The Way Things Are
Summary: Harry encuentra a Draco inconsciente en el patio de los Weasley. La boda de Fleur y Bill está cerca, y el chico dorado tendrá que cargar a "escondidas" con un rubio... ¿arrepentido? Parte después del 6 libro. Slash HD. Dejen Reviews!
Disclaimer: Nada de esto es mío, soy un vil copycat. Todo es de JK Rowling, la señora aquella que odia a Draco. Arriesgo demanda? ...espero que no.
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Bueno, no daré mucha lata. Solo le daré las gracias a todas las chicas que me han dejado reviews (asumo que son mujeres por los nicks, pero si hay algún hombre que me lo haga saber para azotarme y pedirle perdón), y a pedido les doy entrega de este "manifiesto enorme", de una semana ardua de trabajo.
Espero que les guste y que haya valido la pena…sino, ya puedo pensar en retirarme '(
Saludos y sigan dejando reviews! Si les da mucha lata, prometo no hacerlos así de largos en un futuro, así que soporten este único "long play", capricho del autor, que he terminado de amanecida para ustedes
¡A leer!
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Capítulo V: Unas cuantas verdades, una boda y un escape.
Harry volvió a dormir mal esa noche. Despertó un par de veces para ir al baño, y aprovechó la ocasión para pasear un rato y respirar un poco de aire.
Cuando volvió, se encontró nuevamente con un Draco Malfoy sumergido en pesadillas, en su subconsciente asesino.
"Ay…no de nuevo…"
El moreno apartó las cobijas y se acostó al lado de Draco, lo abrazó y susurró en su oído palabras tiernas, quizás perturbadoras en otra situación que no fuera esta, pensó Harry.
El destrozado príncipe Slytherin bajó un poco las revoluciones de su respiración, volvió a murmurar algo parecido a "mamá…" y se fue calmando poco a poco, mientras el ojiverde presionaba un poco su abrazo y apoyaba con un suspiro la frente sobre el hombro de Draco.
Aún no se acostumbraba a dormir con él. Por suerte sería solo una noche más. No era que le molestaba, pero sin saber por qué, aquello le ponía extremadamente nervioso, pero solo mientras tenía al rubio despierto. No era que ahora se encontrara tranquilo, pero por lo menos no tiritaba, ni le sudaban las manos, ni tenía que rogar a sus hormonas que se quedaran tranquilas, y así, seguir convenciéndose de que aquello solo le ponía nervioso dentro del rango de la normalidad.
De pronto tuvo que despabilarse, porque el chico que ocupaba sus pensamientos estaba moviéndose, quedando de frente a Harry, y en una de sus oníricas sacudidas, abrazó al moreno y lo atrajo hacia sí. Este echó la cabeza para atrás, y no sacó su brazo del cuerpo dormido del rubio. Solo se quedó ahí, mirándolo, escuchando, sintiendo su respiración, viendo como el pelo le caía sobre los ojos cerrados. Se lo apartó con su mano. El rubio ni se inmutó.
"Harry…estás enfermo…que mierda estás pensando…"
La piel se le puso de gallina y quiso soltarlo, darse vuelta, desviar la mirada. Pero no pudo.
Se acercó un poco más de lo que ya estaba. Temía que el fuerte sonido de sus latidos despertara al rubio.
Ron dormía en la cama del lado. Temía que no durmiera y viera todo con la luz que le daba la luna.
Era una locura. Era insano. Era una ridiculez.
No importaba.
Siguió acercándose y cerró los ojos al sentir la respiración de su acompañante sobre los labios.
Su respiración era agitada. Estaba nervioso.
Volvió a abrir los ojos, y ahora tenía esos grises ojos cerrados frente a los suyos, a solo un par de centímetros. Su estómago se encogía.
"No, no, no…"
Suspiró entrecortadamente mientras sacaba cuidadosamente el brazo del Malfoy que cubría su cuerpo. Se dio la media vuelta, se tapó con fuerza y cerró los ojos con una fuerza dolorosa.
Al cabo de un instante, sintió nuevamente como el rubio volvía a abrazarlo, ahora por la espalda.
Trató en vano de conciliar en sueño, de no pensar, de perderse.
Por primera vez no podía.
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Lo había pasado bastante bien estos días en casa de los Weasley.
Había estado practicando maleficios con Ginny en el patio trasero la mayor parte del tiempo.
Le encantaba la hora de las comidas, ya que la mesa siempre estaba llena de gente, y se reía mucho con las bromas de los gemelos y de Ron.
Se sentía feliz.
