Capítulo 37: Enfrentando la verdad

Yoshi, Hien y Kannonmon voltearon a ver a Lili, ahora despierta y viéndolos confundida.

¿Qué le iban a decir ahora?

Lili volvió a hablar entonces, ansiosa por saber la razón de tanta seriedad:

–¿Qué ha pasado? –preguntó– ¿Y mi mamá¿Dónde están mi mamá y Renamon?

–Están bien, ya las liberamos junto con el resto de los rehenes del Delipa. –dijo Yoshi, y Hien suspiró aliviado.

–Eso es bueno… ¿Y Yikumon? –preguntó Lili, mientras se sentaba.

–Ah… –quiso empezar Yoshi, pero Hien contó el resto:

–Fue lo que le dimos al Delipa para que liberara a todos los demás. Yikumon accedió, y nos pidió que te explicáramos.

–¿Qué! –gritó Lili, poniéndose de pie sobre el lomo del dragón.

–No, Lili, por favor. No lo hagas… –decía Yoshi, adivinando lo que los ojos violeta de Lili estaban viendo.

Lili se acercó al borde del enorme lomo de Ambarimon y saltó.

Hien gritó tal cual niña, a lo que Kannonmon y Yoshi reaccionaron mirándolo confundidos y boquiabiertos.

–Espero que ese grito haya sido de Lili y no tuyo, Hien. –dijo Yoshi, antes de que se volteara a ver dónde había caído Lili– ¡Lili!

Mientras tanto, varios metros abajo, Lili luchaba por bajarse del árbol en el que milagrosamente había caído.

Cayó al suelo cuando una rama debajo de ella se rompió.

Oyó entonces los gritos de Yoshi, y respondió:

–¡Aquí estoy, Yoshi¡Aquí abajo, en el parque! –gritó Lili, y entonces Ambarimon aterrizó frente a ella.

–Vamos, Lili, tenemos que irnos antes de que el Delipa cambie de opinión y nos ponga en contenedores. –dijo Hien mientras Yoshi bajaba de un salto, seguido por Kannonmon.

–Lili, por favor, piensa. Yikumon se sacrificó porque fueras libre. No puedes rechazar algo tan grande. –dijo Yoshi, parado frente a Lili, y cogió su brazo– Ven, vamonos ya.

–¡No! –le respondió ella, haciendo que la soltara– ¡No me iré sin Yikumon, aunque tenga que pelear con el Delipa cuerpo a cuerpo!

–Lili, por favor. –dijo nuevamente Yoshi, intentando coger el otro brazo, pero ella retrocedió– ¡Por favor, Lili¡Vamonos ya!

–Yoshi, por favor, entiende. Yikumon es mi amiga, no la puedo dejar aquí sola…

–¡Lili!

–¡No me hagas pelear contigo!

–¡Oigan, oigan, oigan! –oyeron una voz venir de un árbol cercano– ¿A qué se debe tanto ruidajo, eh?

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