CAPITULO 9.
(nota. Capítulo con fuerte contenido de abuso físico y emocional)
PASADO
DICIEMBRE DE 1906. 9 años.
– ¿Quieres ir a Francia o a Suiza estas vacaciones de invierno? – Pregunto el Duque a su hijo.
– Me da igual, lo que usted decida "Duque de Grandchester" – desde ese momento ya no me nacía decirle a mi padre… papá, de ahora en adelante sería simplemente el Duque.
Mi madre, la Duquesa siempre iba al Colegio, en varias ocasiones la felicitaban de mi buen aprovechamiento académico en el Colegio, siempre salía con honores al finalizar el año, pero en otras ocasiones el Director del Colegio llamaba a mi madre para decir que mi comportamiento era terrible, me peleaba con los compañeros de clases.
– ¡¿Me puedes explicar que significa esto?! – Gritaba mi madre aventando el citatorio del Director para decirme que estaba suspendido del Colegio por una semana completa.
– Lo lamento – dije cuando desprevenidamente la Duquesa me levanto la mano, era la primera vez que la Duquesa me abofeteaba, antes simplemente me daba una severa llamada de atención, antes mi mirada era de miedo, ahora tenía una profunda mirada de ira y de impotencia, sabía perfectamente que si le gritaba o hiciera cualquier comentario me iría mucho peor.
– ¡Eres una vergüenza y un deshonor para la familia! ¡Dios mío! ¿Cómo es posible que el hijo del Duque de Grandchester sea suspendido toda una semana? – Gritaba la Duquesa cansada de ir al Colegio a escuchar el terrible comportamiento del hijo ilegitimo de su esposo.
– ¡No fue mi culpa madre! Charlie fue quien comenzó todo, ¿Por qué no me crees?
– ¿Acaso me has dado motivos para creerte alguna vez? – Terry guardo silencio y miro a su madre lleno de furia y de odio. Ni siquiera su padre creía en él, como le iba a creerle ella a él, y más siendo que no soy su hijo biológico. – Solo espera que tu padre regrese del Parlamento esta tarde. – y con esas palabras sabía de lo mal que me iba ir cuando mi padre regresará del trabajo. – ¡Ahora retírate a tu habitación!
Hice una reverencia y salí caminando, cuando cerré la puerta del estudio corrí por los pasillos de esa gran residencia. Recuerdo que las lágrimas recorrían libremente por mi rostro, pero sin omitir ruido alguno, solo sentía que la respiración me faltaba y suspiraba amargamente. En vez de ir a mi habitación salí por una puerta trasera y me escondí por los inmensos jardines, había un pequeño desnivel y si me sentaba en pasto nadie podía verme y ahí lloraba hasta que me quedé profundamente dormido.
No sé cuantas horas habrán pasado pero mis escoltas o gárgolas estaban buscándome frenéticamente. Se veía que estaban muy preocupados por no encontrarme, y ya estaba anocheciendo, así que sigilosamente entré al Palacio por una ventana, me dirigí a mi habitación, en el pasillo observe que nadie estuvieran, suspiré profundamente cuando entré, ahí estaba Alfred esperándome sentado en mi cama.
– Tu padre llegó hace más de tres horas, a la hora de la comida, no sé como le haces para escabullirte de tus escoltas. Te han estado buscando por más de cinco horas. Has puesto a tus escoltas en una situación muy delicada y ¡Pueden hasta despedirlos! – Gritó – Ellos, son jóvenes que llevan el sustento a su familia, de que su familia tengan algo que comer, una educación para sus hermanos y un seguro de salud para todos sus familiares. ¡¿Quieres que los despidan como lo que le hiciste a Paul?!
– Yo... yo... lo lamento. – Suspiré profundamente
– La duquesa me dio esto ya que se ha ido a Windermere – me enseñó la hoja del reporte que estaba suspendido por una semana completa, su voz era que estaba furioso conmigo, estimaba aquellos jóvenes – vamos con tu padre, te esta esperando en su despacho.
– Alfred por favor – le suplicaba mientras íbamos con mi padre. – no le digas a mi padre del reporte. No se lo digas por favor – rogaba angustiado.– Va a castigarme horriblemente.
Llegamos, y mi padre solicitó la presencia de mis tres escoltas, Stewart, Clark y Harry. Eran jóvenes de 15 y 16 años con entrenamiento militar desde los 12 años, Mi padre había solicitado que no fueran adultos, ya que deseaba que su hijo les tuviera confianza y no me sintiera tan intimidado con personal profesional.
–¿Te gusta burlarte de tu seguridad Terruce? – decía sumamente enojado mi padre – ¿Quieres que te cambie a tus escoltas por hombres mayores de 30 años? Ellos son mucho más profesionales y no te dejarán ¡Ni un solo segundo sólo! En cambio a ellos, les he pedido que te den espacio y no se conviertan en ¡TU SOMBRA! Ya que solo tienes 10 años Terry. – Gritaba.
