CAPITULO 12.
(Nota: capítulo con alto contenido de maltrato físico y emocional)
PASADO
15 de abril de 1911
La Rectora se dirigió a un armario, la seguí con la mirada y vi que saco del armario una paleta de madera larga, el cual se daba pequeños golpecitos en la palma de su mano izquierda. Y dirigiéndose otra vez donde yo estaba, se paró frente de mí y me miro detenidamente y yo miraba con terror la paleta de madera. Y fue donde dos gruesas lágrimas rodaron sobre mis mejillas.
– Hermana Gray yo… yo solo estaba divirtiéndome un poco… un poco con unos amigos… – cuando fui interrumpido abruptamente.
– ¡¿Amigos?! ¿Cómo que amigos? ¡Por dios Terruce! ¡Eres el hijo del Duque de Grandchester! ¡Recuerda que eres un noble! ¡No deberías de hacer amistad con personas de esa clase social! ¡Con vagabundos! ¡Con semejantes personas! ¿Qué diría el Duque de Grandchester cuando se dé cuenta de que clase de amigos tienes?
– Lo siento Hermana Gray. – Fue todo lo que pude decir, las palabras no me salían de la boca y tampoco quería contradecir a la Rectora.
– Terruce ¿Listo para tu correctivo? – y comenzó nuevamente a darse pequeños golpecitos en su palma de su mano con la paleta de castigo.
– Si Hermana. – Estaba aterrado, la paleta de madera es un instrumento de castigo el cual te dejaba completamente el trasero moreteado y es tremendamente doloroso sin hacer daño o más bien sin dejar cicatrices cómo la vara. Con la paleta de madera los moretones desaparecían en una semana y sin cicatrices.
– Terruce baja tu pantalón y tu ropa interior hasta las rodillas. – Replicó ella en un tono serió y de enojo. Mientras me desabotonaba y me bajaba el pantalón lentamente, obedecí lo que la Rectora me estaba indicando, sin poner resistencia alguna, sabía que si no la obedecía iba hacer peor el castigo, Al principio sentí vergüenza y terror al mismo tiempo, ya que nadie aparte de mi padre y Alfred me habían castigado.
– No se te ocurra meter las manos…
– Hermana Gray ¡Le suplico…! ¡Le imploro que me perdone! – Le rogué desesperadamente.
– ¡Cállate la boca! – Vociferó – ¡Lo que hiciste no tiene perdón de dios! ¡Y no te reduzco tu correctivo porque abusaste de nuestra confianza y eso no lo perdono! ¡Si tuviste el valor de tomar bebidas alcohólicas… ten el valor suficiente para afrontar las consecuencias! ¡Así que inclínate y prepárate para tu correctivo!
– Si Hermana. – Me incline.
La Hermana Gray levanto la paleta y de repente sentí el primer azote, ella contaba en voz alta. El dolor había superado mis expectativas y aunque no grite mis gestos delataban un dolor terrible que estaba sintiendo.
– Ya es suficiente… he aprendido mi lección – dije sollozando cuando finalmente termino mi castigo.
– Terruce puedes ya vestirte. – Mientras me subía mi ropa interior y el pantalón cuidadosamente la Hermana Gray se dirigió al armario y guardo la paleta, yo trataba de recuperarme y en aquel momento llamo a la Hermana Margareth para que entrara a su despacho.
– Hermana Margareth, Terruce va a estar dos semanas confinado en su dormitorio, se hará cargo de sus necesidades como llevarle la comida y sus deberes escolares. Además, los exámenes finales comienzan en dos semanas.
– Si Hermana Gray. – Ella asentó con un movimiento de cabeza.
– Ayude a llevarlo a su dormitorio, como ve Hermana ha sido severamente castigado y creo que va a necesitar ayuda.
– Sí. – Ella se dirigió a mí aun molesta – Terruce ¿Podrás caminar hasta tu dormitorio?
– Creo que si Hermana – Contesté con la mirada agachada, no podía mirar directamente a la Hermana, estaba completamente avergonzado.
– Apóyate en mí.
Pase mi brazo en su hombro, aunque había crecido mucho para mis catorce años la Hermana Margareth era muy alta. Salimos de la oficina de la Rectora y caminamos por un largo pasillo que se dirigía a los dormitorios, mi dormitorio estaba en un primer piso así que teníamos que subir por las escaleras, recuerdo que estaba sollozando, las lágrimas no dejaban de rodar por mi rostro. Cuando vi a 5 estudiantes que habían llegado de su quinto domingo.
Dios mío – pensé – lo que me faltaba, salir justo a tiempo de la oficina de la Rectora en la hora donde comenzaba a llegar todos los internos.
– ¡Jóvenes! No tienen nada que hacer aquí ¡Diríjanse a sus dormitorios en este preciso momento! – Exigió la Hermana Margareth en forma de orden al cual los internos obedecieron al momento.
Aunque quise apresurar mi paso para subir las escaleras me era casi imposible, el dolor en mis glúteos era insoportable.
