EPILOGO.
Primera parte.
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Julio de 1945.
Emma Miller. (24 años)
A pasado tanto tiempo desde que he llegado a América. La mitad de mi vida, la viví en mi tierra natal Inglaterra, mientras que la otra mitad en América.
Este fin de semana he decidido hacer cambios a la habitación que utilizaba como estudio, así que llevo varias cajas de libros y muebles al sótano, cuando abro la puerta lo primero que veo es una vieja silla de ruedas y unas muletas. No me explico porque después de algunos años aún tengo esa silla de ruedas y aquellas muletas. Así que sin meditarlo lo primero que hago es sacar esos objetos del sótano, los meto a mi carro y voy a un hospital cercano para donar aquellos objetos.
Regreso a casa y sin evitarlo estoy algo nostálgica. Me dirijo a mi recamara para cambiarme de ropa, algo informal para hacer limpieza. Sin embargo, ahí en mi armario, en un lugar muy especial veo un joyero damasquino con hermosas incrustaciones. Él me dio aquel joyero, me dijo que pasaba de generación en generación en la casa de su padre.
– Este joyero le pertenecía a mi madre. – me dijo con su hermosa sonrisa en los labios – Ahora es tuyo.
Recuerdo bien la fecha que me lo dio. Fue en la fecha de nuestro compromiso, sábado 26 de agosto de 1939. Una semana antes que comenzara la guerra.
Con manos temblorosas saco el joyero de mi armario, me siento en mi cómoda y la abro, en el guardo todas mis cartas y tesoros más preciados. Tomo una carta al azar y leo su contenido.
(10 años Ricky y Emma)
Septiembre de 1931.
Querida Emma.
No sabes que emoción me da decirte que muy pronto voy a tener un hermanito o una hermanita. Mi mamá ahora tiene 5 meses de embarazo, dice que posiblemente llegue a principios de enero. Debo de confesarte que este suceso ha hecho a mis padres mucho más unidos, hubo una época que mis padres los veía distanciados, ya que en varios periódicos decían que la actriz principal de la obra donde trabaja mi padre, Andrea Rosemont había tenido un romance con mi papá. Fueron semanas muy dolorosas para Margaret y para mí. Y ahora es completamente diferente.
¡Creo que ahora se pasan de empalagosos! Ya que mi papá a cada rato la está besando y acariciando la aún plana barriga de mi mamá, hasta le habla, le canta, le lee sus diálogos de la obra como ¡Si adentro el niño pudiera ya escucharlo! Mi papá tiene una vieja harmónica que mi mamá se la regaló cuando él era un adolescente, la toca para el bebé con mucho cariño y sentimiento.
No sé si confesarte esto, pero no puedo evitar sentirme celoso. ¡Voy a tener un hermanito a mis diez años! ¡Si ahora comparto la mitad de cariño de mis padres con mi hermana Margaret, ahora tendré que compartir el amor de mis padres con ese bebé que todavía no nace!
Sin evitarlo hago un puchero y mi madre cariñosamente me acaricia mi cabellera castaña y me dice lo mucho que me ama y que por ser el hermano mayor tendré el grandísimo "honor" de cuidar y proteger al nuevo miembro de la familia.
Dudo mucho que sea un gran honor para mí ¡Me siento completamente aterrado! ¡¿Cuidar a un bebé que todo el tiempo va estar llorando y limpiar su trasero de popó para que no se roce?! Solo le sonreí con una cara ¡De terror!
Espero que mi mamá no haya percibido mi expresión de desagrado, aunque unos segundos después se echó a reír de buena gana.
Paso algunas cartas y tome otra carta al azar.
30 de junio de 1933. (12 años)
Querida Emma,
Finalmente salí de la escuela Elemental, mi promedio ¡No lo vas a creer! ¡Agárrate! ¡Obtuve 9.1 en general! ¡Mis padres no podían creer que haya sacado tan buenas calificaciones en mi último año escolar! Mis padres estaban tan emocionados y orgullosos de mí.
Recuerdo que mi padre en mi cumpleaños doceavo me dijo que si tuviera un buen nivel académico, al finalizar el verano me iba a dar una hermosa sorpresa que mi iba a ir de espaldas. ¡Santo Dios! Me pregunto cuál será la sorpresa ya que hoy oficialmente salimos de la escuela.
Hoy, regresando de la ceremonia del colegio le pregunte por mi sorpresa, me dijo que tenía que esperar hasta finalizar el verano, mi padre con una carcajada sonora me dijo que me iba agradar muchísimo. ¡Pero que no comiera ansias! Qué pronto iba a llegar.
Mi madre estaba atrás conmigo en el carro, ella cargaba a William David, en honor a los segundos nombres de mi tío Albert y de mi abuelo el Duque. Él tiene el cabello rubio y sus ojos son verdes como los de mi mamá. Tiene ahora un año y medio, mi hermanito levanta sus bracitos para que yo lo abrace, estiro mis brazos y él se viene conmigo y lo abrazo con mucho cariño.
Mi madre en ese momento con voz seria, me dijo… hemos decidido cambiarte de colegio… al Trinity School NYC.
Emma, te confieso que ahora que voy a entrar a la secundaría me da un poco de miedo ya que es un colegio con educación británica...
Bajo la carta y un segundo después me la llevo al pecho con una sonrisa deslumbrante recordado aquel momento.
FLASHBACK
2 de septiembre de 1933. (12 años)
Primer día.
Escuela secundaria.
Todos estábamos sentados en los pupitres esperando a que el profesor de nuestra primera clase llegará al salón. A lado mío un joven de doce años golpeaba con su dedo índice la mesa de su pupitre y su mirada se veía nerviosa ya que aquel colegio pertenece a una orden y el estilo de educación es británica.
– ¡Hola! – Me dirijo al muchacho que está a lado mío – ¿Tú crees que nuestros nuevos profesores sean como en Inglaterra? Señores de más de cincuenta años con túnicas negras y birretes en la cabeza y con una vara en la mano.
– ¡No! – Gritó espantado – ¡Yo espero que no! Si no, le voy a decir a mis padres que me vuelva a inscribir a mi antiguo colegio.
– Qué lástima, y yo que deseo estudiar a lado tuyo como en Londres, ¡Ricky Grandchester! – Le guiñe el ojo cuando el volteo a verme.
–¡¿Emma?! ¡¿Emma eres tú?! – El chico abrió enorme la boca y casi se cae del pupitre – ¡Estás aquí, en América!
– ¡Buenos días jóvenes! Yo seré su profesor de matemáticas – el profesor no estaba vestido como lo había descrito, pero sí de traje con corbata y un poco serio.