– No, no quiero que los cambies. – tenía un nudo en la garganta.
–¿Sabes la preocupación que les diste al no encontrarte por cinco horas?
– Lo lamento – Mis gárgolas estaban en posición de firmes con la mirada enfrenté, parecían estatuas quien no se movían en absoluto. Sin embargo dos de ellos tenían los ojos enrojecidos, seguramente antes mi padre les habia dado un buen regaño.
– He pensado en llamar a la Guardia Real y darlos de baja ¡Completamente! Ya que parece – se levantó de su asiento y se paró frente a los tres jóvenes – que no pueden cuidar a un niño de 10 años. ¡He pensado en despedirlos por incompetentes y que me manden personas profesionales de 30 años!
–¡No, por favor no! No los cambies ¡Lo lamento! – lloraba – No volverá a ocurrir.
–Muy bien, te voy a dar una lección para que no te vuelvas a escabullirte de tus escoltas nuevamente y para que tengas una idea que significa que te estén vigilando todo el tiempo.
Mi padre al día siguiente me mandó a un pequeño cuarto de 3x3 mts. estaba oscuro y había una pequeña ventana que era más bien la ventilación. Era un cuarto donde guardaban cosas viejas. Mi castigo, era estar ahí encerrado por cinco horas, las mismas horas que me había escapado, estaba conmigo mis tres gárgolas y no podía hablarles en absoluto.
Saliendo del encierro me dirigí al despacho de mi padre. Estaba sentado en su gran despacho mientras firmaba varios documentos.
–¿Te gustó tu encierro con tus escoltas? – Pregunto sin desviar la vista de los documentos – Cada vez que te burles de tu seguridad, sabes lo que te esperará. – se levantó de su silla y fue hasta donde yo me encontraba – sé muy bien que no es una experiencia nada agradable, lo sé por experiencia propia. No deseo repetirlo nuevamente. ¿Comprendiste?
– Si – pude decir con un hilo de voz.
–¿Qué significa esto? – Me dio el reporte de mi suspensión – ¡Alfred me acaba de dar esto! Me dijo que te han suspendido del colegio por una semana completa ¿Por qué? – me miraba severamente – ¡Porque te agarraste a golpes en la escuela con Charlie! ¡Y tu madre te llamó la atención ya que tuvo que ir al colegio para hablar con él Director! ¡¿Por eso te escapaste, Terruce?!
–¡Alfred es un vil chismoso! – Grite enojado, nunca pensé que él le fuera con el chisme cuando le había pedido el grandísimo favor que no le dijera nada a mi padre, de repente, sentí como me ardían mis dos mejillas casi simultáneamente.
–¡No voy a permitir qué te dirijas así a Alfred! ¡Él sabe que tiene que decirme absolutamente TODO! ¡Al igual que tus estúpidas 3 escoltas! Y pobre de ellos si me ocultan algo de tu vergonzosa conducta – Yo me sobaba mis mejillas llorando en silencio inconsolablemente – ¡Ahora veté a tu habitación!
Febrero de 1907.
Terry G. Grandchester.
De los 10 a los 12 años fui expulsado del colegio tres veces, aún recuerdo muy bien cada experiencia vivida. La primera vez tenía 10 años cumplidos, no recuerdo realmente cual fue el motivo de la pelea con uno de mis compañeros de clase, en fin, en el patio del colegio nos agarramos y nos dimos bastante fuerte, en realidad no era mi primera pelea, pero si la más reñida.
El Director nos vio, nos separó y llamo a nuestros padres para que fueran a visitar la oficina del Director. La madre del otro chico llegó primero, yo estaba sentado en una banca esperando temerosamente a que mi madre, la Duquesa hiciera su arribó a la oficina, como tantas veces lo había hecho desde mis siete años, después de media hora la señora salió de la oficina enfurecida y 10 minutos después mi padre y Alfred llegaron al colegio.
Esperaba ver a la Duquesa como siempre y no a mi padre para que hablará con el Director. – pensaba cabizbajo. Cuando mi padre llego me miro discretamente y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Mi padre o mi madre nunca, pero nunca me reprendían delante de las demás personas, mi madre solo me daba unas terribles miradas de miedo, advirtiéndome de lo mal que me iba a ir llegando a casa y mi padre sus miradas eran un poco más discretas, pero temibles.
Pasamos a la oficina del Director; mi padre, Alfred y yo, después de un rato mientras le decía el Director mis faltas cometidas a mi padre, el Director dijo una palabra que palidecí terriblemente, sentí que la sangre se me bajo a los pies y me quede completamente en Shock cuando dijo que estaba "expulsado del colegio" No podía creerlo todo se me nublo y sentí un terrible escalofrió mientras mi padre inútilmente le suplicaba al Director que no me expulsará.
