CAPITULO 16
PASADO
Verano de 1912. 15 años.
Ya era noche y me metí a bañar, al salir de la ducha me acorde que había dejado el libro de Shakespeare en la sala, si por curiosidad Alfred abría el libro se daría cuenta que el libro le pertenecía a Eleonor Baker. Salí cuidadosamente por un pasillo larguísimo sin hacer mucho ruido, antes de entrar a la sala escuche algunas voces, era Alfred con compañía, me asome y era el mismo caballero del teatro y me dio curiosidad de saber que estaban hablando, así que me quede escuchando su conversación.
– Armand, ¿Qué noticias me tienes? Se supone que Su Excelencia me quería ver mañana en la mañana en su residencia. – comentó Alfred preocupado mientras se sentaba en un sofá.
– Así es, pero decidió cambiar de planes, desea verlo esta misma noche en el Bar Stratford a la media noche, ya que el Honorable Terruce Grandchester esté dormido, además Su Excelencia desea pasar la mañana jugando croquet en la tranquilidad de sus jardines.
– Muy bien, además deseo comentarle algo referente a Terruce, me ha hecho últimamente preguntas acerca de su madre y no sé qué decirle, me ha tomado desprevenido.
Así que mi padre no está en Italia cómo Alfred me acaba de decir en la mañana, ¿Por qué me engañaría de esa manera? – Me pregunte escondido atrás de la puerta de la sala.
– Alfred, estaba pensando ¿Si te gustaría beber un Whisky mientras llega Su Excelencia? – Preguntó Armand.
– Me encantaría, pero no creo que sea buena idea, sabes que el Duque me pidió que fuera la niñera de su Honorable hijo.
– ¿Por qué te ofreciste hacer la niñera de Lord Terruce? – Preguntó Armand interesado.
– No puedo negarme, soy totalmente leal al Duque de Grandchester y no confía mucho en las escoltas de su hijo, ya que logra escabullirse y burlarse de ellos con facilidad.
¿Su niñera? Entonces Alfred… – de repente vi que se levantó del sofá y se dirigía donde me encontraba – ¡Ahí viene Alfred! – Rápidamente entre en mi habitación, agarré un libro que estaba en mi cómoda, me acosté en la cama y fingía que estaba leyendo.
– Toc, toc – Soy Alfred ¿Puedo pasar?
– Adelante Alfred – él abrió la puerta y entro – ¿Se te ofrece algo?
– Vino un compañero de trabajo, Armand y me preguntaba si no hay ningún problema que salga a un bar a beber un par de cervezas.
– No hay problema Alfred, puedes ir con toda la confianza, yo termino este capítulo y me duermo, no te preocupes por mí.
– ¿Está seguro mi Lord?
– Claro ¡Divierte!
Alfred salió de la habitación y por mi ventana vi que mis dos escoltas los estaba esperando a Alfred y Armand en uno de los carruajes de mi padre – Tengo que ir ¿Por qué me habrá dicho Alfred que mi padre estaba en Italia y no en Londres? Me vestiré… tengo que vestirme elegantemente y aparentar mucha más edad que la que tengo. – Me puse el traje blanco con la capa azul marino, tome un poco de dinero que tenía guardado, salí y tome un carruaje que me llevo al bar Stratford, un bar de alto prestigio.
Al llegar afortunadamente no tuve problemas al entrar, observe cuidadosamente el lugar y vi donde estaba sentado Alfred y Armand le pedí al mesero que me sentara a lado de aquella mesa junto aquellos dos caballeros. Pase cerca de Alfred y no noto mi presencia, estaba muy divertido en su plática con Armand, había un asiento desocupado y creí que ahí se sentaría mi padre, así que me puse de espaldas al asiento donde se supone que se sentaría mi padre.
El mesero me pidió mi capa y mi orden yo le dije que estaba bien así y que me trajera una cerveza y una botana. Después de media hora mi padre llego al lugar. Los meseros sabían que él era el más alto noble inglés y lo atendieron rápidamente, el Duque pidió la mejor botella de Whisky y una botana de mariscos, una vez que el mesero trajo la bebida y la comida comenzaron su plática.
– ¿Cómo le fue en la reunión en el Parlamento Duque? – Preguntó Alfred tomando un sorbo a su Whisky en las rocas.
– Muy bien, el próximo sábado firmaremos el nuevo decreto para la reforma 210. – Contestó el Duque seriamente.
– Es una reforma muy importante, me alegra que finalmente sea firmado y aprobado. – Replicó Armand, su otra mano derecha de mi padre.
– Al terminar la reunión de la firma en el Parlamento, se dará una gran fiesta… los Reyes de Inglaterra estarán ahí presentes y toda la aristocracia de otros países Europeos. Será una fiesta muy importante. Por otra parte, los necesito a ambos para algunos asuntos importantes… ya que ustedes son de mi más completa confianza. – Comentaba con su muy peculiar desdén señorial – Alfred ¿Terruce ha caído en las trampas?
– No Duque de Grandchester.
– Ni hablar ¡Alfred no quiero a Terruce aquí en Londres! Ahora te necesito para el decreto de la Reforma 210 No puedo confiar a mi hijo a otras personas. Terruce ya no es un muchacho que fácilmente se pueda manejar como tú lo manejas a él. Así que al más tardar para el viernes necesito que él este nuevamente en Escocia y tú de vuelta en Londres. – Continuó con firme decisión – No quiero que sospeche que estoy aquí.
