CAPITULO 14
Pasado.
El 15 de diciembre de 1911
Real Colegio de St. Pablo.
Faltaba tres días para salir de vacaciones, los estudiantes estaban inquietos. Una tarde, siete compañeros del grupo de la Hermana Margareth tuvieron una pequeña reunión que finalizo en una tragedia.
Para explicar mejor la situación del problema, en el colegio tenemos horarios que son muy estrictos y debes cumplir conforme a los horarios. Hay un salón enorme especial para conversar, divertirse, jugar etc. Yo nunca asistía aquel lugar, yo prefería irme a cabalgar con Teodora. Teníamos dos horas de descanso de las seis de la tarde hasta las ocho de la noche. Y después la hora de la cena ya a las nueve de la noche deberías de estar en tu dormitorio y a las diez de la noche apagar luces.
Aquella noche terminando de cenar siete muchachos se reunieron en un dormitorio para continuar conversando de lo que iban hacer en sus vacaciones de invierno. La Hermana Margareth estaba de inspección. Ella con voz firme les pidió que se fueran todos a sus respectivos dormitorios. Los muchachos persuadieron a la Hermana si podían estar conversando un poco más de tiempo, solo faltaban tres días para salir y estaban aburridos, antes de las nueve y media se irían a sus dormitorios, la Hermana Margareth se les quedo mirando fijamente y después de un tiempo les dijo que estaba bien, podrían quedarse a platicar hasta las nueve y media de la noche.
La Rectora paso tiempo después a los dormitorios y escucho que en algún dormitorio se escuchaban varias voces y risas, la Hermana Gray enfurecida toco la puerta fuertemente y abrió.
– ¡¿Qué es lo que están haciendo aquí?! – Preguntó la Rectora disgustada – ¡Deberían de estar ya en sus dormitorios respectivos!
– Lo lamentamos Hermana Gray. – Los siete muchachos se levantaron de sus asientos rápidamente al ver que Rectora los había descubierto.
– ¿Dónde está la Hermana Margareth? Se supone que ella estuvo de inspección para verificar que todos estén en sus dormitorios.
– La Hermana Margareth nos dio permiso de estar aquí por un rato. – Replicó un muchacho.
– ¡¿La Hermana Margareth?! ¡Cómo es posible! ¡Ella es quien debería de poner el orden aquí y no permitir este tipo de comportamiento en el Colegio!
– Hermana Gray – Replicó Andrew Wellington.
– ¡Cállate la boca Wellington! Todos, todos a sus dormitorios, ahora mismo.
Rápidamente los seis muchachos se fueron a sus dormitorios. Mientras tanto la Rectora solicito hablar con la Hermana Margareth en su despacho.
– ¿Hermana Margareth puede explicarme por qué les permitió tener una reunión en el dormitorio ya siendo que es muy tarde y que deberían estar todos en sus respectivos dormitorios?
– Lo lamento Hermana Gray, lamento haber permitido que los muchachos violen el reglamento del Colegio. – Dijo arrepentida.
– ¡Hermana Margareth sus muchachos son unos revoltosos! Esta no es la primera vez que sucede algo así, usted les da mucha libertad para hacer la voluntad de los internos. Y eso no lo voy a permitir, la voy a remover de su grupo ¡Ya no estará más a la supervisión de aquel grupo!
– ¡Hermana Gray no puede hacer eso! – Golpeo con las palmas de sus manos el escritorio.
– ¡Claro que puedo! Ya no estará más a cargo de los dormitorios de los muchachos.
– Hermana Gray ¿A dónde me removerá ahora? – Preguntó la hermana angustiada.
– Entrando de las vacaciones de invierno será designada a los dormitorios de las señoritas. Puede retirarse Hermana Margareth.
– Si Hermana Gray. – La supervisora salió del despacho de la Rectora triste y cabizbaja se había ya encariñado con sus 36 alumnos.
– ¿Escucharon? ¡La Hermana Margareth la van a cambiar de grupo ya no va a ser más nuestra supervisora! – Comentaron entre varios jóvenes.
– Pero ¿Por qué?
Al día siguiente en el desayuno la Hermana Margareth les dio la triste noticia a sus muchachos, de que la habían cambiado a los dormitorios de las señoritas y se despidió de sus estudiantes acongojada. Un día después le dio la noticia a Terry.
– Toc, toc, toc. Terry ¿Puedo pasar? Soy la Hermana Margareth.
– ¡Adelante Hermana! – Exclamó Terry cuando vio llegar a la Hermana cargando una bandeja con comida caliente – ¿Me trajo el desayuno? ¡Estoy muy hambriento! – repuso con un guiño juguetón.
– Si así es – Entró la supervisora al dormitorio y coloco la bandeja sobre la mesa – sírvete por favor.
– Gracias Hermana – El joven se sentó, levantó la charola y comenzó a comer.
– Terry quiero hablar contigo. – dijo ella seriamente.
– Claro Hermana tome asiento, podemos hablar mientras desayuno.
– Ya qué estás castigado y confinado en tu dormitorio no has escuchado las nuevas noticias… – ella hizo una pausa, suspiro profundamente y se dio valor para hablar – Terry vengo a decirte que hoy es mi último día que voy a estar contigo…
– ¿QUEEEEEEEEÉ? – Soltó el tenedor.
