CAPITULO 22.
(Nota) tome fragmentos del Anime como del libro de "historia final" ambas de su creadora de Misuky.
PASADO
Finales de Marzo.
Una noche Stear y Archie habían invitado a Candy a tomar chocolate en su habitación como de costumbre, sin embargo, por asares del destino en vez de entrar al dormitorio de sus primos entro a mi dormitorio y descubriendo mi más terrible secreto, la fotografía de Eleonor Baker con la dedicatoria "Con todo mi amor, tu madre"
"Terry..., es hijo de Eleonor Baker – Murmuro ella al levantar la fotografía del escritorio y esta, estaba tachada y con la palabra "muérete"justo en el rostro.
Candy se encontraba en sus pensamientos, cuando entre a mi habitación y me di cuenta lo que sostenía en sus manos, estaba asustada de mi mirada tan fría, que la congeló instantáneamente haciéndola soltar la foto, que fue a caer bajo mis pies. Tomé la foto del suelo y comencé a rasgarla. Ella no daba crédito a lo que veían sus ojos.
Terry, Terry es el hijo de la famosa actriz de Broadway, Eleonor Baker – pensaba Candy anonadada. No entendía, como alguien podía romper la foto de su madre de esa manera.
– Terry, yo... yo lo siento, me equivoque de dormitorio… – No pronuncie palabra, pero no era necesario que hablara, los ojos a veces dicen mucho más, – Terry, yo… yo…
De pronto, con una mirada de fuego la tomé de los hombros fuertemente y la zangoloteé violentamente, estaba ella paralizada.
– Si dices una palabra de lo que viste… ¡Te haré trizas tal cómo la fotografía! – La solté.
Cuantas veces se nos ha dicho que los ojos son el espejo del alma, ¿Qué podría ganar Candy haciéndome daño, hablando a mis espaldas? Ella no era esa clase de chica y eso se lo gritaban aquellos hermosos ojos verdes, que en ningún momento dejaron de sostener mi mirada. Solo unos ojos sinceros, un alma hermosa, cándida y sin mancha podrían sostener mi mirada llena de odio, rencor. En esa fracción de segundo, me di cuenta y simplemente no pude más y la solte. Ella se sobaba el brazo izquierdo, seguro que le había hecho un moretón, así que me di la media vuelta arrepentido de haberla amenazado y tratando de no mostrar mi vergüenza.
– ¡VETE! ¡VETE DE AQUÍ AHORA MISMO!
– Terry... – apenas pudo vocalizar – lo siento mucho. No diré nada a nadie. Lo prometo.
Agradecí enormemente aquellas palabras. Candy dio unos pasos atrás, saliendo hacia el balcón y dando un salto a la habitación contigua. No nos vimos por mucho tiempo en el colegio, creí que esta vez había perdido su amistad para siempre, sin embargo, en la semana ella estaba en la segunda colina de Ponny cantando una canción mientras estaba yo acostado a lo alto de una rama de un roble.
– Perdóname, por favor, no lo sabía, – ella estaba cantando horrible – no le platicaré a nadie, nada... lo que vi. Lo juro por mis pecas.
¡Santo dios! Su voz parecía, cómo a una gata que le estaban pisando la cola, sonríe y agradecí el gesto en silencio, mi secreto estaba a salvo – Lo juro por mis pecas, no tenias que cantar algo así... sabes, te creo pecosa y confío en ti.
Después de algún tiempo de conocerla no podía mostrarme abiertamente, era tan difícil para mí entablar conversación. Solía a veces enojarme y mirarla con ira cómo miraba a mis padres, otras veces era sarcástico y rudo, también me mostraba prepotente y después tan tierno. Dependiendo del estado de ánimo como me encontraba. Ella se ofendía y prometía ya nunca más hablarme, pero luego me presentaba tierno y ella se rendía y me perdonaba.
Finales de abril
Recuerdo muy bien el mejor quinto domingo de toda mi vida, era un caluroso día, los árboles se agitaban al ritmo del viento mientras los pájaros revoloteaban en el cielo azul, había ido al zoológico donde se encontraba Albert, un compañero quien me había salvado de una pelea bastante reñida hace más de un mes atrás y desde esa ocasión Albert se convirtió en mi mejor amigo y lo visitaba con frecuencia, sin saberlo también era el mejor amigo de Candy.
Platicamos largo tiempo y reíamos, me di cuenta que la pasaba muy bien a lado de Albert y de Candy. Me sentía feliz y la invite a dar un paseo por zoológico Blue River aunque después termine peleandome con ella, pues Candy me comparaba con su antiguo novio, con Anthony y también ahí supe que él había muerto delante de sus ojos callendose de un caballo. Y por primera vez sentí celos, celos de un hombre muerto y por no ser el primero. ¿Por qué? Me di cuenta ahí que me estaba poco a poco enamorándome de mi pequeña pecosa.
Mayo.
La luz del alba despuntaba en el horizonte, el sol parecía alumbrar por completo mi vida, parecía que toda mi vida hubiese vivido en la oscuridad y de pronto una luz se encendierá y los candados de mi corazón se abrían nuevamente.
Por primera vez asistí al Festival de Mayo, en mis adentros sentía que todo mi cuerpo me temblaba y tenía un constante cosquilleo en el estómago, Candy estaba castigada en el cuarto de meditación, sin embargo mi sorpresa fue mayúscula cuando fui y no la encontré, estaba arriba sobre una rama de un árbol cuando vi a una persona disfrazada de Romeo y se quitaba la peluca y me di cuenta que era Candy, y de repente se quitaba la ropa solo quedando en un fondo blanco transparente donde pude observar su hermoso cuerpo y se volvía a vestir ahora de Julieta. Me había quedado sin respiración y mi corazón palpitaba estrepitosamente.
Cinco minutos después estaba tomado de la mano de Candy corriendo por los jardines del colegio, se escuchaba un vals hermoso, me encontraba en brazos de Candy bailando con ella y otra vez me comparaba con ¡Anthony! En ese momento deseé que se olvidará de su antiguo novio y sin meditarlo la bese, fue mi primer beso de amor y duramos por varios segundos, segundos maravillosos y recordados por mí toda una eternidad, aunque ella después se apartó y me abofeteo. Por alguna extraña razón le devolví la bofetada también,
– Eres un bruto, como te atreves a golpear a una mujer, eres un maldito delincuente. – ella me volvió a golpear. – Anthony nunca aria algo así.
