Capitulo XIV

Cabreado como el infierno.

Aquello poco describía la expresión de Levi, al escuchar a Erwin dando las instrucciones para nuestra nueva expedición fuera de las murallas. Los reclutas ni siquiera llegaban al cuartel y nosotros, por lo menos los más antiguos miembros de la Legión de Reconocimiento, ya teníamos designadas nuestras tareas.

Erwin, Hanji y Mike irían al frente de todo. Un poco más atrás, Levi y el equipo de operaciones especiales, incluyendo a Eren, cabalgarían en el centro, en una de las zonas más seguras. Y mi tropa de sanación, dividida en este, centro y oeste.

Lo que daba como resultado, que en cualquier escenario estaría sola.

Y eso, por lo visto, había enfadado mucho a Levi.

Luego de repasar una última vez el plan, cada uno volvió a sus actividades diarias. O por lo menos esa era mi idea.

Todo estaba muy tenso, luego del ataque a los titanes capturados. Aquellos significaba solo una cosa: el enemigo estaba entre nosotros.

-Ven conmigo-

Un pequeño ladrido salió de los labios del enano, asustándome. Lo seguí mientras tomábamos dirección hasta el pequeño invernadero de la Legión. Casi siempre aquel lugar derrochaba calma y soledad, por lo que comenzó a gritarme casi al entrar ahí.

-¡Qué demonios está sucediendo ahora!- Chillé, abrumada. Su ceño fruncido y sus puños cerrados me hicieron pensar que me golpearía.

-Tienes que encontrar una maldita manera para no ir a esa estúpida misión, ._._._._._. –

Sus ojos grises gélidos me congelaron.

-Y tú necesitas parar con esto- Respondí, inconsciente de mis palabras.

-No estoy bromeando, mocosa. Vas a morir ahí fuera-

Directo en el orgullo. Sentí como los colores eran drenados de mi rostro, absolutamente pasmada.

-¡Confía en mí, maldito enano malhumorado! No soy tan idiota como tú crees. Sé el riesgo que asumiré valiéndome por mi misma en esta misión… pero… es mi deber. Soy un soldado más, no como tú, claro, pero con una gran responsabilidad en mi espalda-

-Esta vez no será como antes. Erwin va en serio…-

-¡Lo sé! Pero debes calmarte un poco-

Maldición. Era yo la alterada, él ya estaba menos tenso.

-La última vez que confié en alguien,._._._._._. … –

Oh. Su expresión cambio a una melancólica, por supuesto que lo sabía.

-No soy Farlan o Isabel, Levi. Soy solo yo…. entiendo cómo te sientes. También he perdido a mi familia, a mis amigos, a mis reclutas…-

Que conversación tan horrible. Me senté en el suelo, encogida. Levi pateó un par de cubetas antes de acompañarme.

-No podré cuidarte siempre ¿Lo sabes?- Murmuró, muy cerca de mí. Asentí.

-Eren es muy parecida a ella… ¿Es por eso que estas así de enfadado? – Susurré.

Un tsk y un golpe en mi hombro. Reí un poco, observándolo. Su cara estaba muy seria para mi gusto.

-Esto se está escapando de mis manos, mocosa-

-Ni si quiera trates de controlarlo, Levi. Lo que pasará, pasará. Ponte en mi lugar, si fuera yo la soldado perfecto y tu un simple capitán medico ¿Cómo te sentirías?-

El enano no fue capaz de despegar la vista de sus botas. Trató de responderme varias veces, pero nada salía de sus labios.

-No menosprecies tu trabajo, es asqueroso, pero útil-

Reí con ganas.

-Has salvado mi vida como yo he salvado la tuya. Fin-

Sonreí. Sacar, o mejor dicho, intentar sacar algo del dolor con el que Levi cargaba sería imposible. Pasarían años y miles de catástrofes antes de que él tuviera una paz interior agradable.

Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos.

Mis ojos se reflejaban en los de él, algo cristalinos por la tristeza que irradiábamos. Su mano libre fue a parar a mi mejilla, dándome un poco de calor. Luego se deshizo de la distancia entre nosotros, besándome suavemente, sin prisa ni apuro.

Aquello se volvió tan necesario. ¿Por qué demonios teníamos que escondernos?

Oh mierda.

Mierda.

-Así que… maldito enano malhumorado ¿Eh?-

Su voz distrajo mis pensamientos, logrando que sonriera. Suspiré y agache la cabeza, esperando el regaño.

-Es para que te hagas una idea de cuánto me agradas- Murmuré. El nuevamente chasqueó los dientes.

