Este Fic esta dedicado a KeaLangrey, puke es una persona hermosa y este es su regalo de Cumpleaños ¡felicidades pkño!

Capítulo 2 Explicación

-¡Hey chicos, dónde estaban!.– saludó Max al ver entrar a la suite que compartían los Bladebreakers a los dos mayores del equipo, quienes venían con semblantes relajados y ropas ligeramente húmedas.

-¿Acaso fueron a entrenar?.- preguntó Kenny extrañado, luego de alzar la mirada de su computadora y analizar la condición en que llegaban ambos jóvenes.

-¿Entrenar? Creí que no había entrenamiento hasta mañana… - dijo Tyson curioso, acercándose a los demás con un enorme plato de cereal en al mano y una gran cucharada en la boca.

-El tuyo será mañana y será doble si no dejas de comer ahora –respondió reacio Kai, quien le había lanzado una mirada de reprobación al dueño de Dragoon no sólo por verle hablar mientras comía, sino por encontrarlo aun en pijama. El ruso bufó molesto y se encaminó a las habitaciones.

-Eh… espera Kai – llamó Kenny, tragando nervioso cuando la fría mirada roja del mayor se dirigió como plomo sobre él.

-Ti-tienes un mensaje del Sr. Dickinson – concluyó rápido. Kai arrugó el rostro ligeramente y volvió sus pasos hasta donde el menor dejó libre su computador para que el bicolor pudiera checar el mensaje. Sólo un par de minutos le tomó conocer el contenido y luego de un gruñido, el ruso se alejó de nuevo hacia los cuartos.

Cuando desapareció de la pequeña cocineta en donde se encontraban los demás, un sonoro suspiro de alivio se escuchó al unísono. Rei volvió sus ojos a sus tres compañeros y no pudo evitar una sonrisa juguetona al verlos por fin sentirse a salvo de la furia soviética que tenían por capitán.

-Oye Rei… - inició Kenny, viendo cómo el asiático se entretenía sirviéndose un vaso con jugo de naranja y bebiendo contento de él - … ustedes, eh... estaban entrenando ¿cierto?

El chino le miró con un gesto extraño, luego suspiró y se alzo de hombros.

-Sí Kenny, estábamos entrenando

-Pero creí que…

-Kai y yo no dejamos las rutinas - continuó adelantándose a la explicación que sabía le pedirían- fue el trato que hicimos a cambio de que las tres sesiones semanales que ahora ustedes tienen – concluyó haciendo un movimiento con su mano para desestimar el asunto y volviendo a tomar el refrescante jugo que tenía aun en su vaso.

-¿trato, por qué un trato? – preguntó confundido Tyson, dando voz a una interrogante que sus otros dos compañeros también se hacían.

-Bueno, no creerían que Kai cedería a dejar los entrenamientos simplemente porque se lo pidiera ¿o sí? –replicó Rei con un tono de obviedad y lógica abrumante, mas al ver las expresiones confundidas de sus compañeros, sintió una gotilla de sudor bajar por su cabeza.

-A cambio de reducir sus entrenamientos, yo acepté ejercitarme al ritmo de Kai – terminó, aclarando a lo que se refería como 'el trato'.

Los otros tres permanecieron sorprendidos por la noticia, ellos inocentemente habían creído que cuando Kai cancelo los exhaustivos entrenamientos diarios, lo había hecho por la excelente labor de convencimiento del nekojin. En esos cuatro días que llevaban con el nuevo régimen, no les había extrañado encontrar a los mayores levantados primero que ellos, siempre habían sido madrugadores y simplemente parecía normal.

Ahora sin embargo, el beneficio del que disfrutaban a cambio del sacrificio de su amigo, les parecía demasiado culposo. Rei, leyendo perfectamente las expresiones de culpa y remordimiento río ligeramente, sinceramente enternecido por ello.

-Descuiden chicos, yo estoy bien. He entrenado toda mi vida, sería extraño no hacerlo ahora. –dijo el pelinegro con una sonrisa reconfortante en los labios. Concluido ese asunto, Rei les dejó con una subliminal orden de limpiar la cocineta y prepararse para la firma de autógrafos a la que debían asistir ese día; entones se dirigió a su habitación.

En el cuarto encontró a un Kai recién bañado y terminando su arreglo personal, al colocarse sus famosas marcas azules en el rostro. El ruso pasó su mano por sus alborotados cabellos y tomando su chaqueta se encaminó a la puerta.

-¿a dónde vas?. –cuestionó curioso el chino, tenían una agenda que cumplir y el primero en acatarla era siempre el ruso.

