CAPITULO 7

Verano de 1905

Palacio Grandchester.

Terry Grandchester. 8 años.

En el verano de 1905 la mano derecha de mi padre, Alfred Bates de 25 años, alto, delgado, de gran personalidad con su traje siempre impecable y elegante se convirtió en mi mejor amigo. Por alguna razón que siempre desconoceré él nunca se casó y él me quería cómo su hijo propio, en su tiempo libre él me enseñó a jugar muy bien el ajedrez, me llevaba a conocer Londres, platicábamos, jugábamos y lo quería mucho y claro está, lo respetaba también.

Alfred al ver que tenía cierta renuencia al aprender los protocolos de la aristocracia se ofreció hacer mi tutor después de haber terminado mis deberes escolares. Para mí eso fue perfecto porque él siempre había sido amable y cariñoso conmigo, él me enseñaba y también bromeábamos después de las clases, es agradable, pero también me reprendía severamente cuando llegaba tarde a su clase, la puntualidad en los ingleses es estrictamente severa y cuando no me aprendía lo que habíamos hecho el día anterior y me preguntaba y no sabía la respuesta me hacía poner la palma de mi mano derecha y Alfred me daba un varazo.

Con él aprendí su manera de... castigarme... y no hacerme ningún daño físicamente.

– ¿Te dolió? – Preguntó Alfred seriamente.

Pensaba por unos segundos – No, no me dolió – sollozaba mientras miraba mi mano, no me había dolido en absoluto, más bien me había dolido más que Alfred me llamara la atención por no aprenderme la lección. – ¿Cómo le hiciste? Se escuchó horrible como si me hubieras pegado con todas tus fuerzas.

– Es el sonido lo que más espanta. – suspiro – cuando escuchas el sonido del azote estás aterrado, no sabes si te dolió o no, sino hasta un minuto después que termina el castigo, la mente es muy poderosa, pero tienes que aprender a hacerlo bien. – estaba sorprendido viendo mi mano sin ningún dolor – ¿Mi lord? – me levanto el mentón y me miro fijamente – Soy una persona que no le gusta dar castigos corporales, sin embargo cuando los doy – se detuvo – ¡Soy sumamente severo y no te gustará! ¿Comprendiste?

Recuerdo que ya no era tan emocionante tener escoltas. Me sentía vigilado todo el tiempo excepto cuando estaba en el Colegio, mi escolta Paul observaba cada movimiento, no tenía privacidad… no podía salir a nadar o hacer alguna otra actividad sin que estuviera ahí y ni siquiera en mi habitación estaba realmente solo, un guardia estaba siempre atrás de las puertas o a cinco metros de distancia de mí. Es tan asfixiante que puedes volverte loco.

Pero comprendí tristemente que debo de tener escoltas, porque la gente plebeya te ve como si fueras un criminal, porque a costa de ellos, tú vives con tantos lujos y riquezas, mientras que la pobre gente trabaja todo el día entero por algunas miserables libras y llevarse un pan a la boca, porque antes de gastar en ellos, deben de pagar impuestos enormes para que nosotros los aristócratas vivamos como vivimos.

Muy pocas veces había ido a Londres a pesar que el Palacio se encontraba a una hora para llegar al Centro de Londres. Aquel verano le pedí a mi padre que quería pasar mis vacaciones en Londres, así que mi padre rento por dos meses completos la misma suite enorme con cuatro recamaras que siempre había alquilado con anterioridad, conmigo fue mi nana Emilia y Jenny, y me alegre que Alfred estuviera ahí cómo mi tutor y también mi escolta Paul. Aunque pase unas hermosas vacaciones, tenía que cuidar mis modales, comíamos en restaurantes con amigos y compañeros de trabajo de mi padre, la mayoría era gente aristócrata y tenía que poner en práctica todo lo que me habían enseñado mis tutores, cuando me equivocaba en algo, aunque fuera muy sencillo, mi padre volteaba a verme discretamente y me daba una mirada seria.

En algunos días no podía salir del Hotel, pero me la pasaba platicado con el Gerente quien era muy agradable e hice una agradable amistad, mi padre había dicho al Gerente del Hotel: Lo que se me ofreciera lo podía pedir, mi padre siempre había sido una persona esplendida con los regalos, así que si deseaba algo en especial inmediatamente lo traían sin objeción, fue entonces que me di cuenta del privilegio de ser hijo de un aristócrata.

Un día Alfred me llevo a comer a un restaurante exclusivo el cual yo no entendía que significaba la palabra "Exclusivo" había dos o tres familias que vestían elegantemente y el Hostess muy déspota le decía que ya no había mesas disponibles, aunque una pareja dijo que había reservado el lugar con 3 días de anticipación, iban a festejar 25 años de casados y deseaban cenar en un lugar hermoso.