-¡Sensei!-

Maldición, la puerta del invernadero se abrió. La ya conocida voz de Eren aún se escuchaba lejana, por lo que Levi luego de ponerse de pie, extendió una mano para ayudarme.

La cara del castaño cuando nos vio fue un poema.

-La mocosa se cayó, Eren ¿Qué es lo que sucede?-

Vaya, que manera de salir del paso. Sacudí mi ropa mientras el chico hablaba con Levi.

-El equipo lo busca, Heichou. Debemos irnos… y Ness está buscándola, Sensei-

¡Cierto! Los reclutas. Debía dar mi clase de primeros auxilios tres veces a la semana y Ness sería el capitán de uno de los nuevos grupos.

-Gracias, Eren- Sonreí – Nos vemos en la cena-

Realicé el saludo de la Legión, el chico lo devolvió enérgico mientras Levi lo sacaba de ahí. Caminé por el verde ambiente de los jardines de nuestra base, encontrándome con mi colega.

Los chicos ya estaban ahí. Rostros familiares que me alegraron.

-Para quienes no la conocen, ella es ._._._._._. Sensei. Ella tendrá varias de las respuestas a sus dudas medicas- Sonrió, con su caballo tras él. Los reclutas me saludaron educadamente, sobretodo Mikasa y Armin.

-¡Vaya! Que gusto verlos- Solté de manera alegre. Ellos sonrieron también, presentándome a sus compañeros. Se veían bastante animados, dejando de lado el hecho de unirse a la Legión de Reconocimiento.

-¿Cómo esta Eren, Sensei?- Preguntó la pelinegra. Reí, se demoró bastante en preguntármelo.

-Muy bien, siendo entrenado por Levi-Heichou y el equipo de operaciones especiales. Están en una pequeña tarea hoy, pero deberían volver al atardecer- Respondí enérgica.

-Este ha sido su sueño desde niños…- Agregó Armin, pensativo.

Los encaminé hasta un salón antiguo, entregándole hojas de papel y lápices para escribir. Ellos me miraban atentos, entre deseosos y nerviosos por comenzar aquella nueva etapa de sus vidas. Era comprensible el ambiente cierto tenso de ese lugar, puesto lo vivido tan poco tiempo atrás.

-Primero que nada, sean bienvenidos a la Legión de Reconocimiento. Creo en ustedes y confío en su valentía, después de aquel motivante discurso del Comandante Erwin- Reí y ellos también- Nada de lo que se dijo esa noche, fue una mentira. Queremos que ustedes estén preparados para lo que viene, de todas las maneras posibles-

-Sensei ¿Qué nos puede decir sobre la próxima misión?- Preguntó un chico, de cabello castaño claro.

-Pues… ¿Jean, no? – Él asintió – Estos últimos días nos hemos enfrentado a una catástrofe que nos ha entregado nuevas herramientas para investigar. Su compañero Eren Jaeger ha abierto un mundo de preguntas y respuestas para nosotros. Como Legión, es nuestro deber educarnos. Esto será una práctica para ustedes para lo que se viene-

Hablar mucho y decir poco es una de mis habilidades heredadas de Erwin. Esperaba que con eso quedaran conformes y no preguntaran nada más.

-¿Y dónde está él?- Preguntó nuevamente el castaño.

Joder. Que insistente.

-Como habrán leído en el periódico de la ciudad o quizás, oyendo rumores entre sus colegas, la custodia de Eren fue entregada a Levi-Heichou. Por lo que muy alejado de él no lo verán. Ellos tienen sus propias tareas- Respondí, algo cabreada.

-¡Sensei! ¿Podemos solo continuar?- Gritó Mikasa, levantando la mano. La expresión de Jean cambio totalmente.

Quizá comenzaba a entender un poco…

-Bien. El pequeño tutorial de primeros auxilios es obligatorio desde ahora. Nuestra lógica es ayuda y serás ayudado, si no conoces lo básico, o tu compañero tampoco, mueres. Es simple. Quiero que pongan mucha atención y sean muy metódicos para que esto funcione. Cuando vean los resultados, agradecerán esta información-

Y así comencé con mi aburrido discurso. Las primeras clases siempre eran las más básicas, como tomar la temperatura y el pulso, reconocer los signos vitales, cómo actuar ante una emergencia. El tratamiento de heridas, contusiones y como detener hemorragias. Reaccionar a los accidentes comunes.

Más adelante se pondría más difícil. Les enseñaría el tratamiento de esguinces, fracturas o luxaciones. Que hacer frente a un compañero en shock, quemado, intoxicado, por lo que aprenderían a medicar y a suturar. Finalmente, lograrían usar perfectamente su botiquín, sabrían utilizar el vendaje y como transportar a los heridos.