Maldita sea, deseaba quitarle de la mente a Anthony, así que la cargue como un costal de patatas sobre mis hombros, cerca de ahí estaba el establo de Teodora mientras ella pataleaba para que la bajará y en un impulso la subí a mi caballo, deseaba quitarle el recuerdo de aquel primer amor.
– ¡Llámalo, llámalo! – galopaba fuertemente y Candy me abrazaba con fuerza, ella lloraba en mi pecho, sentía sus lágrimas en mi camisa y en mi corazón – ¡Él nunca más volverá! ¡Él está muerto! Y una persona muerta nunca volverá a ti, – ella me seguia abrazándome con fuerza – ¡Sin embargo nosotros estamos vivos! Mira hacía adelante, siempre hacía adelante, nunca mires hacia atrás.
Y ahí en ese mismo momento me di cuenta que estaba perdidamente enamorado de Candy y siempre estaba pensado en ella y deseaba que se fijará en mí, solo en mí y de nadie más. En ese momento comprendí qué era un hombre posesivo y celoso.
Dos semanas después a Candy le habían cancelado sus vacaciones de verano, todo por una pelea que sostuve con Archie ya que yo sentía que Archie la veía diferente, la veía con ojos de amor… como yo veía a Candy deseando que fuera ya mi novia… por ese motivo no me agradaba mucho Archie y en muchas ocasiones llegaba a pelearme con él, él estaba enojado por qué ella ya pasaba más tiempo conmigo y ya no iba a sus dormitorios o ya no pasaba sus descansos con ellos.
Me entristecí que le hayan cancelado sus vacaciones y aún recuerdo que le había dicho en aquella ocasión...
– Si me pides perdón de rodillas, voy a ver qué puedo hacer para que tus vacaciones no sean canceladas.
Al día siguiente Stear me había dado el mensaje que Candy se arrodillaría ante mí, aunque no le permití que lo hiciera. Ahí me di cuenta que tipo de mujer era, no le importaba humillarse por tal de ayudar a otras personas como la mamá de Mark. Cuántas veces lo había hecho yo y lo odiaba con todo mi ser… y ella no vaciló en hacerlo por una señora de la limpieza.
Faltaba una semana para salir de vacaciones, estaba melancólico esa tarde y había decidido ir al cuarto de música a tocar el piano, no podía dejar de pensar en mi madre... en Candy...
– No sabía que las simias escucharán música, – dije levantando la mirada con una sonrisa, ahí estaba ella sobre la rama de un árbol observándome – si quieres seguir escuchándome, haz un salto y ven conmigo, debe de ser un juego de niños para una Mona cómo tú. Ven aquí monita, ven aquí. – le hacia señas con las manos cómo si llamará a un perrito, ella saltó entrando al salón de música.
– ¡Para de llamarme de esa manera!Eres realmente un maleducado, me voy – dijo molesta y tomo la cortina para impulsarse nuevamente.
– No espera... estaba pensando en ti – Era verdad, entonces avergonzado baje la mirada hacia las teclas del piano.
– Quién hubiera dicho que un delincuente como tú supiese tocar el piano.
Sonreí y continué tocando, después hable un poco de mi madre y de ese único recuerdo que solo tengo presente de... ella. Y sin evitarlo le dije
– Platicame acerca de ti – Y se soltó a platicarme de su vida en Hogar de Ponny y todo lo que hacía, cómo trepar a los árboles, lanzar el lazo y todas esas travesuras que hacía de pequeña.
– Y qué me dices del número de pecas, ¿Eres invencible también en eso?
– ¿No me digas que aún sigues de envidioso Terry? – Ella bromeó riéndose.– jajajajaja
– Si, estoy verdaderamente envidioso... me gustan mucho las pecas. – Dije como si hubiera dicho la más terrible confesión, tosi y cambie rápidamente de tema – toff, toff ¿Ehhh volverás a América en las vacaciones?
– No, iré a la escuela de verano en Escocia – Dijo ella realmente sonrojada por mi comentario.
– La Villa de mi familia está también en Escocia – dije bajando la mirada ¿Estaba también sonrojado como lo está Candy? Me preguntaba y en aquel momento sonó la campana.
– Debo de irme – Tomo la cortina para impulsarse, pero antes de saltar dijo. – Sabes Terry, yo... yo ya no le temo a los caballos – Dijo saltando a la rama y me acerqué a la ventana.
– ¡Ven a encontrarme a mi Villa!
Creo... en mi pensamiento, que desde ahí fuimos muy unidos ya que ella pasaba la mayor parte de sus vacaciones conmigo y hacia cualquier cosa como asustarla con fantasmas
para que ella me abrazará, fue maravilloso porque todas las tardes en la villa de mi padre le enseñaba a tocar el piano, a cabalgar por las praderas escocesas, ya que le había perdido el miedo a los caballos y era placentero estar en sus brazos en las cabalgatas.
Y por primera vez compartir con ella mi pasión por el teatro. Ella me ayudo a reconciliarme con mi madre, ya que había ido a visitarme, me sentía tan feliz y sereno, también hizo que tuviera más amigos y volamos el aeroplano de mi padre.
Fueron las mejores vacaciones que había tenido en toda mi vida. Me di cuenta que estaba profundamente enamorado de una Mona pecosa ya que en ese tiempo pensaba realmente en casarme con Candy. Realmente la amaba y se había metido en mi alma tan profundamente.
Cuando regresamos al colegio en otoño, mi padre había hablado conmigo en mi dormitorio porque él no deseaba que volviera a ver nunca más a mi madre.
Días después pensaba en presentarle a mi padre a Candy como mi amiga y posteriormente mi novia para las vacaciones de diciembre.
Pero que cruel fue el destino y mis sueños se derrumbaron ya que uno de nosotros tenía que ser expulsado del Colegio por una trampa de Eliza Leagan a citarnos en la noche en el establo.
