Capítulo 4: sobre polvos y lápidas

Salieron del local luego de que Harry pagara lo debido. Una vez fuera se pusieron cara a cara.

.-¿Y bien?.- empezó Harry .-¿Qué se supone que debemos hacer?.-

.-¿No me invitarías a pasarme por tu casa? Puesto que hacía años que no nos veíamos.- preguntó burlonamente Draco.

.-No creo que sea muy conveniente.- se apresuró a responder, antes de que opinase lo contrario.- Me han vuelto las energías, no quiero volver a casa ¿ me invitarías tú?.- dijo irónico.

.-¡Bromeas?.- puso cara de circunstancias que podía interpretarse como alegría.

.-¿Miedo de que te destroce tu mansión, Malfoy?.- bromeó Harry, moviendo la mano sin importancia.

.-¡Claro que te invitaría¡Mi cama es más cómoda que la tuya, cariño!.- rió Draco.

.-¡Malfoy!.- Harry puso cara de asco .-¡lo dije en broma! Y no me llames cariño.- añadió sonrojándose.

.-¡Pero si te gusta que te llame así, mi amor!.-

Ante esto, Harry se giró y empezó a caminar, indignado. Draco lo siguió.

.-Anda, no te enojes, fue una broma.- 'no tan broma' pensó Draco .-Hace tiempo que no lo decía..-

.-Díselo a otra persona.- siguió Harry.

.-¿Por qué a otra, si te tengo a ti?.-

.-¡No me tienes! Malfoy, el pasado no volverá, ni yo tampoco..-

.-No, no volverá. Pero el recuerdo que tengo... volverá.¿Me acompañas al Callejón Diagon?.-

.-¿Por qué tanto esmero a que te acompañe?.- preguntó Harry mientras caminaban por el Callejón.

.-Ya lo sabrás.- se paró bajo el letrero de luces parpadeantes .-Sortilegios Weasley

.-La tienda de Fred y George...así que al final tienen dos tiendas. (la otra en Hogsmeade).-

.-¿Dos? Yo sólo conozco esta.- abrió la puerta y una explosión seguida por humo lo recibió.

Harry llegó a ver como se le cambiaba el pelo a un rosa chillón. El humo se dispersó, dejando ver a Draco con varita en mano y el cabello recuperado.

.-Vaya, visita del joven Malfoy... deberíamos extender más nuestra bienvenida para ti...¡Harry!.-

Los dos hermanos salieron de detrás del escritorio, pasando de largo a Malgor y dando un abrazo de bienvenida a Harry. Lo adentraron a la tienda, llena de estanterías repletas de chismes extraños, pergaminos, potes con pociones y libros.

.-Seas bienvenido, como siempre...pero, acompañado por...Malfoy...- miraron por encima del hombro.

.-Accedió a acompañarme. Mi Harry es un santo, no diría que no..-

.-¿Tu...Harry?.- ambos se giraron hacia Harry, viendo una inusual rabia contenida en los ojos.

Se contenía de no matar allí mismo a Malfoy, en esos mismos momentos. Los gemelos adivinaron que era una broma y siguieron el juego a Draco.

.-Vaya, Harry, no nos lo habías dicho...-

Éste alzó el puño, amenazante.

.-Era broma, tranquilo...ignóralo.- Fred le pasó el brazo sobre los hombros .-bien¿y qué deseaban de nuestra humilde tienda?.-

Draco alzó la ceja, sarcástico.

.-¿Los polvos de siempre?.- George abrió un cajón del escritorio y sacó una bolsita de cuero y se lo dio a Draco .-Dumbledore nunca me dice qué son ¿me lo dirán?.-

.-Cuando le encontremos un uso cómico, Weasley.- Draco sacó dos galeones que valía el saco y fue hacia la entrada .-¿Vendrás conmigo, Harry?.-

Harry no sabía por qué había acompañado a Malfoy hasta allí, ni por qué debería seguirlo ahora. Pero tenía ganas de ir con él, seguro porque hacía tiempo que no estaba con él, quizás nostalgia.

