Capitulo IX
Sawney y Bean fueron los hijos oficiales de Hanji durante esa noche. Los investigó a fondo, como la loca que era, sin siquiera descansar. Ella correteaba alrededor de los titanes sin ningún tipo de precaución, dejándome anonadada mientras Levi seguía sujetando de mí.
-Loca de mierda- Susurró de repente el ojigris. A mi mente volvió aquel recuerdo de Eithan e Irina, por lo que mi cuerpo se tensó y mis heridas comenzaron a doler demasiado.
Levi dejó esa expresión enfadada de lado y me miró con preocupación.
-Lo que menos quiero es ser niñera de estos titanes. Perdí a la mitad de mi tropa, Levi- Murmuré un poco apenada. Estaba siendo egoísta, puesto que esas dos cosas serían de mucha ayuda en nuestras investigaciones. Pero el recuerdo de mis soldados resquebrajados y comidos por aquellos seres me provocó nauseas.
-Mierda, aun no nos informaban las bajas de tu grupo... creímos que estaban todos en Trost. Ni Hanna ni el idiota de Kaito hablaron- Respondió. Me soltó suavemente, incluso, tomo distancia de mí.
Seguramente no sabía qué hacer ni que decir. Sonreí suavemente.
-No es algo de lo que tú debas preocuparte. Supongo que tuvieron sus propias bajas-
-Veinte-
El silencio se apoderó de mi boca. Le dediqué una expresión de horror a la tranquilidad con la que me hablaba, por lo que el simplemente se quejó con un tsk.
-Levi, ._._._._. , que bien que están aquí. Debemos salir con urgencia hacia el Tribunal Militar. Conseguí unos minutos para hablar con el chico-
La voz fuerte de Erwin interrumpió la incómoda atmósfera que se formó con Levi. Asentí, encaminándome sola hasta el carruaje que nos esperaba para partir. Dentro de mi conmoción y el hecho de esperar ahí sentada en absoluta soledad, saqué de mi chaqueta la insignia de Adelein. Tenía un poco de sangre, quizás de ella, quizás mía.
La observé varios minutos sin darme cuenta que ya estaba acompañada.
Hanna y Kaito estaban a mi lado, mudos igual que yo. Frente nosotros, Erwin y Levi solo escuchaban.
-Conseguí la de Irina y Eithan, Sensei-
De pronto Hanna disipó mis pensamientos, extendiendo hacia mí las insignias faltantes de mi tropa. Ni siquiera quise imaginar la rabia de ambos jóvenes en ese momento, para llegar al extremo de matar a los titanes, abrirles el estómago y rescatar a sus compañeros.
Era una práctica que se daba entre los grupos que estaban bien unidos.
-Hanna habló con los familiares de ellos. Vendrán mañana- Agregó Kaito. Lo miré con angustia.
-Nos despediremos de ellos mañana, como corresponde. Les mostraremos el mural a las familias. En cuanto lleguemos, bordaremos todo- Respondí, notoriamente afectada.
-Mocosos, si eso era lo que tenían que decir, ahora debemos irnos- Soltó de repente Levi, frustrándome.
-Levi… en unas dos horas volveremos, pueden continuar con sus obligaciones y nosotros los buscaremos en el Centro de Sanación ¿Entendido?- Dijo Erwin.
-Sí, Comandante- Respondieron ambos jóvenes, antes de bajarse del carruaje y que este comenzara a avanzar.
Miré al enano de mierda y al Capitán Cejotas. Tenía unas irremediables ganas de golpearlos hasta cansarme, a uno más que al otro, pero no podía hacer nada.
Atada de manos en aquella carrosa lo único que logré hacer fue derramar un par de lágrimas sobre las insignias de mis soldados.
-Estas considerablemente más afectada que otras veces, Chiyu- Comentó Erwin. El rubio me miraba con el ceño fruncido, extrañado. Levi se tensó.