Aunque mi padre era un hombre poderoso y de la más alta jerarquía de la nobleza inglesa, no pudo hacer nada para que no fuese expulsado, en realidad en aquel colegio todos los estudiantes son de padres de alto rango, muchos son aristócratas, otros almirantes, coroneles, banqueros, oficiales del ejército británico, en fin, el otro chico con quien me había peleado también había sido expulsado y su padre era Almirante de la Fuerza Naval Británica. Los colegios británicos o la educación británica era muy estricta y ni el poder, ni las influencias salvaban a nadie de ser expulsado si cometía alguna falta grave.
Mi padre resignado tomo la pluma fuente y firmo el documento de mi expulsión. Mi padre no me dijo nada en todo el tiempo que estábamos en la oficina, no me regaño delante del Director o me hizo algún comentario, el Director me pidió que fuera por mis libros mientras que le entregaban toda la documentación al Duque. Salimos del colegio y Alfred me tomo de la mano para dirigirnos al carruaje, mi padre subió primero y antes que yo subiera, Alfred me detuvo un segundo dándome un pequeño golpecito en el mentón de manera que levantara la frente.
Camino al Palacio estaba aterrorizado, temblaba y me apretaba las manos la una con la otra. Mi padre estaba enfrente de mí y Alfred estaba a lado mío. Mi vista estaba afuera mirando el paisaje y de reojo observaba a mi padre quien tenía una carpeta de cuero y leía los últimos reportes acerca de su trabajo y de vez en cuando sentía su mirada dominante sobre mí, yo volteaba a verlo y un segundo antes bajaba su mirada a los documentos que tenía.
Sentía un nudo en la garganta como si me faltara la respiración y Alfred quien estaba a lado mío me dio unas pequeñas palmaditas en mi pierna y me sonrió, fue como diciéndome que todo estará bien, que me calmara. Cuando vi la desviación a Berkshire esperaba que el carruaje nunca llegara a su destino.
Finalmente llegamos al gran portón el cual los guardias abrían el rejado y el carruaje se estaciono en frente de la entrada principal. Nos bajamos y yo renuente al entrar al Palacio, Alfred me agarro del hombro y me dijo adelante, lentamente subía los 6 escalones y una vez adentro mi padre me pidió que lo esperara en su despacho cinco minutos después él entro, ahí me llamó la atención severamente y finalmente me indica que esté sobre el escritorio, ahí me dio seis de los buenos.
Después del castigo mi padre salió del despacho y me dejo ahí. Yo me acosté sobre el sofá inmóvil no había lágrimas sobre mi rostro o en mis ojos, mi mente estaba en blanco.
No sé cuánto tiempo transcurrió, pero alguien toco la puerta y abrieron, era Alfred y Emilia. Yo simplemente cerré los ojos, Alfred delicadamente me cargo en sus brazos y me llevo a mi habitación, Emilia abría la puerta de mi habitación y levantaba el cobertor de la cama y entre los dos cuidadosamente me cambiaron de ropa. Por casi tres días no comía, no me movía, no lloraba, no hablaba… era como si estuviera muerto en vida.
Emilia luchaba porque comiera un poco o hablara… me había quedado mudo… quizá quería terminar con mi vida... no sé qué me dolió más, si el castigo o que en estos tres días nadie fue a visitarme a mi habitación. Ni mi padre, ni la Duquesa, ni mis dos medios hermanos. Solo Emilia, las mucamas, Stewart mi escolta y Alfred, me sentí por primera vez tan denigradado y tan bajo como si fuera un miembro de la servidumbre.
Me sentía, solo… teniendo todo el lujo que puedo desear, pero sin el amor de mis padres. Al tercer día Alfred entró a mi habitación con una bandeja con comida, se sentó en mi cama y él me acomodo para que me sentara, tomo el plato y trato de darme de comer.
– Abre la boca – dijo casi perdiendo la paciencia – necesitas comer algo.
Yo renuente volteé la mirada al otro lado y sentí que Alfred se levantó de la cama y dejo el plato en la bandeja sobre la mesita, salió de la habitación y en poco menos de tres minutos volvió ahora con la vara en sus manos.
– ¡Vas a agarrar ahora mismo ese plato de comida y comienza a comer! ¡AHORA O TE ARREPENTIRAS! – Y acto seguido comenzó a golpear la cama – ¡COME! – Agarré el plato y nerviosamente comencé a comer – ¡OTRO BOCADO! – Decía mientras golpeaba con más fuerza la cama sin golpearme a mí. – Quiero que dejes limpios los platos.