– ¡Terruce! ¡Despacio o te caerás! – Replicó la Hermana enojada.
Estoy casi seguro que la Hermana sabía que estaba avergonzado de que mis compañeros me vieran en esta situación y comenzaron a llegar más y más estudiantes y aunque no los miraba escuchaba a lo lejos sus murmullos.
– ¿Qué habrá hecho Grandchester?
– ¡Es seguro que le dieron un fuerte correctivo!
Finalmente llegamos a mi dormitorio y la Hermana me ayudo a acostarme, levanto las sabanas, me ayudo a quitarme los zapatos y el pantalón, me acosté bocabajo y me tapo con la sabana. Cuando ella se retiró pude finalmente llorar con libertad, después de un largo tiempo me quedé dormido.
En esas dos semanas que estuve encerrado en mi dormitorio fue horrible, si el correctivo fue doloroso lo que siguió fue más bien desgarrador. La Hermana Margareth dejo de hablarme completamente, ella como mi supervisora se encargaba de traerme la comida y los apuntes de mis deberes escolares ya que se acercaban los exámenes finales. Ella llegaba y me dejaba en mi mesa la comida y se retiraba sin preguntarme ¿Cómo estaba? Antes ella hablaba mucho conmigo, se interesaba por mis cosas y si la Rectora me había llamado la atención por alguna travesura, ella me animaba… me consolaba y me regalaba una sonrisa de compasión.
Pero ahora lo que más me dolía, más que los azotes recibidos fue la completa indiferencia de la Hermana Margareth, si yo le hacía alguna pregunta, ella simplemente contestaba en monosílabos con un tono de voz serio y seco inusual en ella y se retiraba molesta o enojada. Aquella vez, fue la primera vez que me habían castigado desde que había llegado al colegio hace casi dos años atrás.
Las dos semanas de castigo terminaron y comenzaron los exámenes una semana antes del Festival de Mayo ya no pude soportar más la indiferencia de la Hermana Margareth, sabía que estaba enojada conmigo por haberla desilusionado… había puesto las manos sobre el fuego por mí y la defraudé. Así que estaba decidido, le iba implorar, no me importaba mi dignidad y orgullo en ese momento.
Yo quería recuperar su confianza nuevamente, que fuera como antes… mi amiga o la madre que me hubiera gustado tener, comprensiva, tierna y que estuviera orgullosa de mí y de mis logros y de castigarme si lo merecía, pero no tan severamente. Me sentía culpable y sabía que me había merecido el correctivo de la Rectora, pero no era justo… me había divertido tanto, nunca en mi vida me había sentido tan bien y mucho menos me había reído tanto cómo con aquellas personas. ¿Por qué castigarme de esa manera? Con la indiferencia de la Hermana Margareth que me dolía tanto… estaba pagando con creces tres horas de diversión ¡Era injusto! Un día me encontré a la Hermana y estaba dispuesto a todo con tal de que me perdonara.
– ¡Terruce por favor! – Replicó mi supervisora en tono disgustada. – No tengo porque perdonarte si yo no soy ni tu padre, ni tu madre para pedirte alguna explicación acerca de tu vergonzosa conducta, si haces o dejas de hacer tal cosa, yo soy únicamente tu supervisora y como tu supervisora me encargo de aconsejarles de no romper las reglas del colegio y también de verificar que el reglamento sea cumplido. – Fue su contestación tajante.
– Lo siento Hermana Margareth – Dije bajando la mirada al suelo y sentí un fuerte pinchazo en mi corazón… un fuerte dolor que anteriormente había ya experimentado tantas veces. "El rechazo" el rechazo de mi madre, de mi padre, de la Duquesa y sus hijos, mis compañeros y ahora de la Hermana Margareth.
– Si no se te ofrece algo más me retiro, tengo otras cosas que hacer.
Otro Festival de Mayo paso, aunque ya no estaba castigado y podía asistir al Festival, no estaba de ánimo por el momento, se me había ocurrido invitar a Mark, Paúl, Jack y Louis, pero desafortunadamente no tenía sus direcciones.
Llego junio y me sorprendí que la profesora me dijera que había obtenido las mejores notas en toda la clase y me iba a entregar un diploma por mi excelente aprovechamiento. Me dio tanto orgullo y sonreí interiormente, mi profesora me felicito y cuando me dirigía a mi dormitorio vi a lo lejos a la Hermana Margareth y corrí hacia a ella.
– ¡Hermana Margareth! ¡Hermana Margareth! – Gritaba realmente emocionado, deseaba darle la gran noticia de mi aprovechamiento académico.
– ¡Terruce, sabes muy bien que no se debe de correr en los pasillos y mucho menos estar gritando! Llevas dos años aquí y aun no te aprendes el reglamento. – lo regaño.
– Yo… yo…
– ¿Qué sucede? ¿Deseas decirme algo? – Preguntó con sequedad.
– Nada Hermana, no es nada… realmente no es nada importante. – Balbuceó Terruce tristemente.
