Percy nunca había sido de los que se despertaban temprano. Entonces, cuando el teléfono de Dean sonó desde dentro de su bolsa, Percy rápidamente fue a callarlo.

—¡Lo sé! —Percy escuchó a Dean espetar.

—¿Dónde en Hades está tu celular? —Percy murmuró, la molestia brillaba en su rostro.

—Es que podría estar muerto y no lo sabríamos —dijo Sam.

—John no está muerto —Percy frunció el ceño, deduciendo que estaban hablando de su padre—. Le pregunté a Nico.

—¿Entonces qué? ¿Está escondido? ¿Ocupado?

Percy encontró el celular y lo abrió, poniéndose rígido de inmediato.

—Huh —dijo Percy en voz baja—. No puedo creerlo.

—¿Qué? —Sam preguntó, y Dean se acercó detrás de su novio, con los ojos muy abiertos cuando captó el mensaje.

—Es un… mensaje de texto —dijo Dean—. Coordenadas.

...

Dean estaba escribiendo en su laptop y Percy estaba sentado a su lado mirando.

—¿Crees que papá envió eso? —Sam cuestionó.

—Ya lo ha hecho otra vez —Dean le restó importancia.

—Apenas sabe operar un tostador, Dean.

—¡Sam, es buena noticia! —Percy exclamó—. Significa que está bien.

—¿En el identificador había un número?

—No, decía "desconocido". Creo —la duda pasó por la cara de Percy por un momento—. Eso es lo que decía, ¿verdad? —Dean asintió con la cabeza para su novio.

—¿Y las coordenadas adónde apuntan? —Sam cuestionó.

—Es la parte interesante —Dean miró fijamente la pantalla—. Rockford, Illinois.

—¿Y por qué es interesante?

—Vi un periódico local de Rockford —Dean giró la computadora hacia Sam—. Mira esto. Un policía, Walter Kelly, regresa a casa de su trabajo, mata a su esposa, se pone el arma en la boca, se vuela la cabeza. Antes esa noche, Kelly y su compañero respondieron a un llamado en el Manicomio Roosevelt.

—No entiendo, hermano —Sam negó con la cabeza—. ¿Eso qué tiene que ver con nosotros?

—Papá marcó el mismo manicomio en el diario. Ah, ¿dónde está…? —Dean hojeó el cuaderno hasta que encontró la página correcta—. Aquí. Siete avistamientos sin confirmar, dos muertes: hasta hace quince días. Es donde quiere que vayamos.

Sam resopló, —Esto es un trabajo… Él nos está dando un trabajo.

—Bueno, ¿tal vez vamos a verlo si está allá? —Percy se encogió de hombros.

—¿Tal vez no? —Sam parecía molesto—. Tal vez solo quiere que vayamos a ver el lugar.

—¡Qué importa! —Dean gritó—. ¡Si nos quiere allá, basta para mí!

—¿Esto no se te hace raro? ¿El texto? ¿Las coordenadas?

—¡Sam! —Dean frunció el ceño—. Si papá dice que vayamos, iremos.

Sam hizo una cara de perra y suspiró.

...

—Es Daniel Gunderson, ¿cierto? —Dean se sentó junto a un policía, aquel cuyo compañero murió, en un bar—. ¿Es policía?

—Sí —suspiró Gunderson.

—Hum. Yo soy Nigel Tufnel del Chicago Tribune —dijo Dean—. ¿Le importaría contestar unas preguntas sobre su compañero?

—Sí, no quiero. Estoy tomando una cerveza.

—Está bien, no voy a tardar —dijo Dean—. Quiero escuchar su versión.

—Hace poco, mi compañero estaba sentado ahí. Y ahora está muerto —Gunderson le da a Dean una mirada de disgusto—. ¿Va a emboscarme aquí?

—Lo siento —Dean se encogió de hombros sonando como si no lo dijera en serio. Envió una mirada a Percy, que estaba sentado en el asiento al otro lado de Gunderson, escribiendo en su teléfono y moviendo la cabeza ligeramente hacia la música—. Necesito saber que pasó.

Sam llegó de repente, empujando bruscamente a Dean a un lado, —Oye amigo, ¿qué tal si lo dejas en paz? ¡El hombre es un oficial! ¡Por qué no muestras más respeto!

Dean hizo una pausa, mirando a Sam por un momento, luego se fue.

Percy inmediatamente abrió sus notas, listo para escribir lo que escuchara de Gunderson. Ayudaba a estar preparado.

—No tenías que hacer eso —Gunderson miró a Sam.