Cuando termine de comer Alfred me abrazo con fuerza y comencé a llorar.
– Llora todo lo que quieras, te hará sentir mejor.
Después de dos semanas Alfred me inscribió en otro colegio de prestigio, mis excelentes asignaturas me ayudaron bastante en entrar a otros colegios.
Alfred ahora era mi nuevo tutor y desde esa vez dejo de pegarme, yo por mi parte le prometí que trataría de ser más obediente y acatar a las reglas y a mis horarios: Llegar del colegio, comer, hacer todos mis deberes escolares, dos horas de clases con mis otros tutores y finalmente tiempo libre, ese tiempo lo utilizaba para cabalgar con Teodora, lo bañaba, lo cepillaba, le daba de comer, limpiaba el establo y mientras hacía todo eso, le platicaba a Teodora todos mis problemas, todas mis frustraciones, me recuerdo abrazando su cabeza y sus cabellos de mi caballo blanco y llorando amargamente. Teodora se convirtió en una amiga confidencial para mí. Le hablaba y le hablaba… con ella no me sentía tan solo.
Los días en Londres son fríos y lluvioso, me recuerdo cabalgando fuertemente sobre los inmensos jardines del Palacio o simplemente caminado bajo la lluvia, sentir el frío viento y las gotas de lluvia helada caer sobre mi rostro, sentir que poco a poco me estaba empapando, significaba que aún estaba vivo… aún sentía el viento, el frío, la lluvia y con ella lavaba mis penas, entrando al Palacio me sentía como un zombi, un muerto viviente y me preguntaba ¿Qué significa ser un noble? ¿Habrá otros niños nobles que tienen una infancia feliz? ¿La gente aristócrata se casará por amor? O ¿Sólo con gente aristócrata para no perder lo que significa eso de ser de SANGRE AZUL?
Si eso era ser un noble entonces ya no quería ser más un noble y desee ya no vivir más en el Palacio, pero que ironía es la vida y el destino, de todos mis deseo y rezos este fue el único que se me concedió. Con el tiempo mi padre se volvió más distante, ya no me abrazaba como antes, ni era tan cariñoso conmigo, ya no me leía y cuando me dirigía a él por algún motivo sentía que me rechazaba, ya no me miraba a los ojos. Había cambiado tanto mi padre conmigo en su manera de ser… que ya ni lo reconocía.
Y para el colmo en el colegio comente acerca de la situación de mi verdadera madre y mi madrastra, nunca pensé que fueran tan crueles conmigo… me peleaba a menudo con los niños que me decían que era un hijo ilegitimo, que mi madre me había abandonado porque ella no me quería, la mala relación con mis padres, con mi hermana Lady Caroline y mi hermano Lord Edward que desde mis nueve años la Duquesa les comenzó a llenar sus cabecitas llenos de odio hacia mí, como si fuera yo algo sucio. Antes jugaba con mis hermanitos, ahora me veían mal y ya no jugábamos.
Lo mismo pasaba con mis compañeros de colegio, no tenía amigos… todo eso hizo que me sintiera más solo y comencé a guardar todo tipo de sentimientos y resentimientos, no confiaba en nadie… ese sentimiento me hizo que desde muy niño fuera un niño solitario, rebelde, malcriado…y callado, pensaba que realmente era una vergüenza y deshonor para la familia Grandchester.
Tenía apenas 12 años y a mi corta edad era ya un niño resentido con la vida y un adolescente inseguro de sí mismo, me aparté de toda la gente que me rodeaba y no tenía amigos, cuando me sentía agraviado, lastimado o herido por mis compañeros de clase, me escudaba bajo el título de la nobleza y me convertí en un soberbio, arrogante y prepotente, hacia siempre gala de mis raíces de sangre azul, pero por adentro me sentía morir lentamente.
– ¡Terry, ya no te soporto más! ¡Eres la vergüenza de la familia…! ¡Yo… yo no te quiero más aquí… te peleas con tus hermanos… te peleas en el colegio…! ¡Ya te volvieron a expulsar nuevamente del colegio! – Replicó mi madre desesperada – Voy a pedirle a tu padre que te mande lejos de aquí. El simple hecho que este aquí, me da una terrible jaqueca...
Estaba en mi habitación llorando amargamente… y escuché que el carruaje de mi padre había llegado con Alfred.
– Querido, no sé cómo decirte esto, pero tu hijo Terruce, ¡Lo acaban de expulsar nuevamente de colegio! ¡La rebeldía de él es ya insoportable! ¡EXIJO! ¡Qué eches a Terruce fuera de aquí! ¡No lo quiero ver más! Es un mal ejemplo para sus hermanos y para el honor de la familia Grandchester…
Mientras escuchaba todo desde la puerta de mi habitación, me seque las lágrimas y me dirigí al ventanal mirando los enormes jardines cuando escuche que mi padre subía las escaleras y entraba a la habitación.