Aunque no había podido hablar mucho con Harry, y faltaba un día para la boda…y por lo que le había dicho Hermione, partirían luego de esta. Tenía que apurarse, era hoy o nunca. El problema era que al parecer Harry no salía mucho de su cuarto, y Ginny se ponía de mal humor cuando se lo nombraba, así que de verlo, ni hablar.
Faltaba poco para la hora de almuerzo y el día no tenía muy buen aspecto. Lastima, pensó Luna.
Recordó que Neville llegaba mañana con su abuela, para el matrimonio, según la última carta que había recibido de su parte.
Estaba leyendo un artículo del Quisquilloso, sentada en el patio, que hablaba sobre las cámaras secretas del Ministerio, ocupadas para experimentos de "alta riesgo".
Ginny había ido a buscar algo de comer.
En eso ve que una sombra le tapa su entretenida lectura. Se gira y ve a Harry parado, mirándola con una cara más apacible que la última vez que conversaron.
– Hola Harry¿cómo amaneciste?
– Bien Luna, gracias. ¿Y tú?
– De maravilla. Han sido todos muy amables en invitarme a pasar unos días acá.
– Sí…ya lo creo. Los Weasley son muy hospitalarios. – Tras una breve pausa, en la que Luna se veía dispuesta a regresar a su revista, el moreno agregó: – Siento haber sido tan imbécil la última vez.
– Lo fuiste. Pero no importa Harry, te entiendo. – Luna abría la revista y parecía que estuviera leyendo, aunque tenía toda su atención en Harry – Entonces… ¿partimos mañana?
– Sí. Partimos mañana.
– Me parece bien. Le escribiré a mi padre antes de partir.
– ¿El está de acuerdo?
– Sí. Me apoya. Dijo que mi madre hubiera hecho lo mismo.
Harry sonrió.
Luna vio a Ginny acercarse a lo lejos…
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Como ayer, Harry y Ron había despertado antes que él.
Otra vez solo en el cuarto.
"Bien"
Se levantó de la cama lo más rápido que pudo. Tomó su varita y se dirigió al cajón de la cómoda. Tomó la botellita, la abrió, y tras un pequeño hechizo, guardó un poquito de la poción dentro de la varita. Volvió a cerrarla y guardarla intacta donde la encontró.
Miró el reloj y se dio cuenta lo tarde que era. Claramente se había perdido el desayuno. Pero en un lado de la misma cómoda se percato que había un vaso de leche y al lado un emparedado, con una pequeña nota que decía: "Disfrútalo, holgazán"
Draco arqueó una ceja. "Qué amable"
Tomó el bocadillo y le dio un elegante mordisco, procurando no manchar su boca con los aderezos.
Se apoyó contra el costado de la ventana, y sus grises se posaron sobre tres personas en el patio. La rubia se iba a un ritmo un poco apresurado hacía la casa, y vio como los otros dos, Harry y Ginny, se enfrascaban en una conversación cada vez más… acalorada.
Aquello le producía una satisfacción enorme. Por algún extraño motivo, ver como Harry le gritaba a aquella mujercita, le producía un placer enorme.
Una sonrisa se dibujaba en su rostro. Después de todo, era un Malfoy.
Aquellos dos días en casa de los Weasley habían sido… "extraños", por decir lo menos. Él sabía que podía entablar una conversación normal con el niño-que-vivió, pero nunca lo había intentado hasta ahora. Todos estos años, envuelto en una máscara de odio, no habían sido más que inseguridad y envidia. Potter el niño-que-vivió; Potter el niño dorado; Potter el "elegido".
Potter podía irse muy al demonio.
Aunque las cosas estaban cambiando…
Costaba tragarse el orgullo Malfoy y estar ahí donde estaba. Pero aunque le costara creérselo a sí mismo, aunque fuera por una vez en la vida, quería hacer las cosas bien, y si eso significaba… "esto", estaba dispuesto a pagar el precio. Después de todo, pensó Draco, se cosecha lo que se siembra… ¿no?
Siguió mirando divertido el espectáculo que tenía por la ventana. Ginny estaba de espaldas y a Harry lo podía ver de frente…su ceño fruncido, su pelo negro azabache al viento… A pesar de la distancia y sus gafas, podía ver sus ojos verde esmeralda, diminutos, expresivos, perdidos en el espacio.
Su sándwich aún no acababa.
