Dean estaba acostado de lado y Percy usaba su brazo como almohada. Se despertó antes de que el chico se dieran cuenta, y estaba feliz de estar cerca de Percy así.

Pensó que Percy era hermoso, pero Percy se sonrojaba y apartaba la mirada cada vez que veía a Dean mirándolo así. Entonces, usó este tiempo de la mañana para apreciar a su novio.

Le gustaba la forma en que su esponjoso cabello negro nunca se acomodaba, especialmente cuando Percy acababa de estar dormido. Le gustaba cómo Percy tenía pequeñas pecas que nadie notaba debido a su piel oscura. Incluso encontraba adorable que babeara mientras dormía.

Dean cerró sus ojos por un momento, y oyó un ruido en la puerta. Metió el brazo libre debajo de la almohada, buscando su arma. Percy no se movió.

Miró hacia la puerta, relajándose cuando vio a Sam entrar con café y bocadillos.

—Hola, buenos días Dean —Sam puso la comida en la mesa.

—¿Qué hora es? —Dean preguntó con la voz rasposa.

—Uh, como las cinco cuarenta y cinco.

—¿De la mañana?

—Síp.

—¿Qué haces despierto? —Dean bostezo, envolviendo su brazo alrededor de Percy. Volvió la cabeza hacia Sam— ¿Dormiste algo anoche?

—Sí —Sam dijo—, dormí un par de horas.

—Mentira —Dean frunció el ceño—. Estuve despierto hasta las tres y veías el infomercial de George Foreman —Percy se movió de repente y Dean pasó una mano por el cabello del semidiós.

—¿Qué puedo decir? —Sam sonrió—. Es muy atractivo.

—¿Cuándo fue la última vez que dormiste bien? —Dean miró a Percy pero dirigió la pregunta a Sam.

—No lo sé. Hace tiempo, supongo —Sam se encogió de hombros—. No es tan grave.

—Sí, lo es.

—Oye, agradezco tu interés… —Sam comenzó.

—No me preocupado por ti —Dean se volvió para mirar a su hermano, con una ceja arqueada—. Tu trabajo es cubrirme, te necesito despierto —Sam se encogió de hombros y Dean frunció el ceño—. ¿Aún tienes pesadillas sobre Jess? —quería que fuera puramente una pregunta, pero el sarcasmo natural en su voz no hizo que pareciera de esa manera.

—Sí —Sam se sentó en su cama, pasándole el café a Dean—. Pero no sólo es ella, es todo. Olvidas que este trabajo… puede afectarte.

—No lo lleves contigo —Dean frunció el ceño—. Olvídalo.

Sam miró hacia abajo, —¿A ti todo esto no te molesta en la noche? —Dean negó con la cabeza, y Sam continuó—: ¿Jamás? ¿Nunca tienes miedo?

—No, nunca —Dean dijo. Vio los ojos ahora abiertos de Percy, mirando al semidiós estirarse.

Percy susurró en griego, —Sé algunas cosas que te mantienen despierto por la noche.

—Dioses, eres incluso peor cuando estás cansado —Dean se rió. Vio a Percy meter la mano debajo de la almohada de repente y sacar un chuchillo grande. Sam arqueó una ceja.

—Eso no es miedo —Dean tomó el cuchillo de vuelta, poniéndolo en la mesa lateral—. Es precaución.

—Como tú digas —Sam rodó los ojos—. No discutiré.

El teléfono de Dean sonó de repente, y Percy hizo un puchero. Una llamada en el teléfono de Dean significa monstruo.

—¿Hola? —Dean sostuvo el teléfono a un lado de su cara, sentándose.

—Dean. Soy Jerry Panowski —el hombre al otro lado de la línea dijo—. Tú y tú papá me ayudaron hace un par de años.

—Ah, claro —Dean le entregó el café a Percy, quien lo olió antes de tomar un sorbo—. Alla en Kittaning, Pensilvania. Lo del poltergeist. No volvió, ¿o sí?

—No. No. Gracias a Dios no —Jerry dijo—. Pero es otra cosa y creo que podría ser mucho peor.

—¿Qué es?

—¿Podríamos hablar en persona?

Los chicos compartieron una mirada.

...

—Gracias por hacer el viaje tan rápido —Jerry dijo caminando con los chicos a través del hangar—. Yo debería hacerle algún un favor y no al revés. Dean y John me ayudaron mucho.

—Sí, ya me conto —sonrió Percy—. ¿Fue un poltergeist?

—¿Poltergeist? —uno de los trabajadores habló—. Me encanto esa película.

—Oye, nadie te está hablando. Sigue trabajando —Jerry le dijo al trabajador—. Vaya que fue un poltergeist. Prácticamente destruyo la casa. Les diré algo, de no ser por ti y tu papá, tal vez yo no estaría vivo. Tu papá dijo que fuiste al colegio, ¿es cierto?

—Sí, así es —Sam miró sus zapatos—. Me… tome un tiempo libre.

—Estaba orgulloso de ti, ¿sabes? —Jerry dijo—. Hablaba de ti todo el tiempo.

—¿En serio? —Sam pareció sorprendido.

—Sí, siempre lo hacía —Jerry asintió—. Ah, y traté de localizarlo a él, pero no pude. ¿Cómo ha estado?