Salí al balcón mirando el paisaje del atardecer – No sé cuánto habrá sufrido Candy… que siempre está alegre… y nunca muestra el dolor de ser una huérfana… y yo… ¿Qué he hecho de mi vida de noble? Odio a mi padre, pero utilizo su nombre, su prestigio y su dinero – pensaba amargamente – ¡MALDICIÓN! No permitiré que expulsen a Candy… soy el único que puedo ayudarla. – desgarre la cortina de mi dormitorio.
Al día siguiente, muy temprano tome mi vehículo y me dirigí al Palacio Grandchester, estaba nervioso, pero estaba decidido a recurrir a mi padre – él tiene tanta influencia en el colegio que estoy seguro que con un simple telegrama del Duque salvará a Candy de ser expulsada. Además, Candy y yo no estábamos haciendo nada en el establo cuando las Hermanas nos sorprendieron, absolutamente nada.
Nunca le he pedido ningún favor a mi padre, estoy seguro que él me ayudará… tiene que ayudarme – el corazón me palpitaba estrepitosamente, escondí el vehículo antes de llegar a la entrada principal del Palacio. El guardia me reconoció e inmediatamente me dejo entrar.
Media hora después salí corriendo del Palacio por la puerta trasera y antes de subir al vehículo mire por última vez aquella residencia, sabía en ese momento que no volvería a verla en mucho tiempo, me subí al vehículo sin mirar atrás.
Estaba en la segunda colina de Ponny, ahí tenía una hermosa vista de la ciudad de Londres y del Colegio St. Pablo del otro lado. Me sentía deprimido o más bien defraudado por la decisión que tomo mi padre.
¿Por qué no me ayudo? Él siendo tan influyente en el colegio hubiera salvado a Candy con facilidad ¡¿Por qué me odias tanto papá?! ¿Por qué? Tú, tú… ¡Tú eres el culpable de haberme hecho expulsar hace una hora! Si, si tan solo me hubieras ayudado… yo… yo renunciaría a mis sueños y mis aspiraciones de ser un actor, estaría bajo tus órdenes, me humillaría… por tan sólo estar más tiempo con Candy. Me gusta mucho y estoy enamorado de ella. ¡Qué cruel eres papá! ¡Eres muy cruel conmigo! Pero es mejor así – Solo sentía el frío viento de octubre.
Tristemente tampoco podré asistir a la Real Academia de Arte Dramático en Londres, una de las mejores Academias en Inglaterra… estoy seguro que un simple telegrama de mi padre… rechazarían mi solicitud fácilmente… tendré que irme de Inglaterra donde la influencia de mi padre no me perjudique estudiar Arte Dramático, tendré que cruzar el atlántico para realizarme y madurar de golpe ¿Cómo voy hacerlo sin el apoyo económico y el prestigio de mi padre y de la aristocracia?
Recordé hermosos momentos vividos con Candy. La única persona que le regalo algo aparte de su padre, Alfred o Stewart "mi harmónica" cuando tiro al suelo mis cigarrillos… cuando se tropezó conmigo y cayó sobre mí pecho, nuestras salidas los quintos domingos… cuando galopábamos juntos y tú te aferrabas a mi cuerpo por miedo a caerte del caballo… mi primer baile… mi primer beso… hermosos momentos que nunca más volverán, el tiempo no vuelve atrás… todo risas y alegrías. – Se levantó del césped con la frente muy en alto – Hice lo que debía hacer, nunca más volveré aquí y no volveré a ver más a Candy.
El atardecer cubría la ciudad, el sol otoñal despedía el día. Sí, había tomado una decisión, correcta o no, lo había hecho por convicción, con la fuerza que da el amor, con los ojos brillantes y el corazón rebosante de felicidad de haber salvado a mi pecosa, no sabía que me depararía el futuro, no sabía que encontraría en el camino, pero de una cosa estaba seguro, sería feliz ante cualquier adversidad.
Esa tarde, saqué a Teodora del establo, me despedí tristemente de ella, mi única gran amiga quien estuvo conmigo en mis peores momentos en todos estos años desde que había llegado a Londres. Su confidente, su paño de lágrimas, con quien galopaba fuertemente por los amplios jardines del Palacio Grandchester, por toda Escocia y el Colegio. Se despidió de un animal quien quiso más que a toda su familia junta. La vendió a un señor quien conocía y sabía que la iba a cuidar bien, para mí fue lo más desgarrador que tuve que hacer, vender a mi amiga.
También vendí el reloj de oro de mi abuelo, más de cuatro generaciones y no me importo, mi abuelo era tan miserable cómo lo era mi padre, finalmente ya a la anochecer eché un último vistazo a mi dormitorio, tomé la carta de mi expulsión del colegio de mi escritorio firmada y sellada.
Y por última vez fui al cuarto de castigo, me despedí de lejos, no tenía el valor de despedirme de ella, le escribí una breve nota de despedida, aquella chica que me había dado tanta confianza en mi mismo y de enfrentarme a mi padre y no renunciar a mis sueños.
La noche cubría Inglaterra, tomé el vehículo que estaba estacionado a varios metros del colegio y recorrió la ciudad de Londres, por un momento me detuve justo frente al Puente de Westminster sobre el Rio Támesis y miraba con detenimiento el Parlamento de Westminster pensé que si me quedaba en Londres ahí estaría mi trabajo, en la Cámara de Lores, no, ese no era el futuro que él deseaba, así que llevé mi vehículo al Royal Albert Hall el teatro donde los mejores actores, artistas, tenores, músicos, desean pisar aquel escenario. Lo miré fijamente despidiéndome de ese sueño, yo no podría pisar ese escenario desafortunadamente, ni la Real Academia de Arte Dramático. Mis sueños serían ahora al otro lado del mundo, en otro continente, en otro país… en América.
Me despedí de la ciudad de Londres y llegué al puerto de Southampton ahí vendí mi vehículo, necesitaba dinero para comprar un boleto de ida a América y poder encontrar un sencillo departamento para vivir y sobrevivir sin pasar hambres ni fríos. Afortunadamente tenía mi identificación falsa y pasaporte que le habían conseguido sus cuatro amigos hace un año.
Sabía lo que se enfrentaría llegando a América, ahora tenía ya la experiencia vivida de hace un año. No se iría con los ojos cerrados, aun así, tendría que aprehender a caminar solo.
