Capítulo 14

Celebración en el castillo

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"¿Entonces no te importa que lo sea?" preguntó una mujer mientras miraba a un hombre.

"No, de hecho, pienso que es algo útil y también, eso demuestra que no es tal como la ponen."

La mujer sonrió.

"¿Qué?"

"Nada, solo pensaba que tuve suerte en encontrarte."

De repente, el escenario cambio y se mostró a varios soldados rodeando a la mujer y al hombre que estaban de rodillas con las manos atadas a la espalda, se encontraban en unas montañas y a unos metros de distancia, se encontraba el cadáver de un demonio.

"¡Pensabas que no me daría cuenta! ¡Qué decepción!" lo miró el rey furiosamente.

"No entiendo porque actuáis de esta manera, ¡no hizo nada como para que ordenéis ejecutarla! ¡Incluso os ha salvado!" exclamó el hombre, mirándolo molesto.

"¡Silencio traidor! ¡Tú morirás con esa bruja!" lo señalo el rey, seguidamente uno de los soldados se acercó a él, levantado la espada.

"Akari, siempre te he amado." sonrió el hombre levemente. "Siento que todo haya terminado de esta manera…"

"¡Seiji!" gritó Akari mientras veía como lo ejecutaban, a continuación, otro de los soldados se acercó a ella.

"¡Hazlo!" ordenó el rey.

"Por qué… Si realmente este mundo es así, no debería de haber nacido." murmuró Akari con las lágrimas cayendo en su rostro mientras el soldado bajaba la espada hacia su cabeza.

"Huh… Mi cabeza…" murmuró Leona, despertándose. "¿Qué fue eso?... ¿Dónde estoy?" se preguntó, intentando levantarse. "¡Evangeline!" exclamó recordando lo sucedido. "No pensé que me la encontraría…"

Leona se dio cuenta de que el noble seguía en el suelo inconsciente.

"Hey, despierta." lo sacudió Leona, intentando despertarle.

"¿Qué pasa?… ¿Ya es de día?" despertó el noble, mirando el cielo.

"Desde hace un rato, ¿estás bien?"

"¡Ah! ¡Tú!" exclamó el noble, levantándose bruscamente. "¡Cómo te atreves! ¡Eres una bruja! ¡Cómo ese vampiro diabólico!" la señaló con el dedo índice.

"¿Qué?" parpadeó Leona.

"¡No hagas como si no supieras de que hablo! ¡Usaste magia mientras peleabas!"

Leona suspiró.

"Por si no lo sabias, te he salvado la vida."

"Lo tenías todo planeado… Pensaste que si lo hacías te daría parte de mis riquezas, ¿no es así? ¡Pues no! ¡No pienso darte ni una moneda!"

"No quiero tu dinero…"

"¡Ha!" rio el noble. "¡No voy a creer a una bruja! Tú y ese vampiro malnacido, despreciable e inmundo seréis ejecutados por-"

"Hey." lo interrumpió Leona.

"¡Cómo osas interrumpirme! ¡Dónde están tus modales!"

"Vuelve a decir una palabra más sobre ella y tendrás un motivo para odiarme de verdad." remarcó Leona con una mirada fría y sombría mientras un aura azul la rodeaba.

"¡Ekk!" retrocedió el noble tembloroso. "Tú- ¡Pienso contar lo sucedido a las autoridades! ¡Ya verás!"

El noble se fue corriendo hasta que dejó de ser una silueta en el horizonte.

"¿La mayoría serán así?" se preguntó Leona. "Tengo que encontrar la manera de regresar…" pensó, miró a su alrededor, pero no vio a su caballo. "Lo más probable es que se haya ido… Iré volando, aunque tendré que vigilar de que no me vea la gente descender por los pueblos, no quiero pensar lo que podría suceder si me vieran." pensó.

Leona hizo aparecer las alas y se marchó del lugar.

Pasaron unos días desde que Leona apareció en el pasado, visitó algunos pueblos intentando encontrar alguna pista para poder regresar a su época, pero no encontró nada, ahora, había llegado a Zekham un pueblo que tenía bastante fama por sus baños públicos.

"Es más difícil de lo que pensé, al estar la magia vedada y perseguida a aquellos que la usan, me es complicado encontrar alguna pista…" pensó Leona suspirando mientras cenaba en la taberna.

