The Way Things Are
Summary: Harry encuentra a Draco inconsciente en el patio de los Weasley. La boda de Fleur y Bill está cerca, y el chico dorado tendrá que cargar a "escondidas" con un rubio... ¿arrepentido? Parte después del 6 libro. Slash HD. Dejen Reviews!
Disclaimer: Nada de esto es mío, soy un vil copycat. Todo es de JK Rowling, la señora aquella que odia a Draco. Arriesgo demanda? ...espero que no.
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Bueno, primero que nada, gracias a las personas que han leído mi Fic. Es mi primera vez xD y no cacho mucho de todo esto. Como dije antes, muchas gracias a Kradcitta por la ayuda.
Gracias también por los Reviews! De verdad dan ganas de seguir así. Espero que sigan dejándolos y comentando todo lo que quieran. Cualquier cosa mi MSN circula creo por mi perfil o algo así :P
Respondiendo a la pregunta que me hicieron, creo que si agregaré cosas que deberían mostrarse en el séptimo, como la casa de Harry y los Horcruxes…pero ahí vemos, depende de cómo avance esta cosa :P
Gracias por los ánimos, de veritas.
Capítulo III: Confianza.
– No es de muy buena educación tratar así a tu novia.
– No es mi novia.
– ¿Ah no? – contestó el rubio arqueando una ceja. – pensé…
– Pensaste mal Malfoy…Además, no es algo en que debas meter las narices.
Harry suspiró apaciblemente y se sentó en el borde de la cama. Draco encogió las piernas.
Como era posible que estuviera allí, acostado en cama del chico dorado, clamando por ayuda, callando a las respuestas del moreno. Un Malfoy siempre tenía la última palabra.
Su sangre pura alcanzó su punto de ebullición, tenía que atacar por alguna parte para no sentirse tan miserable.
– Creo que tienes un leve problema con las mujeres Potter… – inquirió sentándose en la cama. Harry puso los ojos en blanco y no contesto. – Primero esa Ravenclaw y ahora esta Weasley…creo que…
– Creo que se acabó tu minuto de goce enano fanfarrón. Si tanto te interesa mi ayuda es mejor que cierres el pico y no te metas en mis cosas. ¿Entendido? Vas a aprender modales aunque tenga que darte de patadas.
– Si tú lo dices Potter – Draco siseó una risita.
Esto si era lo suyo. Aunque en el fondo la angustia no se iba. No era suficiente. ¿Qué lo era entonces? No lo sabía, pero no estaría tranquilo hasta que lo encontrara.
El malherido muchacho vio como el león se apaciguaba un poco. Se paró, caminó hacia la puerta y le dijo:
– ¿Tienes hambre?
El rubio asintió con la cabeza.
– Vengo enseguida.
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Le gustaba como lucía la casa de su amiga. Era su primera vez allí, y sus brillantes ojos soñadores se paseaban de la cocina al patio, y del patio al despejado cielo.
– Granadas – dijo por lo bajo mirando un arbolito a lo lejos.
Le gustaban las frutas y los vegetales. Le recordaban a su madre.
Su memoria le mandaba pequeños fragmentos de información. Su madre en el huerto, ella corriendo descalza. Su pequeña cabellera rubia llena de hojitas secas que se adherían a su cráneo y le picaban la nuca. El olor a flores variadas y la sonrisa de su madre al verla acercarse.
Siempre recordaría cuando la levantaba en sus brazos y le lavaba los pies embarrados en la pileta de aquel patio trasero tan bien cuidado.
Su Patronus se concentraba en estas imágenes.
– ¿Qué hace Malfoy aquí? – le preguntó a Ginny, que se había desplomado en una silla cercana. Esta la miró como si fuera una de las preguntas más estúpidas que había escuchado en su vida.
– No lo sé...mamá no estará contenta…
– No pensarás delatar a Harry¿no?
