Capítulo 8
(nota) Este capítulo tiene fragmentos muy dolorosos o sensibles.
PASADO.
VERANO DE 1906. 9 años.
Faltaba ya unas semanas para que Teodora diera a luz, era verano de 1906 pues estaba muy emocionado pues estaba de vacaciones y podría ver el nacimiento del nuevo potro. Así que una vez que me dijeron los caballerangos que faltaban pocos días decidí quedarme a dormir en la caballeriza donde estaba Teodora.
Hasta que un día en la mañana, todos estaban ya sentados en el comedor para el desayuno excepto yo.
– ¿Dónde está Terruce? – Pregunto mi padre a Jenny y a Emilia mi nana personal, al mes después de que habíamos llegado a Londres y mi abuelo había fallecido, mi padre volvió a recontratarlas aquellas dos mujeres a quien mi padre las apreciaba y habían estado cuando yo había nacido en Escocia, pero yo ignoraba ese acontecimiento. – Emilia, puedes ir a su habitación y decirle que se apure en bajar.
– Si Su Excelencia, enseguida lo traigo – decía Emilia subiendo rápidamente las escaleras y vio que no estaba en su habitación y la cama no había sido destendida. – Mi lord, ¡El joven Terruce no se encuentra en su dormitorio!
– Ya busqué por todas partes mi Lord y no se encuentra. – decía entre varios subiendo y bajando y buscando en los alrededores del Palacio.
– ¡¿Cómo es posible que no lo encuentre?! – Les gritaba a mis escoltas personales – ¡Cómo es posible que los pueda burlar y escabullirse tan fácilmente! ¡Sin que se den cuenta que no duerme en su habitación!
– Lo lamento, Su Excelencia. – decían Clark y Harry, sus escoltas personales.
– Ya lo encontré – decía Stewart mi nueva escolta, un joven de 15 años. – se quedó dormido en el establo. – mi padre abrió los ojos enormemente, cuando me vio que entraba a la sala.
– ¡¿Qué demonios estabas haciendo en el establo para quedarte a dormir ahí en un lugar tan sucio?! – Preguntó observándome de cabeza a los pies.
– Lo lamento. – mi padre camino hacia mí.
– ¡Fue mi culpa Su Excelencia! – Dijo Stewart viendo la intención de lo que pretendía hacer mi padre y antes que mi padre me abofeteara giro su mirada a Stewart – yo le comenté que en estos días Teodora iba a dar a luz, y mi lord, me pidió que si podía ver cuando naciera el potro y yo le dije que sí… lo lamento Su Excelencia.
– Báñate inmediatamente, ¡Apestas a establo! Después le pides a Jenny que te dé de almorzar.
Por instrucciones de mi padre les dijo a los caballerangos que me avisaran cuando Teodora ya estuviera a punto de dar a luz y así lo hicieron, pues no deseaba que me quedara todas las noches esperando en el establo.
Pasaron cuatro días cuando observe desde el establo cuando nacía el hijo de Teodora, eran las 4:30 a.m. fue una experiencia extraordinaria y muy emotiva para mí.
– ¿Cómo le vas a llamar al nuevo potro? – Pregunto uno de los caballerangos.
– ¡Royal King! Su nombre será Royal King.
29 de noviembre de 1906.
Duquesa de Grandchester.
Era un día como cualquier otro día, había perdido una gran suma con mis amigas en cartas y pequeñas apuestas, así que ese día sin que nadie me viera abrí la caja fuerte del despacho de mi marido, mil libras esterlinas no se daría cuenta de que faltaría ya que era un cantidad muy baja, además él no sabe que por un descuido de él de hace algunos meses otras me había enterado de la combinación de su caja fuerte, la escribí en una pequeña hoja, por si en alguna ocasión se me ofrecía y está era la ocasión perfecta. Nadie estaba, mi esposo trabajando y los niños en la escuela.
No sabía lo que mi iba a encontrar en esa caja fuerte, lo primero que vi fue el "joyero damasquino" – ¡Es hermoso! – pensé, tomé el joyero en mis manos, cuando me dijo la Princesa Helena. Mi suegra… pasa de generación tras generación en la casa de los Grandchester… sin embargo, el día de mi boda o cuando fue el nacimiento de nuestra hija Caroline pensé que me lo iba a dar… o cuando nació nuestro hijo Edward… – lo abrí admirando los adornos de madreperla y las gemas incrustadas, adentro de él había una carta… leí el remitente: Eleonor Baker… América… con manos temblorosas abro la carta y comienzo a leerla.
Me doy cuenta que a ella le había obsequiado el joyero y que se lo había devuelto…. Hace dos años y medio… justo en la fecha cuando nació Edward… le decía que lo odiaba con todo su ser, sin evitarlo mis ojos se llenaron de lágrimas… ahora comprendo su cambio de humor, antes era tan cariñoso conmigo y ahora… dejo el joyero adentro de la caja fuerte y en un costado veo un libro encuadernado con pasta de piel marrón, comienzo abrirlo y veo que son recortes de Eleonor Baker… me entero que ella es una actriz de Broadway. Sigue su vida por medio de recortes de periódicos… hay cartas escritas por Richard… sin embargo, ninguna de ellas enviadas… donde expresa sus sentimientos por ella. Esas cartas fueron lo que más me dolieron hasta lo más profundo de mi alma.