-Han sucedido muchas cosas, estoy algo debilucha sentimentalmente- Respondí con ironía, dedicándole una mirada de tu eres culpable a ambos. Luego suspiré y limpié mis lágrimas con mi camisa – Jamás una tropa de sanación recuperó todas las insignias- Agregué, guardándolas nuevamente en mi bolsillo.
Erwin observó a Levi por un corto tiempo, pero este no le devolvió la mirada. El enano fue según nosotros, el primero en abrir un titán para rescatar a su compañero.
Farlan.
Por la expresión que los tres tomamos, supongo que las mismas memorias volvieron a nuestras mentes.
-Oye, Erwin, no le hagas recordar a Farlan, ya todos sabemos que la mocosa estaba enamorada de él- Gruñó Levi, molesto.
El rubio me dedico una mirada divertida, mientras el pelinegro se cruzaba de brazos.
Acaso eso eran ¿Celos?
No podía ser posible.
-Farlan fue el delincuente al cual Erwin me pidió capturar. Se volvió como un hermano para mí. Fin- Bufé.
De pronto recordé que luego de la muerte de Isabel y Farlan, Levi se volvió demasiado agresivo especialmente conmigo. Fue cuando volvimos de aquella misión cuando el maldito enano me hirió con una vasija rota.
En aquella época mi madre seguía viva, Erwin ni siquiera era comandante de la Legión de Reconocimiento, el centro de sanación no existía.
Y Keith Shadis me ofreció dos opciones: Seguir en la Legión como si nada. O abandonar sin ser juzgada y volver a casa, con mi madre, con un trabajo seguro en el mejor hospital dentro de las murallas.
Mi juventud en esos años prefirió seguir arriesgando la vida, obviamente.
-._._._._. ¿Estás bien? Tu pierna… ¿Duele?- Preguntó Erwin.
Inconscientemente recordar aquello logró que tomara mi muslo herido con fuerza, dolía intensamente, como lo que provocó Levi en mí.
El rubio estiró su brazo hasta juntar su mano con la mía, que estaba en mi extremidad herida. Los ojos grises apagados de Levi en ese momento me hicieron comprender algo.
Él sabía perfectamente lo que estaba pensando y desvió la mirada.
Creo que aún se sentía culpable.
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Muchos años atrás… antes del caos, el miedo y que mi vida se pusiera de cabeza.
Keith Shadis por fin reconoció mis habilidades y luego de mucho joderlo, me envió a una misión decente, que no fuera limpiar los platos luego de cada almuerzo.
Cumplí mi primer año en la Legión de Reconocimiento y como las misiones fuera de las murallas estaban suspendidas hasta nuevo aviso, pasaba los días leyendo libros de medicina, practicando con titanes falsos y ayudando a Hanji en sus investigaciones.
La puerta de mi habitación fue golpeada dos veces antes de abrirse.
-¡Erwin Buntaichou!- Grité alarmada al ver la rubia cabellera de mi capitán. Él sonrió suavemente, cosa que casi nunca hacia. Luego negó con la cabeza.
-Te he dicho innumerables veces que soy solo Erwin- Murmuró, acercándose a mí con unos papeles en las manos. Se sentó sobre mi escritorio, mientras yo le admiraba desde el borde de mi cama.
-E… e… Erwin- Suspiré, avergonzada. Todavía costaba llamar por su nombre a todos. El extendió los documentos a mis manos.
Comencé a leer rápidamente, dibujos de tres sujetos, una leve descripción. Era una misión de captura en la ciudad subterránea.
Algo preciso, limpio y rápido.
-Sé que has estado ahí, cuando tu padre vivía- Comenzó a hablar de manera pausada, apuntando el dibujo de un joven bastante atractivo, sonriente, con un mechón de cabello que cruzaba su frente y vestido con una camisa blanca – Él es tuyo. Debes ayudarme a detenerlo-
-Sí, estuve allá varias veces. La falta de sol hace que la gente enferme más seguido- Murmuré. Mi padre, como buen doctor, a veces intentaba sacar a la gente de ahí. Pero el dinero precisamente no nos sobraba y en aquel mundo… no pudimos hacer mucho.