Y quizás, si lograban sobrevivir lo suficiente, serian entrenados como médicos oficialmente.

Finalmente, una clase de seis horas con un solo descanso terminó por agotarlos. Por lo menos todos lograron un nivel aceptable de aprendizaje.

-Sensei-

Hanna y Kaito entraron en el salón, silenciosos. Se sentaron a mi lado un minuto mientras los reclutas terminaban de escribir los apuntes escritos en el pizarrón.

-El Heichou la está buscando- Murmuró Kaito. Asentí.

-Y Ness quiere entregarle el uniforme a los reclutas. Nosotros terminamos la ronda en el Centro de Sanación por ahora- Suspiró Hanna.

-Siento dejarles todo el peso del Centro… pero… ustedes también pasaron por esto- Reí. Ellos asintieron.

-No se preocupe, Sensei. La mayoría de los soldados ya ha vuelto a sus funciones normales. En el centro de sanación solo quedan colegas en recuperación- Agregó Kaito. Sonreí aliviada.

-Bien, chicos… esto es todo por hoy. Ellos son Hanna Evans y Kaito Matsuki, ambos médicos y miembros de la Tropa de Sanación. Ellos los acompañaran con Ness, quien debe hablar con ustedes ahora-

Recibí sonrisas de agradecimiento que llenaron un poco mi corazón. Todo el mundo se retiró de ahí, mientras ordenaba un poco el salón para las clases siguientes.

-Mocosa ¿Terminaste de aburrir a los reclutas?-

En algún momento de mi vida, llegué a pensar que Levi sería amable conmigo. Que idiota fui…

-Heichou…- Suspiré. El cansancio salía por mis poros.

-Oye ¿Estas bien?- Preguntó acercándose a mí. Volví a sentarme.

-Hacer esto una y otra vez por los últimos diez años me pone melancólica. Recuerdo a cada generación a la cual le he enseñado esto, siendo una adolescente… ahora un poco mayor – Reí.

-Suenas como una anciana pensando en retirarse-

-¡Eso jamás! – Grité.

Comencé a reír aún más fuerte, como una loca, digna discípula de Hanji. Levi, de manera brusca, llevó mi cabeza hasta su hombro. Podía sentir sus dedos acariciando mi cabello, mientras susurraba en mi oído lo imbécil que era.

Si pudiera, le pediría a todas las entidades que gobernaban mi vida… que aquello no terminara jamás.

. . .

Ya de noche, luego de la cena de bienvenida a los reclutas, fui hasta mi habitación para tomar un condenado baño y dormir hasta el fin de los tiempos.

Para mi mala suerte, con el pijama a medio poner, alguien tocó la puerta. Me coloqué rápidamente una sudadera y un pantalón cómodo y abrí.

Era Armin, en solitario. Qué raro verlo así.

-Pasa- Le dije. Cerré la puerta tras de él, se veía algo incómodo y nervioso. Observó mi cuarto, lo pude notar sorprendido – Es la ventaja de ser capitán. Tengo mis propias cosas- Bromeé, para romper la tensión.

-Esto es increíble- Murmuró. Sus ojos azules hipnotizados en mi biblioteca, llena de libros con portadas falsas. La mayoría estaban prohibidos.

-Sé que tengo algo que te pertenece ¿Estás listo para esto?- Le pregunté. Sus ojos infantiles llenos de dudas me conmovieron.

Al final, asintió.

-Han pasado muchos años desde lo sucedido en Shingashina… pero él fue el que al final, cuidó de los tres- Rompió el silencio, abrumado.

-Lo sé. Me contó toda la historia. Siempre soñaba con el día en el cual encontraba al pequeño rubio del que me habló. Siento que he sobrevivido todos estos años gracias a él, en el fondo, me dio un motivo más. Verlo a él, intentando sobrevivir frente a todo y a todos por sus nietos… fue simplemente admirable- Le dije, mientras revolvía mi armario buscando la pequeña bolsa de cuero con el libro de notas del abuelo. Cuando por fin la encontré, saqué el libro de mi armario y le entregué todo con una mirada maternal.

Armin recibió las cosas, tembloroso, comenzando a hojear sus cosas. Sus ojos se llenaron de lágrimas varias veces, pero nunca se quebró frente a mí.

-Gracias por esto, Sensei…-

-Ni lo digas, pequeño – Acaricie su mejilla, sonriendo – Fue un placer con el abuelo. Y lo será contigo, estoy segura. Para lo que necesites, estaré aquí ¿Entendido?-

-¡Sí!- Ofreció su corazón frente a mí. Devolví el gesto y él se retiró de mi habitación.

