Ningún personaje es mío, todo le pertenece a la multi-ricachona J.K Rowling.
II
Apuesta
Era perfectamente capaz de sentir su mirada, casi hundiéndosela físicamente entre ambas cejas. Hacía todos los esfuerzos para concentrarse en los exámenes sobre el escritorio, mientras ella se removía inquieta sentada en la mesa con las piernas colgando y caldeándose las manos con una taza de café. Tomó la pluma aparentando calma y comenzó a garabatear sobre primera la hoja que estaba encima del montón. Si ella era capaz de apostar, también podía seguir su juego.
Fijó los ojos en los pergaminos batallando internamente para no mirarla. Cuando la escuchó gruñir en señal de desaprobación, sonrió en una mueca de victoria simulando una completa ignorancia de su presencia.
-¿Remus?- llamó suavemente, ocultando hábilmente en su tono su desesperado intento para que la mirase. Se bajó de la mesa y se paró frente a él enarcando una ceja.
Él corrió la cara. No se iba a dejar vencer tan fácilmente. Ella bufó sonoramente exasperada, tampoco se iba a dar por vencida.
-¡Nymphadora, no lograrás que te mire!- advirtió con las manos enlazadas serenamente en su regazo, mirando el techo como si entre los trazos de pintura desgastada se encontrara el secreto más relevante del mundo.
-¡Pues tú no lograras que yo pierda la apuesta!- contestó ella con una sonrisa absolutamente llena de picardía cruzando su rostro, que él no alcanzó a advertir.
Al tener la vista pegada al techo, no logró reaccionar hasta cuando ella deslizó sus manos hacia sus mejillas y acercó peligrosamente sus labios a los suyos.
Se le formó un mosaico de ideas en la cabeza que no parecían tener sentido alguno, repleto de pensamientos que no tenían relación entre sí. El aire dentro de su boca le llegó a los pulmones como regalo del cielo, y el aroma de fresa que desprendía su cabello le nubló los ojos. Percibió el ligero gustillo a café muy azucarado en su lengua aumentando el sabor dulce que de por sí tenían sus labios.
Levantó los párpados, aún con el agradable sabor en la boca, y la encontró con los ojos brillantes.
-He ganado, Lupin. Me has mirado.- declaró juguetonamente depositando un fugaz y delicado beso en la punta de su nariz, sonriendo triunfante.
-Tramposa- farfulló, pero igualmente sonriendo ante la incapacidad de no mirarla por más de cinco segundos.
