Capítulo XXVII

Levi ha tenido pesadillas toda la noche.

Mi habitación está en una penumbra aterradora. Levi está recostado a mi lado, durmiendo suavemente. Ya lleva un buen rato así.

Ni siquiera he querido cerrar los ojos, porque las imágenes de la misión se me vienen a la cabeza y me dan ganas de llorar. Ya no quiero llorar más.

― No… ¡No!

Aquí vamos otra vez. Siento como se remueve, incómodo.

― Tranquilo, cariño ― Le susurro suavemente, palmeando su hombro. Él parece calmarse.

Definitivamente será una pésima noche.

Tomo en mis manos el reloj de bolsillo de la mesita de noche. A penas son las 2 de la mañana, por lo que, tratando de hacer el menos escándalo posible, me levanté para preparar un té, aunque la hierba para no soñar claramente no está funcionando. Escucho un gran suspiro. Los ojos plateados de Levi me observan con dolor.

― Oye, no te vayas.

Niego con la cabeza.

― Iré por una taza de té caliente ¿Quieres?

― Sí. No tardes demasiado.

Y vuelve a recostarse. Por lo que logro ver se nota agotado. Estamos iguales, la cabeza ya no me da más. Termino de vestirme con una sudadera y un pantalón holgado. La noche está especialmente fría.

Camino por los silenciosos pasillos. Obligatoriamente debo pasar por la habitación de Hanji, aún hay iluminación en su dormitorio por lo que logro ver bajo la puerta. Me detuve y apoyé la frente en la fría madera.

― Soy Chiyu ¿Necesitas algo?

Que pregunta más estúpida. Niego con la cabeza, avergonzada.

― Creo que me voy a morir. Soy patética, ._._._._.

Asoma la cabeza por la puerta, por lo que logro ver su ojo hinchado y rojizo. Vuelvo a negar, tomándole ambas manos. Creo que ella logra ver que estoy igual. Me preocupa que me llame por mi nombre.

― Realmente no sé qué decir. No te reprimas, nosotros estaremos contigo para lo que necesites.

― Gracias por pasar por aquí. Mañana podremos hablar con tranquilidad ― Me susurra, dándome un fuerte abrazo. Luego de eso, vuelve a entrar y cierra la puerta.

Bajo hasta la cocina y prácticamente robo todos los implementos necesarios para hacer té. Los meto a una caja de madera y mi rumbo cambia abruptamente. Troto hasta el Centro de Sanación esperando encontrar a Hanna o Kaito.

― ._._._._.

La voz agotada de Kaito me hace dar un salto. Lo observo también, está destruido.

― Tienes que descansar. Ha sido un día muy duro.

― Lo mismo digo. Se ve horrible ― Me dice, muy tranquilo. Es considerablemente más alto que yo, por lo que palmea mi cabeza con su mano y sonríe, pareciendo mi hermano mayor. Le devuelvo el gesto ― Moblit está estable. En este minuto Hanna está con él. Pero me asesinará si la ve rondando en el Centro después de lo que pasó…

Me alegra que Hanna tome el control por completo de este lugar. Creo que es la digna sucesora del Centro de Sanación.

― Si necesitan de mi ayuda no duden en consultar. No se olviden de que también soy doctora.

― Lo haré, se lo aseguro. Ahora vaya a tomar ese té.

Asentí. Su mirada me dice que sabe lo de la hierba para no soñar. Esta noche en especial, nada funcionará. Vuelvo a trotar, ahora hacia las celdas de castigo. Bajo las escaleras con suavidad y logro ver la iluminación de una lámpara.

Armin me da una mirada de tristeza. Escucho a Eren murmurar entre sueños, mientras Mikasa está despeinada, observándome desde la celda. Dejo mi caja de madera en el suelo y me siento sobre el escritorio en donde el rubio está tomando unas notas.

― Espero no interrumpir. Quiero saber cómo están.

― Lamentamos su perdida, Heichou ― Murmura Mikasa, bajando la mirada. Recuerdo sus gritos de dolor, por lo que niego con la cabeza.

― Se muy bien que lo que pasó en Shingashina fue doloroso y bastante cruel para ustedes. Quiero decirles que no estuve muy consciente de lo que sucedió, pero entiendo completamente el por qué actuaron así.

