Un Digimon pequeño de color morado oscuro apareció.
Yoshi y Lili lo miraron confundidos, y Kannonmon se preparó para atacar.
–¡Oye, oye, oye! No soy enemigo, baja el arma. –dijo el Digimon extraño.
–¿Quién eres? –preguntó Lili sin dudar.
–Soy Impmon… ¿Quiénes son ustedes?
–Somos… –empezó Hien, pero Lili levantó una mano en señal de que cerrara la boca, y ella habló entonces:
–¿Eres Impmon, entonces? –repitió, acercándose al Digimon, que asintió– Entonces, supongo que conoces a… ¿Renamon?
–Ah, sí… ¿Cómo lo sabes?
–Lo sé. –repuso Lili sin contestar– Y dime… ¿Podrías hacerle un favor a la hija de la Tamer de Renamon?
–¿Tú eres la hija de la Tamer de Renamon? –preguntó Impmon, y Lili asintió– ¡Claro que te hago un favor! Pero con una condición…
–Vamonos, Lili, este tipo ya empezó con las condiciones. –dijo Yoshi agarrando a Lili del brazo.
–¡No, no, no! Es una buena condición. Quiero que me ayuden a ver de nuevo a Renamon.
Yoshi miró a Impmon confundido, pero Lili rió levemente.
Yoshi soltó a Lili y ella se acercó aún más a Impmon.
–Te prometo que lo haré en cuanto termines la misión que te encomendaré. –dijo Lili.
–¡Por supuesto, la completaré toda y muy bien! –dijo Impmon, saltando de alegría– Ahora dime¿qué misión?
–Necesito una carnada…
–¿Una carnada?
–Sí, una carnada a la cual el Delipa siga.
–¿Qué¡¿Estás loca!
–No, y aparte no te pasará nada. Mis amigos te defenderán. –repuso Lili apuntando a los otros cuatro presentes, que intercambiaron miradas confusas– Necesito una carnada que distraiga al Delipa lo suficiente como para entrar en su centro de comandos.
–Ah… Bueno, está bien. ¡Pero más te vale que tus amigos me protejan!
–Claro que lo harán. Ahora, vamonos.
Lili calló a Yoshi y a Hien con un gesto de la mano.
Impmon y Kannonmon subieron al lomo de Ambarimon, mientras Yoshi pasaba un brazo sobre el hombro de Lili, aún preguntándose sobre el plan de la chica.
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