– No lo sé – dijo tomándose la cabeza con las manos. Se paró lentamente y salió al patio. – Luna…necesito estar sola un momento. Discúlpame…
La rubia no se dio ni por aludida y se puso a pasear por la cocina. Sus ojos brillaban y se habrá quedado mirando el extraño reloj que mostraba a los integrantes de la familia en peligro de muerte un par de minutos.
Fue entonces cuando cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo ahí, y como pocas veces en su vida sus ojos se secaron, y la última edición del Quisquilloso que la esperaba sobre la mesa, podría seguir haciéndolo.
Sintió pasos, se giró, y vio a Harry bajar las escaleras. Este se quedó quieto un segundo contemplándola.
– Hola Luna. Siento lo que pasó allá arriba.
– Sí, yo también. Creo que Ginny salió llorando. – El ojiverde no pudo reprimir una cara de culpa, pero al segundo agregó.
– Se lo buscó. No puede ser tan inmadura.
Fue como si la chica no hubiera escuchado nada. Sus ojos volvieron a acristalarse y comenzaron a seguir al muchacho, mientras este llenaba un plato con patatas y carne que encontró en una olla.
Al notarse observado se giró.
– Luna… ¿pasa algo?
– Sí.
– ¿Qué?
– Voy a ir contigo.
– Y… ¿Dónde si se puede saber?
– A donde vayas.
– Eeehhh…no te entiendo, podrías ser más específica.
– Digo que voy a pelear contigo contra los mortífagos y los demás seguidores de Tú-Sabes-Quién.
La muchacha pareció notar que el moreno iba a reír…después asumió que simplemente debió haber sido un Wracksput y decidió repetir lo dicho.
– Que pelearé contigo contra los seguidores de Tú-Sabes-Quien. Entre más seamos mejor¿no crees?
– Estás loca. – El moreno desvió la vista e iba a subir con una bandeja llena de comida y un vaso con jugo. – No puedes hacer algo así, te matarían.
– Harry, yo sé lo que hago. Además no creo que alguien sienta mucho el que me maten.
El muchacho paró en seco. Fue como si se le encogiera el estomago. Se giró.
– Esto no es un juego, no es el E.D. Tu no sa…
– Vamos Harry. Entre más seamos mejor¿no? Tú no puedes contra todos ellos. Mira, Neville viene en…
– ¿QUÉ¿¿QUE NEVILLE TAMBIÉN VIENE? – Se veía que no podía hacer mucho con la bandeja. Puso los ojos en blanco y dio un bufido – Tengo que subir. Hablaremos de esto luego, y ninguna palabra de esto a nadie. – dicho esto subió dando vuelta el jugo sobre las patatas con golpes fuertes y Luna pudo escucharlo maldecir cuando se sintió que chocaba con algo.
Sabía que tenía que ceder. Nadie podía ser tan obstinado, pensó.
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Harry pensó que la forma en que Draco estaba comiéndose lo que le llevó, era solo comparable a Ron después de un entrenamiento de Quidditch.
Le causaba gracia ver al gran y todo poderoso Malfoy comiendo como un cerdito. Se veía tierno, como un bebe.
– ¿Qué miras? – le preguntaron el chico tras esos ojos plateados.
– Nada – dijo sonriendo Harry.
Draco se dio cuenta y paró de comer. Se puso levemente sonrosado.
– Sigue comiendo Malfoy. No seas ridículo.
El rubio siguió en lo suyo, pero con una calma forzada que se delataba cuando masticaba. El moreno volvió a reír, y el otro chico volvió a parar.
– ¿Ahora qué? – dijo entre risas Harry.
– Te diviertes¿no Potter?
– ¡Oh! cállate huroncito y sigue "tragando". Soy una tumba, nadie sabrá que al principito Slytherin le chorreaba la salsa sobre el pecho.
Draco se miró el pecho desnudo preocupado y Harry estalló en una carcajada.