Sus pensamientos divagaron un poco, y se preguntó que hubiera pasado si aquel chico que acaparaba su vista hubiera aceptado su amistad casi siete años atrás…
Su estúpida e infantil manía de ser negro si Harry era blanco, de ser hostilidad si Harry era simpatía, de ser frenesí si Harry era calma, de buscar ser su antítesis en todo sentido… ¿por qué? Todo eso, sumado al ridículo estigma Malfoy de ser el mejor, podía pasárselo por el culo en estos momentos. Solo quería estar tranquilo, sacarse esa sensación a mierda que sentía en su cuerpo.
Se había sentido raramente cómodo en la compañía de este tan personaje que era Potter. Era como si fueran… "amigos".
Fue sacado de sus cavilaciones por el volumen alarmante de la pelea sostenida allá afuera. Se terminó su pan y se bebió rápidamente la leche. Se quedó mirando la nota del moreno unos segundos…la tomó, la dobló cuidadosamente en cuatro, y la guardó en los jeans cortesía del niño-que-vivió. Ya era una molestia tener que usar ropa prestada (incluyendo la interior) y más lo era, que esta le quedara grande.
Estaba aburridísimo dando vueltas por la pequeña habitación. Quería que Harry terminara su estúpida pelea con la pelirroja esa y volviera al cuarto con él…¿quería que Potter viniera con él?
Draco paró en seco ante este pensamiento, frunció los labios, cerró los ojos e inspiró con fuerza por la nariz.
"Qué tal si…"
En ese momento la puerta se abrió repentinamente. El rubio abrió los ojos asustado. Estaba perdido.
Bueno, quizás no tanto.
Una chica castaña con el pelo enmarañado acababa de entrar.
– Hola Malfoy
– Hola Granger.
Draco tomó asiento tranquilamente sobre la cama aún deshecha y contempló a la muchacha que lo escrutaba insidiosamente con la mirada.
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No era que no soportara a Ginny. No era que la odiara. Ni siquiera le caía mal. Pero al parecer ese era el problema…no le caía.
No estaba dispuesto a entablar una conversación con una mujer que lo único que hacía era estar a la ofensiva, gritarle, criticarlo y hacerle escenitas de "celos".
Celosa de Malfoy…que… estupidez…
Se fue a preparar la bandeja del almuerzo, para comer con Draco. Tenía que ser antes que la Sra. Weasley llamara a todo el mundo a comer. Aunque mirando el reloj, ya estaba más de veinte minutos atrasada.
Fleur se había tomado el día libre para afinar lo último de la boda; mañana llegaría su familia, por no hablar de los múltiples invitados por ambas partes. Ella y la Sra. Weasley andaban como locas por la casa. La ceremonia se llevaría acabo en el patio trasero. Era muy amplio, y en un par de horas más vendría gente a prepararlo para el evento. Todos estaban de muy buen humor, pareciera que nadie iba a dejar que Voldemort arruinara un momento tan especial para la familia.
Molesto y alterado, botó un poco de lechuga al suelo, y el pobre trozo de pollo recibió una que otra cuchillada con una energía escandalosa.
Había resuelto que ya no podía mantener al rubio encerrado en secreto. La primera persona que se le vino a la cabeza en esos momentos, y la más cercana, era el Sr. Weasley. Así que estaba decidido a abordarlo en la cena.
Jugo…ensalada…carne…
Revisó bien los platos y sacó un par de servilletas de la mesa.
Listo.
Subió como pudo, aún maldiciendo a cierta pelirroja, y cuando llegó al pasillo, vio como salía de su habitación su mejor amiga. Hermione paró en seco al ver a Harry acercándose a la habitación. Al parecer no pretendía ser encontrada en esas.
– Mione… ¿Qué hacías en mi cuarto?
– Na–nada. – Ante el silencio y la inquisitiva mirada del moreno, decidió responder – Bueno, sí, estaba hablando con Malfoy. Tenía que hacerlo, lo siento. No te molestarás por eso¿no?
– No, claro que no Hermione… – respondió ablandando la mirada – Es solo que de pronto me pareció que hubieras preferido…ocultármelo.
– Harry… – Hermione hablaba cuidadosamente, tanteando el terreno. No quería hacerlo enojar. – ¿no crees que estás pasando mucho tiempo con Malfoy? – ante un intento del ojiverde de responderle, agregó rápidamente – No es mi intención criticar tus decisiones Harry, es solo que es Malfoy, y ha sido tu enemigo durante seis años. No es una persona en la que se pueda confiar. Tú mismo viste lo que pasó el año pasado, lo que hizo. Lamento no haberte creído, era difícil, nunca me imaginé algo así. Solo…solo me preocupo por ti. Tengo miedo de que esa sabandija quiera manipularte. Y es por eso que me preocupa que pases tanto tiempo con él.
