N/A: Primero que nada ¡Hola! Este es mi ''primer'' fanfic sobre algún anime :3 Espero que les guste. Como pudieron leer en el summary, es un LevixTú, así que ¡Disfruta leyendo tu aventura con el Heichou!
Capítulo I
Cada vez que Hanji Zoe me presentaba a los reclutas nuevos, se daba el tiempo de acomodarlos en aquella mesa del comedor para que todos cenáramos juntos y contarles mi historia. Los de turno aquella vez eran Petra, Auruo, Gunter y Erd. Y la cara de aburrimiento olímpico de Levi. No me consideraba demasiado importante para Legión de Reconocimiento, quizás porque básicamente porque casi no salía de las murallas.
Tal vez era eso lo que los jóvenes consideraban especial. Y el hecho de que mis colegas me llamaran Sensei.
Siempre comenzaba por lo mismo, mi nombre y apodo, "Chiyu", a lo que todos desviaban la mirada para observar mi 1.61 de altura y la complexión que la escases le daría a cualquier persona. Comentaba que fui el quinto lugar en la Tropa de Reclutas 94 y les explicaba calmadamente que tenía solo "un poco" de miedo a las alturas, por lo que utilizar el equipo de maniobras tridimensionales era difícil para mí, ya que al percatarme de la distancia entre mis pies y tierra firme, me mareaba.
También les contaba como lloré cuando decidí quedarme en el discurso que Shadis dio sobre La Legión, y como acosé a Erwin en ese mismo lugar, donde le confesé mis verdaderas intenciones. Mi querida cuatro-ojos reía a carcajadas, ella pensó que me estaba declarando, con apenas quince años en aquellos tiempos, pero quedó pasmada cuando le propuse encargarme de una zona hospitalaria para los soldados heridos. De niña mis padres me llevaban a las puertas cada vez que La Legión de Reconocimiento volvía de sus misiones.
Heridos, mutilados, muertos.
No un panorama demasiado agradable para una chica de esa edad. Pero mi madre sabía que mi futuro estaba para servir a ellos como médico, como me enseñó desde pequeña. A veces probábamos con hierbas, plantas, incluso flores y setas. Luego comenzó el arte de cocer pequeños animales heridos por los niños del distrito. Luego, cuidar de mi padre cuando agonizaba por aquella enfermedad que le quitó la vida. Ya en esa época, algo más grande, creaba jeringuillas e inyecciones para calmar sus dolores. Después de su muerte, decidí que mi vida necesitaba otro rumbo, con total apoyo de mi madre.
Heredé todos sus libros, sus secretos, sus anotaciones. Y su sabiduría.
Gracias a Levi, Hanji, Erwin y Mike logré conseguir todo lo necesario para convertirme en la mejor medico existente dentro de las murallas. Dábamos nuestra vida en las expediciones, consiguiendo avanzar poco a poco para nuestra anhelada libertad. Y consiguiendo lo necesario para ayudar a los que caían de camino.
El ambiente se tensó de pronto. Hanji solo hizo mención de Shingashina, mi ciudad natal y la cara de todos se desencajó. Les contaba, ya con un tono más bajo, que para esa fecha estábamos en una misión fuera de las murallas. Vimos como todos los titanes corrían en dirección a María. Desde esa distancia podíamos ver el caos que se formó. El agujero en la puerta.
El fin de un siglo de paz.
Mi única reacción fue volver a mi caballo, esquivar titanes y salvar a mi madre. Creo que ninguno de los presentes me vio usar el equipo tridimensional con tanta habilidad como aquella vez. Demasiado tarde, para mi mala suerte, la casa que me vio crecer ya no existía. Tampoco la mujer que me dio la vida, ni siquiera bajo los escombros habían señales de ella. Ni un grito. Ni una gota de sangre.
Los cuchillos cayeron al suelo, mis rodillas también. Luego de eso, pocas memorias. Según Erwin, fui golpeada por un titán, mientras Hanji trataba de sacarme de ahí y Levi me gritaba mocosa inútil.
Ya en esa parte de la conversación me incomodo un poco, termino mi té y voy a mi habitación a sacar esos recuerdos de mi mente.
Pero Mike siempre dice que Hanji termina con una sonrisa, diciéndole a los reclutas que no estarían en mejores manos que con ._._._._-sensei.