—Yo creo que sí. Es un idiota. Te invito una cerveza —Sam miró al camarero—. ¿Dos?

—Gracias —asintió Gunderson.

...

Sam y Percy salieron del bar, Percy apartó los audífonos de su cabeza.

Dean estaba sentado en el Impala, —Me empujaste muy duro, hermano.

—Tenía que hacerlo, ¿no? —Sam parecía divertido—. Fue convincente.

—¿Sí? —Dean y Percy lo miraron confundidos.

—Ah, olvídenlo —Sam negó con la cabeza.

—¿Qué averiguaron? —Dean miró a Percy.

—Qué Walker Kelly era buen policía —Percy miró su pantalla—. El mejor de su clase, mesurado, con un futuro brillante por delante.

—¿Y la esposa? —Dean cuestionó.

—Él y su esposa se peleaban como cualquiera, pero en general iban bien —Percy se encogió de hombros—. Incluso hablaron de tener hijos.

—Kelly tenía alguna locura latente que despertó, o algo más se la provocó.

—Sí —asintió Sam.

—¿Qué dijo Gunderson del manicomio?

Sam y Percy compartieron una mirada, —Mucho.

...

—Al parecer los policías buscaban a unos chicos aquí… en el ala sur —Sam señaló con la cabeza un letrero sobre una de las puertas del manicomio. Kelly y Gunderson persiguieron a los chicos hasta el ala sur antes de que Kelly muriera.

—Ala sur, ¿eh? Espera un segundo —Dean sacó el diario de John, hojeándolo—. Mil novecientos setenta y dos. Tres chicos entraron al ala sur, solo uno sobrevivió. Él contó que uno de sus amigos enloqueció e incendio el hospital.

—Entonces sea lo que sea, el ala sur es el centro de eso —asintió Percy.

—Pero si siguen entrando, ¿por qué no ha habido más muertes? —Dean preguntó.

Sam miró a su alrededor y notó la cadena rota en la puerta, —Parece que las puertas estaban encadenadas. Tal vez estuvo así por años.

—Sí, para evitar la entrada —Dean miró fijamente las puertas—. O mantener algo adentro.

Los chicos compartieron una mirada, y Sam lentamente abrió la puerta.

...

Caminaban por un pasillo y Percy se cansó rápidamente de la disputa de los hermanos.

—Avísame si ves gente muerta, Haley Joel —le dijo Dean a su hermano.

—Oye, ya basta —gimió Sam, tan molesto como Percy.

—Es en serio —dijo Dean—. Hay que tener cuidado. Los fantasmas son atraídos por tu sentido paranormal.

—¡Ya te dije que no es eso! —Sam exclamó—. Solo tengo vibraciones extrañas a veces. Sueños raros.

—Está bien, como quieras.

—Tienes alguna lectura con eso, ¿o no? —suspiró Sam, señalando con la cabeza al EMF de Dean.

—No —dijo Dean—. No significa que no haya fantasmas.

—Los espíritus aparecen a ciertas horas del día —dijo Percy, agradecido de que ya no estuvieran discutiendo.

—Y los fenómenos salen de noche —dijo Dean.

—Entonces es por eso por lo que eres tan cachondo por la noche —dijo Percy en griego, mirando a Dean con una sonrisa descarada.

Dean se sonrojó de inmediato, —Cállate.

—Por lo general, estás diciendo que no me calle.

Dean, buscando una salida, se volvió hacia su hermano, —Oye, Sam, ¿quién crees que sea la psíquica más sexy: Patricia Arquette, Jennifer Love Hewitt o tú?

Sam empujó a un Dean risueño.

Percy murmuró, —El psíquico más sexy es Shawn Spencer.

...

Examinaban una habitación en el manicomio, y Dean silbó, —Vaya, Electroshock. Lobotomías. Le hacían cosas muy perversas a esta gente. Como a mi amigo Jack en Atrapados sin salida —le sonrió a su hermano.

Percy examinó con disgusto una de las sillas de metal en la habitación, ignorando a Dean con Sam.

La sonrisa de Dean cayó, —Entonces. ¿qué creen? ¿Seres poseyendo a personas?

—Tal vez —Sam se encogió de hombros—. O tal vez es más como lo de Amityville o el aparecido Smurt.

—Sí, espíritus que vuelven locos. Como Jack en El resplandor —Dean sonrió de nuevo, y esta vez Percy le dio una ceja arqueada.

—Dean —dijo Sam, y continuó cuando su hermano lo miró—. ¿Cuándo vamos a hablarlo?

—¿Hablar de qué?

—Del hecho de que papá no está aquí.

