Capitulo XXVI
Llevaba estancada un par de horas observando aquella inyección. La tecnología que poseíamos, los aportes que realizamos junto a Hanji, la esperanza de realmente entender qué demonios sucedía con aquel líquido.
Nada servía.
No había respuesta.
Caminé de un lado a otro en mi oficina, leyendo los libros que heredé de mi padre. Algunos estaban en otras lenguas, aunque él le dedicó tanto tiempo a la medicina que la gran mayoría tenían su apropiada traducción.
Incluso ya estaba dominando lenguas supuestamente extintas por la excesiva soledad en la que he estado sumida desde que Erwin decidió que no debía ser tan cercana a Levi. Dediqué mi vida a entender el suero que convertía en titán a los humanos.
―Capitán, el banquete está por comenzar.
La voz desanimada de Kaito interrumpió mis pensamientos. El chico se escuchaba tras la puerta como si no estuviera interesado en nada.
Supongo que ambos estábamos en la misma situación.
― ¡Voy! ― Respondí rápidamente, guardando mis libros.
Caminamos juntos hasta el gran comedor, en donde La Legión de Reconocimiento completa devoraba la carne que los poderosos consiguieron para ellos, quizás como un último regalo antes de entregar su vida por la humanidad.
No entiendo demasiado esas ganas de comer como si no hubiera mañana. Mi estómago apretado por los nervios apenas mantenía el sutil almuerzo de aquel día.
―Chiyu, Kaito ¡Por aquí!
La voz emocionada de Hanji, quien levantaba la mano para llamarnos entró en mis oídos distrayéndome de todo. Con una sonrisa en el rostro, Kaito y yo nos sentamos a su lado y comenzamos a comer, observando a los soldados que comían y conversaban animados.
—¿Estas bien? —Me preguntó el castaño, preocupado. Asentí.
—Solo estoy algo preocupada. No he conseguido averiguar nada sobre el suero…
La conversación bajó de tono. Nos acercamos mientras degustábamos, quizás por última vez, la deliciosa carne que consiguieron para nosotros.
―Capitán… tu… ¿Lo usarás si fuera necesario?
Kaito me sorprendió con esa pregunta. Negué con la cabeza, afligida.
―Aunque esté en mi poder, la decisión es de Levi. Lo único que sé es que podremos entregarle una segunda oportunidad a un hombre y a una mujer.
El castaño parecía decepcionado, pero no por aquella respuesta. Sus ojos color miel estaban sobre la rubia lejana en la mesa acompañada de Erwin y Levi. Parecíamos un equipo de dos bandos rivales.
―Sería interesante verte como un titán, Chiyu. Así podría estudiarte y…
― ¡Basta, Hanji! ― Reí. El castaño sonrió de medio lado. Observé a mi amiga y ella asintió. Entendíamos perfectamente que demonios ocurría con Kaito, por lo que en una pequeña distracción provocada por Eren y Jean, actuamos de manera rápida.
La castaña traía del brazo a la rubia, mientras yo le entregaba la llave de mi laboratorio al castaño.
―Ustedes dos ¡Rápido antes de que nos descubran! ― Chilló Hanji, mientras los empujábamos fuera del comedor.
―Nadie entra a ese laboratorio a menos que sea yo y hay solo una copia de la llave. No pueden parecer muertos vivientes antes de una misión tan importante, y porque me agradan y no quiero que sean miserables como nosotras, les haremos este regalo ¡Ahora largo!
En cuanto Kaito tomo la llave de manera sonriente, la rubia se lanzó a mis brazos como si no supiera cómo reaccionar. Luego de eso, los dos corrieron por los pasillos para desaparecer de nuestra vista.
―Tendremos muchos problemas ― Murmuró Hanji.
―Erwin salió también. Supongo que se encerrará en su oficina hasta mañana…
―Ese maldito Cejotas…
―Buena suerte con eso, Hanji. Estaré en el invernadero y luego iré a dormir.
―Descansa, Chiyu.
Ella sonrió y caminó en dirección contraria a la mía. No podía volver al comedor, por lo que, con frustración algo acumulada, llegué hasta el invernadero y con mis pocas habilidades en jardinería, les hice mantención y anoté todo en una libreta que estaba sobre el único escritorio del lugar.
Arranqué una hoja y divagué sobre la próxima misión. Inventé formaciones en las cuales el riesgo era mínimo mientras no nos encontráramos con Bertholdt y Reiner y todo se fuera al demonio.