– Gracias Mione…no te preocupes. Además…yo tengo mis métodos. – respondió el moreno mientras pasaba a su amiga. Esta le abrió la puerta para que no botara la bandeja.
– ¿Y vas a almorzar aquí?
– Sí…tú le inventas algo a la Sra. Weasley¿vale?
– Pero Harry…no… – Tras esto el moreno le dirigió una linda sonrisa, le hizo un gesto de despedida con la mano y le cerró la puerta sin escuchar lo siguiente. Se dio la vuelta y vio que la orgullosa serpiente tenía hecha la cama y lista una mesa que generalmente estaba contra la pared. Harry hizo un gesto con la boca y levantó las cejas.
– ¿Qué?
– ¿La cama la hizo Hermione?
– No, yo.
– Ahh…
– ¿Qué?
– Nada. Pensé que no tenías idea como.
– Pues para tu información, sé hacer muchas cosas de las que tú no tienes idea.
Harry calló y volvió a hacer ese gesto con la boca. La verdad era que no quería indagar en "las cosas que Draco podía hacer y que él ignoraba". Dejó la bandeja sobre la mesa y fue a buscar una silla que estaba escondida atrás de la puerta, cerca del armario.
Volvió, la acomodó, y se sentó en frente de esos ojos grises, inexpresivos… ¿fríos?
– Tu amiguita ¿es siempre tan…
– ¿Simpática¿Lista¿Astuta?
– Hostil era la palabra.
– Nunca tanto como tú.
– La verdad no sé… - respondió el rubio en tono pensativo - era muy buena.
– Draco… ¿quieres comer y callarte?
– A tus órdenes.
El Slytherin puso elegantemente la servilleta en sus piernas y tomó el cuchillo y el tenedor. Harry lo miraba divertido.
– ¿Qué¿No querías que comiera? – preguntó el rubio partiendo la carne.
– Yo no he dicho nada Draco – respondió el ojiverde partiendo la suya. Tragó un gran pedazo de ella junto con el puré y bebió jugo.
Luego de unos momentos no pudo contenerse.
– Comes como una nenita Draco. Una nenita elegante y pretenciosa.
– Se llaman modales Harry – Dijo otra vez como si estuviera escupiendo – Tú como un completo cerdo.
– Gracias.
– Oye…
– Mmm – fue la respuesta del moreno, atragantado con la comida.
– ¿Me odias?
Harry no pudo evitar la risita.
– Si te odiara, ciertamente no estaría comiendo contigo. No seas estúpido. – Harry calló unos momentos pensativamente y agregó: – ¿y tú?
– ¿Yo? No…no.
– ¿Entonces por qué siempre fuiste tan… hijo de puta?
– Te tenía envidia¿no era obvio? No podía soportar toda esa parafernalia Harry Potter, no podía soportar que fueras mejor que yo.
– Sí…como si yo me lo buscara. Además, solo soy mejor que tú en Quidditch.
– Puede ser. Aun así no lo soportaba.
– Eres tan infantil. – al no obtener respuesta y seguir pasando el tiempo, agregó: - ¿por qué lo hiciste?
– ¿Qué?
– Lo del año pasado. ¿Por qué?
– Al principio pensé que era lo que yo quería, seguir los pasos de mi padre. Con el tiempo, vi todo lo que hacía…lo que hacían. Ciertamente yo no quería ser parte de eso…pero me llamó…yo sabía que estaba en juego la vida de mi madre y de mi padre, por no decir la mía. Me aterré, no encontré otra solución. Pero no hablemos de esas cosas…dime¿por qué peleaban la pelirroja y tú?
– Ah… – el moreno hacía todo para no sonrojarse, pero era inútil – nada. Estaba molesta.
– ¿por qué?
Harry no quería responder.
– Porque dice que paso mucho tiempo contigo.
– ¿Está…– Draco arqueaba una ceja –…celosa?
– Sí.
– Tú y ella ya no son novios¿no?
– No…
– ¿Ha sido tu única novia?
– Sí…
– ¿La amas?
– No sé…no lo creo…
– Ya veo…
– ¿Por qué me interrogas? No le veo la gracia.
– Bueno, solo quiero saber más de ti.
– ¿Y tú¿Cuántas novias has tenido?
– Ninguna.
– ¿Y Pansy?
– No.
– ¿Pero yo creía que—
– No.
– Siempre creí que tu vida amorosa era amplia.