– ¡Terruce! – dijo El Duque con cierto enojo, mientras pensaba "Terruce" desde cuando me dice Terruce… es tanto su odio hacia mí, que ya ni me dice como antes me decía de niño… Terry de cariño".
– Terruce me acaba de decir tu madre que otra vez te volvieron a expulsar del colegio… ¡Por el amor de dios! Tienes 12 años ¡Ya te han expulsado de 3 de los mejores colegios de Inglaterra! ¿Qué pretendes hacer…? ¡Esto ya es demasiado… ya no soporto más tu rebeldía, tus peleas, tus groserías! – Tenía una mirada de odio y al mismo tiempo de tristeza. – Terruce, ¡Hoy ya no vivirás más aquí! ¡Ahora mismo te voy a enviar a un internado y me voy a asegurar, que no te vuelvan a expulsar nunca más!
– ¡Así que me corres de la casa! – Respondí con tristeza y odio – ¡Prefieres mandarme lejos y que otros se ocupen de mí! Como suele suceder siempre. – Masculló Terry con un amplio movimiento en su mano derecha y desprevenidamente el Duque le proporciono una bofetada que dejo a su hijo tirado en el suelo.
– ¡Terruce ya no aguanto más! ¡No sé cómo disciplinarte para que no seas un malcriado y rebelde! – Vociferó con tono irritado y apretando los puños con fuerzas – Ya empleé todos mis recursos y nada funciona contigo. ¡Ya me harté de ti! ¡Te voy a enviar a un Colegio Católico, el más estricto de toda Inglaterra! Para que sepan disciplinarte. ¡Emilia! ¡Emilia! – Gritó frenético.
– ¿Desea algo Su Excelencia? – Respondió temerosa Emilia al ver que el Duque estaba enfurecido.
– ¡Empaca las cosas de Terruce inmediatamente! Y quiero abajo las maletas para que Jemes los coloque en el carruaje. ¡AHORA MISMO EMILIA!
– Así será Su Excelencia – mientras tanto el Duque abandonó la habitación azotando fuertemente la puerta al salir.
– Emilia no me quiero ir… ¡No quiero irme! – Movía la cabeza en forma de negación y las lágrimas hicieron su aparición. – No aún internado católico. – lloré en los brazos de mi nana.
– Mi Lord… debe de ser fuerte de ahora en adelante – ella me sobaba mi mejilla tiernamente – ya verá que no va a ser tan malo estar en un internado.
– Emilia, no quiero estar encerrado en un internado… no quiero, no quiero estar en un internado católico, finalmente mi madre a ganado la batalla. – Emilia rompió el abrazo y me alejo de ella.
– Mi Lord, debo de empacar sus cosas, sino Su Excelencia se enojará conmigo. – Mientras Emilia empacaba mis cosas, yo me acosté sobre la cama llorando inconsolablemente y en aquel momento entro Alfred a mi habitación.
– Mi Lord – él me abrazo afectuosamente y después de un tiempo me separo de él levantándome el mentón – no debe de agachar nunca la cara ante situaciones difíciles – seguía sosteniendo mi mentón y yo me aparte de él.
– Alfred no soy de piedra… soy humano… tengo sentimientos…
– Mi Lord, no le dé satisfacción a su madre de verlo así… no a la Duquesa, no le muestre sus lágrimas – dijo Alfred cariñosamente y con sus dedos largos secó mis lágrimas de mi rostro.
– Es tan difícil para mí… mis padres son tan autoritarios e intimidantes que no puedo evitar no bajar la cabeza cuando me están llamando la atención.
– Mi Lord, cuando este en una situación similar, en vez de bajar la cabeza, al contrario… suba un poco más su mentón y el cuerpo siempre erguido, sino puede mirarlo directamente a los ojos, entonces suba la mirada al techo o desvié la mirada a un lado, ¡Pero nunca! ¡Nunca la cabeza! Un noble debe de tener siempre la frente muy en alto a pesar de las situaciones difíciles que nos manda la vida, debemos de mostrar coraje y valentía, aunque por adentro sea un infierno nuestras vidas.
Emilia termino de empacar mis cosas rápidamente, mientras mis maletas se dirigían al carruaje, baje las escaleras, ahí estaba mi madre y con voz irónica me dijo:
– Finalmente te vas de aquí ¡Espero que nunca más vuelvas a esta casa!
La mire directamente a los ojos y subí un poco más mi mentón como me había dicho Alfred y sin decir nada baje las escaleras con la mirada muy en alto, aunque tenía un nudo en la garganta. Me dirigí al carruaje con mi padre y camino al colegio no nos dirigimos la palabra en absoluto.
