Summary: Tras una fuerte pelea con su esposa, Draco deseo que Hermione se convirtiera en la esposa perfecta, que no le molestara nada de lo que hiciera y que solo se encargue d sus necesidades, lo que nunca pensó, es que ese deseo pudiera convertirse en una pesadilla…
Capitulo Cinco:
Los sueños pueden volverse pesadillas…
Cuando despertó, Hermione ya no estaba a su lado. Arrugó el seño mientras la buscaba por la habitación, pero no la encontró. Tampoco estaba en el baño, así que poniéndose una bata encima, salió a buscarla…
La encontró en la cocina, perfectamente cambiada y maquillada, con un vestido color rojo que resaltaba sus perfectas curvas y unas zapatillas altas del mismo color.
Pero lo que le pareció más asombroso fue que estuviera terminando de hornear unas galletas de chispas de chocolate…
A Draco le pareció haber visto esa misma escena en algún comercial muggle: La Esposa Perfecta
- ¿Qué haces? - pregunto haciéndose notar.
- ¡Estoy haciendo el desayuno! - respondió ella de forma tranquila y con una sonrisa que estaba empezando a enfermar a Draco.
- ¿Vestida así? - pregunto incrédulo.
- Es que quiero verme perfecta para ti, Draco… - dijo de forma melosa mientras se acercaba a él y lo besaba en los labios…
- Creo que voy a bañarme - dijo secamente antes de salir de la cocina, pero sintiendo una pulsada al ver que Hermione seguía con esa sonrisa. Y como si él no hubiera dicho nada, siguió en su trabajo de hacer el desayuno…
Subió las escaleras malhumorado, y se encerró en el baño, azotando la puerta por la frustración que sentía.
Una vez en él, se dejó caer en el retrete (con la tapa abajo, por supuesto, mientras que se ponía las manos sobre el rostro y negaba con la cabeza repetidamente.
Tenia que haber una solución para todo eso, no creía poder soportar más con Hermione en ese estado… La amaba, pero no podía sobrellevar la culpa que sentía por la situación que estaba pasando Hermione, ya que era su culpa que Hermione estuviera de esa manera…
Se baño de forma automática, de la misma forma en la que se vistió, con la mirada perdida en ningún lugar específico.
Al acabar de arreglarse, hizo el ademán de salir de su cuarto, pero había algo que se lo impedía…
Un miedo de ver a Hermione.
No podía verla actuar de esa manera, no podía con la culpa que sentía dentro de él…
Se dejó caer en la cama, mientras inhalaba y exhalaba profundamente, tratando de controlarse…
Recordó con alegría que ese día era viernes, lo que significaba que el fin de semana no tendría que trabajar, y lo dedicaría enteramente a la recuperación de Hermione. No sabía como lo haría, pero él no se quedaría con los brazos cruzados observando como su matrimonio se iba a pique por su culpa…
Determinado, bajo las escaleras hacia la cocina, pero se extraño al no escuchar ningún ruido, ni siquiera el de las pisadas de los tacones de Hermione contra el suelo. Nada…
- ¿Hermione? - la llamó desde las escaleras, esperando escuchar su voz, pero no, no respondía.
Un horrible sentimiento se apoderó de él, algo le oprimía fuertemente su pecho y sintió que algo andaba mal.
Apresuró más el paso, y llegó hasta la cocina, descubriendo, con horror, a Hermione tirada en el suelo, completamente desmayada.
Por un momento se quedó de piedra, ya que había perdido el color de su piel drásticamente, Había bajado drásticamente hasta estar pálida
Luego de que la impresión pasó, se acercó rápidamente a ella, y se alarmó al notar la increíble temperatura que tenia en esos momentos…
- Nunca revisen a un familiar ustedes mismos, ya que los nervios les ganarán…- recordaba perfectamente lo que uno de sus profesores les había dicho justo antes de ingresar a su internado, y ahora entendía el por qué…
Sin perder ni un segundo más, tomó a Hermione entre sus manos y desapareció en un ¡Pluff!...
