–Así es... Dime¿dónde está tu Tamer, la pequeña Lili? Tengo que hablar con ella sobre algunas cosas de cuando estaba hipnotizada. –dijo el muchacho.
–Hien, no sé si captas o estás menso, pero ella no te quiere ver ni en fotografía, porque tú eres el causante de que se peleara con Yoshi... –dijo Yikumon.
–Y también Ambarimon es el problema entre tú y Kannonmon, lo sé. –dijo Hien.
–¡Vaya, no eres menso! Qué bueno que te has dado cuenta de que solo estorbas en la vida de Lili y Yoshi, y que tu Digimon lo hace entre la mía y la de Kannonmon...
–Pero aún así, necesito hablar con Lili.
–¡No lo harás! –le gruñó, pero él no reaccionó.
–Vaya, hasta que por fin me gruñes, querida mía... ¿No te has dado cuenta de quién soy realmente aún, verdad? –dijo el muchacho, transformándose en un Digimon o algo similar.
–¡Con razón me olías a estupidez! –dijo Yikumon, al ver que era una forma más del Delipa...
–Ni tan estúpido seré, porque te pude engañar... y sacarte plática... –dijo el Delipa, acercándose de manera de que ella estaba prácticamente entre la espada y la pared (el Delipa transformado y el otro Delipa).
–¡Pero no eres lo suficientemente inteligente como para atraparme! –dijo Yikumon, logrando escapar saltándole sobre la cabeza y corriendo hacia la casa de la abuela de Lili.
El Delipa sonrió de una manera curiosa viendo como su otra parte huía de él, de aquel sitio, más aterrada que otra cosa, a pesar de que había fingido muy bien estar molesta.
–Ya veremos qué pasa cuando empieces a transformarte de nuevo...
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