Esa tarde cuando él llegó comenzamos a discutir terriblemente, le recrimine… sin embargo, él.
– ¡Por dios Regina! Tú sabes perfectamente que nunca en mi vida te he amado, ¡Qué odie el día que me case contigo! El día que te hice mía por obligación… no entiendo porque te quejas si sabes que entre tú y yo no hay ningún amor… – te diste la media vuelta y te mire.
– Ese joyero significa lo mucho que amabas a esa americana, cómo pudiste darle ese joyero a esa mujer plebeya cuando es una reliquia familiar y su verdadero significado… y que para mí solo hay desprecio, malos tratos, !Humillaciones y violaciones! – lloraba de frustración y rabia.
Al día siguiente, ya no pude más y agarre lo primero que se me cruzo a la mano y lo avente sobre la vitrina de la sala cayendo miles de platos de porcelana de siglos pasados, reliquias de antepasados. En ese momento llego Terry para ver lo que había pasado, había agarrado los platos de porcelana rotos entre sus manos y yo estaba atrás de él.
– ¿Qué hiciste Terruce? – fue lo primero que dije.
Versión de Terry.
– Yo, no hice nada, – En ese momento entro mi padre y vio la vitrina destrozada.
– ¡Mira lo que tu hijo acaba de hacer!
– Papá, juro que yo no lo hice, fue la Duquesa. Yo no fui. – Suplicaba con lágrimas en los ojos.
Después de una larga discusión ya en la noche cuando terminamos de cenar mi padre me sentenció.
– Terruce quiero que vayas a mi despacho, le pedirás disculpas a tu madre ¡Cinco veces!
– ¡¿Quieres que implore perdón de algo que yo no hice y que ella lo hizo? ¡Ella fue quien rompió la vajilla! – dijo Terry completamente anonadado, la mirada del Duque era que no quería que se discutiera más y Terry lo sabía perfectamente, así que todos nos dirigimos al despacho del Duque que era sumamente amplia.
– ¡De rodilla! – había dicho el Duque y Terry obedeció mientras lloraba de coraje e impotencia.
– ¡Duque de Grandchester! – Gritaba un Terry de 9 años cuando había terminado de implorar perdón a su madre y ella ya había salido del despacho – ¡Nunca en mi vida volveré a pedirle nada, absolutamente nada! – trataba de contener las lágrimas, sus puños estaban apretados y después salió del despacho azotando la puerta fuertemente y corriendo por los pasillos.
¡Cómo se atreve mi hijo a llamarme ¡Duque de Grandchester! Y decirme semejante cosa. Te vas a tragar tus palabras y tu orgullo. – Golpeo fuertemente su escritorio, sin pensar o meditarlo, tomo de un librero una vara delgada de madera flexible el cual le pertenecía a su padre.
Versión de Alfred Bates.
Después de que corrieran a Paul como escolta de Terruce por el incidente de la señorita en la suite, Alfred contrató a un joven de 15 años que había estudiado para ser parte de la Guardia Real, Stewart, era alto, responsable, serio, y sobre todo, dedicado con su trabajo, su infancia había sido tan dura como el de él, y sabía que personas así eran siempre leales y fieles, cuando ayudas que no pasen frío y hambres sus familiares, sin embargo, era un trabajo muy sacrificado, tenían que decir adiós a una vida social y familiar, tenían que estar al 100 % en su trabajo. Casarse era imposible para ser parte de la Guardia Real.
Alfred había pedido unos días de vacaciones para ver a sus padres quien no los había visto desde que salieron de prisión hace más de 8 años, y le habían dado la noticia que su madre estaba muy enferma.
– Alfred que bueno que te veo, – decía agitado Stewart por haber corrido – ¿Podrías venir a la habitación de mi Lord?
– Stewart, tengo que irme, mi tren sale en una hora y no puedo llegar tarde. ¿Qué sucede?
– Prefiero que vayas tú a ver a mi lord y me indiques que puedo hacer. – fastidiado con el joven escolta decidió ir a ver qué ocurría. – ninguno de los dos señores se encuentran, ni personal de confianza cómo Emilia o Jenny con quien me pueda dirigir, solo contigo.
– Mi lord – toco la puerta y la abrió enseguida, vio que Terry estaba acostado boca abajo, vestía sólo una playera y ropa interior, se quejaba terriblemente. – ¿Mi lord, le ocurre algo?
– Me duele, me duele muchísimo, no me puedo levantar. – Lloraba.
– ¿Qué pasó? ¿Te caíste por las escaleras? – A simple vista no pareciera que tuviera algo malo o alguna fractura – ¿Dónde te duele?
– Mi padre me azotó… fuertemente... – sollozaba.
– Ok. Voy a bajar tu ropa interior – decía mientras cuidadosamente le bajaba y lo miraba – ¿Con qué te castigo tu papá? ¿Con el cinturón?
– No, con el caned.
– Bien, voy a ponerte una pomada especial que es muy buena para que se te alivie y no te duela más. Voy por ella. – salió de la habitación.