– Me han removido de grupo… ya no voy a ser más tu supervisora.
– Pero ¿Por qué? ¿Fue por mi culpa? ¡No quiero que se vaya Hermana! – Exclamó el joven asombrado.
– No, no es tu culpa… fue mi culpa. La Hermana Gray ha dicho que mi grupo es muy revoltoso y que violan el reglamento del colegio constantemente, pero no fue por ti Terry. – Terminó ella en un susurro y bajando los ojos.
– ¿A dónde la van a transferir Hermana? ¿Con los muchachos del primer año? – Logró decir después de unos segundos de lucha interna.
– No, ya no voy a estar más en los dormitorios de los chicos, me transfirieron al dormitorio de las chicas.
– ¡¿AL DORMITORIO DE LAS CHICAS?! – Exclamó el joven sobresaltado por la noticia – Eso significa que ya no la volveré a ver Hermana.
– Es verdad… pero nos podemos ver en misa.
– Ya no me gusta asistir a misa Hermana.
– Bueno, es una buena razón para que empieces asistir nuevamente a misa.
– Pero yo no podría hablar con usted en misa, no podemos hablar. – Baje la mirada al plato semivacío.
– Terry tengo otras cosas que hacer, me retiro. – Se levantó la hermana de la silla y camino a la puerta.
– ¡HERMANA! – Voltee a verla nuevamente – Las chicas van a ser muy afortunadas de tenerla como supervisora. Yo… yo también fui muy afortunado de tenerla como mi supervisora por estos dos años y medio. – Admitió él cabizbajo
– Terry ven acá. – Ella extendió sus manos para que la abrazara.
– Hermana la voy a extrañar muchísimo. – La abracé con fuerzas, no quería que se fuera, la quería cómo una madre que siempre quise tener y ahora ya no iba estar conmigo.
– Yo también te voy a extrañar, tal vez algún día… nos crucemos – Rompió el abrazo, abrió la puerta y se despidió – adiós Terry.
Aquellas vacaciones de invierno me queden solo en el colegio, la navidad y año nuevo era como otro día sin importancia, no recuerdo haber pasado una navidad feliz.
ENERO DE 1912, 15 años.
Comenzó el año negro de 1912 y los estudiantes regresaron de sus vacaciones. En el salón del comedor por primera vez me sentí miserable, ya no estaba más con nosotros la Hermana Margareth, en su lugar estaba nuestra nueva supervisora la Hermana Victoria. Ella hacía honor a su nombre, era tan severa, tenía 48 años y era sumamente estricta, los 36 estudiantes que estaba a cargo de la Hermana Margareth sufrimos mucho el cambio de supervisora.
– Antes de almorzar, ofrezcamos una oración de gracias a Dios nuestro Señor. – Dijo la Hermana Victoria y comenzó a orar, levante la mirada y veía que todos mis compañeros comenzaron a orar.
Hoy recomienza una vida llena de reglamentaciones – pensé tristemente, junte mis manos y también comencé a orar – Dios mío por favor… haz que este año nuevo de 1912 no sea tan difícil para mí… la Hermana Margareth no estará más con nosotros, haz que nuestra nueva supervisora sea comprensiva, tolerante y amable. Jesucristo pongo mi vida en tus manos. – "AMEN"
Comenzamos a desayunar, conforme pasaba el tiempo Jeremy y Michael comenzaron a platicar entre ellos.
– Croughwell y Lawrence ¡No se habla cuando se está comiendo! – Vocifero la Hermana Victoria que hizo que los dos muchachos saltarán de sus sillas – ¡Es una falta de respeto hablar con la boca llena!
– Si Hermana Victoria. – Contestaron los dos chicos al unísono y todos nos quedamos comiendo en silencio.
– Lord Grandchester ¿Se puede saber por qué no tiene puesto el saco del uniforme del colegio? – Me mando una mirada terrible – ¿Dónde está su saco Lord Grandchester?
– Lo tengo aquí… en el respaldo de mi silla. – Le mostré el saco.
– ¿Y qué está haciendo su saco en el respaldo de su silla? ¡Haga el favor de ponerse el uniforme completo del colegio! ¡PONGASELO!
– Si Hermana Victoria. – Me puse el saco y terminamos de desayunar.
– Si ya terminaron de almorzar vamos a rezar nuestra oración diaria. – Dijo la supervisora y todos nos inclinamos para rezar nuevamente.
No sé porque pierdo mi tiempo en estar rezando, nunca mis rezos se han hecho realidad, es una "tontería" La Hermana Victoria nunca cambiara su forma de ser, aunque diga mil rezos. – "AMEN"
Yo por mi parte me volví mucho más rebelde, ya no me importaba, ya casi no asistía a clases, prefería estudiar en mi dormitorio y nada más presentar exámenes, finalmente en el colegio tenía fama de ser un chico delincuente y a principios de abril otra vez Michael me descubrió, pero esta vez no fumando sino peor aún.
Michael estaba en la colina, había sido retado fuertemente por la Hermana Victoria, aunque no lo confinaron en el cuarto de castigo. Michael estaba llorando en la colina cuando me vio que estaba afuera del colegio y salte la barda para entrar nuevamente al colegio, estaba completamente ebrio.