-¿Recuerdas algo que nos sea de utilidad ahí?- Preguntó, sacando pluma y papel. Traté de recordar cosas importantes.
-Bueno… ellos son criminales ¿No? La ciudad subterránea tiene muchos pasadizos. La gente se cuida entre sí como si se tratara de una familia uniforme. Supongo que lo más inteligente de nuestra parte seria rodear y no seguir directamente si es que logran huir, porque saldríamos perdiendo- Respondí.
El me miró por un largo segundo. Me sonrojé.
-Lo agregaremos al plan. Mañana iremos- Murmuró. Salió de mi habitación dando largos pasos, evitando el contacto visual conmigo.
Fui muy obvia y muy estúpida.
Ya en la ciudad subterránea, las órdenes se daban con la mirada. Al primer criminar que avistamos fue a la chica, luego al castaño y por último al pelinegro.
Erwin y Mike lo dieron todo para capturarlo.
Mi objetivo era veloz, pero le faltaba un poco de táctica. Tropezó sobre un muro, por lo que logré cortar ambos cables de su equipo tridimensional mientras avanzaba.
-¡¿Qué demonios está mal contigo, mujer?!- Gritó, cuando caí sobre él. El castaño se removía de mi agarre, pero logré esposarlo mientras trataba de tranquilizarlo.
-Lo siento-
Eso fue lo único que logró salir de mi boca. En ese instante, el joven detuvo sus movimientos, como si entendiera que lo que yo hacía, era una orden directa.
Estábamos en una posición muy comprometedora y, al notarlo, el desvió la mirada. Tendido en el suelo con una chica sobre él logró colocarlo nervioso.
-¿Me harás daño?-
Aquello fue más un susurro que una pregunta, de igual modo negué con la cabeza. Me levanté del suelo y le ayudé a ponerse de pie, para comenzar a caminar hasta donde estaba Erwin.
Se escuchaba cerca.
-¿Hablaras en algún minuto?- Insistió. Asentí.
Seguimos nuestro camino. Las cosas estaban tensas, mi compañera logró atrapar a la chica, también esposada. Erwin y Mike interrogaban a un hombre.
Mike arrastró su cara por el barro. Y de pronto ambos lo dejaron en el suelo mientras caminaban en otra dirección. Me acerqué hasta él.
Sus amigos me siguieron como fuera, cayendo de rodillas a su lado.
-¡Aniki!- Chilló la chica, molesta. Me miró suplicante.
-¿Estas bien?- Pregunté al hombre pelinegro. Saqué de mi chaqueta un pañuelo y comencé a limpiarle la cara con un poco de agua que tenía en una cantimplora amarrada a mi cinturón.
-¿Quién mierda eres tú?- Soltó él. Claro, seguía con la capa de la Legión puesta. Incluso la capucha.
Al quitármela, el levantó la vista. Pude notar que sus ojos grises destellaron, sin importar su cara de cabreo infernal.
-¡Oye! Yo la conozco- Volvió a interrumpir la chica - ¿Eres hija del doctor, no?-
Palidecí. Vine a este lugar casi en el último año de vida de mi padre, antes de enlistarme en el ejército.
-Creo que su cara lo dice todo- Murmuró el castaño.
-Suficiente charla. Nos esperan arriba- Solté de repente, ignorando a los tres. Ayudé al pelinegro a ponerse de pie y comenzamos a caminar tras Erwin.
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Jodido trío.
Ni siquiera tuvieron que pasar un segundo de su vida por los tres años de reclutamiento, ni ceremonia de graduación, ni la inseguridad de elegir la rama militar que los definiría hasta la muerte.
En cuanto llegamos al cuartel general de la Legión, Shadis le asignó una habitación a cada uno, les entregó los uniformes, le pidió a Erwin que los probara en el campo y a mí que les hiciera su ficha médica.
