Capítulo 34: Entrada al Delipa

Yikumon se acercó con paso rápido a Yoshi, bastante enojada, y le dijo:

–¿En qué diablos estabas pensando¿Por qué soltaste a Lili?

–Ella lo pidió. Aparte, iremos a rescatarla, al igual que a nuestros padres¿no es así? –preguntó Yoshi.

–Sí, pero no tenía planeado que fuera en estas condiciones. –dijo Yikumon.

El Delipa se calmó completamente y Yikumon desapareció su escudo.

Yikumon empezó a caminar alrededor de Yoshi y Kannonmon.

Preocupado por ella, Kannonmon se metió en su camino para detenerla.

–¿Qué quieres, Kannonmon? –preguntó Yikumon.

–Yikumon, quiero que te tranquilices. –dijo Kannonmon– Todo va a estar bien. Todos nosotros somos lo suficientemente fuertes como para derrotar al Delipa, pero necesitamos conservarnos juntos y calmados.

–¿Calmados¡¿Calmados! –decía Yikumon mientras le daba la vuelta a Kannonmon y continuaba con su caminata– ¿Cómo podría yo estar calmada, estando Lili dentro del Delipa!

Kannonmon se retiró del camino de Yikumon cuando ella volvió a pasar por ahí, angustiado por su pesimismo.

Un ruido hizo que todos levantaran la vista al cielo, donde Ambarimon volaba llevando a Hien con él.

–¡Hola¿De qué me perdí? –preguntó Hien al aterrizar.

–Rika, Renamon, Henry, Terriermon y Lili fueron capturados por el Delipa. –informó Yoshi, mirando a Hien con desprecio– ¿Algo más que necesites saber?

–Yoshi, mantente atrás. –ordenó Yikumon, poniéndose entre Hien y Yoshi– Hien, necesito que nos prestes a Ambarimon.

Todos miraron sorprendidos a Yikumon.

¿Para que necesitaba ella a Ambarimon?

¿Cuál era su plan?

Aún así, Hien no preguntó nada más que:

–¿Puedo ir con ustedes?

–Sólo si prometes no ser una carga. –dijo Yikumon.

–¡Claro!

Todos sintieron una leve vibración en el piso, y se hicieron bolita mirando hacia el Delipa.

Yikumon rehizo su escudo justo cuando el agujero negro del Delipa se proponía tragárselos a ellos también.

–¡Yoshi, Kannonmon, Hien, suban sobre Ambarimon y sujétense fuerte! –ordenó Yikumon.

–¿Qué estás planeando, Yikumon? –preguntó Yoshi mientras Kannonmon lo cargaba y posicionaba sobre el lomo del dragón.

–Un asalto al Delipa. –dijo ella– Dejaremos que nos trague. Y una vez dentro, veremos cómo desactivar su poder destructivo y rescataremos a los demás.

–¿Estás segura de que quieres dejar que el Delipa nos coma? –preguntó Hien.

–Muy segura. Aparte, he de recordarles que no me puede destruir…

–Lo sabemos¿pero y qué con nosotros?

Yikumon ignoró la pregunta y evolucionó a su forma de fuego, Flameyikumon.

Inmediatamente, el escudo se deshizo y el Delipa los jaló a todos, absorbiéndolos sin esfuerzo.

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