Al acabar, pagó al tabernero y dejó la taberna, al ser de noche no había demasiada gente por las calles, mientras caminaba por una de ellas, algunos la miraban extrañados ya que les parecía que era demasiado tarde para que una joven estuviera sola por las calles.

"Evangeline… Por una parte, quiero encontrarla de nuevo, pero por otra… No es la que yo conozco, a pesar de ser la misma persona… ¿Y si estoy con ella y al volver al presente algo ha cambiado?" pensó.

De repente, un hombre que estaba apoyado en una pared de una de las casas, empezó a seguirla.

Leona se percató de ello y empezó a acelerar al paso hasta que giró en una esquina, el hombre hizo lo mismo, pero vio que ya no estaba.

"¿Querías algo?" se escuchó a Leona detrás de él.

El hombre se dio la vuelta y le dio una mirada fría.

"¿No dices nada? Entonces me voy."

"¿No crees que estas no son horas de estar por las calles sola?" preguntó el hombre, de repente.

"¿Eh?"

"De todas formas, es una suerte, ya tengo la cena." sonrió el hombre, lamiéndose los labios.

"¿Perdón?" parpadeó Leona, confundida.

Seguidamente, el hombre sonrió ampliamente y un aura empezó a rodearlo, su cuerpo empezó a cambiar hasta que se transformó en un hombre lobo.

"Esto no está pasando, pero por qué a mí…" pensó Leona con una sombra cubriendo su mirada. "Ahora esto… Y mañana que será, ¿un chupacabra?"

El hombre lobo se lamió los labios y se abalanzó hacia Leona, pero rápidamente ella saltó hasta el tejado de una de las casas.

"Lo siento, pero no soy tú cena, ve a comprarte algo en un super de 24 horas, aunque creo que aquí no hay de eso…"

Mientras Leona hablaba, el hombre lobo saltó y se puso encima del tejado donde ella estaba.

"No eres una humana normal."

"Y me lo dices tú, precisamente."

"No importa, no cambia nada." sonrió el hombre lobo yendo hacia ella de nuevo.

"Tsk." gruñó Leona. "No quiero pelear aquí." pensó.

Leona empezó a irse por el tejado corriendo.

"No escaparás." la siguió el hombre lobo.

Leona fue saltando de tejado en tejado mientras él la perseguía.

"No importa cuánto huyas, no podrás evitar que te alcance al final."

"Tengo que alejarme de este lugar, así podré pelear." pensó Leona, pero cuando saltó para ir hacia otro tejado, el hombre lobo la cogió del tobillo.

"Te tengo." sonrió el hombre lobo, entonces la tiró con fuerza a uno de los tejados, destrozándolo y haciendo un agujero en ello, Leona cayó en el agua donde estaban los baños públicos.

"¡Ah!" exclamó Leona sacando el cuerpo del agua con las manos y las rodillas en el suelo. "Ese tipo…" tosió molesta.

Al levantar la mirada, vio a Evangeline desnuda delante de ella, sentada en el agua, apoyando la espalda en una de las paredes del baño.

"Gah-" dijo Leona, haciendo un grito ahogado por el agua. "¡Tú!" tosió. "¡¿Qué haces aquí?!" exclamó en shock.

"Esa es mi línea." la miró Evangeline seriamente. "Dime niña, ¿tanto te he cautivado que no sabes que hacer para mostrarte delante de mí?"

"No- yo- No quería…"

"¿No tuviste suficiente?"

"Yo voto por deshacernos de ella, ama, esto es una falta de respeto hacia su persona." sugirió Chachazero.

"¿Cómo?" se levantó Leona, mirándola.

Mientras hablaban, el hombre lobo saltó por el agujero en el que había caído Leona y aterrizó en el agua.

"Que suerte la mía, ahora son dos." sonrió el hombre lobo, lamiéndose los labios.

"Ama, le han fastidiado el baño y encima ese quiere comérsela, yo no lo dejaría escapar."

Evangeline se levantó y lo miró con una mirada en que las pupilas de sus ojos eran ahora rendijas y el iris de color rojo.

"Creo que te estás equivocando, cucho."

"¿Eres un vampiro? Entonces, largate, yo la vi primero."