—Está… ocupado con un trabajo —Dean frunció el ceño.

—Bueno, extrañamos al viejo, pero tenemos a Sam y Percy —Jerry sonrió—. Cambio justo, ¿eh?

Dean y Percy rieron. Sam negó con la cabeza, —No, no por mucho.

—Tengo algo que quiero que oigan.

...

—Escuchen esto —Jerry levantó un CD—. Bueno, creo que es algo de lo suyo —Jerry puso el CD en la unidad—. Normalmente, no tengo acceso a esto. Es la grabadora de cabina United Britannia del vuelo 2485. Era uno de los nuestros.

La grabación comenzó, —¡Mayday! ¡Mayday! ¡Repito! ¡United Britania vuelo 2485 solicitando instrucciones inmediatas y de ayuda! Britania vuelo 2485, escuchamos. Estamos experimentando una falla mecánica, repito, estamos… —se escuchó un fuerte ruido.

—Despegó de aquí, cayó a 320 kilómetros al sur —Jerry dijo—. Ellos dicen que fue falla mecánica. La cabina se despresurizó de algún modo. Nadie por qué. Más de doscientos personas a bordo. Solo siete están vivas. El piloto es uno. Su nombre es Chuck Lambert. Es amigo mío. Chuck está… muy afectado por esto. Cree que fue su culpa.

—¿Tú no crees eso? —Sam cuestionó, y Percy frunció el ceño. No era un gran fanático de los aviones.

—No, yo no —Jerry dijo.

—Jerry, vamos a necesitar manifiestos de pasajeros, eh, lista de sobrevivientes —Percy golpeteo su muslo con el dedo con ansiedad.

—Bien —Jerry asintió.

—Sí, y, ¿crees que podríamos ver los restos? —Dean preguntó.

—Las otras cosas no son problemas —Jerry movió su cabeza—. Pero los restos… Las autoridades los encerraron en un almacén de evidencias. Yo no tengo tanta autoridad.

Dean frunció el ceño. —No hay problema.

...

Sam y Percy estaban sentados en el capo del auto, Percy jugueteaba con su teléfono. Estaban esperando a Dean junto a un Copy Jack.

—Tardaste ahí un siglo —dijo Sam cuando Dean salió del edificio y se dirigió hacia ellos.

Dean mostró tres identificaciones. —Esto requiere perfección.

—¿Seguridad Nacional? —Sam tomó una de las identificaciones—. Eso es muy ilegal, aún para nosotros.

—Sí, esto es algo nuevo —Dean se encogió de hombros—. Es algo que no se ha visto mil veces —subieron al auto, y Dean preguntó—. Y bien, ¿ustedes qué tienen?

—Ah, definitivamente hay EVP en la grabación de cabina —Percy dijo.

—¿Sí?

—Escucha —Percy encendió la grabación, habiéndola editado para sacar una voz ronca.

—Ningún sobreviviente —dijo una voz áspera.

—¿"Ningún sobreviviente"? —Dean frunció el ceño—. ¿Qué se supone que es? Sí hubo sobrevivientes.

—No lo sé —Sam se encogió de hombros.

—¿Ustedes qué creen? ¿Vuelo hechizado?

—Hay una larga historia de espíritus y muertos en aviones y barcos, como fantasmas viajeros —Sam dijo.

—Mm-hmm —Dean asintió.

—¿O recuerdas el vuelo 401?

—Sí —Dean dijo—. El que se cayó y la aerolínea rescato alguna de sus partes, las puso en otros aviones y el espíritu del piloto y copiloto visitaban esos vuelos.

—Síp.

—Síp.

—Tal vez tengamos es algo similar —Percy dijo.

—De los sobrevivientes ¿con quién hablamos primero? —Dean miró a los dos chicos.

—El tercero en la lista: Max Jaffey —Percy y Sam dijeron juntos, y Dean los observo con cautela.

—¿Por qué él? —cuestionó.

—Uno, porque él está aquí —Sam dijo—. Y dos, si alguien vio algo raro, fue él.

—¿Por qué dices eso?

—Hablé con su madre —Sam dijo—. Y me dijo dónde encontrarlo.

...

Los chicos caminaron por el jardín de Hospital Psiquiátrico Riverfront con Max usando un bastón entre Sam y Dean.

—No entiendo —dijo Max—. Ya hablé con Seguridad Nacional.

—Sí —Dean asintió—. Solo que apareció nueva información. Así que tenemos un par de preguntas.

—Justo antes de que el avión cayera, ¿notó algo inusual? —Sam cuestionó.

—¿Cómo qué?

—Luces extrañas, ruidos raros, tal vez —Percy dijo— voces.

—No, nada —Max dijo, frunciendo el ceño a Percy. Parecía más joven que él.

—Sr. Joffey… —Dean comenzó.

—Jaffey.

—Jaffey. Usted se internó solo, ¿cierto? —Max asintió, y Dean dijo—: ¿Por qué razón?

—Estaba algo estresado —Max frunció el ceño—. Sobreviví a un avionazo.

—Uh huh —Dean frunció el ceño—. ¿Y qué cosa lo aterro? Dígame que cosa le dio miedo.

—Ya… ¡Ya no quiero hablar de eso otra vez!

—Yo creo que tal vez sí vio algo allá arriba —Dean dijo—. Queremos saber qué.