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Seis de la mañana. Desperté malhumorada por el poco descanso que tuve, el día anterior Erwin, Levi y yo terminamos el informe y las instrucciones de la que sería la primera salida del escuadrón del Enano Gruñón.
Detalladamente tuve que explicarle que hacer en caso de cualquier eventualidad. Para qué servía cada cosa. Donde estaba todo. Como se colocaba el vendaje.
Supongo que cada vez que me pedía que le explicara de nuevo era solo para joder.
Luego de despertar, la rutina. Horario de ejercicio, leer un rato, una ducha y a desayunar. Ahí estaban todos, con cara entre excitación y terror.
―Buenos días.― Saludé, haciendo una seña con la mano. Los cuatro nuevos reclutas sonrieron, mientras que Levi soltó uno de sus tsk y desvió la mirada.
― ¿No podías quedarte en tu habitación, mocosa de mierda?― Soltó.
La amada rutina. Todos los días, desde que soy miembro de la Legión, ese es mi "¡Animo en tu día!"
―No. No puedo vivir sin su sonrisa, Heichou.― Le respondí, sirviendo té, guiñándole un ojo a Petra antes de salir casi corriendo de ahí con mi taza en la mano.
Creo haber escuchado unas risitas, un golpe en la mesa y un regaño.
Pobres.
Luego de eso, seguir leyendo, seguir inventando, seguir creando. Salir al jardín y cuidar de las hierbas para curar a los enfermos. Y esconder el té negro que Levi siempre roba cuando le da pereza ir al pueblo a comprar.
Paseo de rutina entre las habitaciones de los soldados heridos, algunos con sonrisas radiantes por sentirse mejor, otros, mas helados y azules de lo normal.
En medio camino me topé con Hanji. Mis ojos se reflejaron en sus lentes, por lo que podía ver mi expresión de sorpresa.
―La cocina. ― Le dije, tomándola del brazo.
Olvidamos que era nuestro turno encargarnos de la comida ese día.
La Legión de Reconocimiento completa solo quedaba contenta si Hanji o yo cocinábamos. Y era una tarea que se realizaba rápidamente, puesto que la mayoría de los enfermos solo tomaban sopas de literalmente, lo que fuera.
Lo complicado era limpiar, pero ya eso lo harían otros soldados.
Luego de eso, partía a mi rustico laboratorio, en el cual seguía inventando cosas que pudieran ayudar a la humanidad. Desde medicamentos hasta aparatos útiles.
La preocupación cayó a mi mente al notar que el sol se estaba escondiendo. Y la misión de Levi tenía estrictamente prohibido regresar sin luz solar.
El enano era desobediente. Pero nunca era descuidado con sus reclutas.
Terminé mis actividades diarias y fui hasta la oficina de Erwin. Toqué la puerta varias veces antes de que me contestara.
―¿Quién es? ― Preguntó, su voz se notaba preocupada.
―._._._._. , ¿Puedo entrar? ― Le pregunté.
―No. Ve a tu habitación y ponte el uniforme. Iremos por Levi.― Respondió.
Mis piernas temblaron antes de comenzar a correr hasta mi habitación para comenzar a conectar las correas. En menos de cinco minutos estaba de vuelta, pero ahora era Mike quien me esperaba.
―Los caballos están listos. ―Me dijo, haciendo aquel molesto ruido con la nariz. ― Llevamos un par extra, en caso de emergencia. Tus cosas están listas también.
Hice el saludo que nos caracterizaba y corrí fuera para tomar mi caballo y salir de una condenada vez. Me percate de la presencia de varias enfermeras que nos miraban con inquietud.
―¡Hanna! ―Chillé, ya sobre mi caballo esperando las ordenes de Erwin . ―¡Esteriliza un par de habitaciones mientras regresamos!
Hanna era una niña aun. Tenía apenas quince años, aunque era más alta que yo y su cabello rubio y largo daba envidia a veces. Estaba a mi cargo, ya que en el momento que decidió unirse a la Legión de Reconocimiento, ella misma se ofreció a ser aprendiz del Centro de Salud.
―No se preocupe, Sensei. Estará todo listo cuando usted regrese ¡Espero que no sea necesario usarlas!― Respondió ella con una sonrisa. Sus ojos azules brillaron bajo el atardecer.
―._._._._. , estas a cargo de ellos cuatro .―Erwin me miró y apuntó a cuatro hombres, casi nuevos de La Legión. Los que más habían durado. Luego los miró fijamente . ―Ella será su capitana durante esta misión. Obedezcan todas sus indicaciones.