"¿No es muy listo, no?" se preguntó Chachazero.

"Si no vas a hacerlo, te mataré."

"¿Matarme?" sonrió Evangeline con crueldad, mostrando los colmillos. "Intentalo."

El hombre lobo se abalanzó sobre ella, pero justo antes de que la atacara, lo esquivó y lo atravesó con la Ensis Exsequens en el estómago.

"¡Ahg! ¡Tú! -" tosió el hombre lobo, dejando ir un hilo de sangre.

"No creerías que iba a perder el tiempo recreándome contigo." lo miró Evangeline fríamente.

Inmediatamente, le dio una patada, lanzándolo contra una de las paredes del lugar y le dio una mirada gélida con la que lo atrapó en un bloque de hielo.

"Después de esto, esta noche dormiré a gusto, ke, ke, ke." rio Chachazero, mirándolo.

"No ha durado apenas…" murmuró Leona, mirándolo con una gota en la nuca. "Bueno, yo… Gra-"

Antes de que pudiera mirarla, sin previo aviso, Evangeline la agarró del cuello, chocándola contra la pared.

"?!"

"¿Pensaste que te dejaría ir?" la miró Evangeline fríamente, sin soltarla.

"Solo… iba a agradecértelo…" dijo Leona, cogiéndole la mano con la que la tenía sujetada, sonrojada levemente, evitando mirarla.

"¿Crees que lo hice para ayudarte? Que ingenua." dijo Evangeline con sarcasmo. "Sabes, hay algo que lleva atrayéndome desde que te vi." sonrió mostrando los colmillos. "Y está bajo esa ropa." señaló la ropa de Leona con el dedo índice.

"¿Te refieres a mi documento de identidad?" la miró Leona, confundida. "No lo tengo aquí."

"Qué- Sangre, ¡Lo que quiero es tú sangre! ¡Por qué debería querer esa cosa!"

"¿Quieres mi sangre? ... Está bien… No me importa."

"¿Qué?" se sorprendió Evangeline, alzando una ceja. "Si piensas que diciéndome eso no voy a hacerlo-"

"No estoy intentando engañarte, si es lo que estás pensando."

"¿Sabes quién soy? Puedo matarte en este instante."

"Entonces hazlo." la miró Leona con una mirada difícil de descifrar.

"De nuevo esa mirada… Por qué no me miras con odio o miedo como hacen todos esos humanos."

"No tengo ningún motivo para hacerlo."

"Ama, ¿por qué duda?"

En ese momento, se escucharon voces que venían del pasillo que había antes de llegar donde se encontraban.

"Tenemos compañía, debe ser por el alboroto que hicimos, ke, ke, ke."

"Hmph."

Evangeline lanzó a Leona por los aires, haciendo que cayera de espaldas al agua.

"¡A qué ha venido eso!" exclamó Leona, sacando la cabeza del agua con una mirada molesta.

"Agradece a esos humanos que nos hayan interrumpido." la miró Evangeline, flotando en el aire, ya vestida. "No voy a quedarme más tiempo.

"Espera-"

Evangeline se marchó del lugar con Chachazero por el agujero que se había hecho al caer Leona.

"No debo quedarme aquí, si me ven empezaran a hacerme preguntas, por otra parte… Después de estar intentado regresar, creo que ella podría ayudarme, ya que, después de todo, es quien más entiende sobre la magia aquí, tsk, espero que no cambie nada." pensó Leona, seguidamente hizo aparecer las alas y se marchó del lugar, siguiendo a Evangeline.

"Ama, haya donde va, causa tentaciones."

"¿Qué dices, Chachazero?"

"Nos sigue la niña." respondió Chachazero mientras miraba hacia atrás.

"¿Qué?"

Evangeline se detuvo en el cielo, dándose la vuelta, entonces vio a Leona acercándose a ella.

"¿No eres un humano como el resto, no?"

"Me lo dicen bastante últimamente…"

"¿Qué eres?" preguntó Evangeline, alzando una ceja.

"No puedo decirlo…"

"O eres estúpida o tienes más valor del que creía." dijo Evangeline, poniéndose las manos en la cintura. "¿Realmente quieres morir?"

"No es eso, me gustaría hablar contigo."

Evangeline rio al escucharlo.