– No se preocupe Duque, él no sospecha absolutamente nada.
– Me comentó la Duquesa que Terruce estuvo en la residencia. ¿Qué estaba haciendo Terruce ahí? – Preguntó el Duque.
– Fue idea mía… su hijo tenía tantas ganas de visitar su casa… y como era miércoles sabía muy bien que usted estaba en el Parlamento todo el día arreglando los asuntos de la nueva reforma. Si hubiera sido otro día no hubiera permitido que él entrara a la residencia.
– ¡Alfred no deseo que vuelvas hacer otra cosa así y mucho menos no avisarme! – Vociferó con vehemencia el Duque intimidado a Alfred – ¡Sabes muy bien que primero debes de avisarme, antes que hagas una estupidez como esa! – dijo haciendo un gran esfuerzo para controlarse y no gritarle a sus empleados. Después de todo, ellos no tenían ninguna culpa de sus problemas personales.
– No volverá a pasar Duque de Grandchester. – Contestó apenado Alfred.
– Eso espero… no quiero otra sorpresa, cómo con Paul, él muy estúpido escolta de mi hijo. – Tomo un sorbo a su copa de whisky mientras discretamente observaba la actitud de su mano derecha – ¿Qué sucede Alfred te noto un poco nervioso? ¿Deseas decirme algo? Habla sin rodeos.
– Así es, yo… yo… – le costaba trabajo encontrar las palabras adecuadas para proseguir. – Hay algo referente acerca de su hijo...
– ¡Dios! ¿Qué sucede con Terruce ahora? – Logró decir enojadamente por la lentitud de hablar de Alfred.
– Me ha hecho varias preguntas acerca de su madre.
– ¿Su madre? A que te refieres… ¿De Regina? – Preguntó dudoso.
– No, su verdadera madre… de Eleonor Baker.
– ¡¿Qué?! ¡Lo que me faltaba! ¡¿Qué le dijiste acerca de Eleonor Baker?! – Exclamó enfurecido el Duque.
– Nada, afortunadamente Terruce no se acuerda de ella, ni su nombre, ni como era, él cree que su madre tiene el cabello castaño como el de él. – Comentó sin poder ocultar su nerviosismo.
– ¿De verdad? Es una buena noticia que no se acuerde de ella – respiro aliviado – era muy chico cuando lo separe de su madre… tenía cuatro años y medio. Sería terrible si supiera la verdad de quien es su madre.
– Me dijo Terruce que le había dicho usted, que su madre se había casado con otro hombre, desafortunadamente si averigua quien es su madre se dará cuenta que en estos 10 años ella no se ha casado y no se podrá mantener más aquella mentira. – Continuó con inseguridad – Es por eso que me gustaría ponerme de acuerdo con usted ¿Qué desea que le diga a Terruce?
– ¡Nada! ¡Te dije que era una mala idea, que pasaras tanto tiempo con Terruce! Ahora él te tiene mucha confianza y espero que no le comentes la verdad acerca de su madre – exclamó el Duque exasperado mientras las mejillas se le encendían de rabia – ¡Quiero que te lo lleves lo más pronto posible a Escocia antes que te saque alguna información!
– Así será Duque de Grandchester.
Me quede anonadado de la manera tan ruda y autoritaria de dirigirse a Alfred como si fuera un empleado cualquiera.
– ¡Mañana no deseo ser molestado! Quisiera pasar una mañana tranquila jugando croquet…
Ya había escuchado bastante, tenía una furia desatada en mí, quería enfrentarme a mi padre, quería desafiarlo, que me diera una explicación porque de tantas mentiras, pero algo me detuvo, él desafortunadamente es el más alto noble inglés y no podía armar un escándalo en el bar, él nunca me lo perdonaría y me callaría con una bofetada. Salí del bar y tome un carruaje que me llevo al hotel, tenía tantas ganas de destrozar todo lo que estaba a mi alcance, pero no quería que Alfred sospechara, me metí a la cama y con ganas de estrangular a la almohada, después de media hora escuche a Alfred llegando, fingí que estaba dormido y como lo sospeche él entro a mi habitación para asesorarse que yo estuviera en la cama. Una vez que verifico que estaba acostado cerró la puerta y se metió a su habitación.
Al día siguiente desayunamos en la suite del hotel y al finalizar le dije que tenía algunas cosas que hacer, él por su parte me dijo que me iba a acompañar, furioso le dije que quería salir en el automóvil solo sin compañía alguna. Alfred me miro muy molesto y afirmo que eso era imposible, así que estuve de acuerdo que me acompañara y que iría a buscar mi capa y que él hiciera lo propio. Una vez que Alfred entro a su habitación por su abrigo, azoté su puerta y la cerré con llave.
– ¡Terruce! ¡Terruce! – Gritaba Alfred golpeando la puerta – ¡Abre la puerta!
– Lo siento Alfred, pero tengo cosas que hacer y no te necesito cómo mi niñera – afortunadamente las escoltas estaban en el primer piso y descolgue el teléfono de la habitación para que Alfred no pudiera comunicarse con ellos, rápidamente tomé las llaves del vehículo y salí de la suite.
– ¡Terruce! ¡Abre! ¡Abre la puerta! – seguía golpeando la puerta.