– ¡Maldito embustero! Ya verás cuando me pare de esta cama… - dijo el rubio con un bufido. Aunque no pudo contener una sonrisa después de la siguiente patata.
Harry se la estaba pasando bien de veras. Era raro. Después de todo…Draco seguía siendo la persona que arruinó a Hogwarts. Sin embargo, era divertido estar ahí y molestar a Malfoy. De veras se la pasaba bien.
Hermione simplemente había reemplazado a Lavander. A su gusto lo único que le faltaba era decirle a Ron "Won Won"; con Ginny ya no podía contar. Quería mantenerla lo más lejos posible y lo había logrado exitosamente. Últimamente se preguntaba si solamente era para protegerla; no había tenido contacto con Hagrid desde que salió del colegio, y Lupin estaba muy ocupado entre la Orden y Tonks para atender las inquietudes de un adolescente hormonalmente activo. En definitiva: se sentía muy solo.
Más tarde, mientras Harry arreglaba algunas cosas que tenía tiradas, sentía la mirada de su huésped en la espalda.
– Dentro de tres días habrá un matrimonio en esta casa. – Dijo el moreno siguiendo en lo suyo.
Draco arqueo una ceja.
– ¿Y eso qué significa? – y sin darle tiempo al moreno de contestar – Si quieres que sea tu pareja Potter, estás perdiendo el tiempo. Una cosa es que te deba la vida y otra muy distinta es que acceda a tus asquerosidades.
Harry rió.
– Quisieras Dragoncito.
De verdad se estaba transformando en un apuro cuidar de que nadie entrara a la habitación y descubriera al rubio. ¡Y eso que era solo el primer día! No estaba muy seguro de que hacer. Sus amigos eran una cosa, pero otra muy distinta era el resto del mundo. Seguramente ni siquiera linchar a Draco no les fuera suficiente, y él estaba totalmente en desacuerdo. Estaba dispuesto a hacerse cargo de la situación. A cuidarlo y protegerlo… ¿protegerlo, pensó Harry, "Dios mío, estoy cuidando de Draco Malfoy… ¿qué sigue¿San Murgo?"
Más tarde lo mandó a darse una ducha. Apestaba. Le prestó un pijama y lo acompañó cubierto de la capa invisible al baño. Draco ocupó la oportunidad para quejarse de la pobreza de los Weasley y de la conveniencia de tener baño para cada habitación. De todos modos, Harry le encontró la razón en lo provechoso que sería en este caso. Se maldijo por esto.
– Cállate Malfoy.
Comió como de costumbre con toda la familia. Ron y Hermione le lanzaban miradas incomodas; Ginny lo ignoró por completo; Luna jugaba con sus vegetales y parecía más atenta a la cara de Bill que a su comida.
Harry ya quería subir a su habitación.
La señora Weasley y Fleur estaban muy ocupadas con los detalles de la boda y armaron un alboroto considerable, así que astutamente, sin perder más tiempo, armó un emparedado un tanto grande y se despidió diciendo que tenía sueño.
– Te traje esto - le alzó a Draco el emparedado y se sentó en una silla mirando al rubio.
– Gracias.
– ¿Cómo te has sentido?
– Mucho mejor. Gra…
– Basta de Gracias.
Draco sonrió con la boca llena y el niño-que-vivió sintió una leve sacudida en su estómago. No podía ser que le agradara la imagen que tenía en frente…pero lo hacía.
El pelo del rubio caía a veces sobre sus ojos y éste hacía un movimiento con la cabeza para apartarlo. El pijama, pensó Harry, le sentaba bastante bien. Se veía menor, más infantil.
Harry se ruborizó levemente, pero al parecer no lo suficiente para que no se notara.
– ¿Qué pasa Potter?
– Na-nada Draco…
– ¿Draco? – el rubio levantaba una ceja, con un signo interrogante.
– Nada Malfoy – Harry hizo un leve hincapié en el apellido, el cual le dio un tono falso. Él mismo no cría que fuera su voz.