Observarlos en el aire fue algo por lo poco, impresionante.
Sentí algo de celos al ser obviamente superada por los nuevos compañeros, pero no quedaba más que aprender y surgir junto a ellos, al contrario de mis colegas que bramaban en contra de los criminales.
-¡Oye, chica tímida! ¿Por qué lo haces tan bajo?- Gritó el castaño, abrumándome.
El maldito notó mi fobia a las alturas.
-Farlan, solo avanza- Gritó Erwin, asustándolo. El joven me dedico una sonrisa burlona y siguió su camino. A mi lado llego el rubio rápidamente.
-No es necesario que me defienda, Capitán. Eventualmente se enteraran- Suspiré.
-No es defenderte, no quiero que caigas- Respondió.
-Debo superarlo algún día- Repliqué. El solo bufó y subió a la altura del nuevo trio.
Seguí a Erwin esperando que si me caía, el me rescatara en sus brazos, literalmente. No debía mirar hacia abajo o caería, provocando un accidente innecesario.
Noté que aterrizaban en una rama del bosque de práctica y ya estaba temblando. A duras penas me reuní con ellos.
-Oye- Soltó nuevamente el castaño, sujetándome.
No.
Debía bajar de ahí o los vomitaría a todos.
Me solté del agarre y salté hacia el suelo con los ojos cerrados, hasta llegar a tierra firme. Apoye mi frente contra el árbol mientras con un brazo sujetaba mi estómago.
Temblaba, sudaba y estaba hiperventilando.
Típico, una crisis de pánico en el momento menos adecuado.
-¡._._._._._.!-
Mi nombre salió de la boca de Erwin, asustándome.
-Bien. Estoy bien- Tartamudeé. El palmeó mi espalda una vez y envió a todos de vuelta al cuartel.
-El Capitán la cuida demasiado… ¿No serán…?- La joven pelirroja interrumpió mi momento de miedo y casi me hace reír.
-Isabel- La regañó el pelinegro. Ella se calló en el instante.
-Los caballos están listos, Capitán- Murmuró Mike, calmado. El rubio solo me miró y negó con la cabeza, suspirando.
Me avergonzó.
-Todos a un caballo ahora- Soltó Erwin. Tomó mi mano y se encaminó conmigo, subiéndome a uno junto a él.
Sentí la calidez de su cuerpo, apoyando mi mejilla en su espalda.
Ya en el cuartel de la Legión de Reconocimiento, sintiéndome estúpidamente mejor, comencé con el análisis clínico de los tres nuevos integrantes. Ellos se sentaron alrededor de una mesa redonda, mientras yo les servía un poco de té para distender el ambiente.
-Primero que nada, están en libertad de realizar esta entrevista por separado o en conjunto y…-
-Solo has lo que tengas que hacer, mocosa. Hazlo rápido para poder largarnos de aquí- Murmuró el pelinegro. Sus compañeros estaban en completo silencio, los miré a ambos y asintieron.
Suspiré y saqué de un cajón tres jeringas y tres tubos, para comprobar el tipo de sangre que tenían. Eso serviría a futuro.
-Nombre completo- Susurré mientras escribía. Ordené tres hojas paralelamente para preguntar lo mismo y que respondieran, ahorrando tiempo.
Me sentí jodidamente intimidada por los ojos grises del pelinegro. Ignorando su expresión de odio, claro.
-Levi Ackerman- Soltó el ojigris.
-Isabel Magnolia- Murmuró la pelirroja.
-Farlan Church- Respondió el castaño, sonriente.
Llené los tubos con su sangre, comparándola en un suero para verificar el tipo sanguíneo. Escribí su fecha de nacimiento, edad, ciudad de origen y su apariencia física rápidamente. Medí peso y altura hasta que llegué a las preguntas incomodas.
-¿Inicio de actividad sexual?- Solté.