Fin del flashback.
Que hermoso recuerdo, literalmente se cayo de su pupitre cuando finalmente me reconoció. – suspiro la mujer viendo una fotografía del primer año escolar en América.
15 de Julio de 1936. (15 años)
Querido Duque de Grandchester.
¿Cómo debo de llamarlo cuando usted siempre ha sido tan generoso con nosotros? Con mi madre y conmigo. Estos tres años que he estado en América han sido realmente increíbles. Todas las atenciones que ha tenido conmigo a nombre de Alfred Bates ya que desde que llegué a América me ha adoptado como su hija y ahora es mi tutor oficialmente, él está siempre pendiente que aprenda la lista de buenos modales de cortesía, etiqueta y protocolo ¡De mis notas académicas! Y me castiga severamente cuando hago alguna travesura o salgo sin su permiso, ¡Tiene la mano bastante dura! Realmente ha sido como un padre para mí.
No tengo palabras para agradecerle, ¡Vivo en una hermosa casa y mis vestidos son realmente hermosos! Poco a poco me siento segura estando en aquellas fiestas de la alta sociedad de los Grandchester y los Andley, parece que vivo en un hermoso cuento de princesas.
Mi madre está feliz, ella dice que Alfred lo ve como una verdadera figura paterna para mí. Le he tenido mucho amor y agradecimiento y sin evitarlo le digo papá y lo presento como si él fuera mi padre muy grande o mi abuelito. Ya que me confesó que tiene 56 años de edad. Alfred nada más roda los ojos y hace una mueca graciosa. Es un alivio que no lo tome a mal.
Duque de Grandchester siempre le estaré agradecida por lo que ha hecho por mí. Aún recuerdo cuando me dijo hace tres años, ¿Te gustaría estudiar en Nueva York?
–¡¿Nueva York?! ¡¿En América?! – Estaba sorprendida – Yo pensaba que deseaba que su hijo, su nuera y sus tres nietos regresarán a Inglaterra. El teatro de Shakespeare en Stratford Avon ha abierto finalmente sus puertas nuevamente.
– Nunca me ha gustado América, es muy moderno y muy liberal para mi gusto, yo soy sumamente conservador sin embargo, he decidido que mi hijo Terruce y toda su familia vivan en América. Creo que es un lugar seguro para vivir. Pero no le escribas a Ricky que estudiarás en Nueva York, que sea una sorpresa cuando lo veas allá.
Por cierto, le mando mis notas académicas de secundaría, seguramente estará muy orgulloso de mí ya que me gradué con honores. No me preguntes como salió Ricky académicamente, él desea ser aviador como su tío Stear y como usted Duque de Grandchester, no sabía que había sido piloto en su juventud, supongo que lo trae en las venas… ya que cuando sus padres vieron sus malas calificaciones con ojos furiosos… Ricky les dijo que él no necesita de la ciencias o de la historia para aprender a manejar un avión y no deseaba entrar al siguiente nivel académico.
Sin embargo, mi futuro "suegro" con mirada de pocos amigos "literal" ¡Lo llevo de la oreja a que se inscribiera a la preparatoria! Pobre de mí amado Ricky, creo que aún no se puede sentar después de dos semanas.
A partir de ahora comenzaremos una nueva etapa de alegrías y cosas maravillosas, estoy feliz que Ricky este conmigo en la prepa.
29 de abril de 1937. (16 años)
Querido Duque de Grandchester.
¿Cómo ha estado? Me he enterado por parte de Ricky que su abuela, su esposa, la Duquesa de Grandchester a fallecido, aunque sé que desde hace siete años ya no vivían juntos. Pero deseo con todo mi corazón que finalmente le dé un anillo de diamantes a E.B. "aquí entre nosotros" es el deseo de todos que finalmente contraiga matrimonio con la mujer que ha amado desde su adolescencia.
Hace una semana Ricky cumplió los 16 años. Es tan alto como lo es su padre, y creo que es mucho más apuesto, pues él tiene una hermosa sonrisa y una voz ronca y es muy agradable que me hace suspirar profundamente… también es muy atlético, él practica diferentes disciplinas en el club campestre desde los 13 años, y por otra parte creo que va a ser muy buen padre, ya que su mamá en los fines de semana nos pide que cuidemos de William de 5 años, entre su hermana Margaret, él y yo hemos aprendido muchísimo a pesar de los muchísimos errores que hemos cometido… con su arreglo personal o ¡Su comida! Su padre, con una mueca fingida, nos ha dicho que si pensábamos que si su hijo pequeño es una especie de conejillo de indias el cual estamos experimentado de cómo se debe de críar un niño.
¡Por cierto Duque de Grandchester! ¡¿Adivina qué?! Ahora me llevo súper bien con Margaret, ella al principio me miraba con recelo, nunca me hizo una grosería como cuando vivíamos en Londres, siempre fue respetosa conmigo, pero al principio era impersonal, poco a poco me he ganado su amistad y su confianza, ahora somos grandes amigas…
Dejo la carta y veo una invitación especial, es el cierre de Temporada de "La tempestad"
Primavera de 1938 (17 años)
Estoy en el Palco de Honor de los Grandchester y los Andley, desde mis 13 años me muevo en esa clase de la aristocracia y la clase Elite donde se mueve Ricky y toda su familia, ellos me tratan como una verdadera dama de la alta sociedad, Alfred ha puesto todo su empeño para llevarme a la cima como uno de ellos.
En ese entonces su padre, Terruce Grandchester había terminado su gran etapa como actor con una gran ovación, más de 7 años había interpretado diferentes personajes de la literatura inglesa, a sus cuarenta un años de edad había alcanzado sus mayores retos con gran satisfacción, y su compañera de Tablas Andrea Rosemont se había casado en secreto hace más de seis años, con un hombre completamente desconocido y no tenía nada que ver con el medio artístico, había tenido un hijo cuando se casaron y ahora nuevamente estaba embarazada y ya no podía ocultar su barriga de más de cinco meses y finalmente termino la temporada de la Tempestad.
Andrea Rosemont había decidido retirarse por un tiempo de los escenarios, para disfrutar de su familia que estaba formando. ¿Cuánto tiempo se tomaría de descanso? Ella no lo sabría en ese momento ya que su esposo era británico, quizá un año o tres años, el destino lo decidirá en su momento.
En aquella primavera cuando fue el cierre de la temporada, el Director del teatro y su gran amigo el Sr. Erlanger estaba muy enfermo y le pidió al Sr. Grandchester que comenzara una nueva etapa como Director y Productor. Sin duda alguna era un enorme reto.