Fue entonces que la triste mañana del 31 de octubre de 1913 dijo adiós… adiós a su pasada juventud… a su pasado amor… al que tuvo que irse del colegio sin poder ver aquellos hermosos ojos verdes que desafían a las esmeraldas por última vez.
Tomo el boleto del Transatlántico Lusitania que lo llevaría a Nueva York. La sirena del Transatlántico sonó fuertemente anunciando su partida, la gente lanzaba confeti y serpentinas, mientras que él estaba en cubierta tocando la harmónica la triste canción "Auld Lang Syne"
El barco comienzo a moverse lentamente y miro con melancolía la tierra donde había nacido y crecido, recordó la figura de su padre, la Duquesa y sus tres medios hermanos, también vio a sus profesores, miro el océano y observo el rostro sonriente de ella, con sus enormes ojos verdes y su larga caballera dorada. Una chica sin complejos, segura de sí misma, optimista y alegre, todo lo contrario de él. Dejo de tocar la harmónica y agarró su maleta que había dejado en el suelo, decidió retirarse de la cubierta sin poder ver más cómo poco a poco se alejaba de Inglaterra y de su amor.
A lo lejos escucho una voz que grita mi nombre, bajo la maleta y me asomó al mar viendo la ciudad antes de entrar a la puerta de los camarotes.
"Debe de ser mi imaginación" – pensé – Porque fue en un barco donde la conocí por primera vez, Candy se muy feliz… quizá algún día nuestros caminos se crucen otra vez… tal vez algún día… algún día... mientras vivamos nos encontraremos nuevamente.
Candy permaneció tatuada en mi corazón después de tantos años que vivimos separados.
Fin del pasado.
Actualidad.
Lunes, dos semanas después.
8 de Marzo de 1931.
Colegio de Maggie.
Firma de boletas.
–¡Mamá! – había dicho Maggie desilusionada. – ¿Y mi papá, no vino?
– Maggie, ayer hablamos acerca de eso, te había dicho que tu papá no podría venir al colegio – se acercó a su hija y le dio un mimo en la mejilla – ¡Muchas felicidades! Al parecer en tu boleta ya no hubo ni un siete, ni un ocho ¿Pensaba que iba a ver al menos algún nueve? – le sonrió con ternura.
– Hubiera deseado que mi papá hubiera venido como siempre a la firma de boletas. – hizo un puchero.
– ¡Maggie me voy a poner triste! Ya que al parecer no estas feliz de que yo haya venido, – suspiro – bueno tengo que irme a trabajar, ya se me hizo tarde, nos vemos en la tarde mi amor, pórtate bien y diviértete mucho. – le dio su beso y rápidamente salió. En menos de 10 minutos había llegado al hospital.
– ¡Stewart! – Saludo Candy casi en la entrada del hospital. – ¡Qué milagro que te veo y aquí!
– ¡Mi lady! – se sorprendió Stewart a ver a Candy vestida con el uniforme de enfermera – no sabía que usted trabajaba aquí.
– Bueno en realidad solo trabajo medio turno, de 8 de la mañana a 1 de la tarde. Siempre he decidido que debo de trabajar en mi profesión que me apasiona tanto, pero sobre todo sentirme útil. – le guiño el ojo – ¿Y a qué debo tu visita al hospital, espero que no tengas nada grave? – le sonrió.
– En realidad… hoy tiene su última cita la Srita. Rosemont con el médico, para que mañana ya pueda presentarse a trabajar. – Candy volteo un poco la vista y se dio cuenta que ahí estaba ella, ya sin la férula de nariz y los moretones ya habían desaparecido.
– Stewart, lamento mucho que por mi culpa te hayan suspendido todo un mes. – se disculpó.
– Mi lady, no debe de preocuparse de eso, al contrario, lo he tomado como unas ricas y muy merecidas vacaciones.
– Me alegro por ti, bueno debo de irme, ya se me hizo tarde. – Candy apenas si miro a la actriz y decidió retirarse – Adiós Stewart.
– El día se me pasó súper rapidísimo, es increíble que ya se haya terminado mi turno. – Dijo Candy cuando estaba ya saliendo del hospital con una de sus compañeras de trabajo. – Cuando te gusta tu trabajo el tiempo se va devolada, y estos niños son tan hermosos que hacen que olvide los problemas que tienes en casa, para mí es como una terapia.
– Lo mismo digo yo, nos vemos mañana Candy – dijo Claudia, se despidieron y ambas tomaron direcciones diferentes. Candy caminó para el estacionamiento, cuando alguien la abordo.
– Buenas tarde Sra. Grandchester, ¿Me puede conceder 5 minutos de su tiempo? Es algo importe que debo de hablar con usted. – Candy se giró, la miro con una mueca en los labios y sin evitarlo solo cruzo los brazos.
Un hombre apuesto está sentado en el sillón mientras lee las noticias del periódico, sin embargo, su mente no está en la lectura, se ve preocupado y algo melancólico, miraba de vez en cuando el reloj de la pared cuando escucho que metían la llave de la puerta principal y abrían.
– Hola Terry, – Saludo la mujer mientras ponía su bolso y las llaves en un pequeño armario y se iba a sentar junto a su esposo. – ¿Cómo le fue a Ricky en la escuela? – Se quitó los zapatos.
– Le fue muy bien – dejo el periódico en la mesita de café – tuvo 3 dieces, 3 nueves y un 8, ha mejorado muchísimo – le sonrió y en un reflejo tomo los pies de Candy y le daba un rico masaje. – Ricky me estaba esperando en la puerta de su salón y preguntándome si estaba feliz con sus calificaciones. ¿Y a Maggie cómo le fue en el colegio? ¿Cuántos nueves saco? – dio una carcajada sonora. – jajajajaja.
– Ninguno, al parecer volvió a ser la niña matada del colegio – hizo una mueca graciosa – afortunadamente sus amigas también son muy estudiosas, ellas también sacan buenas calificaciones. – le guiño el ojo – Aunque deseaba que tú estuvieras ahí firmando su boleta y no yo. – hizo una mueca chistosa.
– Bueno, Ricky me pidió que fuera ahora a su escuela ya que había sacado buenas calificaciones en sus exámenes, y no pude negarme a su suplica. – dio un suspiro prolongado. – Candy... tú y yo ¿Estamos bien? – Preguntó Terry mirándola a los ojos intensamente mientras le bajaba los pies.
