Este Fic esta dedicado a KeaLangrey,

¡Miles de años después, pero está terminado, espero te guste pkño, tqeromuchu!


Capitulo 4 Aceptación

No le tomó más que un par de minutos darle alcance, pero encontrar a Kai recargado pesadamente contra la pared en cansada posición, con la respiración dificultosa y presionando fuertemente su costado, no era la imagen que esperaba encontrar al llegar hasta él; esta era una imagen que hacía a su corazón punzar angustiado y a su cuerpo estremecerse desesperado por confortarle entre sus brazos, borrando ese gesto de dolor con sus consoladoras caricias.

Rei tomó aire y determinado a hacer algo más que sólo ver a Kai, se encaminó hacia el ojirojo, quien al escuchar el roce de sus pasos se enderezó de inmediato y trató de continuar su huida.

-¡Espera Kai! – llamó preocupado el asiático, sujetando el brazo del peliazul cuando éste parecía trastabillar al intentar acelerar su paso para alejarse de él. Sin embargo, orgulloso como sólo Hiwatari era, Kai rechazó el tibio toque de los dedos de Rei sobre su piel, gruñendo molesto y safando su brazo del otro en un despectivo movimiento.

-No me toques. No necesito de tu ayuda – espetó entredientes mirando cruel al nekojin, quien tragándose el pinchazo en su pecho por el desprecio de Kai, simplemente enarcó una ceja desafiante.

-¿En serio? – cuestionó irónico, elevando un brazo y dejando que sus dedos se cerrasen en un puño que cayó ligeramente fuerte contra el hombro del ruso. Al instante Kai contuvo un jadeo de dolor e intentó con todas sus fuerzas no caer por el desequilibrio que tan simple acción le provocó.

-Yo creo que sí – murmuró Rei con aire se suficiencia. Los ojos fuego de Kai se clavaron iracundos en su persona y el asiático sonrió inocentemente en respuesta. Mas –tenía que admitir- aunque el soviético pareciera realmente exhausto físicamente, su mirada seguía tan intensa, intimidante y altiva como siempre, además el tono hosco de su voz no dejaba duda de su actual furia.

-Déjame. Solo. –demandó, empujando débilmente al chino, quien bufó exasperado y en un arranque de agallas sujetó de nuevo al ruso, empujándolo contra la pared y arrinconándolo ahí, un sorprendido y fatigado Kai no reaccionó a tiempo para evadirle.

-Necio desconsiderado – gruñó Rei, arrugando el rostro- No estás en condición de ordenarme nada, así que elige: vienes por tu cuenta o te arrastraré conmigo, de cualquier forma no pienso dejarte aquí.

La mirada de Kai permaneció inmutable sobre el pelinegro, su rostro contraído por el fuego del enfado y la sombra de dolor físico. Se esforzaba por permanecer erguido y amenazante pero notaba a su cuerpo resentido por las casi cuatro noches de insomnio que llevaba acuestas, el poco alimento ingerido y el enorme gasto de energía que Bryan le obligó a usar para detener a Falborg antes de alcanzar al pelinegro. Intentó agudizar su mirada contra Rei, pero el chino simplemente le ignoraba con una facilidad desesperante.

-¿Por qué estas aquí? – preguntó con un tinte de desconfianza en su voz, no entendía que hacía Rei a su lado, cuando hacía unos días le había rechazado. Los dorados ojos del pelinegro, le vieron ansiosos y apenados por unos instantes y luego se desviaron hacia algún punto lejos de Kai, mientras mordía nervioso su labio inferior, meditando su respuesta. El ligero sonroje en sus mejillas le daban un aire de vulnerabilidad que al ruso se le antojó irresistible y tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no levantar su mano y tocar la coloreada piel de ese perfecto rostro.

-Porque… porque tu me interesas Kai – dijo finalmente, levantando nuevamente sus ojos para enfrentar al ojirojo, quien tras escucharle y notar el renovado brillo de su mirada, no puso mayor resistencia cuando Rei pasó uno de sus brazos por su cintura para brindarle estabilidad al momento de emprender su caminata de vuelta al hotel.