"¿Hablar? ¿Por qué debería? ¿Piensas que voy a ser amigable contigo solo porque te deje ir? Te lo diré una vez, no tengo intención de hacerlo, por lo que márchate, si estás buscando a alguien con quien estar, te has equivocado."

Leona se puso una mano en el pecho con una expresión seria.

"Si te lo he dicho es porque pienso que eres la única que puede ayudarme, no he encontrado a nadie que pueda hacerlo, aquí la magia es algo que casi todo el mundo odia."

"¿Eso piensas?" cruzó los brazos bajo su pecho Evangeline, sonriendo levemente. "¿Qué quieres exactamente?"

"Leí que se puede viajar a través del tiempo…"

"¿Para qué quieres eso?" preguntó Evangeline, extrañada.

"Solo estoy interesada…"

"Lo que dices es algo bastante complejo, además, en caso de que te ayudara, ¿qué ganaría yo?"

"¿Qué? Ah… No tengo dinero…" respondió Leona, rascándose la mejilla con el dedo índice.

"Como si me interesara eso." cerró los ojos Evangeline, haciendo un gesto con la mano de negación.

"Puedo darte mi sangre entonces."

Evangeline le dio una mirada estrecha.

"El hecho que me la quieras dar con tanta simpleza, me hace pensar que estás deseando que lo haga."

"¡Por qué debería!" exclamó Leona, sonrojada.

"¿Entonces por qué?" inquirió Evangeline, cruzando los brazos bajo su pecho. "Quien diantres le pediría a un vampiro que bebiera su sangre tan calmado."

"Realmente no tengo ninguna razón… Solo, que tiene de malo, es decir, ¿un vampiro no necesita sangre? Entonces, ¿qué hay de malo en dejarte hacerlo?"

"Que niña más rara." dijo Chachazero.

Pasaron unos segundos antes de que Evangeline hablara.

"Olvidalo, no la quiero."

"¡Eh! ¿Por qué? ¡Pero si hace un momento querías!"

"Has sido… Rechazada, ke, ke, ke."

"Entonces no hay nada que quieras…" bajó Leona la mirada, alicaída.

"En realidad hay algo."

"¿En serio? ¿Qué?" levantó Leona la mirada hacia ella, mirándola seriamente.

"Tu virginidad." interrumpió Chachazero.

Leona se sonrojó furiosamente mientras Evangeline golpeó a Chachazero en la cabeza.

"¡No digas estupideces marioneta perversa!"

"Pero ama, si así es como me hizo."

"Te equivocas, solo te puse el alma, tu perversión, ya venía contigo."

"Oh."

"Y tú." miró Evangeline a Leona, seriamente.

"Qu- Que…"

"Lo que quiero es que me ayudes con un asunto."

"¿Qué es?"

"Verás, tenía pensando entrar en el castillo del noble de este lugar aprovechando el baile que ha organizado, pero me resultara más fácil entrar si me acompañas, ya que no se opondrán si eres un caballero de esos."

"No tengo inconveniente, pero, siendo tú… ¿No podrías entrar fácilmente?"

"Así es, pero no quiero causar un alboroto, me sería más complicado poder hacerlo debido a mi fama."

"¿Por qué quieres ir allí?"

"Es algo largo de explicar, esperame en la noche de mañana, en la entrada de la taberna."

"Está bien." asintió Leona mientras veía como se marchaba.

"Espero no haber hecho que tenga alguna sospecha…" pensó Leona.

"¿Por qué se lo dijo, ama? Es más fácil entrar liándola y más rápido."

"¿Quieres que tengamos a toda la caballería persiguiéndonos sin descanso por días?"

"Sería divertido, ke, ke, ke."

Evangeline dejó ir un suspiro, negando con la cabeza.

A la noche siguiente, Leona había ido al lugar donde habían quedado, estaba apoyada en la pared de la taberna con los brazos cruzados bajo su pecho, esperando a que Evangeline apareciera, mientras esperaba, veía gente de diferentes clases de la nobleza ir hacia el castillo además de los campesinos del pueblo que se les notaba animados por acudir, además de ello, se percató de que todos llevaban un antifaz que cubría la mitad de su rostro.

"Niña." se escuchó a Evangeline, al lado de ella.