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:::

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Por el amor a los titanes.

Cada día el nerviosismo aumentaba, porque la misión fuera de las murallas se acercaba más y más. Era un día sin clases que entregar, por lo que Hanji me llevó a una de las misiones especiales de Eren, cerca del cuartel antiguo de la Legión.

-Dije que te mataría si no podía contenerte en tu forma de titán. Pero eso solo te haría mucho daño, pero eso depende de las habilidades del escuadrón. La idea es cortar y sacarte del cuello del titán… por lo que tendríamos que cortarte los brazos y las piernas-

Levi definitivamente era un amor de hombre. Dibujando en uno de los pizarrones, con unas dudables habilidades artísticas, le explicaba a Eren que hacer en caso de que llegara a descontrolarse siendo un titán.

-Espere, por favor. No sé cómo sucede eso… ¿Hay alguna otra forma…?-

Eren y su mirada de cachorrito asustado me provocaba querer asesinar a Levi, pero este solo le devolvía gélidas expresiones de cansancio.

-¿Acaso no quieres peligro?-

-No es eso lo que quiero decir…-

-Entonces decídete. Nosotros lo haremos también… el único peligro es que nos mates a todos, así que no te preocupes-

-Entiendo-

Que sutil. Hanji tomó mi mano, sonriente.

-Entonces… ¿Podemos experimentar? Chiyu y yo estamos listas- Soltó.

-Espera, Hanji- Murmuré.

-Los riesgos son muy altos, pero eso no significa que no podamos hacer pruebas- Respondió el pelinegro.

-¿Puedo organizarlo yo?- Volvió a preguntar mi amiga cuatro-ojos.

Maldición, todos estaban asustando el chico.

-Eren… si no entiendes algo, solo pregúntamelo. O aprende a entenderlo mientras eres un titán… cualquier riesgo lo valdrá- Le dije. Este solo asintió nervioso, sin siquiera imaginar lo que vendría.

El chico terminó en un pozo estúpidamente profundo, que supuestamente detendría su forma de titán, en caso que llegara a transformarse.

-Te avisaremos por medio de una bengala para que te transformes ¿Entendido?- Gritó Hanji, alejándose en su caballo.

Todos arriba imitamos su movimiento. La tropa completa de Levi, Hanji y yo cabalgábamos alrededor del pozo esperando el momento.

Pero nada ocurrió.

-¡Eren! Hemos terminado por hoy- Gritó Levi, a la distancia.

-¿Paso algo?- Preguntó Hanji, acercándose al pozo. Dirigí mi caballo hasta ahí, corriendo con mis compañeros.

Eren estaba arrodillado, lleno de sangre, con una expresión destruida.

No lo dude ni dos segundos y salté ahí abajo, con ayuda del equipo tridimensional. Escuché el regaño de Levi a la distancia pero no me importó.

-No puedo transformarme- Susurró. Le pedí que se afirmara de mi espalda para sacarlo de ahí.

Lo senté en una pequeña mesa y comencé a curar sus heridas. Eren se veía tan ido que mi corazón se destruyó de inmediato.

-Cielos, Eren… lo siento tanto. Lo intentaremos otro día ¿Si? Ahora cálmate, por favor… ¿Sientes que comienzan a sanar?- Murmuré, nerviosa. El negó con la cabeza.

-Si no puedes transformarte en titán, la idea de sellar el muro María queda descartada. Te lo ordeno, has que suceda- Bramó Levi. Sus ojos grises se conectaron con los míos.

-Largo de aquí- Le dije al enano. Este soltó un tsk y se alejó de mí, con Petra tras él.

Eren me observó un segundo y solo asintió.

-Voy a preparar algo de té- Murmuré, ahora con la mirada divertida de Gunter, Erd y Auruo sobre mí. Repartí tazas a todos, incluso al enano.

El maldito siguió regañándome frente a Petra.

-No me desautorices frente al mocoso, ._._._._._. –

-No seas un imbécil con él, Levi. Es un niño, dudo mucho que sepa cómo manejar su condición-

En silencio, la chica nos observaba nerviosa.

-No actúes como una madre sobreprotectora-

-No actúes como un padre abusivo-

Las chispas imaginarias saltaban entre nosotros. No sabía si largarme a reír o golpear al enano en su parte baja.

De pronto escuchamos una explosión y fuimos rodeados de vapor. Maldición. Levi tomó mi mano y corrimos hasta Eren, quien logró medio transformarse en titán.

Pero el problema no era él, si no sus compañeros decididos a matarlo.

-Levi Heichou…._._._._.-sensei… - Tartamudeó el chico castaño.

