Capitulo XXV
La gran familia llamada Legión de Reconocimiento estaba reunida por fin en sus instalaciones. Cuando bajé de la carroza que nos condujo desde los Tribunales, descubrí a Hanna con Oliver en los brazos, junto a ambas niñas esperando en la entrada de nuestro cuartel, las que se dedicaron a abrazarme un buen rato.
Miré a Erwin, quien me sonrió de medio lado.
― Son ordenes de la Reina cuidar de ellos hasta que el hogar esté listo.
El niño estiró los brazos en cuanto me vio, por lo que Hanna no dudó en dejarme cargarlo. Se veía cómodo bajo su cuidado, puesto que la chica era bastante parecida a su madre biológica.
― Hola ― Le dije, mientras él palmoteaba mis mejillas con alegría.
―Sensei.
Vaya, era un mocoso inteligente. Hanna soltó una leve carcajada, mientras la expresión confundida de mi comandante y el enano gruñón me observaban con inquietud.
―Se parece a Hanna y Kaito― Murmuró Hanji, confundida también. La aludida se sonrojó al instante.
―Ellas son Ambar y Emily. Y este pequeñín es Oliver, el hijo de Thomas y Sarah.
En cuanto dije sus nombres no pude evitar entristecerme un poco. El niño miraba hacia todos lados, como si esperara que alguna figura familiar apareciera ante él.
―Te esperamos. Haremos una ceremonia mañana al atardecer, con todos nuestros compañeros caídos. Puedes ir a tu habitación y descansar. Nos reuniremos en el patio central.
El Comandante nuevamente tomaba la palabra. Asentí, devolviendo al bebé a los brazos de su rubia nodriza, encaminándome con Levi a mi lado hasta mi cuarto.
El lugar estaba tal cual lo dejé, la nostalgia atacándome como hubiesen sido años fuera de mi lugar en la Legión.
― ¿Cómo tuviste tiempo para cuidar de tres mocosos allá abajo?
De pronto Levi disipó mis pensamientos, haciéndome sonreír.
―Thomas estuvo más tiempo con ellos.
Noté que, sobre mi escritorio, estaban todas las cosas con las cuales fui hasta la Ciudad Subterránea, y al lado, lo que parecía ser un desayuno a medio comer de dos personas.
―Ellas dos durmieron aquí ― Me dijo, al notar que no quitaba la vista de la comida.
Pero me asesinaría si supiera el real motivo. Y no podía resistirme más.
Me senté y sin importar nada le di una mordida al trozo de pan y bebí la taza de leche casi de un solo trago.
―Lo siento.
Fue lo que logré decir con la boca medio llena.
―Idiota… tu… ¿Cuántos días llevas sin comer?
Levanté dos dedos. Se enfadó al instante.
―Dividí la comida que recibía en seis. Supongo que me acostumbré, no le des tanta importancia.
El enano parecía estar recordando algo.
―Erwin dijo que estuviste en la pocilga de mierda donde vivía.
Tragué saliva.
―Así fue. Pero no me entrometí más de lo necesario, solo aprendí algunos de tus movimientos. Si no fuera por eso, habría muerto allá abajo. Es duro, Levi, realmente ahora entiendo muchas cosas.
―Ahí es donde viviremos, si este infierno algún día se termina.
¿Por qué parecía decepcionado? Me levanté y le sonreí, tomándole ambas manos.
―Por lo menos tienes un lugar a donde regresar. Mi casa fue destruida en Shingashina ¿Recuerdas? No es una competencia sobre quien lo ha pasado peor. Tenemos que pensar en nuestro futuro.
Estábamos hablando como una pareja de recién casados, como si el tiempo no hubiese pasado entre nosotros.
―Pensé en renunciar.
Fruncí el ceño, aunque él se veía bastante afectado. Nos sentamos en el borde de la cama ya que parecía cansado.
―Es por esto que Erwin lo hizo. Estoy segura que no confía en nuestra capacidad para separar las cosas… está dudando de tus habilidades conmigo cerca. Pero puedo asegurarte que no dejaré que abandones esto hasta que seamos libres, o hasta que estemos muertos.
Escuché un tsk.
