballos y se marcharon.

"Debería de haberme negado…" pensó Leona, siguiendo al noble.

Minutos más tarde, llegaron a una pradera, allí vieron a los guardias que habían ido, estaban en el suelo sin vida, y en medio de ellos, se podía ver a una mujer volando a unos centímetros sobre ellos, su cabello rubio platino, era largo hasta las rodillas, el color de sus ojos era azul zafiro, vestía con un corpiño negro, con una falda larga transparente y unos zapatos negros con tacón, también llevaba unos mitones largos negros y una capa en la que era negra por fuera y roja por dentro. A su lado había una marioneta pequeña sonriendo en la que su cabello era verde y le llegaba por los hombros, sus ojos eran verdes y vestía con un vestido negro con una pequeña corbata roja y unos zapatos negros, también tenía unas alas pequeñas de murciélago en la espalda y unas antenas parecidas a las de un robot que parecían ser las orejas.

"No… No puede ser…" pensó Leona, atónita.

"¡Por fin te encuentro Dark Evangel!" gritó el noble, señalándola con el dedo índice. "¡Cómo te atreves a deshacerte de mis guardias! ¡No sé cómo lo has hecho, pero no podrás conmigo vampiro despreciable!"

"¡¿De toda la gente, tenía que ser ella?!" pensó Leona en shock.

El noble se dirigió rápidamente hacia Evangeline con la espada.

"Ese idiota." pensó Leona, mirándolo seriamente.

Evangeline al verlo, detuvo la espada con la mano y lo tiró del caballo, seguidamente iba a atravesarlo con la propia espada del noble, pero Leona apareció delante de ella, parando el golpe con su espada.

"¿Oho? Al parecer había alguien más." sonrió Evangeline con malicia.

"¡Protege a tu señor!" exclamó el noble en el suelo.

"¿Cuándo he dicho que lo seas?" dijo Leona sin dejar de mirar a Evangeline.

"¿Quieres arriesgar tu vida por él?"

"¿Hay alguna razón para salvar a alguien?"

"Hmph." dijo Evangeline, seguidamente la golpeó con la pierna haciendo que la espada se rompiera por la mitad y la alejara varios metros.

"Mi espada…" dijo Leona, mirando el mango. "No me duro ni tres días…"

Evangeline apareció rápidamente delante de ella para golpearle en la cara, causando un fuerte viento en medio de ellas, Leona lo esquivó saltando hacia atrás y la capucha se cayó de su cabeza rebelando su rostro.

"Una niña."

"¿Eres una mujer? ¡Cómo te atreves a insultar mi inteligencia!" exclamó el noble, mirándola seriamente.

"Tsk, no quiero pelear contra ella…" pensó Leona, mirándola.

"Ama, ¿quiere que la ayude?" se escuchó a la marioneta, volando a su lado.

"No será necesario, Chachazero, además, creo que voy a divertirme."

"Si cambia de idea, dígamelo."

Evangeline movió el brazo después de decir un hechizo y del suelo donde estaba Leona, aparecieron pilares de hielo, ello hizo que Leona saltara rápidamente en el aire para esquivarlo.

"Evangeline…" pensó Leona con un brillo en su mirada.

Seguidamente, Evangeline fue hacia ella y empezó a atacarla rápidamente mientras Leona iba esquivando los golpes, retrocediendo.

"¿Qué ocurre? ¿Solo sabes defenderte?" sonrió Evangeline, sin dejarle un respiro.

"¡No te das cuenta de que no quiero pelear!"

En uno de los golpes, Evangeline hizo aparecer la Ensis Exsequens, al verlo, Leona rápidamente paró la espada con otra Ensis Exsequens.

"Ya veo." sonrió Evangeline, mostrando los colmillos. "Tal como pensé en aquella taberna, no eres alguien como los demás, ¿no es así?"

"¿Qué?" dijo Leona. "¿Entonces no fue mi imaginación? ¿Fue ella…?" pensó.

Evangeline quiso golpearla con la mano que tenía libre, pero Leona dio un salto hacia atrás, Evangeline se alzó en el cielo y la señaló con el dedo índice, un círculo mágico apareció detrás de ella.

"Iaculatio Grandinis." dijo Evangeline, un gran número de lanzas de hielo salieron del círculo mágico hacia Leona.

"Tsk… ¡Barrier!"

Leona levantó los brazos y creó una barrera deteniendo las lanzas, pero Evangeline apareció delante de ella mientras estaba deteniendo el ataque.

"Estás indefensa." la miró Evangeline con una mirada sombría, después la golpeó con fuerza en el estómago, lanzándola lejos a gran velocidad y rodando por el suelo hasta que se detuvo. "No deberías desconcentrarte, niña." dijo mientras se acercaba a ella.

"¡Te tengo!" exclamó el noble, detrás de ella.

Evangeline se dio la vuelta y lo vio yendo hacia ella con la espada, había saltado para golpearla, pero ella detuvo la espada con la mano.

"Atacando por la espalda, ¿eh?" lo miró Evangeline sin inmutarse, después lo golpeó con fuerza, estrellándolo contra el suelo, lejos de ella, el noble quedó inconsciente y entonces Evangeline levantó el brazo.

"¡Espera!" exclamó Leona.

"Nivis Tempestas Obscurans."

Un tornado de hielo y oscuridad en horizontal que parecía un tornado fue hacia el noble.

"Tsk." gruñó Leona levantándose, entonces antes de que lo alcanzara, fue donde él estaba, recibiendo el ataque.

Segundos después, Leona estaba inconsciente al lado del noble.

"¿No la va a rematar, ama?" preguntó Chachazero, yendo a su lado.

"No, sabes que no mato a mujeres ni a niños."

"Esa norma suya…"

"De hecho, tengo el presentimiento de que nos volveremos a encontrar." sonrió Evangeline levemente mientras miraba a Leona.

"¿Y entonces se librará de ella?"

"Vámonos, Chachazero."

Evangeline dejó el lugar, marchándose por el cielo nocturno, volando.


Fin del capítulo.

Leona se encontró con Evangeline en el pasado, aunque resultó no ser un encuentro agradable.

Gracias por leer, espero que haya gustado, si es así, dejen review por favor, me gustaría saber su opinión, me anima a seguir escribiendo. Cualquier duda de la historia, pueden decirme.