– Alfred creo que ya no hay mesas disponibles – comenté un poco desilusionado, no por mí, sino por ese matrimonio quien se veía completamente devastados por no pasar su aniversario de bodas en un elegante restaurante – y no creo que hayas hecho reservación.

– Mi Lord, ya verás que para nosotros habrá una mesa disponible y la mejor ubicación del restaurante. – Replicó Alfred muy formalmente.

Cuando llegamos con el Hostess inmediatamente nos hicieron pasar y me sorprendí de ver varías mesas desocupadas, volteaba alrededor contando las mesas vacías.

– ¿Extrañado mi Lord? No sé preocupe, este es un lugar muy exclusivo y solo la alta sociedad y la aristocracia pueden entrar, no cualquier plebeyo entra aquí, ya ve que es un privilegio ser de sangre azul.

SEPTIEMBRE 1905.

Las vacaciones de verano terminaron, a principios de curso había unos chicos que no me agradaban, en una ocasión me había peleado con ellos. Cuando llegue a casa mi madre me llamo la atención por haber llegado del Colegio sucio y con la camisa rota. Ya en la tarde mi madre había salido con unas amigas y no regresaba hasta la noche. Me bañe y me cambie de ropa, era viernes y no quería pasar el fin de semana en el Palacio con la Duquesa, así que se me ocurrió hacer algo que poco después lo lamenté profundamente, fui con Paul uno de las escoltas que tenía, era un hombre de pocas palabras y bastante serio.

– ¡Paul! ¡Paul, me caí en la bañera y me lastimé! – Le enseñe el moretón que me había hecho en la pelea con mis compañeros de clase en un brazo – mamá no se encuentra, salió con sus amigas ¿Puedes llevarme con mi papá?

– ¿No será mejor que lo lleve con un médico mi Lord? – Preguntó un poco serio viendo mi moretón que tenía.

– Prefiero que mi papá me diga si es necesario ir al médico, quizá no sea nada grave y podemos asustarlo por unos moretones, mejor que él lo valore ¿No crees? Además, me gustaría pasar el fin de semana en Londres.

Llegamos al Hotel donde mi padre se hospedaba siempre y salude alegremente al Gerente del Hotel quien apenas había llegado de comer aquella tarde.

–Hola George ¿Está mi papá? – Pregunté con una amplia sonrisa.

– No lo sé hijo, no he estado en todo el día, acabo de llegar. Es muy probable que Su Excelencia esté trabajando en el Parlamento todavía, aún es muy temprano.

– Bueno ¿No hay problema si me quedo en la suite, si está trabajando todavía? Paul mi escolta estará conmigo.

– Claro que puedes quedarte, sabes muy bien que siempre eres bienvenido.

– Gracias. – El Gerente me dio la llave de la suite y rápidamente subí, mientras Paul iba por mi equipaje.

Entre a la suite – Papá, papá ¿Estás aquí? – Pregunté y vi que el portafolio y el abrigo de mi padre están sobre el sofá de la sala, y me imaginé que estaba en su habitación dándose un baño como normalmente lo hace después de un día en el trabajo. Abrí la puerta de su habitación cuando vi a una señorita completamente desnuda sobre mi padre en el lecho gimiendo – Pap…

¡¿TERRY?! – Gritó sobresaltado mi padre y la señorita se cubrió con la sabana rápidamente y tapándose la cara con la almohada – ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO AQUÍ?!

– Yo… yo… – me quede helado a ver la escena que estaba presenciando.

– ¡CIERRA LA PUERTA Y ESPERAME EN LA SALA! – Exigió enfurecido, cerré la puerta y me dirigí a la sala como me lo había ordenado y en aquel momento entro Paul con mi equipaje.

– ¿Sucede algo mi Lord? Se encuentra muy pálido, vio algún fantasma.

– Encontré a mi padre en su habitación con una señorita – temblaba de miedo – estaban completamente desnudos sobre la cama.

– ¡¿Qué?! ¡¿Su Excelencia está aquí?! ¿Y con una señorita? – Preguntó Paul asustado – ¡No puede ser…! ¡Dios mío! – Se derrumbó en el sofá agarrando su rostro con sus manos en forma de frustración. – Esperaba que aún no hubiera llegado del Parlamento para poder hablar con él ¡Dios mío! No puede ser.

En ese momento mi padre salió con la señorita, ella vestía elegantemente y se notaba un poco avergonzada.

– Paul – mi padre se dirigió a la escolta serenamente – puedes escoltar a la señorita con Carter para que la lleve a su casa.

– Si Su Excelencia, inmediatamente la llevo, por aquí señorita. – ambos salieron de la suite y me quede a solas con mi padre, una vez que ellos cerraron la puerta el rostro de mi padre cambio drásticamente y se dirigió a mí.

– ¡¿Qué estás haciendo aquí en Londres?! ¿No deberías estar en el Palacio? – Preguntó mi padre y su simple mirada me intimido.