PRESENTE
un día antes.
Colegio.
Maggie Grandchester.
– Muy bien clase – dijo mi profesora Verónica sonriente, mientras nos daba nuestros exámenes. – mañana va a haber junta de firma de boletas a las 9:30 de la mañana.
Yo miré mis exámenes y vi que había sacado un 9 en matemáticas y en las demás materias sobresalientes, 5 dieces. Estaba muy feliz y hasta me alegre de mi "9" finalmente me había quitado eso de ser un cerebrito y mostré mi examen con orgullo a mis amigas.
– Ya que les entregué sus exámenes de todas las materias, no sé preocupen clase, no quiero ver caras tristes por si tienen baja alguna calificación en su examen – nos regaló una sonrisa enorme – siempre me gusta ser muy generosa, tendrán un punto extra por participación y que hayan cumplido con sus tareas al 100%. Así que no teman, ya que en general toda la clase salió muy bien.
–¡Wow, que alegría! – Todos gritamos de alegría.
– Maggie, ¿Podrías quedarte un momento al finalizar la clase? Deseo hablar contigo. – comento cuando se escuchó la campana ya para salir.
– Si profesora. – metí mis cuadernos en mi mochila y todas las demás ya se habían retirado.
– Maggie la Directora no paso por alto que hayas falsificado el reporte de indisciplina, ya que por esa falta son tres días de suspensión. Así que me pidió que te bajara dos puntos en cada materia donde estuvo el reporte. – dijo enseñándome mi boleta de calificaciones – lo lamento Maggie.
Al día siguiente.
Firma de calificaciones.
– Profesora, ¿Puedo hablar con usted referente a las notas académicas de mi hija Margaret Grandchester? – Decía un padre realmente molesto.
– Si claro, ¿Podrá esperarme hasta que el último padre se haya retirado?
– Claro, no tengo problema con eso. – El temperamento enojado del padre se podía palpa.
25 minutos después el padre salía del salón de clases, ahí estaba su hija Maggie llorando atrás de la puerta.
– Lo lamento papá – decía Maggie llorando.
– No pienso decirte absolutamente nada Margaret, ¡Es tu decisión! ¡¿De falsificar un reporte de indisciplina para ser aceptada por tus compañeras?! Y que no seas etiquetada como un cerebrito, matada, o quien sabe que más etiquetas ponen ahora en la escuela por tener sobresalientes.
– Yo... yo... estoy muy arrepentida...
– Margaret ¡Fue tu decisión y tu consecuencia! – la miraba severamente – ¡Felicidades! Obtuviste en tu carnet académico un 7 en matemáticas, un 8 en historia y otro 7 en conducta. Muy bien por ti, con esas calificaciones tus amigas ya no se burlarán de ti ¿Eso es lo que tú querías, no? Tener esas calificaciones para ser aceptada.
–¿Estás enojado conmigo papá? – sollozaba.
– No Margaret, no estoy enojado contigo porque sé que tú tienes muchísimo potencial, solo espero que tú estés contenta y satisfecha.
– Papá... yo...
– ¡Se me olvidaba Felicitarte! – No le dio tregua a su hija – Tu dos primeros sietes en tu boleta de calificaciones. Superaste a tu hermano, excelente – aplaudió – No lo sé, ¿Creo que deberiamos de hacerte un pastel, festejarte y hasta darte obsequios? – dijo el padre sarcasticamente aún con un tono de voz enojado.
– Lo lamento papá, lamento haber falsificado el reporte de indisciplina. – lo abrazo afectuosamente y su padre correspondió al abrazó, Terry estaba seguro que su hija no volvería hacer semejante locura, ya que sabía que para ella era aún más doloroso haber tenido esas calificaciones que para él mismo, ya que sabía como era su hija y que ella debería de aprender que sus acciones llevan a una consecuencia.
Teatro.
– Hola Erl, – Saludo Andrea, el Director de la compañía. – al parecer todos han llegado menos Graham, no sabía que fuera ahora tan impuntual ya que en tres semanas estrenaremos.
– Me llamo Terruce en la mañana para decirme que fue a la escuela de su hija, a una junta de firma de boletas. No tardara en llegar.
– Ya veo, por cierto, Alexander me comunico que mañana comenzará ya la venta de boletos al público, y como todas las premieres quiero que me reserves el mejor palco para mis amigos.
– Lo lamento Andrea en esta ocasión no podrá ser… ya que Terruce desde hace un tiempo me pidió el mejor palco y ya se lo reservé a él.
– ¡¿Qué?! ¿Pero por qué? ¡Siempre me lo has otorgado a mí! Él apenas tiene un par de meses trabajando para la compañía ¡¿Y le reservas el mejor palco a Terruce?!