– ¿Por qué creías tal cosa?
– No sé, eres guapo. – las orejas del moreno estaban visiblemente coloradas. Le hubiera gustado no haber dicho eso.
– ¿Me encuentras atractivo?
– Sí…
– Vaya – dijo el rubio arqueando una ceja. Separó la vista del ojiverde, pensando que era lo más prudente, antes que éste se pusiera color tomate – Tú tampoco eres feo Harry – dijo al final.
– ¿Y alguna vez lo hicieron?
– No. – Draco paró el tenedor que iba a su boca al pronunciar esa respuesta. Su pálida tez adquiría color como pocas veces. – ¿Y tú… con la Weasley?
– Tampoco.
Hubo un breve silencio. Los dos parecían enojados consigo mismos. Harry cortaba la carne cada vez con más fuerza. Se había dicho estúpido muchas veces en tan pocos días.
– O sea que Harry Potter es virgen. – preguntó el rubio.
– Sí. Y quisieras dejar de preguntar estupideces Malfoy.
– Está bien…no te alteres. Te recuerdo que tú empezaste.
– Draco… ¿tú de verdad estás dispuesto a ayudarme en esto? Quiero decir, en la batalla contra Voldemort.
– Por supuesto. El muy hijo de puta mató a mi madre y como te dije, quizás ya a mi padre. Además me busca para matarme a mí también. No creerás que he venido de espía¿o sí?
– No sé, dímelo tú.
Tras un breve silencio, en que ambos pares de ojos de escrutaban mutuamente, el rubio concluyó.
– No.
Tras otro breve silencio, Draco preguntó:
– Harry…tú sabes lo que decía la profecía¿no?
– Sí.
– Y… ¿Qué decía?
– Que Voldemort me ha señalado como su igual – dijo apuntándose la cicatriz – y que por ello soy la única persona con poder para derrotarlo…y…que no podemos vivir juntos en la Tierra. Uno terminará matando al otro eventualmente.
– Ya veo… – dijo el rubio, y sus ojos grises parecían triunfantes.
– Y…pusiste Veritaserum en mi jugo¿no?
– Sí. Y tú en mi carne.
– Sí. – Harry hizo caso omiso a su respuesta y se paró de la silla mientras seguía despotricando - Eres un imbécil Draco. Un hijo de puta de magnitudes increíbles.
– Yo no fui el único que engañó al otro. – respondió el rubio sin perder los estribos. – ¿Puedes calmarte?
– ¡NO!
– Dios mío…que genio.
– Contigo no sirve nada¿cierto, sigues siendo el mismo tarado engreído y manipulador de siempre.
– Hay cosas que nunca cambian Potter.
Harry respiró hondo y miró al cielo, pidiendo paciencia y calma a todos los dioses.
Se volvió a sentar.
Los platos estaban casi vacíos. Sin decir nada, tomó la bandeja por ambos costados. Se disponía a pararse cuando unas manos blancas y no tan frías, lo tomaban por las muñecas. Sus ojos verdes se posaron en la de la izquierda. El pelo revoltoso sobre ellos impedía que el rubio los viera, por suerte…
Aquellas manos lo incitaban a volver a la silla, y sin saber por qué, no podía negarse a tal invitación.
– Lo siento. – Dijo al fin Malfoy – A veces mí mente es un poco traviesa…
– Enferma diría yo.
– No se lo diré a nadie, lo prometo. Además, Harry, no me separaré de ti en lo que creo un buen tiempo. Lo suficiente para que esa profecía ya no le importe a nadie…si sabes a lo que me refiero.
– Aún así, tengo que ir a dejar la bandeja.
– Quédate.
– ¿Para qué? – preguntó el moreno en tono escéptico.
– Para conversar.
– ¿Y de qué Malfoy?
– De nosotros.
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La tarde transcurría tranquila. Los preparativos para la boda estaban más que preparados. El patio estaba listo, los trajes estaban listos, la comida estaba lista. Los invitados llegarían mañana temprano. La ceremonia se realizaría en la tarde y luego venía la fiesta.
Harry se había mantenido al margen de todo esto. Estuvo conversando toda la tarde hasta la hora de la cena con cierto rubio que acaparaba su atención.
Un poco antes de la cena habló con Hermione y le contó lo sucedido. El "te lo dije" en la mirada de su amiga no lo ayudó mucho, pero terminaron por llegar a un acuerdo: La castaña no le lanzaba un hechizo para borrarle la memoria, pero Harry trataría de no entablar muchas conversaciones con él, mientras pudiera evitarlo.