Mientras esperaba que Hanji y Mike llegaran con sus caballos, les di una pequeña charla a los hombres.
―Si tenemos presencia de titanes, las indicaciones se harán mediante señas de manos. A veces ellos reconocen las voces humanas y las siguen, sobre todo los del tipo raro. Por favor sean precavidos, en caso de que haya algún herido, los llevarán sobre su regazo. ¿Entendido? Así como se encargaran de los heridos, yo me preocuparé de que no les pase nada a ustedes.
―¡Entendido, Sensei!―Gritaron los cuatro al mismo tiempo, ofreciendo su corazón. Sonreí.
De un momento a otro estábamos galopando hacia el bosque, en donde se supone que estaría el punto de vuelta de la misión. De pronto el llanto familiar de una mujer invadió mis oídos.
Seguro que era Petra.
―¡Están en la copa de algún árbol!― Gritó Hanji, saltando de su caballo, para usar el equipo tridimensional y trepar por la madera. Todos le seguimos bastante tranquilos, ya que no apareció ningún titán de camino.
Luego de seguir a Hanji, todos seguimos el olfato de Mike.
Y los encontramos.
Afortunadamente todos en la misma rama de árbol. Pero sus expresiones parecían traumatizadas. Auruo y Petra algo distantes a Erd, quien observaba a Gunter con los ojos demasiado abiertos.
La misma expresión que tuve yo al ver a Levi recostado con una de las capas de la Legión en la cabeza, haciendo de almohada. Se afirmaba el brazo izquierdo con énfasis y a través del pantalón se notaba una herida en el muslo derecho.
―¿No crees que tardaste demasiado, Erwin?― Bufó Levi, con su voz de siempre. Algo más entrecortada y agotada.
Me acerqué a él para intentar ayudarlo, pero el maldito enano era esquivo.
―Hanji, Mike, busquen los caballos. Espérennos abajo. El resto del equipo, baje cada uno con un compañero y cuídense.
La orden era clara y concisa. Erwin era un jodido líder innato. Todos cumplieron con su misión, mientras yo sacaba de un bolso que traía algo para curar a Levi.
―Comandante Erwin, necesito que se coloque al lado del Heichou y tome su mano. Esto le dolerá. ―Le dije, sacando una pequeña bolsa de suero para limpiar las heridas y un desinfectante natural.
El rubio hizo lo que dije de inmediato. Levi me observaba con una expresión de confusión.
― ¿Desde cuando eres tan mandona, mocosa?― Me dijo, rodando los ojos.
― Desde siempre. Ahora tranquilo. ― Solté, haciendo que Erwin riera suavemente.
Solo se escuchó un tsk. Y el pelinegro me devolvió una mirada de odio infinito también.
―Petra las vio. Dijo que solo eran superficiales.
La voz de Levi se normalizó por completo. Creo que me pasé un poco esta vez.
―Petra no es médico, señor. ―Respondí. Y comencé por cortar parte de la tela de la camisa y con una pequeña pinza separé un poco la herida.
Aquello era de todo menos superficial. Lo mismo la herida del muslo.
Cuando utilicé el suero y el desinfectante, noté como Levi presionaba demasiado la manga de la camisa de Erwin. Lo estaba torturando.
―¿Qué tal?―La voz del rubio me interrumpió.
― Voy a cubrir la zona con una venda. Necesita sutura y no puedo hacerlo aquí, ya que puede enfermar. Su temperatura corporal es baja y sus mejillas han palidecido por la notoria pérdida de sangre. Será un buen uso para la que les quité el otro día. ― Les dije, recordando mi prueba de transfusiones.
― Y una mierda, mocosa. ―Soltó Levi casi asesinándome nuevamente.
―Será por las buenas o por las malas. ― Respondí.
A veces podía ser una verdadera suicida.
―Tú lo llevaras a caballo. Nosotros quedaremos libres en caso de cualquier emergencia. Lo cargaré hasta abajo e irán a la Base a toda velocidad.
Ordenes claras y concisas nuevamente. Asentí y baje hasta mi caballo, en donde delicadamente Erwin dejó a Levi sobre mi regazo, como si fuera una jodida princesa amargada y cascarrabias. El pequeño héroe de la humanidad de removía incómodo y ya estaba comenzando a hartarme.