Kai no permitió que el chino cargara del todo su peso, ni que fuera un soporte; se esforzó por mantenerse solo a cada paso dado. Mas no hesitó en pasar su brazo por sobre los hombros de Rei y atraerlo contra sí con seguridad, deleitándose con su reconfortante y cálida cercanía.

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Llegar al hotel donde se habían estado hospedando les tomó casi quince minutos cuando pudieron haber llegado en sólo cinco. Kai parecía cansarse a cada paso y el asiático no quiso presionarlo en acelerar un arribo que igualmente sucedería en algún momento. Además, siendo honesto con él mismo, tener junto a Kai –como lo tenía ahora- era una oportunidad que no podía desperdiciar, después de haberse ignorado por casi tres días.

Al llegar a la recepción del elegante hotel, Rei cayó en cuenta de un pequeño detalle: Ellos ya no tenían una habitación en el lugar. Resopló por lo bajo, mas siguió su caminar hasta que alcanzó los sillones que adornaban la estancia del lugar, dejando que Kai tomara asiento en ellos para que descansara un poco. Le ofreció una suave sonrisa y le anunció que no tardaría con la llave del cuarto; el ruso le miró escéptico pero no dijo nada, dedicándose a observarle atentamente mientras Rei se alejaba hacia la recepción.

-No, lo siento joven, pero sin depósito no puedo darle habitación – expresó la joven que le atendía educadamente, mientras retorcía nerviosa un par de cabellos que colgaban por sobre su hombro.

-Oh vamos… Kara – dijo el pelinegro tras leer el nombre de la chica en su identificación- te aseguro que en cuanto me des habitación y me comunique con la BBA, se hará el depósito que necesitas – respondió Rei, sonriendo a la chica y usando una tono de voz elocuente y seductor.

-Te aseguro que sabré agradecértelo- La joven rió tímida mordiendo nerviosa el bolígrafo que traía en la mano, al parecer considerar su propuesta. Rei estaba seguro que la chica aceptaría, un guiño más y ella se sonrojaba. Conseguiría esa habitación antes de que su acompañante se percatara.

-Cargue la habitación a mi cuenta – Una voz firme, controlada y ligeramente adusta sonó a la espalda de Rei, quien se volvió sorprendido para toparse a sólo escasos centímetros de Kai. El soviético miraba molesto a la recepcionista mientras le extendía una pequeña y dorada tarjeta plástica.

-¡Kai, no debiste moverte! – dijo preocupado sujetando al instante al ruso, quien se dejó abrazar por el chino sin protestar, de hecho recargándose un poco contra él, para inquietud de Rei y confusión de la recepcionista.

-¿Y bien? – demandó serio, sobresaltando a la distraída muchacha quien apenada hizo el check in de los jóvenes lo más pronto que pudo, temerosa siquiera de mirar un segundo completo al regio peliazul. Rei rió ligeramente entretenido de ver cómo la chica se comportaba por la presencia de Kai. No era la primera vez que veía el poder que la figura del estoico ruso tenía sobre las jovencitas y siempre resultaba divertido de observar.

Su turno de sentir esa fuerza llegó también, cuando Kai se inclinaba sobre él para alcanzar su oído y susurrarle con voz baja y ronca un 'Nunca vuelvas a hacer esto Kon'. A pesar del murmullo con que habló, el coraje estaba impreso en su voz. Desconcertado, Rei levantó la vista para enfrentar la de Kai, tuvo que tragar el nudo que se formó en su garganta al ver en las pupilas rubí del ruso, la contenida ira y el intenso celo que bullía en peliazul. Rei asintió como respuesta, no confiaba en que su voz no se quebraría por las cosquillas que atacaban su vientre.

-A-Aquí tienen…- dijo la chica aun visiblemente nerviosa. Kai simplemente le dedicó una fulminante mirada y tomó las tarjetas. Rei sin embargo, le agradeció y sonrió amable, sólo para ser 'sutilmente' jalado por el brazo de Kai sobre sus hombros, en silente orden de retirada. El ruso no dejó de apresarlo posesivamente contra sí durante todo el trayecto a la habitación.

