Disclaimer: Ningún personaje es mío. Lo único mío es la idea de esta pequeña historia romántico-dramática.

Decidí siempre sí hacer el epílogo y saben q? Pues q esta solo es el primer epílogo. Cuando reciba reviews comenzaré a escribir el 2do epílogo ) así q no se hagan del rogar y por favor escríbanme!

Saluditos a todos. Y muchos abracitos!

Amor, te lo dedico. Te quiero bastante. Un beso.

Datos importantes:

&&&&&: Tiempo después.

ººº: Días después.

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(Epílogo)

Road back home

By Nindë Black

- Quiero que seas mi hembra, Kagome.

Las palabras de InuYasha resonaron en sus oídos.

Hacía ya más de mes y medio desde que decidiera quedarse. Desde entonces el hanyou se había dedicado a hacerla feliz en todos los aspectos. Le había dolido mucho haber dejado a su familia, pero si las cosas iban bien y ella no se inmiscuía en muchos problemas podría irlos a ver de vez en cuando. Ahora se hallaba en la laguna cercana al pueblo, escondida; con los pies metidos en el agua para que él perdiera su aroma (según Sango había dicho).

No era que no quisiera verlo, de hecho, era eso lo que más anhelaba en el mundo, pero las palabras seguían latentes en su cabeza: ser su hembra. No estaba muy segura de lo que quería, le asustaban todos esos sentimientos de pertenencia y deseo que surgían en ella. ¡Claro que quería serlo! Poder compartir con él todo el amor que sentía, y quizás..., solamente quizás podrían tener una familia.

Sonrió ante su pensamiento. Una familia. Una hermosa familia compuesta por ella, él y pequeños niños-hanyou correteando alrededor de su padre, idénticos a él con el cabello plateado o negro, y ojos dorados. Se abrazó a sí misma. Ojala su madre le pudiera dar algún consejo. Tan sumida estaba en sus pensamientos que no escuchó cuando Sango se sentó junto a ella, hasta que se hizo escuchar con un ligero carraspeo.

- Sango –dijo ella en una sonrisa.

- ¿Estás bien, Kagome-chan? –le preguntó la exterminadora escrutándola con los ojos.

- Claro, Sango..., no es nada –le dijo ella desviando su mirada.

- Kagome... –le reprochó-. Puedes contarme lo que sea, eres como mi hermana menor.

- Lo sé –dijo ella-, y te lo agradezco –guardó silencio unos minutos, como si quisiera tomar valor para decir lo que seguía-¿Sabes? InuYasha me pidió que fuera su hembra.

- ¡Oh! –exclamó Sango, sorprendida-. Es por eso que has estado algo ausente estos días¿no es así? –Kagome asintió-¿Qué te preocupa Kagome?

- Sólo no sé exactamente como conducirme –la chica le miró avergonzada-, jamás he estado con un hombre, Sango. –Miró el agua-: E InuYasha no solamente es un hombre sino que es medio demonio.

- Lo amas¿verdad Kagome?

- ¡Por supuesto! –contestó escandalizada, cómo podía dudar.

- Entonces tú tienes tu respuesta –le contestó Sango calmándola-. Sé muy poco de las costumbres youkai.

- ¿Puedes contarme lo que sepas, Sango? –Le pidió esperanzada-, por favor.

Sango suspiró. La tarde sería larga.

- Bueno, los youkai tienen muchas costumbres como los animales de los que provienen. Los más leales y fieles suelen ser los de la rama canina: lobos y perros –enumeró-. Cuando eligen una hembra es para siempre, la respetan y protegen en todo momento –Sango pudo ver como los ojos chocolate de Kagome brillaban de una manera especial-, justamente como InuYasha ha hecho contigo todo este tiempo, Kagome.

La sacerdotisa del tiempo sonrió maravillada por la revelación de aquello. Entonces su inquietud se aplacó. Y su corazón dio un brinco de júbilo porque su respuesta estaba dentro de ella misma, solamente quería disipar dudas y Sango había llegado justo en el momento adecuado. Miró a su mejor amiga y le sonrió.

- Gracias Sango –le dijo.