– En realidad la familia de su esposa es una de las más poderosa e influyentes en América. Ya que se casó con la hija heredera de la Familia Andley y posiblemente el padre de Terruce, el Duque de Grandchester también asista a la Premier… y tus amigos no son nada importantes, pero puedo cederte otro palco si así tú lo deseas.
– ¡No puedo creerlo! – Dijo sumamente enojada y vio que Terry había llegado justamente en ese momento – Desde que Su Majestad llego aquí ha sido un infierno trabajar aquí. – Lo vio con una mirada de odio total.
– ¿Ahora qué le pasa a Andrea? Apenas llego y me lanza unos ojos asesinos. – Le dijo al Director.
– Sucede que le comunique que ya habías reservado el mejor palco para tu familia y como sabrás no le agrado mucho la idea.
– ¡Oh dios! Otro ensayo en completa tensión. – Hizo un gesto de desagrado.
– Terruce, ¡Se supone que eres un actor profesional! Te suplico que cuando sea la Premier y todas las funciones de la temporada del contrato que firmaste por un año ¡No quiero ver esa cara de desagrado hacia Andrea! ¡Antonio esta locamente enamorado de Cleopatra! Y cuando estas con ella ¡Se nota que no tienes absolutamente química con tu protagonista!
– Lo que sucede… – Trato de justificarse, sin embargo, el Director lo interrumpió.
– ¡Sus problemas personales los solucionan abajo del escenario! ¡Cuando estés arriba del escenario interpretando Antonio serás casi como el sirviente de Cleopatra!
– Es qué Andrea…
– ¡Terruce! – Lo calló con un movimiento de su mano – ¡Si eres un excelente Actor actuaras como debe de ser un profesional! Sobre el escenario serás un hombre enamorado cuando estés frente a Cleopatra. – Le mando una mirada amenazante de que ya no deseaba saber de sus peleas entre sus dos protagonistas. – Lo que paso ayer en el ensayo fue imperdonable y no deseo que vuelva a ocurrir. ¡¿Comprendiste?! – Salió el Director sumamente enojado.
– Wow ahora sí que te dieron una buena llamada de atención. – Dijo Billy el joven que trabajaba de Ayudante en General. – Sonó a mi padre cuando me regañaban cuando sacaba malas notas. – sonrió.
– Sí, tiene razón el Director, arriba del escenario en mi a actuación no debo de demostrar mi repulsión por esa actriz de quinta. – Le guiño el ojo y el joven sonrió.
APARTAMENTO, 5TA. AVENIDA.
– Dorothy no sé cómo decirte esto, – dijo Candy algo desanimada y necesitaba el consejo de su buena amiga.
– ¿Paso algo Candy?
– Hace más de una semana escuche una conversación que Terry le decía a su madre que la actriz quien interpreta Cleopatra se ha insinuado mucho a Terry. – Candy se sentó en su cómoda y se miró al espejo – ella es muy hermosa, es castaña, alta, hermosa y tiene unas curvas que yo nunca tendré – dijo mirándose el pecho.
– Candy – dijo Dorothy mirándola fijamente – ¿Te ha dado motivos el señor para que dudes de él?
– ¡No, nunca! Sin embargo, escuche que le decía a su madre, que ella lo ha besado en varias ocasiones y se le ha insinuado. Tengo miedo, que…
– ¿Qué tu esposo tenga una aventura con ella?
– Bueno… sí…. ellos conviven mucho tiempo desde las 10 de la mañana hasta las 6 tarde… además ayer el comportamiento de Terry fue muy diferente, lo noto y lo siento… hoy en la mañana me dijo que desea hablar conmigo, se veía angustiado desde que hablo con su madre, supongo que es referente a este asunto y no sé cómo actuar delante de él. No sé si pueda soportar que me diga que ella y él… y que ahora está arrepentido de lo que ha pasado.
– Candy dudo mucho que el Señor te haya sido infiel, habrá muchas mujeres que lo desean ya que es un hombre sumamente atractivo, sin embargo, no debes de preocuparte – la volteo y la miro directamente a los ojos – lo que debes de hacer es vestirte elegantemente, como toda una señora, eres una mujer hermosa Candy no debes de olvidarlo, invítalo a salir y arregla las cosas fuera del hogar. Dale al Señor Grandchester toda la confianza para que te diga todo y no lo juzgues sin conocer los acontecimientos. – Dorothy se dirigió al armario y de ahí saco un vestido sencillo, pero sumamente elegante que le ajustaba al cuerpo, un escote atrevido, pero sin exagerar donde colgaba un collar con un pequeño diamante en forma de corazón.
– Dorothy – decía Candy mientras se terminaba de vestir y Dorothy la esperaba ya en el tocador para peinarla – ¿No habrá problema que te quedes toda la tarde y la noche con los niños?