Entre a mi dormitorio con el papel de mis sobresalientes asignaturas y me quede mirado aquel documento, debería de estar feliz y orgulloso, pero por adentro sentía una enorme soledad… estaba triste, faltaba 3 días para nuestra salida de fin de cursos, los estudiantes estaban ensayando la entrega de diplomas y yo en la colina mirando mi reporte como el mejor de la clase.
– Terruce ¿Qué estás haciendo aquí? – Preguntó la Hermana Margareth un poco sorprendida – Deberías de estar ensayando la entrega de diplomas, me entere que fuiste el mejor de tu clase. – dijo ella con una expresión sonriente y serena como antes del quinto domingo.
– Hermana no pienso asistir a la ceremonia de diplomas. – el viento soplaba fuertemente y mi cabellera se agitaba.
– ¿Por qué no? – Preguntó ella intrigada.
– ¿Para qué ir? Nadie de mi familia asistirá a la entrega de diplomas – suspire con tristeza – ni mi padre, ni mucho menos mi madre vendrá… ni mis hermanos y ni siquiera mi mejor amiga – voltee a ver a la Hermana directo a sus ojos – quien yo así la consideraba... como una amiga... alguien cercano a mí, pero ya no ¡Porque usted es simplemente mi supervisora y nada más! ¿Para qué ir…? Nadie va a estar orgulloso de mí cuando me entreguen mi diploma.
– Terry … no digas eso. – Por primera vez la hermana Margareth me llamo así. Cómo Terry.
– Me voy Hermana, adiós. – Salí corriendo de ahí tan rápido como pude.
– ¡Terry! ¡Terry espera! – Dijo la hermana alzando la mano y corriendo un poco, al no verme se detuvo.
Fue el día especial de la entrega de los diplomas y a lo lejos lo estaba viendo, todos los padres estaban ahí cómo cada año… felices y orgullosos de sus hijos, los padres vestían tan elegantemente, las señoras con largos vestidos y sombreros con plumas y los estudiantes con ropa de Gala y los graduados con túnicas y birretes negros… a mí me faltaba aun cuatro años más para graduarme.
La Rectora comenzó por el primer año escolar, solo los diplomados tenían el gran honor de pasaban al frente a recibir su diploma, solo eran 3 diplomas por clase. Después de un tiempo escuche mi nombre. La Hermana Gray decía con orgullo:
– ¡Lord Terruce G. Grandchester, primer lugar de aprovechamiento de su clase! – Hizo una pausa – Por circunstancias ajenas a nosotros Lord Grandchester no se encuentra con nosotros, quien recogerá su diploma será su profesora la Hermana Bertha. Un aplauso por favor.
Ahí debí de haber estado yo… con mi padre y mi verdadera madre orgullosos de mí… aplaudiéndome fuertemente y regalándome una sonrisa. Pero todo es un sueño… solo sueños que jamás se harán realidad, – en aquel momento sentí que mi vida era tan vacía y me entristecí profundamente.
¿Por qué no pude ser diferente mi vida? ¿Por qué mis padres no me quieren? ¿Por qué mi madre me abandono? ¿Por qué ella prefiere más su carrera de actriz que a mí?¿Por qué nunca me ha buscado, ni me ha escrito? Si ella llegara en este momento creo que enloquecería. Aún recuerdo el último abrazo que me diste en el teatro… cómo desearía tanto que me abrazarás en estos momentos… te necesito y siempre pienso en ti. Ven por mí por favor.
VERANO DE 1911
Al día siguiente el chofer de mi padre vino al colegio junto con dos escoltas y nuevamente me llevo a Escocia. En Escocia me sentía muy bien y tenía la compañía de un niño de 10 años Mark, el hijo de la mucama en Escocia. Me agrada estar con él, es tan simpático, alegre y divertido. Jugábamos mucho en el verano. Un día a mediados de julio Alfred Bates llego a la villa el cual siempre era agradable verlo.
– Mi Lord, es bueno verlo tan bien, se nota que ha tomado mucho sol.
– Alfred lo mismo digo yo, desde Francia que no te veo, – lo abrace afectuosamente – has cambiado un poco, creo que te dejaste crecer el cabello.
– Sí, un poco.
– ¿Te quedaras algunos días aquí en Escocia conmigo?
– Me temo que no, mi Lord… mañana tomo el primer tren para Dover.
– Que lastima, me hubiera gustado mucho que pasaras algunos días conmigo, sabes… me siento un poco solo. Mis escoltas no me hablan… no pueden conversar conmigo porque están en servicio y simplemente vigilan mis movimientos… son como las gárgolas de la Catedral de Notre Dame, pequeños monstruos espeluznantes – comenté con una triste sonrisa – ¿Sabes si mi padre vendrá a visitarme?
– ¡¿Gárgolas?! Tú y tu ocurrentes apodos, me agrada la definición, jajajaja– dio una tremenda carcajada – tu padre… el Duque de Grandchester ahora se encuentra en Suiza y lo veré en unos días… él me espera haya.
– ¿No vendrá entonces en todo el verano?