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Apenas entraron, Rei no se detuvo a admirar la decoración del sitio como era su costumbre. No, esta vez se dedicó a llevar a un exhausto Kai hasta la cama en donde el ruso cayó pesadamente, resoplando aliviado cuando su cuerpo finalmente se extendía sobre el mullido colchón. Satisfecho de su posición, Kai cedió a la tentación de cerrar los ojos y llevar sus pulmones con aire, mientras sentía cada músculo de su cuerpo relajarse por fin. ¡Ese maldito Bryan! Había aprovechado demasiado bien su falta de concentración en la pelea… pero había valido la pena.

Kai sintió movimiento y entreabrió sus ojos. Rei estaba ya sentado a su lado con el botiquín en las manos, un par de botellas de agua y una pequeña hielera que seguramente se encontraba en el frigobar de la habitación. Observó atento como el pelinegro vería el contenido de una de las botellas de agua en el recipiente y luego sumergía varias gasas en dentro.

Cuando las doradas pupilas se fijaron en Kai, el ruso abrió completamente sus parpados y movió la cabeza un poco, para poder verle mejor. Rei sonrió tranquilo y luego de abrir la otra botella se inclinó hacia el peliazul con ella, ofreciéndosela. El ruso se incorporó un poco para beber el preciado líquido, apagando con el la sequedad que sentía en su garganta. Uno de los brazos de Rei se deslizó por debajo de su espalda para ayudarle a sostenerse mientras bebía. Cuando dio por satisfecha su sed simplemente se dejó caer contra el colchón, se sorprendió de encontrar justo bajo su cuello una compresa de agua fría. Miró al asiático y asintió en agradecimiento, el esfuerzo físico lo tenía agotado y sintiendo ligera fiebre, la refrescante sensación le hizo soltar un resoplo complaciente de sus labios, cerrando nuevamente los ojos.

Permanecieron cerrados cuando comenzó a sentir que Rei limpiaba los rasguños y raspones que se apreciaban en su piel debido a la pelea. Los dedos del nekojin eran hábiles y gentiles, tenían movimientos suaves y tranquilos, mas contenían la presión necesaria para efectuar la limpieza de su herida. A veces, lograba sentir la punta de sus dedos rozar contra su piel mientras realizaba su tarea y era en esos pequeños segundos que millones de escalofríos erizaban su dermis… y le encantaba.

-¿Kai? – llamó quedamente el pelinegro, no queriendo perturbar al aparente sopor del ruso. El aludido solo gruño como respuesta.

-¿Por qué peleabas con Bryan?

Los ojos del ruso se abrieron al instante, clavándose en las doradas orbes del asiático. Aprensión, curiosidad y culpabilidad se distinguían en el brillo triste en sus ojos ámbar. Esos ojos que suplicaban una respuesta y a los que Kai –como muchas veces antes- no pudo resistir. Cualquier intento de no contestar y mantenerle ignorante de lo sucedido fue socavado.

-Un reto.

Rei le miró escéptico uno segundos, abrió la boca para cuestionar algo más pero volvió a cerrarla. Desvió su mirada y concentrarse en limpiar un rasguño bastante notorio permaneció en silencio.

Su expresión sin embargo, se notaba tensa y a cada segundo sus cejas se contraían más sobre su nariz. El ruso lo observó atento, sabía que la curiosidad natural de Rei no estaba saciada con tan simple y ambigua respuesta, también sabía que esa arruga entre sus cejas demostraba su intento por comprender más allá de sus palabras.

-No, no me basta – dijo y una mínima sonrisa apareció en los labios de Kai al escucharle- ¿Por qué Bryan querría retarte a sólo horas de partir? Pero más importante¿qué razón podría tener par hacerlo? - Cuestionó analítico, clavando sus inquisitivas pupilas en el peliazul que permaneció sin revelar nada más. Aun así su silencio daba respuestas al asiático, quien entrecerrando en suspicacia los ojos y tomado dato de cada mínimo detalle en la postura y gesto de Kai, recontó sus propias preguntas.

-El no quería pelear contigo… –Emitió con aseveración-…pero tú aceptaste el reto por alguien más… y sólo hay un jugador en los Bladebreakers con quien Bryan querría otra batalla¿cierto?