– ¿Y bien? ¿Llamo al médico? ¿Lo llevo a un hospital? ¿Qué hago? No hay nadie, ni Emilia, ni Jenny y tu carruaje está ya esperándote para llevarte a la estación de trenes.
– No, yo me hago encargo de Terry, dile que se vaya el carruaje.
– ¡¿Vas a perder el tren?! ¡¿No vas a ir a ver a tu madre?! ¡Ella está muy enferma y puede morir...!
– ¡Stewart! ¡Nosotros no tenemos vida social, ni vida familiar! – Gritó – ¡Tu trabajo es primero ante todo! ¡Esa es la primera regla que no debes olvidar nunca! ¡Si deseas pertenecer a la Guardia Real! Recuerda que estás a prueba – Rápidamente fue a un pequeño cuarto donde había varios medicamentos.
– Pero tú no perteneces a la Guardia Real. – le dijo Stewart, pero Alfred hizo caso omiso y fue a la habitación de Terry.
– Terry, te va a arder, pero te vas a aliviar en poco tiempo ok. En tres días estarás como nuevo. – Terry solo movía la cabeza, Alfred lloraba en silencio mientras le ponía la pomada, no podía creer que el Duque le hubiera hecho eso a su propio hijo.
Al día siguiente Stewart le dijo que él podría hacerse encargo ahora, y que se fuera a ver a su madre que estaba muy enferma. Así que salió a Liverpool en el tren nocturno.
Una semana después.
Alfred llegaba con un paquete enorme al Palacio, estaba sumamente feliz, su madre estaba muy bien atendida, y habían dado con el mal que le aquejaba, ahora le podrían darle el tratamiento adecuado y a tiempo antes que hubiera sido demasiado tarde.
–Mi lord, – Saludo Alfred entrando a la habitación de Terry, él estaba parado en la ventana mirando hacia afuera. – te traje un obsequio que estoy seguro que te gustará.
–Alfred ¿Cómo está tu mamá? – Preguntó mientras volteaba a verme, su mirada era de una profunda tristeza, no sonreía y ese brillo que tenía en los ojos había desaparecido completamente.
–Ella, está bien gracias, quieres abrir el regalo, estoy seguro que te gustará mucho y dejarás de tener esa cara que me duele tanto el verte así. – Terry abrió el enorme paquete y cuando lo vio comenzó a llorar y lo abrazó fuertemente.
–¡Esto ya no me servirá! Mi padre ha vendido a Royal King. – su llanto era desgarrador –mi padre no me quiere, ¡Me odia! Él no confía en mí.
–¿Qué paso? ¿Por qué? – No comprendía.
–Mi padre no me creyó, él no me creyó... ¡Que yo no destroce la vitrina! Él creyó que había roto la porcelana de nuestros antepasados de la vitrina, – lloraba mientras me miraba a los ojos – ¡Yo no lo hice! ¡ Yo no lo hice! – se hundió en mi pecho.
–Terry, cariño – lo veía y me di cuenta que no había hecho aquello, lo abracé fuertemente, el corazón se me estremeció.
–Y no conforme de la paliza que me dio hace una semana, me quitó a Royal King. – Lloro aún más fuerte –¡Él me odia! ¡Él me odia! ¡Él no me quiere!
–Eso no es verdad Terry. Tu padre te ama.
–Si fuera verdad, si me quisiera, me hubiera creído que yo no lo hice, – lloraba inconsolablemente – y aun así me lastimó horriblemente al grado de quitarme a Royal King. ¡Lo odio! ¡Lo odio con todo mi corazón!
Londres
Nuevo Apartamento del Duque.
–Este es un excelente departamento, cuando me lo mostraron me encantó, está muy cerca del Parlamento y tiene una maravillosa vista a la Torre de Londres, como de toda la ciudad de Londres – Decía el Duque muy feliz por la compra a Alfred. –¿Y ese paquete? No me digas que es un regalo de tu parte, ya que tu madre está muy bien atendida en unos de los mejores hospitales de especialidad. No tienes que agradecer, sabes que soy muy generoso con mis empleados cuando son eficientes.
–Yo nunca, nunca en mi vida he cuestionado sus decisiones, y sus actos, – La mirada de Alfred era que estaba furioso y a punto de las lágrimas, le costaba trabajo comunicarse ya que era la primera vez que no estaba de acuerdo con lo que había hecho el Duque. – sin embargo, hoy…
–¿Qué pasa Alfred? Si tienes algo que decirme ¡Hazlo sin rodeos!
–¿Puedo ser sincero con usted?
–¡Claro que sí! ¡Siempre he pedido sinceridad! ¡Odio a la gente que habla a las espaldas y si hay algo que te moleste dímelo a quemarropa! – el Duque se sorprendió de la actitud de Alfred.
–¡Cómo pudo hacerle lo que le hizo a Terry! – el Duque lo miraba fijamente – antes de irme a Liverpool ¡Lo vi! ¡¿Cómo pudo castigarlo así?! Es su hijo de 9 años, ¡Fue salvaje! – por primera vez veía a Alfred llorando – ¡¿Y no conforme con eso, vendió a Royal King el potro de Teodora?! – El Duque simplemente se quedó callado. – No me explicó porque no le creyó, ¡Él no lo hizo aquella barbaridad! – Gritó – Y aunque hubiese roto la porcelana de la vitrina… ¡Esa no es la manera! – Tomo el paquete que tenía sobre la mesa y se lo aventó y salió del apartamento.
