The Way Things Are

Summary: Harry encuentra a Draco inconsciente en el patio de los Weasley. La boda de Fleur y Bill está cerca, y el chico dorado tendrá que cargar a "escondidas" con un rubio... ¿arrepentido? Parte después del 6 libro. Slash HD. Dejen Reviews!

Disclaimer: Nada de esto es mío, soy un vil copycat. Todo es de JK Rowling, la señora aquella que odia a Draco. Arriesgo demanda? ...espero que no.

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Gracias por seguir leyendo y posteando. Creo que eso ha sido lo que me ha impulsado a terminar tan pronto el cuarto capítulo. xD

Respondiendo a carol-lovegood, sí, puse enano fanfarrón porque también me gusta pensar que Draco es más bajito que Harry P.

Y ahora si desbloqueé esta joda, para que deje review todo el mundo, incluyendo a los que no están inscritos. Sorry, yo no sabía, soy menso, lo admito.

Bueno, antes de dejarlos con la lectura, quería compartir algo que nos dijo un Prof. de Intr. a los Textos Literarios, que va algo como así:

"Leer es un acto erótico, pervertido.

Cuando leemos, estamos entrando en un mundo que no es nuestro, un mundo ajeno. Somos unos viles voyeristas, una manga de pervertidos que goza mirando algo que no nos pertenece y que nos produce inmenso placer."

Soy un maldito voyerista¿y qué? xD ¿Qué tal ustedes?

Así que bueno… perviértanse leyendo el cuarto capítulo

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Capítulo IV: Entablando Lazos

Draco miró atento la cajita y tomó con fuerza la varita.

En el momento en que la iba a sacudir, la puerta se abrió súbitamente y entró Ron, con una cara de los mil demonios.

El par de muchachos sobre la cama dio un gran salto y el rubio escondió rápidamente la cajita y la varita bajo las frazadas.

– Y ustedes dos… ¿en que están? – preguntó inquisitivamente el pelirrojo.

El hecho de no poder revelar lo que hacían, los ponía en una situación más comprometedora de la que los dos chicos hubieran querido. Harry, que era malo mintiendo, calló.

– Nada que te importe. – respondió cortante Draco. Ron hizo un gesto de asco con la nariz, como si la voz del rubio le produjera nauseas.

– Harry, quiero hablar contigo. – Le dijo el recién llegado, indicándole la puerta. El moreno acudió asintiendo con la cabeza.

Una vez en el pasillo, Harry inspiró hondo y dejó que la vergüenza se escapara por sus poros.

– ¿Qué pasa?

– ¿Cómo que qué pasa? – dijo cruzándose de brazos y frunciendo los labios.

– Ron, yo… – no sabía como explicarle que había llegado a un acuerdo tácito con Malfoy de mantenerlo escondido y que no pensaba echarse atrás… ¿no pensaba echarse atrás? ¿Por qué? – Draco se queda.

Su amigo ni parpadeó.

– Me esperaba algo así. Hermione ya me había advertido que…– Harry puso los ojos en blanco. "Hermione dice…" "Hermione opina…".

– Ron, no te preocupes. Sé que esta es tu casa…y lo siento. Siento tener que esconderlo acá. En "tu" habitación. Pero entiende que no tengo otra alternativa…y será solo hasta el matrimonio de tu hermano.

– ¿Y piensas mantenerlo escondido allí – dijo señalando la puerta – tres días más?

– No lo sé… - respondió Harry, ahora verdaderamente preocupado. No se había parado a pensar en ese punto.

– Te ayudaremos, no te preocupes.

– Gracias.

El moreno sonrió y sobó el antebrazo de su amigo en modo de agradecimiento. Éste se disponía a entrar.

– Pero ni pienses que voy a entablar relaciones con ese… A propósito¿desde cuándo que le dices "Draco"?

Harry se encogió de hombros y entró tras el pelirrojo, considerablemente más alto que él.

Una vez adentro, los chicos se pusieron sus pijamas. El rubio estaba apoyado en el respaldo de la cama, tapado, pensativo.

El chico dorado se preguntó que estaría pensando, pero con Ron allí, no se atrevió a preguntar. De hecho, no se atrevió a dirigirle la palabra hasta que estuvo listo para acostarse.

– Córrete – le dijo a Draco de pie junto a la cama.

El muchacho pareció como si fuera jalado a la realidad con un gancho.

– ¿Ah? – dijo en tono escéptico.