La incomodidad era cada vez más grande por lo que con rapidez caminé hasta a oficina de Erwin. Toqué dos veces.
― ¿Quién es?
―._._._._.
―Pasa.
Abrí la puerta y me lo encontré muy sumido en sus escritos, con mapas desordenados sobre su escritorio y algunos cuantos libros en el suelo.
― ¿Quieres una taza de leche o un té? ¿Cenaste bien?
―Un té estaría bien ¿Estas bien, Chiyu?
Sus ojos azules me examinaban con inquietud. Calenté agua en una pequeña cocinilla que Erwin tenia para su propio uso.
―Sigo algo preocupada por lo del suero.
―Has estado encerrada durante meses en el laboratorio. Si no descubriste nada, es porque es imposible con nuestra tecnología.
―Cuanta fe en mis habilidades, Erwin.
El rubio sonrió. Le serví una taza de té y saqué un poco de hierba para no soñar desde mi bolsillo.
―Muy apropiado ¿Iras a dormir ya?
―No, supongo que haré una ronda y dormiré.
Asintió y con desgano, bebió un sorbo de la tibia bebida. Sus ojos parecían cansados, al parecer no descansaba hace mucho tiempo.
―No quiero convertirme en un titán, Chiyu.
Mi vista se enfocó en los cristalinos ojos azules de Erwin. Su mirada tensa estaba sobre la mía, mientras no sabía cómo procesar lo que acababa de decir.
―No digas idioteces.
―Seamos sinceros, el que tiene menos posibilidades de sobrevivir mañana…
―No. Vamos a avanzar y descubriremos que demonios sucede en este mundo. Tus convicciones nos han llevado lejos, Erwin. Si se te acabaron las esperanzas, no esperes que un montón de soldados te sigan sin temor.
A esas alturas estaba de pie, apoyada con mis manos sobre la mesa. Él parecía sorprendido cuando la puerta sonó dos veces, alguien entró y se sentó a mi lado.
―Si tengo que llevarte sobre mi espalda, o a cualquiera de mis soldados, lo haré. Tu sueño está cerca, no lo desvíes con malos pensamientos.
Hable más bajo y ya sentada nuevamente, por la tenue pero imperativa seña de Levi, quien, sin anunciarse, estaba sentado junto a mí.
―Ella tiene razón, imbécil. No nos queda tiempo para que te deprimas y nos envíes a todos a la muerte.
Vaya. El enano era muy crudo con sus palabras.
―Al igual que Levi, confío en tus decisiones y aunque a veces no esté de acuerdo, no me arrepentiré de mis actos. Ahora los dejaré para que hablen.
Apreté la mano de Erwin y caminé hasta la puerta. A pesar del tiempo que había pasado entre su "llévenme como carnada" y "no quiero ser titán", me preocupaba su estado para cuando estuviéramos fuera.
―Espera, Chiyu. Antes de ir a dormir ¿Podrías enviar a los soldados que quedan a sus habitaciones? Aún están allá abajo y deberían descansar para la salida de mañana.
―Entendido, Erwin. Buenas noches.
―Descansa.
―Apresúrate, mocosa.
Asentí y me encaminé hasta el comedor para dispersar aquella reunión. Los soldados debían descansar y caer en excesos la noche anterior a la próxima salida fuera de las murallas no era una idea del todo inteligente. Mis pasos se escuchaban solitarios, hasta que atrapé al enano gruñón sentado en el suelo, apoyando su espalda en la fría muralla de piedra. Parecía distraído.
― Levi. Ve a dormir.
Sus ojos plateados me intimidaron.
― Sabes perfectamente que no puedo.
Su tono me hizo sentir algo de lástima. Era un mito urbano que Levi no dormía más que en su silla y no más de cuatro horas.
― ¿Necesitas hablar? ―Le pregunté. He estado tan distanciada de él que ya no sé qué demonios ocurre. Hizo una seña con la mano, evidentemente para que me largara. Suspiré y di media vuelta.
Otra vez mis pasos se escuchaban solitarios, hasta que alguien me alcanzó.
― Guérisseur des âmes. Lo lamento.
Los pasos distantes de Levi me acompañaban camino a los dormitorios. Asentí y le di una mirada de tranquilidad.
― Te entiendo. Creo que hoy no era un día de celebración ― Respondí. Él negó con la cabeza varias veces.
―Aún no me acostumbro a que salgas con nosotros. Si el maldito Cejotas hace que mueras, yo mismo me encargaré de matarlo.