– Me temo que no mi Lord, pero Su Excelencia supo que obtuvo el mejor lugar de aprovechamiento en su clase. Y está muy orgulloso de su hijo. Le hubiera gustado mucho haberlo felicitado en persona.
– A mí también me hubiera gustado mucho Alfred, sabes… me hace mucha falta… su compañía, un abrazo, unas palabras de felicidad.
– Lo sé mi Lord.
– ¿Por qué me dices Lord? ¿No somos amigos Alfred? Mis amigos me dicen Terry.
– Soy su amigo, realmente soy su amigo – dijo tomándome de las manos – pero usted es noble… y debo de dirigirme a usted respetuosamente.
– Nunca haré que cambies de manera de pensar, siempre tan formal conmigo. – Replique en tono irónico.
– Su Excelencia, me pidió que le entregara esto como un obsequio de su cumpleaños número catorce y de su excelente aprovechamiento académico en el colegio. Es su manera de expresar que está muy orgulloso de usted. – Saco una pequeña caja de terciopelo negro y me lo entrego.
– ¿Un regalo de mi padre? – Tome el presente con manos nerviosas y con una expresión de alegría en los ojos.
– Si, vine especialmente a darte este pequeño presente… ábrelo que esperas.
Abrí la caja de terciopelo y me encontré con un reloj de bolsillo de oro de 24kl. Y no supe que decir, me había quedado anonadado con aquel presente.
– Este reloj perteneció a tu abuelo Lord Edward Grandchester quien te quiso… aunque eras muy pequeño cuando él murió… él te amaba y se preocupaba por tu bienestar. Cuando él murió sus últimas palabras fueron para ti. Le pidió a tu padre que su reloj que tanto quería y apreciaba lo conservara su nieto amado. Y que nunca te dejará desprotegido.
– No me acuerdo mucho de él… pero me hubiera gustado que viviera.
– Guárdalo bien, gracias a tu abuelo… tu padre nunca te desprotegerá.
– Lo haré, es un hermoso regalo. Gracias Alfred.
Faltaba dos semanas para regresar al colegio y deseaba que esas dos semanas nunca terminaran, me gustaba vivir en Escocia, nadar en lago, remar en bote, cabalgar, jugar con Mark, hasta le enseñaba a utilizar la espada y jugábamos a pelearnos. Esos dos meses de vacaciones se me iban tan rápidos que pareciera que el tiempo volaba, en cambio en el colegio las horas pasaban tan lentamente.
Un día Lord Williams Vizconde de Essex vino a visitarme, era un gran amigo de mi padre desde que eran niños, habían estudiado juntos en el mismo colegio. Hablamos un poco, me comento que deseaba verlo para firmar algunos papeles de algunas tierras que había adquirido, yo por mi parte le dije que él no se encontraba en Londres que había viajado a Suiza, Lord Williams se molestó de saber que no le había avisado que iba a viajar por tanto tiempo. Lo invite a conocer la villa de mi padre y al ver un cuadro pintado por William Turner se quedó mudo.
– ¿Quién es el pintor de este cuadro? – Preguntó excitado.
– Es de William Turner fue un obsequio que me dio mi padre hace algún tiempo, me gusta mucho la pintura y el arte.
– Supongo que si… es de excelente gusto, me gusta mucho el cuadro. Debe de costar una fortuna.
– Realmente sí, mi padre gasto más de diez mil libras en esta belleza.
– ¿De verdad? Te ofrezco doce mil libras por el cuadro. Lo quiero Terruce.
– Lo siento, pero no está a la venta. Además, es un obsequio de mi padre.
– Su padre nunca se dará cuenta que le faltará este cuadro, tiene muchos cuadros… simplemente en esta habitación hay once cuadros muy hermosos. ¿Qué dices, aceptas las doce mil libras? Es muchísimo dinero para un chico que tiene catorce años.
– No es cuestión de dinero.
– Terruce, ¿Alguna vez has comprado algo tú? No estoy diciendo, las doncellas, tus escoltas, tu mayordomo, tu institutriz o nanas. ¡Si no tú! Es tan hermoso ir por las calles y ver algo de algún aparador y comprarlo.
– Solo fue en una ocasión.
– Y ¿Te gusto comprar? – Preguntó el noble sin poder contenerse.
– Digamos que sí. – Respondí riéndome.
– ¿Aceptas el dinero? Te pagaré ahora mismo y en efectivo. – Comentó con un brillo especial en sus ojos marrones.
– Está bien, acepto su propuesta.
– Es bueno hacer tratos contigo y muy pronto estaremos negociando muchas más cosas que simplemente cuadros, el tiempo corre muy rápido y en siete años cuando cumplas veintiún años serás Marques y heredero de la gran fortuna de los Grandchester, eres un hombre muy afortunado Terruce.
– Supongo que sí.
– Supe que obtuviste el mayor reconocimiento de tu clase, El Colegio St. Pablo es un excelente colegio académico y obtener el mayor reconocimiento no ha de ser nada fácil, eres un joven prodigio, muchas felicidades… tu padre ha de estar muy orgulloso de ti.
