CAPITULO 19
PASADO
23 DE DICIEMBRE DE 1912
Salí corriendo de ahí en medio de la tormenta, el aire estaba helado y soplaba bruscamente, caminé bajo la tormenta por mucho tiempo, solo tenía en mi bolsillo 37 libras, estuve buscando algún hotel barato donde pasar la noche de aquella terrible tormenta de nieve. Fui a varios hoteles, al principio me recibían muy bien, pero al ver que no tenía suficiente dinero para pagar el hospedaje, me sacaban de ahí como un perro leproso, me gritaban si creía que era un lugar de beneficencia para hospedar a personas que no tenían dinero.
Estaba anocheciendo, estaba congelándome y tenía hambre, no había comido en todo el día, sentía como mi estómago protestaba. Así que vi una panadería y compré un pan para aguantar el hambre, no podía gastar más de la cuenta, era 23 de diciembre y me faltaba 5 días para embarcar al Mauritania. Al pagar el pan al vendedor me dijo que eran 25 centavos. Yo le di un Libra Esterlina.
– ¿Qué es esto? – Me miro disgustadamente el vendedor – ¡Aquí no recibimos monedas extranjeras! ¡Si no tiene dinero americano por favor deje el pan y retírese en este preciso momento!
Salí sin comprar nada de comer, eran ya las nueve de la noche y no podía conseguir un lugar donde pasar la noche. Ya no había tormenta, pero aun así caía del cielo los copos de nieve lentamente, en medio de la calle caí al suelo nevado, creí en aquel momento iba a morir congelado. Paso una señora quien vestía sencillamente con un abrigo de lana, me pregunto si no tenía un lugar donde pasar la noche.
– No señora… no tengo a donde ir. – Respondí con dificultad.
– Ve aquella iglesia que está a dos cuadras de aquí. – Me ayudo a levantarme del piso – Ahí es un albergué, reciben a toda la gente que no tiene un lugar donde pasar la noche, vaya si no se congelara aquí mismo, también le darán algo para comer.
– Gracias señora. – lentamente camine hasta la iglesia, mi fuerza se estaba desvaneciéndose, al entrar había un sacerdote, así que le pregunte – ¿Padre puedo pasar aquí la noche? No tengo un lugar donde dormir.
– Hijo, aquí no es donde puedes quedarte a dormir, ¿Vez aquella puerta? – Dijo señalándome la puerta – ahí está el albergue donde la gente puede quedarse a dormir, hay camas y comida si deseas comer algo.
– Gracias padre, se lo agradezco.
Abrí la puerta, me quedé impactado observando aquel lugar detenidamente, era un cuarto grandísimo con varias literas, las camas estaban sucias y apestaba el lugar, había personas de diferentes nacionalidades e indigentes, había más de cien personas, el olor era insoportable, la gente que estaba no se había bañado en meses y había ratas en aquel lugar.
A lo lejos mire la comida que estaban sirviendo – ¿Qué engrudo estarán dando cómo sopa? – Aunque mi estómago me protestaba no tenía deseos de comer aquella sopa con aspecto desagradable.
La gente me miraba detenidamente, con sus manos sucias agarraban mi ropa y otras personas querían agarrar mi maleta. Yo los avente con mi maleta y camine rápidamente a otra parte, quería salir corriendo de ahí, pero no podía… era invierno en América y pasar la noche en la calle seguro que no amanecería vivo. Aquel cuarto era frío, pero no se comparaba con la tormenta que estaba cayendo.
– ¡Qué invierno tan más frío! – Pensé sentado en el piso en un rincón, no había dormido en toda la noche, estaba vigilando que no me robaran las pocas cosas que tenía en mi maleta. Si me dormía por un momento, seguro no amanecería con mi maleta… definitivamente a este lugar no pertenezco ¿A dónde me he metido? – Me decía en medio de mi soledad y amargura.
Si mi padre me viera en este momento estoy seguro que se avergonzaría de mí y diría: ¡Cómo es posible que el muy Honorable Terruce G. Grandchester este en un lugar tan repulsivo! Pareciera que lo estoy escuchando. – Sonreí tristemente – O más bien se estaría riéndose de mí y alegrándose que él haya tenido razón y que yo me equivoque.
¿Por qué crees que ella nunca te ha buscado en el colegio… ni te ha escrito? Porque no quiere manchar su reputación de mujer digna y respetable. Ser madre soltera es lo más "deshonroso" y peor aún para el hijo.
El estaría orgulloso de saber que mi madre me ha rechazado, el Duque lo vería como una lección que tenía que aprender por mí mismo. Y se alegraría de saber que no puedo vivir sin su apoyo económico y sin el prestigio de su nombre. Aquí en América no existe la "aristocracia" No hay monarquía. No tengo los privilegios que tengo en Londres. Iba donde iba… siempre me recibían bien enseñando solo mis credenciales de ser un Grandchester, las mejores comidas, las mejores suites de los hoteles… solo con decir que soy un aristócrata.
– ¡Te odio! ¡Te odio Duque de Grandchester! – Gritó el joven inglés dejando salir los sollozos libremente de su garganta con toda la pena que tenía en el corazón.
¿Cómo puedes decirme que odias la vida de privilegios que te doy? Y debo de recordarte que vayas donde vayas siempre serás bien recibido, gracias que tienes el honor de pertenecer a la nobleza.