– Que te corras…Por si no te habías dado cuenta, hay dos camas, y somos tres. – al parecer el rubio no se había percatado de ello y miraba a su alrededor, como si fuera a materializar una tercera cama de la nada. – No tengo toda la noche. ¡Vamos, muévete!

Harry había estado pensando en ello mientras se ponía el pijama. Le resultaba bastante extraño tener que dormir con Draco Malfoy. Le resultaba bastante vergonzoso dormir con Draco Malfoy…le resultaban muchas cosas que no quería admitir, pero que el temblor en sus piernas delataba.

"Que mierda piensas Harry…no puedes ser tan enfermo…"

Al parecer sí lo era.

Una vez instalado al lado de Draco, se quedó mirando el techo. No quería mirar hacía el lado, pero sentía la respiración de alguien más cerca, de alguien que conocía muy bien, o creía hacerlo.

- ¿Tienes frió Pot...Harry? – preguntó en un susurró el rubio.

- No – respondió en el mismo tono el ojiverde, extrañado.

- Entonces¿por qué tiritas?

"Seré imbécil…"

- Duérmete Draco.

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Era extraño…todo estaba muy oscuro. Sudaba. Su respiración era agitada. De pronto comenzó a correr.

Era un pasillo largísimo y angosto, muy oscuro. Sentía como crujían las paredes y del techo se desprendían pedacitos de cielo. Su angustia crecía a medida que avanzaba. ¿Cuánto falta¿Cuánto falta?

De pronto se halló frente a una puerta de metal, oxidada. La abrió y escuchó fuertes gritos de una mujer.

Era un dolor inmenso. Un desgarro.

Las nubes eran negras y se movían a una velocidad increíble. Un viento levantaba la tierra con una fuerza asombrosa.

Sus entrañas se sobrecogieron de una forma estrepitosa y alarmante. ¡No¡No!

Ante sí, tenía escombros de lo que podría haber sido una casa. La tierra escarbada, el cemento destrozado. Se veía sangre de vez en cuando, cuando unos rayos que cruzaban el cielo alumbraban su paso.

El muchacho sentía caer sudor por sus sienes, pero el temor le impedía mover las manos y quitárselo.

Caminó. El piso se movía, pero no le importó, siguió adelante tembloroso.

Más gritos.

¿Dónde estás?

De pronto sintió que unas cadenas invisibles le tomaran por los codos y apretaran contra su pecho, clavándose como cuchillos.

Los gritos de dolor provenían ahora de su boca.

Su capa se comenzó a rajar por navajas invisibles. La tierra se estremeció y los gritos de la mujer ahogaron los suyos.

La tierra seguía estremeciéndose…y resistirse era inútil.

Se comenzó a hundir rápidamente. Y mientras se hundía brotaba sangre por alrededor de sus piernas.

A lo lejos divisó una figura que se acercaba lentamente.

Era su madre.

Más pálida de lo usual. Erguida y con los brazos hacía su hijo. Tenía cadenas que unían sus tobillos, y al contrario de lo aterrador que resultaba el ambiente, su madre se mantenía bella y triste a lo lejos.

"Mamá…mamá…"

No podía ayudar a su madre, ni ella a él.

De pronto sintió un suave calor que lo tomaba por el pecho. "Shhh… tranquilo… tranquilo… Ya pasó todo". Susurró una voz a su oído.

Su respiración se regularizaba. Cerró los ojos y sintió paz. Silencio. Las visiones se hacían confusas y opacas. No distinguía nada.

La angustia pasaba de a poco, y sus entrañas volvían a estar en paz. Permaneció así, con los ojos cerrados, con la calma que le provocaba ese murmullo tierno, y esa calidez que derretía su miedo.

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Despertó temprano por los ronquidos de Ron, como solía hacerlo últimamente. Abrió los ojos y se encontró apoyado en el hombro de Draco, con su brazo cubriéndolo. Su pierna en una zona peligrosa.

"Mierda…"

Sin decir nada, teniendo cuidado de no despertar a su compañero de cama, salió de esa comprometedora posición y se levantó de la cama.

Una vez de pie, miró al rubio dormir y le sintió unas ganas tremendas de salir corriendo.

Tomó su toalla y ropa, y se dirigió a darse una ducha.

La mañana fue tranquila. Luna no lo había vuelto a molestar, aunque sentía su mirada por arriba del Quisquilloso; La Sra. Weasley no daba respiro tratando de tener todo perfecto para pasado mañana; como siempre al Sr. Weasley, Bill y Fleur, no les vio ni la sombra, y sus amigos pasaron la mañana en el patio. Harry no quería "molestarlos", aunque sabía que tendría que enfrentarlos. Si no, ellos se adelantarían.