-Dickinson – respondió colocándose su chaqueta- Cuida que estén listos, partiremos a las 10:15 en punto, ¿está claro?

-¡Sí, mi capitán!- contestó risueño Rei, haciendo un ademán con su mano en la frente, antes de desaparecer en graciosa huida al baño, luego de la fulminante mirada que le lanzó Kai por la bromita.

El ruso se permitió una pequeña sonrisa y un ligero meneo de cabeza cuando estuvo seguro que el asiático no lo vería. Era por detalles como ese, sencillos y auténticos que el chino se había ganado su amistad. Sin más que aguardar, salió de la suite para encontrarse con el rechoncho organizador de la BBA.

··

-¿Dónde está? ¡Ya deberíamos estar en camino y tomando el almuerzo!. –

-¿Tyson, no piensas en nada más?.

-Claro que sí jefe, pero es que estoy en desarrollo y necesito comer

-Sí claro

Las risas de sus tres compañeros hicieron sonreír levemente a Rei, quien mirando por enésima vez su reloj, se aseguraba de que ahora, faltaban cinco minutos para las once del día y ellos seguían en al suite esperando la llegada de su capitán. No podía evitar preocuparse por desconocer el paradero del peliazul, Kai era extremadamente puntual y si no estaba ahí, era porque algo importante debió pasar con el Señor Dickinson.

Una nueva oleada de risas y reclamos le hizo levantar el rostro hacia los tres menores, que ahora estaban entretenidos con un videojuego y permanecían relajadamente ignorantes de la ausencia del ruso.

Esos tres.

Si no fuera por esos tres y su extraña petición… una nueva sonrisa apareció en el rostro del chino. A pesar de lo difícil que le fue convencer a Kai de cambiar los entrenamientos, no podía dejar de valorar que gracias a ellos, había logrado acercarse más al bicolor en esos días, que en los tres años anteriores.

En aquel primer paseo, Rei empleó sus mejores tácticas comunicativas y seleccionados temas para -por ridículo que pareciera- agradarle a Kai. No fue sino hasta que aquel mirándolo extrañado y cuestionándole que demonios le pasaba fue que Rei avergonzado desistió; entonces, se sumieron en un silencio que lejos de incomodarles se volvió complemente placentero. Aquel día, habían caminado por un parque cercano al hotel y luego recorrieron la zona colonial del lugar, comentando de vez en cuando algún detalle de la arquitectura que admiraban.

Cuando volvieron al hotel ya ambos venían relajados y Rei aprovechó la oportunidad para hablarle de los horarios. Ciertamente no había sido nada fácil abordar el tema, ni soportar la fría mirada del ruso y sarcásticos comentarios; pero cuando el mismo Kai propuso el intercambio de rutinas, el sorprendido definitivamente fue el asiático.

Ahora, días después de llevar el nuevo entrenamiento, Rei podía admitir que ejercitarse con Kai, lejos de los tres menores, era diez veces mejor y más efectivo; además, le había dado la oportunidad de pasar tiempo con el ruso y descubrir que Kai era bastante capaz de llevar una conversación si lo deseaba, incluso que tenía un extraño sentido del humor. Asimismo tenía que admitir que el pasar tiempo juntos, le ayudaba en su extraña misión.

Un inesperado y estruendoso portazo sacó al asiático de sus cavilaciones, haciéndolo incluso saltar ligeramente sorprendido de su asiento. Dos segundos después, un huracán de cabellos azulados e infernales ojos carmesí aparecía enfrente de los Bladebreakers, mostrando un semblante sombrío y aterrador.

-¡Empaquen sus cosas, esta estúpida gira termina ahora!

-¡¿Qué!.- un cuarteto de voces hizo eco de inmediato ante aquella orden, sumado al confuso semblante de sus compañeros.

-¿De qué estás hablando Kai? ¿por qu..

-¡No me discutas Tyson y hagan lo que ordeno! – espetó un furioso peliazul que de inmediato se dio la vuelta y dirigió sus pasos a la habitación que compartía con el nekojin, para él mismo comenzar a recoger sus cosas.

En el living, tres consternadas miradas se fijaron en Rei, quien a pesar de estar igualmente confundido, sonrió a sus compañeros y les pidió calmarse, mientras se levantaba y con felina cautela se dirigía a la habitación donde estaba su alterado capitán.