Rápidamente agarre mi automóvil, en un cuarto de hora subirían mis escoltas a la suite. Así que tenía tiempo suficiente de escabullirme para llegar a la residencia de los Grandchester, me detuve antes de llegar al Palacio para esconder el vehículo. Llegue corriendo a la residencia y me di cuenta que el portón estaba cerrado con tres guardias vigilando, así que camine un poco más para que no me vieran y cómo las rejas no eran muy altas me trepe en ellas y salte al otro lado, corrí hasta donde mi padre solía jugar croquet, su juego favorito.
– ¡PADRE! – Le grite a todo pulmón.
– ¡TERRUCE! – Volteo el Duque y al verme, se asombró – ¿Qué está haciendo aquí?
– Más bien ¿Qué estás haciendo tú aquí? No deberías de estar en Italia.
– ¿Dónde está Alfred? – Preguntó el Duque enfurecido.
– Lo encerré en su habitación, ¿Quiero que me digas todo referente a mi madre? No quiero mentiras ¡Anoche escuche todo! ¡TODO!
– ¡No es cierto! – Me desafió con su mirada intimidante.
– Claro que sí, ayer perseguí a Alfred sin que se diera cuenta y me senté atrás de ti en el bar Stratford… escuche toda la conversación. ¿Dime padre? ¿Por qué siempre me has engañado que sales frecuentemente del país y no es verdad? ¿Por qué ME ODIAS TANTO QUE SIEMPRE TE APARTAS DE MI? – Grite lastimado.
– ¡YO NO TE ODIO!
– ¡MENTIRA! Explícame ¿Por qué me alejaste de mi madre? ¡¿Por qué te divorciaste de ella?!
– ¿Terruce realmente quieres saber la verdad? – Me miro incrédulo alzando su ceja.
– ¡Claro que sí!
– ¡Yo nunca me case con tu madre! ¡No podía manchar el honor de los Grandchester!
– ¿Qué hay de deshonroso casarse con Eleonor Baker?
– ¡¿Eleonor Baker?! – Me padre se asombró cuando escucho el nombre de mi madre.
– Claro, crees que no sabía que mi verdadera madre es la famosa actriz de Broadway.
– ¡Cómo Duque de Grandchester no podía casarme con una actriz y menos aún con una americana! Recuerda que la nobleza corre por nuestras venas y debemos casarnos con personas de nuestro mismo linaje…
– ¡NI QUE FUERAMOS ANIMALES! – Exclamó el joven exasperado mientras las mejillas se le encendían de rabia e impotencia.
– ¡CALLATE! – Me miro con unos ojos terribles que creí que me iba a matar con su simple mirada.
– ¡Hubiera sido mejor haberme quedado con mi madre que contigo! – Lo interrumpí – ¡Contigo mi vida ha sido un infierno!
– ¡QUE HIJO TAN MALAGRADECIDO! – Volteo para verme nuevamente con su peculiar mirada fría – ¡Yo te di nombre, apellido, título y el honor de ser noble!
– ¡AL DIABLO CON EL HONOR!
– ¡No puedo creer lo que estás diciendo! ¡¿Te hubiera gustado ser más el hijo bastardo de Eleonor Baker?! ¿Por qué crees que ella nunca te ha buscado en el colegio… ni te ha escrito? ¡Porque no quiere manchar su reputación de mujer digna y respetable! Ser madre soltera es lo más deshonroso y peor aún para el hijo. Siempre serías señalado como el hijo bastardo de Eleonor Baker… en cambio conmigo eres el "Muy Honorable" Terruce G. Grandchester y el privilegio de pertenecer a la nobleza.
– ¡AL DIABLO CON LA NOBLEZA…! ¡Preferiría haber sido el hijo bastardo a vivir esta vida que vivo!
– ¡QUE BLASFEMO! ¡Debes de saber que tú puedes vivir cómo vives gracias al honor de tu padre el Duque de Grandchester! ¡¿Quién crees que paga tus cuentas?! Tu ropa tan excesivamente cara, tus capas de más de mil libras cada una, tus clases particulares de Squash, esgrima, natación, polo, equitación, las enormes colegiaturas que tengo que pagar y las fuertes donaciones para que no seas expulsado del más prestigioso colegio de Londres, ¿Crees que mantener a Teodora en el colegio es barato? El automóvil último modelo que utilizas y las facturas de los hoteles ¿Cómo puedes decirme que odias la vida de privilegios que te doy y además de decirme que te odio? Y debo de recordarte que vayas donde vayas siempre serás bien recibido gracias que tienes el privilegio de pertenecer a la aristocracia.
– No padre, ¡TU ESTAS EQUIVOCADO! Prefiero cambiar todos los privilegios… porque me des un poco de tu tiempo, de tu cariño… que me abraces, que estés orgulloso de mí y de mis logros yo… yo… – y finalmente lo solté, dije lo que sentía en lo más profundo de mi corazón – ¡TE ODIO! – Grite todos mis reproches que tenía y ya no podía guardarlos más
– ¡Odio que me hayas abandonado en el colegio! ¡Te odio porque nunca has ido un quinto domingo cómo todos los demás padres! ¡Te odio porque siempre me has engañado! ¡Te odio que me hayas hecho un hombre tan infeliz y solitario! ¡¿DIME CUANTO ME ODIAS PADRE, ¡¿PARA SEPARARME DE MI MADRE DE UNA FORMA TAN VIL Y MISERABLE?! – Termine llorando cómo nunca lo había hecho, las lágrimas brotaban y brotaban. – Sí te resulto tan molesto ¡¿Por qué me trajiste contigo?! - apretaba fuerte mis puños.