Otra cosa: Ron no podía enterarse de eso.
Estuvo en la cena con la familia, y lo disfrutó bastante. Trató de no pensar en que era la última…
Tenía todo listo de antemano. Había sacado dinero de su cuenta en Gringotts, pero como el dinero de magos no le servía de nada en el mundo muggle, había acudido a la sección de conversión de monedas del banco. Su ropa ya estaba empacada, y ciertamente la de sus amigos también. Poca, no necesitaban mucho, y si lo hacían, irían solucionando ese pequeño percance en el camino.
Habían practicado hechizos lo suficiente este verano. Todos.
Durante la cena, el niño-que-vivió, procuró sentarse al lado del padre de Ron, y cuando esta hubo concluido, lo abordó.
– Sr. Weasley…
– ¿Sí Harry?
– ¿Podría Hablar con usted?
– Claro, claro. – respondió el Sr. Weasley limpiándose la boca con una servilleta y mirando al chico. Ante su silencio comprendió que no quería hacer pública esa charla – ¡Oh! Claro Harry. Ven – dijo tomando del brazo al moreno, apartándolo un poco del resto.
– Verá Sr. Weasley… – a Harry le estaba costando trabajo por donde empezar. Así que decidió remontarse hace dos días atrás, cuando encontró a Malfoy en el patio inconsciente, sin omitir detalle alguno…bueno, casi.
Al finalizar, el Sr. Weasley no parecía enojado, la verdad, parecía comprender muy bien la situación, tal como pensó que lo haría.
– Bueno…tú ya eres mayor de edad Harry. No puedo impedirte nada. Cuentas con mi total apoyo.
– Gracias Sr. Weasley.
Antes de subir a su cuarto, tuvo una pequeña charla con Hermione, Luna y Ron. Quedaron de acuerdo en todo lo referente al día siguiente. Ginny sabía que partían, pero no sabía cuando. Harry le había dejado una nota con la señora Weasley.
Después de esto, Luna se fue con Ginny. Ron con Hermione se quedaron con la familia. Al igual que Harry, no querían desperdiciar el tiempo con sus seres queridos.
El ojiverde subió nuevamente con Malfoy. Este ya había comido. Lo encontró recostado sobre la cama, con sus grises ojos fijos en algún lugar, al parecer en el techo…al parecer no.
Se recostó a su lado sin decir nada. Trató de encontrar el punto de Draco, pero no pudo…
– Mañana me gustaría asistir a la boda.
– ¿Ah? Creo que he hecho mal en mantenerte tanto tiempo encerrado…
– Muy gracioso Harry. Necesito caminar, salir. Ya no lo soporto. Además, esas estupideces siempre son eternas, y no pienso quedarme solo y encerrado hasta el anochecer.
– Haz lo que quieras Draco…pero bajo la capa.
– Como tú ordenes.
Harry sentía que el rubio quería decir algo, pero las palabras no le salían. Creyó entrever como su boca se abrió un par de veces para modular pensamientos inexpresables.
Él sentía lo mismo.
Ya no era un ser sin sentimientos, ya no era Malfoy, ya no era su enemigo…pero entonces… ¿qué era? Y qué eran esos malditos silencios incómodos, y esos escalofríos, y la sensación de tensión, la necesidad de hablarle.
Al principio era porque le entretenía. Así se sentía menos solo.
Ahora creía disfrutarlo.
"Ni lo pienses Potter…ni lo pienses…"
– Nunca has mencionado mis pesadillas… - dijo el rubio cerrando los ojos.
"…estoy jodido…"
– No—no lo creí…necesario.
– Sabes Harry, últimamente he hecho cosas que nunca pensé que podría hacer. Y la verdad es que aunque no lo creas, me cuestan. Esto no es fácil para mí.
– Para mí tampoco…
- Pero es distinto…yo nunca había dependido de nadie. Nadie. No estoy acostumbrado a pedir disculpas, y a dar las gracias, por eso es que lo hago torpe y repetitivamente. No va en mí…simplemente…no me criaron así.
– Lo sé Draco. – Harry tragó saliva dificultosamente. Se lo atribuyó a su posición horizontal.
– Deja de ser tan complaciente – El antaño príncipe Slytherin abrió los ojos e hizo un gesto de desagrado con la nariz.
Potter, sencillamente, calló.
– Lo que quiero decir es que… – Draco Malfoy, el petulante sangre pura, respiró fuerte y lentamente, y tiró todo su orgullo por las fosas nasales, en una dolorosa exhalación. Cerró los ojos nuevamente, y con una mano nerviosa, sudorosa, tomó la de su compañero.