– Yo… yo… le pregunte a Paul si podía pasar el fin de semana contigo aquí en Londres.

– Paul sabe muy bien que primero debe de informarme si puedes quedarte aquí en Londres y él no me comentó absolutamente nada. ¿Cuándo le avisaste? Ayer.

– ¿Ahhh…? Desde el miércoles.

– ¿Estás seguro Terry?

– Si – baje la mirada y mis manos estaban temblando. Y en ese momento entró Paul a la suite.

– Paul ¿Por qué está Terry aquí, sin mi permiso? – Preguntó con una mirada fría.

– Su Excelencia – respondió la escolta nerviosamente – lo que sucede es que el muy Honorable Terruce tuvo un accidente en la bañera esta tarde, tiene un moretón en su brazo, ofrecí llevarlo al médico, pero…

– Mi hijo me acaba de decir que te aviso desde el miércoles que vendría a Londres y no me dijo nada referente a que se cayó en la bañera.

– ¡No es verdad Su Excelencia! – Se sorprendió Paul y me miro directamente a los ojos pidiéndome con la mirada que dijera la verdad y yo simplemente baje la mirada.

– ¿Es verdad lo que me dice Paul? – Me preguntó mi padre con firmeza.

– No, no es verdad. – No tuve el valor de decir la verdad y mi padre me mando a mi habitación mientras que mi padre y Paul permanecieron en la sala un buen tiempo.

Los gritos de mi padre se escuchaban hasta la recamara, le recriminaba lo incompetente que había sido, nunca había escuchado a mi padre dirigirse de esa manera a un empleado, había escuchado antes regaños, malas palabras, gritos, pero no de esa manera, los empleados aguantaban trabajar con el Duque y la Duquesa porque el salario era excelente, a veces cuadriplicaba el salario que en otras mansiones, claro tenían que aguantar el mal carácter autoritario, déspota, sus malos días, sus gritos y frustraciones aunque la paga era excelente.

Al día siguiente me enteré que mi padre había despedido a Paul, me quedé helado y todo fue por mi culpa. Me sentí terriblemente culpable, quería decirle a mi padre que había mentido, una vez jugando ajedrez con Alfred le platique lo que había sucedido y me dio a entender que no fue mi culpa realmente, mi padre se había dado cuenta desde un principio que le había mentido, sin embargo, aunque el Duque se dio cuenta que no había dicho la verdad, Paul sabía muy bien que no podía llegar a la suite sin su permiso.

Tenía que pedir una cita o una "audiencia" con mi padre primero. ¡Pedir una audiencia primero! "No era increíble, soy su hijo, no un cliente". Fue entonces que Alfred muy discretamente y en forma confidencial me dijo que no podía decir a nadie, la manera que había encontrado a mi padre y a compañía, tenían que ser muy discreto con lo que había visto aquella tarde, el Duque no da explicaciones de nada a nadie y nadie puede cuestionar las acciones del Duque.

Desde aquella vez ya no pase mis vacaciones en Londres, en el futuro mis vacaciones de verano mi padre me mandaría a Francia a estudiar el idioma con otros chicos de mi edad, aquellos viajes no eran de placer realmente, sino todo lo contrario, tenía que estudiar muchísimo su cultura, sus costumbres, personajes históricos, y mi padre quien hablaba perfectamente el francés me dijo que al término del curso quería que tuviera un dominio del idioma mínimo un 70%. En otros cursos de verano o de invierno conocí varios países de Europa.

EXCURSIÓN PARIS, FRANCIA.

Abril de 1906

9 años de edad.

– Muchachos, esta es una maravillosa sorpresa que nos acaban de dar – decía el guía del Colegio de St. Joseph entusiasmado – hoy tenemos el privilegio de estar invitados en la función matutina para ver una excelente obra de teatro shakesperiano y tendremos también el gusto de conocer a los actores de esta maravillosa puesta en escena.

Era mi primera vez que veía una obra de teatro, desde que entramos al teatro me encanto ver la escenografía, las luces, ver a todos los actores interpretando a personajes de siglos pasados, la música, no despegaba la vista en la trama de la historia. Era realmente fascinante y al terminar nos dirigimos a una parte restringida para saludar a los actores, había una pequeña tienda donde vendían fotos de los actores y sin duda alguna compre tres fotografías.

– Hola – dije nerviosamente a la primera actriz que nos había dedicado unos minutos por petición del prestigioso colegio. – es mi primera vez que veo una obra y realmente me impacto su actuación y la obra.

– ¡¿De verdad?! – dijo la actriz con una sonrisa encantadora. – me alegro que te haya gustado la obra de teatro, a los niños de tu edad luego se les hace muy pesado Shakespeare. – la miré con extrañeza – Claro se me olvidaba que eres británico y vas a un colegio exclusivo donde les inculcan seguramente Shakespeare. – dijo viendo mi uniforme sumamente elegante.