– ¡Claro! Creí que ayer había quedado claro. – Ambos estaban sentados en el mismo sofá frente a frente.
– Estas dos semanas hemos estado en la misma cama, pero no me has permitido tocarte.
–¿Cómo qué no? ¡Ayer lo hicimos!
– Yo te hice el amor a ti Candy – con los dedos de su mano acariciaba la mejilla de Candy con ternura – sin embargo, yo te sentí distante, no me tocabas… no correspondías a mis caricias y a mis besos.
– No es tan fácil Terry – sus ojos estaban cristalinos – aunque sé que no hubo nada entre ustedes… me duele muchísimo, porqué, aunque no lo creas me siento insegura, Andrea es una mujer sumamente guapísima. – bajo la mirada. – tan hermosa o mucho más hermosa como lo era tu madre a su edad.
–¿Deseas que renuncie a la obra de teatro?
–¡No! ¡Claro que no! – Exclamó inmediatamente la rubia. – solo quería darte una lección de lo que puedes perder si realmente llegarás a engañarme. – lo miro a los ojos y Terry supo que ella hablaba en serio.
– Bueno, el sábado fue Andrea al teatro diciendo que ya se encuentra muy bien y que va a regresar el martes a trabajar como siempre… y voy a seguir viéndola todos los días de la semana y estar trabajando con ella. – la tomó de la barbilla para que lo viera a los ojos – Y no creo poder soportar otra noche como ayer. – su voz era como un susurro.
– Anoche quería castigarte simplemente. – Sin evitarlo sus ojos se llenaron de lágrimas de arrepentimiento.
– Realmente lo lograste, fuiste muy cruel, por favor no lo vuelvas hacer, – la voz del hombre era tan dolorosa y Candy en un instinto beso a Terry, los besos eran suaves y tiernos. Candy se dio cuenta que lo había lastimado profundamente y era un sentimiento que no deseaba repetirlo nunca más.
– Hoy es el día libre de Dorothy. – dijo Candy mientras se limpiaba las lágrimas del rostro y le sonreía.
– ¿Eso significa que vas a responderme y hacerme el amor cómo antes? – la besaba tiernamente – ¿Con mucho amor y pasión? – Detuvo sus besos, pues deseaba que las cosas quedaran claras con su pecosa. – Quiero aclarar las cosas antes de…
– Dime, te escucho. – Candy trago saliva.
– Regresé una semana antes de lo pactado, porque los niños descubrieron la verdad, pero yo no deseaba que estuviéramos juntos para no preocupar a los niños, – le sostuvo de las manos y se las llevó a su pecho, a su corazón – yo deseaba estar junto con mi familia porque me amas… Anoche creí que había perdido tu amor, – su voz temblaba – cuando después de 15 días de no haberte acariciado, bueno en realidad fue más de un mes... cinco semanas... desde mi cumpleaños... primero dos semanas por lo de mi nariz fracturada y después tres semanas de la separación... finalmente me diste la libertad de tocarte y hacerte mía, pero…
– Anoche deseaba corresponderte, aunque no lo creas fue horrible para mi hacerte lo que hice, perdóname por favor.
– Te perdono – dijo Terry con ojos cristalinos – pero ¿Tú a mi podrás perdonarme de lo que sucedió con Andrea? – Candy movió afirmativamente el rostro y lo beso apasionadamente.
– No te debería de decir esto, pero no puedo vivir sin ti, estas cinco semanas han sido horribles sin tus abrazos, ni tus besos, ni tu protección, deseo solo ser tuya, solo tuya y de nadie más.
Ambos se levantaron del sofá y se fueron a la recamara, ahí dentro de esas cuatro paredes se confesaron nuevamente su amor y su compromiso, se amaron tres veces apasionadamente, no hubo restricciones de ningún tipo y habían decidido pasar la página referente a lo de Andrea, ya que era una lección muy bien aprendida por ambos, se habían quedado abrazados tan íntimamente, eran la 3:40 cuando la alarma sonó indicando que era hora de ir por sus dos hijos.
Esa tarde habían decidido ir a comer a un restaurante y luego decidieron ir al cine. Los niños inevitablemente estaban súper contentos y felices, pues se habían dado cuenta que sus padres nuevamente se tomaban de la mano y percibían esas miradas especiales de mucho amor, al igual se besaban.
Ricky como Maggie identificaron perfectamente cuando sus padres fingían y cuando no, pues en esos quince días sus padres, aunque estuvieran juntos y durmiendo en la misma habitación, sus miradas no se cruzaban, casi no se dirigían la palabra y el ambiente era un poco tenso.
Y desafortunadamente en la mente de los dos padres pensaron que habían hecho una muy buena representación creyendo que sus hijos no se habían dado cuenta de la realidad. Que equivocados estaban los padres, los hijos son muy inteligentes y se dan cuenta de absolutamente de todo y lo mucho que sufrían al ver a sus padres distanciados.
Al día siguiente. Martes.
Teatro.
– Señores – dijo el Director de la obra – hoy después de tres semanas de incapacidad, vuelve a los escenarios Andrea como Cleopatra, debo de agradecer infinitamente a Sofía quien hizo un excelente papel mientras Andrea no estuvo. – Sofía agradeció el cumplido con un asentimiento de cabeza y los demás le dieron un aplauso.
– Terruce – dijo Andrea cuando terminó el discurso el Director y todos se había ido ya a sus respectivos camerinos – puedes ofrecerme solo un minuto de tiempo y prometo nunca más molestarte.
– Si, dime – dijo Terruce con fastidio. – pero se rápida, porque en poco tiempo empieza la función.
– Primero que nada, vengo a ofrecerte una disculpa sinceramente de lo que he hecho... y no tengo perdón de Dios – suspiro profundamente – he meditado en estos días que nuestra relación sea únicamente arriba del escenario. No tengo deseos de verte y tampoco creo que tú desees tener una amistad fuera del escenario conmigo. – la voz de Andrea era de arrepentimiento total. – Además ambos tenemos nuestros diálogos muy bien aprendidos, no tenemos por qué ensayar más. – tenía un nudo en la garganta – perdóname sinceramente, no deseaba lastimar tu matrimonio… – sentí que su arrepentimiento era genuino – era todo lo que tenía que decir… voy a cambiarme.