– Lo siento por ti Terruce, pero por tus venas corre la sangre de los Grandchester y esta es una realidad innegable. Nunca podría cederte a otra persona. Sin embargo, si odias hasta ese punto tu apellido y no te importa acabar en medio de la calle, también puedes renegarlo. Sé bien que no serás tú quien continué el buen nombre de la familia. ¿Entonces? ¿Acaso tienes ese valor para hacerlo y de quedarte en la miseria? (fragmentó del libro Final Story de Misuky)
– ¡Duque de Grandchester! ¡Duque de Grandchester! – Se escuchó la voz agitada de Alfred a lo lejos y corriendo donde se encontraba el Duque – su hijo Terruce se ha escapa… – cuando me vio Alfred asustado – ¡Mi lord!
– Alfred ¡Llévate a Terruce al Hotel! – Replicó el Duque con vehemencia – y después a Escocia.
– Qué triste es la realidad… – baje la mirada al césped – por primera vez me he quitado la venda que tapaba mis ojos… siempre quise creer que era la Duquesa de Grandchester quien no quería que estuviera aquí – levante la mirada para ver el rostro de mi padre fijamente – Que tristeza es darse cuenta que es mi propio padre que me echa de su casa y de Londres.
Aquella tarde salí de la residencia con Alfred, nos fuimos en mi automóvil yo iba manejando, en el camino no pronuncie ni una sola palabra, Alfred tampoco dijo nada. Llegamos al hotel y cuando entramos a la suite estallo la bomba.
– Alfred ¡No quiero volverte a ver nunca más en mi vida! – Dije completamente decepcionado – yo… yo quien siempre te considere como mi amigo… cómo un padre para mí… siempre me has engañado… ¡Nunca fuiste honesto conmigo!
– Mi Lord déjeme explicarle…
– ¡No! ¡¿Qué tienes que explicarme?! ¡Qué mi padre te pago mucho más dinero para que fueras mi niñera!
– ¿Su niñera? – Preguntó Alfred pasmado.
– Claro, no te pudiste negarte porque le eres totalmente leal al Duque, siempre me mentiste acerca de mi madre… tú sabías toda la verdad y me engañaste todo el tiempo diciéndome que mi padre nunca estaba en Londres.
– ¡Mi Lord…!
– ¡No soy lord de nadie y mucho menos de ti! – Respondí con la misma mirada fría de mi padre – ¡Tú eres simplemente otro vil sirviente del Duque!
– Debo de escoltarlo a Escocia. – Alzó aún más su mentón, sabía que lo había lastimado con mis palabras hirientes.
– No te preocupes por esa tarea ¡Que otro sirviente de mi padre me escolte! Que lo haga Stewart y Clark ¡Porque a ti… ya no te quiero volver a ver nunca más!
– ¡Terry! – Por primera vez Alfred me llamo con mi diminutivo, quien siempre había pedido que él me llamara de esa manera.
– Alfred, creo que es demasiado tarde para que me llames así… además lo siento falso, ¿Cómo puedes decirme ahora Terry si tú me tendías trampas dejando cajetillas de cigarros a mi alcance y me ofrecías cigarros para caer en la trampa? De esa manera mi padre me mandaría inmediatamente a Escocia – grité – ¡Lárgate! ¡Lárgate y dile al Duque que mañana en la mañana abandonaré Londres y que me mande al sirviente de Stewart!
– Mi Lord… yo no estuve con usted porque su padre me lo haya pedido, sino porque realmente lo aprecio y lo estimo cómo no tiene idea. Siempre le he dicho que lo quiero cómo un amigo… un hijo al que yo no podré tener... anhelar tener una familia propia.
– ¿De verdad? No te creo Alfred… un amigo no hace lo que tú hiciste, siempre ibas como un vil chismoso con mi padre, o sino estaba él, tú me castigabas con cinturón en mano y aún así yo te respetaba y te quería mucho. ¡Ahora lárgate! Y que venga Stewart porque yo a ti te odio profundamente con todo mi ser, me has defraudado horriblemente – Abrí la puerta de la suite e invité a Alfred que saliera de ella. Antes de salir él me miro con una inmensa tristeza reflejada en su mirada, cerré la puerta y comencé a llorar en silencio.
Pase las últimas dos semanas de vacaciones en Escocia. Al llegar me sentía tan increíblemente triste, vacío, desesperado, melancólico, furioso, enojado, "traicionado"... una noche a las tres de la madrugada estaba manejando por las carreteras de Escocia. Ya conocía muy bien la carretera y decidí ir a lo alto de un cerro, donde las parejas enamoradas suelen ir porque la vista del paisaje y los lagos se ve increiblemente hermosos. No me dirigía ahí porque quería ver la hermosa vista, sino a lo alto de aquel cerro había una curva peligrosa, era donde quería ir.