Por primera vez, Richard se había quedado callado, pareciera que tuviera pegamento en los labios, abrió el paquete y vio que eran accesorios de limpieza y una silla de montar para Royal King. Abrió la tarjeta.
Querido hijo.
Perdóname por favor, estoy arrepentido de lo que hice. Le pedí a Alfred algo muy especial para ti que estoy seguro que te alegrará tus días. Lo lamento.
Con amor tu padre.
FLASHBACK
10 días antes.
Paris, Francia.
Estaba en París, mis compañeros del Parlamento habían sido invitados a una fiesta privada y me habían invitado. El evento, la temporada final de una obra de teatro de alguna compañía importante de Broadway.
– ¡Duque de Grandchester! Es un placer volver a verlo – Lo saludaba una actriz que se le hacía conocida, pero no la ubicaba. – por ese rostro de confusión, parece que no me ubica, – le sonrió – Soy Anne Smith, amiga de Eleonor Baker.
– ¡Ohh si, ya la ubicó! ¿Cómo ha estado? – La saludo Cortésmente.
– Estoy muy feliz y dichosa, hace unas semanas que me he enterado que voy hacer madre.
– ¡¿Madre?! No sabía que ya se había casado. Bueno, le confieso que hace más de dos años que no leo noticias de sociales.
– ¡¿Cómo que no ha leído los periódicos?! En mayo del siguiente año cumplo tres años de casada, ¡Me he casado con mi Romeo! Ya saben el lema del teatro, el que interpreta Romeo y Julieta llegan a casarse. ¡Mira! Justamente ahí viene mi esposo.
– ¡Richard, qué gusto verte otra vez! – decía Robert Hathaway – nunca imaginé verte nuevamente.
– La sorpresa es mía, ¿Puedo invitarte una bebida mientras platicamos? – El Duque no podía creer aquello – Estoy sorprendido, pensé que te habías casado con Eleonor Baker.
–¿Con Eleonor? Que extraño, si deseas, vamos a la terraza para platicar de los viejos tiempos.
– ¿Sabes cómo está ella? – Pregunto una vez que se habían separado de la multitud de los invitados y estaba ya en una terraza privada.
– Ha sufrido muchísimo, – lo miró a los ojos – me confesó la verdad, soy el único que sabe la verdad, – ya que vio la confusión en la mirada de Richard – sé que tú también has sufrido, puedo sentirlo y puedo ver esa mirada de tristeza y sufrimiento. – el Duque dio un sorbo a su bebida – ella te espero por más de dos años, esperaba recibir noticias tuyas, nunca le escribiste, ni una solo nota, yo en ese tiempo me casé con Anne... y decidí renunciar a la compañía de Earlinger no podía estar más tiempo trabajando en esa compañía ya que sabía que podría engañar a mi esposa... sabes, amaba a Eleonor así que firmé contrato con la compañía de Stratford.
– ¿En la compañía de Stratford? Ya no compartes créditos con Eleonor.
– No, ya no, desde que me casé, – dio un sorbo a su bebida – en mayo cumplió tres años... sin embargo casualmente en ese tiempo después de que me casé y renuncié a la compañía me dijo Eleonor que te había regresado el joyero Damasquino que le habías dado, que ya no te iba a esperar más. Vivía atormentada día tras día.
– Yo, yo sí le escribí... pero mis cartas no le llegaron. – se maldijo.
– Si hubiera sido antes de casarme con Anne... hubiera roto mi compromiso. – suspiro con melancolía – el hubiera no existe... en todo este tiempo no se ha podido comprometer con nadie más, todo su esfuerzo y empeño lo da arriba de un escenario... hasta ser la mejor actriz consagrada.
– ¿Así que no sé ha comprometido con nadie? – dijo el Duque en un susurro lleno de un dolor profundo, – deseaba que en estos cinco años, ella hubiera rehecho su vida y que fuera feliz plenamente, tener una familia, aunque no fuera conmigo. – sentía un enorme dolor en su pecho.
– Ella está aquí... en esta fiesta.
– ¡¿Eleonor está aquí?! – Su pulso se aceleró.
– Richard, Eleonor ha sufrido muchísimo, sin embargo, ha luchado día tras día para ser alguien en la vida, es ya una actriz consagrada y sin mancha alguna de su pasado... merece realizarse y ser feliz. – dio un sorbo a su bebida – Se bien que tú nunca te divorciaras de tu esposa y nunca te casarás con Eleonor.
– Robert, – miro hacia adentro de la fiesta y después de algunos segundos la ubicó, ahí estaba ella, hermosa como siempre. – deseo hablar con ella, simplemente como viejos amigos.
