Ningún personaje es mío, todo le pertenece a la multi-ricachona J.K Rowling.

Cocina

Remus Lupin tenía la vista clavada en el periódico sabiendo exactamente qué iba a pasar, y cómo. Una leve sonrisa nació de sus labios, adornando su rostro surcado de arrugas prematuras cuando escuchó estruendosos ruidos metálicos provenientes de la cocina. Bajó El Profeta a su regazo con el propósito de tener un mayor campo visual para la escena que estaba pronta a ocurrir, como un espectador en un teatro que esperaba la inminente obra que se avecinaba.

Se sacó los anteojos para leer y los colocó sobre la mesita que estaba a su lado pacientemente, casi como una costumbre. «Cómo te conozco, Nymphadora» pensó divertido ante la mueca que pondría Tonks al escucharlo decir eso.

Sólo ella se empeñaba en meterse en la cocina teniendo pleno conocimiento de que al día siguiente tendrían que ir nuevamente de compras para una nueva cafetera, vajilla u horno, y en el peor de los casos, un mobiliario completo para toda la cocina. Tomando en cuenta de que sus habilidades culinarias dejaban mucho que desear, acrecentando el hecho de que ya se sabían los números telefónicos de todas las tiendas para ordenar comida.

Se preparó para contar ya la conocida cuenta atrás temiendo el daño de esta ocasión. "Tres…dos…uno…"

Un poco nítido hilo de humo negro comenzó a brotar por debajo de la puerta de la cocina, luego se abrió abruptamente liberando a un espeso nubarrón gris que dejó emerger una figura esbelta, con el pelo rosa y el rostro cubierto de manchas oscuras. Parecía como si se le fuesen a salir los pulmones de tanto toser, y tenía los ojos vidriosos.

-¡Estúpida cocina!- masculló entre tosidos con aire aparentemente accidental e inocente sacudiendo su ropa cubierta de polvo. Levantó la vista y poniendo sus manos en jarras levantó una ceja al verlo reír descaradamente.

-Un solo comentario, Remus Lupin, y te juro que mañana despertarás estéril- amenazó avanzando hacia él y sentándose en sus piernas –. Sólo digamos que hoy ordenaremos comida china. Lástima, pues te pierdes mis espectaculares destrezas como chef- concluyó con una sonrisa al ver que él torcía el gesto esperando el pronóstico de daño.

Su meta a futuro sería alejar por todos los medios permitidos a Tonks de la cocina.