Llegando ahí, si no daba el giro al volante me caería al barranco y sería mi muerte, eso es lo que quería… ya no seguir viviendo más, quería terminar con mi vida, con mi vida llena de privilegios, pero sin amor, ni cariño. Acelere todo lo que mi automóvil podía dar, era tan fuerte su velocidad que pensé que no iba a sentir nada a la hora de que salte por el barranco. Vi un letrero que decía curva peligrosa a 500 mts. Y a lo lejos vi aquella curva iba más de 120 K/H y cuando me acerque di giro al volante repentinamente y disminuí la velocidad hasta hacer alto total. No pude hacerlo, no pude terminar con mi vida, no tuve el valor, me acobardé al último momento.
Me recargué sobre el volante por un momento, levante la mirada y mi rostro estaba llena de lágrimas – Dios mío, dame el valor suficiente para continuar viviendo… porque si no me ayudas me moriré de tristeza, amargura y soledad. Has que mi porvenir sea diferente, no me abandones en estos momentos tan difíciles, no quiero vivir en esta amargura que no me hace sentir bien, deseo ser feliz… pido a Dios nuestro Señor, serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, coraje y valentia para cambiar las que pueda y dame la sabiduría para afrontar mis miedos e inseguridades, dame la oportunidad de tener una vida diferente... deseo ser feliz...
PRESENTE.
Martes.
30 de enero de 1931.
Casa de Andrea Rosemont.
– Usted señorita, extorsiono a un hombre sumamente poderoso, – tomo la pistola entre su mano y paso el cañón de la pistola sobre la mejilla derecha de la mujer y posteriormente a la mejilla izquierda bajando por el cuello y su pecho – y el Duque no desea que hable más con ningún medio de comunicación. – Andrea estaba tan pálida como una hoja de papel
– No hablare – susurraba, la voz no le salía de la garganta sintiendo el arma sobre su rostro.
– Excelente, Clark – se dirigió a un escolta que estaba alado del vehículo – Puedes traerme el paquete por favor. – el hombre simplemente hizo un asentimiento de cabeza abrió la puerta de vehículo y Andrea casi se desmayaba mientras se acercaba ahora con una caja envuelta.
– ¿Podemos pasar? – Pidió el hombre con el arma mientras tomaba el paquete con su otra mano.
– ¡¿Qué es lo que hay en ese paquete?!
– No se preocupe – la escolta sonrió ya que veía a la mujer tan espantada que en cualquier momento se podría hasta orinar del susto. – Son accesorios, una peluca, un sobrero, un abrigo de alta costura – dijo el hombre entrando a la sala.
– ¿Quién es usted? – Pregunto espantada Andrea viendo como entraba a su casa sin siquiera darle el permiso de que entrara.
– Mi nombre es Stewart, los tres hombres de allá son Louis, Harry y Clark y somos de la Guardia Real, nosotros nos dedicamos a custodiar a personas de la aristocracia inglesa. – Hizo una pausa viéndola a los ojos de la mujer – Sin embargo, el Duque de Grandchester es una persona sumamente generosa y nos ha ordenado que hoy la custodiemos a usted, no desea que la prensa se acerque a usted.
– Comprendo.
– Debería de sentirse alagada – se acercó a ella mientras metía el arma nuevamente en su saco negro – no cualquiera tiene el privilegio de que sea custodiada por guardaespaldas Reales. – Andrea jadeaba. – Quiero que se ponga la peluca, el sombrero de ala ancha y este abrigo – le entrego el paquete – como verá todos los artículos son dignos de una verdadera Reina y no son de utilería.
La actriz tomo el paquete con manos nerviosas y poco a poco se colocaba el abrigo como la peluca delante del señor, cuando Stewart se fijó que sobre la mesa había una carpeta con el logo del NEW YORK TIMES. con varios artículos de periódicos referente a Terry, Andrea se espantó aún más cuando el hombre comenzó a hojearlos.
– Usted es una mujer sumamente hermosa y puede tener a cualquier hombre comiendo de su mano, incluyendo a cualquier miembro de la familia Grandchester, – hojeaba los periódicos lentamente – pero eso a que pida que los fotografíen y llevar la noticia a un periódico tan reconocido y serio como el New York Times fue un gran error de su parte y un golpe muy, pero muy bajo, – hizo una pausa mirándola fijamente a los ojos – pero extorsionar a un hombre como al Duque de Grandchester con un millón de dólares yo lo llamaría una enorme pendejada.
La mujer se quedó sin aliento cuando el hombre dejo de mover los artículos de los periódicos y se acercó a ella y sintió escalofríos recorriendo por todo su cuerpo.
– Cuando lleguemos al teatro, – le acomodo la peluca y el abrigo – entraremos por la puerta principal, usted me tomara de la mano como mi pareja y estos hombres tomarán puntos estratégicos para que no se acerque por si la llegarán a reconocer, – sonrió el hombre al ver que había logrado su objetivo, de darle un buen susto – veo que ya está lista, podemos irnos ya al teatro.
Camino al teatro.
Andrea se sentía sumamente intimidada por los cuatro hombres mucho más altos que ella y todos con un arma escondida en su saco, nunca en su vida había visto a hombres armados, pensaba mientras se subía al vehículo. Tenía mucho miedo que en vez de llevarla al teatro le dieran un tiro en la cabeza por extorsionar al Duque y que tiraran su cuerpo en la carretera.