– ¡Grandchester! ¡¿Te escapas del colegio?! – Preguntó incrédulo con lo que veía.
Dios mío me ha descubierto Michael. – Pensé nerviosamente.
– ¡Oh por dios, estás completamente ebrio! – Exclamó el hombre asombrado por mi estado.
– Así es ¿Envidia? – Me puse a la ofensiva como siempre lo hacía.
– Si la Rectora te descubre estarás en graves problemas.
– ¡Qué! ¿Piensas decirle a la Hermana Gray que estoy completamente ebrio y que me escapo del colegio Michael?
– Yo sé que no somos buenos amigos, pero tú nunca pones nada de tu parte… eres muy soberbio, engreído, arrogante y altanero. – Replicó él abruptamente – Tú crees que eres muy superior a todos nosotros porque perteneces a la aristocracia y siempre nos has rechazado – Dijo el hombre de cabellera rubia dejando entrever cierta ironía – ¿Y si le dijera a la Rectora?
– No me importa, soportaría el correctivo, ya lo he soportado dos veces, no será la primera vez.
– Terruce yo sé que eres muy solitario y que tus padres…
– ¿Qué hay acerca de mis padres? – Respondí furioso.
– ¡Que tus padres no te quieren y por ese motivo eres tan rebelde ya que ni siquiera un quinto domingo vienen por ti! – Indagó el joven y Terry volvió a sentir que algo por dentro ardía más que las palabras.
– Eso a ti no te importa y preferiría que no te entrometieras en mis asuntos. Si deseas decirle a la Rectora ¡DILE!
– Me gustaría ayudarte…
– ¡No necesitó que nadie me ayude! ¡No necesito ayuda de nada y de nadie, mucho menos de un plebeyo como tú! ¡Así que no te metas en mi vida privada! – Sentenció Terry con tono violento – ¡Pero quién demonios te has creído para hablarme tú así de esa manera! ¡Si crees que te voy a rogar para que no le digas nada a la Rectora estás muy equivocado!
– Grandchester no le diré nada a la Rectora por mi parte, me voy. – Michael se dio la media vuelta y se retiró.
¡Cómo se atrevió a decirme que mis padres no me quieren! ¡Quien se cree para hablarme de esa manera! ¡Nunca lo perdonare! ¡Maldito plebeyo! – Pensó Terry con tono irritado y apretando los puños con fuerza.
Aquella tarde fui corriendo al establo y saqué a Teodora, estuve galopando por mucho tiempo, la velocidad de mi caballo era tan veloz que sentía como mis lágrimas volaban, cuánto tiempo abre cabalgado nunca lo sabré, pero después sentí como un gran peso caía sobre mis hombros, nada me reconfortaba sentía un gran vació en mi pecho.
Tenía ganas de conversar con la Hermana Margareth, pero estaba al otro lado, salí al balcón de mi dormitorio y vi a lo lejos los dormitorios de las chicas, más de 500 m. nos separaban. "Los dormitorios de las chicas" Que fácil sería caminar los 500 m. y platicar con la Hermana Margareth que me hace tanta falta, afortunadamente la Rectora nunca llego para retarme, Michael había cumplido su promesa de no avisarle, pero estaba seguro que la Hermana Gray no era una persona tonta que fácilmente se le pueda engañar, estaba seguro que ella ya sabía que me escapaba y me emborrachaba, simplemente que se hacía ahora de la vista gorda y ya no me decía nada, se dio por vencida como mis asistencias a misa.
15 de abril de 1912
Estábamos en nuestra primera clase "Historia Europea del SXVII" Algunos compañeros comenzaron a murmurar acerca de un desastre de un naufragio, el más grande transatlántico y que había miles de personas que habían perdido la vida. La profesora entro al salón de clases con una expresión en el rostro que reflejaba una enorme tristeza y preocupación.
– Jóvenes – todos nos levantamos de nuestro pupitre – siéntense por favor, tengo un anuncio que hacerles bastante dolorosa, como algunos ya saben el transatlántico Titanic ha naufragado – tomo la Hermana Ruth su tiempo para decir la terrible noticia. – En la madrugada hemos recibido muchos telegramas… muchas personas quienes viajaban en el transatlántico son… familiares – la Hermana tenía un nudo en la garganta y una lágrima solitaria rodó por su mejilla – padres… tíos… primos… amigos cercanos. Toda la madrugada hemos recibido varios telegramas para informarnos de los estudiantes que desafortunadamente han perdido un ser querido. Las clases serán suspendidas por dos semanas.
Toda la clase se quedó en Shock, era una terrible tragedia, en aquel transatlántico viajaba la alta sociedad de Inglaterra y muchos de la aristocracia. Cuando la Hermana Ruth dio la lista de los alumnos que habían perdido algún familiar sentí un terrible escalofrió cuando menciono mi nombre, lo primero que creí que mi padre viajaba en aquel transatlántico, él viaja muy frecuentemente, cuando escuché el nombre de mis tíos, el Barón y la Baronesa… hermano de la Duquesa de Grandchester mi madrastra. Respire profundamente, fue entonces que escuche a lo lejos los llantos amargos y lastimeros de mis compañeros muchos de ellos sus padres habían muerto, más de 67 alumnos en todo el colegio perdimos algún familiar o amigos cercanos o conocidos en aquella tragedia.