¡No! ¡No! ¡No! – Me repetía moviendo la cabeza en forma de negación. Hace varias noches que no puedo dormir bien, en el barco y en el hotel por la emoción de conocer América y ver a mi madre, ahora porque simplemente no podía dormir sin que un indigente quisiera hurtar mi maleta. Pase aquella noche con muchos trabajos y no creía pasar otra noche igual, necesitaba un lugar para dormir decentemente.
Era noche buena, 24 de diciembre de 1912 y tenía que encontrar un lugar por 37 libras por 4 noches hasta el 28 de diciembre. Caminaba hambriento por los barrios más pobres de Manhattan era las tres de la tarde y caminaba sin mucho éxito de encontrar un lugar para pasar la noche.
Llegue a un hotelito casi en ruinas, estaba ya desesperado, lo que sea sería bueno en la soledad de un cuarto sin compartir con nadie la habitación. Entre a la recepción del hotel y el señor del mostrador me miro perplejo, era un señor de cincuenta y tantos años, canoso y parecía bondadoso a simple vista.
– Buenas tardes señor, ¿Me gustaría saber si tiene alguna habitación económica por 4 noches?
– Claro, la noche cuesta 15 dólares. Serían 60 dólares por las cuatro noches.
– En realidad no tengo mucho dinero, solo tengo 37 libras. – Respondí temeroso a que me echaran cómo en tantos hoteles.
– ¿Cómo? No pareces un muchacho "indigente" viste muy bien, pareces un muchacho de la alta sociedad. ¿Qué hace un muchacho cómo tú en los lugares más pobres de Manhattan?
– Yo… yo… yo solo quiero una habitación – dije tartamudeando y dejando el dinero que tenía en el mostrador – ¿Me permite quedarme las cuatro noches?
– El señor tomo una moneda del mostrador y la vio detenidamente. – Son Libras Esterlinas ¿Eres Británico?
– Sí, mi barco parte el 28 de diciembre a Inglaterra. Y no tengo dinero en donde quedarme.
– No puedo recibir Libras, aquí en América no se manejan las Libras, toma. – Me regreso el dinero en mi mano.
– Está bien… Señor, esté objeto de valor es lo único que tengo, tome – saque el medallón de Armas de mi bolsillo de mi traje y se lo entregue en su mano.
– ¿Qué es esto? – Preguntó curioso.
– Esto es un medallón… es el Escudo de Armas de una de las más alta familias nobles de Inglaterra, todo el medallón es de oro de 24 kilates ¡Puede venderlo! Podría sacar mucho más del triple por la habitación y comida por los cuatro días que pienso quedarme.
– ¡Dios mío! ¡Esto es hermoso, nunca había visto algo así! Debe de costar una fortuna, mucho más de lo que te imaginas jovencito ¿Piensas dármelo por la habitación y comida por 4 días?
– Sí, estoy desesperado y es el único artículo de valor que tengo, podría venderle mi capa, pero me moriría de frío.
– ¿Esté medallón es tuyo? – La voz del hombre canoso cobró un triste tono.
– Sí, mi padre me lo dio cuanto tenía 4 años.
– Esto ha de tener un valor simbólico para ti, mucho más que el dinero que pueda costar esto… esto es invaluable.
– Si, más de lo que usted se imagina, señor.
– Lo siento, pero no puedo recibir esto. – Me entrego el medallón, me quede frustrado.
– Siento mucho haberle quitado su tiempo señor, gracias de cualquier forma. – Suspire profundamente agarrando mi maleta que había dejado en el piso y guarde mi medallón en mi bolsillo de mi traje.
– ¿Espera, a dónde vas? No te vayas, dije que no podía recibir el medallón, ni tus libras… pero nunca te negué la habitación. Si deseas puedes quedarte a dormir estas cuatro noches. – dijo el hombre sacando a Terry de sus tristes pensamientos.
– ¡¿De verdad?! ¡¿Habla en serio?! – Comenté sorprendido al escuchar las últimas palabras – ¿Por qué hace esto señor? ¿Usted trabaja de esto?
– Hoy es Noche Buena es "víspera de navidad" y no podría dejar a un muchacho como tú en las calles bajo la terrible tormenta de nieve. O que te deshicieras de un objeto tan importante para ti, cómo tu medallón.
– Gracias señor. No tengo palabras para agradecerle. – Comentó sin poder ocultar su alegría por primera vez.
– No tienes porque, además las habitaciones son muy rusticas, pero calientes eso sí, espero que te agrade. Te llevo a tu habitación – me escolto y abrió la puerta de una de sus habitaciones – No es muy bonita, ni mucho menos es lujosa como estoy seguro que siempre has vivido, pero es mejor que nada.
– No importa, estaré bien, gracias señor.
– Te traigo dos toallas limpias, puedes bañarte si gustas… el agua de la bañera está caliente.
– Gracias.
Entre a la habitación era un cuarto de 3 x 3m y un pequeño baño, las paredes estaban en malas condiciones, la cama estaba aún peor y olía muy mal, el piso tenia costras de mugre y los vidrios de la ventana tan mugrosos que no se podía mirar para la calle, pareciera que nunca limpiaban la habitación y desafortunadamente vi pasar como dos o tres cucarachas por el piso y escondiéndose debajo de la cama o en el mueble del guardarropa.