¡¿Director y Productor en Broadway?! Son palabras mayores, no es cualquier cosa llevar una producción de gran calidad en Broadway, pero el Sr. Grandchester había considerado llevar a cabo aquel nuevo reto en su vida profesional.
27 de octubre de 1938. (17 años)
Jueves.
Querido Alfred, papá.
Te escribo esta carta, pero no sé si pueda realmente enviártela, te confieso que Ricky y yo desde su cumpleaños 16 por primera vez me ha besado, antes nos tomábamos de la mano y me abrazaba tiernamente, a veces recargaba mi cabeza en su pecho y escuchaba el latir de su corazón. Pero no fue hasta su cumpleaños que nos besamos. ¡Querido papá! ¡Juro que no he hecho nada que pueda sentirme avergonzada desde entonces!
Pero debo de confesarte que cada vez que estoy con Ricky siento como mi cuerpo cambia día tras día y mis sentimientos por él crecen como el fuego de una gran fogata y aún más, como nunca me imaginé. Por favor no te enojes con Ricky y principalmente conmigo. No quiero defraudarte ya que habíamos dicho que terminando la prepa y a mis 18 años íbamos finalmente a formalizar nuestro compromiso. Pero no creo poder aguantar tanto tiempo.
Tengo miedo de decirte esto en persona… ya que no quiero que me abofetees cuando te diga… "Que deseo ya vivir con él como pareja" ¿Te he dejado sin respiración y con un nudo en la garganta? ¿Verdad?
Dejo aquella carta dirigida a mi padre adoptivo. Y tomo una pequeña hoja, Ricky la había arrancado de su cuaderno. – la desdoblo como en aquel momento y leo su hermosa caligrafía.
Voy a hablar con mis padres para decirles que deseo casarme contigo.
Comienzo a llorar fuertemente, por mucho tiempo me sentí completamente culpable. Deseaba regresar el tiempo y que aquella platica nunca hubiera ocurrido. Cuanto lloré, cuanto sufrí en silencio. Si Ricky no hubiera hablado con su padre entonces los sucesos futuros no iban a ocurrir de la forma que ocurrieron, si tan solo Ricky hubiera hablado con su padre un día después… cuanto tiempo me maldije… y sin embargo, ahora que ha terminado la guerra solo puedo dar gracias a dios y al destino.
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Actualidad.
Maggie Grandchester.
Julio de 1945.
Hace un año que trabajo como abogada en el Consorcio Andley en el Edificio Chrysler en Nueva York. Tengo 22 años, y me ha ido bastante bien en lo profesional, sin embargo, en el amor no tanto… aunque siempre fui muy inteligente en lo académico, como persona fui bastante "ingenua" o muy estúpida, por alguna extraña razón no llegue a tener buenos amigos.
Suspiraba Maggie recordando su pasado.
En mi último año de secundaria, le pedí a mis padres que me cambiaran de colegio, al Trinity School NYC, donde estudiaba Ricky y Emma. Deseaba estudiar ahí porque es un colegio mixto y a mis catorce años no había tenido novio ya que desde que llegue a América había estudiado en colegios solo para señoritas.
Envidiaba a mi hermano Ricky y a Emma, los miraba de lejos y ellos se tomaban de la mano mientras caminaban, se compartían de su helado o de cualquier postre en parque o en algún restaurant juvenil, sus risas, sus miradas, sus gustos, deseaba tener esa experiencia también, "que me abrazarán" deseaba tener un novio, pero por alguna razón, era tímida e insegura ante el sexo opuesto… eso era lo que yo estúpidamente pensaba, porque mis amigas poco a poco comenzaban a tener novio, y yo no entendía porque los hombres se alejaban de mí, sentía que me veían como un bicho raro y me evitaban.
Cuando entre a la preparatoria era una mujer alta, hermosa y mi cuerpo había cambiado muchísimo, mis pechos y mis caderas se habían desarrollado bastante y tenía una esbelta cintura, siempre me gusto vestir a la moda, mis vestidos eran muy costosos y de la más alta costura, mi cabellera rubia, rizada y larga. Además, soy primera en mi clase, soy un prodigio como lo es mi padre, y siempre andaba con la frente en alto, como toda una aristócrata, hablo con acento británico, ya que el acento americano es fonéticamente horrible, y el orgullo y privilegio de ser una Grandchester como una Andley. Apellidos sumamente poderosos"
FLASHBACK
Preparatoria.
Septiembre de 1938
15 años.
Una semana antes de entrar a la Prepa, había asistido a una piyamada con todas las chicas del salón y por primera vez en mi vida me había sentido insegura, El tema: "los chicos" ¿Habías tenido novio? ¿Y a qué base habías llegado con ellos? La mayoría de las chicas decían que a primera base y dos chicas confesaron que habían llegado a segunda base y que había sido maravilloso. Y otras decían que su fantasía era tener un Home Run con David, otros con Joseph, compañeros de clase.
¿Primera base, Segunda base, Home Run? ¡¿De qué demonios hablan?! ¡Me quede con cara de idiota, cuando no sabes la respuesta! Peor aún, no sabes del tema de que están hablando.
– Y a ti Margaret, ¿Has llegado alguna base con algún chico de la clase? – Me pregunto Abigail.
– No, no me gusta el baseball, a mí me gusta mucho más la equitación, soy una excelente jinete, quizá invite algún chico al Club Campestre, nunca he ido algún estadio de baseball. – Cuando de pronto las risas burlonas se escucharon por toda la habitación.
–¿Se están burlando de mí? – Pregunte indignada – ¿Por qué no he ido a un estadio de base?
– ¡No Margaret! Lo que pasa que como tú eres muy inteligente, se nos hizo gracioso que no supieras del tema.
– Abigail, se refiere ¿Si has tenido novio y si te han besado en los labios? – dijo otra chica para aclararme el punto.
–¿Novio? – tartamudee – no… no he tenido novio.
– Bueno, ¿Y te gusta algún chico de la clase? – Pregunto Roxana con una mirada de superioridad.
– Sí, me gusta muchísimo Leonardo Jonhson, es bastante guapo, pero no me atrevo a decirle que me gusta…
Una semana después de que entramos a la escuela, justamente Leonardo me busco y me pidió que fuera su novia, ¡Me paralice y me quede completamente muda! Él me sonría traviesamente y su mirada era penetrante.
– Si… me gustaría… mucho… ser… tu novia. – Decía tímidamente, no podía creerlo, que justamente Leonardo Jonhson me haya pedido ser su novia cuando en tercero de secundaria, rezaba para que él se fijara en mí o al menos ser su amiga.