··

El suave clic de la puerta le confirmó a Kai lo que ya suponía, que el pelinegro iría a buscarle para una explicación, sin embargo, en esta ocasión no sentía ningún interés en hablar con el nekojin sobre la infame reunión con Dickinson, sabía bien que aquel con su voz calma y esa aparentemente inagotable paciencia lograría de algún modo tranquilizarlo. Un gruñido escapó de su garganta, odiaba esa capacidad del ojiámbar.

-Kai qué…-

-¡Sólo empaca! – interrumpió cortante y seco, sin dar oportunidad de terminar la oración. El ruso le daba la espalda ejecutando él mismo la orden que había dado, sin embargo, a pesar de no poder ver al pelinegro, sabía que éste tenía una expresión atónita marcando sus facciones, que sus peculiares ojos amarela estarían más abiertos que lo normal, parpadeando constantemente como si ello le ayudara a comprender mejor lo que pasaba. Una diminuta sonrisa se posó en los labios de Kai por la imagen mental y el bufido que escuchaba en el otro.

-¿Qué sucedió? –preguntó Rei luego de salir de la pequeña conmoción- ¿Por qué de pronto quieres que nos retiremos de la gira?

El ruso no parecía tener intención de contestar nada, simplemente seguía guardando sus cosas dentro de su maleta. Rei suspiró y sin intimidación alguna, invadió el espacio personal del ruso al alcanzar su brazo y detener el movimiento que pretendía hacer para sujetar más objetos.

-Vamos Kai, háblame

-Sólo has lo que te digo

-No sin una razón… ¿qué pasó en esa reunión? – continuó Rei, clavando su decidida mirada en los rojizos ojos de su compañero, quien había vuelto tres cuartos de su cuerpo para enfrentar al nekojin con firmeza.

-Dickinson te prearregló una beybatalla con Bryan.

-Oh…

-La rechacé – concluyó tajante el ruso, soltándose del chino para continuar empacando.

-¿Por qué? – cuestionó Rei sinceramente intrigado, el peliazul enarcó una ceja a su tono – No, no me mires así; de verdad Kai, por qué rechazaste el reto, te conozco bien y sé que debe haber una razón.

-Es mi derecho como capitán.

-¿Derecho? – repitió extrañado, para luego fruncir levemente el rostro – Kai, por favor dime que no rechazaste ese reto en mi nombre, sólo porque 'era tu derecho como capitán'.

-¿Escuchaste lo que dije? –inquirió molesto – ¡Era una pelea con Bryan, quien por si no recuerdas te mandó al hospital y te mantuvo en terapia por meses! ¡Si apenas pudiste vencerlo hace tres años, no tendrás oportunidad ahora!

-¡Oh, pues gracias por el voto de confianza capitán!

-Rei…

-¡No Kai, creeme que sé muy bien de lo Bryan es capaz, pero adivina qué, yo también he cambiado, ya no soy el mismo peleador de hace tres años- espetó molesto, aunque sus doradas pupilas brillaban más con dolor que enfado- ¡y si creerme incapaz de ganarle es tu único argumento, ahora mismo iré con el Sr. Dickinson y aceptaré la pelea! ¡Te demostraré que puedo vencerlo!

Antes de que Rei supiera qué sucedía, se vio acorralado contra la pared, franqueado por dos musculosos brazos que le impedían moverse y enfrentando la furiosa mirada escarlata de un no muy complacido soviético.

-Kuznetsov no busca sólo una pelea Kon, usará esto para vengarse y humillarte frente a todos por lo que sucedió en su primer encuentro. No. Te. Dejaré. Pelear.

Rei pasó saliva nervioso, la voz de Kai era baja y hosca, y el que le llamara por su apellido claramente le indicaba lo cercano a realmente enfadarlo que estaba; pero no podía simplemente rechazar el reto y quedar como un cobarde que se escondía tras su capitán. No, él tenía que pelear y demostrar quién era, sin importar cuán molesto pudiera llegar a estar el ruso. Tomó aire y reuniendo toda la fuerza que pudo, esperando que su voz no sonara tan quebrada e insegura como realmente se sentía bajo la aguda mirada del otro.

-Dame una razón por la que no debería.

-¡Porque yo lo digo! – espetó el peliazul furioso, empuñando una mano para luego estrellarla contra la pared en la que tenía acorralado al nekojin, quien sólo cerró los ojos por reflejo ante el exabrupto del otro, pero una vez expulsado, volvió a fijar su mirada dorada en el mayor.

-Encantador Kai… pero no es una razón.