Y así fue.

Después de llevarle el desayuno a su "huésped", bajó a la cocina por algo de beber, cuando Hermione entró y lo acorraló, a pesar del intento del moreno por salir lo más rápido posible.

– Harry…tenemos que hablar.

– ¿Ah sí¿De qué? – respondió inocentemente el ojiverde, sin mirarla, rellenando el vaso de jugo que tenía en la mano, que se dispuso a tomar.

– De eso que escondes allá arriba.

– "Eso" tiene nombre. – respondió secamente, poniendo el vaso vació sobre la mesa, con una fuerza innecesaria.

Hermione no vaciló.

– Harry, tienes que entender que Malfoy no es una persona segura. Concuerdo con Ron en que no deberías esconderlo. Ya viste lo que pasó en Hogwarts. Tenías razón. Andaba tras algo, y nosotros no te creímos. Y no sabes cuanto lo lamento. Pero ahora sabemos la verdad acerca de ese…de Malfoy. – la chica dio un suspiro y paró de hablar. Harry pensó que el nombre del rubio le provocaba la misma sensación que le provocaba nombrar a Voldemort unos años antes -. Podemos denunciarlo Harry, podemos…

– No. – La interrumpió el moreno. – Si antes tuve razón en que Draco andaba tras algo raro, ahora puede que también tenga razón en que está arrepentido. ¿No? Además, Dumbledore lo hubiera perdonado.

– Dumbledore está muerto.

– Lo sé, gracias.

Hubo en breve silencio. Harry jugaba con su vaso y no quitaba los ojos de su amiga. Hermione por otra parte tenía la cabeza gacha, pensativa.

– Bueno…lo intenté¿no? – resolvió la chica devolviéndole la mirada al ojiverde.

– Sí, lo hiciste.

– ¿Lo llevaremos con nosotros al Valle de Godric?

– Sí.

– Y…a Luna y Neville… ¿también?

– No lo sé. ¿Cómo sabes que…

– Hablé con ella.

– Ah… – la miró por un segundo y agregó: – ¿Tú qué opinas?

– Que entre más seamos, mejor.

– Pero corren peligro.

– No más que tú o yo Harry. Y no más que en sus casas. – Harry no respondió. Tras una breve pausa, la castaña volvió a hablar: - También hable con Ginny y…

– Me vale lo que hayas hablado con Ginny. – dicho esto, tomó la jarra y el vaso y se fue a su habitación, dejando a una Hermione ruborizada y con las palabras en la lengua.

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– ¿Hasta cuando piensas mantenerme encerrado en esta habitación? – preguntó Draco un poco desesperado, paseándose por el cuarto, ya más compuesto. Su palidez era del tono habitual y su cabello seguía suelto. A Harry le agradaba más de ese modo.

Ya era tarde. Se habían pasado la mayor parte del día juntos. Harry prefería estar conversando y lanzándose constantes sarcasmos con el príncipe Slytherin, a estar solo, o acosado visualmente por Ginny, o a tener que lidiar con Luna o cualquiera.

Llevaba ropa que el moreno le había prestado. Los pantalones le quedaban un poco largos, y los pisaba con las zapatillas, así que al cabo de un rato, decidió doblarlos un poco.

– No sé Draco.

– Potter… - dijo mirándolo fijamente – te diviertes con esta situación¿no?

– ¿Potter¿Y qué situación?

– Lo siento, no me acostumbro…Harry. Y como que a ¿qué situación? Tenerme aquí encerrado, a tu merced. – respondió el chico, haciendo énfasis en las últimas palabras.

Harry no pudo reprimir una risita.

– Pues me encanta, me fascina. De hecho, creo que ha sido algo que me ha quitado el sueño durante años Draco.

El rubio arqueo una ceja y no quitó la vista de los verdes de su compañero.

– Tus bromas pueden llegar a ser bastante retorcidas "leoncito".

Harry sintió esa leve molestia en las tripas, ya antes conocida, y un escalofrío recorrió su pescuezo. Estaba entrando en un terreno peligroso.

La espera por una respuesta del moreno se hizo eterna. Así que el rubio decidió retomar la conversación.

– ¿Estamos solos? – preguntó con un deje de malicia, como si estuviera proponiendo algo indebido.

– ¡Ah? – La exclamación salió sola de los labios del Gryffindor – ¿A qué viene esa pregunta?