"Hola…" la saludó Leona, viendo que también tenía un antifaz y esta vez llevaba una túnica larga de mangas anchas de color azul oscuro y unos zapatos de tacón que hacia juego con su vestido. Chachazero estaba encima de su hombro.

"Ponte esto." dijo Evangeline dándole un antifaz.

Leona hizo lo que le pidió.

"Ven, cogeremos un atajo mientras te acabo de explicar."

Leona asintió y se alejaron de la multitud.

"Como te explique anoche, mi intención es ir a esa fiesta, ese noble abusa de su poder, cada vez que organiza algo, escoge a varias personas que captan su atención para luego encerrarlas y venderlas, haciendo actos bastante desagradables."

"Y por eso quieres ayudarles."

"No te confundas, solo lo hago porque quiero, no porque quiera ser alguna especie de héroe, además, en realidad, ese noble es algo parecido a un demonio, una vez que liquide su forma humana, volverá a su cuerpo original."

"Y yo que pensaba que esta época sería más tranquila." pensó Leona. "¿Cómo lo averiguaste?"

"Sabes que la magia la consideran algo que debe ser vetada y la relacionan con la oscuridad, pero hay algunos que si la usan y la mayoría vienen de marte."

"¿Te refieres al mundo mágico?"

"Sí, espera, ¿cómo sabes eso?"

"No- Es- es que estuve investigando… ¿Qué quieres decir con que vienen de marte?" preguntó Leona intentado evitar seguir con el tema.

"Hace tiempo que están conviviendo con la gente de este mundo, y como tienen más poder que los humanos de aquí debido a que la mayoría no pueden usar magia, hacen lo que les da la gana, quizás hayas encontrado algún caso."

"Solo me encontré dos, pero eran demonios, aunque la mayoría de la gente de aquí tiene un complejo de superioridad bastante alto, ¿entonces esos demonios también son del mundo mágico?"

"La mayoría sí, les es más sencillo venir aquí porque no hay tantos magos que les planten cara, ¿tienes alguna pregunta más?"

"No."

"Entonces entremos."

Se dirigieron a la entrada del castillo, donde unos guardias las habían detenido, y una vez que Leona mostró el pergamino que Takeo le había dado, los dos guardias se miraron algo sorprendidos, pero las dejaron pasar sin hacerles preguntas.

"Hay más gente de lo que esperaba." dijo Leona mirando a su alrededor, la sala donde estaban era bastante espaciosa.

La sala estaba llena de adornos con cuadros y otras decoraciones, con antorchas en las paredes y varios candelabros en el techo alto con velas sostenidas que iluminaban el salón, mesas largas llenas de comida y bebida donde los invitados, vestidos en elegantes trajes, conversaban ocultando su rostro con el antifaz, también había unos enormes ventanales que dejaban ver la luna llena alumbrando el jardín de afuera.

La parte central de la sala estaba despejada para tener espacio para bailar mientras se escuchaba una pieza de música que estaban tocando unas personas.

"Este tipo de fiestas suelen ser bastante populares en la sociedad." dijo Evangeline sin importancia.

"Ama, el objetivo del cual hay que deshacerse está ahí." mencionó Chachazero, señalándolo con el dedo índice, el hombre estaba sentado en un palco observando la multitud, sujetando una copa de vino, era un hombre obeso de unos cincuenta años, su cabello era castaño enroscado y alborotado por los hombros, el color de sus ojos era de un verde oscuro, tenía un mostacho fino debajo de su nariz y vestía con un traje de seda bordado verde con volantes de encaje, unas medias largas y unos zapatos adornados con perlas. "¿Puedo cargármelo?"

"No tengas tanta prisa Chachazero, todo a su debido tiempo."

"Tsk." se quejó Chachazero, impaciente.

"¿Qué hacemos?" preguntó Leona, mirando a Evangeline.

"De momento esperar, iré a dar una vuelta para inspeccionar, tú no te muevas de aquí."

"Bien…"

Evangeline dejó a Leona desapareciendo entre la multitud.

"Comeré algo…" pensó Leona dirigiéndose hacia una de las mesas, al llegar cogió un plato y se sirvió un bocadillo de queso, echo una ojeada a la mesa y solo vio que de bebida había cerveza, vino o hidromiel.