Isabel bajó la vista, notoriamente avergonzada.
Si – No – Si.
-Deben saber que las relaciones sentimentales y sexuales dentro de la Legión de Reconocimiento están prohibidas- Agregué. Ellos asintieron.
-No los pueden vigilar a todos- Bromeó Farlan. Lo ignoré.
-Isabel ¿Fecha de los sangrados?-
Ella bajó su cabeza aún más. Farlan estaba por explotar de risa y Levi seguía igual de tranquilo que al principio.
-El último comenzó el veintidós de noviembre- susurró. Anoté eso y saqué de mi bolsillo una inyección.
-Bien. Esto, Isabel, es una inyección que lo inhibirá. Estarás incapacitada de tener hijos mientras la uses ¿Entiendes?-
Ella asintió y procedí a inyectarla.
-¡Oh! No dolió para nada- Murmuró la pelirroja. Sonreí.
-Me alegra. Y si, Farlan, no los podemos vigilar a todos. Pero es mejor prevenir que lamentar- Solté, mostrándole la punta de la aguja al castaño. Levi desvió la vista.
Farlan soltó una risita adorable.
Continué revisando ojos, oídos, bocas. Medí pulsaciones, respiraciones y toqueteé estómagos. Busque fracturas u operaciones previas.
-¿Alguna enfermedad o condición de la que deba enterarme?- Fue la última pregunta que realicé.
-Si…- Murmuró Farlan.
-Oye- Soltó Levi.
-Él es un poco débil en los inviernos- Murmuró el castaño apuntando a su amigo. Este soltó un tsk, sonido bastante particular.
-¿Síntomas?-
-Fiebre, nauseas, vómitos… dolor de cabeza. Eso es lo que recuerdo ahora- Volvió a responder Farlan.
¿Qué acaso Levi no podía responder por sí mismo?
-Tos, congestión y escalofríos. Y debilidad, supongo. Eres una jodida metiche, mocosa- Agregó el pelinegro. Reí.
-Influenza entonces, Levi-san- Dije escribiendo en su ficha. Él se sorprendió por la manera en que lo llamé.
Debía mostrar un poco de respeto, puesto que era mayor que yo. No tanto así Farlan e Isabel, que lo eran solo un poco.
-Todavía no nos dices tu nombre, chica tímida. Y dudo que quieras que te haga este cuestionario- Soltó de repente el castaño.
Me sonrojé un poco.
-Mi nombre es ._._._._. ._._._._. , soy médico de la Legión de Reconocimiento. Tengo dieciséis años, viví en Shingashina hasta enlistarme en el Ejército. Pero eso ya lo sabían ¿No?- Murmuré.
Los tres asintieron.
-Tu padre siempre hablaba de ti en la ciudad subterránea ¡Y tenía razón! Te has vuelto muy fuerte. Y guapa- Chilló Isabel con energía, como si fuera mi amiga de toda la vida. Realmente no recordaba a ninguno de los tres, pero podía sentir un ambiente algo familiar con ellos.
-Lo lamento, sé que es mal educado de mi parte, pero no puedo recordarlos. Quizás era demasiado pequeña cuando fui hasta allá. El murió hace cuatro años- Agregué.
-No, no. Nunca te vimos… el solo… hablaba de ti. Te describía a la perfección. El doctor ._._._._. Tenía esa habilidad, con la que podías imaginar lo que decía. Nunca nos temió por vivir en la ciudad subterránea… nos ayudó siempre. Y sin cobrar nada a cambio- Comentó Farlan.
Sentí una punzada en el corazón, recordar a mi padre se hizo bastante emotivo.
-Pueden retirarse, la cena debe estar por comenzar. Y mañana es día de limpieza, así que coman bien y guarden fuerzas- Sonreí, invitando al trio a salir de ahí.
Me salté la cena esa noche. Encerrada en mi habitación, comencé los informes para Shadis y Erwin y así adelantar trabajo. Cenar con todos no me tentaba esa noche, menos después de lo ocurrido con el nuevo trio estrella.