—No —Max negó con la cabeza—. No, estaba… alucinando. Viendo cosas.

—Si vio cosas —Dean arqueó sus cejas.

—Bueno, entonces díganos lo que cree que vio —Percy alzó las cejas también, y Sam contuvo un bufido.

—Había… un hombre —Max titubeó—. Y él tenía unos… ojos uh… muy muy negros. Y yo vi… Creí ver que él…

—¿Qué? —Dean incitó.

—Que abrió la puerta de salida —Max tragó duro—. Pero… Pero eso es imposible, ¿cierto? Porque investigué. Hay más de dos toneladas de presión en esa puerta.

—Sí —Dean asintió.

—¿Ese hombre aparecía y desaparecía rápido? —Sam preguntó—. ¿Acaso era como un espejismo?

—¿Qué, están loco? —Max frunció el entrecejo. Sam inclinó la cabeza y Max dijo—: Era un pasajero. Estaba sentado frente a mí.

...

El Impala se detuvo frente a una casa.

—Ya llegamos —Sam la miró—. George Phelps, asiento 20C.

—Hmm. No me importa que cuan fuerte seas —los chicos salieron del auto y Dean negó con la cabeza—. Aunque drogado con PCP o algo, no podrías abrir esa puerta durante el vuelo.

—No si eres humano —Sam dijo—. Pero tal vez ese George era otra cosa. Una especie de criatura con forma humana.

—¿Y crees que esa es su guarida? —Dean miró fijamente la casa aparentemente ordinaria.

...

Los chicos estaban sentados en un sofá frente a la Sra. Phelps, Sam miraba una fotografía enmarcada, —¿Es su difunto esposo?

—Sí, ése era mi George —la Sra. Phelps frunció el ceño.

—¿Y dijo que él era… dentista? —Dean preguntó.

—Mm-hm. Él iba a una convención en Denver —dijo—. ¿Sabían que a él le aterraba volar? Y morir así fue…

—¿Cuánto llevaban casados? —Percy preguntó, sonriendo.

—Trece años.

—Y en todo ese tiempo, ¿alguna vez notó algo extraño en él? ¿ Algo fuera de lo ordinario? —la boca de Percy se convirtió en un ligero ceño fruncido.

—Bueno… él sufría reflujo, si a eso se refieren.

Los chicos compartieron una mirada.

...

Los chicos bajaron los escalones de la entrada y Sam dijo, —No hay ni que decirlo, no tiene ningún sentido.

—Sí, un dentista de maduro con úlcera no es el mal personificado —Percy frunció el entrecejo—. Lo que necesitamos hacer es entrar a ese almacén y revisar los restos.

—Claro, pero si quieres ir ahí, tienes que parecerte a ellos —Sam sonrió.

...

Los chicos salieron de una tienda de alquiler de trajes usando impecables trajes negros y camisas de vestir blancas. Percy tiró de las mangas incómodo y Sam se ajustó el cuello.

—Sam parezco empleado de funeraria —Dean se quejó. Pensó que lo único bueno que venía de esos trajes era el hecho de que Percy se veía genial en ellos.

—No lo creo —Sam corrigió—. Pareces más bien… graduado en su primer baile.

Dean se miró a sí mismo. —Odio esto.

—Yo creo que te ves genial —dijo Percy en griego, poniéndose de puntillas y besando la mejilla de Dean.

—Oye —Sam sonrió ante el sonrojo que creció en el rostro de su hermano—. ¿Quieres entrar al almacén o no?

...

Los chicos entraron al almacén, mostrándole al guardia de seguridad sus placas. Él asintió y los dejó pasar. Caminaron a lo largo de los restos, y Dean sacó un pequeño dispositivo de auriculares que Percy reconoció como un EMF metro.

—¿Qué es eso? —Sam lo miró fijamente.

—Es un medidor de campos electromagnéticos —Dean dijo—. Lee frecuencias electromagnéticas.

—Sí, ya sé lo que es un EMF metro, pero ¿por qué parece un feo y viejo Walkman?

—Porque es con lo que lo hice —Dean sonrió—. Es doméstico.

—Claro, eso se nota —Sam se burló.

La sonrisa de Dean desapareció y Percy tomó su mano, sonriéndole. La sonrisa reapareció de inmediato.

Pasó el EMF metro sobre un pedazo de los restos con polvo amarillo y la máquina comenzó a pitar.

—Mira la manija de la puerta —Dean dijo. Rascó algunas de las cosas amarillas manchándose la mano—. ¿Qué será?

—Hay que averiguarlo —dijo Sam, metiendo un poco del polvo amarillo en una bolsa.

...

Dos agentes de Seguridad Nacional caminaron hacia la recepción, mostrando sus insignias al guardia de seguridad.

—¿Seguridad Nacional? —preguntó el guardia—. ¿Qué? ¿Un equipo no es suficiente?

—¿De qué está hablando? —el primer agente demandó.

—Tres de sus amigos entraron hace cinco minutos.

Los agentes compartieron una mirada.

...

Los cazadores escucharon los sonidos de los dos agentes y varios guardias de seguridad corriendo hacia el almacén. Pensaron que probablemente tenían armas.