—Ah. No… no sé —Dean hizo una mueca—. Nunca.

—Estoy hablando en serio, Dean —Sam frunció el ceño.

—También yo, Sam —suspiró Dean—. Él nos envió aquí, obviamente nos quiere aquí. Tendremos que seguir la búsqueda.

—No importa lo que él quiera.

—¿Ves? ¿Esa es tu actitud? —Dean señaló a Sam—. Por eso yo tenía la galleta extra.

—Podría estar en problemas, deberíamos estar buscándolo —dijo Sam—. Merecemos respuestas, Dean. Estamos hablando de nuestra familia.

—Entiendo eso, Sam, pero él nos dio una orden.

—¿Y qué, tenemos que seguir sus órdenes?

—Por supuesto que sí.

Sam miró a Dean, frustrado. Dean le devolvió la mirada por un momento, luego se dio la vuelta, terminando la conversación.

Percy miró entre los hermanos, sintiéndose incómodo. Sabía que necesitaban buscar a John, pero también sabía que su novio tenía razón. Estaban aquí por una razón, Solo esperaba averiguar cuál era esa razón.

Dean recogió un letrero del suelo, —"Sanford Ellicott"… ¿Sabes que hay que hacer? Averiguar más sobre el ala sur. Y ver qué pasó aquí.

Dean salió de la habitación, dejando atrás a Sam y Percy.

Percy miró a Sam, que estaba mirando el letrero con una cara de perra, y dijo: —Sabes, sigue las órdenes de John tan firmemente por una razón.

Sam levantó la mirada, frunciendo el ceño, —¿Y qué razón es esa? ¿Su cerebro es demasiado pequeño para pensar por sí solo?

—No —suspiró Percy—. La última vez que Dean no escuchó a John, casi muero —inconscientemente movió su mano hacia su pecho, donde sabía que tenía una cicatriz larga y horrible.

Salió de la habitación, siguiendo a su novio.

...

Percy y Dean estaban apoyados contra las ventanas de un edificio psiquiátrico, esperando que Sam saliera. Dean estaba jugando con la mano de Percy, luciendo molesto.

—Ustedes discuten mucho —dijo Percy.

—Somos muy diferentes —refunfuñó Dean.

—En realidad no —Percy se encogió de hombros—. Ambos son Winchester. Dioses, ambos se aparecen tanto a John que me cabrea.

Dean miró a su novio, con un ligero ceño fruncido en su rostro, —¿Cómo?

—No importa cuánto no les guste, son cazadores. Hasta la medula. Si hay alguien a quien salvar, lo salvan. Incluso si eso significa que se lastiman en el proceso —Percy inclinó la cabeza—. Son líderes. Luchan por lo que creen que necesitan hacer. Se esconden detrás de bromas y sonrisas. Son soldados. Veo pedazos de John cuando los miró a los dos.

Dean asintió lentamente, luego habló tranquilamente, —¿Qué crees que deberíamos hacer? ¿Buscar a papá, o terminar el trabajo?

—Creo que deberíamos terminar el trabajo —Percy sonrió suavemente—. Fuimos enviados aquí por John por una razón, así que bien podríamos terminar el trabajo. Y luego, cuando terminemos, vamos directamente a buscarlo.

Dean asintió, arrastrando a Percy a un beso rápido y significativo.

—Gracias —dijo, sonriéndole al semidiós—. Gracias.

Percy asintió, sonriendo.

Se sentaron allí juntos, felices de tenerse el uno al otro.

...

Sam pasó junto a ellos de repente, y ambos se movieron para seguirlo.

—¡Oye! —exclamó Dean—. Estuviste allí años. ¿De qué estaban hablando?

—Solo del hospital —Sam le restó importancia.

—¿Y…? —Dean sabía que su hermano le estaba ocultando algo.

—Y… del ala sur. Donde tenían a los casos difíciles. Los psicóticos, los criminales locos.

—Tiene sentido.

—Sí —asintió Sam—. Y una noche del sesenta y cuatro, se amotinaron. Atacaron a los guardias. A los doctores.

—¿Los pacientes tomaron esa ala? —Percy cuestionó.

—Sí, parece.

—¿Muertos?

—Algunos pacientes, personal —Sam le restó importancia—. Fue algo terrible. Algunos cuerpos jamás se recuperaron, incluyendo al jefe de doctores, Ellicott.

—¿Cómo que no se recuperaron? —Dean miró a su hermano.

—La policía registro todo el hospital, pero los pacientes deben de haber… escondido los cuerpos en algún lugar.

—Ah, qué bien —frunció el ceño Percy.