– ¿Podría firmar mi fotografía? – le entregue la foto – Algún día me gustaría ser un actor Shakespeariano como usted.

– Claro, ¿A quién se la dedico?

– Terry Grandchester – ella levanto la vista mirándome con asombró.

– ¿Eres hijo del Duque de Grandchester? – Preguntó con un hilo de voz.

– Si, ¿Lo conoce?

– He ido muchas veces a Inglaterra – su voz estaba quebrada de un segundo a otro. Ella me miro con una hermosa sonrisa, y sin meditarlo me abrazo fuertemente y me beso en la mejilla, en la frente y en mi otra mejilla. En ese momento abrí mis ojos y me di cuenta de quién era ella. Ella firmaba la fotografía dedicándomela.

– Con amor, para mi hijo Terry Grandchester. – sin evitarlo sus ojos azules se cristalizaban hasta formar dos gruesas lágrimas, nuestras miradas se encontraron y sentí una pulsada en mi corazón, en un acto reflejo llevé mi mano a su rostro y le limpié sus lágrimas. – Tú puedes llegar a ser un excelente actor... si tú quisieras yo... yo podría... ayudarte en la actuación – tenía un nudo en la garganta y yo estaba tan asombrado que las palabras no me salían de la boca.

– ¡Muchachos debemos de irnos ya! El camión nos llevará ahora al museo de Louvre, rápido muchachos – nos apresuraba el guía.

– Debo de irme ya, el profesor espera ya por mí.– la interrumpí.

– Deseo con todo mi amor que seas un niño muy feliz y dichoso. – con sus dos manos tomó mis mejillas cariñosamente y me beso en la frente y en mis dos mejillas nuevamente, ella me miraba intensamente.

– Yo... yo te deseo lo mismo. – Salí del teatro mirando la dedicatoria en la parte frontal de la foto con melancolía y la guardé en unos de mis cuadernos.

Camino al museo me hubiera gustado hacerle mil preguntas cómo ¿Me quieres aún? Y si me quieres ¿Por qué me abandonaste? ¿Por qué no me has escrito? ¿Puedo vivir contigo? Y decirle... no soy feliz en absoluto, soy un niño muy solitario y muy callado, llévame contigo por favor, aunque prefieras mil veces más el teatro que a tu hijo, yo... yo... con un poco de tu amor... con eso me conformo, no te pido mucho... te prometo que no seré un niño travieso, no te daré problemas en el teatro si me llevas contigo.

Sin embargo no encontré el coraje de decirle aquellas preguntas y mucho menos decirle que la extraño muchísimo y que me llevará con ella, me había quedado en shock al verla tan repentinamente. Mañana tendríamos que regresar a Inglaterra y no podría verla nuevamente. Lamenté no haber tenido el tiempo suficiente para poder hablar más con ella... poder abrazarla y besarla y decirle mil cosas.

PRESENTE.

Octubre de 1930

Departamento de los Grandchester.

Al día siguiente en la mañana Dorothy le entrego a Terry una carta de E.B. y Candy sonrió de ver que los ojos de su marido brillaban de felicidad, así que Candy se ofreció a llevar a los niños a la escuela para que Terry pudiera leer su carta tranquilamente.

Ya que el hombre se encontraba completamente solo, sin Dorothy ni su esposa, una vez que termino de leer la carta de su madre, decidió tomar el teléfono y marco a Inglaterra.

– Buenas tardes Alfred, ¿Cómo has estado?... Necesito otro favor que me hagas… ¡Si ya sé que tú eres el empleado de mayor confianza de mi padre! Y no lo eres en absoluto conmigo – rodo sus ojos – pero es algo importante… necesito un reporte… y si ese reporte es favorecedor, me harías otro enorme favor…– Alfred escucho las indicaciones de Terry.

– ¡Definitivamente no puedo hacer lo que usted me está pidiendo! Es en contra del Duque de Grandchester ¿Por qué quiere que la investigue? – Preguntó Alfred no muy convencido, paso un poco más de media hora hablando con Terry de lo que quería que hiciera y el motivo principal de aquel favor.

– ¿Me harías ese enorme favor? – Pidió Terry del otro lado de la línea y al no escuchar respuesta, continuo. – ¡Ohh Alfred! ¡No es nada malo lo que te estoy pidiendo! Al contrario… además tú me conoces desde que nací y en cierta forma has estado conmigo como una sombra chismoseándole a mi padre todos mis movimientos. – Suspiro – Solo espero que esta vez no le vayas con el chisme a mi padre como en otras ocasiones.

– Estoy a punto de decirle al Duque lo que me ha pedido, sin embargo, creo que por esta ocasión mantendré mi boca cerrada. Para que su hija Lady Margaret y usted… no me crean como un vil chismoso que voy con el Duque cada vez que hacen algo impropio.