– Gracias Lord Williams.
Finalmente me entrego dos sobres de dinero, seis mil libras en cada sobre. Me quede mirando los sobres, nunca había visto tanto dinero en mis manos, antes todo lo que pedía se me entregaba sin pagar nada, en las tiendas de prestigio todos me conocían y nadie me negaba nada. ¿Qué puedes hacer con tanto dinero si todo lo tienes?
En aquella ocasión lleve a Mark a la ciudad y lo invite a comer a un restaurante, lo quería como un hermano menor y por primera vez quise pagar la cuenta.
– ¿Se le ofrece algo más señor? – Preguntó el mesero cordialmente.
– Mark ¿Se te ofrece otro postre? – Voltee a ver a Mark que ya había pedido dos malteadas y dos pasteles, uno de frutos rojos y otro de chocolate.
– No gracias – volteo a verme Mark feliz – otro postre creo que voy a reventar.
– No gracias, puede entregarme la cuenta por favor. – Le respondí al mesero
– Señor no se preocupe por la cuenta, la cuenta ya está pagada.
– Pero esta vez me gustaría pagar yo la cuenta.
– ¿Usted señor? Su crédito aquí es ilimitado, su padre el Duque de Grandchester se nos ha informado que todo se le cargué a su cuenta personal.
SEPTIEMBBRE DE 1911
Termino otro verano y no pude gastar ni una sola libra, el prestigio de mi padre era tan enorme que fuera donde fuera tenía crédito ilimitado.
El primer quinto domingo del curso escolar por primera vez tuve la necesidad de escaparme del colegio. Esta vez lo tenía todo planeado, hacia cómo todos mis quintos domingos, me iba a lo lejos a leer y pase intencionalmente con las Hermanas con 3 libros que escogí al azar de mi librero con la finalidad que no me estuvieran buscando o saber que estaba haciendo, finalmente llegue a la colina y escondí los libros.
Salte por la barda y tome un carruaje, me dirigí donde había visto a Mark, Jack, Paúl y Louis y los invite a beber unas cervezas, les comente que este dinero era mío y no tenía que rendir cuentas a nadie, nos la pasamos muy bien, les platique cómo me había ido la última vez que nos habíamos visto, ellos por su parte me habían preguntaron mi edad, yo no les podía decir que tenía catorce años, quizá ellos se disgusten conmigo, en realidad no parecía tener catorce años, mucha gente me decían que parecía tener como dieciocho años y más por mi estatura, había crecido muchísimo, medía 1.69 para un muchacho de catorce era mucho, Así que les mentí y les dije que tenía dieciséis años y enero iba a cumplir diecisiete años.
Paso algún tiempo y mis escapadas del colegio eran más frecuentes, me gustaba la independencia que estaba experimentado por primera vez, salir por la ciudad sin una escolta vigilando todos mis movimientos, las Hermanas no sospechaban mis ahora frecuentes salidas y también nocturnas escapadas, mis nuevos amigos me enseñaron a fumar, al principio no me gustaba porque me provocaba tos, pero al paso de un par de semanas me empezó a gustar y me daba un pequeño placer el fumar nicotina. Les pedí a mis amigos que me compraran tres cajetillas de cigarros para fumar en el colegio.
Hasta que un día me descubrieron.
Al comenzar el tercer año del curso escolar, me revele y deje de utilizar el uniforme completo del colegio, no me gustaba estar todo el tiempo con el saco escolar, era incomodo, así que solamente llevaba puesto el chaleco negro y traía el saco sobre mi hombro, además ya no asistía más a misa o llegaba a la mitad de la ceremonia. La Hermana Gray se enfurecía conmigo, me hacía llamar a su despacho furiosa, tenía miedo de que fuera castigado con la paleta de madera. Pero solo me llamaba para llamarme la atención.
– ¡Qué es lo que estoy pretendiendo a no asistir a misa! – Comenzaba gritándome con una mirada sumamente escalofriante – ¡Sabes perfectamente que debes de cumplir con el reglamento del colegio y asistir a misa puntualmente! – Decía golpeando el escritorio con sus puños. El regaño de la Rectora era tan severo que al principio me hacía llorar en silencio, sin poder evitarlo sollozaba delante de la Rectora. El regaño a veces duraba media hora o hasta más.
Yo por mi parte aún seguía llegando tarde a misa o no asistir a ella. Y las llamadas de atención era mucho más severas… quería demostrarle a la Hermana que no me hacia algún daño sus regaños. Sin embargo, mis ojos me traicionaban derramando un par de lágrimas frente a la Rectora. Salía de su despacho corriendo por el pasillo de arcos de piedra para ver la hermosa vista. Ahí derramaba libremente más lágrimas sin omitir ruido alguno, no quería que mis compañeros supieran que estaba llorando.