Leona puso una mirada inexpresiva y le dio un bocado al bocadillo.

Habían pasado unos minutos desde que Evangeline se había marchado, mientras Leona, permanecía de pie esperando a que volviera con la mirada perdida observando a la gente del lugar.

"Sí que tarda…" pensó Leona.

"¡Ah!" gritó alguien detrás de ella.

Leona se dio la vuelta y vio al noble que salvó la otra noche de Evangeline.

"No puede ser…" pensó Leona con una gota en la sien.

"Te pareces bastante a cierta persona, muchacha." la miró el noble con una mirada estrecha.

"¿No me reconoce por el antifaz?" pensó Leona. "Ah… No sé a quién se refiere…" respondió.

"¿No? Claro… No es posible que este aquí." dijo el noble, poniéndose la mano en la barbilla. "Bueno, has conseguido mi atención, vamos a bailar."

"¿Qué?"

"He dicho que bailemos, te lo ordeno."

"Otra vez… ¿Qué hago? No quiero causar un alboroto…"

"La juventud cada vez tiene menos modales, ¡responde!"

"Con que aquí estabas." escucharon una voz detrás de ellos.

"Evangeline." pensó Leona, aliviada al verla.

"¿Quién eres tú?"

"Soy quien acompaña esta noche a la niña que estás intentando cortejar, ¿y tú?"

"Soy un importante noble, señorita… No sabía que tenía acompañante, de todas formas-"

"¿Me concedes este baile?" le preguntó Evangeline a Leona, tendiéndole la mano.

"Un momento, ¡Se lo pedí primero!" exclamó el noble indignado.

"Oh, pero tengo entendido que el primer baile siempre es con la persona que se viene acompañado, ¿no es así?"

"Tsh." gruñó el noble, cada vez más molesto y resignado.

"¿Vienes?"

Leona asintió y tomó su mano, después se alejaron yendo a la parte central de la sala para bailar.

"Al parecer, eres propensa a meterte en problemas, ¿no?"

"¿Por qué lo dices? Fue él quien empezó."

"Oh, ¿y aquel chucho?"

"También."

Evangeline dejó ir una risa leve mientras le daba la vuelta y la acercó a su pecho, Leona notó como sus mejillas se sonrojaron.

"Qué-"

"De esta manera es más fácil hablar sin que nos escuchen." le susurró Evangeline al odio.

Leona sintió un estremecimiento pasar por su cuerpo.

"El hombre que hemos venido a buscar, nos está observando, seguramente decidirá al terminar el baile las personas que querrá tener, cuando captemos su atención, nos llevaran a dónde se supone que esconde a las personas que secuestra."

"¿Cómo sabes que captaremos su atención?" la miró Leona con curiosidad.

Evangeline sonrió, poniéndole la mano en la cintura, y empezó a moverse llevándola con ella, guiándola en el baile mientras daban vueltas por la pista lentamente, bailando en sincronización, entonces Evangeline la alejó, haciéndola girar y la acercó a ella nuevamente, pegándola a ella mientras la envolvía alrededor de su cintura, se quedaron así mirándose a los ojos mientras daban vueltas en círculos, acercándose y alejándose de las personas, Evangeline la hizo alejarse de nuevo y la hizo girar varias veces sujetándola de la mano hasta que la atrajo de regreso a ella y la tomó de la cintura inclinándola hacia atrás, casi hasta el suelo, mirándola a los ojos fijamente, después la levantó rápidamente acercando su cuerpo contra el suyo con su mano en su cintura para encontrarse sus rostros a solo un par de centímetros, casi rozando sus labios.

La música finalizó dando por terminado el baile y se separaron.

"Reconozco que tenía mis dudas sobre que pudieras hacerlo, pero no fue un problema."

Leona movió la cabeza hacia un lado, sonrojada por lo ocurrido.

"Por cierto, ¿dónde está Chachazero?"

"Le pedí que me esperara en uno de los lugares hasta que le diera la orden, se la notaba bastante impaciente por empezar."

"Damas y caballeros." se escuchó al hombre que se había levantado de su asiento. "Es un honor para mí tenerlos en mi castillo esta noche, en la celebración que he preparado, brindemos por esta noche especial y que siga el festejo." sonrió, alzando su copa de vino.