―Eren dijo que estabas cuidándonos. Ese mocoso entrometido fue el único imbécil que mantuvo mi cabeza en orden.
―He notado que te preocupas mucho por él. Es un buen chico, todos ellos.
―Son una buena tropa.
―Eso me recuerda ¿Qué sucedió con la fiebre?
Levi se tensó un poco y rodó los ojos. Me acerqué lo suficiente como para colocar una mano en su frente, la que estaba más tibia de lo normal, pero no lo demasiado como para preocupase.
Alguien golpeó la puerta, impidiendo que el enano respondiera.
―Capitán ¿Puedo entrar?
―Pasa, Hanna.
La rubia entró con una bandeja en sus manos, con muchos utensilios de medicina.
―Levi Heichou ¿Podría dejarnos a solas, por favor?
Vaya. Ella llevaba su papel de medico muy enserio.
―Volveré más tarde, ._._._._. .
Salió de la habitación sin reclamar.
―Has crecido ― Le dije sonriente. Ella se limitó a sonreír y a pedirme que me recostara.
―Prácticamente tomé su rol aquí. Es agotador… pero he venido por mi cuenta, para revisar que estuviera todo bien.
Me quité la camisa, los pantalones y los zapatos. Ella dio un vistazo rápido a cada herida que adornaba mi cuerpo.
―No hagas preguntas.
Le dije eso cuando me giré, quedando de espalda hacia ella. No respondió, pero podía sentir su preocupación al ver la larga cicatriz que recorría mi columna vertebral.
Sentí un piquete en el brazo.
―Es la mensual. Si no es molestia para usted, me gustaría que tomara un baño aquí. Hay algunas heridas que desinfectar, pero la gran mayoría están sanando bien, incluida la del brazo que se hizo en la pasada misión de reconocimiento.
Oh. Ya era la fecha de esa maldita inyección. Suspiré y me metí al cuarto de baño, para calentar el agua y meterme a aquella deliciosa sensación de calidez.
La joven me acompañó contándome todo lo sucedido en mi ausencia, afortunadamente gracias a sus conocimientos, nada se salió demasiado de control. Era una mujer inteligente, con nervios de acero.
Digna sucesora del puesto si es que Erwin definitivamente me sacaba del cargo para dedicarme a luchar, lo que era muy probable luego de lo sucedido.
Al salir del agua ella se dedicó a untar cremas cicatrizantes y ungüentos desinfectantes, para vendar diversas zonas de mi cuerpo, dejándome prácticamente como las momias que aparecían en los libros prohibidos.
Por lo menos todas serian cubiertas por la camisa del uniforme. Me coloqué una camiseta sin mangas, un short y me metí a la cama después de cerrar las cortinas, oscureciendo mi habitación.
De pronto me sentí demasiado somnolienta. Quizás mi cerebro de a poco seria consiente de que ya no había más peligro. No por un tiempo, por lo menos.
Hanna me acompañó hasta que la puerta volvió a ser golpeada. Levi entró con toda su tropa, incluido Kaito, los que se acomodaron en diferentes lugares del lugar. Hice un ademan de levantarme, pero el enano me detuvo en un instante.
―Erwin quiere que ._._._._. seamos sus capitanes desde ahora en adelante, por si en algún momento fuera de las murallas tenemos que dividirnos en dos escuadrones. Armin, Jean, Sasha y Kaito irán contigo. Eren, Mikasa, Hanna y Connie conmigo ¿Alguna sugerencia?
Levi parecía molesto. Pero nadie emitió palabra, todos asintieron como si no hubiese derecho a reclamo.
―Tenemos que empezar a entrenar ¿Mañana les parece bien?
Mi pregunta pareció algo sorpresiva, pero el enano asintió.
―Desde mañana a las nueve en punto, mocosos.
― ¿Qué pasará con Historia? ― Preguntó de pronto Armin.
―Es la Reina, queda fuera de las operaciones. Pero ustedes irán y ayudarán con lo que ella les pida, sobre todo con el hogar que mencionó. Si nos enteramos de algo más, los llamaré, ahora pueden irse.
El pelinegro dio su última orden y todos obedecieron, menos Eren y Mikasa. La joven parecía tener algo que decir.