– Mil gracias Alfred, cuento contigo en esta misión, que lástima que entre nosotros dos... no podamos ser amigos.

– No, no podemos ser amigos. – dijo con nostalgia y melancolía.

– Si, bueno... gracias por el favor – colgó el teléfono y volvió a marcar, pero ahora a Escocia.

– ¿Bueno? – Contesto la voz dulce de una mujer.

– ¡Mamá! ¡Estoy tan feliz que me hayas contestado tú! – Decía Terry realmente complacido al escuchar la voz de su madre.

– ¡Terry que alegría que me llames! ¡Estoy tan feliz de escuchar tu voz! Pero dime ¿Cómo te ha ido en Broadway?

– Estoy muy feliz mamá, me alegra que finalmente en la Villa de Escocia ya se hayan modernizado y ya tengan teléfono. Es mucho más rápido que esperar una carta tuya. – el hombre soltó una tremenda carcajada.

– ¿Finalmente te llego la carta? Deseaba tanto que ya me hablaras, si no hubiera sido por tu sugerencia, nosotros aun no tuviéramos teléfono… ya sabes que esta villa es bastante antigua, no es como en Londres.

– En diciembre vamos ya a estrenar la obra y te voy a mandar una invitación para que vengas a verme… y también te llamaba para saber si mi padre sigue enojado conmigo, en tu carta que me enviaste, dice que mi padre piensa retirarme el fideicomiso o congelar mis cuentas bancarias. ¿Es cierto?

– Eso fue hace un mes, cuando se enteró que te habías mudado a América y que habías vuelto a las tablas como actor, supongo que a pesar que no le agrado la idea en un principio pienso que nunca te quitara tu fideicomiso, sabes que te adora muchísimo.

– Es bueno saberlo, me habías dado un tremendo susto, porque estoy pagando este departamento y realmente es bastante caro vivir en la quinta avenida y con el sueldo de un actor de teatro no me alcanzaría con el nivel de vida que les doy ahora a mi familia.

– No te preocupes, le pregunte hace poco a Alfred que viene muy seguido a Escocia y me dijo que tu fideicomiso se depositará cada mes como se había acordado.

– Gracias, me gustaría que mi padre viniera a América y me pudiera ver en el estreno, pregúntale… para reservarles los mejores lugares del teatro.

– Claro, mi amor voy a preguntarle, seguramente deseará acompañarme… no desea que me separe de él ni un momento, ¿Puedes creerlo?

– Supongo que desea recuperar el tiempo perdido. Jajaja – soltó una carcajada.

– Y tu hijo ¿Qué me platicas con tu relación con Cleopatra?

– ¡No la suporto madre! Se me ha insinuado en todo este tiempo y no sé qué hacer con ella… siento que he sido a veces muy grosero con ella. No sé cómo afrontarla.

– Tienes que decirle a Candy, no le mientas en nada y menos cosas relacionadas con Andrea. Debe de haber mucha comunicación entre ustedes dos…

– Trataré de sincerarme con Candy y decirle, pero… no creo que tome una buena actitud si sabe que me ha besado en repetidas ocasiones.

– No te preocupes, ustedes dos sabrán afrontar las adversidades. Solo confía un poco y no engañes a Candy.

– Si voy hacerlo, gracias mamá.

Candy estaba atrás de la puerta, había escuchado que Terry estaba hablando con su madre y no deseo interrumpirlo cuando llego al departamento después de dejar a sus hijos, y de hablar con la Directora de la escuela de Maggie ya que había tenido un reporte de indisciplina, pero saber que Andrea se le insinuaba a su marido y que lo había besado en repetidas ocasiones fue un terrible golpe en el estómago.

FLASHBACK

COLEGIO

MAGGIE GRANDCHESTER.

– Señora Grandchester, ¿Podría hablar unos minutos con usted? – había dicho la Directora del colegio en la entrada y Maggie se dirigía a su salón respetivo.

– En éste momento, no puedo, voy a dejar a mi hijo Ricky a otro colegio, pero no tardo más de 10 minutos.

– Perfecto, la espero en mi oficina. – dijo la Directora – ya que Margareth tuvo un reporte de indisciplina y quisiera hablar referente a eso.

– Claro. – Candy se subió al carro – ¡No lo puedo creer! – se decía la madre enojada.

–¿Qué pasa mamá? ¿Era la profesora de Maggie? – Pregunto Ricky, Dorothy estaba también en el vehículo.

– No, es la Directora del colegio, puedes creer que tu hermana tuvo un reporte de indisciplina. – decía mientras se dirigían a la escuela de Ricky – Desea hablar conmigo.

– Que suerte de Margareth, que su padre no los haya dejado hoy en el colegio, no creo que lo hubiera tomado con calma como tu Candy. – dijo Dorothy preocupada sabiendo cómo el Sr. Grandchester tiene un carácter bastante fuerte referente a la educación de sus hijos.