"¿No vais a beber?" las miró una de las personas que había repartido la bebida.

"Huh… No me gusta el alcohol… Sabe amargo." respondió Leona.

"No seas descortés con el anfitrión, por lo menos dale un sorbo."

Leona miró a Evangeline quien encogió los hombros y a continuación empezó a beberse el vino.

"Está bien…" suspiró Leona, resignada, dándole un sobro al vino.

"Ahora, me gustaría que las personas que voy a escoger personalmente, siguieran a mis guardias, los obsequiaré con un regalo especial, pero no os preocupéis si no habéis sido elegidos, tendréis más oportunidades." explicó el hombre.

Seguidamente, unos guardias se acercaron a unas personas y donde se encontraba Evangeline, quien asintió y se fue con ellos, no sin antes darle una mirada a Leona haciéndola entender que todo estaba bien.

"Disculpe señorita." susurró alguien detrás de ella repentinamente.

Leona se dio la vuelta rápidamente.

"¡De dónde sale!" pensó Leona, viendo al hombre que hace uno segundos estaba en aquel palco.

"¿Le importaría seguirme? Solo será un momento."

"¿A dónde?"

"No le quitaré demasiado tiempo."

"¿Qué es lo que quiere? Quizás pueda averiguar algo…" pensó Leona. "Está bien."

El hombre le dio una sonrisa leve y le pidió que lo siguiera, dejaron la sala y subieron por unas escaleras hasta llegar al segundo piso, en el que había diversos pasillos con varias habitaciones, entonces entraron en una de ellas. La habitación tenía una cama amplia, un armario en una de las esquinas, un baúl y varios cuadros colgados en la pared.

"Bueno, aquí no nos molestará nadie, ya que es mi habitación." la miró el hombre, cruzando los brazos.

"¿Qué es lo que querías decirme?"

"Sabes, iba a llevarte al mismo sitio donde fueron los demás, pero, lo he pensado mejor, tienes suerte, eres mi tipo."

"¿Eh?"

"Selecciono a las personas que veo que pueden serme útiles para luego venderlas, pero tú me vas a ser de utilidad en otro aspecto… Vas a ser una de mis concubinas."

"Una… ¿Qué?"

"Vas a ser mía." sonrió prepotente el hombre.

"Por qué crees que voy a-"

De repente, Leona sintió una sensación extraña.

"Ya empezó a hacer efecto por lo que veo."

"¿Qué quieres decir?" preguntó Leona, dándole una mirada confusa.

"La bebida que tomaste, tenía unos polvos paralizantes, pronto no te podrás mover, aunque obviamente solo lo tuvieron aquellas personas que escogí, sino me hubiera causado problemas."

"Si apenas bebí de esa copa."

"Basta con que solo sea un sorbo, aunque no dura tanto el efecto, ahora…"

El hombre se acercó a Leona con una sonrisa obscena.

"Tsk, no puedo moverme…" pensó Leona.

El hombre la agarró del brazo y la lanzó sobre la cama, poniéndose encima de ella.

"Te ves tan delicada y frágil." dijo el hombre, levantando su barbilla con el dedo índice, sonriéndole inquietante. "No entiendo cómo pudiste alcanzar el rango de caballero, bueno no importa, esta noche eres mía."

"Quítate de encima, cretino." lo miró Leona seriamente.

"Vaya, pensé que solo eras una niña inocente, pero ya veo que tienes agallas, me gusta eso, te someteré y al final escucharé tu canto." sonrió el hombre, quitándole el antifaz. "Veamos si sigues mirándome igual cuando empiece." dijo tirando del cuello de la camisa hacia abajo, viendo su hombro desnudo. "Me gusta tu tono de piel, me pregunto cómo se sentirá…" se lamió los labios.

Leona sintió como empezaba a lamerle el cuello, dejando el rastro de saliva, después la miró aun sonriendo.

"Va siendo hora de empezar." dijo el hombre acercando su rostro al de ella.


Fin del capítulo.

Las cosas se ponen difíciles para Leona, ¿qué ocurrirá?

Gracias por leer, espero que haya gustado, si es así, dejen review por favor, me gustaría saber su opinión, me anima a seguir escribiendo. Cualquier duda de la historia, pueden decirme.