– Richard, – le tomo del brazo antes de que él saliera. – si realmente la amas, no le des falsas esperanzas por favor, ella no lo merece, no la conviertas en tu amante... en una más de las muchas amantes que han pasado por tu lecho. – lo miro directamente a los ojos – ella ya se ha resignado que su amado hijo esté contigo, contigo tiene absolutamente todo y él es muy feliz, y dichoso y ella merece ser una gran señora, aunque esté lejos de su hijo...
– Robert no me digas eso. – apretaba los puños fuertemente.
–¿O iras con Eleonor ahora mismo y le dirás que le devolverás a su hijo? Por favor no seas cruel y no remuevas heridas profundas.
Deseé verla, hablarle, pero Robert tenía razón, para que atormentarnos, para que hablarnos, si entre nosotros no puede haber absolutamente nada. Estar tan cerca y a la vez tan lejos. Me quedé unos minutos mirándola, contemplándola, mientras mis ojos derramaban las más dolorosas lágrimas que había derramado, me limpié el rostro y salí de la fiesta con la frente en alto sin que ella me viera.
FIN DEL FLASHBACK
Si supiera Eleonor que Terry no es feliz conmigo, que ya no habla como antes… que su mirada azul ya no brilla como los zafiros… que he sido un terrible padre y esposo, que me desprecio a mi mismo y me doy asco por la que ha sido mi vida, sin embargo no puedo devolvértelo y sé muy bien que nunca lo haré. – Por primera vez desde hace mucho tiempo se dio la libertad de llorar, pues su vida era muy vacia y tan oscura como estar caminando sin rumbo... descalzo y solitario en las tinieblas.
ACTUALIDAD.
Octubre.
NUEVA YORK
Candy estaba sentada en el comedor, se veía preocupada, por una parte comprendía a su hija, no sabía si decirle toda la verdad a Terry.
–¿Sucede algo Candy? Te veo preocupada. – Pregunto Terry cuando salio de la recamara.
– En realidad si, hoy hable con la Directora de la escuela de Maggie – Terry se sentó en el comedor – me dieron un reporte de indisciplina… al parecer Maggie no entrego la tarea de matemáticas e historia.
– ¡Eso es imposible! Maggie es muy responsable con sus tareas. Es una niña muy aplicada.
– Hable con ella hoy en la oficina de la Directora, al parecer lo hizo deliberadamente, no desea que la etiqueten como un "cerebrito" – Terry solo rodo los ojos – no te enojes con ella por favor.
– Bueno, esto es increíble, que podemos hacer cuando los tiempos cambian de sopetón, ¿Acaso aquí en América es muy mal visto tener sobresalientes? Cuando en Inglaterra es todo lo contrario.
– Pues no lo creas, aquí también es muy mal visto por los profesores – sonrió tristemente – ya que le van a quitar dos puntos en la calificación de su examen de matemáticas y de historia.
–¡¿Qué?! ¡Están dementes sus profesores! ¡Cómo que le van a quitar dos puntos por no hacer la tarea!
Candy no podía decir que era porque había falsificado la firma de ella en el reporte de indisciplina. Eso si no lo iba a tolerar su esposo y no deseaba que a Maggie la pusiera en cintura.
– Creo que es una buena consecuencia, para que Maggie aprenda que cada acción mala, lleva a una consecuencia igual de mala y por consecuente tendrá dos 8 en su boleta de calificaciones.
–¡Vaya colegio! Aun así, pienso que es excesivo que le quiten dos puntos en cada materia por no hacer una tarea. – decía Terry realmente enojado con el colegio.
Roundhay, Leeds. Reino Unido.
Finales de octubre de 1930.
El Duque de Grandchester se encontraba en un Hotel cercano a la Escuela de Emma, Roundhay era un pueblo pequeño en el poblado de Leeds, de Reino Unido. No sabía aún porque estaba ahí, había viajado varios kilómetros para llegar hasta Leeds. Pensó lo que le había dicho Alfred, de que él fuera el protector de esa niña para convertirla en una verdadera dama.
Todo ese día estuvo pensando referente a eso, en realidad sus hijos ya eran personas adultas y sus nietos con sus vidas realizadas y sin complicación alguna, no tenía ahora nada que hacer ya que no trabajaba más en el Parlamento, su vida se había convertido en cierta forma monótona y aunque estuviera con Eleonor, necesitaba esas pequeñas cosas que sintiera que su vida era útil.
Desde que se había mudado a Escocia, había hecho todas las mejoras a la Villa de Escocia más que nada para estar ocupado. Ahora necesitaba un motivo de vida y esa niña le agradaba, era muy inteligente y simpática.
– Hola Emma. – Saludo a la niña cuando salió de la escuela esa tarde.
– ¡Duque de Grandchester! – Corrió hacia él y lo abrazo con todo el amor que una niña podía profesar. – ¡No puedo creer que usted esté aquí! – Dijo con lágrimas en los ojos. – Ha sido una maravillosa sorpresa. ¿Leyó mi carta?
– Claro que la leí y me sorprendió tus buenas calificaciones, pero por qué estas llorando. Ya ni mis nietos se muestran tan emotivos cuando los visito. – dijo el hombre con una carcajada. – Te invito a comer ya que deseo platicar contigo de algo importante.
Emma asintió y una vez que llegaron a un pequeño restaurante típico del lugar de Leeds pudieron hablar más tranquilamente.