—Sí —asintió Sam—. Así que, transfirieron a todos los sobrevivientes y cerraron el hospital para siempre.

—Resumiendo, tenemos muchas muertes violentas y cuerpos no recuperados —frunció el ceño Dean.

—Quizás muchos espíritus furiosos —agregó Sam.

—Tenemos que ir al hospital esta noche.

...

Los chicos se pararon en la entrada del manicomio, sin darse cuenta de que dos adolescentes estaban dentro del edificio.

Sam sostenía una cámara y Dean sostenía su EMF. Percy estaba contento con la linterna.

—¿Tienes lecturas? —Sam preguntó, mirando a su hermano.

—Sí, muchas —asintió Dean.

—Este lugar orbita como loco —Percy miró el EMF.

—Debe tratarse de múltiples espíritus —dijo Dean.

—Si esos cuerpos sin descubrir están causando estoy…

—Hay que hallarlos y quemarlos. Pero, cuidado. Lo único que me pone más nervioso que un espíritu molesto… es el espíritu molesto de un psicótico.

Los chicos avanzaron, sin darse cuenta del hombre enloquecido en la esquina envuelto en una camisa de fuerza.

...

Los chicos estaban buscando en habitaciones separadas, Percy con Dean y Sam solo.

—Esta no es mi idea de una buena cita —le sonrió Percy a su novio.

—Entonces tendré que pensar en algo mejor —le sonrió de vuelta Dean.

—¿Dean? ¡Dean! —Sam gritó de repente, y los novios rápidamente corrieron a su habitación—. ¡Haz algo!

—¡Sam, al suelo! —Dean gritó, sacando la escopeta de su bolso. Dean y Percy solo podían ver una figura vaga y brillante de una mujer, pero si hubieran mirado la cámara de Sam, habrían visto su cabello blanco y el ojo ensangrentando y cayendo de su rostro.

Sam se tiró al suelo y Dean disparó. La figura se evaporó.

—Eso fue raro —dijo Sam después de un momento.

—Sí —suspiró Dean—. dímelo a mí —salió de la habitación, los otros dos cazadores lo siguieron.

—No, Dean, fue muy raro que ella no me atacara.

—Pues a mi me pareció muy agresiva —Percy se encogió de hombros.

—No me lastimó —Sam negó con la cabeza—. ¡Ni siquiera trató! Y sí no quería dañarme, ¿entonces que quería?

Antes de que Sam pudiera obtener una respuesta, los chicos escucharon un ruido de una habitación por la que pasaban. Percy rápidamente encendió la linterna, haciéndola brillar en la habitación. Se acercaron cautelosamente a una cama de metal que estaba de lado, viendo la parte superior de una cabeza rubia detrás de ella. Sam volcó lentamente la cama, revelando a una chica aterrorizada.

—Tranquila, no te haremos daño —Dean rápidamente bajó el arma—. Está bien. ¿Cuál es tu nombre?

—Katherine —dijo la chica—. Kat.

—Tranquila —asintió Dean—. Yo soy Dean. Él es Sam. Y él es Percy.

—¡¿Qué haces aquí?! —Sam exigió.

—Um. Mi novio, Gavin.

—¿Está aquí? —preguntó Percy.

—Por ahí —asintió Kat—. Dijo que sería divertido venir a ver fantasmas. Y creí que todo era… que era fingido. He visto cosas. Oí a Gavin gritar por allá y…

—Muy bien. ¿Kat? Ven —Dean la ayudó a levantarse—. Sam va a sacarte de aquí y buscaremos a tu novio.

—¡No! No, no —Kat negó con la cabeza—. No voy a irme sin Gavin. Iré con ustedes.

—Esto no es un juego. Es peligroso.

—Por eso tengo que encontrarlo.

Los chicos compartieron una mirada.

—Entonces hay que separarnos —Dean frunció el ceño—. Vamos.

...

Percy de alguna manera se encontró caminando con Sam, deseando estar con su novio. No es que tuviera nada en contra de Sam, es solo que la elección era obvia.

Kat claramente había querido quedarse con Dean, después de haber visto el arma en sus manos. Si bien ella no lo dijo, los chicos lo habían sabido. Decidieron separarse para su beneficio.

—Entonces… —Sam miró a Percy—. Si no te importa que te pregunte… ¿cómo es que casi mueres?