– Puedes llamarme Draco…"Harry"
Mucho mejor. No suena como si lo escupiera. Draco también lo notó.
Ahora era el otro el que se sonrojaba.
La mente de Harry se quedó en blanco por un momento, no supo que responder. Creyó escuchar el toque de sarcasmo draconiano en esas palabras, pero aún así le calentaron las orejas y pensó si no sería mejor salir corriendo.
Como buen Gryffindor, salió del apuro como pudo.
– Te-tengo tu varita.
– Ya lo había notado… ¿Me la devolverás? – inquirió con incredulidad Draco.
– A su debido tiempo, sí.
– Ya lo creía… – hizo una leve pausa y sin mirar a esos ojos verdes que de pronto hace un momento le parecieron verdaderas esmeraldas, dijo rápidamente: – Supongo que revisaste todo lo demás. ¿Dónde está?
– Allí – respondió Harry apuntando hacia una cómoda en la pared al fondo de la habitación, cerca de la ventana.
Draco se levantó de la cama y mientras caminaba hacía sus pertenencias, Harry notó, maldiciéndose a sí mismo por ello, que el pijama hacía resaltar las nalgas del Slytherin. Tragó saliva y reconsideró una estadía en San Murgo.
Le hubiera gustado darse de golpes como Dobby cuando hacía algo malo. Y para quitar la mirada donde la tenía, se levantó y caminó junto al otro muchacho.
La esbelta y alta figura del último Malfoy sobre la Tierra, tomó las pocas monedas sobre la mesa y jugó con ellas, con la mirada gacha. Una risita con desagrado se formó en sus labios.
– Quien diría que Draco Malfoy no tiene donde caer muerto.
– Si tienes Draco.
– No tengo dinero.
– No lo necesitas. No adonde iremos.
– ¿Al infierno?
– Muy gracioso. Vamos al Valle de Godric, el pueblo muggle donde vivían mis padres antes de morir.
– Espero que sea un viaje de placer.
– Tanto como nuestro último mes.
Hubo un pequeño silencio, en el cual Draco dejó de jugar con sus monedas, y Harry no quitaba la vista de las pálidas y finas manos del rubio. Este último escarbó entre los varios papeles y tomó cuidadosamente la cajita negra y pesada que el moreno había olvidado por completo.
La curiosidad volvió a dominarlo.
– No la he abierto – comentó.
– Querrás decir que no pudiste – lo corrigió dirigiéndole sus grises a los verdes del león. Este le sostuvo la mirada y no objetó.
– ¿Qué hay ahí?
Silencio.
– Algo – dio por toda respuesta Draco, dirigiéndose una vez más a la cama. Se sentó a lo indio sobre ella.
– ¿Me mostrarás ese Algo?
Silencio. Harry notó que su acompañante no quitaba la vista de la peculiar cajita.
– Sí… – respondió al cabo de un momento. – Pero necesito mi varita.
– Muy astuto Malfoy…
– Harry – lo interrumpió firmemente el otro chico mirándolo con seriedad y alzando la mano derecha, como si esperara recibir algo.
Sin más palabras, el moreno comprendió que ya no era el momento para discusiones: Confiaba o no. Suspiró, sacó la varita de Draco que había tenido guardada en los pantalones y se la entregó con la vista fija en esos ojos grises que le pareció susurraban "gracias".
Se sentó en frente del rubio y esperó, con la respiración agitada, ansioso.
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Y FiN!
Si quieren saber que había en la cajita-ita, lean el siguiente capítulo XD y comenten.
AhHH! AnY! Tu sesión de chocolates y hombres semi desnudos va en mi casa cualquier noche, solo avísame ;)
De ahora en adelante creo me demoraré un poquito más en actualizar…comencé el segundo semestre y no tiene muy buena pinta. Mi horario es atroz. Siento que me perderé muchas clases de Literatura Española Medieval xP
Saludos. chauUU!