- No hay por qué, Kagome. –Dijo Sango y apretó suavemente su mano-: Solamente quiero verte feliz y sé que InuYasha lo hará –la exterminadora le dio un beso en la frente y se levantó-. Iré a buscar a Miroku¿quieres que le diga a InuYasha dónde estás? Está como loco buscándote. –Kagome rió ligeramente.

- No, tan pronto como saque los pies del agua llegará más pronto de lo que tarde en decir "ramen" –Sango se rió también-. Matta ne, Sango.

- Matta ne, Kagome-chan –y desapareció de aquel lugar.

Kagome sacó lentamente sus pies del agua y en cuestión de un minuto, InuYasha estaba de pie a su lado.

- Kagome... –dijo su nombre en voz lastimosa.

- Hola, Inuyasha... yo... –pero él no la dejó terminar, solamente la envolvió con sus brazos y la mantuvo así.

- No importa, Kagome, de verdad no importa –le susurró-. Estaba preocupado¿sucede algo¿Estás bien? Has estado muy ausente, dime si pasa algo.

A Kagome le hizo gracia que él hiciera tantas preguntas al mismo tiempo y sonrió divertida al percatarse que InuYasha realmente estaba preocupado por ella. Kagome le miró a los ojos unos momentos donde él percibió la calma de la chica, pero volvió a sujetarla y a esconderse en su cuello.

- ¿InuYasha? –Le llamó suavemente y él se separó sólo lo necesario. Kagome se levantó de puntillas y le plantó un beso.

Al principio no supo qué sucedía, pero a medida que sentía los labios de Kagome sobre los suyos, moviéndose tímidamente pudo ser plenamente conciente de lo que pasaba. ¡Ella lo estaba besando! Durante el mes y medio que habían estado juntos él de vez en cuando le robaba un beso, pero no era como el que Kagome le estaba entregando en ese preciso momento. Cuando se separaron ella lo abrazó con todas sus fuerzas, escondiéndose en su pecho.

- ¿Recuerdas lo que me pediste hace unos días, InuYasha? –le dijo desde su pecho. El cerebro del hanyou procesó durante unos segundos y recordó entonces.

- Que quería hacerte mi hembra –murmuró él.

- Ajá –ella asintió y le miró-, quiero serlo.

- ¿Estás segura? –Preguntó él inquieto-: No quisiera presionarte.

- InuYasha –le llamó y posó sus dedos en los labios del medio demonio-, te amo, y quiero pasar el resto de mi vida contigo. Ya tomé mi decisión.

Él afirmó con la cabeza y para la sorpresa de Kagome la levantó en vilo. La miró de una manera lujuriosa que le hizo sonrojar y le susurró al oído unas palabras que lograron ponerla más nerviosa. Sin embargo, supo también que nada malo le sucedería, que todo estaría bien desde ese momento.

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El haori rojo estaba en el suelo junto a la cintilla roja que adornaba el kimono platinado con pétalos de sakuras rojizas en él. El ambiente era denso y cargado de pasión. Lo único que se podía oír eran las respiraciones aceleradas de las personas que ocupaban aquel espacio vacío, una pequeña cabaña alejada de la aldea.

Las manos grandes y ásperas acariciaban por encima del kimono el cuerpo pequeño y delgado frente a él. Delineaban delicadamente cada curva de piel tersa y sensual que tenía a su alcance. Metió las manos por entre el kimono, mientras devoraba sus labios, hambriento de su sabor.

Kagome utilizó hábilmente sus delgadas manos para desajustar el nudo que mantenía fijo el pantalón de InuYasha. Nunca despegó sus labios de los de él más que para tomar un poco de aire. Sentía su cuerpo responder a todas las caricias que él le daba, el deseo la estaba consumiendo lentamente de una manera cálida y espiritual.

Se desvistieron de una manera lenta, mirándose a los ojos, observando cada uno de sus cuerpos, memorizando cada recoveco que podían ver. InuYasha volvió a tomar sus labios con fuerza, logrando mantener pegados sus cuerpos, sintiendo el roce de su piel blanca contra la suya. Despacio fue recostándola sobre las bolsas de dormir que Kagome siempre cargaba para ella y Sango, cumplían su función a la perfección.