Pero no me podía quejar, está habitación no me había costado ni un centavo gracias a la caridad del señor Smith. Al principio creía que la gente americana era tan soberbia que como te miran te tratan, al mirarme veían a un hombre que a simple vista pareciera de la alta sociedad, pero al decir que no tenía ni un centavo me corrían miserablemente de una forma tan vil y humillante.
En Londres nunca me había sucedido algo similar, ahora comprendía lo que mi padre quiso decirme acerca del "honor de pertenecer a la nobleza". Me pregunto ¿Si fuera yo pobre en Londres la gente me trataría de esta manera tan vil y humillante? Yo creo que si o hasta "peor"
El dinero, el poder y las influencias hacen a la persona. – Concluyó él desplomándose y rompiendo en llanto, sintiendo que por primera vez en su vida se encontraba totalmente solo y sin esperanzas. Lloro por tanto tiempo que no pudo contar, porque si no lo hacía se volvería loco, tenía que desahogarse cómo la Hermana Margareth le había dicho. Recordó lo que le había dicho a su padre en el verano.
– ¡QUE BLASFEMO! ¡Debes de saber que "tú" vives cómo vives gracias al honor de tu padre el Duque de Grandchester! ¡¿Quién crees que paga tus cuentas, tu ropa tan excesivamente cara, tus capas de más de mil libras cada una, tus clases particulares de Squash, esgrima, natación, polo, equitación, las enormes colegiaturas que tengo que pagar y las fuertes donaciones para que no seas expulsado del más prestigioso colegio de Londres, crees que mantener a Teodora en el colegio es barato, el automóvil último modelo que utilizas y las facturas de los hoteles?! Sin embargo, si odias hasta ese punto tu apellido y no te importa acabar en medio de la calle, también puedes renegarlo. Sé bien que no serás tú quien continué el buen nombre de la familia. ¿Entonces? ¿Acaso tienes el valor para hacerlo y de quedarte en la miseria?
¡No! ¡No quiero volver a Londres! ¡No quiero regresar al colegio! Quiero vivir aquí en América, donde la vida no es tan severa. ¿Dónde quedaron mis sueños, mis anhelos, mis esperanzas? No, no quiero vivir tampoco cómo un inmigrante indigente más que llega a América. ¡No! ¡No! ¡No! – No paraba de llorar pareciera que aquella tarde del 24 de diciembre había llorado todo lo que no había llorado en toda mi vida de sufrimiento.
Me acosté en la cama con las dos toallas de baño que según estaban limpias como sabanas y me tapé con mi capa como cobertor. Después de llorar por tanto tiempo me había quedado dormido. Alguien toco a mi puerta, era el Sr. Smith con una charola con comida, una sopa caliente, agua y un plato de frijoles, estaba tan hambriento que todo me sabía tan delicioso, por primera vez había dejado los modales de cómo se debe de comer y agarre el plato con desesperación.
– Gracias Sr. Smith. Hace dos días que no probaba bocado. – Le entregue el plato completamente vació.
– Me alegro que te haya gustado, sabes hoy es noche buena y me gustaría invitarte a cenar a un pequeño restaurante para celebrar la navidad… sé que para ti este será la peor navidad que pasarás estando en estas circunstancias, pero a veces es mejor hablar… desahogarse, – se levantó de la silla con la charola y camino hasta la puerta – yo hace cinco años perdí a mi esposa y mis dos hijos viven lejos de aquí… estoy solo y pensaba si pudieras estar conmigo esta Nochebuena, realmente me agradaría estar con alguien.
– Claro que aceptó su invitación Sr. Smith. – Pensaba "navidad" que hay de bueno en la navidad, nada… absolutamente nada.
Fuimos a cenar a un restaurante de poca clase, había muy poca gente en el lugar, gente solitaria o acompañados de algún amigo o familiar, se escuchaba canciones y villancicos en el fonógrafo que estaba en el mostrador de aquel restaurante. Nunca me imaginé estar en un lugar así en mi vida. Cenamos pavo relleno, ensalada de frutas y ponche.
El Sr. Smith me platico acerca de su vida, de su esposa, que había fallecido en un incendio delante de sus ojos y que escuchaba sus gritos de auxilio, a pesar de que había pasado más de 5 años de aquella tragedia no podía encontrar paz, aún seguía en luto. Me conmovió mucho su historia.
– Es extraño ver a un muchacho como tú en estos lugares tan bajos de Nueva York ¿Puedo preguntarte que haces aquí? No pertenece a este lugar. – Finalmente el Sr. Smith volvió hacer la misma pregunta con interés.
Podía contestarle hostilmente y decirle que no se metiera en mi vida privada, pero algo de mí tenía que gritar y confesar lo que tenía aquí metido en mi corazón, odio, ira, frustración… además este señor me ha brindado su ayuda a hospedarme y darme alimento a cambio de nada, simplemente pasar el tiempo con un amigo. No podía contestarle de manera tan ruda como siempre solía dirigirme a todas las personas que querían saber algo de mí.
Me parecía tanto a mi padre en su personalidad, sin embargo, tenía los mismos ojos azules zafiro de mi madre, pero la mirada era de mi padre… sobre todo en la soberbia y altanería, arrogante y malhumorado, era idéntico a mi padre en su mirada que reflejaba "odio" Así que saqué mi boleto de primera clase del Transatlántico Mauritania de regreso a Inglaterra y se lo mostré.
– ¿Ve aquel boleto para Inglaterra para el 28 de diciembre?