Se hicieron varias misas, fue la primera vez que vi a todos mis familiares desde que había entrado al internado hace tres años, el ambiente era triste y melancólico y por primera vez la Duquesa se había quedado muda, estaba perdida en su dolor. Era su único hermano mayor que le quedaba y lo quería muchísimo, confieso que no me acerque a ella para darle mis más profundas condolencias ya que lo sentía falso e hipócrita de mi parte y aunque suene cruel no sentí dolor alguno por mi tío.
La Baronesa mi tía se había salvado en un bote salvavidas y ella ahora estaba en América y me alegre cuando en el futuro supe que mi tía la Baronesa se había casado con otro hombre poco después de la tragedia y toda la fortuna de los Willards se había heredado a un cazafortunas haciendo pasar un terrible coraje a mi madrastra la Duquesa de Grandchester, la mermada fortuna de los Willards ya no le pertenecía a la Duquesa sino a su cuñada que había sobrevivido y había reclamado hasta el último centavo.
Me imaginaba en la misma situación ¿Qué hubiera pasado si mi padre hubiera muerto en esta tragedia? Sin duda alguna mi madrastra me dejaría en la calle completamente desprotegido, sin título nobiliario y sin dinero. Y me alegre que la fortuna de su padre Lord Willards hubiera quedado en manos de otras personas. Por mi parte le pedí al destino que mi padre viviera lo suficiente para no preocuparme de vivir en la miseria.
Las dos semanas transcurrieron y 11 alumnos tuvieron que abandonar el colegio, muchos de ellos se habían quedado en banca rota como Leonardo McCarthy mi vecino del cuarto de alado, uno de los mejores amigos de Michael, su padre había muerto y su madre había sobrevivido al naufragio pero había quedado endeudada al morir el Sr. McCarthy solo le había heredado deudas que no podía pagar, para no meterla a prisión debería de vender todas sus propiedades, ahora Leonardo era pobre y no podía permanecer más en el colegio.
Vacaciones de verano de 1912.
Al finalizar el curso escolar esta vez no salí con honores, había bajado un poco de calificaciones, aunque eran muy buenas aún. El chofer de mi padre y dos escoltas más me recogieron y me llevaron a Escocia nuevamente, aquel verano fue el peor verano que pase hasta aquel momento.
Fue el verano que mi quite la venda que ocultaba mis ojos y de triste revelaciones.
Esta vez mi padre llego a Escocia junto con Alfred había cumplido 15 años en enero y mi padre me dio otro de sus regalos extravagantes.
– ¡Padre! ¡Padre! – Grité con algo de emoción al verlo, aunque me reservaba un poco.
– Terruce, ¡Cómo has crecido en todo este tiempo! ¡Estás altísimo! Ya eres todo un hombre.
– Padre, me alegra verte. – Lo abrace con afecto.
– Terruce te traje tu regalo de cumpleaños atrasado, espero que te guste.
– ¿Mi regalo de cumpleaños?
– Así es acompáñame, desafortunadamente este regalo solo lo podrás utilizar en tus vacaciones de verano y en las vacaciones de invierno eso si la Hermana Gray no te cancela las vacaciones – me decía mi padre abrazando mis hombros, sentí una extraña sensación de alegría. – Terruce cierra los ojos y no los abras hasta que te indique – estaba nervioso ¿Qué me ira a regalar ahora mi padre? – Puedes ya abrir los ojos.
Cuando los abrí me quede pasmado, era un automóvil rojo, no sé veía muchos automóviles en la ciudad, nos movíamos a base de carruajes, apenas entraban estos artefactos llamado automóviles y solo las personas con jerarquía y con enormes riquezas podían comprarlos, en aquella época era un lujo y no cualquiera podía comprar un vehículo.
– Yo… yo no sé qué decir… solo que muchas gracias. – Me había quedado sin palabras.
– Estaba seguro que te iba a gustar Terruce. – Mi padre sonreía, también se veía tan feliz.
– ¡No tienes idea de cómo! – Me subí al carro y agarré el volante con mis dos manos.
– Alfred te enseñara como manejarlo, es sumamente fácil manejar estas cosas.
– Gracias Alfred. – Voltee a ver Alfred que estaba parado junto a mi padre.
– Al contrario, es un placer para mí enseñarle a manejarlo. – respondió el hombre con formalidad.
– ¿Padre, te quedaras algunos días conmigo?
– Me temo que no Terruce, parto esta tarde a Londres, voy algunos días a España e Italia.
– Que lastima, me gustaría que te quedaras algunos días conmigo.
– A mí también me gustaría pasa el tiempo contigo Terruce, pero soy un hombre muy ocupado.
– ¿Podrías demorar un día de tus negocios para dedicarlo a tu hijo que no lo has visto por tanto tiempo? Ya que cuando estuvimos en los funerales de mi tío no pude hablar contigo.
– Terruce – mi padre miro a Alfred por un momento y finalmente dijo – está bien me quedo esta noche contigo y partiré mañana en la mañana a Londres.
– ¡Qué bien! – Grite de alegría.