InuYasha bajó por su mentón hasta su cuello, lamió su piel y con sus manos acarició sus piernas. Kagome recorrió con la yema de sus dedos su espalda musculosa y ancha, sintiéndose cada vez con más seguridad de lo que hacía. Cuando InuYasha dejó su cuello para tomar entre sus labios uno de sus senos ella jadeó ante el contacto húmedo de su lengua sobre el pezón que inmediatamente se endureció. Provocándole al hanyou la satisfacción que quería.

Con el mismo fervor y amor, acarició cada uno de sus pechos, escuchando como ella gemía de pura emoción. Kagome se removía debajo del cuerpo de InuYasha, acariciando su pecho y costados con sus manos. De repente él se detuvo.

- ¿InuYasha? –le llamó.

- Shh –le mandó callar-, déjame verte así, amor –el hanyou le miró fijamente y después de sonreírle le susurró-: Te amo.

Besando sus labios, logró colocarse sobre ella en la mejor posición para evitar hacerle daño. Sin dejar sus labios, y estimulando con sus manos el cuerpo de su hembra, lentamente comenzó a entrar en ella. Resbalando entre sus muslos, sintiéndose ansioso por poseerla y al mismo tiempo conteniéndose de lastimarla. Sintió sus manos aferrarse a sus brazos y escucharla soltar un pequeño sollozo, y supo que si se detenía solamente aumentaría el dolor que su Kagome sentía. Continuó adentrándose en ella venciendo su virginidad, poseyéndola enteramente.

Le besó los pómulos recogiendo entre sus labios las lágrimas saladas que caían de sus ojos. Le tranquilizó susurrándole al oído que la amaba y cuánto significaba para él. Sus palabras parecieron surtir efecto porque entonces ella comenzó a mover sus caderas debajo de él, haciéndole perder el sentido común.

- Oh, Kagome –le dijo con ansiedad.

Y comenzó a moverse dentro de ella, sin dejar de besarla y decirle cosas bellas a su hembra. Lamió su cuello, justo en la curvatura del cuello y el hombro; y cuando Kagome menos los esperó le enterró los colmillos. Luego, con todo el amor posible y continuando con el vaivén de sus cuerpos, le lamió la herida para que ésta cicatrizara más rápido.

- Mía –le dijo con pasión-. Toda mía

- Sí..., oh, InuYasha, sí... –dijo ella con la voz jadeante y entrecortada.

Ella también se movía al compás de sus cuerpos, sus labios dejaron los de él para posarse en su pecho, utilizando su lengua por todo su cuerpo. Lo escuchó gruñir en algún punto de todo el rito y desde entonces no paró de gruñir y jadear.

- Te amo –le dijo a Kagome quien se aferró a él en un abrazo.

Los cuerpos comenzaron a perlarse de sudor y el movimiento se hizo cada vez más rápido; los gemidos y gruñidos resonaron en los oídos de ambos. Hasta que simplemente no quedó nada más que el grito de sus nombres en los labios de la persona amada. InuYasha se dejó caer a un lado de ella y la atrajo hacia él, donde Kagome depositó su cabeza en su pecho; normalizando sus respiraciones.

- InuYasha... –Kagome se acurrucó contra él, mientras el hanyou jalaba el kimono que estaba cerca de ellos-: Ha sido maravilloso.

- Tú eres maravillosa –respondió cubriendo sus cuerpos y abrazándola.

- Te amo –dijo y besó su pecho.

- Yo también, Kagome –el medio demonio besó su frente-. Descansa koichi.

Cuando el sueño venció a Kagome él no tardó mucho en dejarse llevar por el mismo. Se encontraba de lo más feliz en la tierra, todo el sufrimiento pasado a través de los años se lo estaban recompensando con aquella mujer que ahora oficialmente era su hembra. La protegería y la cuidaría..., y quizás, la familia que él tanto deseaba podría hacerse realidad.

- Familia –musitó-, mi pequeña... familia –y en un suspiro el hanyou quedó dormido junto a su mujer.

Continuará...

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Dejen reviews y no me enojo..., prometo no tardar para el segundo epílogo. Saludos a todos los que me han leído. Gracias de todo corazón.