Draco abrió los ojos y soltó una carcajada.

– Habrás de ser pervertido Potter, digo, Harry. Quiero decir, que si es que no hay alguien cerca que nos interrumpa, para poder mostrarte lo que tengo en la caja ahora, ya que anoche fuimos interrumpidos por tu amiguito el pobretón.

– Tanto como tú Draco, o quieres que te recuerde que eres un mantenido de los pobretones.

La risa del Slytherin paró en seco. Había dado en la llaga. Punto para Harry.

– Muy gracioso Harry – No supo como, pero el rubio se las había ingeniado para que hasta al decir su nombre pareciera que estuviera escupiendo…o quizás…solo fuera paranoia suya.

Draco se movió sutilmente, serio, callado. Sacó la cajita debajo de la cama, la varita debajo de la almohada y se sentó en la primera. Le hizo un gesto con la cabeza al curioso león, que se acercó sigiloso y se sentó nuevamente como la noche anterior, al frente del rubio.

Era como si la cajita contuviera un regalo. Como si su cumpleaños y navidad se hubieran fusionado en uno y dejaran paso a una ansiedad tremenda por saber que había dentro.

La verdad es que siempre fue un poco curioso¿no?... ¿un poco?

Agitó la varita y susurró algo que Harry no pudo escuchar. Golpeó con ella la cajita tres veces, y a la tercera sonó como si se abriera una olla a presión, y la cajita se abrió.

A parte del sonido, no pasó nada fuera de lo común según el moreno. Estaba del lado contrario, y no podía ver lo que mantenía tan atenta la vista del Slytherin.

– Bueno¿me lo vas a mostrar?

Draco pareció salir de su ensimismamiento.

– Sí, sí. – respondió dando vuelta la cajita y mostrándole a Harry su contenido.

Ante él estaba una joya preciosa, de plata. Un collar. Era una cadena, que tenía una bolita de cristal con un líquido verde en el interior. La bolita estaba rodeada por finas serpientes de plata.

– Es hermoso.

– Era de mi madre. Mi padre se la dio como regalo de aniversario hace muchos años.

– Ahh… – Harry se sentía incómodo al hablar de la madre de Draco, pero creyó necesaria la pregunta. – Draco… ¿cómo…cómo murió tu madre?

El rubio se quedó mirando fijamente al moreno.

– Cuando me escapé de Hogwarts, fui a mi casa…mi madre estaba allí claro. Le conté lo sucedido…y…y…es lo último que recuerdo. O sea, me dijo que me calmara, me dio un té, y me dijo que lo mejor era que descansara. Cuando desperté estaba en un bosque, muy lejos de la mansión de mis padres. – El chico formó una pequeña sonrisa con sus finos labios – Mi teoría es que sabía lo que iba a pasar, y para salvarme, puso algo en el té que me hizo dormir, y me llevó lejos. Cuando volví…la mansión estaba en ruinas. El cuerpo de mi madre estaba en nuestro calabozo, en el subterráneo. La habían torturado mucho…había mucha sangre cubriéndola…y tenía muchas heridas…estaba encadenada… – paró para tragar saliva, sus palabras se volvían más graves y forzadas. – La lavé, y la enterré allí. En los escombros de la mansión. Encontré esto – dijo apuntando la alhaja – escarbando por allí…

– Lo siento Draco.

– Sí…yo también.

Harry creyó que la imagen de los padres locos de Neville habría de ser la imagen más tortuosa que podría ver en su vida. Pero ver a un Malfoy deshecho no tenía comparación.

Pensó en todas las vidas arruinadas, en todas las muertes y sufrimiento que había causado Voldemort, en Sirius…en Dumbledore… y la rabia se iba apoderando poco a poco de su cuerpo.

– Las pagará, tenlo por seguro.

– Lo sé – Draco le sonrió a Harry como si estuviera depositando toda su confianza en él. El cuerpo de Harry se estremeció y sintió ganas de correr nuevamente, cuando en eso, por la ventana, entraba elegante y velozmente Hedwig.

"¡Nooo! Yo y mi puta suerte…"

El chico-que-vivió se sintió un imbécil al haber pensado que Hedwig iba a llegar antes que Draco despertara. Pero allí estaba, en gloria y majestad, su hermosa lechuza albina, con una pequeña nota y un frasquito con una poción en sus patas.

El ave se posó sobre la cama y estiró la pata a Harry, con un leve graznido.