– Tengo una idea – Replicó Alfred – porque no vamos a comer los tres juntos para celebrar.
– Si, ¡Seria grandioso comer con mi padre! – Respondí con un brillo especial en los ojos.
– Si es buena idea, los restaurantes en Escocia son deliciosos. – Replicó el Duque serenamente.
Una vez ya estando en el restaurante estuvimos platicando de varias cosas.
– Me gustaría pasar mis vacaciones de verano en Londres, hace mucho tiempo que no he estado en Londres. – Comenté casi al finalizar la cena.
– ¡No puedes pasar las vacaciones en Londres! – Había contestado mi padre tajantemente – Alfred solo estará un par de días contigo ¡No puedes!
– No importa, tengo tres escoltas para que mi vigilen Stewart, Clark y Harry. Quiero ir al teatro, hace mucho tiempo que he tenido ganas de entrar a una función de teatro, me muero por ver las obras de Williams Shakespeare… Hamlet, Otelo… desde que estoy en el San Pablo siempre he pasado mis vacaciones aquí en Escocia. Por favor papá quiero pasar mis vacaciones en Londres. – suplique con una mirada tan tierna que era casi imposible resistirse.
– Terruce no puedes quedarte en la Residencia oficial de los Grandchester en Londres, la Duquesa está ahí y no le gusta tú presencia.
– No importa, me hospedare en el Hotel Savoy de Londres no iré a la Residencia de los Grandchester, por favor papá. – le rogué con la mirada.
– Pero…
– Acerca de quién me cuide tengo a Stewart y Clark. No creo que haya algún problema. – Insistí.
– Está bien, pasaras las vacaciones en Londres. – Respondió mi padre con frustración y enojo.
– ¡Gracias papá!
Cuando regresamos a la Villa mi padre cambio de humor, estaba enojado. Por algún motivo que desconocía no le gustaba que yo pasará mis vacaciones en Londres.
– Terruce puedes venir a mi despacho por un momento. – Había dicho mi padre cuando estaba en el jardín adelántelo observando mi nuevo vehículo junto con Alfred.
– Si padre, ¿Qué se te ofrece? – Replique dando una reverencia cuando entre a su despacho, mi padre estaba sentado dando pequeños golpecitos con sus dedos al escritorio.
– Terruce, antes que salieras del colegio me llamo la Hermana Gray para avisarme acerca de tu comportamiento tan vergonzoso en el colegio.
– ¿Fuiste al Colegio? – Me sorprendí.
– Si y me ha dicho muchas cosas acerca de ti, cómo que desde los 14 años ya fumas ¡Que te encontraron fumando en el colegio y que en tu dormitorio tenías guardadas 2 cajetillas de cigarros más! ¿Es verdad Terruce?
– Yo… yo – pensé ¿Por qué siempre que estoy con mi padre tenemos que discutir? – si es verdad. – baje la mirada arrepentido.
– ¿Desde cuándo fumas Terruce? – Preguntó levantándose de su asiento y dirigiéndose a mí.
– No tiene mucho tiempo. Sólo fume dos o tres ocasiones. – Respondí nerviosamente, mi padre se paró frente de mí y un escalofrió recorrió todo mi cuerpo.
– Me dijo la Hermana Gray que te dio un severo correctivo.
– Si, así es.
– ¿Has seguido fumando Terruce?
– No ya no fumo. – Respondí enseguida, aún seguía fumando, pero de idiota le iba a decirle a mi padre.
– Está bien, no quiero saber que estas fumando, si en el colegio quieres fumar no es mi problema, si te descubren solo afronta las consecuencias de tus actos, la Rectora tiene una mano bastante dura, mucho más fuerte que la de Alfred o la mía. ¡Aquí no quiero que fumes! Mientras estas en tus vacaciones… si descubro que estas fumando, ¡Olvídate de tus vacaciones en Londres y de tu nuevo automóvil! ¿Me entendiste Terruce?
– Si padre, promesa de noble inglés – Le estreche la mano como pactando un trato.
PRESENTE.
Nueva York
29 de enero de 1931
Habían llegado al departamento, la mesa ya estaba preparada para comer un rico estofado, habían comido y Terry estaba completamente callado e inusualmente nervioso, Candy pensaba que era porque Ricky los había descubierto en el lecho mientras se amaban, miraba a Ricky disimuladamente y también se veía callado inusual en él.
Al finalizar la comida Terry le pidió a Candy que fueran a su habitación ya que deseaba hablar de un asunto, ella pensaba que era algo referente a lo que había visto Ricky, sin embargo, al entrar Terry le entrego el periódico para que lo leyera, leyó el encabezado y vio la foto de media página, Candy se quedó en shock viendo la foto claramente que Terry estaba besando a Andrea apasionadamente, posteriormente leyó la nota que era bastante amplia donde afirmaban que tenían un romance y otras 5 fotografías más con sus compañeros de teatro. Candy dejo el periódico en una mesita y con la mirada perdida.
– Candy yo… – dijo Terry cuando vio que dejo el periódico y se acercaba a ella.
– ¡Cómo pudiste engañarme Terry! – Había gritado Candy y en un impulso lo abofeteo, Terry simplemente se quedó ahí parado.