– Si, lo veo – Dijo el Sr. Smith tomando el boleto en sus manos.
– Cuando vine a América, pensaba que este boleto nunca lo iba a utilizar… "nunca" Había dejado todo en Inglaterra para tener una nueva vida aquí en América. Pero eso ya no puede ser posible… todos mis sueños se han derrumbados en tan solo un minuto… con una pequeña frase... ¿Qué tan poderosa puede ser unas palabras para terminar con tus sueños? – Suspire tristemente – ¡Mis padres me odian!
– ¿De verdad? Es extraño, veo a un muchacho de buenos modales y educado, nunca había visto a un muchacho comer utilizando los cubiertos apropiadamente y tú forma de hablar con tu acento tan elegante.
– En realidad todo lo que ve es gracias a los colegios británicos… son muy estrictos con la educación, la disciplina, la puntualidad y los modales. No es cómo en América. ¡Odio la vida que llevo en Inglaterra! – Grité amargamente delante de aquel señor. – No soy feliz, realmente nunca he sido feliz y dudo mucho que mi futuro sea feliz.
– ¿Por qué dices que no serás feliz? ¡Eres muy joven aun, para decidir lo que deseas hacer de tu vida, hijo!
– ¿Decidir lo que deseo hacer de mi vida? – Dijo el joven de cabellos castaños con un tono que dejaba entrever cierta ironía – No, eso es imposible, mi padre ya tiene decidido que va hacer de mi vida y futuro, ya tiene pensado a que Universidad debo de asistir y al finalizar trabajar en el Parlamento, ¡No quiero trabajar en el Parlamento! No es el futuro que deseo vivir, ¡No quiero volver a Inglaterra con mi padre! Quería vivir con mi madre… aquí en América, creí estúpidamente que ella me iba a recibir con los brazos abiertos, pero ella me echo de su casa…
– Terry ya no podrás venir más aquí, porque no se ha revelado que tú eres mi hijo… no me malinterpretes, yo te amo… pero recuerda que eres hijo del Duque de Grandchester no lo olvides… y nunca, nunca le digas a nadie quien es "tu verdadera madre" a nadie.
– Salí corriendo de ahí y como puede ver no tengo dinero ni en donde caerme muerto… ahora tendré que regresar a Londres… al Colegio… a las reglas… a una educación ortodoxa… al encierro…
– ¿Por qué no buscas un empleo aquí en América? para sobrevivir ya que no quieres regresar, – me dijo aquel hombre.
Quizá no sea tan mala idea de buscar un empleo aquí. Las campanadas de las doce de la noche sonaron en todas las iglesias anunciando que era Navidad. No recordaba alguna navidad agradable, era como si tuviera algún tipo de niebla en mi cerebro que no recordaba haber pasado una navidad feliz. Y en aquel momento en el restaurante escuche una triste canción.
– ¿Qué es eso? ¿Escuchas la canción? – Comentó el chico británico asombrado.
– ¿La canción que se escucha en el fonógrafo del restaurante? Es un villancico navideño.
– ¿Un villancico navideño? Eso no es un villancico… es una antigua canción escocesa… es de 1788… se llama "Auld Lang Syne"
– "Auld Lang Syne" es una canción muy hermosa… se escucha tan triste… hay algunas palabras en inglés, pero no entiendo la canción, aunque confieso que es muy hermosa.
– Esta cantada en un dialecto escocés y es una canción de "Perdida"… aquella canción se canta cuando un ser amado se ha ido… se canta en los funerales o cuando debes de separarte de un ser querido o de tus amigos… en tu fiesta de gradación del colegio… porque sabes que se irán tus amigos muy lejos de ti… "Es la canción del adiós… de la separación". Esta canción me llega a lo más profundo de mí ser… y hoy… hoy que tengo que separarme de mi madre… decirle adiós para siempre y a mis sueños…"Auld Lang Syne" – Terruce comenzó a cantarla con lágrimas en los ojos.
("Auld Lang Syne" significa "Por los viejos tiempos" o "por las épocas vividas")
Al día siguiente salí a caminar por las calles de Nueva York, muy temprano las recogedoras de nieve estaban haciendo su trabajo para que las calles estén limpias de nieve, los negocios estaban cerrados y los niños jugaban afuera de sus casas muy alegres con sus juguetes nuevos. Las niñas jugaban con sus muñecas de trapo, otros con sus marionetas, los niños con sus soldaditos de madera y la mayoría de los jóvenes de diferentes edades estaban corriendo rodando con sus aros de balanceo, podían correr y correr sin que el aro se les cayera de la vara de metal o de madera. Los niños más pequeños no duraban mucho corriendo sin que se les cayera el aro que eran tan grandes como ellos. Se veían tan alegres, corriendo, gritando, riéndose y echando competencia entre ellos.
Era un juego de la edad victoriana inglesa que se había difundido por todo el mundo. Y aun así siendo un juego inglés nunca jugué con aquel aro en mi niñez.
Mmmhhh. Se ven tan ridículos… pobres niños pobres, es mucho mejor cabalgar que correr con un aro sin que se te caiga… divertirse con esas cosas. – Pensé en ese momento resentido o con un poco de envidia.
Los 3 días pasaron, la mañana del 28 de diciembre el Sr. Smith fue muy amable y me dio un desayuno muy sabroso, jugo, pan tostado con mermelada y fruta. Le agradecí su amabilidad y él me deseo buena suerte en el futuro.