– Excelente, porque siempre me has gustado mucho y nunca tuve el valor de decírtelo. – y de repente sin previo aviso, me beso en los labios. – me quede en shock, era mi primer beso. – tenemos una hora libre, vamos al jardín, te invito un helado. ¿Qué sabor te gusta?
– Vainilla. – Fuimos a la cafetería de la escuela y compro una copa de helado y pidió dos cucharas. Estaba sumamente nerviosa, nunca había hablado con hombres y realmente Leonardo me gustaba muchísimo.
– Sabes, eres muy diferente, – me miraba fijamente y me acariciaba el dorso de la mano – pensaba que eras una niña rica, mimada, prepotente y soberbia… pero en realidad eres todo lo opuesto.
Esa tarde, en el jardín de la escuela estaba recargada sobre un gran tronco de un roble, suspirando por Leonardo.
– ¡Hola Maggie! – me saludo Emma – Llevamos dos semanas en el colegio y es la primera vez que nos vemos aquí.
–¡Emma, que alegría de verte! Siéntate conmigo por favor – Pidió Maggie emocionada.
–¿Cómo ha sido tus primeras semanas en la prepa? – suspiro – Para mí ha sido súper rápido, ya que este es mi último año de prepa.
– Muy diferente, no es cómo la secundaria, quiero compartirte algo que me ha pasado, ¡Algo maravilloso! – Emma se sentó en el pasto y se recargo en el árbol al lado de Maggie. – ¡¿Adivina qué?! ¡Ya tengo novio! – La tomó de las manos emocionada – ¡Es tan guapo y tan maravilloso!
–¡De verdad Maggie! Estoy tan feliz por ti ¿Cómo se llama?
– Se llama Leonardo Jonhson y ¡¿Adivina qué?!
–¡¿Qué?!
– ¡Me ha besado y fue maravilloso! – suspiro profundamente, después de un tiempo de platicar lo que le había pasado en la semana, Maggie se mordió el labio inferior. – Emma ¿Puedo hacerte una pregunta?
– Claro, pregúntame lo que quieras.
–¿Cuándo fue… tu primer beso?
–¡Margaret! – Gritó Emma sorprendida – ¡Eso no se pregunta! Y más cuando sabes que mi novio ¡Es tu hermano!
– Bueno, solo tengo curiosidad. – le guiño el ojo.
–¿Si te digo, no vas a ir de chismosa con Ricky? ¡¿O peor aún con tus padres?! – Emma se cruzó de brazos y le dio una mirada inquisitiva.
–¡Claro que no Emma! Yo no soy una chismosa como tu padre adoptivo, ¡Yo no soy Alfred! Él, si es un vil chismoso. – ambas se carcajearon. – jajajaja.
– Bueno, fue cuando Ricky cumplió los 16 años, hace como año y medio. – Emma se sonrojo enormemente. – fue maravilloso. – suspiro profundamente.
–¿Solo se han besado? – La curiosidad de Maggie era enorme.
– Maggie, no sé si decirte esto, pero… en el verano… en junio, hemos llegado aún más lejos… – bajo la mirada avergonzada – él me ha acariciado y yo a él también. – se puso tan roja como un betabel y la tomó de las manos. – sentí como fuegos artificiales cuando nos acariciábamos.
–¡¿Lo acariciaste "ahí" y él también ya te acarició ahí, en tu intimidad?! – Se sorprendió emocionada – ¡¿Ya lo hicieron?!
– ¡No! ¡Claro que no lo hemos hecho! Pero estuvimos a punto de... – de repente su voz fue angustiante – Afortunadamente nos detuvimos antes de… de hacerlo… – se mordió el labio inferior – Ricky desea ya hablar con sus padres.
– ¿Con mis padres?
– ¡Tengo miedo Maggie! De mi mamá, ¡De Alfred! ¡De tus padres, que piensen que soy una mujer indecente! O de lo mal que le puede ir a Ricky con su padre – lloró – también he decidido que debo mandarle una nota a Alfred, ya que no me atrevo a decírselo de frente. No, no puedo decírselo, tengo miedo que me abofetee o que se sienta desilusionado de mí, no, no creo aún poder decirle.
Dos meses después.
Lunes 24 de octubre de 1938
– ¡Hola Leo! – Saludo Maggie con un tierno beso – supe que el sábado había sido tu cumpleaños y te hice un pequeño obsequio.
– ¡¿De verdad Maggie?! Eres grandiosa. – Al chico le brillaron los ojos de felicidad.
– ¿Y dime que te regalaron? – Pregunto mientras sacaba de su bolso dos cajitas de diferente tamaño envueltas.
– ¡Mi padre me regalo un carro color rojo! – Exclamó emocionado – ¡No sabes cuantas ganas tenía ya de tener un carro!
– ¡Ohhh! ¡Igual este regalo no te gusta! Es muy sencillo – dijo mientras Leonardo abría su regalo y de ahí saco dos pulseras tejidas con su nombre y la de Maggie. – creo que te hubiera gustado más que te comprará un Rolex, una loción o una pulsera de oro.
– No, es muy bonita la pulsera gracias, – Maggie sonrío y tomo las pulseras y la que decía Maggie se la amarraba en la muñeca de él.
– Aprendí hacer estas pulseras en un curso de verano, cuando tenía siete años – sonrió tímidamente – estas pulseras las hice durante este fin de semana, – Leonardo se sorprendió, veía su muñeca ya con la pulsera que decía Maggie con tres corazoncitos en cada lado – tengo una amiga que le regalo una pulsera con su nombre a un chico muy guapo y todavía después de 8 años siguen muy enamorados. – ella se había amarrado la otra pulsera con el nombre de Leo – Me encantaría que así estuviéramos nosotros dentro de mucho tiempo. – sin evitarlo la chica se había sonrojado cuando dijo aquello. – Y también te prepare un rico Pay de manzana – abrió la otra caja y se lo mostro.
–¿En serio tú hiciste las pulseras y el Pay de manzana? Quien iba a decir que Lady Grandchester supiera cocinar y tejiera.
–¡¿Lady Grandchester?! ¿Quién te dijo eso? Yo… yo no tengo título de cortesía. – Se molestó.
– Bueno, no te molestes, todos sabemos que tu padre es Marques y tu abuelo es Duque y tu tío abuelo es el mismísimo Rey de Inglaterra – Dijo probando el Pay de manzana. – ¡Wow! ¡Está realmente muy delicioso!
– Gracias, – lo abrazo con cariño. – por apreciar mis artes culinarias. – se carcajeo.
– Ahora que tengo mi nuevo carro, me gustaría llevarte a un mirador. – le guiño el ojo en picardía.
– ¿Un mirador?