Con el paso del tiempo la Rectora se dio por vencida al ver que sus severos regaños no hacían efecto para que llegara a misa puntualmente, finalmente creí que iba a utilizar la paleta como último recurso o llevarme de oreja hasta la iglesia. Afortunadamente esto nunca ocurrió. Por alguna razón la Hermana Gray no le gustaba dar castigos corporales como en otros colegios británicos o escoceses. Supongo que en su niñez fue también muy golpeada. Aun así, la Rectora me amenazaba que si ocurriera en otra falta grave me iba ir muy mal. Finalmente, ya no le importaba si asistía o llegaba tarde a misa. Cuando llegaba me mandaba una mirada terrible y simplemente decía:
– ¡Llegas tarde como de costumbre! ¡Vete a sentarte inmediatamente!
ACTUALIDAD.
DICIEMBRE DE 1930
SABADO EN LA MAÑANA
DEPARTAMENTO DE LOS GRANDCHESTER
Era muy temprano aun y el señor de la casa había pasado la noche en la habitación de los invitados, se levantó y tomo un baño cuando en ese momento Dorothy entro al baño.
– ¡Ahhhh! Disculpe señor, pensaba que era algunos de los niños que se había metido a bañar – decía mientras se volteaba avergonzada de haberlo visto en la regadera y salía rápidamente del baño mientras Terry tomaba una toalla y se la colocaba en la cintura.
– No te preocupes no es culpa tuya, voy a salir temprano, me tengo que arreglar – dijo mientras salía del baño y entraba al cuarto de invitados.
– ¿Va a salir? ¿Desea que le prepare algo de desayunar rápidamente? – Dorothy estaba sorprendida ya que era claro que el señor no había dormido en su recamara con la señora.
– No, gracias Dorothy, voy a desayunar con los actores del teatro para celebrar y ver las críticas de los periódicos. Así que no te preocupes.
– Bien señor. – se retiraba cuando el señor la llamo nuevamente.
– Dorothy un favor, podría decirle a la señora que regresaré hasta la noche, después de finalizar la obra de esta noche.
– Sí señor. – ella dio un asentimiento de cabeza mientras cerraba la puerta de los huéspedes.
Estaba triste, era claro que los señores se habían peleado fuertemente al tal grado de dormir en habitaciones separadas. Tenía curiosidad ya que ayer había sido la premier de la obra, esperaba que la Actriz principal no haya sido la culpable de la palea con sus jefes.
Media hora después el actor salía del departamento sin siquiera despedirse de su familia y había llegado al teatro más temprano de la hora pactada.
– ¡Terruce! No te esperaba tan temprano, la cita era a las nueve. – Decía el Director extrañado él estaba sentado en la sala de juntas, esperaba verlo aún más tarde de lo acordado.
– Deseo saber referente a las críticas de la obra. – decía mientras se sentaba y tomaba un periódico de los muchos que estaban en la gran mesa y lo hojeaba.
– Todas son críticas muy favorables, alagan muchísimo tu interpretación actoral, no has perdido tu toque después de más de una década sin pisar un escenario en Broadway – Terry sonrió satisfecho – sin embargo, el New York Times solo indica que tuviste uno o dos bloqueos temporales casi imperceptible
– ¡¿Solo el New York Times?! Eso significa que no lo hice tan mal. – Dijo mientras se servía Té y tomaba unas galletas que estaban sobre la mesa.
– Terruce debo de confesarte que actuaste muy profesionalmente – decía el Director – temía que hicieras… bueno, pagar con la misma moneda arriba del escenario a Andrea, ya que era claro para mí que ella te quería sabotear tu actuación – Terry agradeció el gesto del Director – Gracias por no hacerlo. Había mucho en juego y la prensa seria muy despiadada… ya sabes abría un escándalo y la prensa amarillista están deseosos de tener notas escandalosas y títulos amarillistas "enemistad entre los actores principales" o "pelea entre titanes" o peor aún "pleito entre enamorados" y nosotros tenemos que manejarnos con seriedad y con mucho respeto a esta hermosa profesión que hemos elegido. El teatro.
– No te preocupes – le guiño el ojo – tengo muy bien aprendido mi personaje y Andrea necesitará algo más para poder sabotear mi interpretación, aunque confieso que me tomo desprevenido, no estaba preparado.
Poco a poco los actores llegaban al teatro, muchas de las actrices como actores secundarios estaban muy felices y orgullosos, pues las entrevistas que les habían hecho en la noche realmente si habían salido en los periódicos, estaban realmente anonadados que se hayan tomado la molestia de hablar de todos los actores en varios periódicos de renombre, cuando normalmente solo entrevistan a los personajes principales. En ese momento llego Alexander.
– ¡Dios mío Alexander! ¿Qué demonios te ha pasado? – Pregunto una joven actriz espantada por el aspecto que se encontraba su colega.
– Ahhh no te preocupes, fue un poste de luz – dijo el hombre con una sonrisa burlona ya que tenía entre la nariz y el labio un moretón bastante grande. – estaba caminando cuando me distraje viendo un perrito faldero. – Miro a Grandchester que estaba sentado junto a todos los demás actores – creo que era un Terrier de… ¿De dónde eres Grandchester? – hizo como no sabiendo – ¿Eres inglés, no?