―Heichou.
Los dos le dirigimos la vista.
―._._._._._. Heichou ― Aclaró. Vaya, todo sería muy confuso desde ahora ― Quiero entrenar con usted. Vi sus movimientos cuando estaba con nosotros, creo que sería de ayuda para proteger a Eren en caso de alguna situación riesgosa.
La expresión del castaño cambió a una de vergüenza.
―No hay problema. Podemos entrenar una hora antes todos los días, aunque también he visto tus habilidades y…
― ¡Yo también iré! ― Dijo el chico de ojos aguamarina.
―… Iremos los cuatro.
La última palabra siempre la tenía el verdadero capitán, a mi gusto. Ellos asintieron y se retiraron, dejándonos a solas.
― ¿Tienes hambre? ―Me preguntó el pelinegro. Negué con la cabeza ― Quiero preguntarte algo.
―Cada vez que me dices eso pareciera que estás pidiendo permiso. Adelante, Levi.
―Te veías feliz con ese mocoso en los brazos.
―Me alegré de verlo con vida, en realidad. Los niños no son lo mío.
El pelinegro frunció el ceño. Se levantó de donde estaba y con suavidad se quitó el uniforme, para recostarse a mi lado bajo las mantas.
Aquel enano aun tenía su ropa escondida en mi armario.
― ¿No has pensado en formar una familia cuando esto se acabe, mocosa?
Vaya, estaba llamándome mocosa de nuevo. Negué nuevamente.
―Considero una irresponsabilidad horrible traer niños al mundo en las condiciones que vivimos. Y no estoy segura de mi capacidad para tenerlos.
― ¿Qué?
―Me refiero a que probablemente no pueda tener hijos, Levi.
Él pareció sorprendido.
― ¿Por qué?
―Porque me dediqué a probar diferentes métodos para detener ese maldito sangrado en mi cuerpo. Dudo que no tenga repercusiones ahora.
―Eso quiere decir que no estás segura.
―No del todo. No tenemos la tecnología suficiente.
―No me molestaría ser el sujeto de prueba. No te inyectes más y no te dejaré salir de aquí en años.
Enano de mierda.
―Eso se escucha tentador, pero prefiero esperar a que esto termine. No pensé jamás que iba a enamorarme aquí y …
Levi dejó salir todo el aire de sus pulmones, levantando mi rostro hacia su dirección. Mierda. Había jodido todo con una declaración de la que ni siquiera fui consiente.
― ¿Qué? ― Susurró.
―Levi ¿De verdad te queda alguna duda?
Hubo un silencio que me quitó todas las esperanzas del cuerpo.
― Guérisseur des âmes, he esperado por ti durante años. Y me importa una mierda lo que diga la milicia, o si nos comen vivos allá afuera, o si uno de los dos se queda solo por el resto de la vida. He esperado durante años para sentir que estoy vivo contigo.
―Lo sé. Cuando deliraste fuiste muy claro.
―Pero ahora no estoy delirando, idiota.
Comencé a reír.
―Si quieres tener hijos tendrás que esperar.
―Pero por ahora podemos practicar.
Idiota. Cuando le dirigí la mirada, de nuevo estaba sonriendo, de una manera muy suave, pero una expresión hermosa, al fin y al cabo. Sus ojos de un azul metálico maravilloso ¿Qué demonios le pasaba al enano?
Sus labios se pegaron a los míos sin darme oportunidad de escapar. Aquel hombre no se quedaría tranquilo hasta estar seguro y sentir que sí, aún seguía con vida.
El tiempo pasó lo suficiente como para que se notara en mi ventana el rojizo atardecer de aquel tranquilo día. Levi llevaba silencioso un buen rato, mientras que con su dedo índice recorría una y otra vez la cicatriz de mi espalda, mientras yo intentaba dormir un momento.
El enano no me daba ni un respiro.
― ¿Quién lo hizo?
―Thomas.
Las campanas que anunciaban la hora de cenar retumbaron en mis oídos. Suspiré, intentando levantarme, pero Levi me lo impidió.
― ¿Dónde crees que vas? Traeré algo aquí.