– Hola me llamo Andrea – dijo la mujer saludando a los otros guardaespaldas simplemente para romper el hielo o para qué no estuviera tan nerviosa.
– A ellos no se les está permitido hablar – dijo Stewart con voz más tranquila estado a lado de ella – con las personas que custodiamos nos comunicamos únicamente con monosílabos, y entre los guardias nos comunicamos por medio de lenguaje corporal, con miradas y señas secretas.
– Debe de ser horrible.
– Si es horrible, – sonrió – por ejemplo, el Sr. Terruce Grandchester nos decía que éramos unas horribles gárgolas.
– ¿Gárgolas? Que chistoso, parece que aprendió mucho de ustedes, Terruce no es muy comunicativo, en vez de ser actor debió de haber sido guardaespaldas como ustedes.
– Lo dudo mucho, él nos odia a muerte, recuerdo cuando era un niño de diez años era muy astuto y siempre lograba burlarnos y se nos escapaba, era muy hábil.– sonrió al recordar como Terry se escapaba de ellos, pero por otra parte él deseaba darle algo de libertad... aquel muchacho de mirada triste y no ser su sombra, era su primer trabajo y él tenía quince años. Gracias a Terry recibimos muchos regaños por parte del Duque.
Teatro.
– Finalmente pudimos escabullirnos de la prensa, por un momento pensé que nos descubrirían, esto me recuerda cuando tenías 20 años y trabajabas en el Teatro Dreams y no nos habíamos visto hace más de cinco años. – decía Alfred para aligerar el ambiente cuando llegaron a salvo al área de camerinos, era claro que a Terry estaba que se lo llevaba el demonio.
– Gracias Alfred, puedes retirarte. – dijo el actor con voz enojada.
– Terminando la obra se repetirá el procedimiento, no podrá salir del teatro hasta que se lo ordenemos. – decía Alfred mientras se escuchan varios pasos.
– Sr. Grandchester, – decía Stewart con una leve reverencia y escoltando a Andrea mientras ella se quitaba el abrigo, el sombrero y la peluca.
– Stewart, ¡Qué sorpresa! Pero mírate, qué bajo has caído – dijo Terry mirando con desprecio a Andrea – al estar custodiando a zorras como a Andrea.
– Solo cumplo con órdenes Sr. Grandchester. – Terry no soportaba ni verla, así que se metió a su camerino a cambiarse y Andrea hizo lo mismo, faltaba ya poco para que comenzara la función.
20 minutos después.
– Terruce, Andrea… – decía el Director minutos antes que comenzara la obra y que entraran al escenario. – no sé qué habrá pasado la noche del bar ¡Y no me interesa saberlo en absoluto! – Grito y todos los demás actores escucharon – ¡Pero no estoy dispuesto! ¡Ni pienso tolerar una falta de respeto arriba del escenario! – Ya que el Director había palpado que el ambiente era muy tenso entre los protagonistas – Ya que el escenario es sagrado y hay que tenerle muchísimo respeto. – Los miraba fijamente a lis dos – El teatro está repleto de prensa tratando de hacer preguntas indiscretas, y a no haberlas obtenido a su llegada, los estarán analizando para obtener cualquier cosa por mínimo que sea. ¡Así que no quiero equivocaciones!
– No debe de preocuparse por mí, soy muy profesional en mi trabajo y he soportado este tipo de presión de la prensa en varias ocasiones a lo largo de mi vida. – dijo Terry con decisión.
– Andrea y ¿Tú?
– No te preocupes Erlanger, será como una premier para mí. – dijo la mujer con una leve sonrisa.
– ¡Ohhh por dios! ¡Grandioso! – Exclamó Terry irritado – Entonces ¡Se te van a olvidar tus malditos diálogos como sucedió en la premier! – Los ojos de Terry estaban llenos de una llama de ira que Andrea percibió perfectamente.
Intermedio de la obra.
– ¡Por dios Andrea! ¡¿Qué demonios te sucedió?! Estás completamente desconcentrada. – decía Alexander a su compañera en el camerino de ella.
– ¡Todo se fue al carajo! – Trato de hablar lo más bajo que pudo ya que en los camerinos estaban divididos por paredes falsas y se escuchaba todo – El desgraciado de Robert extorsiono al Duque de Grandchester ¡Con un millón de dólares! Que si no pagaba el rollo fotográfico sería publicadas las fotografías ¿Puedes creer eso?
– ¡¿Qué?! ¡Un millón de dólares! Pero en eso no habíamos quedado, solamente era un artículo en primera plana. – Decía el hombre asombrado.
– Deberías de haber visto a Robert, solo dije el nombre de la persona de quien iba a fotografiar y él muy desgraciado que lo manda a investigar, traía una carpeta llena de artículos de Terruce y descubre que su padre es multimillonario.
– Bueno para él es como quitarle un dólar a ese señor.
– ¡No sabes lo que hoy me ha ocurrido! – Decía Andrea completamente alterada – Cuatro hombres vinieron a mi casa ¡Todos estaban armados! Y uno de ellos saco un arma y me ¡Puso el cañón en el rostro! Primero en mi mejilla pasando de un lado a otro y bajando por el cuello ¡¿Puedes creer lo que sentí?! ¡Creí que me iban a matar!
– Cálmate, ya paso todo… solo esos hombres querían date un susto, nada más.
