The Way Things Are
Summary: Harry encuentra a Draco inconsciente y lo mantiene escondido en casa de los Weasley, pero es descubierto durante la boda de Fleur y Bill. Gran alboroto. Los chicos deben huir y ahora están solos, tratando de encontrar respuestas en el valle de Godric. Pero encontrarán algo más que respuestas.
Disclaimer: Nada de esto es mío, soy un vil copycat. Todo es de JK Rowling, la señora aquella que odia a Draco. Arriesgo demanda? ...espero que no.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Para variar…disculpen la ULTRA demora…pero hay factores…sí…los hay…que explicaré al final del capítulo para no amargarles la lectura. No tuve tiempo de revisar redacción y ortografía…así que si hay alguna falta…háganse los tontos.
Nothing more to say…nothing…
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Capítulo VIII: La Magia…y otras cosas.
"Es muy suave..."
Draco había sentido sólo una vez en su vida el roce de otro cuerpo, de una forma tan sexual como la de ahora. Pero esta vez, era mucho mejor.
No tuvo tiempo para pensar lo que estaba haciendo. Lo estaba haciendo y ya estaba.
Temió tocar "ciertas" partes del moreno, así que mantuvo cierto cuidado en el lugar en que depositaba sus manos, aunque no se privó de ninguna otra parte del cuerpo.
Su madre, los dementores, hasta el mismo, parecían en un pasado ya muy distante sin ninguna importancia. Ahora todo estaba bien, y en cierta manera, las manos de Harry presionando su espalda, le hacían sentir que en el futuro todo seguiría así.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
– ¡Harry¿Dónde estabas? – exclamó con fuerza Hermione mientras corría hacía su amigo que venía acercándose a la plaza junto al rubio; ambos muy sucios. La chica abrazó con fuerza al moreno, haciendo que éste exhalara con brusquedad.
– ¿Qué les pasó? – preguntó Neville, pálido, mirando el aspecto de los recién llegados.
– Ehh – titubeó Harry, mientras se soltaba del efusivo abrazo de su amiga – eehh…fueron – hizo una pausa para tragar saliva – fueron dementores.
Hermione miró a Ron con los ojos humedecidos y luego nuevamente a Harry, tomándolo del brazo, mientras decía:
– Estábamos preocupados…supusimos que podrían haber sido atacados por dementores…Los sentimos…a ellos…todo se puso frío y oscuro…ya es de noche y hay mucha neblina. No es seguro estar aquí. Vamos Harry, alquilé unos cuartos a unas cuadras.
– Esperen – dijo Luna alzando la varita hacia Harry – ¡scourfigy!
La ropa del ojiverde se limpió por completo, y luego hizo lo mismo con Malfoy.
Neville parecía bastante aterrado como para no volver a hablar hasta el próximo día, sino es que hasta el subsiguiente; Luna por su parte tenía el rostro claro y aburrido de siempre, pero con la diferencia que la varita ya no reposaba sobre su oreja, sino que en su derecha muy bien empuñada.
Durante todo el camino hacía la pensión en la cual Hermione y los demás habían rentado unos cuartos, nadie dijo nada. La joven castaña miraba inquisitivamente a cierto rubio y luego a otro moreno, pero más allá de eso ninguno de los demás se inmuto. De hecho, los observados ni siquiera lo notaron. Estaban demasiado ocupados en sus propios pensamientos.
Harry caminaba con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos. "Draco, tenemos que hablar…no, no. Draco, creo que fue un error, los errores pasan…no, tampoco…Draco…" La cabeza del chico daba vueltas, no podía creer lo que había pasado. No podía creer que había estado literalmente revolcándose con Draco Malfoy. Sus pelos se erizaban al recordar lo sucedido, y cierta parte de su cuerpo tomaba consistencia. No había sentido nunca nada como aquello…ni por Cho, ni por Ginny. Y no era que hubiera sentido tanto con ellas tampoco, pero esto era mucho más intenso. No solo sentía especies de retorcijones estomacales, sino que todo su cuerpo se contraía una y otra vez, y su corazón parecía que fuera a romper su pecho. De pronto tuvo la estúpida sensación de que Hermione podía escuchar los latidos.