Percy suspiró, —Nos atrincheramos en una casa, tratando de alejarnos de un espíritu. El plan era que me escabullera, llegara a la bolsa donde estaba el arma. No la teníamos con nosotros, estaba en otra habitación. Todo iba bien, pero todo estaba un poco raro. Estaba tardando más de lo esperado, pero eso es comprensible cuando el espíritu está muy cerca. John le dijo a Dean que esperara, que me diera un poco más de tiempo para agarrar la bolsa. Dean no escuchó. Salió corriendo y el espíritu fue a atacarlo. Salté en el camino. Me lastimé horriblemente. Te mostraría la cicatriz, pero por lo general me reservo mostrar mi pecho desnudo a Dean. Hay unas pocas personas selectas a las que se lo mostraría, y tú no eres una de ellas. Lo siento.

Sam parpadeó sorprendido, sin esperar lo último, y dijo: —¿Quiénes son las otras personas?

—Jennifer Lawrence, Ryan Reynolds, Morgan Freeman, Danny DeVito, el chef Boyardee, Shawn Spencer, no el tipo que lo interpreta, y Apolo. Está sexy.

Sam sonrió, incapaz de evitarlo. Luego notaron a Gavin tirado en el suelo, inconsciente.

Sam se arrodilló rápidamente a su lado, sacudiéndolo para que despertara, —Oye, Gavin. Ya, ya, tranquilo. Está bien. Vine a ayudarte.

—¿Quiénes son ustedes? —Gavin dijo.

—Mi nombre es Sam. Él es Percy —Sam frunció el ceño—. Eh, encontramos a tu novia.

—¿Kat? —Gavin se puso de pie—. ¿Ella está bien?

—Sí —asintió Percy—. Está preocupada por ti. ¿Estás bien?

—Estaba huyendo —Gavin asintió lentamente—. Y me caí.

—¿Huyendo de qué? —Sam cuestionó.

—Había… había una chica —Gavin frunció las cejas—. Y su… su rostro. Estaba desplazado.

—Ya, tranquilo, escucha, escucha ¿esa chica trató de hacerte daño?

—¿Qué? No, ella…

—¿Ella qué?

—Ella me besó.

Percy inmediatamente se echó a reír. Rápidamente trató de reprimirla, cubriéndose la boca con las manos.

—Eh… eh… pero… ¿te hizo daño físicamente? —Sam parecía extremadamente incómodo.

—¡Claro! Ella me besó —Gavin parecía mortificado—. Me marco de por vida.

—Créeme que pudo haber sido peor —suspiró Sam—. ¿Ahora puedes recordar otra cosa?

—Sí… ella trató de murmurar algo a mi oído.

—¿Qué?

—No lo sé. Corrí como loco.

...

Gritos y disparos de repente sonaron a través del edificio, claramente provenientes de Dean y Kat.

—¿Qué está pasando? —Sam exigió una vez que finalmente llegaron a donde estaba Dean, viendo a Dean intentar abrir una puerta con una tubería de metal. Kat no se veía por ninguna parte.

—Está adentro con uno de ellos —dijo Dean.

—¡Ayúdenme! —Kay gritó desde detrás de la puerta.

—¡Kat! —Gavin gritó.

—¡Sáquenme aquí!

—Kat, no te hará daño —llamó Sam—. Escúchame. Tienes que enfrentarlo. Tienes que calmarte.

Percy y Dean se volvieron hacia Sam con asombro sincronizado, —¿Qué tiene que?

—¿Qué tengo que? —Kat gritó a través de la puerta al mismo tiempo.

—Esos espíritus no tratan de dañarnos, tratan de comunicarse —explicó Sam rápidamente—. Tienes que escucharlo. Enfréntalo.

—¡Tú enfréntalo! —Kat gritó.

—¡Solo así podrás salir de ahí! —Sam gritó.

—¡No!

—Míralo, es todo. Tú puedes hacerlo.

Se quedó en silencio por un momento.

—¿Kat? —Gavin susurró.

—Espero que tengas razón —Dean miró a Sam.

—Sí, también yo.

Después de un largo y tenso momento de silencio, la cerradura hizo clic y la puerta se abrió lentamente. Kat salió.

—Ay, Kat —suspiró Gavin.

Sam rápidamente revisó la habitación, sin encontrar nada. Cuando volvió a salir, negó con la cabeza hacia Dean y Percy.

—Ciento treinta y siete —dijo Kat de repente.

—¿Qué? —Dean levantó una ceja.

—Lo murmuró a mi oído —dijo Kat—. Ciento treinta y siete.

—Una habitación —dijeron los tres cazadores en sincronía.

...

Los chicas se agacharon contra una pared donde no podían ser escuchados por Kat o Gavin.

—Muy bien —dijo Sam—. Si estos espíritus no quieren hacer daño…

—¿Qué tratan de hacer? —Dean terminó por su hermano.