― La vi, Capitán. Usted le dijo a Levi-Heichou que la inyección era para Armin ― Murmuró Eren, levantándose y observándome con sus ojos esmeraldas que se veían intimidantes. Mikasa levanto la cabeza, sorprendida, al igual que Armin.

― Sí. Pero fui egoísta también. Conocía los deseos de Erwin. Afortunadamente él alcanzó a decidir también.

― ¡Pero por qué tuvieron que decidir! ― Gritó de pronto Mikasa, alterada.

― Por que como vieron con Rod Reiss, quien apenas tocó el suero con la lengua, logró una transformación deforme. Investigué hasta el cansancio y no podía arriesgar a nadie. Dividirla pudo ser una irresponsabilidad de mi parte.

― Como Historia tiene sangre real, ahora he visto muchos recuerdos, Capitán… Armin y yo estamos condenados. De igual modo vamos a morir.

El castaño se escuchaba depresivo, aunque de todos modos me sorprendió esa información. Mire a Armin, quien estaba nuevamente tomando apuntes.

― Bueno, quizás eso lo podemos arreglar en el futuro ¿Cómo saben si logramos cambiar las posibilidades?

― Vi a su padre. Él y el mío trabajaron juntos. Quizás también conoció su secreto.

Mi rostro se desencajó. Traté de hacer memoria…Mierda. ¿Quizás por eso murió sin poder salvarlo? ¿Quizás… él también fue un titán?

― Lamentablemente no ha recordado más. Por eso estoy registrando todo, pero estamos en deuda. Le contaremos todo ― Dijo el rubio.

― No te sientas en deuda con nadie, Armin. Confío plenamente en que utilizarás tu poder para continuar con el legado de Erwin. Siempre te destacó como un gran estratega, tuviste su confianza hasta el final… solo… haz que valga la pena ― Susurré. Si seguía, otra vez iba a llorar ―No tengo recuerdos sobre lo que dice Eren, pero si hay que volver a mi casa también, lo haremos.

― Creo que ha sido suficiente por hoy.

Mikasa volvió a recostarse. Asentí, despidiéndome de los tres, para por fin volver con Levi. Esta vez la luz en la habitación de Hanji ya no estaba, realmente deseé que lograra descansar.

Cuando entré a la habitación, Levi estaba durmiendo. Espero que no haya notado que tardé más de lo que él esperaba. No iba a contarle lo de mi padre aun, era alarmarnos demasiado pronto. Con cuidado, calenté agua y serví dos tazas de té, dejándolos sobre la mesita de noche. Creo que desperté a Levi solo con el delicioso aroma que emanaban, por lo que se sentó rápidamente en la cama para beber un poco, mientras me acomodaba en el sillón cercano a la cama.

― En un momento creí que traerías alcohol.

Reí suavemente.

― Usted vomita demasiado, Heichou. El té es más saludable.

― Fue solo una vez, maldita mocosa.

― Pero con esa me basta.

Bebí mi té disimuladamente, observando como lo molestaban mis palabras. Se veía gracioso, intentando recordar aquellos momentos de pequeña felicidad que vivimos en el pasado.

― Eres muy extraña.

Levi provocó que me atragantara con el líquido que estaba bebiendo. Cuando terminé de toser, me observaba fijamente, pero no expresaba del todo el significado de sus palabras.

― No entiendo ― Susurré.

― Es porque estamos aquí. Estoy en tu cama, conversando, trajiste té ¿Siquiera recuerdas todo lo que te he hecho? ¿Cómo es posible que solo recuerdes lo bueno?

Tuve ganas de lanzarle la taza en la cabeza. Suspiré frustrada.

― Nada de lo malo que ha pasado se me ha olvidado. Recuerdo perfectamente todo. El dolor. Tengo cicatrices que me lo recuerdan ¿Pero crees que vale la pena pensar constantemente en eso?

Di en el clavo. Su expresión se horrorizó.

― Ahora que sabemos que son los titanes y los humanos…

― ¿Ahora? Siempre. Desde que nací existen los titanes, que ya era un riesgo bastante grande. Cuando era niña mis padres y yo estuvimos en peligro por su conocimiento. Cuando entré a la milicia, estuve en peligro por voluntad propia. He estado a punto de morir tantas veces que ya perdí la cuenta. Y agradezco toda la protección que he recibido, pero también me he salvado por cuenta propia.