– Claro que no Candy, al contrario, estoy feliz que ustedes salgan a divertirse y si hay algo que tengan que resolver lo arreglen lo más pronto posible. No debe de haber dudas entre ustedes dos.
– Gracias Dorothy.
– Candy eres una mujer hermosa y nunca lo dudes, demuestra que eres más que esa actriz arrastrada. – Le guiño el ojo y Candy sonrió alegremente. Haber hablado con Dorothy le había animado y le sugirió que pasaran hasta una agradable velada.
TEATRO
Era un poco antes de la seis de la tarde cuando Candy llego al teatro, todos los actores estaban platicando, supuso que los ensayos habían ya terminado, volteo a todos los lados sobre el escenario y vio que Terry no se encontraba.
– Buenas tardes señorita, – dijo Alexander acercándose a esa bella mujer con caballerosidad. – debo de informarle que el teatro no está abierto al público.
– Si lo lamento mucho, pero estaba buscando a Terry a Terruce…
– Estoy seguro que el Sr. Graham estará encantado en recibirla, pero los actores han solicitado que no sean molestados por ninguna admiradora, sin embargo, yo le puedo ayudar si algo desea. – Le guiño el ojo atrevidamente y trato de tomar su mano para depositar un beso en su dorso, cosa que Candy alejo rápidamente su mano.
– En realidad no soy una admiradora, busco a mi esposo.
– ¿Lady Grandchester? – Dijo el Director acercándose y Candy movió la cabeza afirmativamente – Lamento mucho lo ocurrido, pero haré que le avise a Terruce que su esposa está aquí.
– Gracias.
– Billy, por favor avísale al señor Grandchester que su esposa esta aquí esperándolo.
– Claro. – El muchacho se fue corriendo hasta los camerinos.
– Con permiso, – se retiró Alexander y se dirigió dónde estaba Andrea. – ¿Andrea quieres conocer la esposa de Terruce? Ya que ella está aquí en el teatro.
– ¿La esposa de Terruce está aquí?
– ¡Sí!
– Dime dónde se encuentra.
– Es ella, – la señalo discretamente – la que está con nuestro Director.
– ¡¿Ella es?! Se ve tan poca cosa, aunque tiene zapatillas altas se ve que es muy baja de estatura. Se ve tan insignificante.
– Jajaja, ¡¿insignificante?! Yo en cambio la veo hermosa, aunque sea baja de estatura.
– ¿Hermosa? ¿Ya viste su escote? No entiendo cómo se atreven las mujeres usar escote cuando no hay nada que mostrar que solo unos pequeños melocotones. Jajaja.
– Aun así, veo que ella es irresistible, por algo Terruce está casado con esa mujer.
– Te diré que esa mujer está casada con Terruce ya que su familia es una de las más poderosas e influyentes de América, el Director me dijo esta mañana que es una Andley. Así hasta la mujer más horrenda se ve hermosa cuando hay millones de dólares de por medio. Dudo mucho que realmente él la ame. Igual fue un arreglo para juntar riquezas como lo hacen normalmente los nobles.
– Quizá tengas razón, ella se ve tan dulce y agradable, tiene una sonrisa angelical, en cambio Terruce es un completo ogro y malhumorado. Pobre de esa mujer que deba de soportar a ese hombre con ese terrible carácter.
– ¡Candy! – Dijo Terry entrando en el escenario y mirando a su esposa bellamente vestida. – Que agradable sorpresa.
– Hola mi amor, – Saludo la rubia acercándose a su marido y lo beso afectuosamente delante de todos los actores que estaban ahí observando la escena. – He decidido que hoy me lleves a cenar y después ir al teatro – le guiño el ojo – he comprado boletos para el teatro.
– Me parece maravillosa la idea.
– Hola Terry, – dijo Andrea acercándose a él con familiaridad y llamándolo cariñosamente – ¿No piensas presentarme a la señora?
– Andrea ella es mi amada esposa Candice Andley, Marquesa de Grandchester. – Dijo Terry con una mirada furiosa.
– ¿Marquesa? Wow ¿Qué debo de hacer? Una reverencia o algo así. – Dijo sarcásticamente la mujer con una risa falsa.
– No es necesario, mucho gusto en conocerla. – Le tendió la mano.
– Al contrario, el gusto ha sido mío conocer a la mujer de Terry. – Dijo mirándola por debajo de su hombro.
– Candy nos vamos ya. – le lanzó a Andrea una mirada fulminante.
– Si claro – Se despidió del Director y de Andrea, ella con la frente muy en alto y con una sonrisa en los labios y tomando a su esposo por el brazo, ambos salieron del teatro, Terry no estaba nada feliz que su pecosa esposa haya ido a recogerlo.
CONTINUARA…