– No sabe lo agradecida que estoy desde que lo conocí… – decía mientras miraba el platillo que el mesero había traído – mi vida ha cambiado radicalmente. El empleo de mi madre, yo estudiando en un colegio privado… viviendo en una hermosa casa propia y sin preocupaciones… – lo miro directamente a los ojos. – aún recuerdo el día que lo conocí.
– Yo también lo recuerdo perfectamente, pareciera que fue ayer cuando estabas caminando por la carretera para ir a la residencia de mi nieto… y fue justamente hace un año que te conocí.
– Duque de Grandchester, a veces pienso que fue el destino que hizo que nos conociera, para tener una vida mejor… "El destino" todo comenzó por un vaso de agua. – dio un bocado a su comida y un sorbo a su agua de frutas.
– Emma, Alfred te tiene un gran cariño por ti, ya que a él le recuerdas a él mismo cuando tenía más o menos tu edad.
– ¿Alfred?
– Si, él era igual que tú… tuvo una infancia muy difícil y sus padres fueron encarcelados injustamente, no tenía para comer y por un tiempo vivió él en la calle como un vagabundo cuando tenía 13 años... yo tenía 18 años.
– No sabía eso. Alfred siempre ha sido muy generoso conmigo y nunca supe por qué se comportaba tan amable conmigo, hasta más que con Lady Margaret, ahora comprendo.
– Yo me convertí en su tutor, él iba a robarme, pero lo descubrí antes que lo hiciera, le pregunté por qué lo hacía y él me dijo que tenía mucha hambre, tenía varios días sin probar bocado y tenía dos hermanos menores… entonces le di educación, vivienda y un trabajo digno. Cuando él ya tenía 16 años ayude a que sus padres salieran de prisión y limpie sus expedientes para que no tuvieran mancha alguna. – Emma lo veía con admiración mientras escuchaba aquel relato de la vida de Alfred – Al igual que tú, sus padres se fueron a radicar a un pueblo tranquilo donde los recomendé para que tuvieran un trabajo digno como tu madre... les ofrecí una vida tranquila y prospera. Alfred se convirtió en un hombre de mi mayor confianza y nunca en su vida me ha defraudado.
– Lo ha de estimar muchísimo.
– Si, lo estimo mucho, y es una persona también muy agradecida, tanto como tú. – le hizo un mimo en la mejilla.
– Yo me siento realmente alagada que un hombre de su jerarquía, venga hasta aquí a este pueblo para hablar conmigo. – dijo con lágrimas en los ojos.
– En realidad vengo hacerte una proposición, pero debes de meditarlo profundamente, los pros y los contras… no debes de tomarlo a la ligera lo que pienso proponerte y también necesito que lo consultes con tu madre.
– ¿Una proposición? ¿De qué tipo? – Pregunto la pequeña extrañada.
– He pensado si te gustaría que fuera yo tu tutor legal para que en un futuro te conviertas en una verdadera dama de la alta sociedad.
– ¿Convertirme en una verdadera dama de la alta sociedad? – Preguntó dudosa.
– Si, irías a Colegios Exclusivos para una educación de excelencia, y cuando cumplas los 13 años posiblemente serás enviada como internada al Real Colegio San Pablo, donde estudiaron mis tres hijos. Estudiaras aparte el protocolo aristocrático y buenos modales.
– Yo… yo no sé… si... realmente… no sé... si me interese convertirme en una verdadera dama. – bajo la mirada a su plato.
– Claro, lo sé y no te preocupes, aunque no aceptes mi oferta, no debes de preocuparte por estudiar aquí, Alfred me ha convencido que te deje un pequeño fideicomiso para que nunca interrumpas tus estudios y en el futuro seas una mujer preparada para el mundo.
– ¡Duque de Grandchester! – Estaba realmente conmovida por lo que le decía.
– Te dejo la dirección de Alfred y su número telefónico él se encargará de ti si necesitaras de algo.
– Muchas gracias Duque. – Tomo la tarjeta y sin evitarlo sus ojos se llenaron de lágrimas, su padre había muerto y no tenía una figura paterna, sin embargo, para ella, aquel señor lo sentía tan cercano cómo un padre.
Terminaron de comer y el Duque se ofreció llevarla hasta su casa.
– ¿Cuándo parte? – Pregunto Emma cuando la dejo en la puerta de su casa.
– Mañana, en el tren de las 8 de la mañana, hoy alquile una habitación en el Hotel Roundhay.
– Que lastima que se vaya tan rápido. Me gustaría volverlo a ver.
– A mí también, sin embargo, en una semana viajaré a América.
– ¡A América! ¡Tan lejos! Al otro lado del océano.
– Así es.
Finalmente se despidieron y sin poder evitarlo Emma sintió un pinchazo en su corazón. No sabía si volvería a ver al Duque de Grandchester, le tenía un gran cariño y respeto.
– Hija – Dijo su madre ya en la noche cuando estaban cenando.
– Si mamá – Respondió Emma algo triste.
– ¿Sucede algo? Te veo algo deprimida.
– No, nada… – se llevó un pedazo de pan a la boca – ¿Sabes mamá? Hoy vino el Duque de Grandchester.