Suspiré. Estaba consciente. Siempre lo estuve, pero ahora, con todo lo que estaba sucediendo y se transformaba en la realidad que nos tocaba vivir, creo que él se sentía algo extraño. No esperó jamás que viviera lo mismo que él.

― Tú eres la nueva Comandante. Necesito saber qué demonios es lo que piensas.

Sus ojos plateados drenaron todo el oxígeno que quedaba en mi cuerpo. Era cierto. Son las ordenes de Erwin.

― Como Comandante, creo que deberías vivir por tu propio sueño y no adjudicarte el mío para luchar por él.

― Es un sueño patético, por eso no lo quieres decir.

― Probablemente.

¿Pero qué haría yo como Comandante? Mierda, no. Tenía que ser Hanji.

De pronto, la puerta se abrió estrepitosamente. Asustada, observe a Levi quien con rapidez se levantó seguramente para asesinar a la persona que nos observaba, pero detuvo su movimiento al reconocerla.

La invoqué. Era Hanji.

Dejó unos libros en mi regazo, mientras me quitaba la taza de té y se la bebía toda para luego sentarse al lado de Levi.

― Lentes de mierda.

― Enano ― Le respondió rápidamente ― ¡Chiyu! Esos libros dicen tantas cosas que no sabíamos. He estado leyendo toda la noche… pero hay algunos en idiomas que no logro traducir.

― Te ayudaré. Papá era bueno traduciendo.

La duda otra vez. Los tres observamos como el amanecer aparecía por la ventana. Maldición.

― Por lo visto tendremos que prepararnos para la reunión ― Murmuró Levi. Se levantó con pereza y tomó sus cosas para marcharse en silencio. Hanji y yo lo observamos con tranquilidad.

― Sobre eso, Hanji…

― Eres la nueva Comandante, Chiyu. Y sé lo que estás pensando.

― No puedo serlo. Tú tienes infinita más experiencia que yo.

― No estoy de acuerdo. Erwin siempre te consultó como estratega. Además, te envió a las misiones más difíciles, aunque no fueras a todas. Te encomendó misiones que en las que ni Levi ni yo se le pasaron por la cabeza. Dale una vuelta a eso.

Palidecí. Ella me observaba sonriente ¿Acaso estaba enloqueciendo? Traté de responderle, pero las palabras no salían de mi boca.

― No creo ser capaz.

― Demuéstralo ― Me dijo, con la voz enfadada. Su mirada no me decía mucho. Ella también se retiró, dejando los libros en mi habitación, por lo que los acomodé guardándolos en mi escritorio y ya decidiría que hacer con ellos.

Por ahora, debería preocuparme, ducharme y parecer un ser humano decente para asistir a la reunión con la milicia y la Reina Historia. A pesar de todo, la cabeza me daba vueltas, era demasiada información y responsabilidad después de la muerte de Erwin.

Preparé todo lo necesario. Me vestí acorde a la ocasión, utilizando el abrigo que llevaba las alas de la libertad en la espalda, incluso cepillé mi cabello. Tomé los libros y me dirigí a la oficina de Erwin a leerlos, también para buscar algún indicio sobre lo que planeaba hacer, o definitivamente comenzaría a tomar mis propias decisiones.

Él siempre fue muy ordenado. Todo estaba como lo recordaba.

― Comandante, la estaba buscando.

La voz grave del general Darius Zackly y su tono algo burlón me hicieron dar un respingo. Realicé el saludo ofreciendo mi corazón con mucho nerviosismo, todo era diferente ahora.

― Señor.

― Vine aquí tan temprano por las circunstancias tan nefastas en las que se convierte en la líder, además de que Erwin dejó una carta.

― ¿Una carta?

― Sí. Él estaba preocupado de que temieras asumir.

― Es verdad. Pero si usted está de acuerdo, continuaré con sus deseos.

― Me parece muy bien. Ordene a sus soldados y partamos al Tribunal Militar. Hay que hacerlo oficial ―Se despidió con un gesto paternal y salió de la oficina. Las piernas me temblaron un segundo.

Eso ya no podía pasar más.