El ceño del ruso se arrugó, acentuando su peligrosa mirada grana sobre el pelinegro. En un inconsciente acto de intimidación, Kai cerró casi completamente la distancia entre él y Rei, dejando entre sus cuerpos sólo escasos centímetros, sus manos se apoderaron de los brazos del chino y su rostro se inclinó tanto que Rei pudo sentir su aliento chocar contra su faz. Sorprendido y desconcertado, Rei no pudo más que registrar lo tremendamente intenso que era brillo en los ojos de Kai, eran tan rojos y abrasadores como el abrumante calor que su cercanía le proveía.

En un insulso reflejo, Rei levantó los brazos para colarlos entre ambos cuerpos, presionando patéticamente sus palmas contra el pecho del soviético, ganándose a cambio una mayor resistencia del peliazul bicolor.

Kai permanecía en silencio, sólo observando al rostro del nekojin. Su quijada se apretaba tensa y su respiración era errática, señal de lo alterado que estaba. Y no había nada que Kai odiara más que no ser capaz de controlarse… pero la necedad del chino a pelear con su compatriota lo exasperaba a sobremanera. ¿Por qué? No lo sabía bien, estaba consiente de que Rei podía ganarle a Bryan si volvían a enfrentarse. Él mismo había comprobado en carne propia lo fuerte que se había vuelto, pero aun así, la sola idea de que pudie…

-Kai… - escuchó su nombre susurrado en un quedo lamento y volvió su atención al pelinegro, quien ahogaba una queja, perfectamente legible en sus gestos. Kai reaccionó, destensó un poco el rostro y de inmediato liberó de sus torturadores manos los brazos del chino… al menos lo suficiente para ya no lastimarlo con su férreo agarre.

Sin la dolorosa presión, los ojos de Rei volvieron a posarse en los suyos, y Kai maldijo a ese par de expresivas pupilas que para él, encerraban una mezcla de misticismo y beldad imposible de resistir.

El peliazul cerró con fuerza sus párpados; Rei tuvo que contener la respiración cuando Kai volvía a abrirlos para fijar sus ojos en él, pues esta vez, ese par de pupilas eran diferentes… Esta vez los ojos de Kai eran increíblemente cálidos y apasionadamente tiernos, mirarlos era contemplar la viva imagen de la emoción.

-No quiero que te vuelva a lastimar –musitó Kai con una voz suave y queda, incrementando el asombro del nekojin, cuando el ruso alcanzaba su mejilla deslizando apenas perceptiblemente la punta de sus dedos sobre ella, dejando una erizadora caricia.

-No me lo perdonaría.

Rei apenas pudo registrar todo el momento, estaba abrumado por la confesión de Kai, su intensa mirada, el exquisito roce, hipnótica voz e intoxicante cercanía; pero más que nada, estaba desconcertado por su incapacidad para reaccionar a la situación. De ser cualquier otra persona, estaba seguro que ya lo habría empujado lejos y probablemente estampado el puño en su rostro, por la comprometedora posición en la que le tenían. Pero no era cualquier persona, era Kai…

Y estaba tan cerca… tan deliciosamente cerca…

-¿Hmm, Kai? – una tercera voz interrumpió de pronto, rompiendo el momento en el que ambos estaban. Rei sintió sus mejillas arder y de inmediato giró el rostro de lado, para que ninguno de los otros dos alcanzara a verle; mientras Kai, inalterable como sólo él podía ser y con un renovado gesto de enfado viraba ligeramente para encarar indiferente al rubio que permanecía confundido en el marco de la puerta.

-¿Qué? – espetó con total control y frialdad.

-Eh… el Sr. Dickinson está aquí y… y… quiere hablar contigo – repuso Max con recelo; el peliazul arrugó más el ceño y volvió su rostro a un esquivo asiático, que seguía evitando enfrentarle.

-¿Seguro que quieres hacerlo? – susurró casi sobre el oído de un Rei que apretando los ojos con fuerza, apenas y pudo contener un gemidito por la escalofriante sensación de aquel aliento contra su piel, limitándose sólo a asentir con la cabeza. Kai bufó derrotado, alejándose por fin del aturdido chino.

Rei escuchó como los pasos del bicolor se alejaban de la habitación y desfallecido contra la pared, por fin se permitió respirar de nuevo, incrédulo y enfadado consigo mismo por su actitud. ¿En qué demonios pensaba? No, él no estaba inexplicablemente molesto por la interrupción de Max, ni resentía el perder aquel embriagante calor; y sobre todo… no concebía a su corazón acelerarse y sus entrañas revolverse por recordar las palabras de Kai, ¿cierto?...

¿Cierto?

Continuará…

Muchísimas gracias a todos los que me dejaron un review, comentarios y sugerencias son bienvenidas.