Eran las nueve de la mañana cuando salí del hotel, pensaba dar un último paseo por toda la ciudad, mi barco salía hasta las seis de la tarde y tenía 37 Libras en mi bolsillo. Mire que en varios lugares solicitaban trabajo, me acerque y mire cuidadosamente los grandes letreros solicitando albañiles, carpinteros, pintores, cargadores y para las mujeres costureras, cocineras, empacadoras, etc… requisitos ser mayores de edad, pasar un examen médico, escolaridad no necesaria… preferente saber escribir y leer. Sueldo 10 dlls. Diarios.
¿Qué puedo hacer yo con 10 dólares diarios? Es muy poco… caminé aun renuente de irme de América y me encontré frente al teatro donde mi madre actuaba, era la matinée de aquella mañana y comenzaba a caer una pequeña tormenta de nieve.
Eran las once de la mañana y a la una y media de la tarde terminaría la función, antes de irme tengo deseos de verla por última vez, faltaba 5 minutos para que comenzara la obra, tenía que darme prisa en comprar un boleto antes de que empezara la obra y una vez que se abriera el telón ya no se puede entrar a la función. Afortunadamente encontré boleto, pero en el segundo piso. No me importaba quería ver a mi madre antes de irme, antes de partir a Inglaterra. En el teatro si aceptaban mis libras.
Fue tan emocionante volver a verla…. realmente no quiero irme de América, quiero vivir con mi madre, voy hablar con ella por última vez… tengo que decirle que hoy parto a Inglaterra deseando que ella me detenga y me diga que no me vaya, que me quiere y que necesita que su hijo este con ella. Esta navidad que paso, estoy seguro que recapacito las cosas y que se siente arrepentida, y que realmente desea que viva con ella… cómo yo lo anhelo tanto.
Al finalizar la obra, me levante de mi asiento cuando estaban aún agradeciendo, el público le estaba dando una ovación de pie. Me dirigía con la señora que me había dado la dirección de mi madre. La encontré fácilmente.
– Buenas tardes señora ¿Se acuerda de mí? – Preguntó Terry sin perder su encantadora sonrisa.
– Claro que me acuerdo de usted jovencito ¿Cómo ha estado?
– Muy bien señora. Vine nuevamente al teatro a despedirme de Eleonor Baker, Cómo verá hoy en la tarde mi barco parte a Inglaterra y me gustaría hablar con ella por última vez.
– Trataré si puede hablar con ella...
– Solo dígale que soy Terruce Grandchester, por favor…
La señora entro por un largo pasillo y a lo lejos pude ver que ahí estaba mi madre con la señora, le había preguntado si podía verme, mi madre volteo donde yo estaba y me miro desde lejos por unos segundos y bajo rápidamente la mirada y vi que movía la cabeza en forma de negación… era todo lo que quería saber, vi que mi madre le dio la espalda a la señora y camino unos pasos más en dirección contraria, la señora la detuvo por unos segundos más diciendo algunas palabras, después accedió y camino rápidamente donde yo estaba.
Eleonor Baker no había ocultado su vergüenza cuando finalmente la gran actriz había accedido a encontrase conmigo, frunció sus hermosas cejas, arrastrándome a la parte posterior del set, lejos de las miradas indiscretas. Allí me había puesto en mi mano un sobre lleno de dinero.
– Por favor, ¡Regresa de inmediato a Londres! ¡No vuelvas nunca más! Ni siquiera mi manager conoce mi pasado. Oh Terruce… no debí haberte dejado esa foto… ¡Terry no se la muestres ni a un alma! ¡No le digas a nadie que yo soy tu madre! Todo el mundo cree que yo soy una mujer soltera.
– ¡Vete al diablo! – Terry le lanzo los billetes de dinero a la cara de Eleonor Baker que le acababa de entregar (fragmento de la novela de Misuky historia final)y salió de ahí tan rápido como pudo, sin embargo, lo había interceptado la señora con quien había hablado.
– ¿Joven, no pudo hablar con la señorita Baker?
Me detuve por un momento y baje la mirada, sentí como todo a mi alrededor se nublaba y en mi corazón un dolor pulsante que dolía en todo mi ser, sabía que esto iba a ocurrir, pero quise creer que me recibiría con los brazos abiertos… que tonto he sido, resignado y ocultando mis verdaderos sentimientos levante la mirada para ver a la señora fijamente a sus ojos y sonreí.
– Me temo que no señora, creo que estaba muy ocupada.
– Es una pena.
– Dígale que le deseo que sea muy feliz y que nunca más en mi vida la volveré a molestar. Adiós señora – le estreche la mano – Gracias por todo. – Agarré mi equipaje y salí del teatro.
Estaba nevando fuertemente, me detuve y observe por última vez el teatro y la marquesina con su gran afiche por un momento, me acomode mi bufanda blanca y me levante el cuello de mi capa y decidí emprender camino al puerto.
28 DE DICIEMBRE DE 1912
Vi a lo lejos el gran Transatlántico Mauritania. La nieve había dejado de caer hace más de dos horas, estaba helando solo sentía el frío viento sobre mi rostro. Estuve en el muelle parado indeciso de subir al banco, me preguntaba que iba hacer aquí sin dinero… y sin el apoyo económico de mi madre… la sirena del Mauritania sonó anunciando la última llamada para abordar, no tuve otra opción que subir. Los pies me pesaban tanto… era como si tuviera plomo al subir las escaleras, finalmente entregué mi boleto de primera clase al oficial y subí a cubierta.