– ¿El Duque de Grandchester? – Se sorprendió la señora al escuchar aquello.
– Vino a saludarme y a felicitarme por mis buenas calificaciones, es un hombre realmente muy generoso.
– Si es verdad, sin embargo, no le he agradecido todo lo que ha hecho por nosotras. – Dijo realmente arrepentida.
– Mamá, el Duque es una excelente persona, sabías que Alfred era una persona igual que nosotras, que no tenía nada y que vivía en la calle. El Duque lo ayudo igual que a nosotras, le dio educación, una hermosa vivienda y un trabajo digno. ¡Él es un hombre admirable!
– Emma, yo… yo no sabía si entregarte esto o no – Dijo su madre mientras sacaba un sobre – quería romperlo, pero no pude.
– ¿Qué es eso mamá?
– Es una carta de América.
– ¡¿Una carta de América?! No conozco a nadie en América.
– No deseaba que tuvieras una relación con él, ¡Porque no deseaba que sufrieras Emma! Pero al verte y escuchar que ha venido el Duque aquí y qué él ha sido siempre tan generoso con nosotras no puede soportar más esta culpa. Ten – le extendió la carta.
– Una carta de América – Dijo tomando la carta temblorosamente la volteo y vio el remitente – L. Richard T. Grandchester Andley. Manhattan, NYC. U.S.A. – Las lágrimas de Emma salían por una felicidad infinita que sentía.
Salió de la casa y en el patio a la luz de la luna comenzó a leerla. Era una carta bastante larga llena de amor, donde le decía todo lo que había vivido desde su cumpleaños desde el 19 de abril, le platico de sus vacaciones en el Hogar de Ponny que es un orfanato, que ya no vivía más en Inglaterra, se habían mudado a América y le platicaba detalles de su nueva vida en Nueva York y de lo mucho que la extrañaba y su deseo de verla, también le comentaba que su padre le había proporcionado su dirección y que él estaba de acuerdo en tener una relación con ella. No se oponía a pesar de la diferencia del status social. Le enviaba su dirección y esperaba que le escribiera pronto para saber de ella.
– Ricky me quiere… Ricky me quiere – Se decía así misma con el rostro bañado de felicidad.
Esa noche se fue a la cama pensando lo que le había dicho el Duque de Grandchester, era algo muy extraño… la carta de Ricky, la visita de Alfred revisando mis notas académicas y el Duque de Grandchester haciéndome aquella proposición de hacerme una verdadera dama. Como si de una luz cegadora se tratara, ato los cabos sueltos y una nueva revelación surgió ante todo lo que había sucedido en esta semana desde la visita de Alfred.
Esa noche no pude dormir pensando lo que el Duque me había dicho. Considero los pros y los contras…
Si me convierto en una verdadera dama de sociedad, podré… podré… algún día vivir con el chico que me robo el corazón cuando me dio ese vaso de agua. – Pensaba llorando – Ricky le pidió a su padre y a su abuelo que le dieran mi dirección. Su padre como el Duque ¡Me aceptan! Me aceptan a pesar que soy la hija de la sirvienta. – leyó como 10 veces la carta que Ricky le había escrito, ya se la había aprendido de memoria. Y había tomado ya una determinación.
Esa mañana si había dormido una hora era demasiado, se levantó de la cama temprano y se vistió con el uniforme del colegio.
– ¡Hija! ¿Qué haces levantada tan temprano y ya vestida? – Preguntó su madre mientras iba a la cocina y preparaba el desayuno.
– Mamá he tomado una determinación acerca de mi vida. – Decía con lágrimas de felicidad.
– ¿Una determinación? ¿Qué quieres decir con eso hija?
– El Duque ayer vino hacerme una proposición para que sea mi tutor legalmente y me convierta en una verdadera dama de sociedad.
– ¿Qué? ¿Qué estás diciendo? ¡¿Una verdadera dama de sociedad?! ¡Claro que no! – se sorprendió la mujer.
– No quiero que mi futuro sea como el tuyo mamá, ¡No quiero ser una sirvienta! ¡El Duque me ofreció la oportunidad de asistir a los mejores Colegios Exclusivos de Inglaterra para convertirme en una verdadera dama y un porvenir mejor y no lo voy a desaprovechar!
– ¿Pero por qué? ¿Lo haces por ese niño, el hijo del Marqués?
– ¡Si mamá! ¡Lo amo! ¡Lo amo con todo mi corazón!
– Pero si apenas vas a cumplir los diez años ¿Cómo puedes decirme que estás enamorada de un niño cuando eres aún una niña?
– Lo sé mamá, lo sé porque no puedo dejar de pensar en él, desde que lo vi por primera vez y además ¡Soy correspondida! Ricky siente lo mismo que yo… ¡Él me lo ha dicho en esta carta! – llevo la carta a su pecho y sin meditarlo volvió a guardar la carta de Ricky en su bolsillo y salió corriendo.
– ¿Hija a dónde vas? – Preguntó la madre desesperada.
– Tengo que ver al Duque y decirle que he pensado en su proposición.
– ¡Hija!