– Te vez diferente – dijo Terry antes que ella saliera del escenario. – tienes una mirada diferente, una mirada que no te había visto antes. – volteo y me sonrió.
– Me he enamorado de una persona en este tiempo de vacaciones forzadas.
–¡¿No me digas que finalmente le hiciste caso a Alexander?!
– No, no es Alexander. – sonrió
– Nuestro gran Julio Cesar, el gran Cesar, es un gran tipo.
– No es del medio artístico, es alguien que me ha puesto los pies sobre la tierra, es un hombre muy maduro, me agrada por qué a veces en este medio artístico en donde nos movemos, no sabes si te quieren por lo que representas o por quien realmente eres sin ser esa persona famosa y glamurosa.
– Estoy feliz que seas correspondida. – dijo Terry sinceramente.
– Debo de irme… voy a cambiarme. – Andrea salió rápidamente del escenario y se fue a su camerino para caracterizarse de Cleopatra una vez arreglada se miró al espejo y sin evitar derramos las más triste lágrimas.
FLASHBACK.
Tres días antes
Sábado en la tarde.
– Eres una mujer muy especial y muy hermosa, lo que me has contado referente a tu vida ¡Es terrible! Has sufrido mucho. – dijo Stewart, él me había invitado a comer a un pequeño restaurante cerca del teatro ya que había pensado en decirle al Director que ya me encontraba en perfectas condiciones para trabajar el próximo martes.
– Si, ha sido muy difícil. – Miro su plato semivacio.
– Quien diría que en realidad eres muy diferente a la actriz de Broadway. – sonrió – Sin embargo, el público piensa que la mayoría de los actores o celebridades son como los vemos en el teatro... seguros, fuertes, exitosos, sin adversidades y multimillonarios cuando la realidad… es muy diferente.
–¿Multimillonaria? – lo miro extrañada – No soy multimillonaria, en el teatro gano muy bien, pero no lo suficiente para ser multimillonaria. – hizo una mueca graciosa.
– En realidad, pensaba en otra persona. Jajajajaja. – dio una sonora carcajada. – no todo gira a tu alrededor hermosa.
– ¡Terruce! – Exclamó Andrea espantada cuando lo vio entrar al restaurante.
– ¡Si! Adivinaste, me refería a él precisamente. – le guiño el ojo.
– ¡No! ¡Él está aquí! Debo de irme, no deseo que él me vea aquí y menos contigo. – tomo su bolso y se dirigió al baño de las mujeres.
– ¡Terruce! – Saludo Stewart cuando vio que Andrea ya había desaparecido. – Ven, siéntate conmigo a comer.
– ¡Stewart! No esperaba verte por estos rumbos. – tomo asiento, pidió algo de comer y una vez que el mesero trajo la comida y la bebida quince minutos después comenzó la plática.
–¿Cómo vas con tu esposa? ¿Ya mejor? – en ese momento entraba una mujer sentándose atrás de Terry.
– Ya mejor, gracias, aunque no como antes – su semblante era triste. – todavía no, nos hemos reconciliado del todo.
– Me gustaría ayudarte, o darte un consejo referente a cosas de amor y parejas, pero sabes que... – dio un suspiro prolongado – las Escoltas de la Guardia Real nos recomienda no tener familia, nuestro trabajo es muy demandante y sumamente sacrificado.
– Sí, siempre me pregunte por que Alfred o alguno de ustedes no tienen familia, esposa o hijos. Por cierto, ¿Habías venido a comer con alguien? Ya que cuando llegue había un servicio.
– Si un compañero de trabajo, de la Guardia Real, me dijo que la próxima semana debo de partir a Inglaterra ya que mi mes de mis vacaciones forzadas llegaron a su fin. – le guiño el ojo.
–¿Vas estar trabajando con mi padre? – Preguntó casualmente mientras comía su ternera.
– No, voy a estar en el Colegio de la Guardia Real, con los nuevos internos de 12 y 13 años para su formación.
– ¿En serio? ¿Eres entrenador de la Guardia Real? – Abrió los ojos en sorpresa.
– Cuando usted se casó y decidió radicar en Stratford Avon un lugar sumamente tranquilo hace diez años, decidí junto con Clark ir a nuestro pabellón a trabajar ahí, – suspiro con una sonrisa. – a ese pabellón lo bautizamos como el pabellón 1892 ya que es nuestro año de nacimiento todos los entrenadores somos del mismo año.
– ¡Wow estoy sorprendido! y ¿Qué les enseñas ahí a esos pobres niños? A permanecer parados como gárgolas sin moverse, ni hablar como si el ratón les hubiera comido la lengua. Jajaja – dio una carcajada.
– Bueno, sí – hizo una mueca chistosa ya que no estaba tan equivocado – Desde pequeños les enseñamos el manejo de armas, a disparar en puntos estratégicos para inmovilizarlos, sin llegar a matar al agresor, pero sobre todo es muchísima disciplina militar. No es fácil entrar a la Guardia Real necesitan cierto perfil para ingresar ahí.
–¿1892? Pensé que eras mucho más grande cuando estabas conmigo en el Palacio ¡¿Y solo nos llevamos cinco años?! – recordó – por cierto ahora que estás, estaba pensando en que me recomiendes a dos personas para Ricky y Maggie una persona que sea chófer y escolta. Ya que Candy ahora ha decidido trabajar como enfermera y nuestro horarios son complicados y necesitamos personal calificado.
– ¿Deseas alguien de la Guardia Real? Te puedo recomendar a alguien.
– ¡No! ¡No de la Guardia! ¡Claro que no! – Gritó espantado.
– Porqué no, tus hijos tienen sus títulos de cortesía, aunque aquí en América no lo usen, ellos son nobles de nacimiento y tienen el privilegio de ser escoltados por la Guardia Real, y seguramente en un futuro ellos volverán a Inglaterra en algunos años, además están al servicio de Su Majestad ya que en julio de año pasado les regreso sus títulos nobiliarios... Y Ricky por ser tu primogénito, él es Conde y debes de exigirle aun más a él.