– ¿Qué es eso? – preguntó el rubio.

– Mi lechuza idiota.

– No, quiero decir "eso" – corrigió Malfoy, ignorando el insulto y apuntando el frasquito.

"Auch…"

– Nada. – Respondió velozmente el moreno, arrancándole la poción a su mascota, haciéndole daño. Ésta respondió con un picotazo - ¡Ay!

La mirada inquisitiva de Draco puso más y más nervioso a Harry. Sus ojos eran asesinos, y sus labios fruncidos dejaban en claro que sospechaba algo raro en todo esto.

– ¿Me dejas verla?

– ¡No! – gritó Harry apretando la botella, mientras con la otra mano quitaba el pequeño pergamino. – Quiero decir, no es necesario Draco, es solo…solo algo que me ha mandado amablemente el profesor Slughorn.

Al parecer la estaba cagando más, y el rubio parecía más interesado que antes.

"Estúpido…estúpido…"

Lo que ocurrió a continuación, fue tan rápido y sin previo aviso, que "El Elegido" sintió que el ruido que hacían sus latidos se escuchaba a kilómetros.

El Slytherin en un último y desesperado intento por obtener la pequeña botella, se lanzó sobre el moreno empujándolo hacia atrás, botándolo sobre la cama. Hedwig alcanzó a volar soltando unas cuantas plumas y un grito de enfado, para posarse sobre el closet en su jaula abierta. El rubio estaba ahora sobre un agitado y ruborizado moreno. Sus narices estaban a centímetros. Harry podía sentir la respiración agitada y enfadada de Draco sobre su boca…

La astuta serpiente tomó ambas muñecas del león, y con fuerza le quitó el frasco que tenía en el puño.

La verdad era que las hormonas de Harry no soportarían por mucho más tiempo esa posición…y se rindió ante el Slytherin.

Draco se enderezó triunfante. También un poco ruborizado, pero la felicidad que sentía al haber ganado, no le dio tiempo para reparar en pudores. Su vista fue de la botella a Harry, y de vuelta.

– Veritaserum… – susurró Malfoy.

El chico-que-vivió no se atrevió a responder.

– Está bien. Una jugada inteligente Harry…aunque lenta. Inútil en mi caso.

– ¿Qué quieres decir?

– Sé Oclumancia…y algo de Legeremancia.

– Ah… – Harry parecía desilusionado de sí mismo, pero no sorprendido ante esta revelación. – Yo nunca pude cerrar mi mente…

– Eso es porque eres un sentimental Harry. Tus emociones te dominan.

– Lo sé…

– Bueno…– Draco se paró y caminó hacia la cómoda. – Creo que ya no necesitarás esto…a menos que quieras que te diga una sarta de mierda.

Harry se encogió de hombros, mientras los ojos grises del rubio brillaban ante los planes que tenía en mente con la pequeña poción que guardaba en un cajón de la cómoda.

– ¿Harry? – inquirió inocentemente la serpiente mientras se acomodaba en la cama, y el moreno se disponía a ponerse el pijama.

– Dime Draco.

– ¿Mañana podrías almorzar conmigo?

Harry lo miró con inmensa incredulidad y curiosidad

– Y eso… ¿por?

–No me gustacomer solo.

– Mmm…haré lo posible.

– Gracias. – dijo Draco con una sonrisa, mientras se corría para hacerle espacio a Harry. Sabía perfectamente que ese "haré lo posible" era una afirmación rotunda.

Quería información, y sabía que Harry no se la daría así como así.

Las serpientes, al igual que los leones, también son muy curiosas.

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¡Fin!

Ha quedado un poquitín largo porque tiene como mucho diálogo…pero bueno. Si está muy largo lo cortamos y ya. )

Dejen sus comentarios y como dije antes, todo lo que se les pase por la cabecita. En una de esas me convencen de dejar de lado un rato la maldita literatura medieval y seguir con el fic. xD

Por otro lado, para que esto sea más interactivo (y no por querer librarme de la tarea de autor), den posibilidades de preguntas que le haría Draco a Harry, o Harry a Draco, con el Veritaserum. Aún pienso en quién se la debería tomar (que Draco sepa Oclumancia, no quiere decir que no pueda caer en su juego)… ¿Oki? Así es más entretenido. Obviamente yo ya tengo unas cuantas…pero pueden ser reemplazadas o modificadas según lo que opinen ustedes. ;)

Otra vez muchas gracias por leer¡¡manga de pervertidos! Jajaja.

Saludos.

TiaN!