La gente despidiéndose y gritando… diciendo adiós a sus amigos, familiares… echando serpentinas y confeti como suele suceder siempre cuando el transatlántico zarpa. Miraba con tristeza el puerto de Nueva York, las lágrimas rodaban por mi rostro y miraba la Estatua de la Libertad con el ocaso del atardecer en el horizonte, la ciudad se veía en diferentes tonalidades de naranja y rojos. Había ido a América con esperanzas, sueños, anhelos y una nueva vida en América, "Mi sueño americano" pero mi sueño se convirtió en una pesadilla, me voy con una amarga experiencia de América y con el corazón devastado. El barco se alejaba lentamente del muelle, veo la imagen de mi madre en el horizonte… y comience a cantar "Auld Lang Syne" mientras veía el sol ocultándose en la ciudad.
PRESENTE.
Dos semana despues.
15 de febrero de 1931
Eran las ocho de la mañana cuando alguien toco la puerta de Andrea y ella abrió.
– Buenos días señorita Rosemont – había dicho Stewart igualmente impecablemente vestido de negro y afuera en la calle el mismo vehículo negro de lujo con tres hombres que había visto anteriormente.
– ¿Qué pasa? ¿Por qué están aquí? – ella aún estaba en un camisón sexi color perla y pareciera que aún no se había levantado de la cama.
– Queremos que nos acompañe ahora mismo.
– ¡No! – Estaba aterrada y se cubrió el pecho ya que su camisón dejaba ver sus atributos. – ¡No! ¡No voy a acompañarnos a ningún lugar! Además, no he hablado con la prensa ni con nadie en estas dos semanas. Así que por favor déjeme en paz. – rogaba.
– Me temo que no es posible. – Dijo Stewart entrando a su casa sin siquiera ser invitado – por favor vaya a cambiarse de ropa ya que nos acompañara al Hospital. Que la ropa no sea tan ostentosa por favor, algo sencillo.
– ¡¿Al Hospital?! ¿Por qué?
– Tenemos órdenes del Duque que se realice unos análisis de embarazo.
– ¡¿Análisis de embarazo?! Yo no tuve relaciones sexuales con Terruce, ¡Lo juro por dios! No tuvimos nada.
– Las fotografías que le mandaron al Duque indican otra cosa muy distinta y el Sr. Grandchester le confesó al Sr. Bates que si tuvieron relaciones.
– Lo juro, juro que no hubo nada, no he tenido relaciones íntimas desde hace muchísimo tiempo, desde hace más de tres años.
– A nosotros no nos interesa su vida sexual, tenemos órdenes y debemos cumplirlas. Vaya a cambiarse o de lo contrario ira así en camisón con nosotros.
– Dorothy este es el hospital donde necesitan personal de enfermeras, – dijo Candy viendo el periódico, – está a cinco minutos en carro de la casa ¡Es genial!
– Si, está muy cerca, no se tardará mucho tiempo en trasladarse. – ya iban a entrar al hospital cuando Candy vio un vehículo enfrente del hospital.
– Dorothy ese vehículo es el que maneja Stewart, lo conozco perfectamente.
– ¿Estás segura? ¿Qué estará haciendo Stewart en el hospital? ¿Se habrá puesto mal el Duque de Grandchester?
Candy volteo a ver el rejado del hospital cuando vio que Stewart salía y venían escoltando a Andrea con dos hombres atrás de ellos, Clark y Harry.
– ¡Dorothy tapate con el periódico, ahí vienen! No quiero que me vean aquí las escoltas del Duque.
– ¡Ven que yo les había dicho la verdad! ¡Que entre Terruce y yo no nos habíamos acostado! Sino simplemente nos dimos unos besos nada más.
Cuando de repente sintió que alguien le jalaba el cabello y a la hora de voltear sintió una tremenda bofetada y la tiraba, ella no supo cómo era que estaba tirada en el suelo y sujetando las manos de alguna mujer que trataba de golpearla sin piedad.
– ¡Mi lady! – decía Stewart sorprendido a ver a Candy que estaba encima de Andrea tratando de golpearla en el suelo.
– ¡No te metas Stewart, Clark! ¡Voy a destrozar esa cara para que aprenda a no meterse nunca más con mi marido! – Decía Candy furiosa tratando de golpearla, pero Andrea le sostenía de las manos.
– Muy bien, lo que usted ordene mi lady – en un movimiento sumamente rápido Stewart se arrodillo y tomo las manos de Andrea y las metió debajo de su cuerpo, abajo de sus glúteos y a la altura de las rodillas de Candy para que Andrea no pudiera protegerse con sus manos.
– Gracias – agradeció el gesto de Stewart ya que ahora la tenía como prisionera.
– No se le ocurra hacerle algo a mi lady. – dijo Stewart con una mirada penetrante ya que Andrea era tan alta como Terry y mucho más corpulenta y temía que le fuera a dar un mal golpe a Candy.
– ¡¿Qué?! – Exclamó Andrea al ver la mirada de Stewart y haciendo él una señal que comprendió perfectamente, Que no se le ocurriera hacerle nada a la esposa de Terruce porque lo iba a pagar muy caro.
– Tiene un minuto mi lady desde este momento. – Stewart había sacado un reloj de bolsillo y apretó el botón del reloj.