Se escondieron detrás de una esquina rápidamente, los agentes y guardias no los vieron. Casualmente, los chicos salieron por una puerta lateral y una alarma comenzó a sonar. Corrieron hacia la cerca, Dean arrojó su chaqueta para cubrir el alambre de púas en la parte posterior. Rápidamente la salto y Sam hizo lo mismo, pero la chaqueta se deslizó con él. Percy miró detrás de él y vio a los agentes, y decidió no molestarse con la chaqueta. Siseó cuando una de las púas se clavó en su brazo y rápidamente saltó la cerca.

Dean agarró el brazo sano de Percy y comenzaron a correr, ignorando los gritos de los agentes de Seguridad Nacional.

...

Dean vertió agua suavemente en el brazo de Percy, viendo cómo se curaba mientras Jerry observaba la sustancia amarilla a través de un microscopio. Todo lo que vio el microscopio se reprodujo en una pantalla.

—Huh —dijo Jerry—. Eso está cubierto de sulfuro.

—¿Seguro? —Sam preguntó, mirando el ahora curado brazo de Percy.

—Velo tú mismo —Jerry se apartó del microscopio.

De repente, se escucharon golpes desde fuera de la oficina, y un hombre gritó, —Maldito pedazo de mierda…

—Quieren disculparme —Jerry se acercó a la puerta—, tengo un idiota que despedir.

Dean fue y miró por la lupa, —Hmm. Saben que no hay muchas cosas que dejen un residuo de sulfuro.

—¿Posesión demoníaca? —pregunto Sam.

Percy hizo una mueca, —Explicaría porque un mortal tendría la fuerza para abrir una de esas puertas.

—Si estaba poseído, es posible —asintió Sam.

—Sí, pero esto es más que flotar en una cama y vomitar espinacas —Dean frunció el entrecejo—. Una cosa es poseer a una persona, ¿pero usarla para tirar un avión?

—¿Habías oído esto alguna vez? —Sam cuestionó.

—Jamás.

...

Percy estaba sentado en su cama y la de Dean, revisando los artículos en su laptop a prueba de monstruos. Dean estaba leyendo un libro a su lado y Sam estaba trabajando en su propia laptop en la mesa. Había artículos y fotografías pegados en las paredes.

—Todas las religiones y todas las culturas tiene el concepto de demonios y posesión demoniaca, ¿cierto? —Percy frunció el ceño ante su pantalla—. Como la griega, la cristiana, la nativa americana, etc.

—Sí, pero ninguna describe algo como esto —Dean farfulló.

—Eso no es tan cierto —Percy miró fijamente su pantalla—. Según las creencias japonesas, ciertos demonios están detrás de ciertos desastres tanto naturales como provocados. Unos causan terremotos, otros causan enfermedades.

—¿Y este causa avionazos? —Dean miró la pantalla de Percy—. Entonces, ¿Qué? ¿Tenemos un demonio que evolucionó con los tiempos y hallo una forma de aumentar los muertos?

—Sí —Sam asintió, frunciendo el entrecejo—. ¿Y sabes? Quién sabe cuántos aviones ha derribado antes de este.

Dean resopló, mirando a Sam.

—¿Qué?

—No lo sé —Dean frunció el ceño—. Este no es un caso normal. Porque los demonios no quieren nada, sólo muerte y destrucción por si solos. Esto es grande. Y quisiera a papá aquí —Percy puso su mano encima de la de Dean, dándole una gentil sonrisa.

—Sí —Sam dijo—. También yo.

El teléfono de Dean comenzó a sonar, y contestó, —¿Hola?

—Dean, soy Jerry —Jerry dijo.

—Hola Jerry.

—Mi amigo piloto… —Jerry suspiró—. Chuck Lambert está muerto.

—Qué… eh, lo siento. ¿Qué pasó?

—Él y un amigo subieron a un pequeño avión hace una hora. El avión se cayó.

—¿En dónde pasó? —Dean preguntó.

—Como a cien kilómetros de aquí —Jerry dijo— cerca de Nazareth.

—Trataré de ignorar la ironía.

—¿Decías?

—Nada —Dean negó con la cabeza—. Jerry, espera ahí, ¿quieres? Te llamaremos pronto —colgó.

—¿Otra caída? —Sam cuestionó.

—Sí —Dean dijo—. Vamos.

—¿Adónde?

—Nazareth.

...

Jerry estaba mirando a través de un microscopio de nuevo, los chicos acababan de regresar de la vista del segundo choque.

—¿Sulfuro? —preguntó Dean. Jerry asintió, y continuó—. Excelente. Muy bien son dos avionazos involucrando a Chuck Lambert. Quizás el demonio andaba tras de él.

—Con todo el debido respeto para Chuck, si ese es el caso, serían buenas noticias —Sam frunció el ceño.

—¿Cuál es la mala noticia? —Percy preguntó tranquilamente.

—El avión cayó justo a los cuarenta minutos del vuelo —Sam dijo—. Y escuchen, fue igual que el vuelo 2485.

—¿Cuarenta minutos? —Jerry miró a Sam—. ¿Qué significa?

—Es numerología bíblica —Percy frunció el ceño—. Cuando el Arca de Noé, llovió cuarenta días. El numero significa muerte.

—Investigando me encontré seis avionazos en la última década, cayeron exactamente a los cuarenta minutos de vuelo —Sam dijo.