El cerebro de Harry no procesaba bien. De hecho, no procesaba. Todo fue muy repentino, muy inesperado. A penas alcanzó a sentir un pequeño vacío en donde generalmente estaba su estómago.
– De nada Draco – respondió apretando la tibia mano que sostenía la suya, sin girar la cabeza. Aún así, podía ver que el rubio seguía con los ojos fuertemente cerrados.
Aquella noche Malfoy no tuvo pesadillas, pero Potter permaneció despierto, solo, por si las tenía.
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A la mañana siguiente, todos se pusieron sus túnicas de gala.
La boda daba comienzo a las cuatro. Eran las doce y ya comenzaban a llegar los invitados. Los primeros fueron la familia de la novia.
Estaban todos reunidos en el patio. Malfoy, con la capa invisible, permanecía atrás de Harry y delante de Ron y Hermione, que lo protegían contra posibles choques inoportunos.
Fleur se veía radiante, con un vestido de novia precioso. La hermana menor de esta, Gabrielle, al llegar, se saltó olímpicamente a la familia del novio y fue directamente hacia Harry.
– ¡Hola "Hagui"! – dijo abalanzándose sobre el moreno y dándole un beso en cada mejilla. – Estaba ansiosa "pog vegte".
Por algún motivo, Harry se sintió especialmente incómodo con aquel gesto tan efusivo por parte de la chica rubia, que por cierto, ya había crecido bastante.
– Ho—Hola Gabrielle. – respondió aturdido.
Terminaron de llegar todos a eso de las dos.
Había mucha gente. Muchos rostros conocidos. Harry se sintió bastante alegre de ver a la profesora McGonnagal, Lupín, Tonks, Ojo-loco Moody, y muchos más.
Al instante en que vio llegar a Neville con su abuela, se lo llevó lejos de una forma poco educada y lo puso al tanto lo más rápido que pudo sobre como se irían luego de la boda. El muchacho que ya no estaba tan regordete como antes y había crecido considerablemente, parecía poner una atención pocas veces conocida en él.
Luego, volvió con los otros y se quedó charlando con ellos, mientras que el aburrido chico invisible se fue a dar una vuelta por ahí.
El chico dorado se percató que el ojo mágico del viejo auror se había posado justo sobre sus hombres, donde estaba Draco. Había olvidado ese detalle…
– Profesor Moody, yo—
– No hace falta Potter. Hablé con Arthur hace unos momentos.
– Yo…gracias.
Todos aprovecharon los últimos momentos que tenían con sus seres queridos. El moreno olvidó todo, y se sumergió en algo que creía no poder volver a disfrutar: sus amigos.
Hermione y Ron lucían felices. Eran los tres nuevamente, después de tanto tiempo de una muda separación.
Luna se veía despistada, miraba a todo el mundo con sus grandes y cristalinos ojos. Hablaba de allá por acá, hasta que al final se quedó charlando con Neville hasta el comienzo de la ceremonia, mientras que Augusta Longbottom se sumergía en una larga plática con la profesora McGonnagal.
De pronto Harry se percató de que había gente que no era ni de las familias correspondientes, ni amigos.
- Tonks… ¿Quiénes son ellos? – dijo señalando a un hombre alto de aspecto serio con una túnica negra.
- Aurors Harry…ya sabes. Solo por precaución.
- Creo que son muchos para un simple matrimonio¿no crees? – le espetó Harry. Tonks solo se encogió de hombros.
- Ordenes del Ministerio – respondió.
La ceremonia fue hermosa, según Hermione. Para Harry, ha sido lo más aburrido después de las clases del profesor Binns.
Draco había hecho una que otra "aparición", moviendo una que otra silla y tirando una que otra cosa. Siempre llamando la atención de cierto chico de pelo azabache, para sacarlo del sopor al cual conducía ese rito tan antiguo y tan aburrido, como era el matrimonio. Aunque no quería demostrarlo, Ron también reía.
Luego de la ceremonia, pasadas las siete de la tarde, vino la gran fiesta.
Las mesitas redondas estaban dispuestas a una distancia prudente unas de otras. Pasándolas estaba la pista de baile, que a la derecha tenía a los músicos y a la izquierda un hermoso mesón lleno de comidas y bebidas de variedades increíbles.
Para reproche de Hermione, Harry bebía whisky de fuego doble, sentado en una de las mesas. Solo. Relajándose y sacándose el tedio de lo que fueron las más de dos horas de ceremonia. No podía dejar de mirar a los aurors parados en las esquinas.