Reí sonoramente. A veces Levi no demostraba que le sucedía, pero este no era el caso.
― Fui entrenada por el mejor. No te preocupes.
― Eso espero, mocosa.
Llegamos frente a mi habitación. Él suspiró frustrado.
― Ve a dormir ― Le insistí. Asintió derrotado, como un adolescente regañado por su madre. No imagino cuanto tiempo aguantaremos esta situación. De pronto me rodeó con sus brazos y besó suavemente la comisura de mis labios, para luego seguir caminando hacia su destino. Mi corazón latió rápido, jamás estaría preparada para aquello.
Ni para lo que nos deparó en Shingashina.
Estábamos jodidos. Realmente jodidos.
― ¡Capitán! ―
La voz de Kaito se escuchaba lejana, solo escuchaba las explosiones más cerca de mí. El equipo tridimensional tambaleó y sentí un golpe en la espalda.
― Tenemos que vivir, Kaito. Prepárate para lo que viene ― Solté cuando lo vi a mi lado. Negó con la cabeza, a pesar de sus ojos llenos de terror apuntó con su cuchilla hacia el suelo, donde un sótano estaba abierto.
Me empujó bajo el y la explosión se hizo mil veces más fuerte. Era Bertholdt. El jodido chico que provocó la muerte de mi madre estaba ahí, ahora, asesinándonos a todos sin piedad ¿Cuántos soldados caídos serían? ¿Habrá sobrevivido alguien?
Caí de bruces al suelo y Kaito sobre mí. El calor era insoportable. La oscuridad. El ruido. El dolor. Kaito se desmayó.
―Sensei…
―Tranquilo. Cuidaré de ti― Le dije. Volvió a perder la conciencia. Creo que se llevó lo peor del golpe de calor antes de la explosión ― Tienes que vivir para que te cases con Hanna y me des un par de sobrinos. Por favor.
La cantimplora del castaño estaba vacía. Ocupé las ultimas gotas de agua de la mía y se las di a beber, mientras acariciaba su cabello. Si iba a morir, por lo menos que se sintiera en un hogar.
Los sonidos pasaron un buen rato después. Me levanté del suelo, acercándome a las escaleras del subterráneo. Lógicamente, la madera estaba destruida por lo que asomé la cabeza hacia fuera por cortos segundos.
Solo había destrucción. No lograba divisar a nadie.
― ¡Chiyu!
Un grito me sacó del trance. Se escuchaba cercano.
Era Hanji.
― ¡Hanji! No logro verte.
― Moblit…
― ¡Dime dónde estás!
― ¡En el pozo!
Demonios. Corrí hasta el pozo hecho de rocas que estaba más cerca de mí. Las piernas me temblaban, pero estaba bien.
― ¡Hanji! ― Volví a gritar, hacia dentro. Con la luz del sol logré ver el reflejo de los lentes de mi amiga.
―¡._._._._.! Moblit está grave. El estúpido me arrojó dentro del pozo antes de salvarse.
Vaya. Nuestros compañeros eran muy paternales.
―Kaito también. Estoy bajando ¿Tienes la suficiente fuerza?
― Si, sí. Haz lo tuyo.
Con ayuda del equipo saqué a ese par del pozo. Moblit tenía hematomas por todo el cuerpo, por supuesto estaba inconsciente y no reaccionaba a mis estímulos. Afortunadamente estaba vivo aún.
―Mierda, Hanji ¿Qué tienes?
Sus lentes prácticamente se habían reventado. Creo que tenía un gran trauma ocular por la cantidad de sangre que se lograba ver.
―No te preocupes de mí, aun puedo ver.
―Nada de eso. Puede infectarse.
Y comencé a limpiar. El ojo izquierdo estaba perdido, completamente atravesado con el vidrio. De pronto escuché un quejido de Moblit. Demonios.
― ¡Capitán! ― Gritó Kaito. Apunté al soldado y él comenzó a revisarlo.
― Lamento salir sin avisar. Creí que ahí estarías seguro.
― Gracias por el descanso, pero debemos volver.
― Hanji. El ojo…
― Me imagino que lo perdí ¿No? ― Susurró. Asentí suavemente, vendándola.
― Volvamos con los demás.
De pronto una tristeza inexplicable inundo mi ser. Amarré como pude a Moblit en la espalda de Kaito, mientras levantaba a Hanji y hacia lo mismo conmigo. Sus brazos rodearon mi torso mientras apoyaba la frente en mi espalda.
Kaito y yo buscamos durante varios minutos antes de encontrar al resto del escuadrón. Supuse que los demás estaban muertos.