―Llevamos demasiado en la cama, necesito estirar las piernas.
―Jamás es suficiente, ._._._._._. .
―Solo mueva su trasero y levántese, Heichou.
El enano bufó y chasqueó los dientes, dejándome pasar por sobre él. Me coloqué el uniforme sin las correas y bajamos juntos hasta los comedores, en donde la Legión completa estaba esperando para comer.
Nos acomodamos en una mesa donde estaba todo el nuevo equipo de operaciones especiales. Hanna estaba dándole de comer a Oliver, mientras Emily ayudaba a Ambar y el resto reía con los comentarios de la niña.
― ¡Sensei! ¿Quién es él? ― Me preguntó, apuntando a Levi.
―Él es… Levi. Nuestro Capitán.
―Parece enfadado ¿Es su novio?
La mesa completa se largó a reír. Hanji se atragantó con comida, mientras la niña venia y se sentaba en mi regazo.
―Algo así, pero es un secreto ¿Está bien? ― Le susurré, ella sonrió.
― ¿Se van a casar?
―No lo sé.
―No me gusta. Da miedo.
―Oye, mocosa…
― ¡Levi!
―Es demasiado entrometida…
― ¡Es una niña!
A esas alturas también estaba riéndome. La pequeña rubia le sacó la lengua en un gesto maleducado y volvió al lado de Emily, quien me pedía disculpas con la mirada.
Volví a mi habitación obligada por Erwin, quien me pidió descansar para entrenar a los soldados de manera ardua y prepararnos para una próxima salida fuera de las murallas.
Ni siquiera fui capaz de encender la vela que estaba en mi mesa de noche. Y Levi no apareció en mi habitación esa noche.
A las siete de la mañana, junto con las campanas, me levanté para iniciar el entrenamiento con Mikasa y Eren. Mientras ajustaba las correas del equipo tridimensional, un trueno retumbó en toda la habitación, luego la luz invadió por pocos segundos mi vista. Tomé una capa y cubrí mi cabeza, ya que una lluvia torrencial comenzó a caer.
Salí hasta el patio, donde en el césped fresco comenzaban a formarse charcos. Mis tres acompañantes parecían estar esperando hace pocos minutos.
―Buenos días.
― ¡Buenos días, Heichou! ― Dijeron ambos reclutas.
El pelinegro estaba silencioso, saludándome con la mirada. Sus ojos cristalinos y sus mejillas sonrojadas más de lo normal me confundieron, parecía que había estado llorando, pero era probable que fuera el clima.
Me saqué la capa y mi chaqueta comenzó a mojarse de inmediato. Por lo menos la temperatura no era baja.
Trotamos durante diez minutos y luego de eso tomé posición de combate con Mikasa, mientras Levi lo hacía con Eren.
La joven estuvo largos minutos intentando golpearme, pero fui más rápida, derribándola al suelo. Eren duró unos minutos más hasta que el pelinegro lo pateó de forma abrupta, mandándolo de bruces al agua.
―Mikasa, ven aquí.
Tomé posición en primera fila junto a Eren. Una batalla entre dos Ackerman sería imperdible para cualquier soldado dentro de las murallas.
Eren cubrió mi cabeza con su capa. Afortunadamente los dos cabíamos ahí dentro.
―Sensei, Levi Heichou es demasiado fuerte.
―Así es, pero es una buena fuente de entrenamiento.
―Aunque parece distraído.
El chico también estaba notando algo extraño en Levi.
― ¿Les dijo algo?
―Nada…
―Entiendo…
La pelinegra cayó también de bruces al suelo. Su contraparte se sentó en el césped mojado, considerablemente agitado.
La lluvia parecía ser irregular, esperaba que terminara pronto. Detestaba los días lluviosos.
―Eren, tres contra uno. Prepárate.
― ¡Si, Heichou! ―Me respondió. Mikasa se levantó y esperó a mi lado. Pero Levi parecía ido en sus pensamientos.
― ¿Levi? ―Pregunté.
Me arrodillé a su lado, confusa. La lluvia se detuvo por unos minutos, mientras lo observaba en silencio, las gotas de agua corrían por su rostro.
Y salía vapor desde su boca.