– ¡Ohhh debió de haber sido un Terrier Yorkshire, son tan hermosos y tiernos! – Dijo la actriz maravillada.
– Pero, sobre todo – le guiño el ojo a Terry – muy obedientes. Si la dueña dice ¡Quieto! ¡Sentado! ¡échate! El perito hace todas sus monerías y…
– ¿No habrá sido un Bull Terrier inglés quien te hizo ese moretón y no un poste? – lo interrumpió Terry abruptamente cuando en ese momento entro Andrea con varios periódicos en su mano y salvándolo de que no se delatara de que estaba hablando acerca de él.
– ¡Ohh lo siento! Lamento la tardanza, pero es qué compré varios periódicos y me entretuve leyendo las entrevistas que me realizaron en toda la noche, – dijo Andrea mientras se sentaba justamente enfrente de Terry y se pavoneaba. – ¡Fue increíble! Anoche no me dejaban ni un segundo, ni siquiera para disfrutar de la fiesta, todos querían una entrevista conmigo, no puedo creer que fuera tan popular, hasta prensa internacional me rogaban para que les diera una entrevista. Terruce, por cierto, ¿Cuántas entrevistas diste en la fiesta del alcalde?
– Ninguna Andrea, ¡Muchas felicidades ya que al parecer acaparaste a toda la prensa en la fiesta! – En ese momento Alexander soltó una carcajada enorme.
– Jajaja pobre ilusa jajajajaja. – El hombre no paraba de reírse burlonamente.
– ¿Ilusa? ¿Qué quieres decir Alexander? – Volteo a verlo con cara de pocos amigos.
– Que su esposa, la Marquesa hizo un trato con la…
– ¡Quieren dejar de pelearse! – Gritó el Director enojado – ¡Andrea! Grandchester no da entrevista en fiestas, él pidió una conferencia de prensa posteriormente.
– ¡¿Vas a dar una conferencia de Prensa?! – miro a Grandchester fijamente. – Y eso que tiene que ver, finalmente ayer fui toda una celebridad, aun así, todos me rogaban para que les diera una fotografía o una entrevista.
Terry deseaba restregarle en la cara de Andrea, que realmente había sido Candy la que había pactado con la prensa, pidiendo el favor a todos los medios que entrevistaran al elenco en general y así yo les podría ofrecer una conferencia de presa como debe de ser, y que en nombre de ella agradecía que lo dejaran disfrutar de una gran velada.
– ¡Terruce! ¿Una conferencia de prensa, Ehhh? ¿Cuándo la vas a hacer? – Pregunto Alexander ya que sabía que él no había hecho ese pacto con la prensa. – la mirada de los dos era intensa.
– Andrea, se puede saber ¡Por qué demonios no te aprendiste bien tus diálogos! – Gritó furioso el Director – Es imposible que ¡Tú! Toda una actriz consagrada tengas que improvisar por no aprenderse bien los diálogos, ¡Gracias a dios que Grandchester estuvo a la altura y al contrario, se vio que él te apoyaba aún más para que realizaras un excelente trabajo! ¡Ya que en momentos tu actuación dejaba mucho que desear! Espero que no se vuelva a repetir y te aprendas perfectamente todos tus diálogos.
– Lo siento, no volverá a ocurrir – miro a Grandchester que tenía una sonrisa de oreja a oreja. Sinceramente no esperaba que el Director la regañara y menos delante de todos.
Andrea estaba más que indignada y juro que no se iba a quedar con esta nueva humillación.
Dorothy se dedicó a preparar el desayuno y el lunch a los niños, Candy salió de su recamara ya arreglada para llevar a los niños a sus clases de ballet para Maggie y piano para Ricky, como siempre se veía animosa con los niños como si nada hubiera ocurrido, finalmente que los niños ya estaban en sus respectivas clases Candy abrazo a su amiga para decirle lo que había sucedido la noche pasada. Pues era claro que Dorothy sabía que su marido no había dormido con ella y necesitaba consuelo.
Mientras tanto Terry mando el comunicado que las entrevistas pactadas fueran dentro de una semana, el lunes ya que era su día libre, deseaba gritarles que no iba a hacer esas estúpidas entrevistas ya que él no había dado su consentimiento y de alguna manera hacer quedar mal a Candy. Sin embargo, se volvió a tragar su maldito orgullo masculino e hizo lo que su entrometida pecosa había decidido.
28 de enero de 1931
Había pasado ya mas de mes de la premier, era finales de enero, sábado en la tarde, su padre el Duque como Eleonor Baker habían ido a comer con ellos para celebrar el cumpleaños de Terry, además en dos semanas más volverían a Inglaterra a la villa de Escocia para ser precisos, Eleonor quería pasar ahora el mayor tiempo posible con su hijo después de que habían decidido irse nuevamente a radicar al viejo continente.
La relación entre Candy y Terry era ya más amigable que al principio, pues se habían dejado de hablar por más de 10 días. Sin embargo, Terry volvió a perder la batalla, ya que no pudo soportar no dormir en su lecho a lado de su pecosa, y Candy no daba su brazo a torcer.