Aterrizamos en un techo cercano mientras se podía observar una acalorada discusión entre Levi y Eren. ¿Quién era…?
Mierda. ¡Mierda!
―Quédense aquí― Susurre. Me acerque a ellos. Una nausea asomó inesperadamente al ver un cuerpo completamente quemado. En medio, Levi discutiendo con Eren y Mikasa. Al otro extremo, el cuerpo de Erwin a medio morir.
― ¡Capitán! ― La voz de Floch se escuchaba desesperada. Me contó rápidamente que encontró a Erwin con una herida enorme en el abdomen y sus órganos vitales fuera. Al abrir el vendaje mientras ignoraba lo que ocurría a mi lado, intenté realizar un milagro con los insumos que el pelirrojo tenía en su alforja.
―Erwin ¿Puedes oírme?
El rubio asintió levemente con el rostro descompuesto. La pérdida de sangre era excesiva, el campo estaba contaminado, ya no tenía agua, pero debía intentarlo. No podía dejarlo morir.
La discusión a mi lado subió de tono. Hanji apareció a mi lado, tratando de contener a Mikasa. El cuerpo era de Armin y debatían con Levi sobre quien usar el suero.
De pronto, Levi nos pidió a todos que nos retiráramos del lugar. Lo ignoré y continué con mi labor.
―Mocosa. Lárgate de aquí.
―Déjame ayudarlo… yo…yo…― No noté que la voz me temblaba y las lágrimas amenazaban con salir. Y de pronto, caí en cuenta de la conversación del día anterior. No quiero ser un titán. Erwin imaginaba que llegaríamos a este punto, en donde por lógica el único en quien pensaríamos para utilizar aquel suero era él.
El pelinegro se arrodilló a mi lado y en cuanto tomó el brazo de Erwin para inyectar el suero, éste lo quitó de inmediato. El rostro de Levi se desencajó y me miró fijamente a los ojos. Negué suavemente con la cabeza y con la mirada, apunté a Armin.
Podría apostar que Levi, Hanji y yo sentimos que el tiempo se detenía y de pronto la temperatura bajaba a cero. Los pasos de Levi se detuvieron sobre Armin, para luego arrodillarse y de un golpe inyectar el suero de titán. Con cuidado tomé a Erwin en mis brazos y salté hacia un tejado lejano, ya que lo único que nos faltaba en ese momento era ser comidos por Armin. Él se removió incómodo y notoriamente adolorido.
―._._._._. … Hanji ― Mi nombre y el de mi compañera salieron de la boca del rubio en un susurro. Ella estaba a mi lado, inquieta, notoriamente afectada.
―Erwin. Vengaremos a tu padre, lo prometo ― Dije, con la voz quebrada. La explosión por la transformación de Armin hizo mucho ruido, pero logré ver como se comía a Bertholdt.
― ¡Mocosos, cuiden de Armin! ― La voz de Levi fue lo suficientemente clara. El chico salió del titán sin conciencia, pero el pelinegro no esperó y se acercó a nosotros. Mis manos manchadas de sangre estaban sobre el vientre de Erwin, intentando hacer presión. Ya no quedaba más. Esta vez sí era el final.
De pronto el rubio abrió los ojos. Enfocó la vista sobre Levi, sobre mí y finalmente sobre Hanji. Sonrió. Y pude sentir como su cuerpo dejó de funcionar.
―Ya está muerto ― Dijo Hanji, cerrándole los ojos. Bajó sus parpados con suavidad mientras juntaba su frente con la de él. Traté de levantarme, pero el cuerpo no me reaccionaba. Caí sentada a su lado.
No.
No.
No.
Sentí las manos de Levi sobre mis hombros. Su mirada gélida estaba en shock. Todos observábamos como la vida de Erwin Smith se nos escapaba de las manos, de un segundo a otro. Mi corazón latía desbocado, sin saber qué hacer con todo ese dolor.
Me quedé en ese tejado sin notar el paso del tiempo, ni notar que Levi se llevó el cuerpo de Erwin para que descansara a una de las casas cercanas, ni escuchaba a mis soldados hablar, ni cuando se retiraron para abrir ese maldito sótano, hasta que una caricia en la espalda me trajo a la realidad.
―Tenemos que volver, Capitán.
Kaito me miraba fijamente a los ojos.
―Erwin murió― Solté. Él asintió.
― Volvamos al cuartel. A bordar su insignia. A darle una despedida digna.