―Eren, debes aprender que cualquier persona puede convertirse en tu enemigo.
El maldito enano me derribó de un golpe limpio, dejándome de espalda en el suelo. Se veía bastante orgulloso de su movimiento, de hecho, al tratar de zafarme, hice el ridículo de forma vergonzosa y él sonrió sutilmente.
El ojigris, a pesar de todo, seguía conservando su fuerza.
El resto de la tropa apareció en pocos minutos. Y el entrenamiento se volvió más normal, con menos habilidades fuertes, pero más intenso en resistencia.
Estuvimos horas bajo la lluvia hasta que Hanji nos avisó que era hora de almorzar.
Tuve que cambiarme el uniforme, ya que estaba cubierto de lodo, por lo que me metí cortos minutos a la ducha y así aparecer por el comedor. El primero en sentarse junto a mí fue Levi.
― ¿Estás bien? ― Le pregunté, mientras metía una cuchara con sopa en mi boca. Estaba buena.
―Anoche tuve una discusión con Erwin. Ese hijo de puta no debería entrometerse en nuestros asuntos.
Suspiré y entendí por qué no apareció anoche en mi habitación.
― ¿Tiene algo que ver con lo nuestro?
―Si. Quiere que mantengamos la distancia.
¿Eh?
―Si quiere que mantengamos la distancia no debería hacernos trabajar juntos.
―Dice que le estamos dando esperanza al resto de los mocosos, que todos podrían empezar a revolcarse entre ellos y quizás dimitirían para formar sus familias, o algo así.
―Santo cielo. Erwin no quiere quedarse sin piezas para su ajedrez.
Levi me dedicó una mirada gélida, pero asintió.
―Ahora que lo entiendes, lamento no acompañarte anoche. Y las noches que nos queden bajo estas cuatro paredes, guérisseur des âmes.
―Entiendo.
Como si fuera un fantasma, el rubio aludido apareció a nuestro lado. Tomé mis cosas y con algo de molestia, me senté al otro extremo del comedor, en donde Kaito estaba solitario también, evidentemente observando a Hanna a la distancia.
― ¿Este es el mesón de los castigados? ―Le pregunté. Él sonrió, asintiendo.
―Creo que nos descubrieron.
―._._._._._. ― Erwin dijo mi nombre casi con un tono paternal.
―Vete al infierno, Erwin.
―En cuanto termines de comer espera en la carroza que está fuera.
Ni siquiera esperó a que le respondiera, solamente sus pasos resonaron en el comedor.
―Sensei, no debería meterse en problemas por algo como esto.
―Kaito, puedes llamarme por mi nombre ― Le sonreí ―Y respecto a esto, creo que nuestras vidas son lo suficientemente miserables como para seguir arruinándolas.
― ¿Cree que nuestra eficacia pueda verse afectada?
―No. Esto ha sucedido durante años, pero el resultado siempre es el mismo.
El castaño asintió. Tomó mi tazón de sopa vacío y lo llevó por mí, mientras caminaba hasta mi habitación. Tomé un abrigo largo que tenía bordada la insignia de la Legión de Reconocimiento y salí del cuartel, donde la lluvia aún no se detenía.
Mis pensamientos eran interrumpidos por la conversación aburrida de Hanji, Levi y Erwin. Llegamos hasta el tribunal militar, en donde tuvimos una exhaustiva reunión con varios miembros de las ramas militares y algunos civiles poderosos, hablando sobre la implementación de las nuevas armas encontradas y una próxima salida fuera de las murallas planificada para un par de meses más, en donde definitivamente recuperaríamos la muralla exterior.
En cuanto terminó, fuimos hasta una pequeña sala donde solo estábamos nosotros cuatro, acompañados de Dot Pixis y Darius Zackly. Sobre la mesa, dos cajas abiertas con los sueros encontrados en la pasada misión llamaban la atención.
―Sensei ¿Qué puede contarnos? ― Me preguntó el Comandante en Jefe.
―Nuestra tecnología no está apta aun para revisarlo, pero por lo que logré ver, es similar al líquido que se encuentra en la columna vertebral de un humano. Aun así, en la misión, un par de frascos se quebraron y se evaporaron en el instante, lo que dificulta más su análisis. Pero es evidente que es el líquido que se ocupa para convertir en titán a los humanos.
