Disclaimer: Ningún personaje es mío. Lo único mío es la idea de este one-shot.
Datos importantes:
&&&&&: Tiempo después.
ººº: Días después.
§¢§¢§¢§¢§¢§¢§¢§¢§¢§¢§
(2)
Road back home
By Nindë Black
&&&&&
Esa noche transcurrió en tensión total. Kagome había regresado con la noche sobre su cabeza, sus ojos rojizos e hinchados de tanto llorar, su cabeza gacha para evitar mirar a alguno. Después de anunciarles a los demás que su trabajo estaba hecho en ese lugar, llamó de uno por uno para despedirse en privado de cada miembro de su nueva familia.
Primero eligió a Shippo, entre lágrimas y abrazos el pequeño kitsune le pedía que no se fuera, que se quedara con ellos. La jovencita trataba de no llorar frente a su pequeño niño, pero era casi imposible. Le explicó entre hipidos que su vida estaba del otro lado del pozo y que ella solamente estaba llenando un requisito en esa época: terminar la perla. Y como ya estaba hecho no tendría nada más por hacer, no había quien le retuviera. El niño hizo un mohín. ¡Claro que había alguien! Pero ese alguien era un cabeza dura, si tan sólo él se lo pidiera.
Luego de Shippo, llegó el turno de Miroku. El monje era unos años más grande que la chica y por aquello estaba mucho más tranquilo. Sin embargo, no fue impedimenta para que éste le pidiera de nuevo las razones de su partida y Kagome volvió a su cantaleta de siempre: la perla estaba completa, no era su época. Miroku lo tomó con mucha más clama y diplomacia, pero tampoco pudo evitarse la debilidad de las lágrimas. Había visto el sufrimiento de la señorita Kagome durante todo su viaje y por un lado entendía su postura. Si tan sólo aquel necio fuera más abierto.
Era el turno de Sango. La exterminadora fue llevada en brazos por Miroku quien la depositó frente a Kagome. Su conversación fue larga y serena. Sango también era mayor que la joven sacerdotisa por lo que intentó por todos los medios que ella desistiera de su partida, pero lo único que logró fue que ella se lanzara a sus brazos llorando... por enésima vez en esa noche. La muchacha le consoló acariciándole el cabello, pretendiendo no llorar con ella, pero fue en vano, las lágrimas ya corrían por sus ojos oscuros. Cuando ambas se despidieron como las hermanas que eran, la adolescente llamó a Miroku para que se llevara a Sango.
- ¿Podrías decirle a InuYasha que entre, Miroku? –Sango y él se miraron preocupados-: ¿Miroku?
- Me temo Kagome, que... –empezó el monje y miró a Sango quien le dio fuerza-, InuYasha no está.
- Bien –dijo ella asombrada y al mismo tiempo desilusionada-, creo que es mejor. Será... menos doloroso.
Pero su corazón decía que no era así. Que no podía irse sin despedirse. Le era casi imposible salir de sus vidas sin terminar de una vez por todas todo aquel sufrimiento por él. Deseaba poder quedarse y si tan sólo él se lo pidiera ella estaría dispuesta a dejarlo todo por él. Pero él no entendía. Él solamente huía de lo que sentía y de lo que ella misma le profesaba. Baka, pensó.
&&&&
En lo que restó de la noche, InuYasha no apareció. Nadie entendía su actitud, o quizás sí la entendían pero le reprobaban ese hecho. Debió hablar con Kagome para aclarar todo y dejarla ir sin rencores, pero sencillamente él no quiso. La chica pensó que entonces así era mejor. La despedida sería dolorosa.
ººº
Era de noche, o más bien de madrugada y él vagaba por el bosque que le pertenecía. La noche anterior ella anunció que se iría. Y él simplemente no quiso despedirse. No entendía nada de lo que le pasaba. Caminaba por el bosque, hasta el barranco más cercano y se fijó en una estrella, la que más alcanzaba a brillar. No sabía por qué se sentía vacío y cada vez era peor. Se sentía caminar sin rumbo y sin dirección alguna. ¿Por qué sentía aquello? Dejó salir un gemido doloroso y levantó su vista dorada hasta el cielo oscuro.