Nuevamente sólo silencio por parte de Kai, mas Rei sabía que estaba en lo correcto y el ligero brillo delator en los ojos grana se lo confirmaban. El nekojin arrugó el rostro y sus manos formaron dos puños molestos, al entender lo sucedido.

-¿Por qué lo hiciste? – demandó saber, sintiendo una punzada de ansiedad, culpa y ofensa al mismo tiempo. Kai apartó la mirada y su acción no hizo sino consternar más al nekojin, quien alcanzó su mentón y giró su rostro para que le encarara.

-¿No confías en mí y en el jugador que soy?

-No es por eso.

-¿Entonces qué es Kai?

-Sin la supervisión de un estadio, Kuznetsov habría hecho todo por destruirte y yo… -respondió finalmente, levantando su mano para sujetar la del pelinegro y retirarla suavemente de su rostro. Kai no le soltó. -…no permitiría que te lastimara de nuevo Rei.

Completamente hipnotizado por la emoción contenida en la voz y mirada de Kai; sintiendo su respiración entrecortarse por las mariposas que se arrebolaban en su estómago por las palabras del otro; Rei no se percató del movimiento que el soviético realizaba para incorporarse y terminar sentado frente suyo.

-Rei…-

Kai le admiraba, como si fuera una hermosa pintura a la cual rendir pleitesía. Kai le abrumaba con su cercanía al grado de saberse capaz de sucumbir por una sola caricia. Kai le paralizaba y hacía explotar cada célula de su cuerpo al mismo tiempo.

Un escalofrío que recorrió toda su espina le hizo reaccionar, Kai acariciaba su mejilla con una suavidad hechizante. Instintivamente Rei ladeó el rostro para apoyarlo contra su palma, cerrando los ojos para incrementar la sensación.

-Lo lamento tanto Kai, no fue mi intención rechazarte aquel día.- musitó quedo, temiendo romper el momento entre ambos, pero no soportando más el no disculparse, el no aclararle lo que realmente le había pasado y como se sentía ahora.

-No debí besarte, yo lo lamento- respondió el ruso luego de tomarse unos segundos para entender a lo que el asiático se refería, paseando su pulgar suavemente por la tersa mejilla del chino. El pelinegro frunció un poco el entrecejo y giró su rostro lejos del contacto de Kai, haciendo que el ruso sintiera un pinchazo de dolor en el pecho por su acción.

Kai resopló derrotado, meneando su cabeza en silente y autoimpuesta reprimenda.

-Descuida, no volverá a suceder

-¡No! –replicó al instante el chino, volviendo su mirada al resignado rostro del ruso, sus manos se sujetaron a la playera que portaba, haciendo dos firmes puños con la tela. Su cuerpo se inclinó hacia el mayor, sus ojos le miraron anhelante, su rostro reflejando su desespero.

-… es que… yo…- Rei mordió su labio inferior, sintiendo su corazón golpetear acelerado, su cuerpo comenzar a arder y su rostro teñirse de ese calor, con el que seguramente un rosete aparecería en sus mejillas.

-Kai… me gustas… pero nunca me había gustado un chico antes… y yo me asusté… pero luego te alejaste… y… me dejaste solo… y yo…

-También me gustas Kon… –interrumpió el ruso, portando una sutil sonrisa en los labios, alcanzando en ambas manos el rostro del menor, acercándolo hasta el propio con suavidad y lentitud

-No tienes idea cuánto…- susurró sobre los labios del chino, quien sin oponer resistencia alguna dejó que cerrara la ínfima distancia entre sus rostros para volver a sentir el roce tibio de sus labios acariciar su boca, lenta y acompasadamente, haciendo que toda su piel se erizara y su espina se estremeciera con la sensación. La tela atrapada entre sus dedos se frunció más, cuando Rei intentó sacar de sí la intensa y placentera sensación que la lengua del peliazul pidiendo acceso a su boca te provocaba. Kai volvió a disfrutar del sabor del chino, recorriendo y memorizando cada rincón de la dulce cavidad, moviendo sus brazos para envolver entre ellos la figura del pelinegro y atraerlo aun más contra su cuerpo.