Tocaron la puerta mientras dormitaba sobre mi escritorio.
-Pase- Balbuceé. La puerta se abrió y se cerró rápidamente.
-Es un poco irónico que nos envíes a cenar y usted no lo haga, doc.- Dijo Farlan, con un tono bastante sarcástico que me hizo reír.
-Tengo trabajo que hacer, Farlan. Y me incomoda un poco la nueva atracción de la Legión. Ustedes son estúpidamente buenos- Respondí, levantándome.
Al mirarlo pude notar que en sus brazos traía una taza de té y pan. Sonreí.
-Come. Tengo una pregunta que hacerte- Ordenó.
¡Maldición! Ellos eran muy dominantes, o yo demasiado joven, no lo sé. Solo obedecí.
-Lamento realizar ese examen. Para todos los que llegan es incómodo, pero son las normas- Dije al terminar mi té. El pan a medio comer lo dejé en la mesa.
-Te has disculpado todo el tiempo que llevo siendo soldado de la Legión de Reconocimiento- Bromeó él – Y la verdad es que fue divertido- Agregó.
-Lo fue para ti, no para tus compañeros- Respondí.
-De todos modos no es de ello a lo que vine a hablar. Aquello que pasó en el bosque ¿Fue un ataque de ansiedad?- Preguntó.
Palidecí. Que jodido observador era. Asentí, desviando la mirada.
-Le temo a las alturas- Dije sustancialmente.
-¿Y no sabes cómo controlarlo?- Insistió.
-Obviamente-
-Pero tu padre…-
-Él murió antes de que me enterara de esto- Finalicé.
Noté su mirada incomoda de disculpas.
-Bueno, por si no lo sabias, tengo un compañero obsesivo por la limpieza, que antes de controlarlo, tenía ataques de ansiedad. El doctor me enseño una técnica de respiración para manejarlo ¿Te gustaría aprender?-
Vaya. Me dejó aturdida con semejante discurso, al cual no pude negarme.
Desde ese minuto en adelante, la relación con Farlan avanzó satisfactoriamente. Era mi mejor amigo, como mi hermano, al cual admiraba.
Él se dedicó todo el tiempo con vida a enseñarme cosas. Cosas buenas y malas. Compartió alegrías y penurias conmigo, hasta que llegó el fatídico día.
Gracias a ellos, las misiones fuera de las murallas volvían a ser aprobadas.
Salimos fuera, libres, pero solo viví una de las experiencias más aterradoras de mi vida. Sobreviví a duras penas, gracias a Hanji, Erwin y Mike.
Lamentablemente Isabel y Farlan fallecieron en esa misión y Levi estaba destruido. Se distrajo mientras intentaba matar al titán que se comió a Farlan y fue herido en un brazo.
Al final aquel monstruo fue asesinado por mí. Y el pelinegro le abrió el estómago.
Sentí nauseas, pero sacó a su amigo de ahí. Levi observaba prácticamente aturdido mirando el cadáver de su colega, Erwin nos gritaba y comenzábamos a ser rodeados de titanes de nuevo.
Ambos en el suelo, con nuestros caballos alrededor mirábamos a los caídos.
-Levi-san ¡Levi-san!- Lo tomé por los hombros, tratando que espabilara para salir corriendo de ahí. El no reaccionaba y no me dejaba curar su herida.
-Detente, mocosa- Susurró.
-Debemos irnos, por favor. Vamos- Le rogué, pero seguía ignorándome. Tenía la impresión que quería cargar el cuerpo de Farlan y los restos de Isabel de vuelta al Cuartel, pero se nos hacia prácticamente imposible.
Recordé mi navaja y la saqué de mi bolsillo, cortando rápidamente las insignias que estaban en los uniformes de sus amigos.
Tomé la mano de Levi, entrelazando mis dedos con los de él. Y me eché a correr en dirección a un solo caballo, en donde lo obligue a subir tras de mí.