Apareció medio segundo después en la sala de urgencias del hospital San Mungo. Todo el mundo lo reconoció, pero todos se quedaron de piedra al ver a Hermione en sus brazos.
Draco, al ver que nadie hacia nada, se desesperó.
- Traigan una camilla, y llamen a la doctora Li… ¡Ya! - ordenó, al punto de la histeria. Y como sus palabras hicieran reaccionar a las enfermeras que estaban ahí, todos hicieron lo que el doctor Malfoy dijo.
Él mismo la llevó a una de las habitaciones particulares que tenía el hospital. No quería que Hermione estuviera rodeada de tanta gente. Quería que tuviera una habitación sólo para ella.
Se sentó a su lado y la tomó de la mano, mientras rogaba al cielo que estuviera bien.
Otra vez era su culpa. Si él no hubiera tardado tanto en bajar, tal vez habría estado ahí antes de que ella se desmayase y la habría llevado al instante al hospital. Pero no, él se tardó, y tal vez esa tardanza le costaría la vida de la persona que más amaba…
- Doctor Malfoy - se escuchó una voz desde la entrada.
Draco no necesito voltear, sabia quién era. Era la doctora Li, una de las mejores medi-magas que tenia San Mungo, al igual que él mismo y Hermione.
- ¿Qué le sucedió a la doctora Granger? - preguntó mientras se acercaba de manera rápida hacia ella y empezaba a tomar el pulso y a hacer varios conjuros para que la fiebre bajara.
- No lo sé - contesto él, sin apartar su mirada de Hermione ni un segundo- la encontré tirada en la cocina y tenia mucha fiebre…
- Mmm…- fue lo único que dijo mientras seguía examinándola de en una manera muy profesional. Pero Draco pudo ver la preocupación en su mirada, ya que Hermione era conocida y querida por todo el hospital.
- ¿Qué tiene? - preguntó, cuando la doctora terminó de examinarla.
Pero ella no contesto, sólo corrió hacia la puerta y grito a toda voz:
- ¡llamen a la doctora Weasley de inmediato! - antes de cerrar la puerta.
- ¿Qué sucede? - Preguntó alarmado.
Ginevra Weasley era una conocida ginecóloga, además de la mejor amiga de su esposa, pero no podía pensar el por qué la necesitaban en ese momento.
- ¡¿Qué sucede! - volvió a preguntar, ésta vez desesperado al no obtener respuesta.
- Creo que lo mejor es que salgas, Draco…- le hablo serena y pacientemente.
- ¿Pero que tiene? - preguntó de nuevo.
- No te lo puedo decir todavía, necesito que Weasley venga y que ella me confirme mis sospechas…
En ese instante, la puerta se abrió y por ella entró una chica de tez pálida y cabello rojizo…
Ginny dejó salir una exclamación de sorpresa al ver a Hermione en la camilla
- Necesito que me de su opinión de esto, doctora- hablo Li antes de que ella pudiera decir algo.
Ginny necesitó sólo un momento para hacerlo.
Draco observaba atentamente como es que ellas sólo se miraban a los ojos y asentían, pero nunca decían ni una sola palabra.
- Draco…- esta vez fue Ginny la que le habló - creo que es mejor que salgas.
- ¡No! - dijo él, definitivo - no hasta que me digan que es lo que tiene.
- Draco, sal por las buenas o…- en su voz se notaba la advertencia, pero Draco no podía irse de ahí sin saber que era lo que pasaba…
- No hasta que…
Lo único que supo después fue que Ginny lo apuntó con su varita, susurró un hechizo y él era expulsado por una fuerza sorprendente de la habitación, para que después, la puerta se cerrara con llave.