- Veo que te diviertes – le siseó al oído una voz ya conocida, que aparentemente no tenía dueño.
- Como nunca – respondió Harry bebiendo de su whisky.
- ¿Me das?
El muchacho, mirando a ambos lados, precavidamente metió la mano por la capa y le tendió el vaso.
- Delicioso.
En eso, llega una pequeña rubia francesa.
- "Hagui"¿"queguías bailag" conmigo?
Harry la miró consternado.
- Yo—yo…lo siente Gabrielle, pero estoy un poco cansado…quizás después¿te parece?
- ¡OH!... – respondió apesadumbradamente – Bueno, "pego" me la debes. – agregó meneando su cabellera, para luego alejarse.
- " Oh! "Haggui" ¡"Pogg Favogg"¡Baila conmigo! – Se burló entre risas Malfoy.
- Cállate Draco – Respondió el ojiverde con una sonrisa maliciosa – Si no quieres que te recuerde a Myrtle la llorona.
- Golpe bajo Potter… Mejor vamos por otro trago.
Harry y su compañero invisible se dirigieron a la mesa de los tragos, junto a la pista de baile. De vuelta, tuvieron la mala suerte de toparse con Neville y Luna bailando torpemente un ritmo algo "movido". El primero, en un giro peligroso, tropezó consigo mismo y al tratar de agarrarse de algo, tomó la capa invisible que llevaba Draco, dejando al descubierto a un rubio de jeans que bebía whisky de fuego.
Todos los que estaban cerca y vieron lo ocurrido, quedaron boquiabiertos ante tal descubrimiento. Ni el mismo Malfoy atinó a nada y quedó paralizado. Excepto por Luna, quien consideraba todo esto de lo más normal y trataba de ayudar a Neville mientras pronunciaba costosamente un "Hola Malfoy".
Harry, que había avanzado unos pasos, ante los gestos de asombro de la gente, se viró y vio una imagen que lo dejó helado.
Draco Malfoy era tomado del brazo por uno de los aurors más cercanos que tenía.
Sin pensarlo dos veces, sacó su varita, apuntó al alto hombre de túnica negra y gritó:
- ¡Expelliarmus! – lanzando al auror contra la mesa de los tragos.
Si el destape del rubio, había pasado un poco desapercibido, ahora toda la fiesta miraba a Harry de lleno.
Este, condujo una mirada rápida y seria a Ron, Hermione, Luna, Neville y Draco. Todos sacaron sus varitas al instante.
La mayoría de los invitados dieron gritos de terror y salieron a refugiarse donde pudieron. Fleur fue arrastrada por Bill lo más lejos posible.
Todo se convirtió en haces de luz.
Tonks tuvo que fingir estar de parte de los aurors, pero fue desarmada fácilmente por Lupín. De hecho, todos los miembros de la Orden del Fénix parecían hacer lo mismo. Caían al suelo desarmados a penas tenían la oportunidad.
Neville logró derribar a dos aurors sin ayuda de nadie, y Ron fue derribado por un Desmaius.
- ¡Desmaius!
- ¡Protego!
- ¡Levicorpus!
- ¡Expelliarmus!
-¡Protego!
Hechizo, uno tras otro, rayo tras rayo cruzaban lo que era una perfecta pista de baile.
Harry tenía a un auror en el aire por los tobillos y Hermione se debatía con dos al mismo tiempo. Luna corría de un lugar a otro tirando encantamientos a los aurors que podía ver.
Ellos eran seis, más Lupín y Ojo-loco Moody. La profesora McGonnagal estaba a unos pocos pasos del moreno tumbada boca abajo y el señor Weasley junto a Tonks. Eran unos trece o catorce aurors los que quedaban luchando. Entre todo el alboroto no podía contarlos bien.
Harry lanzó al auror que tenía en el aire contra los instrumentos de los músicos, abandonados a unos pocos pasos, mientras veía como Draco volaba por los aires para dar junto a la anciana profesora, aunque este se reincorporó en cuanto pudo.
Ron estaba de nuevo en combate y ayudaba a Hermione. Harry esquivó los hechizos de luz que pudo y le dijo a Hermione:
- ¡Hermione¡Toma a Ron y a Neville y aparécete¡Yo tomaré a Draco y a Luna!
- ¿Dónde?
- ¡Número doce de Grimmauld Place!
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¡Fin!
Hasta otro capítulo ;)
¡Ciao!
Reviews por favor, son mi alimento.