– 5 minutos para escena. – decía un hombre tocando en todos los camerinos.
– ¿Calmarme? – Decía la mujer con lágrimas en los ojos – no es tan sencillo.
– Mira, en 5 minutos debemos de estar en el escenario, y tú debes de concentrarte únicamente en tu papel de Cleopatra y no debes de preocuparte, Terruce es una persona bastante profesional y no te dejara caer en el escenario, ya que es un trabajo en equipo. – Le decía mientras le limpiaba las lágrimas del rostro y le sonrío tiernamente.
– ¿Puedo pedirte un gran favor?
– Claro dime.
– Préstame las llaves de tu carro, me dijeron que al finalizar la obra me iban a escoltar nuevamente a casa. ¡Yo no quiero irme otra vez con ellos! – Rogaba la mujer.
– Si, si, no te preocupes te voy a prestar mi carro, las llaves están en una gaveta en mi cómoda y mi carro está estacionado en la calle donde siempre lo pongo. Vámonos ya que todos deben estar ya en el escenario.
– ¿Qué demonios te ocurre Andrea? – Decía Terry furioso cuando llegaron casi al escenario y todo estaba completamente obscuro. – ¡Deberías ya haberte acostumbrado de que haya periodistas y prensa en el público! No pareces una actriz profesional, pareces peor que una actriz novata.
– Lo lamento Terruce, tratare de ya no equivocarme. – suspiraba profundamente para relajarme y concentrarme en mi papel.
Termino de la obra.
Había pasado como cinco minutos, Terry se había ya cambiado de ropa cuando alguien toco a su puerta del camerino. – Toc, Toc.
– Adelante – abrieron la puerta y Terry vio quien entraba a través del espejo mientras se desmaquillaba – ¿Qué haces aquí Alfred?
– Le había comentado que lo íbamos a escoltar al finalizar la obra.
– ¡¿Qué?! Por dios Alfred, no es para tanto, además ya preparé que voy a decirle a la prensa. – Lo miraba furioso a través del espejo.
– Solo cumplo con las órdenes de su padre. – 5 minutos después salieron del camerino y lo llevo a una parte apartada del bullicio de los actores y trabajadores dentro del teatro, en ese momento también llego Stewart con Andrea y los mismos tres guardaespaldas.
– Sr. Grandchester, Srita. Rosemont al parecer la prensa está deseosa de hacer preguntas indiscretas acerca de si ustedes tienen alguna relación amorosa – decía Alfred Bates seriamente – lo que vamos hacer ahora es fingir su salida del teatro y posteriormente cuando el teatro este completamente vacío podrán salir y los escoltaremos a sus domicilios, por el momento van a estar encerrados en este cuarto. – abrió la puerta, era un cuarto de herramientas.
– Bromeas ¿Verdad Alfred? – Decía Terry al límite de su paciencia – No puedes encerrarme en un cuarto junto a esa maldita zorra.
– No se preocupe Sr. Grandchester que no va a estar solo con ella – le sonrió y le giño el ojo traviesamente y Terry lo fulminó con la mirada. – estarán escoltados por Clark y Harry…
– ¡No puedes hacerme esto Alfred! – La mirada de Terry era terrible – ¡Ya tengo planeado que voy a decirles a la maldita prensa! Y no pienso estar encerrado ahí…
– En realidad el motivo del encierro es que su padre desea hablar con ustedes dos, de un asunto bastante delicado, – miro a Terry directamente a los ojos de él – su padre está más que encabronado con todo este asunto.
– Yo… yo no puedo estar encerrada… – decía Andrea histérica, en realidad no deseaba hablar con el Duque, porqué el Duque tendría que hablar con ella, para recriminarle lo que había hecho. – ¡Yo soy claustrofóbica!
– Srita. Rosemont – Alfred se acercó a ella de forma amenazante – el cuarto no es pequeño, aunque si va a estar oscuro, pero no va a estar sola, estará acompañada… eso sí, deseo que se mantenga en completo silencio – la miro a los ojos intimidantemente como si le saliera fuego en los ojos. – No deseamos que nadie sepa que ustedes van a estar aquí, así que por favor entre al cuarto ya que sus colegas van a salir en cualquier momento ya que por aquí es la salida de los actores.
Ambos entraron al cuarto, el cuarto estaba completamente oscuro y solo por una pequeña ventana entraba la luz de la calle. Terry se sentó en el piso recargándose en la pared y Andrea lo imito, se recargo igualmente en la pared, pero con un metro de distancia de él. Enfrente de ellos estaban Harry y Clark vigilándolos.
– Tengo mucho miedo, nunca en mi vida he estado encerrada…
– ¡Silencio! – Exclamó Clark rudamente – Respire profundamente y no hable. – Terry simplemente volteo al lado contrario de donde se encontraba Andrea y no le dirigió la palabra en absoluto.
Andrea comenzó a respirar profundamente para tranquilizarse, en efecto… la descripción que había dicho Terruce con estas personas era la adecuada, eran dos hombres o más bien dos monstruos vigilándolos en completo silencio e inmóviles como las gárgolas, solo sentía su mirada penetrante y un escalofríos recorría por todo su cuerpo, deseaba salir de ese cuarto oscuro y por otra parte le aterraba hablar con el Duque, volteo a ver a Terruce que estaba con los brazos cruzados recargados sobre sus rodillas, su cabeza recargada en la pared con los ojos cerrados, no sabría decir si estaba tranquilo o estaba igual que yo.