Los niños estaban atrás de la puerta escuchando como gritaba su mamá. Maggie comenzó a sollozar y Ricky le dijo a su hermanita que era mejor no escuchar y que nos metiéramos a la recamara para hacer la tarea.
– ¿Paso algo más que deba de saber? – Preguntó Candy viendo la nota del periódico con lágrimas en los ojos. – ¡¿Algo más que no haya sido publicado en este maldito periódico?!
– No lo sé – Decía el hombre completamente afligido – no recuerdo lo que sucedió… recuerdo que estaba con todos los actores de la obra en el bar bebiendo, si festejando… – bajo la mirada al suelo y volvió a levantarla – no me acuerdo como llegue hasta la casa. – decía realmente apenado.
– ¡Llegaste a las tres de la madrugada completamente ebrio Terry! – Estaba enojada, furiosa – ¡Nunca me imaginé que fueras a beber tanto!
– Pecas, mi amor… ¡Si bebí varias cervezas! Pero no era para que perdiera la conciencia… debes de creer en mí. – le tomo de las manos.
– ¿Qué debo de creer entonces Terry? – Lo miro directamente a los ojos.
– ¡Yo nunca! ¡Nunca te lastimaría Candy! Nunca pondría en riesgo a mi familia, a ti y a mis hijos, ni por Andrea ni por ninguna otra mujer… yo te amo y nunca, nunca te sería infiel.
– Supongo que Andrea te ¿Drogo? – dijo con un hilo de voz. – ¿O simplemente fue un beso apasionado que se dieron solamente en el bar delante de todos los actores por el efecto del alcohol?
– No lo sé. – trataba de hacer memoria, entonces recordó algo, Terry sudo en frio. ¿Había sido un sueño o había pasado en la realidad? Deseaba que fuera solo una pesadilla lo que había recordado súbitamente.
– No sé si pueda soportar que el día de mañana salga otra nota en el periódico con algo más comprometedor – dijo sosteniendo el periódico nuevamente de la mesita – tú y Andrea en la cama completamente desnudo, – suspiro tristemente – si ni recuerdas como llegaste a casa. – Lo miro fijamente y vio que sudaba – ¡Que oportuno borrar todo eso de tu memoria... si me has engañado con tu embriagues!
– Pecosa, – le dijo apartando el periódico que tenía en las manos y las beso cariñosamente, posteriormente se llevó sus manos a su pecho para que le tocara su corazón. – Yo no sé si fue un simple beso o hubo algo más – los ojos de Terry estaban cristalinos – pero debes de saber que si hubo algo más… no fue en mis cinco sentidos. Yo te amo pecas y debes creerme que nunca te lastimaría. – la miraba intensamente a los ojos y ella supo que por parte de su marido nunca le seria infiel. Candy lo abrazo cariñosamente y después de un tiempo sintió una lágrima en su cuello desnudo. Terry estaba llorando y eso le estrujo el corazón fuertemente.
Dorothy había llegado de su día de descanso ya en la noche, había visto el periódico cuando regresaba, esperaba que fuera solo una nota amarillista. Cuando llego vio que los niños estaban en su recamara llorando.
– Ricky, Maggie ¿Qué hacen aquí? ¿Y sus papás dónde están?
– Mis papás están discutiendo en su recamara – dijo Maggie tristemente – mi papá se besó con otra mujer de la misma manera que lo hace con mi mamá, en el periódico dice que mi papá tiene un romance con su compañera de trabajo.
– Maggie, eso son chismes, no debes de preocuparte. ¿Ya cenaron? – los niños movieron sus cabecitas que ya habían cenado.
Dorothy paso tiempo con ellos platicando o jugando y logro llevarlos a la cama mucho más tranquilos, le dolía que sus patrones estuvieran discutiendo o que se enojaran.
Al día siguiente Dorothy como todas las mañanas a las seis de la mañana entraba a la recamara principal de sus señores y descubrió que el señor al menos si había dormido en su cama y no como hace más de un mes que por diez días había dormido en el cuarto de huéspedes.
Prendió la lámpara y vio al señor profundamente dormido, tenía puesta su camisa de la pijama, Dorothy sabía perfectamente cuando los señores tenían intimidad y cuando no, ya que él despertaba desnudo y esta vez no había sido así. Se entristeció porque no deseaba que sus patrones estuvieran enojados. Ya que cada vez que se peleaban se sentía el ambiente de la casa un poco más tenso.
Dorothy inmediatamente se dirigía al baño y preparaba la bañera para la señora y su ropa lista, mientras Candy se despertaba y se dirigía a la bañera, entonces salía Dorothy de la recamara principal y se dirigía ahora con la de Maggie y posteriormente con el de Ricky, les preparaba el baño y el uniforme del colegio. Cuando salía Dorothy de los cuartos de los niños Candy ya estaba arreglada y preparaba ya el desayuno de los niños y su lunch para el colegio.
– Mami – dijo Ricky cuando entro a la cocina y se sentaba a la mesa – ¿Papá y tú están enojados como hace más de un mes? – pregunto tristemente mientras Candy le llevaba el desayuno, fruta y huevos revueltos.
– ¿Enojados? ¿Cómo hace más de un mes?