-Cálmense todos ustedes- Murmuró Levi, extendiendo una mano, observando a su tropa.

Inconscientemente saque las katanas de su lugar en mi equipo, defendiendo a Eren. Ellos gritaban, Levi gritaba, todo se volvió caótico.

Y de pronto Hanji apareció volviendo el ambiente algo cómico, gritando de emoción por ver la carne de titán expuesta. Saltaba de un lado a otro en una alegría que solo ella era capaz de soportar.

Hasta que Eren se soltó del titán, cayendo a un lado. Camine hasta él, palmeándole la espalda y tocando su frente.

Estaba ardiendo, igual que aquella vez.

-¿Cómo te sientes?- Preguntó Levi.

-Nada bien…- Respondió automáticamente el joven. Saqué de mi bolsa una cantimplora con agua y un paño, mojándolo y colocándolo en su frente.

-Recuéstate y respira lentamente. Voy a dormirte y nos iremos a casa ¿Bien?- Le pregunté.

-Sensei…- Asintió. Su respiración se normalizó, saqué una jeringa y le inyecté un sedante. Se durmió a los pocos minutos. Y el pequeño piquete que dejé en su brazo desapareció al instante.

Esa era una buena señal.

-Vamos- Gruñó Levi, dando la orden de volver.

Viajé en una carreta junto a Eren, sin despegar mis ojos de él. En cuanto volvimos al cuartel, lo recosté en una cama en el Centro de Sanación y comencé la vigilia.

Pobre chico, viviendo toda esa mierda para, sin siquiera estar seguros, liberar a la humanidad. La anestesia duró menos de lo promedio, sin siquiera tener efectos secundarios.

Quise pensar que solo estaba despertando de un mal sueño.

-¿Ya hemos vuelto?- Preguntó, algo confundido.

-Si. Estas en el Centro de Sanación ¿Cómo te sientes?-

-Mejor- Respondió – Fue como dormir una siesta- Sonrió.

-Bien, ponte de pie, te acompañaré al comedor-

-¿Usted ha estado aquí…?-

-Si-

Asintió en agradecimiento y lo lleve con sus amigos, para que se distrajera. A la distancia, noté que el equipo de operaciones especiales me miraba curioso.

Y decidí que esa noche no comería.

Ni siquiera fui capaz de quitarme la ropa, solo me quité las correas de encima y me lancé sobre la cama. La puerta se abrió en un movimiento rápido y se cerró del mismo modo.

-No trates a los reclutas como niños, estamos en el ejército, no en una sala de maternidad- Gruñó Levi, recostándose a mi lado.

-¿Podemos solo olvidar lo que pasó hoy? Si sigues mencionándolo, voy a llorar- Le dije.

-Lo sé. Pude verlo- Suspiró – Hanji tuvo una pequeña reunión con ellos, les explicó la mierda que pasa con él, así que entendieron algo. Serían muy idiotas si no-

Sin mi permiso, tenía algo de su ropa escondida en mi armario. Se vistió para dormir y me obligó a hacer lo mismo, de una manera brusca.

Volvimos a acomodarnos, esta vez bajo las mantas.

-Se darán cuenta si seguimos así- Murmuré contra su pecho. Podía sentir su corazón latir con fuerza. Él se removió, mirándome fijamente.

-¿Eso te preocupa?- Preguntó, con el ceño fruncido.

-Si alguien malintencionado se entera e informa al Tribunal, ambos podemos ser expulsados del ejército. Eso es lo que me preocupa- Suspiré, volviendo a mi posición inicial. Me atrajo contra sí.

-Hay algo que quiero que sepas- Murmuró, notoriamente adormecido. Asentí – Nunca lamentaré esta decisión. Jamás-

Lo abracé fuertemente, con un nudo en la garganta.

Por la mañana seria el día. El día de la quincuagésima séptima expedición fuera de las murallas.

Sonó como una horrible despedida y tenía tanto que decir, pero preferí callarlo.

Te vi sonreír, Levi. He visto tus expresiones más puras desde que comenzamos esto, cosas que no veía desde la muerte de tus amigos. Quiero y necesito ello por más tiempo, aunque sean recuerdos si es que algo llega a romperlo.

Quiero que sepas, enano, que yo tampoco lamentaré esto. Jamás.

También quiero que sepas...

Quizás…


Pues si. Quedé muy sentimental con el segundo ova de Levi (vamos, lo leí en el manga... pero ... escucharlo... fue horrible). Me hizo llorar como una nenita, lo asumo. Espero que esto vaya bien encaminado.

Agradezco siempre sus comentarios :D

Son los mejores!

Setchan.-