Candy firmemente dijo que ella no le pediría ninguna disculpa ya que no había hecho nada malo que debiera de arrepentirse y lo del camerino menos aún, ya que no tenía la culpa que las paredes fueran tan delgadas. Nunca había sido su intención de que se sintiera humillado.
Sino al contrario, el que debería de pedir disculpas por como la había tratado en la fiesta era él, hasta le recrimino que no pudo disfrutar de la visita de sus familiares que habían venido desde Chicago después de la Premier.
Terry aun con su ego herido, sabía que tenía todas las de perder, tuvo que reconocer que las decisiones que tomaba la pecosa eran las más correctas e inteligentes. Hasta lo había felicitado el Director de no haber cometido ninguna escena que pusiera en ridículo a la actriz principal, al igual, la prensa reconocía su madurez a realizar esas fastidiosas entrevistas pactadas hacia diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales.
Otro punto en su contra, era que otra mujer casi lo ponía como lazo de cochino cuando supo que había discutido acaloradamente con su esposa y que se habían dejado de hablar por varios días. Pues su madre en ponerse de su parte, apoyaba al 100% a su esposa, y le exigía que ya arreglará las cosas sino se iba arrepentir.
Para Terry esa fue la excusa perfecta para acercase nuevamente y platicar de lo que él sentía y que ya no podía estar otra noche sin ella, además que en unos días iba a ser navidad y no deseaba estar enojado con su amada pecosa.
Así que después de 10 días justamente para navidad Terry volvió a su habitación donde Candy lo recibió con un agradable regalo sexy.
– Papá feliz cumpleaños – decía Maggie entregando un hermoso dibujo hecho por ella misma y Terry volvió de sus recuerdos de hace un mes.
– Gracias mi amor. – le daba un abrazo cariñoso y después siguió con Ricky.
– Papá feliz cumpleaños – decía mientras le regalaba un pequeño avión de madera armado por él y pintado con sus propias manos.
– Wow este avión es maravilloso, estos dos hermosos regalos los voy a poner en mi camerino para verlos todos los días antes de salir a escena. – abrazaba a ambos y los besaba a cada uno en la mejilla.
En ese momento llego el correo y Dorothy recibió las masivas y se las entregó a la señora.
Candy vio una por una las cartas recibidas cuando vio tres cartas con sello de Inglaterra. Sabía que eran muy importantes esas cartas así que llamo a su hijo Ricky.
– Ricky mi amor – decía Candy con una enorme sonrisa en los labios.
– Si mamá – se acercó a su madre.
– Toma, llego finalmente tus primeras cartas – decía Candy mientras le entregaba las masivas y veía como su hijo se iluminaban los ojos de alegría infinita.
– ¡Es de Emma mamá! ¡Finalmente me han llegado las cartas de Emma, mamá! – se llevó las cartas al pecho. – ¡Dios mío son tres cartas al mismo tiempo! No lo puedo creer.
– Seguramente se atrasaron las primeras cartas y decidió el correo juntarlas al mismo tiempo. – decía Candy viendo la alegría de su hijo.
– ¿Emma? – Pregunto el abuelo ya que estaba ahí en el comedor, pues ya iban a comer un rico estofado, en honor al cumpleaños de Terry – ¿Emma Miller?
– Yo… yo… es solo una amiga abuelito… – dijo tímidamente, sabía que su abuelo no le iba a gradar que tuviera una amistad con Emma por su status social.
– ¿Una amiga simplemente? – Ricky se sonrojo aún más pues la mirada picara de su abuelo le decía más que mil palabas. – Ve a leer esas cartas en tu recamara, no queremos ver cómo te pones aún más sonrojado de lo que ya te encuentras, mientras lees las cartas de tu "novia" Emma. – le guiño el ojo.
– ¡Abuelito! – se puso aún más Colorado - Gracias abuelo, papá ahora vengo…
– ¿Y tu comida? Ya vamos a comer un rico estofado en mi honor, – dijo Terry como queriendo prolongar más el sufrimiento de su hijo, ya que se veía ansioso de leer las cartas. – mejor las lees después de comer y que me canten Feliz cumpleaños para partir mi pastel.
– Por favor papito, déjame leer las cartas ahorita – su padre rodo los ojos como diciendo pues ya que – Gracias ¡En unos minutos regreso y me como toda mi comida! – inmediatamente se fue a su recamara y le puso seguro ya que no deseaba que nadie lo molesta mientras leía la carta y mucho menos su hermana Maggie. Checó las fechas y tomo la más antigua.
¡Hola Ricky! Yo también te he extrañado muchísimo, no sabes qué alegría me dio cuando recibí tu carta…
CONTINUARA…
Gracias a todas por sus reviews, y esperando como siempre sus quejas o comentarios referente a la historia, . Debo de confesar que es bastante difícil hacer este fanfiction. y tambien recibir todos sus tomatazos por ser tan cruel en la infancia de Terry.