—Tal vez es lo que tratan de decirnos…

—Creo que lo sabremos —Percy frunció el ceño.

—Muy bien.

Los chicos se pararon y acercaron a Kat y Gavin.

—Ahora, ¿listos para salir del hospital? —Dean cuestionó.

—No quiero quedarme —suspiró Kat.

Dean asintió y luego se volvió hacia Sam—. Entonces sácalos de aquí. Buscaremos el cuarto ciento treinta y siete.

...

Percy y Dean finalmente encontraron la habitación 137. Percy luchó contra el peso de la puerta por un momento, y Dean pronto vino a ayudarlo. Juntos empujaron los muebles apilados, y Percy pasó la linterna alrededor de la habitación. La habitación era un desastre, con archivadores derribados, papeles por todas partes y paredes manchadas. Los chicos rápidamente fueron buscando a través de los archivos alguna pista.

Dean eventualmente encontró un panel suelto de la pared, alejándolo. Percy se movió rápidamente a su lado. Dentro de la pared había un maletín lleno de papeles.

Dean sacó un diario del maletín y lo leyó en voz alta para que Percy lo escuchara. Las terribles palabras combinadas con los instrumentos médicos dibujados a mano fueron más que suficientes para dejarlos a ambos con miradas preocupadas en sus rostros.

—Vaya, tanto trabajo sin diversión hizo del Dr. Ellicott un tipo amargado —murmuró Dean.

Ambos levantaron la vista de repente cuando escucharon un ruido.

Acercándose lentamente, esperaron a escuchar algo más. En lugar de escuchar algo, sintieron mucho frío. Dean bajo la mirada hacia su EMF. Se estaba volviendo loco.

Frente a ellos, los rostros y las figuras de varios fantasmas aparecieron. Parecían tristes, pero agradecidos. Desaparecieron, uno por uno.

Dean y Percy compartieron una mirada, luego salieron de la habitación, caminando hacia donde estaba la salida.

Dean caminó hacia una esquina frente a Percy, luego inmediatamente se devolvió. Ni siquiera un momento después hubo un fuerte estallido.

—¡Diablos, no dispares! —Dean gritó, agachado detrás de la pared—. ¡Soy yo!

—¡Lo siento! —Kat gritó—. Lo siento.

—¡¿Qué hacen aun aquí?! —Dean dobló la esquina, viendo a Gavin y Kat—. ¿Dónde está Sam?

—Fue al sótano a verte —dijo Gavin—. Tú llamaste.

—No lo llamé —Dean negó con la cabeza.

—Su teléfono sonó —explicó Kat—. Dijo que eras tú.

—¿Al sótano? —Dean los miró. Vio a un lado y agarró algunas armas adicionales de su bolsa—. Muy bien. Cuídense… ¡pero no de mí!

...

—¿Sammy? Sam, ¿estás aquí? ¿Sam? ¡Sam!

Dean se dio la vuelta, él y Percy estaban buscando a Sam en el sótano.

No esperaba ver a Sam parado justo frente a ellos, y saltó del susto, levantando su escopeta.

—¡Sam, contesta cuando te llame! —Dean bajó su arma—. ¿Estás bien?

—Sí —asintió Sam—. Estoy bien.

—Sabes que yo no te llamé, ¿verdad?

—Lo sé. Creo que algo me atrajo a este lugar.

—Creo que ya sé quién —asintió Percy—. El Dr. Ellicott. Es lo que los espíritus tratan de decirnos. ¿No lo has visto?

—No —Sam negó con la cabeza—. ¿Cómo sabes que es él?

—Halle su bitácora —explicó Dean—. Al parecer estaba experimentando con sus pacientes, hacía cosas horribles. Las lobotomías parecían un par de aspirinas.

—Pero fueron los pacientes los que atacaron.

—Sí —asintió Dean—. Se revelaron contra el Dr. Ellicott. El Dr. Matasano trabajaba en una terapia de ira extrema. Creía que podría hacer que sus pacientes liberaran su ira y que podía curarla. En cambio, solo se ponían peor y peor con más y más ira. ¿Y qué tal si su espíritu está haciendo lo mismo? ¿Con el policía? Y los chicos de los años setenta, que los vuelve tan iracundos que se vuelven homicidas… Vamos, hay que hallar sus huesos y quemarlos.

—¿Cómo? —Sam frunció el ceño—. La policía jamás halló su cuerpo.

—En la bitácora dice que tenía un laboratorio secreto aquí donde trabajaba con los pacientes. Así que, si yo fuera paciente, lo habría traído aquí y hecho lo mismo con él.