– Es todo lo que necesito – y comenzó a bofetearla y Andrea estaba completamente paralizada, pues era claro que no podía defenderse bajo la amenaza de los guardaespaldas del Duque de Grandchester.
– ¡Auxilio! ¡Auxilio! – Gritaba Andrea.
– ¡Maldita zorra! Ya deja de estarte metiéndote con mi esposo. ¡Te voy a enseñar para que no andes de buscona con hombres casados!
Dorothy estaba completamente pasmada y nerviosa, pues la gente los estaba viendo en la calle y adentro ya que estaban enfrente del hospital, solo se agarraba el rostro asustada, pues nunca creyó que Candy golpeara a esa actriz de fama nacional en medio de la calle y mucho menos que los guardaespaldas del Duque se lo hayan permitido y apoyado.
– ¡¿Oiga no va a ser nada?! No las va a separar, se están peleando esas dos mujeres – decía una mujer anciana viendo como la mujer de arriba bofeteaba a la que estaba abajo.
– Le está dando una lección, – dijo Stewart nervioso – ya que la mujer de abajo quiso seducir al marido de la que está arriba. – dijo aun mirando el reloj que faltaba aun unos 30 segundos.
– Ahhh si es así, ¡Le deberías de dar entonces con el puño cerrado! Para que aprenda a no destruir matrimonios. – decía la anciana.
– Qué – Candy se detuvo un segundo escuchando lo que le decía la mujer.
– ¡Se terminó el tiempo! – Dijo Stewart espantado viendo la reacción que Candy tenía en la mirada y sin meditarlo le dio un puñetazo a la actriz entre la mejilla y la nariz.
– ¡Clark, Harry rápidamente levanta a mi Lady y llévala al auto!
– ¡Eres una maldita desgraciada! – Gritaba Andrea completamente roja de coraje y más que había gente que los estaba viendo como bichos raros. – ¡Mira como me dejaste! – decía mientras se agarraba la nariz y le salía sangre.
– ¡Y tú una maldita zorra! – Clark y Harry entendieron las señas de Stewart y la llevaron tapando la entidad de Candy y llevándola adentro del carro antes que comenzara una pelea verbal entre las dos mujeres.
– ¡Dorothy entra al vehículo por favor! – Decía Stewart mientras detenía a Andrea por los brazos.
– ¡Los voy a demandar! – gritaba.
– ¡Escúchame bien actriz de quinta! – Decía Stewart sosteniéndola fuertemente de los brazos, pues era claro que deseaba balancearse en contra de Candy y se acercó a su oreja para que solo ella pudiera escucharlo. – Tú no vas hacer absolutamente nada, porque de lo contrario podemos arruinar tu carrera de actriz en un, dos por tres. Los Grandchester y los Andley son personas sumamente poderosas – Andrea volteo a verlo a los ojos con furia – además la señora Candice Grandchester estuvo en todo su derecho ya que le diste algún tipo de droga a su marido, podría hasta llevarte a la cárcel, claro, saldrías en poco tiempo ya que no es un delito grave, pero 48 horas al menos estarás encarcelada. Y no te gustaría que se sepa todo a la prensa ¿O sí?
– ¡Ustedes los multimillonarios son unos malditos desgraciados! ¡Mírame cómo me dejo el rostro!
– Lo único que te puedo ofrecer… – la miro al rostro que estaba seriamente golpeada – es que te paguemos el médico y los medicamentos.
– ¡¿Tengo otra alternativa?! – Grito casi al punto del llanto y tapándose en el pecho de Stewart ya que no deseaba que alguien la reconociera.
– Me temo que no – así que llamo a Clark.
– ¿Si señor?
– Lleva a la señorita a urgencias con Harry y protege su identidad, nosotros pagaremos la cuenta.
– Sí señor.
– Me acompaña. – dijo el escolta seriamente y Harry saco una manta negra cubriendo el rostro de Andrea.
– Louis al apartamento de mi Lady, debo de confesar que nunca en mi vida había visto a una mujer que dejara el rostro de otra mujer como se la dejo a aquella actriz. – Dijo Stewart cuando entro al vehículo y le sonreía traviesamente con complicidad – estoy casi seguro que le rompió la nariz y para mañana va a tener varios moretones en todo el rostro.
– Gracias Stewart, por ayudarme… – sonría tímidamente ya que Stewart estaba al frente de ella al igual que Dorothy – no sabes cuantas ganas tenía de romperle el rostro a Andrea. Desde el colegio que no hacía algo así. – Soltó una carcajada. – jajajajaja
– Lo bueno que estamos en frente del hospital para auxiliarla rápidamente, debería yo de tenerle miedo… tiene un brazo muy fuerte.
– Por cierto, Stewart, ¿Por qué estaban escoltando a Andrea aquí? ¿En el hospital? – sin querer vio un folder con el logo del hospital que había dejado Clark descuidadamente en el asiento a lado de Dorothy y en un movimiento rápido ella tomo el folder.
– ¡Mi lady! – dijo tratando de tomar el folder cuando ella lo abrió.
– ¡¿Prueba de embarazo?! ¿Por qué le realizaron una prueba de embarazo a Andrea, Stewart?