Rei se dejó embriagar por cada caricia que los hábiles labios del ruso regalaban a su boca. ¡Dioses cómo había deseado que le besara de nuevo, jadeó sutilmente al sentirse apresado y se dejó llevar cuando Kai volvía a tumbarse sobre la cama, trayéndolo consigo para descansar parcialmente sobre su cuerpo.

Con un último y lento mordisco en su labio inferior, Kai liberó su boca. Ambos respirando entrecortadamente, con sus rostros sonrojados y un intenso y anhelante brillo en sus ojos, se miraban como si no existiera nada más en el mundo. Aunque en ese preciso instante, no había nada más allá del dorado y carmesí adorándose mutuamente.

Rei fue el primero en romper el silencio, dedicándole una sensual sonrisa al ruso que permanecía atrapado debajo suyo, y que ahora mezclaba sus dedos entre su melena oscura para dejarlos pasear en ella con evidente deleite.

-Apuesto a que deseabas hacer eso hace mucho tiempo –dijo divertido, arrancándole una torcida sonrisa al peliazul. Kai intentó incorporarse de nuevo e invertir posiciones, pero una fuerte punzada en su costado le hizo sisear adolorido y tumbarse de nuevo sobre la cama.

Preocupado, Rei recordó la condición física de Kai y se maldijo por olvidarlo tan desconsideradamente. Se levantó de inmediato, mirando como el ruso sostenía su costado y trataba de controlar la respiración.

-Déjame ver… - murmuró, levantando la playera que el ruso portaba para ver el hinchado morete que su cuerpo lucía. Rei contuvo el aliento, debía doler bastante y por la forma en que lucía el golpe, había sido perfectamente ejecutado para dañar a su oponente. De no ser Kai el hombre fuerte y saludable que era, esa herida habría terminado quebrado sus costillas.

Buscando una crema analgésica entre el botiquín y un par de vendas, Rei se dispuso a atender la última herida de Kai, quien entendiendo lo que pasaba por la cabeza del pelinegro con dificultad se incorporó de nuevo, permitiendo que tras la aplicación del ungüento, el chino fajara su torso para brindarle el soporte suficiente a su cuerpo y que el golpe no lastimara más de lo debido.

Con cuidado, Rei le ayudó a recostarse otra vez, resoplando cansado por el esfuerzo. Los calidos dedos del chino dejaron una tenue caricia sobre su mejilla y Kai, abrió los ojos.

-Llamaré al Señor Dickinson para avisarle dónde estamos y pediré algo de comer, descansa. –dijo en voz suave, mas con un innegable tinte de autoridad en su voz. Se levantó de la cama dispuesto a realizar lo antes dicho, pero su muñeca fue detenida de pronto por un firme agarre que tiró de Rei con la suficiente fuerza como para tumbarle sobre la figura del ruso.

-Hazlo después. Quédate-

Rei parpadeó. No le aturdió la imperativa oración, sino el tono gentil utilizado por Kai lo que le pareció desconcertantemente extraño e increíblemente sexy. Sonrió con ternura al convaleciente ruso y sin dudarlo, se descalzó para trepar a la cama y recostarse junto al peliazul, dejando que su cabeza descansara en el hombro del ruso y sintiendo como el otro, pasaba un brazo por su cintura en un lánguido semiabrazo.

Suspiró emocionado con el tenue beso que Kai dejaba en su frente y se acunó más en su cuerpo, cerrando los ojos para disfrutar al máximo el momento que experimentaba en brazos del ojigrana. Se sentía embriagado en éxtasis y colmado de tranquilidad al mismo tiempo, nunca pensó que alguien como Kai sería capaz de transmitir tal emoción… había tantas cosas por descubrir en el usualmente imperturbable capitán de los Bladebrakers.

Siendo realista, talvez nunca hubiera descubierto todo lo que podía ofrecer de no ser por la tonta petición que le habían hecho sus compañeros de equipo.

Solicitud a la que ahora se comprometía por voluntad propia y con toda su determinación.

Haría feliz a Kai.

: fini :

¡Muchas gracias a todos los que dejaron un review, no tienen idea cómo lo valoro! Cualquier duda o comentario es bienvenido, espero que hayan disfrutado de esta historia, yo ciertamente me divertí haciéndola. 0