—No sé, eso suena algo…

—¿Loco? —Percy aportó.

—Sí —asintió Sam.

—Sí —dijo Dean—. Exacto.

Dean abrió una de las puertas, asomando la cabeza y luego haciendo un gesto para que los demás lo siguieran adentro.

—Busque en todos lados —Sam parecía molesto—. No encontré ningún cuarto.

—Por eso se llama secreto… ¿Oyeron eso? —Dean miró a su alrededor, buscando el ligero silbido. El viento.

—¿Qué? —Sam parecía confundido.

Dean se agachó junto a una pared, extendiendo la mano donde sintió el viento, —Hay una puerta aquí.

Por el rabillo del ojo, Percy vio que el arma en la mano de Sam se movía. Cuando levantó la vista, se sorprendió al verla dirigida a Dean.

—Dean —sangre corrió por la nariz de Sam—. No abras eso.

Dean se puso de pie, con los ojos siguiendo el arma, —Sam, baja el arma.

—¿Es una orden?

—No, es una solicitud.

Sam levantó el arma para apuntar al pecho de Dean, —Porque ya estoy harto de seguir tus órdenes.

—Lo sabía —Dean inclinó ligeramente la cabeza—. Ellicott te hizo algo, ¿verdad?

—Por una vez en tu vida, cierra la boca.

—¿Qué vas a hacer, Sam? —Dean levanto una ceja—. Eso está lleno de sal. No me vas a matar.

—No —dijo Sam—. Pero si te va a doler —disparó. Dean voló hacia atrás a través de la puerta oculta, rompiéndola y aterrizando en el suelo.

—Sam —Percy negó con la cabeza, caminando hacia Sam—. ¿Qué mierda?

Sam miró a Percy, —Mantente fuera de esto, Percy. Esto es entre Dean y yo. No tú.

—He estado escuchándolos a ustedes dos discutir durante mucho tiempo, así que creo que también es mi asunto —Percy le restó importancia—. Ahora, si me entregaras el arma, esto será mucho más fácil para los dos.

Sam levantó el arma.

Percy se agachó, deslizándose por el suelo hacia las piernas de Sam. Se puso de pie mientras empujaba al hombre más alto hacia abajo, agarrando el arma mientras tropezaba.

Percy lo giró cuando estuvo de pie, frunciendo el ceño con disgusto, —No soy realmente un gran fanático de las armas. Muy grandes y pesadas. Muy difíciles de apuntar. Sin embargo, creo que esa última parte es mi culpa.

—¿Alguna vez te callas? —Sam gruñó, poniéndose de pie.

—Bueno, por lo general Dean me dice…

—¡No escuches a Dean! —Sam rugió—. ¡No tienes que seguir sus órdenes! ¡Eres un buen chico, Percy, pero sigues al chico equivocado!

—Tal vez quiero seguir a Dean —Percy sonrió levemente—. Justo a su lado es donde quiero estar. Y sé que no tengo que seguir sus órdenes. Si lo hiciera, eso sería una mala relación, ¿o no?

Sam gimió, luego inmediatamente tacleó a Percy, quien cayó con un crujido.

Sam estaba inmovilizando a Percy, y el chico inmediatamente dijo, —¿No te dije que no estabas en mi lista? ¡No eres Morgan Freeman! ¡Quítate! —lo pateó, dándole a Sam en el estómago.

Sam se dobló, y Percy intentó escapar, pero Sam lo agarró, arrojándolo a una mesa para el disgusto de Percy.

Lo que a Percy le disgusto aún más fue el inmenso dolor en su brazo una vez que golpeó la mesa.

Percy rápidamente se levantó, sosteniendo su brazo protectoramente contra su pecho, mirando a Sam con una mirada triste que habría roto a cualquier otra persona. Pero Sam estaba demasiado ocupado enojado para notar el dolor del semidiós.

—Supongo que estás con él entonces —gruñó Sam, agarrando a Percy antes de que pudiera protestar, y arrojándolo junto a Dean, que apenas volvía a la lucidez.

—¡Sam! —Dean gimió, jadeando por respirar cuando se despertó. Agarró a Percy, sosteniéndolo casi protectoramente. Se sintió enojado una vez que vio el brazo de Percy, pero sabía que Sam nunca haría eso. No podía hacerlo. Este no era su Sammy. Sam se paró sobre su hermano, y Dean frunció el ceño—. Hay que quemar los huesos de Ellicott y esto se acabara. Tú volverás a ser normal.