– Maggie y yo sabíamos que se habían peleado fuertemente, ya que mi papá dormía en el cuarto de huéspedes y no contigo como siempre, – Candy se sorprendió, que se habían dado cuenta sus hijos. – ¿Supongo que otra vez mi papá va a dormir en la habitación de huéspedes por besar a Andrea Rosemont en un bar y tener un romance con ella? – pregunto Ricky inocentemente.
– ¡No mi amor! – le acaricio su cabellera castaña – tu papá y yo no nos hemos peleado y no se durmió en la habitación de huéspedes. – le sonrió tristemente, le dolía profundamente que sus hijos se dieron cuenta de todo y lo peor de todo es que hayan leído lo que se publicó en el periódico, ya que era algo tan humillante como hiriente para la figura de su padre.
– ¿Entonces no estás enojada con mi papi por qué beso a Andrea? – Pregunto Maggie entrando a la cocina y abrazo cariñosamente a su mamá – No me gusta que estén enojados y no me gustaría que se dejaran de hablar por un beso. – Candy le sonrió.
– Maggie siéntete a la mesa para que desayunes, y no se preocupen. – les guiño el ojo. – entre su padre y yo todo está bien. – le llevo su plato de comida.
– Yo creí que ibas a estar súper furiosa con mi papá, – sonrió felizmente Maggie con la noticia – ya que el periódico dice que mi papá tiene un romance con esa actriz de quinta.
– ¡Maggie! ¡No te expreses así por favor! Además, esa es una nota amarillista.
– ¿Nota amarillista? – Preguntó Ricky – ¿Qué significa eso?
– Que es una nota falsa. – Dijo Terry entrando a la cocina – No deben de creer todo lo que dice un periódico por una foto. ¿Ya terminaron de desayunar? Ya tenemos que irnos al colegio.
– Si papá.
– Ok, vayan por su mochila, aquí los espero para ya irnos al colegio. – los dos niños salieron y recogieron su mochila.
– Pecas, ¿Estamos bien? – Pregunto Terry dudoso ya que anoche Candy no le permitió que se acercara a ella cuando se habían ya acostado anoche, Candy solo movió su rostro afirmativamente y en ese momento los niños entraron ya con su mochila y se despidieron con un beso a su mamá.
– Nos vemos – dijo Terry tomando las llaves del automóvil.
– Papá ¿No le vas a dar un beso de despedida a mi mami también? – Dijo Maggie pues esperaba que realmente no estuvieran enojados sus padres. Terry sonrió y beso a Candy en los labios. Maggie sonrió y hasta dio un pequeño aplauso al igual que Ricky.
Terry primero dejo a Maggie al colegio y después a Ricky, sin embargo, Ricky tenía una duda.
– Papá, ¿Puedo preguntarte algo? – dijo Ricky casi llegando a su colegio y además que se encontraban solos. Tenía muchas dudas al respeto.
– Pregúntame todo lo que quieras saber mi amor – volteo a verlo y le sonrió.
– ¿Te acuerdas que ayer entre a tu habitación sin tocar a la puerta y los vi besándose a mi mamá y a ti si nada de ropa? – Terry volteo a verlo, ¡Vaya pregunta! Esperaba que ayer lo que le había dicho, ya no hiciera más preguntas respeto a eso y que fuera un tema ya olvidado.
– Si, lo recuerdo. – dijo secamente.
– Yo… leí la nota en el periódico… y… dice que tienes un romance con Cleopatra… con Andrea… ¿Qué significa romance? – miro sus piernas y entrelazo sus dedos nerviosamente – ¿Lo mismo que hacías ayer con mi mamá en tu habitación? – le costaba trabajo hacerle la pregunta a su papá, pero quería saber si su suposición era cierta.
Terry casi se atraganta y freno el carro rápidamente. No sabía cómo contestar a esa pregunta, se había quedado en shock por unos segundos.
– ¡No mi amor! – lo miro fijamente – ¡Un beso no significa nada! Y los periódicos especulan muchas cosas, son notas amarillistas que solo inventa cosas. ¡Son noticias falsas para vender muchos periódicos! – Ricky lo miraba fijamente – Yo no tengo ningún romance con nadie mi amor, y lo que viste ayer, es únicamente solo entre tu mamá y yo y nadie más.
– ¿De verdad papá? No sabes cómo me tranquiliza saber eso, anoche no pude dormir pensando que habías hecho algo muy malo y que habías lastimado a mi mamá porque inmediatamente que vio la nota mi mamá rompió en llanto.
Terry dejo a su hijo en el colegio, comprendió ahora la magnitud de la prensa amarillista, antes en su juventud no le importaba mucho lo que escribieran de él, pero ahora no estaba solo, tenía una esposa y dos hermosos hijos que los amaba con locura y no podía que esas notas amarillistas afectaran a sus hijos, en ese momento vio que algo brillaba en el asiento del copiloto, lo tomo y vio que era un pequeño pendiente, el pendiente no era de Candy, se lo había visto varias veces a Andrea, cerró los ojos y entonces recordó, pareciera que era un sueño, su pesadilla… pero quizá la pesadilla en realidad si había ocurrido al ver el pendiente de Andrea en su automóvil. – no puede ser posible aquello. Se maldijo aventando el pendiente de Andrea por la ventana.