Luego de casi media hora golpeando la puerta sin recibir ninguna respuesta, se dejó caer sobre un asiento que él mismo invoco enfrente a la puerta de Hermione…
Se cubrió los ojos con sus manos y por primera vez en mucho tiempo, dejó que el miedo lo invadiera, y que lágrimas de dolor se escurrieran por su rostro…
Lo que más lo angustiaba era que ninguna de las dos pudo decirle nada en concreto. Tal vez si le hubieran explicado la situación él podría estar más tranquilo.
Pero no le dijeron nada, lo que hizo que su preocupación se hiciera más grande…
Trato de esperanzarse, pensando que tal vez fuera un virus o algo parecido. Pero él sabía que no era así, ya que de serlo, Weasley no hubiera sido llamada…
Cuando perdió la cuenta de las tantas hipótesis que había hecho sobre el caso de Hermione, la puerta por fin se abrió, y por ella salieron las dos doctoras…
Draco sintió que el alma se le iba a los pies al ver que vestían trajes de quirófano y que en sus ropas había algunas gotas de sangre…
- ¿Qué tiene? - fue lo único que pudo preguntar, mientras sentía que moría si a Hermione le hubiera pasado algo.
Las dos doctoras se miraron entre sí, y fue Ginny la que se acercó a él y puso una mano en su hombro. Las lagrimas recorriendo su rostro…
- Draco… - habló con voz quebradiza - lo siento…
Draco pensó que ella, su esposa, había muerto en ese instante. No podía pensar en nada coherente, sólo tenía la imagen de Hermione pálida, tirada en el suelo de la cocina…
- Ella… ella… - no podía decir más, el terror de perderla era demasiado fuerte…
- Hermione perdió a su bebé…
Las palabras entraron en la cabeza de Draco, pero parecía que no podía procesarlas…
- ¿Bebé? - preguntó con un gran nudo en la garganta - Hermione estaba…
- Ella estaba embarazada… - terminó Ginny por él…
Él cayó al suelo, ya que sus piernas no lo podían soportar más. Las lágrimas parecían quemarle los ojos mientras él negaba con la cabeza.
No podía creerlo… Hermione estaba embarazada. Un hijo de él y de ella… Y ahora…
- Al parecer… - habló Ginny, hincándose a su lado- Hermione llevaba una dieta demasiado estricta, lo cual debilitó mucho al bebé, que no tenía con que alimentarse. Y también los tacones, las mujeres embarazadas no pueden, por ningún motivo, usar tocones altos, porque eso es malo para el bebé…
- Quiero ser perfecta para ti...- las palabras retumbaron como una maldición dentro de los oídos de Draco. Todo era su culpa. Por su culpa Hermione había perdido a su bebé…
Eso era más de lo que él pudiera soportar…
Lloró amargamente, mientras se acurrucaba en sus piernas. No le importaba quién lo viera en esos momentos. Él estaba destrozado, ya no quería seguir viviendo, no cuando por su culpa, Hermione había perdido a su bebé…
- Hermione despertara en cualquier momento. Creo que necesita ver caras conocidas… - le susurró Ginny, quien se había mantenido a su lado…
Draco levantó la mirada y asintió. Ambos se levantaron, los dos con los ojos rojos por las lágrimas…
Draco entró lentamente a la habitación, como si temiera que el mínimo ruido la despertara…
Y ahí estaba ella, perfectamente dormida, como si nada le hubiera pasado.
Miró con malestar las manchas de sangre que todavía había en la sábana que la cubría ahora, y por un momento no se atrevió a acercarse demasiado.
Suavemente tocó su rostro, como si temiera romperla, mientras que más lagrimas recorrían su rostro, sin poder con la culpa que llevaba dentro.
Fue entonces cuando un par de ojos castaños se fueron abriendo lentamente, mirando a su alrededor, sin reconocer en donde estaba.
Y fue cuando los ojos castaños, desorbitados, se toparon con los ojos platinados llenos de dolor, que Draco se sintió morir… ¿Cuánto daño le había hecho a la mujer que amaba? Y fue cuando deseo morir en ese instante…
Finalizado el día viernes, 04 de agosto a las 4:24 a.m.