Caminé por el cuartel en medio de miradas de expectación. Los pocos soldados que quedábamos (siendo exactos solo sobrevivimos Eren, Mikasa, Armin, Jean, Connie, Sasha, Floch, Moblit, Kaito, Hanna, Hanji, Levi y yo) fuimos citados por el Tribunal por los nuevos descubrimientos. Tuve que ordenar que dejaran libre del castigo a Eren y Mikasa para encaminarnos hasta nuestro destino.

Compartí carroza con Levi, Hanji, Kaito y Hanna, quienes evitaban el contacto visual conmigo. Creo que pensaban que iba a explotar en cualquier momento. Por lo que supe por otros soldados, Hanna también había estado a punto de morir en Shingashina, pero por fortuna alcanzó a esconderse antes de que el titán simio atacara con piedras. Era una gran mujer, dedicada a luchar y a la sanación, al igual que yo.

Ya en el edificio y frente a unos pocos soldados más de la milicia, en primera fila estaba junto a Hanji. Al otro lado, una silla vacía. Era de Erwin. Los demás estaban acomodados hacia atrás.

― Encima de esta mesa están los tres libros que hablan sobre "La juventud de Grisha Jaeger, La historia y el conocimiento sobre titanes y La información fuera de los muros". Los que estamos en esta habitación somos los únicos que sabemos de estos libros. Le debemos su recuperación a los trece soldados que están aquí y a los casi doscientos que ya no están. Que sus actos heroicos sean recordados por milenios. Crearemos un monumento para ello y para enterrar a los caídos ― Dijo con voz firme el general Zackly. Me observó fijamente a los ojos ― ¿Cuál es la situación? Comandante, _._._._. ._._._._._.

Cuando él me llamó comandante frente a todos esos soldados, de pronto se hizo más real.

― A cambio de la muerte de muchos soldados, incluyendo a nuestro Comandante Erwin Smith, nosotros, la Legión de Reconocimiento, recuperamos exitosamente la muralla María, derrotamos al titán colosal y tomamos su poder ― Respondí con voz firme. Hice una pausa ― Pero lamentablemente, dentro de los muros, seguimos estando en peligro extremo. Los titanes no son nuestro único enemigo, a ellos se suma el resto del mundo que está en el exterior. Según los libros, somos una raza conocida como "Los seguidores de Ymir", en la antigüedad gobernaron al mundo y podrían hacerlo otra vez. Este motivo es por el cual nos quieren a todos muertos.

Creo que hablé durante más de una hora. Debí relatar lo que estaba en los libros, la historia de Grisha, Eren y el titán fundador y todos los datos que fueron recopilados durante la misión. La reunión se dio por finalizada, quedando en aquella sala solo el general, la reina y yo.

― Entiendo por qué el Comandante Erwin la designó como su sucesor, Sensei.

La expresión de Historia, tal como y ella dijo que ya no era la chica buena, demostraba sabiduría por donde se le mirara. Bajé la cabeza en una reverencia de aceptación.

― Estoy de acuerdo. No hay nada de qué preocuparse, Comandante. Usted acaba de demostrar que está preparada.

Lo demostré.

― Agradezco sus palabras. Y excuso a mis soldados Sasha y Moblit por no asistir a esta reunión, ellos se encuentran heridos de mediana y alta gravedad, respectivamente.

― Lo entiendo. Están considerados en la condecoración de igual modo ― Respondió Historia.

Tuvimos que esperar para aquel momento, pero la Reina Historia, en una ceremonia muy formal, nos entregó a todos los colgantes con la gema verde que en su interior tenía grabada las Alas de la Libertad.

Volvimos a nuestro cuartel en completo silencio. Cuando nos reunimos en la entrada del edificio, los soldados esperaban sus órdenes.

― Quiero que tomemos unos días de descanso. Para lo que ustedes consideren prudente. Pero ahora, los necesito para una última misión antes de ese tiempo.

― Estamos a sus órdenes, Comandante ― Respondió Kaito. Asentí.

― Debemos salir y recuperar los cuerpos. De los más que se puedan. Deben tener un final digno, bordaré las insignias y prepararemos un funeral.

― ¡Sí, Comandante! ― Respondieron al unísono los pocos soldados que quedaban. Asentí con agradecimiento.

― Reúnanse en una hora aquí. Solicitaré ayuda a los demás comandantes en cuanto lleguemos a Trost.

Entregaron su corazón y tomaron rumbos diferentes, menos Levi y Hanji. Ambos me observaban sorprendidos.