Paso como más de una hora cuando abrieron la puerta, el público, la prensa, como los actores y los trabajadores ya se habían ido todos a sus casas, el teatro estaba completamente vacío.
– Sr. Grandchester – dijo Stewart entrando al cuarto y encendiendo la luz, – su padre desea hablar con usted, así que lo va a esperar en su camerino, él ya no tardará en llegar.
Stewart volteo a ver a las dos escoltas y les dio una señal y estos salieron a acompañar a Terry.
– Srita. Rosemont yo la escoltaré hasta su domicilio acompáñeme por favor, – Andrea respiro aliviada ya que no iba a hablar con el Duque solamente con Terruce, salieron por una puerta trasera del teatro y vio que ahí estaba el carro de Alexander como él lo había prometido.
– Yo… yo preferiría irme sola a mi domicilio… tengo un auto de un amigo que esta por allá – dijo nerviosamente mientras caminaban – Ya no hay ningún tipo de prensa y juro por dios que yo no voy a declarar nada referente a la nota del NEW YORK TIMES. – Decía Andrea asustada ya que vio a lo lejos un carro sumamente lujoso con otras dos personas diferentes igualmente intimidantes.
– ¿No desea que la escoltemos a su casa Srita. Rosemont?
– No ¡Definitivamente no! – Stewart la miro fijamente y sonrió a verla tan asustada como una gatita indefensa. – Me aterra estar con personas armadas.
– Srita. Rosemont me alegra saber que entendió nuestro mensaje de advertencia – se detuvieron antes de llegar al carro lujoso y se acercó al rostro de ella, él era un poco más alto que ella.– y dudo mucho que desee otro viaje u otro encierro en un cuarto oscuro con alguno de nosotros… la experiencia puede ser mucho más aterradora, se lo aseguro. – sin darse cuenta como le hizo, pero le estaba acariciando su rostro con el cañón de su arma. – Extorsionar a una persona como al Duque es un terrible error... también publicar fotografías comprometedoras de cualquier miembro de la familia Grandchester, espero que no se vuelva a repetir, ni que se meta nuevamente con Terruce amorosamente, no me gustaría ver ese hermoso rostro angelical con alguna marca horrenda con algún cuchillo.
– No, no se volverá a repetir – Decía la actriz mirando el arma cerca de su rostro.
– Puede retirarse a su casa sola si así lo desea.
– Gracias – dijo Andrea y salió corriendo rápidamente de ahí, llego al carro de Alexander y se dio cuenta que no tenía las llaves del carro. – Maldita sea, – se dijo y rápidamente por la misma puerta trasera del teatro entro y corrió al área de camerinos masculinos y entro al camerino de Alexander.
Busco las llaves en la gaveta y las encontró con facilidad, cuando escucho varios murmullos, rápidamente apago la luz y abrió la puerta para ver – ¡Dios mío! – Vio que dos personas se acercaban a lo lejos del pasillo, cerró la puerta, no debía de entrar en pánico y lo principal no debía de hacer ningún ruido, así que hizo lo que había hecho Terruce en aquel cuarto oscuro, se sentó en el piso recargada en la pared donde estaba la puerta ya que esa pared no era un muro falso y comenzó a respirar profundamente para poder tranquilizarse.
– ¿Stewart que haces aquí? – Pregunto Alfred extrañado – ¿No tenías la orden de escoltar a la Srita. Rosemont? Por cierto ¿Dónde se encuentra Terruce?
– Él se encuentra en su camerino con Harry y Clark.
– ¡Quiero que saques inmediatamente a las escoltas del camerino! El Duque desde la mañana esta con un maldito genio que ni lo calienta el sol ¡Está súper encabronado con Terruce! Y cuando llegue el Duque va estallar una guerra, por eso me adelante para sacarlos.
– Ahora mismo voy por ellos. – corrió, justamente le dio tiempo de sacar a Harry y Clark y les dio órdenes de que los esperaran en los vehículos.
– Stewart – Dijo el Duque interceptándolo en el pasillo de los camerinos. – ¿Qué haces aquí? No te di órdenes que llevaras a Rosemont a su domicilio.
– Su excelencia, la Srita. Rosemont estaba muy pálida y me pidió que quería irse ella sola, estaba aterrada y más que ella es claustrofóbica, me dio miedo que se pusiera aún mucho peor ya que la experiencia con nosotros no fue nada grata.
– Supongo entonces que entendió el mensaje perfectamente.
– Así es señor, lo entendió perfectamente.
– Stewart quiero que te quedes en la puerta trasera del teatro ya que al finalizar de platicar con Terruce quiero hablar contigo acerca del encargo que te pedí hacer y que me des todos los pormenores referentes a Rosemont de hoy en la tarde.
– Sí señor. – Stewart dio una leve reverencia y salió.
– Alfred quiero que te quedes aquí por si llegará a venir alguna persona, trabajador o el velador del teatro, me tocas la puerta. ¿Comprendiste?
– Sí señor. – dio un asentimiento de cabeza.
CONTINUARA…
MIL GRACIAS POR SUS REVIEWS, pregunta ¿Quieren qué se lo diga a Candy? o ¿qué lo mantenga en secreto?