– Lo sé, pero Ricky es aún muy pequeño, deseo que disfrute su niñez y adolescencia a lo máximo. Qué lástima que Ricky no tiene el carácter y lo estudioso de Maggie y Maggie fuera como Ricky, sería fabuloso, así no me preocuparía por el futuro de ambos.
– Pienso que Lady Margaret debe de estudiar en el Real Colegio de San Pablo, para que sus compañeros estén a su altura, aquí en América ella va a sufrí muchísimo... ya que el día que se case perderá el apellido Grandchester y todos sus privilegios de la aristocracia.
– ¡Lo sé perfectamente! No tienes que decírmelo, ¡Y sí, si lo he pensado! Pero aún no, quizá cuando cumpla sus quince años. No quiero que pierdan su infancia. – suspiro profundamente – Sé qué ahora le exijo más a Ricky por ser él, el primogénito hombre y heredero, en cambio Maggie, mi pequeña y amada Maggie ella perderá todo el día que se case... – hizo una mueca tristemente mirando su plato – sé que debo de mandarla a que estudie en el San Pablo, donde Maggie pueda tener una vida adentro de la Corte si ella se llegará a casar con un noble... y pueda aun continuar con sus privilegios aristocráticos.
– Si, conociendo como es Lady Margaret no creo que aquí en América se casé con un don nadie, aunque tenga mucho dinero. – sonrió y pidió otra copa de vino al mesero – Te puedo recomendar a personas de 18 años para que escolten a tus hijos y no sean tan íntimidantes para ellos. – Sugirió Stewart.
– No te ofendas, pero no deseo a los de la Guardia Real como escoltas de mis hijos. Ustedes fueron muy desgraciados conmigo... y no deseo que mis hijos sufran lo que yo sufrí con ustedes.
– Son circunstancias completamente diferentes.
–No, no lo es. Ustedes se rigen por un protocolo rígido militarmente, son unas malditas gárgolas que no expresan sentimientos, ni se comunican, y no deseo que mis hijos aprendan lo que yo aprendí de ustedes si alguno de mis hijos se burlará de su seguridad, no deseo que mis hijos estén encerrados con ustedes, fue una experiencia terrorífica, son unos verdaderos monstruos.
– Sus hijos son completamente diferentes a como era usted. – trato de defenderse.
– Quizá Ricky, pero mi hija Margaret es idéntica a mí... es una niña prodigio, y ella me sorprende cada día más, es un AS en la máscara del póker ocultando sentimientos y actitudes, y con ustedes lo perfeccionaría aún más y no deseo que aprendan el maldito protocolo aristocrático, ni deseo que Maggie se entere que aún conserva su título de cortesía, aún no... como te lo dije, quizá en el futuro cuando tengan quince años.
– Lamento que odie sus raíces por culpa de nosotros. Nosotros solo seguimos órdenes y el protocolo desde los 12 años y ahora entrenamos a las nuevas generaciones para custodiar a la realeza como a la nobleza.
– Un momento, me habías dicho que cuándo me casé fue ¿Cuándo decidiste irte al colegio a entrenar a los nuevos internos?
– Si, así es. – dio un sorbo a su bebida.
– Entonces estuviste siempre como mi escolta cuando yo pensaba que no tenía escoltas antes de casarme.
– En sí, no fue mucho tiempo… desde que estuviste en el Hotel Plaza con tu padre aquí en América… fue después que tuviste un intento de suicidio, en ese entonces estábamos en Canadá cuidando a la Duquesa y a tus dos hermanos, tu padre llamo por nosotros y estuvimos contigo en secreto hasta tu casamiento.
– Entiendo. – se llevó la mano al mentón como pensando en algo.
– Tu padre estuvo muy preocupado de que volvieras hacer la misma estupidez, cuando pasó lo de la gira en Chicago, cuando mi Lady Candice les había dicho que se iba a casar con el Sr. Albert Andley... en si, estuvimos con usted como cuatro años y ahora nos llama cuando tiene eventos especiales o tiene que salir de Inglaterra. – se llevó un bocado de comida.
– ¿Entonces fuiste tú quien le aviso a mi padre cuando llego Candy a Londres por primera vez a encontrarme en el puente de Westminster y él la visito esa misma noche a la suite del Hotel Savoy? – ato cabos.
– Si, fui yo. – se dio cuenta Stewart que había hablado de más.
– Comprendo, – lo miro fijamente, su mirada era fría – ¡Tú no estás suspendido! ¡Estás de servicio! ¿Verdad?
– ¡Mi lord! – se sorprendió Stewart de como algo que pasó hace más de 10 años llegaba a tal conclusión tan precisa.
– ¡Cómo es qué no me di cuenta antes! – aventó la servilleta a la mesa furioso – ¡Ustedes siempre logran engañarme y defraudarme de la peor manera!
– Su padre tiene miedo de que…
–¡¿De qué Stewart?! De que haga una maldita estupidez como cuando te llamo cuando sucedió ¡Lo del Plaza o lo de Chicago! – Gritó.
– Su matrimonio estaba en riesgo, lo supimos cuando vimos la mirada de su esposa cuando vio los análisis de embarazo. – su voz era sumamente baja, pero al mismo tiempo clara, aunque el restaurante estaba semivacío. – Alfred me pidió que podía recaer con la bebida ya que él lo vio en un bar completamente devastado, o peor aún, ya que en esos días estabas en un pequeño hotel y no en su casa, además cuándo ocurrió lo del Plaza, sabía su padre que habías tenido tres intentos de suicidio cuando eras mucho más joven, ya que le confesaste al Dr, Crowford que no había sido la primera vez, no podía el doctor no confesarle algo así a tu padre, tenia que estar al pendiente de ti y luego lo de Chicago... sabiamos que...
–¡Lárgate al infierno! – Saco su billetera y aventó el dinero – ¡Maldito Stewart y malditos sean todos ustedes! Y no deseo ninguna recomendación por parte tuya, se la pediré a Albert Andley. ¡Todos ustedes se pueden ir al maldito infierno!
Stewart le había dicho Andrea cuando sucedió lo de la pelea con Candy, que si en alguna ocasión deseaba pasar desapercibida debería de actuar con normalidad y hacer pequeños cambios en su vestimenta. Y así una mujer con una peluca rubia y con un saco de sastre color beige había entrado nuevamente al restaurante escuchado así toda la conversación entre las dos personas.