Y de pronto cayó el balde de agua fría. Erwin estaba muerto. El maldito Cejotas, quien cuidó de mi desde el segundo uno cuando ingresé a la Legión de Reconocimiento. Quien sacó carcajadas, quien me hizo sufrir, quien motivó a que continuara con esa basura del Centro de Sanación. El maldito que se robó mi primer beso. Y quien, con mucha educación, preguntó si podía robar también mi flor.
Comencé a reír sobre mi caballo. Hanji también sonrió a mi lado, seguramente imaginaba lo que estaba pensando.
― Chiyu. Agradezco que lo intentaras hasta el final.
Asentí. Pero no supe que responder. Mi cabeza daba vueltas.
Llegamos de vuelta a las murallas, en donde los ciudadanos nos recibieron como héroes. Noté que las miradas buscaban a mi comandante, pero solo conseguían miradas de negación.
Estaba exhausta.
Hanna estaba esperando en las murallas, lo único que logré fue susurrar "Moblit". Ella asintió. Maldición, al menos alguien tenía que sobrevivir de esa maldita misión.
Me encaminé hasta mi habitación. Sin enfocar la vista en algo específico, abrí la ventana y dejé que el aire me golpeara la cara. En ese momento, mi pecho ardió y las lágrimas comenzaron a correr desbordadas por mi rostro. Golpeé el marco de la ventana con mis puños, cerrándolos con fuerza. Sentí que la ira iba a provocar que asesinara a alguien. Intenté respirar con calma, pero lo único que salía de mis pulmones eran gemidos de dolor.
―Mocosa.
Ni siquiera la voz de Levi me sorprendió. No noté cuanto tiempo llevaba conmigo.
― Cuando perdió el brazo, le dije que si no sobrevivía lo iba a matar― Susurré. Él sonrió suavemente.
― Se cuán importante era Erwin para ti. Para todos, en realidad. Lentes está destrozada, está destruyendo todo lo que encuentra a su paso.
― No puedo imaginar el dolor que siente en este momento. Si algo así te pasara… no sabría que hacer ― Le dije, mirándolo a los ojos. Creo que estaba muy sensible.
El pelinegro negó varias veces con la cabeza, acercándose a mí. Notó mis nudillos sangrantes y posó sus manos sobre las mías.
― El sueño de Erwin, para desgracia de la cuatro ojos de mierda, siempre estuvo por sobre ella. No supo aprovechar ninguna maldita oportunidad. Y yo estaba jodidamente cegado con ese sueño,._._._._._., pero logré darme cuenta de algo.
― ¿Qué?
― Ese sueño no cuenta si estoy solo. Tu madre era una loca de mierda, pero me ofreció una familia. Y no voy a morir sin una.
Lo observé largos minutos, en silencio, totalmente impactada. Su declaración me tomo completamente desprevenida, sin saber que responder. Lo único que logré fue envolverlo en mis brazos con mucha fuerza. Las lágrimas volvieron a salir esta vez con más fuerza que al comienzo. Pude sentir que él también estaba algo emocionado.
― Levi ― Susurré. Me devolvió un tsk.
― Si vas a soltar alguna estupidez…
― Soy tu familia. Aunque me maten allá fuera. Siempre.
Él se estremeció bajo el contacto.
― Lo sé.
Iba a responder, pero golpearon la puerta dos veces. Nos separamos suavemente.
―Capitán. Estoy buscando a Levi-Heichou, pero…― La voz de Kaito me sorprendió.
―Estoy aquí. Pasa.
Abrió la puerta y se encontró con mi rostro completamente destrozado. A mi lado, Levi tampoco demostraba estar del todo bien. Suspiré.
―Lo lamento. Es por el castigo.
―Ah, por esos malditos mocosos insubordinados. Llévalos a las celdas de castigo. Que Armin los cuide.
―S-Sí, señor ― Y volvió a cerrar la puerta.
― ¿Qué castigo?
― ¿Pero es que acaso eres idiota, mocosa? Mikasa casi me corta el cuello ― Murmuró.
― ¡¿Qué Mikasa qué?! ― Chillé, como una maldita energúmena. Su expresión se suavizó y comenzó a reír, como nunca lo hacía.
Comencé a reír junto a él. Eso era. La sensación.
Sin quererlo, ya éramos una familia.
Pero ¿Que haríamos juntos en un mundo donde tenemos todo en contra?
Hola! Ha pasado mucho tiempo. No se que decir, a parte de siempre agradecer sus favs, follows y reviews.