– No ocurrió absolutamente nada entre ellos mi lady… no debe de preocuparse… todo fue para… asegurarnos… – Dorothy estaba en completo silencio viendo como los colores de enojo se le subían a Candy. – además fue por órdenes del Duque de que se le realizarán los análisis…
– ¿Asegurarse? ¡¿De qué Terry y Andrea no tuvieran algo más que unos simples besos de borrachos?! – Grito completamente furiosa – ¡¿Por qué el Duque tendría que mandarle a hacer unos análisis de embarazo a Andrea?! ¡¿Que vio en esas fotografías?! Tanto fue el enojo del Duque que le dio un tremendo puñetazo a Terruce que le rompió la nariz ¡Dime Stewart!
– Nada mi lady… – Stewart sudaba en frio. – El Duque fue extorsionado… y le dijeron que posiblemente… – guardo silencio por fracción de segundos – por eso el Duque le rompió la nariz al señor Terruce… pero todo fue un vil engaño… para sacarle dinero al Duque. No ocurrió absolutamente nada y ¡Usted escucho decirlo a la señorita Rosemont!
Candy llego al apartamento.
– Dorothy, puedes tomarte la mañana completa – dijo Candy con lágrimas en los ojos. – y podrías ir por los niños y llevarlos al parque o al cine… donde sea… quiero que llegues después de las seis ya que el señor este en el teatro.
– Si Candy. – se dio la media vuelta ya que deseaba darle privacidad, sin embargo, antes de irse le dijo – no tomes una decisión apresurada, no hables con dolor o ira… sabemos que no paso a mayores, y las palabras también pueden lastimar mucho más que los golpes o los malos entendidos.
– Dorothy, no sabes cómo me siento. – Dorothy volteo nuevamente a ver a Candy a los ojos y le tomo de las manos.
– No hables visceralmente, escúchalo primero, dale el beneficio de la duda… pero sobre todo que haya comunicación entre ustedes dos. – Candy solo asintió con la cabeza.
Candy entro y vio que Terry estaba leyendo un libro en la sala.
– Hola Candy, ¿Cómo te fue en la entrevista del hospital? – Preguntó Terry levantando la vista y vio que Candy estaba llorando – ¿Dios mío que te ocurrió? – Se levantó del sillón y fue rápidamente donde estaba ella – ¡¿Te asaltaron?! ¿Dime Candy?
– Quiero hablar contigo – dijo Candy con lágrimas en los ojos. – ¿Podemos sentarnos en el comedor?
– Claro, – dijo Terry completamente alarmado – ¿Dime qué pasó? – Ambos se fueron a sentar en el comedor, Terry en la cabecera y Candy a un lado de él mirándose a los ojos y con un gesto tomo las manos de su mujer.
– Hoy fui al hospital, solicitaban enfermeras y ahí me encontré con las escoltas de tu padre… con Stewart, Clark, Harry y Louis… escoltando a Andrea… salían del hospital… la escuche decir que entre tú y ella no se habían acostado, sin embargo… Clark tenía un folder, donde le habían realizado un estudio de laboratorio… de embarazo... que le habían hecho a Andrea.
Terry se quedó simplemente callado mientras sentía un nudo en la garganta.
– ¿Qué había en esas otras cinco fotografías Terry? ¿Para qué tu padre pensara que hubo algo más que unos simples besos de borrachos? La foto del periódico no era para que te diera un tremendo puñetazo al grado de romperte la nariz, tu padre estaba súper furioso y no creo que haya sido por unos simples besos como dices tú.
– No hubo nada Candy, te juro por dios que no tuve intimidad con ella…
– Pero no fue unos simples besos como me habías dicho ¿O sí? ¿Por qué el Duque pensó que tuviste relaciones con ella? Dímelo por favor.
– No hagas esto por favor, no hubo nada. – Terry la tomaba de las manos se veía la angustia en sus ojos.
– Pero si hubo algo más que esa foto del periódico ¿O me equivoco? Tus ojos son tan cristalinos que no puedes engañarme Terry. Y tus ojos me dice que si hubo algo más.
– Por favor – lloraba Terry – no te tortures y no me tortures… por favor.
– Necesito saberlo. – las lágrimas que Terry derramaba y la veían con tanto amor al mismo tiempo le dolía hasta el alma, Terry rara vez lloraba, en ocasiones sumamente dolorosas... se recordó en las escaleras de un hospital hace muchos años, sintiendo sus lágrimas en su cuello aquella vez que se separaron.
– ¿Quieres realmente saber? – Preguntó Terry realmente angustiado, pero con la vista en los ojos de su mujer y sin dejar de tomarle las manos.
– Si – dijo ella con un hilo de voz pues estaba segura que iba a ser sumamente doloroso mientras veía como él se limpiaba las lágrimas.
– Si, bebí mucho whisky, – hizo una pausa – sí, me sentía feliz y eufórico, – otra pausa, – sí, se me insinuó Andrea y yo se lo permití – otra pausa y los ojos de él cristalinos por nuevas lagrimas formándose – si la bese… apasionadamente… – otra pausa donde se sintió desfallecer y odiarse a sí mismo – si le desabotone la parte adelantará de su vestido y... bese sus pechos – bajo la mirada y dos gruesas lágrimas resbalaron – hasta que Andrea vio al fotógrafo y nos detuvimos.
– ¿Quieres decir qué si no los hubiera interrumpido el fotógrafo, hubieras tenido sexo con ella?! – pregunto Candy espantada y Terry se dio cuenta que la había perdido.
CONTINUARA...