Emma corrió y corrió hasta llegar a la terminal de trenes, era un pueblo pequeño donde vivía, así que las distancias no eran tan lejos. Llego a la estación completamente agitada y viendo de un lugar a otro, aún era muy temprano eran las 7:20 y el tren partiría a los 8:00 cuando de repente vio que el Duque llegaba.
– ¡Emma! ¡¿Qué haces aquí?! – Dijo el hombre sorprendido cuando la vio.
– ¿Por qué me ha hecho esa propuesta de convertirme en una dama Duque de Grandchester?
– Emma. ¿Por qué lo preguntas?
– Ayer me acaba de llegar esto. – Dijo mostrándole la carta al Duque – Es una carta de Ricky, es una carta larga, muy bella y llena de amor y de esperanza. – Las lágrimas de Emma bañaban el bello rostro de la pequeña. – ¿Quiero saber si está de acuerdo si podemos tener una relación y en el futuro contar con su aprobación y con la de su padre…?
– Emma.
– ¡Yo lo amo Duque de Grandchester! Lo amo con todo mi corazón… y no quiero hacerme falsas esperanzas.
– Pequeña, ¿Tú realmente lo amas? ¿Verdad?
– Si, lo amo por lo que es, él es tierno, cariñoso y es una persona maravillosa.
– Sabes, me recuerdas a mi nuera, a la madre de Ricky a Candy cuando hable por primera vez con ella.
– Eso significa ¿Qué tengo su bendición para escribirnos hasta que un día podamos reunirnos?
– Si, tienes mi bendición y el padre de Ricky igualmente está de acuerdo, de hecho su padre fue quién tuvo la idea de convertirte en una verdadera dama para que en un futuro no tenga mi nieto problemas con la autorización de Su Majestad.
– ¡Duque de Grandchester, lo quiero mucho! – Lo abrazo como si se tratara de un padre.
– Mi nieto es de cuna noble, aunque no es heredero de la gran fortuna de los Grandchester, pero aún así tendrás que pulirte para convertirte en una verdadera dama.
– Estudiare con ahínco para llegar a ser una digna mujer de un Grandchester.
El silbato del tren sonó y se despidieron, Emma sentía que su corazón iba explotar de tanta felicidad y dicha.
Manhattan Nueva York.
APARTAMENTO, QUINTA AVENIDA.
Las luces de los primeros rayos del sol se colaban en la habitación y hace que lentamente me despierte, aún tengo los ojos cerrados, no deseo levantarme, la sabana de seda me acaricia mi cuerpo desnudo y me siento sumamente cómoda… siento el cuerpo de Terry atrás de mí y su brazo esta sobre mi cintura y su mano sobre mi pecho desnudo. Me abraza fuertemente, como si me fuera a desvanecer como polvo, este sentimiento lo he sentido… cuando él esta inseguro de sí mismo, como si fuera a perder su estabilidad. Ha pasado más de una semana lo de la conversación que escuche cuando hablo con su madre por teléfono.
Gradualmente he sentido ese cambio, sin embargo, ayer fue completamente diferente, tengo mucho miedo que algo haya pasado entre Andrea y mi esposo, en la forma que anoche me hizo el amor, en la forma de besarme y abrazarme como si fuera irme de su vida. Ayer evito mirarme a los ojos como si estuviera arrepentido de algo que había hecho… me confirma su inseguridad para afrontar las consecuencias, pero a veces el destino nunca ha sido muy favorecedor, yo confió enormemente en mi esposo, sé que él nunca me haría daño… sin embargo…
Se escucha que Dorothy toca a la puerta a la hora acostumbrada.
– Adelante. – Dice Terry aún adormilado y Dorothy entra y se dirige al baño para prepararme la bañera. – Es delicioso despertar cada mañana a lado tuyo y poder oler tu cabello dorado, besar tu cuello y hacerte mía todos los días. – dice besándome el cuello y bajando por mi espalda desnuda.
– Espera, que Dorothy está en el baño, además tengo menos de 15 minutos para prepararme y despertar a los niños para prepararlos a la escuela.
– Bien, – él me suelta y me levanto, él me observa fijamente mientras me pongo la bata. – pecosa – me dice Terry y yo volteo a verlo. – tengo que hablar contigo referente a una cosa muy seria e importante.
– Comprendo, supongo que hablaremos de eso hoy en la noche, ya que hoy tengo firma de boleta de Ricky y tú iras a la firma de boleta de Maggie. – Me guiña el ojo pícaramente.
– ¡¿Firma de boletas?! ¿Por qué no sabía eso, sino hasta este momento?
– Ricky y Maggie me lo pidieron así, no deseaban que los regañaras desde antes.
– Y ¿Por qué los iba a regañar? Creo que la educación americana es mucho más sencilla que los estrictos profesores de Londres.
– Bueno, eso lo sabremos en unas horas en la junta, ahí conocerás a la profesora de Maggie y yo el de Ricky – Le guiño el ojo y se metió al baño.
CONTINUARA…
Mil gracias a todas por sus comentarios y sugerencias, espero seguir con sus críticas buenas o malas, por favor cualquier sugerencia o tema que les gustaría que tratará más o que tema no les gusta, por favor hacerme saber para mejorar cada día más este FANFICTION.