―¡Maldición, Heichou! Coloque su brazo derecho contra mi cuerpo y sujete su brazo izquierdo. Ahora, coloque la pierna derecha sobre la izquierda y así no dolerá tanto.
Aquello había sido casi un regaño. El rodó los ojos.
―Nadie ha dicho que duele, maldición.
―No tengo que ser adivina para saberlo. Y es entendible. Por favor deje de moverse o sangrará más aun. ― Respondí.
Tomé las riendas del caballo y comencé a galopar con la pequeña tropa tras de mí. Levi de un momento a otro intentó tomar las riendas, pero se las quité rápidamente. Ahí noté que estaba demasiado frio.
―Mocosa insolente. ―Bufó.
En cuanto Hanji, Mike y Erwin se adelantaron en busca de titanes, levanté una mano como señal para que los demás se detuvieran.
―Chicos. ―Murmuré, provocando que todos acercaras sus caballos. ―¿Cómo esta cada uno?
Me sentí algo ignorada, ya que ninguno me respondió. En cambio, la mirada de todos bajó hasta Levi y la extraña posición en la que lo tenía acunado. Lo miré fijamente y el desvió la mirada, notoriamente incómodo. Levanté la vista y con una ceja arqueada, exigí una respuesta.
―Erd y Gunter están bien, Sensei. Ningún daño superficial, solo algo distraídos por lo vivido. Los que están peor… son ese par. ―Respondió uno de mis acompañantes.
Mi mirada se posó sobre los ojos de Petra, quien no fue capaz de devolverme ni una palabra. Respondió el chico que la acompañaba.
―Ninguna herida, Sensei. Un par de rasguños ambos. Auruo tiene heridos ambos nudillos… y los dos…
Se quedó callado. Insistí con la mirada pero para mi sorpresa, el chico se sonrojó. Se acercó más a mí y casi en un susurro al lado de mi oído, soltó la verdad.
―Ambos se orinaron. Supongo que producto del miedo que pasaron… es comprensible. ― Dijo. Pero de todos modos, sus palabras sonaron como si debiera regañarlos por ello.
―Entendido. Completamente normal, soldado. Ha pasado muchas veces. ―Respondí, ya más fuerte, para que los afectados escucharan. ― Ahora necesito que cabalguen delante de mí. Donde mis ojos los vean y por lo que más quieran, no se detengan hasta estar a salvo. ― Ordené, al ver la esperada bengala verde en el cielo.
Ellos partieron rápidamente, pero me quedé un segundo más observando a Levi mientras cabalgaba suavemente.
―Heichou ¿Esta despierto?―Pregunté, al ver que el enano tenía los ojos cerrados.
―Obviamente, idiota. ―Respondió, abriendo los ojos. Nuevamente toqué una de sus manos y seguía igual de frio, por lo que me quité la capa y se la coloqué encima a modo de manta. El me miró fijamente unos segundos.
―¿Qué fue lo que le sucedió a usted?. ―Pregunté, aumentando la velocidad. Pensé que diría que es algo que no me incumbe, pero respondió.
―Apareció un titán de siete metros. El idiota de Auruo trató de matarlo girando en espiral… pero perdió el equilibrio, se le soltaron las cuchillas y fueron a parar sobre mí. ―Hizo una pequeña pausa que logró ponerme nerviosa. Jodido enano misterioso. ―Al final maté al titán pero también perdí el equilibrio, así que me subieron ahí y Petra intentó curarme. Un maldito fracaso, como puedes ver, mocosa.
―Al tener una extremidad herida de cada lado, es obvio que no podría conservar el equilibrio de pie. Las heridas son demasiado profundas y supongo que han sangrado todo el día. Es sorprendente que no se haya desmayado.
Maldición. Hablo demasiado cuando explico medicamente algo. El solo bufó en silencio. Ya estaba por alcanzar a mi escuadrón cuando Levi rompió el silencio.
―Detesto tus explicaciones de mierda, ._._._._.
Contadas veces me llamaba por mi nombre. Esta vez me hizo reír, creo que era la primera. Siempre eran regaños y cuando era más joven, me hacía llorar.
―A mí tampoco me gustan. Creo que aburro demasiado a la gente, nadie considera una pasión lo que hago, a parte de mi. ―Le sonreí. El rodó los ojos. Pero los abrió demasiado al escuchar esos pasos… familiares.