― Escondido tenías este poder de dominancia, Chiyu. Estuviste asombrosa ahí ― Me dijo con emoción la castaña, sacándome una sonrisa.

― Supongo que todo lo que sucedió en la Ciudad Subterránea influyó. Quizás me tienen miedo ― Solté de pronto, a modo de broma. Levi me golpeó en la cabeza.

― No menosprecies tus habilidades, mocosa.

― No le diga mocosa a su Comandante, Heichou.

Y Hanji comenzó a reír a carcajadas. Su expresión se veía tan relajada que me tranquilizó también, comenzando a reír. El pelinegro nos observaba tranquilo, aceptando que otra vez volvíamos a ser el par de locas de siempre.

― Espero que Erwin esté orgulloso de esto.

De pronto, la nostalgia volvió a nosotros.

― Sobre eso, me gustaría que ustedes dos fueran a los Periódicos Berg. Roy y Beaure nos podrán hacer el favor de difundir toda esta información. Queda a su criterio qué debe saberse y que no ¿Está bien? Afinaré unos últimos detalles y nos reuniremos.

― Entendido ― Respondió Levi. Ambos tomaron rumbo hasta los establos, mientras por mi cuenta, me dirigía hasta la oficina de Erwin, comenzando los informes. Tendría mucho más trabajo desde ahora en adelante.

― ¿Estuviste despierta toda la noche?

La rubia cabellera de Hanna me sacó del trance. Creo que estaba dormitando sobre los documentos, por lo que asentí, desganada, indicando que se sentara frente a mí.

― Levi tuvo pesadillas toda la noche. Luego Hanji me contó sobre lo que aparecía en los libros, los leí completos por si no me los devuelven, por eso estaba intentando escribir. Nos amanecimos conversando y luego llegó el general y…

― ¿Estás bien? ― Preguntó la chica, afligida. Los ojos se me llenaron de lágrimas de repente.

― Ya no quiero llorar más. Esto es muy abrumador.

― Me lo imagino. Kaito durmió en el Centro de Sanación, también tuvo pesadillas. Moblit está adolorido, así que sus ciclos de sueño son cortos. Sasha se está recuperando bien, con el apetito de siempre, es una chica fuerte.

― ¿Y tú como estas?

― Considerando que Floch me encontró inconsciente y me salvó la vida, la verdad es que bien. Me duele un poco el cuerpo, eso es todo.

Suspiré. Ella también se veía agotada.

― Hanna Evans. Te he entrenado durante años y quiero que seas la nueva Capitán de la Tropa de Sanación. Kaito lleva años en la Legión, pero su entrenamiento como médico aún está incompleto ¿Crees que seas capaz?

Los ojos azules de la chica se abrieron como platos y se colocó de pie rápidamente.

― ¡Si, comandante! ― Respondió con fuerza. Y me abrazó con ímpetu.

― Vamos a modificar un par de cosas sobre el entrenamiento de sanación, ahora somos tan pocos, pero seguimos en peligro. Los que no saben tanto, deben aprender.

― Me haré cargo de eso.

― Bien. Te lo agradezco. Y creo que ya es hora de que partamos a Shingashina.

Tomamos los pocos caballos disponibles y nos embarcamos en la última misión antes de hacer un receso como Legión de Reconocimiento. Con ayuda de los demás comandantes y sus tropas, recorrimos aquella ciudad y recuperamos casi el total de los cuerpos de nuestros soldados caídos, incluido Erwin, por lo que, al atardecer, logramos enterrarlos a todos ya que los civiles, coordinados por Flegel Reeves, habían preparado las urnas y las lapidas para los soldados.

Con total agradecimiento, ofrecí mi corazón a cada persona que nos dedicó su ayuda y tiempo para darle un descanso decente a los soldados. Aun no entiendo la tranquilidad que me entregó ese acto, además de las variadas instancias de camaradería y de ánimo de parte de los civiles por convertirme en la nueva Comandante.

En cuanto terminamos, envié a descansar a todos los soldados. Y como una abuela que le teje abrigos a sus nietos, comencé a bordar las insignias en el telar dispuesto en la sala de estar del cuartel de la Legión de Reconocimiento. Ya tenía la mano acalambrada para cuando entraron todos los soldados a observarme.