– Bueno, es un lugar oscuro donde puedes ver las estrellas y las luces de la ciudad. – no entendía porque demonios había dicho aquello. Se recrimino al segundo siguiente, Maggie no se iba a prestar a ir a un lugar así. Se dijo.
– ¡Me encantaría ir! – Exclamaba Maggie entusiasmada y Leonardo arqueo la ceja. – Recuerdo que cuando vivía en Inglaterra en Stratford Avon en la terraza de mi habitación podía ver miles de estrellas. ¡Era tan hermoso! Aquí en Nueva York casi no se puede ver las estrellas. ¿Cuándo vas a llevarme al mirador, para pedir permiso a mis padres?
– ¿Realmente te gustaría ir? – Pregunto el chico sorprendido y Maggie con una mirada enamorada, movió el rostro afirmativamente – el viernes en la noche, pero dile a tus padres que vas a ir a la casa de una amiga, si no, dudo mucho que te dejen ir.
28 de octubre de 1938
Viernes en la mañana.
La noche anterior miraba mi guardarropa y no me gustaban mis vestidos de alta costura, como si fuera ir al teatro o a ver a mi tío abuelo, al Rey de Inglaterra. Así que busqué algo sencillo, un vestido estampado de seda que me llegaba a las rodillas y zapatillas que hacían juego. Mi vestuario era sencillo, elegante y de buen gusto. Los doble perfectamente y los metí en mi bolso escolar, le dije a mi mamá que iba a estar en la casa de Emily estudiando química ya que era semana de exámenes, pero en realidad ya habían pasado los exámenes y nos habían dado desde el miércoles las calificaciones.
– ¡Margaret! – dijo Abigail y Roxana sentándose a lado mío en la biblioteca de la escuela mientras hacia un resumen de biología. – No lo vas a creer, pero te hemos compramos un regalo, ¡Un libro! – se miraron en complicidad – ya que siempre te hemos visto metida en los libros.
–¡¿Me compraron un libro?! Que generoso de su parte, gracias. – Sonreí.
– Este libro es para que amplíes tu conocimiento, ya que cuando fue lo de la piyamada… vimos que te sentiste muy avergonzada por no saber de cierto tema, así que decidimos comprarte este libro para que despejes todas tus dudas y no te quedes como idiota otra vez.
Saque el libro de la bolsa de papel.
– La sexualidad como el baseball. – comencé a hojearlo – Creo que esta lectura no es apta para mí, es para mayores de edad y yo tengo quince años. – miraba las ilustraciones que eran sumamente explicitas y en diferentes posiciones.
– Un libro siempre es conocimiento, deberías de leerlo y tirarlo después a la basura. – dijo Abigail.
– No sé, si deba de leer esto, es demasiado fuerte para mí…
– Bueno, si no quieres leerlo no es nuestro problema que vuelvas a verte como una niña idiota y puritana. – le hizo segunda Roxana. – haz con el libro lo que quieras, eso sí, se discreta con la lectura, como dices, no es apto para "NIÑAS" de quince años.
¡Cómo me molesta que me digan "niña"! – Me decía enojada caminando por los pasillos del colegio, así que salí al jardín y me senté en el pasto recargándome en el mismo enorme árbol frondoso. Saque el libro de mi bolso y miraba su portada, desde hace tiempo he tenido la curiosidad de saber más de los hombres y de las relaciones, pero nunca me he atrevido a preguntarle a mi madre referente a los chicos.
Antes de que llegará mi periodo a mis once años mi madre hablo extensamente conmigo de los cambios que iba a tener con mi cuerpo y si tuviera alguna duda o pregunta ella estaría dispuesta hablar conmigo de todo, pero por alguna extraña razón no me acerque a mi madre para hablar de chicos y por otra parte me daba vergüenza pedir algún libro referente a las relaciones entre chicos y chicas.
Ahora tenía el libro que despejarían mis dudas, lo abrí y comencé a leerlo y observa con incredulidad aquellas ilustraciones y como avanzar poco a poco y leí como se da la estimulación entre las parejas.
Esa tarde estuve en la casa de Emily y ahí me cambié de ropa. Me sentía dichosa y feliz, sentía mariposas en mi estómago cada vez que estaba con él. Él paso por mí a la 6 de la tarde, me llevo a cenar a un lindo restaurante, ahí hablamos de muchas cosas.
– Estas muy hermosa – dijo mirándome a detalle, sin evitarlo siempre estaba sonrojada. – ¿Deseas ir al mirador o alguna otra parte? – pregunto al finalizar la cena ya que se había oscurecido.
– El mirador es perfecto, deseo ver las estrellas y las luces de la ciudad desde lejos.
– Ok vamos allá.
Hicimos como cuarenta minutos de camino, el lugar donde me había llevado era realmente maravilloso, el llevaba una manta y nos sentamos sobre el pasto, desde ahí se podía ver como miles de estrellas y a lo lejos, las luces de la ciudad era realmente maravilloso ver la vía láctea. El carro estaba como a 10 metros y le pedí que encendiera las luces del carro ya que estaba muy oscuro y me daba un poco de miedo tanta oscuridad, media hora después de platicar y ver el majestoso paisaje comenzó a besarme tiernamente y yo me dejaba llevar, poco a poco sus besos eran más demandantes y sin pensar absolutamente en nada y en un instinto bajé mi mano sobre de él y sin darme cuenta lo estaba acariciando sobre el pantalón, mientras él simplemente me besaba.
–¡Dios mío, Margaret! Eres maravillosa. – Decía Leonardo con una mirada intensa y salvaje.
– ¡¿Qué haces?! ¡¿Qué haces?! – Grite cuando comenzó a bajar el cierre de mi vestido y besarme los pechos una vez que los tirantes del sujetador estaban abajo y su otra mano se metía debajo de mi falda bajando mi ropa interior y acariciaba mi entrepierna sin obstáculo alguno. – ¡Por favor detente! ¡Detente por favor! – estaba en completo shock mientras me acariciaba tan íntimamente y comencé a llorar.
Una hora después Leonardo se estacionaba en la puerta del edificio donde vivía.
– No sé ¿Por qué estás llorando Margaret? ¡Si tu virtud está intacta! – Apago el motor del carro y encendió las luces interiores y la miro seriamente.
– ¡¿Por qué lo hiciste?! – No podía dejar de llorar.
– Yo solo deseaba llegar contigo a primera base, sin embargo ¡TÚ! Fuiste la que me disté un excelente regalo, nunca me imaginé que fueras a ¡Estimularme! – le gritó – Y a mí sí me dan un regalo como ese, – la miro lascivamente – yo devuelvo el regalo triplicado.