― Entonces ¿A quién se los confiamos? ¿A usted, Erwin?
―No, yo soy un soldado herido. Debería ser el que tenga más posibilidades de sobrevivir.
― ¿Sería entonces el Capitán Levi y ._._._._. Sensei?
Palidecí.
― ¿Es una orden o me lo estas preguntando, Erwin? ― Fue lo que dijo el pelinegro.
―No sabemos en qué circunstancia hay que utilizarlo, o sobre quién. Serias el responsable de decidir eso también.
―Lo haremos ― Soltó el enano. Asentí.
Las ordenes parecían ser aceptadas por todos. Salimos de ahí, con el suero en mi chaqueta, para regresar y comenzar con los funerales.
Fue una ceremonia entristecedora, pero al mismo tiempo llenó de esperanza cada corazón latente en la Legión de Reconocimiento.
Fue así de rápido como los meses pasaron, para cuando mis días monótonos de entrenar comer y dormir terminaron, estuvimos en una nueva reunión, pero esta vez no saldríamos en meses.
Si no al día siguiente.
La habitación se vació, pero Levi me sujetó del brazo y cerró la puerta tras de sí, encerrándonos junto a Erwin. Extrañaba al enano, pasaron meses en donde solo podíamos conversar un par de veces al día, por lo que me sorprendió su contacto.
― ¿Qué sucede, Levi? ― Le preguntó el rubio.
―Quizás esto suene apresurado, pero ¿Qué haremos cuando recuperemos el muro María? Asumo que la defenderemos… pero ¿Luego de eso?
―Eliminar amenazas. Parece haber alguien fuera que desea vernos a todos muertos, pero como dije, lo pensaremos luego de ir a ese sótano.
―Te lo pregunto porque no sé si llegaras a estar vivo para eso. No puedes moverte como antes, luces como comida para titanes.
Erwin instintivamente se tocó el brazo desaparecido. Me dio una mirada como si ya supiera lo que Levi planeaba decir.
―Levi… ― Murmuró, molesto.
―Dejemos que ._._._._. lidere las tropas. Te quedarás aquí y esperaras las buenas noticias, no podremos cargar contigo allá fuera ¿Entendido?
―No. Úsenme como carnada, si quieren. Yo elaboré esta operación, si no estoy al frente, es probable que falle.
― ¡Erwin! Si mueres fuera… todos nosotros estaremos acabados… ― Solté, por primera vez opinando en aquella horrible conversación.
―Puedo contribuir más allá fuera…
―Espera, detente. Si sigues diciendo excusas, te quebraré las piernas.
Erwin comenzó a reír.
―Debo estar ahí para cuando descubramos la verdad de este mundo.
― ¿Eso es más importante para ti? ¿Más que tus piernas?
―Si.
― ¿Más que la victoria de la humanidad?
―Si. La cadena de mando continuará tal cual todos estos años, si yo muero, ._._._._. asume como Comandante. Si ella muere, seguirá Hanji. Si Hanji muere, sigues tú. Y así hasta que caiga el último soldado de la Legión de Reconocimiento.
Levi parecía un poco más convencido, pero inseguro de igual modo.
―Ya veo. Erwin, pondré mi fé en tu decisión.
―Chiyu, puedes retirarte.
Asentí, llevando el puño a mi pecho. Mis piernas temblaban y las lágrimas brotaban desde mis ojos de manera suave, pero llegué hasta la carroza en donde Hanji ya estaba acomodada, esperando.
― ¡Chiyu! ¿Qué…?
Ella me rodeó con sus brazos y suspiró. Trató de hacerme reír en algunas ocasiones, pero era presa del pánico en aquel momento.
Una vida de expediciones fuera de las murallas se acabaría en un par de horas. Esa moneda tenía solo dos caras.
El triunfo o la muerte.
Right on the kokoro. Bueno ¡Los quiero! Y me sorprendí al ver que aun leen xD Espero que les guste este capitulo. Nos acercamoooos... ay, no se que hacer D: Pero bueno. Espero que les guste este capitulo.
Setchan.