—¿Sobrevivientes? —Dean preguntó.

—No —Sam frunció el ceño—. No hasta ahora, al menos no hasta el vuelo 2485, por alguna razón. En la grabación de cabina, ¿recuerdas lo que la voz decía?

—"Ningún sobreviviente" —Dean suspiro—. Va por los sobrevivientes. Quiere acabar el trabajo.

...

Percy estaba sentado en la parte trasera del auto. Le estaba enviando mensajes a Jason, contándole sobre los avionazos para que le pudiera decir a su padre. Ellos manejarían la situación, pero Zeus tendría que estar atento a los demonios.

Sam estaba hablando por teléfono, —¿En serio? Bueno, gracias por tomar la llamada y si piensa volar no olvide a sus amigos de United Britannia Aerolines. Gracias —colgó—. Bueno, descarta a Blaine Sanderson y a Dennis Holloway. Ellos no volaran pronto.

—Solo nos queda la asistente de vuelo, Amanda Walker —Dean frunció el ceño.

—Sí —Sam dijo—. Su hermana dijo que volara desde Indianápolis a las ocho. Su primer vuelo desde del avionazo.

—Oh, estamos de suerte.

—Oye, estamos a cinco horas hermano, aun contigo al volante —Sam frunció el entrecejo.

—¿Por qué no tratas de llamarla y convencerla de que no vuele? —Dean indico.

—Ya le dejé tres mensajes —Sam suspiró—. Debe haber apagado el celular. Dioses. No vamos a llegar.

—Veras que sí —Dean miró fijamente el camino por delante, con los ojos enfocados.

...

Los chicos se apresuraron a entrar al aeropuerto, comprobando el tablero de salidas.

—Ahí está —Sam vio el vuelo—. Abordarán en 30 minutos.

Dean tomó uno de los teléfonos de cortesía y escuchó la voz que decía, —Servicios de Aeropuerto.

—Ah —Dean dijo—. Sala trece.

—¿A quién llama, señor?

—Quiero contactar a Amanda Walker —Dean se mordió el labio—. Asistente del vuelo en el vuelo… 424.

El teléfono se quedó en silencio por un momento, y Percy murmuró, —Por favor.

—Habla Amanda Walker —una voz diferente dijo desde el otro lado de la línea.

—Srta. Walker —Dean cerró sus ojos por un momento, aliviado—. Hola, soy el Dr. James Hetfield del Hospital Francis Memorial. Tenemos una Karen Walker aquí.

—¿Mi Karen?

—Nada serio. Fue un pequeño accidente, pero está herida de…

—Espere, espere, es imposible. Acabo de hablar con ella.

Dean hizo una pausa, —¿Así?

—Hace cinco minutos —Amanda dijo—. Está en su casa estudiando para un examen. ¿Quién rayos habla?

—Uh, entonces… debe ser un error —Dean parecía preocupado de nuevo.

—¿Y cómo sabía que yo estaba aquí? —Amanda cuestionó—. ¿Es uno de los amigos de Vince?

—Me descubrió —Dean dijo, aliviado otra vez.

—Guau. Esto es increíble.

—Dice que en verdad lo siente.

—Pues dígale que deje de molestar y que se aleje de mi vida, ¿está bien? —el ceño fruncido de Amanda estaba claro en la línea.

—Sí, pero… él necesita verla hoy, así que…

—No, lo siento —Amanda dijo—. Ya es tarde.

—No sea así —Dean frunció el entrecejo—. Vamos. Vince está deprimido y es patético.

—¿En serio?

—Oh sí.

—Tengo que colgar —Amanda dijo—. Dígale que me llame cuando llegue —colgó.

—No, no. Espere, Amanda. ¡Amanda! —negó con la cabeza—. ¡Demonios! Casi lo logro.

—Dean, es hora del plan B —Sam dijo—. Subiremos al avión.

Percy se ahogó y Dean se quedó con los ojos muy abiertos, —No, no, espera un segundo.

—Escucha, ese avión se ira con más de cien pasajeros a bordo y si tenemos razón, ese avión se estrellará —Sam frunció el ceño.

—Lo sé —Dean dijo, aún con los ojos muy abiertos.

—Entonces —Sam dijo— subiremos al avión, encontramos al demonio y lo exorcizamos. Iré por los boletos. Consigan lo que puedan lo que puedan en el auto. Todo lo que pase por seguridad. Búsquenme en cinco minutos —Dean miró a Sam ansiedad, y Sam frunció el ceño—. ¿Estás bien?

—No, no lo estoy —Dean agarró con fuerza la mano de Percy, y Percy sostuvo la de Dean con la misma fuerza.

—¿Qué? —Sam cuestionó—. ¿Qué pasa?

—Es que tengo un problema con…

—¿Volar?

—No había sido problema hasta ahora —Dean se encogió de hombros, ceñudo.

—Es un chiste, ¿cierto?

—¿Acaso estoy riendo? —Dean frunció el ceño—. ¿Por qué crees que viajo en auto, Sam?

—Entonces —Sam asintió— yo iré.

—¿Qué? —Percy miró a Sam.

—Haré esto solo —Sam dijo.

—¿Estás loco? —Dean cuestionó—. Ya lo dijiste, el avión se va a caer.