– No tenías derecho de tocarme como lo hiciste. ¡Eres un maldito desgraciado! – Se limpiaba las lágrimas con rabia.
–¡Por dios Margaret! ¡Tú aceptaste ir al mirador conmigo! ¡Y tú fuiste la que dio el primer paso de estimularme! ¡No fui yo! – Lo abofeteo.
– ¡Basura! ¡Desgraciado!
– ¡No lo puedo creer! – Gritó con desesperación el chico – Eres la más inteligente de la clase en leer libros realmente difíciles y pesados – tomo su bolso escolar que estaba en el asiento trasero sacando dos libros que tenía ahí – pero en otras cosas ¡Eres tan ingenua como una niña de 5 años!
–¡Cállate! – Leonardo vio un libro que le llamo la atención la portada. – ¡Dame ese libro! – Quiso arrebatárselo.
–¡¿Pero qué libro estás leyendo?! La sexualidad como el Baseball – comenzó a hojearlo y viendo varias ilustraciones subidas de tono – ¡Vaya sorpresa que me estoy llevando! – se carcajeo fuertemente – jajajajaja ¡Quien se iba a imaginar que Lady Grandchester tuviera este tipo de lectura no apta para su edad! – Seguía el hombre pasando las hojas incrédulamente.
–¡Dame el libro por favor! – Suplicaba llorando de rabia.
–¡Vaya! ¡Lograste engañarme! Yo pensaba que tú eras una chica inocente e ingenua y resulta que ¡Lady Grandchester es una mosquita muerta!
–¡Muérete Leonardo! ¡Eres un maldito desgraciado! – Trataba de golpearlo.
– Quizá lo sea – le aventó el libro a su pecho con fuerza – ¡Pero tú fuiste quien dio el primer paso para llegar a tercera base! Cómo dice tu dichoso librito, "¡mosquita muerta!" – la miro con una sonrisa burlona – ¡Vaya! Aquí si aplica el dicho, la curiosidad mato al gato, ¡No vales nada Grandchester! ¡Eres una maldita zorra! ¡Bájate de mi carro!
– Qué rápido pasa el tiempo, – decía Terry sentado en un sillón mientras Candy estaba acostada recargando su cabeza en las piernas de su esposo, mientras escuchaban música romántica en el fonógrafo de su sala en la oscuridad de la noche y Terry le acariciaba su cabello tiernamente – no puedo creer que nuestro hijo ya tenga 17 años y sea su último año de prepa – suspiro – pienso que Ricky en cualquier momento nos va a decir que ya se quiere casar con Emma, estas últimas semanas lo he visto sumamente extraño, me a confesado desde hace mucho tiempo que ya se han besado y muy apasionadamente, le he aconsejado hasta donde puede llegar... pero temo que...
– Sí, yo también lo he visto algo preocupado, – decía Candy pensativa – espero que no haya hecho alguna estupidez con Emma. ¡No se lo perdonaría! ¿Haz hablado con Ricky, Verdad?
– ¡Cientos de veces! – alzó la voz – Que parezco ya disco rayado de todas las recomendaciones que le he dado referente hasta donde puede llegar y no sobrepasarse y él me mira horrible como si nunca hubiera tenido 17 años – suspiro profundamente – yo a mis 17 años ya había audicionado para Stratford, ya hasta trabajaba y ganaba mi propio dinero y ¡Qué yo te respeté íntimamente hasta nuestra noche de bodas!
– Si, fuiste muy caballeroso conmigo, recuerdo que estabas comprometido con una tal Minerva y cuando te quedaste conmigo en la suite deseaba entregarme esa misma noche y tú nada más me abrasaste toda la noche.
– ¡¿Hablas en serio?!
– Si, tu padre estaba enojadisimo conmigo y tú comprometido y pensaba tener un maravilloso recuerdo de ti si no podías cancelar el compromiso.
– Vaya pecosa, de haberlo sabido te hubiera hecho mía desde ese momento.
– Por eso estoy preocupada por Ricky, no sé si Ricky sea tan caballeroso como lo es su padre y que yo fui solo su única mujer – se volteó a ver a su esposo y le guiñó el ojo en forma de superioridad y orgullo de haber sido solo únicamente de ella y de nadie más.
– En realidad iba con chicas de la vida galante antes de conocerte cariño. – le sonrió con picardía.
– Esas no cuentan porque no hay amor, ni corazón... si hubieras estado con Minerva ahí si que me enojaría.
– ¿Con Minerva? – sonrió picaramente, sabiendo él la verdad que se había entregado a ella una noche, pero no le confesaría eso. – Me preguntó qué habrá sido de ella. – dejo de acariciarle el cabello y se la llevó al mentón como pensando en ella.
– jeje – garaspio – Cambiando de tema la próxima semana será las audiciones para el casting de Romeo y Julieta para los nuevos actores noveles, tu primera dirección y producción – Decía Candy entusiasmada.
– Si son dos semanas de casting, pero no pienso ir a audicionar a cientos de jóvenes noveles, si no hasta la segunda vuelta que será en un mes y a mediados de enero comenzaremos ya con los ensayos, así que todavía tengo un mes de vacaciones para disfrutar de mi familia... de mi hermosa y única mujer y de mis tres hijos, por cierto ¿Margaret dónde está? Ya es muy tarde para que no esté en su casa. – en ese momento Maggie entraba a su casa.
– Maggie buenas noches – Saludo Candy levantándose del sillón y prendiendo la luz – ¿Dónde has estado, cariño?
– ¡Con Emily! ¡Te dije que iba ir con ella a estudiar química! – Lo decía con un tono de voz molesta.
– Margaret ¡¿Te pasa algo?! ¡¿Has estado llorando?! Tienes los ojos súper hinchados.
– ¡No mamá! ¡No tengo nada! – Gritó, en ese momento Terry se levantó y fue dónde estaba su hija.
– Margaret, ¿Qué te ocurre? ¿Estás toda alterada? ¿Parece que te han asaltado en el camino? – Terry le dio un beso en la mejilla y su madre tomo su bolso escolar.
– ¡Mamá! ¡Dame mi bolso! – Gritó desesperada.
– Maggie, solo lo voy a poner en el armario, donde ponemos siempre los bolsos.
– ¡Tengo tarea! – le arrebató bruscamente el bolso.
– Margaret ¡¿Qué demonios tienes en ese bolso?! – Gritó abruptamente Terry de la manera que se estaba comportando su hija.
– Nada – Maggie se puso pálida de repente.
– Dame el bolso Margaret. – le hizo una seña con la mano su padre.
– ¡No! – Estaba espantada.