Sobre la mesa de centro, se depositaron al menos diez botellas de vino y algunos comestibles improvisados. Arqueé una ceja, confundida.

― Creo que debemos llorar a Erwin y celebrarte, Chiyu ― Me dijo Hanji, con una expresión emocionada. Necesitaba la excusa para llorar tranquila. Los demás me observaban con nerviosismo.

― La verdad no sé si esto sea correcto ― Susurró Jean. Connie lo observó enojado, supongo que no quería perder la oportunidad de beber.

― ¿Realmente esto es lo que necesitan? ― Pregunté sonriente. Kaito asintió, sacándome una carcajada.

― Aquí hay unos mocosos que dicen que Eren es muy tolerante. Vamos a probarlo.

Todos nos sorprendimos con las palabras de Levi. Eren se sonrojó, a pesar de la actitud extraña con la que actuaba el último tiempo.

― Hay un solo problema.

Ellos me observaron confundidos.

― ¿Qué ocurre, Comandante? ― Preguntó Armin. Suspiré.

― No son suficientes botellas ― Respondí.

Y de pronto, todos comenzaron a reír. Salimos al patio, mientras algunos comenzaban una fogata, los vasos y las botellas rotaban por doquier, en donde las risas y las lágrimas florecieron como la primavera, dejando salir todos aquellos sentimientos que incomodaban nuestro interior.

Algunos propusieron brindis, otros contaron anécdotas vergonzosas. Conocí más a los reclutas de la 104 y ellos nos conocieron más a nosotros. Espero que aquello sea útil para reforzar las relaciones dentro del equipo.

Era la primera vez que podíamos hablar sin pensar en qué pasaría al día siguiente. No éramos descuidados, pero a veces necesitábamos esos pequeños descansos.

A media noche observé de reojo a Levi, quien, con las mejillas sonrojadas, conversaba de forma muy animada con Hanji, Jean y Kaito. A mi lado, el trio de Shingashina esperaban alguna estupidez de su borracha Comandante. Las palabras a penas salían, de forma que las risas cada vez se hicieron más intensas.

Me sentí adormilada, puesto que llevaba más de veinticuatro horas sin dormir. Creo que el estrés y la adrenalina me mantuvieron despierta.

― Oye, _._._._._., pareces un bebé.

Mi nombre salió de los labios de Levi, quien, con una facilidad absurda, me levantó del hombro de Armin en donde estaba apoyada dormitando hasta su espalda.

― Estoy muy cansada. No hagan algún desastre. Los quiero mucho ― Murmuré, con varios grados de más de alcohol en la sangre. Ellos rieron.

Me cargó hasta su habitación en donde con paciencia, me desvistió prenda por prenda. Le di una mirada de reprobación.

― No es lo que crees. Es para que descanses.

― Si, Heichou. Gracias por la piedad ― Respondí. Él bufó, creo que le causé gracia. También se desvistió para utilizar su clásico estilo de dormir y se recostó a mi lado, acariciando suavemente mis mejillas.

― Están tibias. Te excediste hoy con el vino.

― Mañana me arrepentiré. No escaparé de esa migraña.

― Descansa, guérisseur des âmes.

― Descansa, mi amor.

Él se sorprendió. En mi defensa, estaba muy ebria, por lo que automáticamente al cerrar los ojos me dormí. Caí en un sueño tan profundo, sin sueños, ni pesadillas, ni nada que interrumpiera aquel maravilloso descanso hasta la mañana siguiente.

Los días de receso fueron bien aprovechados por los soldados, pero teníamos que trabajar. Había que seguir planeando, descubriendo, inventando.

Y nada nos detuvo. Nuestro deber es luchar.


Hola! Yo otra vez :( No hay caso. O actualiza cada cuatro años, o así de seguido.

Muchas gracias a quienes siguen leyendo y sobretodo a Lia Black Phantom quien me dejó un review (han pasado 84 años, literal). Me inspiré para el final con tus palabras. Muchas gracias por continuar leyendo.

La verdad no sé como continuar. Ya entramos a aguas peligrosas, son muchas decisiones y pocos bandos. Pero si hay bellos y hermosos lectores que siguen aquí, pues intentaré darles en el gusto.

Este es un golpe de inspiración en plena cuarentena. Espero que no se acabe pronto.

Y como dijo Chiyu, los quiero mucho.

Gracias!

Setchan.