– ¡¿Maggie?! ¡¿Con un reporte de indisciplina?! ¡Wow! ¡Aquí! ¡En América! Cuando los profesores son mucho más relajados que en Inglaterra. Mi padre ahora si la va a castigar bien feo.

–¡Ricky! – Lo miro por el retrovisor seriamente – ¡Y yo espero que tú, no tengas un reporte de indisciplina tampoco! Y no deseo que te burles de tu hermana hoy en la tarde. – se estaciono – Ya llegamos al colegio.

– Si mamá, no voy a burlarme de ella – sin evitarlo sonrió picaramente – dame mi beso. – decía Ricky bajando del carro y entrando a su escuela.

– Señora Grandchester – dijo la Directora del colegio de Maggie en su oficina seriamente entregando una hoja del reporte – ¿Usted firmo esto?

Candy tomo el reporte y vio que tenía su firma, a simple vista, veía que la firma era falsa. Candy simplemente negó con la cabeza.

– Sabe que traer un reporte con una firma falsificada es muy grave, podría suspenderla por tres días, pero estamos en la semana de exámenes. No me gustaría que sus calificaciones se vieran afectadas ya que no las podría presentar pasando la suspensión.

– Yo hablare con ella, realmente estoy impactada, nunca había hecho algo así en el pasado, al contrario, ella es muy inteligente y muy disciplinada… ¿Por qué fue el reporte de indisciplina?

– En realidad, hubo 2 ocasiones que no entrego la tarea, una de historia y otra de matemáticas y estuvo platicando en clases, – la miraba fijamente – a las tres faltas se manda el reporte, pero lo que más sorprendió es que se ve a simple vista que la firma está hecha por su hija. Y esto no lo podemos pasar por alto.

–¿Puedo hablar con ella por favor? – pidió la madre realmente sorprendida, nunca pensó que su hija se atrevería hacer algo así.

– Claro, voy a traerla. – 3 minutos después Maggie llegaba a la oficina de la directora – Señora, voy a dejarlas a solas para que puedan platicar.

– ¡Mamá! – Maggie se sorprendió al verla – ¡¿Qué haces aquí?! – Su mamá le extendió el reporte.

–¿Puedes explicarme esto? – Maggie se puso tan pálida como una hoja – Tú no eres así, ¿Por qué lo hiciste? – su voz era bastante sería.

– Yo… yo lo lamento mamá, yo… yo no quería cometer el mismo error que en Londres – tenía un nudo en la garganta que apenas podía hablar – quería pertenecer a un grupo diferente… no quería estar con el grupo de las niñas cerebritos, ni de niñas pedantes y mimadas, por eso no entregue la tarea mamá… – comenzó a llorar – y cuando la profesora me dio el reporte me puse bastante mal… ellas me consolaban y me dijeron que no me preocupara… que firmara el reporte para que mi papá no me castigará, y todas mis amigas me decían que era muy valiente y todas se juntaban conmigo… por primera vez me sentía aceptada y muy feliz ya que tengo muchas amigas. – sollozaba.

– Ahhh Margareth – en un acto reflejo, le limpio las lágrimas a su hija – yo no sé, pero todo esto se lo voy a comunicar a tu padre, no creo que le agrade que hayas firmado un reporte de indisciplina y esto significa ¡Una suspensión de tres días Margareth! Y al siguiente reporte es la expulsión del colegio ¿Quieres eso? – Maggie negó con la cabeza y se abrazó fuertemente a su madre.

– No quiero que mi papá se enteré de esto mamá – lloraba aún más fuerte – ¡Me va a castigar horriblemente si sabe que falsifiqué tu firma! Por favor no le digas.

– Maggie – trataba de consolarla.

– Solo quiero ser aceptada y tener muchas amigas.

– Esa no es la manera cariño, debes de ser tu misma, no debes de tratar de impresionar a nadie y hacer cosas malas para que te acepten, solo se tú misma.

– A nadie le gustan las niñas cerebritos como yo – miraba con sus ojos llorosos a su madre – se burlan de ellas, y no quiero que se burlen de mí… por tener sobresalientes… y tampoco quiero ser de las niñas pedantes como yo… como yo lo era en Londres por ser una lady.

– Ok mi amor, voy hablar con la Directora y con tu Profesora. Y también voy hablar con tu padre. No te preocupes. Ahora ve a tu salón de clases.

Maggie entraba al salón con los ojos aun rojos de haber llorado y hoy tenía examen de matemáticas así que la profesora le entrego su examen. Al finalizar el examen todas sus compañeras se acercaron y la consolaron.