—Podemos hacerlo juntos o tengo hacerlo solo —Sam bufo—. No hay otra elección.

Percy ya estaba enviando un mensaje de texto al chat grupal, —Subiremos al avión —encendió el modo avión, fingiendo que sus amigos no enviarían mensaje tras mensaje.

...

Dean estaba sentado en el asiento del pasillo, leyendo ansiosamente la tarjeta de seguridad. Percy estaba sentado en el asiento a su lado, golpeteando a Contracorriente contra su rodilla con los ojos cerrados.

—Trata de relajarte —dijo Sam desde el asiento de la ventana.

—Sólo cierra la boca —Dean frunció el ceño.

El avión despegó con Dean y Percy saltando con cada ruido. Percy sabía que Zeus no dejaría caer el avión, pero eso no significaba que el dios no cambiaría de opinión en pleno vuelo, decidiendo que odiaba al hijo del dios del mar de nuevo.

Sam sonrió.

...

Dean estaba recostado, tarareando para sí mismo. Percy yacía dormido en el hombro de su novio, habiendo decidido que era mejor simplemente tomar una siesta que lidiar con el pánico.

Sam miró a su hermano, —¿Tarareas a Metallica?

—Eso me calma —Dean refunfuño.

—Escúchame, sé que estas nervioso —Sam frunció el ceño—, pero tienes que concentrarte.

—Está bien —Dean asintió, sus ojos aún cerrados.

—Tenemos treinta y dos minutos y contando para encontrar esa cosa o a quien está poseyendo y luego realizar un exorcismo.

—Con tantas personas será difícil —Dean suspiro.

—Sólo da un paso a la vez, ¿sí? —Sam dijo—. Ahora, ¿a quién está poseyendo?

—Bueno, tiene que ser alguien con alguna debilidad, una grieta en la armadura que el demonio pueda abrir —Dean dijo rápidamente—. Alguien con una adicción o una tensión emocional.

—Este es el primer vuelo de Amanda después de la caída —Sam se encogió de hombros—. Si yo fuera ella, estaría nervioso.

—Mm-hm —Dean se giró hacia una azafata—. Disculpe, ¿Usted es Amanda?

—No, no lo soy —dijo.

—Ah, me equivoque —Dean miró hacia la parte trasera del avión donde estaba Amanda parada—. Entonces aquella debe ser Amanda. Así que hablare con ella y hare una lectura de su estado mental.

—¿Y si está poseída?

—Hay formas de probar eso —Dean buscó en su bolso, ignorando al ahora despierto Percy, y saco una botella de agua con forma de Virgen María—. Traje agua bendita.

—No —Sam tomo el agua bendita, metiéndola en su sudadera—. Hay que ser más sutiles. Si está poseída, reaccionara al nombre de Dios.

—Oh —Dean asintió—. Claro —se giró para irse.

—Oye —Percy dijo.

—¿Qué? —Dean se giró.

—Dilo en latín.

—Lo sé —se volvió para irse.

—Bien —Sam dijo—. ¡Oye!

—¡¿Qué?! —Dean lo vio con el ceño fruncido.

—Uh, en latín es "Christo".

—¡Lo sé! —Dean puso los ojos en blanco—. ¡No soy idiota!

Percy vio a Dean caminar hacia la parte trasera del avión con el ceño fruncido, sintiéndose mucho más ansioso ahora que su novio no estaba allí.

Dean eventualmente regresó a su asiento, inmediatamente agarrando la mano de Percy, —Ella tiene que ser la persona más adaptada del planeta.

—¿Dijiste Christo? —Sam cuestionó.

—Sí.

—¿Y?

—No hay demonio en ella —Dean negó con la cabeza—. Ningún demonio entro en ella.

—Si está en el avión entonces puede ser cualquiera —Percy frunció el ceño.

El avión tembló.

—¡Vamos! —Dean agarró la mano de Percy—. ¡Esto no puede ser normal!

—Oye, oye, es sólo una turbulencia —Sam lo consoló.

—Sam, este avión se va a caer —Dean miro a su hermano—. Deja de tratarme como si fuera un niño.

—Tienes que calmarte —Sam dijo.

—Lo siento no puedo.

—Sí puedes.

—No, tus cochinos ejercicios de yoga no están ayudándome —Dean frunció el ceño.

—Escúchame, si entras en pánico, estás abierto a la posesión demoniaca, así que tienes que estar tranquilo —Sam ordenó—. Ahora.

Percy apretó la mano de Dean, escuchándolo tomar una respiración profunda. Estaba agradecido de que, como semidiós griego, no podía ser poseído por un demonio japonés.

—Así —dijo Sam, mirando a su hermano y sosteniendo el cuaderno de John—. Ahora, encontré un exorcismo aquí que creo que va a funcionar. El Rituale Romanum.

Percy gimió ante el nombre, reconociéndolo. —Joder.

—¿Qué hay que hacer? —Dean pregunto.

—Tiene dos partes —Percy dijo—. La primera parte expulsa al demonio del cuerpo. Hace que se manifieste, aunque solo lo hace más poderoso.

—¿Más poderoso?

—Sí —Sam suspiró.

—¿Cómo?

—Entonces ya no necesita poseer a nadie más —Percy frunció el ceño—. Ya puede crear caos él solo.