Titanes.
Mi tropa se descontroló.
―¡Avancen!― Les grité, mientras sacaba la bengala roja, que alertaría a Erwin.
Me enfoqué en avanzar solamente. De vez en cuando giraba la cabeza para intentar contarlos. Eran diez de siete metros.
Malditos.
La muralla estaba cerca… era solo atravesarla e huir, literalmente. No había tiempo de luchar, menos con Levi en esas condiciones, por lo que obligue a todos a apurar el paso mientras los ruidos se acercaban y eran cada vez más fuertes.
Eran demasiados y con tres no los detendríamos demasiado tiempo. Y en la muralla no abrirían la puerta si se ven amenazados.
―Heichou. ―Grité. El nuevamente abrió los ojos.― ¿Cree que pueda tomar las riendas y cabalgar cuando lleguemos a la muralla?
El suspiró como si lo que dije fuera demasiado imbécil.
―Estás loca si crees que lo harán todo ustedes cuatro. Iré también. ―Soltó, casi sentándose de un brinco sobre mi caballo.
―¡No!―Chillé. ―Es una pregunta directa. Si o no. ―Insistí. El chasqueó la lengua cuando vio la muralla cerca y a nuestro lado, Erwin, Mike y Hanji intentaban distraer a los titanes.
―Un error en tu plan, mocosa, y yo mismo me encargo de patearte hasta que mueras.
Vaya manera de decir que sí. Asentí, como si no hubiera escuchado aquel hermoso mensaje.
―¡Erd! Te quedas a cargo. Vigila que todos sean llevados a una habitación para que descansen, incluido tú. A Levi-Heichou déjenlo con Hanna ¡Es una orden!
―¡Sí!―Gritó él.
Cuando estuvimos dentro de las murallas, suspiré y salté de mi caballo, dejando a Levi solo esta vez. De cabeza en el aire pude mirar como los soldados me miraban hacer aquella acrobacia. Enganché las cuerdas en la muralla y salí para ayudar a mis compañeros, de modo que los diez titanes quedaron hechos vapor en cuestión de minutos.
Luego tuve que compartir caballo con Hanji para llegar rápidamente a la base. Al llegar, darme una ducha y ponerme ropa limpia, una bata de médico y guantes esterilizados para ir a la habitación del Heichou.
Allí, el escándalo que tenía Levi era insuperable.
―Ninguno de ustedes pondrá sus malditas sucias manos encima ¡Largo!. ― Gritaba. Creo que una bota salió volando por la puerta. Entré a la habitación y el aroma a limpio era desagradable.
Maldito enano quisquilloso.
Hanna estaba acorralada en una esquina con una jeringa en la mano. Seguro que lo iba a dormir.
―¡Heichou! Cálmese, por favor. ―Le dije, entrando suavemente, con las manos en alto para que el las viera. Hanna había logrado colocar la bolsa de sangre al lado de la cama, pero el tubo que lo conectaría a su brazo estaba en una bandeja al lado de la mesita de noche.―Hanna, dame eso y retírate. ― Finalicé. La joven obedeció aterrada y cerró la puerta suavemente.
―¡Maldita sea! ¿Quién te crees que eres para creer que pondrás un dedo sobre mí?― Nuevamente gritó, esta vez con la intención de ponerse de pie.
―¡Levi! ¡Cállate y recuéstate! ¡Te dije que sería por las buenas o por las malas, maldición!
Mi paciencia se fue de paseo… y… había tratado incorrectamente a mi superior, el que me miraba fijamente paralizado por mis palabras.
―Hija de… ¡Vete a la mierda, mocosa!
De un solo movimiento inyecté la anestesia en el cuello del enano. Diez segundos y su cabeza desplomó sobre mi pecho.
Lo acomodé en la cama para cortar la ropa y comenzar la sutura. Las vendas estaban llenas de sangre, por lo que cosí como si mi vida fuera en ello. Coloque vendaje nuevo, limpie todas las heridas que estaban a la vista, revise que no tuviera más y conecté la bolsa de sangre que había tomado hace un mes de sus propias venas.
Seguro que cuando despertara y se sintiera mejor, sería capaz de golpearme hasta la muerte.
Hola de nuevo (?) Debo decirles que el otro día fui al cine a ver Noah, y me inspiré en Emma Watson y su cicatriz.
Déjenme sus comentarios!
Setsuna Cooper.