– ¡Margaret! ¡¿Qué demonios guardas en tu bolsa?! – Hablo con voz fuerte y una mirada severa – ¡¿Alcohol?! ¡¿Cigarros?! – Maggie negaba con la cabeza – ¡Margaret, conozco perfectamente esa actitud que tienes ahora! ¡Ya que yo estaba igual que tú! Cuando las monjas del colegio me descubrieron dos cajetillas de cigarros en mi dormitorio.
– ¡¿Maggie, tienes alcohol o cigarros en tu bolsa?! – Pregunto Candy incrédula, Maggie estaba aterrada y sujetando su bolso con fuerza.
– ¡Margaret! – Terry trato de suavizar su tono de voz – ¡No deseo registrar tu bolso y no lo haré! Así que quiero que TÚ me entregues aquello por la que estás tan alterada y seré indulgente contigo, igual no es nada grave lo que tienes, ¿Algún reporte de indisciplina?
Maggie abrió su bolsa y con manos temblorosas saco el libro.
– ¡¿Un libro?! ¡¿Estas así de alterada, por un libro?! – Lo tomo Terry y Candy se colocó a un lado de Terry mientras comenzaba a hojearlo. – tu sexualidad… primera base, segunda base, tercera base, ¡Home Run!
– ¡Margaret! ¡Está lectura no es apta para tu edad! – Decía Candy sorprendida mientras veía todas las ilustraciones de aquel libro tan obsceno.
– Lo lamento, solo tenía curiosidad. – Terry cerró el libro abruptamente espantando así a las dos mujeres.
– ¡No! ¡No, Margaret! – La voz de Terry era de enojo total – ¡Tú no estás así, porque hayas leído está basura de libro! – se mordió el labio inferior casi a punto de sangrarse mientras la miraba severamente – Te preguntó y quiero que seas sincera, ¿En la práctica, has llegado con un chico a más de segunda base?
Maggie no pudo sostener la mirada fría de su padre, la bajo avergonzadamente y se fue corriendo a su habitación llorando inconsolablemente.
– ¡Ahhh Dios Mío, No! ¡No puede ser! – Terry sintió como si todo se le nublara y un balde de agua helada caía sobre los dos padres. – Candy por favor, habla con Margaret.
Una hora después
Terry estaba en su habitación hojeando aquel libro, no podía aún asimilar que su pequeña hija, su princesa, tuviera una lectura donde las ilustraciones de aquel libro, era tan explicitas y de muy mal gusto. "grotesco" era más bien la definición de esas imágenes y no sabía que tan lejos su princesa había llegado. En ese momento entro Candy a la habitación.
– Y bien… ¿Qué te dijo? – instintivamente cerro los ojos Terry llevando sus manos a la sien esperando lo peor – ¿Lo ha hecho?
– No, no lo ha hecho… pero, – se detuvo un momento, tenía miedo de la reacción de Terry – me dijo… que si… qué si hubo mucho más que simples besos y caricias.
– ¡Dios Candy! ¡Ni siquiera sabía que Margaret tenia un maldito novio! – estaba frustrado – Ni siquiera un amigo cercano, nunca habló de él ¿Por qué no nos dijo? ¿Por qué no confió en nosotros que tenía ya novio? ¡En ti! Para aconsejarla como a Richard. ¿Tú sabías que tenía ya novio y me lo ocultaron?
– ¡No, claro que no sabía, ni que tenia un amigo cercano!
Al día siguiente.
Sábado. 29 de octubre de 1938.
– Hola Dorothy – Saludo Ricky dándole un beso en la mejilla en la mañana. – he pensado ya hablar con mis padres finalmente.
– Ricky cariño, – dijo Dorothy negando con la cabeza – te recomiendo que hoy no hables con tu padre ya que está bastante furioso con tu hermana.
– ¿Con Margaret por qué?
– No estoy segura, pero te recomiendo que al menos hoy no se lo digas. ¡Está encabronado!
– Gracias Dorothy. – salí al comendo para desayunar y efectivamente Maggie tenía unas súper ojeras y al parecer había llorado toda la noche.
El desayuno era un silencio casi sepulcral, y Ricky se maldecía que su padre estuviera de muy mal humor para poder hablar con él y al finalizar el desayuno se disculpó y salió a ver a Emma.
– Mi amor – dijo Candy rompiendo el silencio ya que Ricky se había ido. – en la semana invitaron a William a una fiesta de cumpleaños el día de hoy, un amigo de la escuela.
– Está bien, divierte cariño. – dijo Terry pensativo mientras daba pequeños golpecitos con su dedo índice en la mesa del comedor mientras Candy y Willam se despedían con un beso en la mejilla y salían del departamento.
– Papá, ¿Puedo retirarme a mi habitación por favor? – solicito Maggie y Terry solo le dio un asentimiento de cabeza.
Una hora después.
Maggie estaba sentada en un diván frente a la ventana que daba vista al Central Park. Mientras se limpiaba las lágrimas del rostro, cuando escucho unos toquidos en su puerta.
– Adelante. – su padre estaba ahí en el marco de la puerta.
– Ven vamos a caminar por el Central Park, quiero hablar contigo.
– Ya le dije a mi mamá todo lo que paso. – decía con la mirada abajo, Terry se acercó y se sentó en el diván y abrazo a su hija con cariño.
– Te invito a comer un helado, vamos.
Media hora después, estaban sentados en una pequeña mesa afuera del establecimiento de helados.
– Margaret – dijo el padre levantado el mentón de su hija para que la viera a los ojos. – una Grandchester, nunca, pero nunca agacha el rostro, tú eres de la aristócracia y siempre te he dicho que debes de tener la frente en alto. – le sonría a su hija – además no tienes nada de qué avergonzarte cariño.
– Papá – Maggie lloraba – yo lo lamento, fui muy ingenua y muy estúpida.
– Tú mentón arriba y mírame a los ojos siempre, nunca bajes la mirada – ella la levanto y miro a su padre, él la estaba mirando con cariño y le tomo de las manos. – ¿Quién te dio ese libro?
– Unas amigas, en la piyamada se burlaron de mi porque soy estúpidamente inocente, como una niña de cinco años. ¡Odio las etiquetas! Me dijeron niña puritana – se llevó una cucharada de helado.
– ¡¿En serio?! ¡Qué sorpresa! Sabes, aquí en América son muy liberales para mi gusto, en cambio en Inglaterra las chicas de mi tiempo eran más recatadas y se escandalizaban ¡De todo! A mí por ejemplo me decían que era un delincuente, que violaba la reglas constantemente y nadie me decía ¡Wow! ¡Qué valiente! Eres increíble por hacer esto o hacer aquello. ¡Al contrario! – le sonrió a su hija y le acarició su mejilla – supongo que los tiempos cambian.