Fue la única vez que vi al enano tan jodidamente perdido.
Luego de aquel terror vivido, el realizar informes indicando las muertes y los diversos papeleos que debíamos completar, me dirigí a la habitación de Levi.
-Soy ._._._._. , vengo a realizar la curación de su brazo- Murmuré. El gritó desde lejos que solo entrara en silencio.
Estaba en la bañera, obviamente desnudo, pero no dejaba nada a la vista. En cuanto me acerqué, levantó su brazo izquierdo mostrando la herida a medio cerrar.
Comencé la sutura y el solo fruncía el ceño periódicamente. Estaba rodeado de jarrones con agua caliente, por lo que realmente confirmé lo que Farlan siempre dijo: Que estaba obsesionado con la limpieza.
-¿Qué harás con las insignias?- Soltó.
-Bordarlas. Hay un mural en la sala de estar del cuartel, en donde podemos poner un telar. Así dejar sus nombres y sus insignias, en representación de su aporte a la humanidad- Respondí rápidamente.
-¿Y en que minuto pensaste eso, mocosa?- Insistió.
Estaba muy hablador luego de lo vivido.
-No lo sé. Solo pensé en algo que nos sacara de ahí. Lo vi demasiado mal y…-
Me callé. Desde la posición donde estaba, podía ver una cicatriz jodidamente grande y poco agradable a la vista. Recorría desde la base de la nuca, hasta abajo, donde el agua permitía ver. Trazaba el recorrido de la columna vertebral.
Como si alguien hubiera querido partirlo por la mitad, literalmente.
-Levi-san… ¿Por qué esa cicatriz es tan grande?-
La curiosidad mató al gato. Y casi me mata a mí.
Levi, dentro de su furia y frustración por la pérdida de sus amigos, se puse de pie, importándole una mierda el estar desnudo. Lanzó uno de los jarrones contra la muralla.
La bandeja con los artículos para la sutura se me cayó al suelo de miedo, porque él estaba caminando hasta mí. Inconscientemente el avanzaba y yo retrocedía.
De pronto, se agachó y recogió del suelo uno de los pedazos de la vasija… y me la enterró en la parte baja del pecho, trazando una línea irregular en mi cuerpo.
-Eso no te incumbe, zorra… ¡Largo! ¡Ahora!-
No recuerdo nada más. Ni quien suturó mi herida, ni cuando volví a mi habitación. Solo me contaron que dormí casi un día completo y Erwin molió a golpes a Levi por mi culpa.
Cuando desperté y vi en mi mesita de noche la navaja y ambas insignias, recordé que tenía que finalizar mi misión.
Así que las bordé donde había prometido, le dejé una nota a Levi en su habitación y esperé hasta que el apareciera.
-Mocosa- Fue lo único que escuché salir de su boca, antes de salir corriendo de ahí.
No permití que me hablara hasta la tercera parte terrorífica de mi vida… el operar al Rey.
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Cuando volví en si sentí que estaba apretando con demasiada energía la mano de Erwin, quien me miraba preocupado.
Llegamos hasta el Tribunal Militar y a duras penas caminaba con ayuda de ambos hombres que me acompañaban. No pude contar cuantas escaleras bajamos, hasta llegar a una celda… poco amigable.
-Eren- Susurré.
El pobre chico estaba encadenado en una cama, rodeado de guardias.
-¡Sensei!- Chilló él, asustado. Sentí una pena terrible. Levi me empujo tras él y ambos comenzaron a hablar.
Debíamos sacarlo de ahí.
El capitulo quedó algo mas largo de lo normal ¡Espero que les guste! Por cierto, como siempre, muchas gracias por los favs, los follows y los reviews. Los leo siempre y me animan a seguir escribiendo :3
PD: Hice un cover para el fic (y es un spoiler (?)) ¿Les gustó? ¿O no se fijan en esas cosas?
Nos leemos en el siguiente!