.-No sé...Fred, George¿Quién hay en la Madriguera en estos momentos?.-

.-Pues...- le respondió Fred .-Mamá seguro, papa hace sus últimas horas de trabajo antes de las vacaciones..-

.-Podrás encontrar a Ginny, ella siempre ayuda a mamá.- siguió George .-Ron está con Herminio en su casa...¡A sí! Hace dos días está en casa el profesor Lupin..-

.-¿Remus?.- preguntó extrañado.

.-Sí, a la última visita que le hizo mamá se lo trajo a casa. Decía que no podía seguir viviendo sólo en su casa, sin salir y pasándose los días en el sofá mirando el fuego sin parpadear..-

.-¿Y se instaló en la Madriguera?.-

.-Sí. Al ser menos en casa podemos alojarlo..-

.-Gracias por ayudarlo. Yo no puedo, conmigo estaría incómodo...lo pasaré a ver el domingo ¿se lo dirán?.-

.-Claro Harry, cuando quieras. El domingo...¿no puedes mañana?.-

.-No.- contestó triste, quedé con Eleonor por encargo de Remus.

.-Con Eleonor...¿aún van a Hogsmeade?.- Preguntó Fred, viendo la triste mirada de Harry se insultó por decirlo así.

.-Sí, Remus me lo pide, él no es capaz de ir. Y yo hago todo cuanto esté en mis manos por él..-

Desde la muerte de Sirius, Remus había cambiado, se deprimía, no hablaba, forzaba sonrisas que apenas llegaban a curvarse. Tenía siempre en sus manos su más preciado álbum de fotografías y cada día lo miraba, una y otra vez.

O, se sentaba en un gastado sillón, cerraba los ojos, esperando no despertar, sin lograrlo, una y otra vez volvía al mundo. No conseguía atravesar el linde, no podía reunirse con los que siempre fueron su vida. Derramaba lágrimas silenciosamente y se dormía.

Harry entendía el dolor de Remus. Él y Sirius se querían mucho, más, mucho más que como amigos, se amaban. Y perder un ser amado siempre es doloroso. Los días número diez-y-ocho de cada mes, pedía a Harry que le llevara a Remus hasta el cementerio, donde hacían el hechizo. Lo había inventado Remus en sus días oscuros, la lápida contenía un balde color anaranjado, en el cual depositaban recuerdos del difunto, como un pensadero, cada recuerdo, triste o alegre, era almacenado en el interior, si este contenía buenos pensamientos, se tornaba amarillento y la lápida brillaba y desprendía hermosos copos de luz, y si el recuerdo era oscuro, ésta se volvía oscura y soltaba chispas de electricidad. Así sabían si alguien le deseaba mal.

Durante casi seis años, Remus iba siempre la fecha dicha, según él .- El día que confesé mis sentimientos.- y llenaba el pequeño caldero con tantos recuerdos como podía, y éste se iluminaba como bolas de navidad y tría alegría. Pero se le terminaron los recuerdos, todo lo que su mente albergaba había sido confesado a la lápida y no podía llenarlo más. Harry asistía en su petición, diciendo que llenase el objeto con los pensamientos que deseara mejor.

La lápida continuaría siempre brillante, de por vida.

Harry salió de la tienda. Draco lo siguió pero los gemelos lo retuvieron antes de llegar a la salida.

.-Malfoy, sea lo que sea lo que quieras ahora de harry, no saques este tema. Lo único que conseguirías sería deprimirlo y encerrarlo..-

.-No lo aré...- viró a ver a Harry, que lo esperaba fuera, apoyado a la pared .-...Harry...-

.-No me digan que volvieron.- preguntó perplejo Fred.

.-No...no creo...él no quiere, no confía en mi. Y yo no quiero presionarlo..-

.-Bueno...pero si me entero que lo dañaste tendrás la sangre Weasley al completo tras ti..- hizo saber George.

Salió de la tienda. Enseñó el bolsito de cuero a Harry con una sonrisa.

.-¿Qué hay dentro?.- preguntó curioso.

.-Si me llevas a tu casa podré enseñártelo.- sonrió pícaro.

.-No.- lo miró alzando una ceja.

.-Vamos...son polvo, me los proporciona Dumbledore cada mes..-

Continuará...

Arrivederci!