– Si, supongo que sí.
– Margaret, – le tomo del mentón y la miraba fijamente a los ojos – es normal que tengas dudas y sobre todo tengas ya mucha curiosidad, ¿Por qué no le dijiste a tu mamá? Tu mamá es muy flexible y puede ayudarte mucho a saber cómo debes de actuar con los chicos.
– Yo… yo no deseaba que mi mamá supiera… que yo, me da… vergüenza decirle… no es fácil… no creo que me entiendas.
– Te entiendo más de lo que te imaginas, aunque no lo creas yo también tuve quince años… y desgraciadamente tú y yo nos parecemos tanto, yo a mis quince años… – se detuvo de sopetón, no, no podría decirle lo que él hizo, él a sus 15 años conoció el sexo horriblemente ya que se metía con chicas de la vida galante, fumaba y bebía alcohol en exceso y se peleaba como un callejero vulgar y corriente. – hice muchas cosas que me avergüenzo… pero siempre debemos de salir adelante, frente a cualquier adversidad.
– Gracias papá, tenía tanto miedo de que estuvieras furioso conmigo… por el libro, pensaba que ibas calentarme el trasero severamente. – le sonrío tímidamente.
– Margaret, – resoplo – referente al libro que leíste – hizo una mueca de desagrado – no es lo más apropiado para ti, cariño. Porque es sumamente vulgar las ilustraciones y la información parece que fueran dirigidas a las mujeres de la vida galante. Deseo que tus lecturas sean más de estilo romántico.
– ¿Cómo Julieta y Romeo la obra que producirás y dirigirás?
– ¡No! – gritó espantado – ¡Termina en tragedia! No, pero quiero que conozcas el amor verdadero, tú eres muy, pero muy valiosa y no mereces ser tratada como una chica fácil. Nos hubieras dicho que ya tenías novio y así aconsejarte...
– Lo lamento papá... pero la realidad es que no tengo novio – al decir eso sus ojos se cristalizaron – Hay un chico que me gusta mucho, me dijo que soy una mosquita muerta y que no valgo nada... al ver que tenía aquel libro, ahora él cree que soy una zorra porque deje que me besara y me acariciara. – se abrazó a su padre fuertemente. – deseaba tanto que un chico me besara... sentír lo que Emma y Ricky... esas miradas de amor y que me tomarán de la mano... los chicos me evitan. – se abrazó a su padre mientras lloraba en silencio. – me ven como un bicho raro.
– Hija, cariño...
– ¡Nadie quiere ser mi novio! Unas compañeras del salón me dijeron que ningún hombre desea ser menos que yo y me voy a quedar soltera... ¿Eso es verdad papá? – se separó de su padre y lo miró a los ojos.
– Hija... para las mujeres a veces un apellido o una posición social como ser aristócrata es una desventaja, pero desafortunadamente también eres una mujer prodigio – le sonrió tristemente y a Terry se le estrujo el corazón de saber que su hija sufría y la abrazó con todo su corazón – aquí en América las chicas son unas envidiosas y los chicos son unos acomplejados y pequeños de cerebro que no se dan cuenta de lo hermosa y tierna que eres por adentro sin importar cuál sea tu apellido y riqueza... posiblemente tu destino no sea que encuentres aquí en América un novio, ¿Te gustaría estudiar en Inglaterra en el Real Colegio de San Pablo? Allá hay muchos hombres de tu misma posición social y de mucho más rango. – le limpaba las lágrimas de su rostro a su princesa.
– No, no quiero separarme de ti y de mi familia, – negaba con la cabeza – no deseo estar internada, quizá cuando estudié la Universidad en Cambridge... mi sueño es estar en la Corte... trabajar en la Cámara de Lores.
– Hija, aquí en América no vas a conseguir un novio de tu mismo nivel. Desde hace mucho tiempo había pensado en mandarte a estudiar allá, a Inglaterra y que conozcas a chicos británicos y nobles cómo tú... tú necesitas casarte con un noble británico para que no pierdas tus privilegios y puedas realizar tus sueños.
– Yo no quiero papá, irme de internada todavía, dame un año más, por ahora quiero disfrutar y que ya no me afecte los chicos acomplejados y de cerebro pequeño... – sonrió, le gustó el apodo que le dio su padre a los chicos de su salón.
– Esta bien, un año más y te mando a Inglaterra a estudiar al Real Colegio de San Pablo, no me gustan los americanos para ti. Necesitas un hombre con cultura y noble, además qué te trate como una verdadera dama y no como una chica fácil.
– Perdoname papá, fui muy ingenua al aceptar ese libro.
– ¿Ingenua? Sabes, le voy a decir a tu mamá que te de libros adecuados a tu edad referente a la sexualidad, y pesando también les voy a enseñar a saber a beber también, presiento que en poco tiempo te van a ofrecer alcohol o cigarrillos, aunque seas menor de edad, y no deseo que te sientas avergonzada o ¡Qué hagas el ridículo! – le dio un mimo en su mejilla mientras le sonreía a su hija.
– ¡¿De verdad papá?! – se emocionó.
– Si, te voy a enseñar que puedes beber y que no debes de beber, pero sobre todo ¡La cantidad! Beber sin emborracharte, pero sobre todo para que no hagas el ridículo y sepas manejar la situación si se llegará a presentar – le guiño el ojo – Le voy a decir a Alfred que les de clases de etiqueta social, a Emma, a Ricky, pero sobre todo a ti cariño. Eso sí, no deseo que te veas muy pomposa con una copa de vino espumoso. – se carcajeo.
– ¡Estoy tan feliz papá! Gracias. Ya no me siento tan triste.
– ¡Santo dios! Y yo como aborrecía todas esas clases de etiqueta social y protocolo. Sin duda tienes la sangre de la nobleza, y recuerda siempre debes de tener la frente en alto.
Fin del flashback.
Ese sábado nunca podré olvidarlo, – se decía Maggie mirando la ciudad y el Río Hudson desde su pequeño despacho del Consocio de los Andley en el Edificio Chrysler – fue ese día que cambio nuestro destino, el de mi mamá, el destino de Emma… el destino de mi papá, pero sobre todo el destino de Ricky.
Pienso en ese día, y en los muchos hubieras… si hubiera ocurrido esto… si hubiera ocurrido lo otro, si no hubiera hablado Ricky con mi padre ese sábado en la tarde, si no hubiera ido aquel lugar… pequeñas decisiones cambian nuestro rumbo de la vida y ahora me pregunto ¿Si no hubiera ocurrido lo que sucedió? ¿Cuál hubiera sido nuestro destino ahora?
CONTINUARA…