Fin de FLASHBACK.
– Primera llamada, primera llamada. – Billy tocaba las puertas de los camerinos para que los actores estuvieran ya listos. En cinco minutos tenían que estar ya sobre el escenario. Se miró al espejo y se limpió las lágrimas que había derramado.
La obra había terminado con gran éxito, y todos los actores dimos una reverencia, de un lado mío está Julio Cesar y del otro lado está Marco Antonio tomados de la mano mientras agradecemos al público sus aplausos como un gran equipo. El telón finalmente cerro y nos dirigimos a nuestros camerinos en profundo silencio o al menos yo.
Al día siguiente,
Miércoles, en la mañana.
Casa de Andrea.
– Hola Andrea, te invito a desayunar en algún restaurante que tú elijas. – dijo un hombre vestido casualmente y con una sonrisa en los labios cuando él toco a mi puerta. En alguna otra ocasión lo hubiera tomado con muchísima alegría. Sin embargo, hoy era tan doloroso verlo.
Llegamos al restaurante llevaba una peluca pelirroja, anteojos que me hacían ver como una mujer culta, ya que no deseaba ser reconocida. Pedimos algo ligero para desayunar.
– Creí que estabas suspendido de tu trabajo – dije cuando el mesero trajo la comida y las bebidas – siempre termino por enamorarme de una persona que no soy correspondida. – la mirada de Stewart era confusa – escuche tu conversación con Grandchester.
– Yo… yo lo lamento… – bajo la mirada al plato – es por eso que la Guardia Real desea que no tengamos alguna relación con las personas que custodiamos, siempre terminan las relaciones bastante mal.
– De alguna forma creí que te gustaba, que te interesaba. Qué idiota fui. – se maldecía – Sé que pronto te iras a Inglaterra, ¿Cuándo? ¿El próximo fin de semana? No sé en qué demonios estaba pensando en fijarme en una persona como tú.
– Eso no es verdad. – dijo el hombre completamente pasmado con la confesión de la mujer, ¡¿Qué se había fijado en él?!
– Siempre fue Grandchester el motivo que tú estuvieras aquí… y yo pensando que habías sido por mí, – se rió tristemente – que te importaba mi salud, que egocéntrica he sido, me lo habías dicho ¡No todo gira alrededor de mí! – apretó la servilleta con dolor y sin evitarlo una triste lágrima derramaba.
– Nunca fue mi intención lastimarte… realmente estuve preocupado por ti. No todo es referente a Grandchester... yo... yo...
– No debes de preocuparte más por Grandchester, el lunes hablé con la señora Grandchester cuando termino su turno en el hospital y le dije lo que había sucedido, y efectivamente… Terruce no le había confesado toda la verdad a su mujer, – miro a Stewart y con una voz llena de dolor le dijo – le confesé que lo había drogado con Epimedium, le dije que por mi parte… nunca más iba a tener una relación de amistad afuera del escenario. Qué no debe de preocuparse ya por mí. – ella lloraba – me sorprendí el sábado porque estabas aquí custodiandolo... y en una fracción de segundos lo comprendí ya que había leído todos los periódicos acerca de él ya que me descubriste con la carpeta del New York Times. No fue una intoxicación de comida en mal estado. Ahora lo comprendo.
– ¡Andrea!
– ¿Sabes qué fue lo más doloroso para mí? – lo miraba intensamente – Qué ella me agradeció haberle dicho la verdad, me dio una cachetada con guante blanco, nunca podré ser yo como esa gran señora. Ahora entiendo porque Grandchester está profundamente enamorada de ella y tenía tanto miedo de perderla. – se limpió las lágrimas del rostro – Desearía con todo mi corazón encontrar una pareja como la que tiene Terruce, que ama a la persona que esta atrás de la celebridad… ya que nosotros solo somos una fantasía, ¡Una vil mentira!
Stewart simplemente se quedó callado. Deseaba tanto decirle que le gustaba demasiado desde la primera vez que la vio, deseaba tanto tener una familia, ya que era un hombre mayor de 39 años, pero su trabajo, su maldito trabajo no se lo permitía, además le llevaba 10 años de diferencia.
– Creo que esta es la última vez que nos vamos a ver ya que pronto te largaras a Inglaterra. – abrió su bolso y de ahí saco bastante dinero para pagar el desayuno. – Fue un placer haberte conocido. – lo miró intensamente y se marchó llorando.
CONTINUARA…
Hola, muchas gracias a todas las chicas que están leyendo esta historia. Hubo personas que desean que terminará ya está historia que había dejado inconclusa, no me había dado cuenta que había borrado accidentalmente dos capítulos.
Había dejado inconclusa esta historia ya que a muchas no les gusto el maltrato físico de Terry, pero así me lo imaginé ya que a su corta edad no tenía amigos, fumaba, bebía, se peleaba a menudo y quebrantaba todas las reglas del colegio.
Leí que Terry nació el 28 de enero de 1897 para 1913 cuando Terry conoció a Candy había cumplido sus 16 años, supuse que su vida había mucha carencia de amor y sufrido mucho maltrato físico pero sobre todo emocional pensando en esa época hace más de 110 años, todo un siglo.
Pero bueno, nunca me ha gustado dejar las cosas inconclusas, así que voy a terminarla gracias a que me dieron ese apoyo.
En el siguiente capítulo va a ser el epilogo, pero va a ser en tres partes. Ya la tengo hecha desde hace mucho tiempo, pero me faltaba poner los signos, mayúsculas. Editarla.
Kelly una hermosa persona que llevo a YOUTUBE mi otra historia, 13 años después. Para mí fue un gran honor. Me pidió si podía llevar esta historia a su canal de YOUTUBE. Por mí no hay problema, supongo que en una o dos semanas termino ya con las tres partes del epilogo.
NOTA: El Epilogo se trata de la vida de sus dos hijos, de Ricky y Maggie, pero como es algo fuerte no sé cómo sea youtube. Sea como sea, estoy feliz de terminar con cosas que había dejado inconclusas.
Besos y abrazos y mil gracias a todos los lectores.