—Ah —Dean parpadeó—. ¿Y porque eso es bueno?

—Bueno, porque la segunda parte envía al bastardo al infierno para siempre.

—Primero lo primero, hay que hallarlo.

...

Percy estaba sentado en su asiento, con los ojos cerrados mientras pasaban por otra turbulencia. Podía sentir el leve cosquilleo del ozono en el aire, podía sentir los ojos de Zeus sobre él. No podía evitar el pánico.

Percy sintió un golpe en su hombro y miró hacia arriba.

Sam lo miró fijamente, —Es el copiloto.

Percy frunció los labios, —Joder.

...

—Ella no va a creer esto —dijo Sam mientras caminaban hacia Amanda en la parte trasera del avión.

—Quedan doce minutos —Dean frunció el ceño.

—Ah, hola —Amanda le sonrió a Dean—. Espero que ya se sienta mejor.

—Uh, en realidad necesitamos hablarle —dijo Dean.

Sam cerró la cortina y Percy la miró fijamente, tragando saliva.

—Hum, sí —Amanda también miró fijamente la cortina—. ¿Qué puedo hacer?

—Esto le sonara a locura, pero no tenemos mucho tiempo para aclararlo todo ahora —Dean dijo.

—Sabemos que estuvo en el vuelo 2485 —Percy miró a Amanda.

—¿Quiénes son ustedes? —la sonrisa de Amanda desapareció.

—Y hablamos con los otros sobrevivientes —Sam dijo—. Sabemos que algo derribó el avión y que no fue una falla mecánica.

—Necesitamos su ayuda porque hay que evitar que eso pase otra vez —Dean dijo—. Aquí. Ahora.

—Lo siento —Amanda empezó—. Estoy muy ocupada. Y tengo que…

—Guau, guau, guau, guau —Dean dijo, deteniéndola—. Espera un segundo. No le hare daño, ¿está bien? Pero escúchame… el piloto del 2485, Chuck Lambert, está muerto.

—Espere, ¿qué? —Amanda frunció el ceño—. ¿Chuck está muerto?

—Murió en otro avionazo —Percy dijo—. Y son dos avionazos en dos meses. ¿Eso no se le hace extraño?

—Yo…

—Había algo mal en el 2485 —Sam dijo—. Tal vez lo sintió, tal vez no. Pero hay algo mal en el vuelo también.

—Amanda, tiene que creernos —Percy dijo.

—En… en el 2485, había un… hombre que… —Amando dijo, sus ojos muy abiertos— tenía los ojos….

—Sí —Sam asintió—. Es exactamente de lo que hablamos.

—Pero no entiendo —Amando negó con la cabeza— ¿Qué me está pidiendo que haga?

Dean frunció el entrecejo. —Al copiloto tiene que hacerlo venir aquí.

—¿Porqué? —Amanda echó un vistazo a la cabina—. ¿Qué es lo que tiene que ver en esto?

—No hay tiempo para explicar —Percy frunció el ceño—. Necesitamos hablar con él.

—¿Y cómo voy a entrar a la cabina y hacer que el copiloto…?

—Haga lo necesario —Sam dijo—. Haga lo que sea, ¿sí? Dígale que algo se rompió aquí atrás. Lo que sea para que salga de la cabina.

—Pero podría perder mi trabajo si me…

—¿Prefieres perder la vida? —Percy arqueó una ceja, amenazador.

Amanda vaciló, —Está bien —ella se fue, llamando a la puerta de la cabina. Habló con el copiloto y, un momento después, él la siguió hasta la parte trasera del avión. Sam sacó el agua bendita de su bolsillo y Dean le entregó el diario. Percy estaba murmurando las palabras en inglés entre dientes, esperando poder traducirlas si Sam no podía leerlas.

—¿Cuál es el problema? —el copiloto se movió detrás de la cortina, mirando a los muchachos con confusión.

Percy inmediatamente le dio un puñetazo en la cara, y él y Dean lo inmovilizaron, colocándole cinta adhesiva en la boca.

Amanda frunció el ceño. —¿Qué están haciendo? Dijo que iban a hablar con él.

—Vamos a hablar con él —Dean dijo, tomando el agua bendita de Sam y salpicándola sobre la piel del copiloto, haciendo una mueca cuando chisporroteo.

—Santo Dios —Amanda palideció—. ¿Qué pasa con él?

—Amanda —Sam se volvió hacia Amanda— tiene que calmarse. La necesitamos afuera de la cortina.

—No, espere, no entien…

—Qué no entre nadie, ¿sí? —Sam ordenó—. ¿Puede hacer eso? ¿Puede hacer eso? ¿Amanda?

—Claro —Amanda asintió temblorosa—. Claro —salió de la trastienda y los chicos se quedaron solos con el demonio.

—De prisa —dijo Dean, haciendo una mueca mientras el copiloto se agitaba—. No sé cuánto lo podré detener.

—Regna retrae, cantate Deo, psallite Domino…

El demonio se liberó de Percy y Dean, empujándolos. Percy golpeó la pared y alejó al demonio de Sam rápidamente, luchando por obligarlo a volver al suelo hasta que Dean logró ayudarlo de nuevo. Sam continuó, y el demonio pateó a Percy en el estómago. Sin querer soltó al copiloto, y el demonio golpeó a Dean en la cara, lanzándolo hacia atrás.