- No sé qué hacer madre –dijo al aire y un soplo de viento le trajo consigo la presencia de su madre-. ¿Debo detenerla? –De nuevo ese soplo de viento tibio lo tranquilizó-. Me siento perdido, no pertenezco a ningún lado. Me siento solo y abandonado. No tengo hogar –escondió su rostro entre sus manos abatido.
El aire parecía bailar a su alrededor. Sentía la calidez de su madre envolviéndolo y le gustaba sentirla cerca. Era como estar en casa. Era sentirse de nuevo perteneciente a algo y a alguien. Justo de la misma manera en que se sentía con Kagome.
- "Hogar" –le llegó un susurro-: "Encuéntralo."
- ¿Dónde, madre, dónde busco? –pidió desesperado.
- "Dentro de ti" –dijo ese susurro.
Quería sentirse perteneciente a algo. Quería sentir que regresando del bosque habría alguien esperándole, procurando que él no estuviera enfermo o herido.
¿Quién era capaz de soportarle todos sus arranques de celos? ¿Quién se encargaba de cuidarle cada vez que salía herido? ¿Quién le protegía hasta con su propia vida a pesar de que era él quien debía protegerla? ¿Quién le esperaba hasta entrada la noche cuando salía furtivamente? Solamente ella. La única con el poder de aguantarle todos los malos ratos que le había hecho pasar. La única que derramaba lágrimas por él; ella quien no se ha separado de su lado a pesar de las tantas veces que había estado en peligro.
- Kagome –el susurro de su voz se mezcló con la brisa que le trajo el mismo nombre.
Entonces lo comprendió.
Ella era el camino a casa.
Al hogar que no tenía, o que ahora naturalmente lo daba por hecho. Estar junto a ella era su hogar, el lugar más seguro en el que podía estar. Su pecho se estrujó tan solo en pensar que ella se iría nada más despuntara el alba. Miró hacia las montañas y se encontró con los débiles rayos del sol saliendo por el horizonte. Se iría en cualquier momento. Y tenía que detenerla.
When this whole world gets too crazy
And there's no where left to go
I know you'll give me sanctuary
You're the only truth at all
You're the road back home
Corrió como el demonio que corría por sus venas y la alcanzó despidiéndose de los demás, junto al pozo. Shippo sollozaba, igual que Sango quien era abrazada por el monje. Con su rapidez habitual cruzó miradas con ella y con su olfato pudo sentir la profunda tristeza que de sus ojos emanaba, sin pensárselo la abrazó con fuerza reteniéndola a su lado.
- Tú eres mi camino a casa –susurró-, eres en quien puedo y quiero refugiarme.
- InuYasha –dijo en un sollozo ahogado. ¡No más llanto por favor!
- Kagome..., no te vayas –su voz varonil y fuerte se quebró en un ligero gimoteo.
- Tengo que irme…, no puedo quedarme –ella dejó escapar las lágrimas de sus ojos-: Ya no puedo seguir aquí, InuYasha. Lo sabes.
When the storm
Is raging outside,
You're my safest place to hide
La sentía perdida ¿ella ya no quería luchar ni estar con él? Se veía harta y sobre todo triste y herida. La sujetó más fuerte entre sus brazos, no importando que los demás lo vieran quebrarse. Era la única oportunidad que tenía de que ella se quedara. Tembló ante la sola idea de perderla para siempre; rogó para encontrar la manera de hacerla quedarse.
- Por favor –y su voz sonó como sollozo-, quédate conmigo... –InuYasha guardó silencio hasta sentir en su pecho un calor inexplicable que viajaba lentamente hasta su garganta-: Te amo –le dijo. La sintió flaquear y dejarse caer sobre sus rodillas, él también la siguió sin soltarla. Ella se aferró a su cuerpo-. ¿Kagome? –Se separó sólo para observar su rostro y sus ojos castaños brillantes-: Kagome... –susurró con ternura.
- P-pretendes q-que me eche a tus brazos y que te diga que siempre he esperado esto, que durante todo este año no he hecho más que amarte y tú solamente te dedicabas a hacerme sufrir. Quieres que te diga que me quedaré y podremos ser felices y que... –todo esto lo dijo tan rápido y con lágrimas surcando su rostro.