– No debiste de haber firmado el reporte Maggie – le decía Mónica, Kathya y Raquel abrazándola y las demás compañeras hicieron lo mismo. Por una parte, Maggie se sentía fatal por las consecuencias que iba a tener cuando llegará del colegio con su padre, y por otra parte, sus amigas se preocuparon por ella y la animaban, y aquello era un sentimiento nuevo, que otras personas que no sean de tu familia se preocupen por ti.

Roundhay, Leeds Reino Unido.

Escuela primaria.

– Buenos días Sr. Bates es un placer tenerlo aquí. – Había dicho el Director de la escuela primaria.

– Vengo en representación del Duque de Grandchester para solicitar las notas académicas de Emma Miller.

– Claro, yo personalmente voy por su expediente. – minutos después entraba nuevamente a la oficina con el expediente y comenzó a hojearlo. – Es una niña muy aplicada y es una de las mejores en su clase. – Dijo entregándome el reporte académico.

– Estoy muy sorprendido, tiene sobresalientes en casi todas las materias. Estoy muy satisfecho.

– Para nosotros ha sido un gran honor de tener una estudiante tan aplicada.

– Podría darme una copia de su carnet de calificaciones. – Pidió Alfred y el Director se la proporciono. – me gustaría hablar con la señorita Miller.

– Voy a mandar por ella.

– No, no es necesario, la espero en la salida principal ya que en menos de media hora las clases van a terminar.

– Por supuesto. – media hora después Emma salía de su salón completamente entusiasmada pues su profesor le había dicho que alguien la esperaba.

– Señorita Miller. – Saludo el hombre mayor.

– ¡¿Alfred?! – Dijo Emma realmente sorprendida – ¡No lo puedo creer! ¡Es una alegría volverlo a ver después de mucho tiempo! – sin evitarlo fue y lo abrazo con afecto. – ¿A que debo su visita? – Emma tenía los ojos vidriosos.

– Estoy complacido igualmente de verla tan bien y mi motivo de venir al colegio es para ver su reporte académico.

– ¡¿Mis calificaciones?!

– Vamos a caminar un momento, deseo hablar con usted.

– ¡Sí! – Ambos fueron a una pequeña plaza cerca del parque, ahí había una heladería se sentaron y el Alfred le compro un helado enorme de chocolate.

– Estoy tan contenta de verlo, deseaba agradecerle al Duque todas sus buenas intenciones conmigo y con mi mamá, la casa que ha comprado para nosotras y que tenga la oportunidad de estudiar en un excelente colegio.

– Bueno, estaba pensando que quizá le agradaría más que usted mejor le escribiera una carta al Duque expresando su alegría y agradecimiento.

– ¡¿De verdad?! Deseaba hacerlo, pero no sé la dirección del Departamento del Duque.

– El Duque ya no vive ahí, ahora él se ha mudado a la villa de Escocia. Pero yo podría mandársela.

– ¡Claro! Con mucho gusto lo haré. – ahí mismo saco uno de sus cuadernos y comenzó a escribir una carta bastante larga. – Aquí la tiene – le entrego la carta. Él la tomo y decidió despedirse de ella.

– ¿Señor Alfred? – él volteo a verla – ¿Cómo está Ricky?

– ¿Ricky?

– Si, el nieto del Duque… Lord Richard… – dijo nerviosa.

– Él se encuentra muy bien, gracias.

Emma deseaba pedirle la dirección de Ricky… sabía que vivía en Stratford Avon pero no sabía ni la calle ni el número. Pero no encontró el valor suficiente para pedirle la dirección de Ricky a Alfred, ya que era la hija de la sirvienta… ¿Cómo podría ser ella la amiga del hijo de un Marques?

– Debo de irme. – Se despidió Alfred – voy a llevarla hasta su casa.

Alfred se dio cuenta de las intenciones que Emma tenía, pero no le dio pie a que ella le preguntara, aun no era el momento oportuno, primero como le había dicho el señor Terruce debía saber las intenciones del Duque de Grandchester para saber si podría contar con el apoyo hacia Emma o no. No deseaba el Márquez que su hijo sufriera.

Escocia

Tres días después.

– Buenos días Duque de Grandchester – saludo Alfred haciendo una pequeña reverencia – ¿Cómo se encuentra el día de hoy?

– ¡Terrible! Acaba Eleonor de llamarle a Terruce por teléfono y ya le confirmó la reservación del mejor palco del teatro, desea que lo veamos en el estreno de su obra en Broadway. ¿Puedes creer eso?

– ¿No desea verlo? – Pregunto Alfred.

– ¡Tengo unas ganas tremendas de tenerlo frente a mí y darle unos buenos azotes! En el verano implore perdón ante Su Majestad para que Terruce y toda su familia no perdieran sus títulos y siguiera teniendo sus privilegios y finalmente de varias suplicas, me dijo Su Majestad que Terruce y Candice seguirá siendo Marqueses de Grandchester y mis nietos no perderán sus títulos de cortesía. Aunque no fueran mis herederos, por eso me esforcé para que tuvieran un fideicomiso sustentable ¡Y resulta que se larga a América para ser actor! – dijo enojadamente el Duque.