– Dorothy – decía Candy sentada en el comedor tristemente – no puedo evitar el no sentirme engañada, no soporto más a Andrea. ¡La odio! ¡La odio con todo mi corazón! ¿No sé qué hacer? Estoy enojada.
– Candy, yo en tu lugar me pondría un hermoso vestido escotado e iría a pasear con mi esposo, – Candy miro perpleja a su amiga – seguramente que la prensa hoy va a asediarlo en el teatro… y no queremos que la prensa piense que... hay una ruptura en su matrimonio, ni que hay un engaño o que están peleados, no hay que darle satisfacción a esa maldita bruja actriz de quinta, sino todo lo contrario.
– No sé si pueda manejarlo, – negaba con la cabeza.
– Claro que sí, vamos a cambiarte de ropa a un vestido sexi y un peinado elegante antes que venga el señor.
– Hola Dorothy – dijo Terry llegando con un semblante triste – ¿Y la señora?
– Está en su recamara.
– ¿Ella ya almorzó?
– Ella aun no almuerza, voy a hablarle para que almuercen juntos.
– Gracias Dorothy.
Cuando en ese momento entro Candy a la sala vestida con un vestido ajustado color beige con un atrevido escote y un elegante peinado.
– ¡Candy! – Terry se sorprendió a verla, esperaba que aun estuviera enojada con él.
– Con la nota del periódico de ayer me hiciste enfadar mucho… sin embargo, me vas a pagar por esa humillación. – le guiño el ojo.
– ¿Qué quieres decir con eso Sra. Grandchester? – la miraba pícaramente.
– Que me vas a invitar a un restaurante a comer, posteriormente al cine y finalizando al teatro.
– Me encantaría llevarte al teatro, sin embargo, hoy a las 6 de la tarde tengo una función.
– Creo que no entendiste muy bien Terry. Quiero ir al teatro donde trabajas.
– Pecas, no pensaras – vio su mirada y esta no le agrado mucho – no, no puedes, ¿Qué hay de los niños?
– Dorothy se ocupará de ellos, además ellos van a estar muy felices si saben que estamos juntos y no enojados.
– Candy tu aun estas muy enojada, lo siento… pero no vas a ir al teatro a armar un escándalo.
– Con o sin tu consentimiento voy a ir al teatro en la tarde, te guste o no. Así ¿Qué me vas a invitar tú o me iré sola?
– ¡Candy posiblemente hoy haya muchos reporteros en el teatro! Ya me imagino que la prensa estará en primera fila haciendo preguntas indiscretas y no deseo que te hagan pasar un mal rato.
– Supongo entonces que con esa respuesta me quieres decir que no me vas a invitar ni a comer, ni al cine, ni mucho menos al teatro.
– Solo dime ¿Qué vas hacer?
– Simplemente lo que debí de haber hecho desde hace mucho tiempo. Advertirle a esa zorra que no se meta con mi marido.
– Está bien, – rodo los ojos – solo dame media hora para bañarme y arreglarme. – no estaba seguro con Candy se enfrentara con Andrea.
Residencia de Eleonor Baker.
– ¿Puedes creer esto Eleonor? ¡Cómo es posible que Terruce sea tan NOVATO y estupido! ¡Al exhibirse públicamente! – Gritaba el Duque enfurecido con el periódico. – cómo es posible que se haya besado apasionadamente con esa actriz en un bar y a la vista de todos.
– Ya sabes cómo es la prensa de amarillista, siempre dando falsas notas. – Cuando en ese momento suena el timbre de la casa.
– Seguramente es Terruce – dijo el Duque levantándose. – ¡Voy a medio matarlo! Poner mal el nombre de la familia Grandchester, sabe perfectamente Terruce que odio los escándalos. – El Duque fue quien abrió la puerta.
– ¿Es usted el Duque de Grandchester? – Decía un mensajero con un sobre amarillo.
– Si así es.
– Firme aquí por favor, – el Duque firmo y le entregó un sobre, cuando entro a la sala abrió el sobre rápidamente, saco unas 5 fotografías y una nota.
Duque de Grandchester.
Tenemos fotografías muy comprometedoras de su primogénito el actor Terruce G. Grandchester y la famosa actriz Andrea Rosemont, si desea que estas 5 fotografías no salga a la luz pública, deberán de pagar por cada una 200 mil dólares, en menos de 24 horas. Sino aténganse a las consecuencias ya que estarán en los diarios de mayor circulación.
El Duque observo las fotografías detenidamente: Terruce besándose con Andrea en el carro de él. En otra foto Terruce desabrochando el vestido por la parte delantera, otra foto los senos de Andrea estan al descubiertos y la mano de él agarrando su seno, y otra foto más besando el seno de Andrea, todas las fotografías en el carro de su hijo.
Eleonor se quería desmayar cuando vio las fotografías. ¿Cómo era posible eso?
CONTINUARA…
Mil gracias por sus comentarios y sugerencias, ya que las vacaciones terminaron yo vuelvo a trabajar nuevamente y mi hijo a la escuela y hacer tarea. Aunque no crean es bastante difícil hacer esta historia… por favor mándeme sugerencias ya que luego se me termina la inspiración y tengo bloqueo. Mil gracias.