Se arrancó la cinta de la boca y agarró a Sam por el cuello. —¡Sé qué le pasó a tu novia! ¡Ella se quemó viva! ¡Y sigue ardiendo!

Percy golpeó al demonio con su codo y lo inmovilizó de nuevo, luchando por ignorar las patadas y puñetazos que recibió hasta que Dean lo ayudó a inmovilizarlo nuevamente.

—¡Sam! —Percy gritó, mirando al cazador atónito. Sam se sacudió la sorpresa y terminó lo que había dejado sin finalizar. Percy fue pateado lejos del demonio nuevamente, y Sam dejó el libro, ayudándolo a inmovilizarlo. El demonio pateó el cuaderno de John por el pasillo.

—Lo tenemos —gruñó Sam, mirando al demonio. El demonio salió del cuerpo del copiloto con una niebla negra brotando de sus ojos y boca, y desapareció por un conducto de ventilación.

—¿Adónde se fue? —Sam cuestionó sin aliento, viendo caer al copiloto.

—Entro al avión —Dean se puso de pie—. Date prisa, debemos terminar.

...

El avión se sacudió y se inclinó abruptamente. Sam fue a buscar el cuaderno mientras Dean y Percy se agarraban al otro por la espalda, Dean gritando. Percy gritó el resto del ritual con pánico, y la electricidad surgió a través del avión. Se niveló y los chicos dejaron de gritar.

Salieron de detrás de la cortina, mirando el desorden frente a ellos.

Entrelazaron sus dedos y Percy envió un silencioso agradecimiento a los dioses.

...

Percy les había dicho a los paramédicos que una maleta le había caído encima una vez que vieron los moretones que cubrían su torso. Ellos, como los que habían estado en la escena de la muerte de Jessica, intentaron que Percy se quedara y recibiera ayuda médica.

Percy simplemente negó con la cabeza, sonrió y luego se acercó a Sam y Dean.

—Vámonos de aquí —dijo Dean, agarrando la mano de Percy. Se dirigieron hacia la salida y Dean se volvió hacia su hermano—. ¿Estás bien?

Sam se detuvo y se giró para mirar a Dean, —Dean, esa… esa cosa sabía sobre Jessica.

—Sam, esas cosas sólo leen las mentes —dijo Dean—. Mienten. ¿Sí? Eso es lo que fue.

—Sí —Sam se miró los pies.

—Andando —dijo Dean, y los chicos salieron del aeropuerto.

...

—Nadie sabe lo que hicieron, pero yo sí —Jerry estrecho la mano de cada uno de los chicos—. Muchos pudieron haber muerto. Su papá estará orgulloso.

—Nos veremos, Jerry —Sam dijo.

Dean comenzó a alejarse, pero se giró, —Oye, Jerry.

—¿Sí?

—Una pregunta, ¿cómo conseguiste el número de mi celular si lo tengo hace seis meses?

—Tu papá me lo dio.

—¿Qué? —Sam cuestionó.

—¿Cuándo hablaste con papá? —Dean demandó.

—Yo no hablé exactamente con él pero llamé a su número —Jerry explicó—. Su grabadora dijo que te llamara. Gracias otra vez.

...

—Esto no tiene sentido —Sam frunció el ceño—. Llame a su número como 50 veces. Estaba fuera de servicio.

Dean marcó un número en su celular. Lo puso en altavoz para que Sam y Percy pudieran oír.

—Habla John Winchester —sonó la voz de John—. No puedo contestar. Si es una emergencia, llame a mi hijo, Dean. 785-555-0179. Él puede ayudar.

...

Cuando llegaron a la habitación del hotel, ninguno de ellos esperaba ver a un rubio enojado sentado en su cama junto a un italiano aburrido.

—Holaaaaaaa Jason —Percy sonrió dulcemente, poniéndose un poco detrás de Dean.

—No respondiste ninguna de nuestras malditas llamadas o mensajes de texto, Percy —Jason se levantó rápidamente, acercándose a Percy.

Percy retrocedió cuando Jason se acercó, pero en lugar de ser golpeado como esperaba, fue envuelto en un fuerte abrazo.

—Nico dijo que no estabas muerto y papá no paraba de decir que estabas bien, pero no respondías ¡y se suponía que el avión se caería! —Jason apretó a Percy con fuerza.

Percy felizmente le devolvió el abrazo, —Lo siento. Sin embargo, no se cayó.

Jason dijo inexpresivamente, —Puedo ver eso —luego se volvió para mirar a Dean—. Si alguna vez lo dejas hacer algo tan estúpido como eso otra vez, Dean, te daré una paliza. ¿Entiendes?

Dean sonrió y habló en griego, —No te preocupes, si Percy alguna vez hace algo estúpido de nuevo, o incluso dice algo estúpido, alejaré lo joderé hasta la mierda —su objetivo había sido hacer sonrojar a Percy.

Nico resopló y Jason abrió los ojos como platos.

Percy, en lugar de sonrojarse como Dean había esperado, sonrió con picardía, —Algo estúpido.

Tomó casi diez minutos conseguir que Nico dejara de reír y que el rubor que cubría el rostro de Dean desapareciera.

Dean, por supuesto, cumplió su promesa.