– Creo que no he llegado en un momento apropiado. Pensé que ya no se encontraba enojado con su hijo ya que ha pasado más de un mes de que se enteró.

– No importa, dime que tienes ahí en ese expediente. – extendió su mano para que le diera el documento.

– En realidad no es nada importante, me llego una carta de Emma Miller. – De su portafolio saco la masiva.

– ¿Emma Miller? ¿La hija de la mucama del departamento de la Torre de Londres?

– Así es.

– ¡Ohhh por dios! No quiero volver a escuchar nada referente a su madre o referente a esa niña… gracias a que Terruce la hizo pasar por mi hija bastarda.

– Bueno, ella no tuvo la culpa referente a lo que sucedió en la fiesta de su nieto Ricky. – El Duque sostenía la carta en sus manos mirándola – ¿Por qué no la abre? Para saber qué es lo que dice ella. – El Duque abrió la carta y saco una copia de sus calificaciones.

– ¡Vaya! Sus calificaciones son excelentes. Ya quisiera que Ricky tuviera estas notas académicas. – Le mostro la hoja a Alfred.

– Eso es pedir demasiado Duque. – Sonrió tímidamente ya que sabía muy bien que Ricky no era tan buen estudiante y el hombre comenzó a leer la carta. El rostro de él era severo, pero mientras leía la carta se suavizo lentamente y comenzó aparecer una sonrisa.

– ¿Puedo saber que dice la carta? Ya que veo que le ha cambiado el semblante de su rostro.

– Ahhh pues dice que está muy agradecida por haberle dado un trabajo de secretaria digno a su madre, de conseguirle una casa tan hermosa en el poblado de Leeds y que está feliz de continuar con sus estudios y por pagarle el colegio.

– Se ve que es una niña muy inteligente y aplicada como agradecida.

– Si supongo que sí.

– ¿Seguirá apoyando en la educación de Emma Miller? – El Duque se frotaba la barba como pensado – Sería bueno que ella se convirtiera en su protegida, para que se convierta en una verdadera dama de sociedad.

– ¡¿Para qué se convierta en una verdadera dama?! ¿La hija de una sirvienta? ¿Qué quieres decir con eso? – Fruncio el ceño.

– Nada Duque de Grandchester.

– ¿Cómo que nada? – Lo miro intimidantemente – Dudo mucho que Emma conozca la dirección del departamento de Londres. ¿Cómo es que te llego esta carta? ¡Contesta!

– Yo… yo… – comenzó a sudar, sabía bien que no podía mentirle al Duque.

– ¿Esto fue una idea de Terruce? ¿Verdad? ¡Contesta! – Alfred sudaba en frio.

– Si.

– ¿Por qué? ¿Dime por qué hizo esto Terruce?!

– Desea convertir a Emma Miller en una digna dama para un Grandchester. – el Duque abrió enormemente los ojos. No comprendía lo que le decía.

– ¡¿Convertir a la hija de la sirvienta en una digna dama para un Grandchester?!

– Ricky, su nieto… le ha mandado una carta… al parecer le gusta muchísimo.

– ¡¿Acaso Ricky como Terruce se han vuelto locos?! ¡Cómo se atreve a pedirme semejante cosa! Voy a llamarlo inmediatamente.

– No le llame por favor – suplico con la mirada – Terruce no esperaba que le dijera los motivos… por favor… no le llame… se lo debo.

– ¡Me debes a mi lealtad! No a él.

– Esto me lo pidió como un gran favor, además Emma es una niña muy inteligente, amable simpática y muy noble... y será una gran dama de sociedad. Pero Terruce necesita de su apoyo ya qué si en un futuro si su nieto desea casarse con Emma, necesitará el permiso y la aprobación de Su Majestad… ya que Ricky es de cuna noble y él sigue teniendo su título de cortesía y posiblemente sea Conde si él así lo decide en el futuro.

El Duque movió la cabeza con frustración.

– Además Emma ¡Es británica! Es inteligente, es muy hermosa y tiene una gran carisma… es una buena chica, – el Duque estaba reconsiderando lo que le decía Alfred – En América se podría enamorar de una americana, eso podría ser aún más fatal ya que Su Majestad no le daría su consentimiento de casarse con una americana y tendrá que vivir en el exilió y no pisar tierras británicas nunca más.

– Emma Miller convertirla en una dama de la alta sociedad para que pueda casarse con Ricky con el consentimiento de Su Majestad... Mi protegida… no lo sé, con Terry fui un terrible padre… sin embargo, está bien, mañana iré a Leeds a ver a Emma... es una buena chica y también me agrada mucho.

CONTINUARA…