—Yo soy normal. Solo te digo la verdad por primera vez. Dime, ¿qué hacemos aquí? ¿Estás siguiendo las órdenes de papá como buen soldadito? ¿Por qué haces lo que dice sin cuestionar? ¿Estás tan desesperado por su aprobación? —Sam miró a Percy—. Ha estado haciendo todo lo que papá dice desde antes de que tú aparecieras.

—Ay, tú no dirías eso, Sam —Dean tenía una mirada de dolor en su rostro.

—Esa es la diferencia entre tú y yo —gruñó Sam—. Yo tomó mis decisiones. No soy patético, como tú, Dean.

—¿Y qué vas a hacer, eh? —Dean levantó una ceja—. ¿Vas a matarme?

—Sabes qué, estoy harto de hacer lo tú dices. Estamos tan cerca de hallar a papá hoy como hace seis meses.

—Toma esto. Lo haré más fácil para ti —Dean sacó su pistola para Sam, y Percy lo miró con los ojos muy abiertos—. Tómala. Vamos. Las balas reales funcionan mejor que la sal —Sam dudó—. ¡Tómala!

Sam apuntó el arma a la cara de Dean.

—Pues si tanto me odias —Dean frunció el ceño—. ¿Crees poder matar a tu hermano? Entonces hazlo. Jala el gatillo. ¡Hazlo!

Sam jalo el gatillo y Percy soltó un pequeño grito. Dean apretó su brazo bueno y Percy se dio cuenta de que el arma no había disparado. La cámara estaba vacía. Dean rápidamente tiró a Sam al suelo y se paró.

—¡No iba a darte una pistola cargada! —Dean miró a Sam. Sam lo miró fijamente, y Dean lo noqueó con un gancho de derecha—. Lo siento, Sammy.

—Dean —dijo Percy—, ¿estás bien?

Dean se arrodilló frente a Percy, viendo los moretones y el brazo roto, —Sí, estoy bien. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de ti.

Percy sonrió débilmente, —Estoy bien. Todo se está entumeciendo de todos modos.

Dean le dio una débil sonrisa, luego besó la frente de su novio, —Quédate aquí. Vigila a Sammy. Voy a buscar esos huesos.

Percy observó a Dean mirar alrededor de la habitación, empujando las cosas con la pistola para no tener que tocarlas. Percy sonrió cuando Dean notó algo, ambos no vieron al Dr. Ellicott flotando más cerca de Dean.

Dean abrió un armario cerrado y se estremeció, tosiendo, —Ay, que asqueroso.

Percy captó un poco del olor a putrefacción, y tenía que decir que concordaba.

Dean comenzó a verter la sal sobre el cuerpo, y Percy estaba agradecido de que todo este lío iba a terminar. Dean luego arrojó el queroseno sobre el cuerpo.

—¡Dean! —Percy gritó y antes de que Dean pudiera moverse, una camilla se estrelló contra él, tirándolo al suelo. El Dr. Ellicott lo agarró de la cara y sus manos comenzaron a brillar.

Percy rápidamente entró en acción, sus instintos de semidiós se activaron. Ignoró el dolor y corrió hacia el encendedor que Dean había dejado caer, y lo encendió, enviándolo hacia el cuerpo.

El Dr. Ellicott soltó a Dean una vez que los restos comenzaron a arder. Dean y Percy se alejaron, viendo cómo el fantasma del Dr. Ellicott se vuelve negro y cae al suelo, desmoronándose.

Sam se despertó unos momentos después, flexionando la mandíbula dolorosamente.

—No me vas a matar, ¿o sí? —Dean le sonrió a su hermano.

—No —Sam se tocó la mandíbula.

—Bien —dijo Percy—. Sería extraño.

...

Sam y Percy veían a Dean hablar con Kat y Gavin.

—Lo siento —dijo Sam.

—¿Por qué? —Percy lo miró.

—Por tu brazo.

Percy asintió lentamente, —Está bien. Solo asegúrate de firmar mi yeso.

Sam sonrió levemente y abrió la puerta del pasajero para Percy.

Antes de que Sam cerrara la puerta, Percy habló, —No es tu culpa. Pero sí necesitas controlar tu ira. Dean puede escuchar lo que dice tu padre, pero eso no significa que esté mal por hacerlo. Y no significa estés mal por querer hacer otras cosas… no sigas ordenes si no quieres. Pero a veces, Dean te dirá que hagas las cosas que debes hacer. Cosas que se necesitan hacer tal y como fueron dichas. Recuérdalo, por favor. Antes de que tu ira te controle, y trates de matarnos sin un fantasma loco metiéndose con tu cabeza.

Sam asintió lentamente, cerrando la puerta por Percy.