Más atrás de ellos, Sango aguantaba las ganas de echarse a llorar. El hanyou se estaba destrozando frente a ellos y a él no le importaba. Sólo quería que Kagome se quedara. Y si lo lograba todos estarían felices, pero ella estaba tan dolida.
- Sí, –repitió él con la voz entrecortada-, quiero eso y todo lo demás que venga –y le acarició el rostro con una de sus manos-. No tienes por qué llorar, mi Kagome –ella sonrió con lágrimas en los ojos-. Quédate conmigo..., quédate con nosotros.
Can you see me, here I am
Standing here where I've always been
And when words are not enough
I climb inside your heart and still find
You're my safest place to hide
Jamás había visto a su amigo desmoronarse de aquella manera. Siempre lo había percibido como una persona fuerte que no se dejaba amilanar por nada, pero era maravilloso todo lo que Kagome había logrado con él. InuYasha había aprendido el valor de la amistad y de la sinceridad entre los amigos, y eso era algo que nadie le quitaría.
- Y-yo –balbuceó-. ¿Por qué ahora, InuYasha, por qué antes de irme?
- Porque he sido un idiota, Kagome –le dijo, dos pequeñas gotas saladas resbalaban por su cara-, me daba miedo amarte porque entonces te perdería igual que perdí a Kikyo.
- Sigues comparándome –le dijo.
- No, no..., –dijo él asustado y la abrazó de nuevo-, me ha costado tanto dejarla ir, pero ya lo he hecho. Ahora te necesito a ti. Eres lo único que me queda, Kagome. Sí tú te vas yo..., –la frase "moriré de tristeza" se ahogó en su garganta.
- Está bien –dijo ella en tono bajo.
- ¿Nani? –dijo levantándole el rostro.
- Me quedaré –dijo ella mirándole a los ojos dorados ahora rojizos de llorar-, me quedaré contigo. Con ustedes –Kagome volteó a ver a sus amigos detrás de InuYasha.
Sango no aguantó más las lágrimas y al igual que Shippo soltaba el llanto. Miroku le sonrió agradecido de que ella se quedara. InuYasha la sujetó con fuerza y ternura entre sus brazos. ¡Ella se quedaba! Ella se quedaría con él..., no estaría sólo.
- Gracias por quedarte... –Inuyasha escondió el rostro entre su cabello y sollozo en su hombro-, te amo.
- Yo también te amo, mi hanyou –la chica se aferró a su torso sollozando-, te amaré siempre... siempre.
Era su promesa.
Ella había accedido a quedarse después de todo. Nunca se había sentido más satisfecho como ahora. Había logrado que ella no lo dejara sólo. Tardó mucho en darse cuenta lo que ella significaba, pero ahora que lo sabía no la dejaría ir nunca.
Ella era su hogar. El único lugar al que pertenecía.
§¢§¢§¢§¢§¢§¢§¢§¢§¢§¢§
(1) El burro hablando de orejas: es un refrán mexicano bastante peculiar. Se usa cuando una persona critica algo malo de otra persona que irónicamente él tiene de más.
Este fic fue creado con varias canciones. Principalmente una que se llama: "Safest Place to Hide" de los Backstreet Boys; existen varias más que durante la escritura del mismo se colaron en mi cabeza.
"I'm already there" de Lonestar;
"What's left of me" y "I can't hate you anymore" de Nick Lachey;
"When I'm gone" de Three Doors Down;
"Coleccionista de canciones" de Camila;
"Savin' me" de Nickelback:
"¿Qué te pasa?" de El Duelo.
Y hubo varias más, pero estas fueron las principales. Cuando comencé a escribir este fic inicié con el diálogo de InuYasha cuando le dice que ella es su lugar seguro, a raíz de la canción de los BSB y pues de ahí partí hacia atrás y hacia delante.
Empecé a escribir esto en un periodo de mi semana que me sentía súper deprimida, entre la escuela y problemas en mi casa pues salió esto. Me gustaría mucho saber su opinión. Anoche tuve dos opiniones contrapuestas, una amiga decía q estaba muy bien y la otra me dijo q escribía muy técnicamente. Probemos si hay alguien más q piense distinto.
Matta ne.
Иĭņđĕ β£åçk