– Harry… – dijo por lo bajo la chica, mientras disimuladamente tiraba del brazo del moreno para alejarlo un poco del resto.
"Mierda…lo sabía…lo escucha, lo escucha…"
Para su alivio, Hermione solo quería comentarle que había pensado que era mejor arrendar solo tres cuartos, para que el dinero muggle cundiera más. Y en su intento por distraerse, Harry le contó todo lo sucedido en el cementerio. Desde que Draco lo dejó, pasando por la extraña aparición de Sirius y Narcissa, y terminando con el ataque de los dementores, poniendo gran énfasis en que se arrastró mucho por el suelo, para explicar la suciedad de su ropa. El chico no pudo dejar de estremecerse al recordar a su padrino, ni Hermione al escucharlo.
– Ciertamente algo raro pasa acá: Dementores; Sirius; Narcissa Malfoy…
– Hermione, dijo que era "pura maldad".
– Bueno, ese no es un discurso muy original en estos días. – Dijo Hermione con cara escéptica - Tranquilo, ya averiguaremos que pasa, aunque sin la biblioteca…– agregó, más para sí que para Harry – No te preocupes, ya sabremos que pasa.
Draco caminaba mirando la nuca de Harry…"la nuca de Harry…el pelo de Harry…la espalda de Harry…el culo de…no, no, no… idiota…". Sabía que algo pasaba, pero no sabía qué. Nunca pensó que pudiera tener sentimientos como los que sentía ahora, y la verdad era que no tenía idea si tuviera un nombre. "¿Esto es amor¿Cariño¿Deseo?…mierda…por qué tiene que ser todo tan complicado…". Lo bueno del caso era que nadie parecía fijarse en él, así que mayores explicaciones de lo sucedido no tenía que dar.
Llegaron a lo que era una casa enorme, de dos pisos, sin patio delantero, pero con uno al interior, el cual tenía una fuente en el centro, árboles y varios bancos. Por los costados, en los pasillos, estaban las habitaciones. Había un baño compartido por cada tres cuartos y tenía dos cocinas enormes por piso. A pesar de ser grande, seguía siendo una casa y no un hotel. Además, era antigua, con la pintura blanca resquebrajada y pilares gruesos. La iluminación era escasa y parecía todo muy muerto.
– Hermione, cariño… ¿no pudiste encontrar nada mejor? – preguntó con sutileza Ron, tomando la mano de su novia.
– Lo siento, no tenemos mucho dinero y no sabemos cuanto tiempo estaremos acá. Lo mejor es que no derrochemos.
– Qué te quejas Weasly, de todas formas es mejor que tu pocilga. – dijo Draco.
Hermione presionó con fuerza la mano de Ron y le hizo un gesto de negación con la cabeza ante el intento de soltarse del pelirrojo.
– Es todo un insulto viniendo de alguien que no tiene donde caerse muerto. Recuerda que yo soy el que te está manteniendo, Malfoy. – dijo sorpresivamente Harry, sin mirar al rubio, pasando por su lado e ignorándolo olímpicamente.
Malfoy no podía dejar que una estupidez así le afectara…pero tampoco podía dejar que no lo hiciera. Sintió ganas de tirarse encima del moreno y romperle la cara, para no sentir el eco de sus palabras, el eco de ese "Malfoy" en su boca.
– No tienes que dormir con él si no quieres, Harry… – le dijo Hermione en voz baja y sin mirarlo, mientras le enseñaba su cuarto.
– No te preocupes. Se arreglármelas con él.
Hermione alzó la vista y miró fijamente a los verdes del moreno, seria e impávida: "¿Estás seguro de ello?", le preguntó.
– Sí, lo estoy. – respondió Harry, siendo completamente honesto, en el amplio sentido que eso significaba.
Las tres habitaciones estaban de corrido: primero la de Luna y Neville; luego la de Harry y Draco, y por último la de Hermione y Ron. Más allá estaba el baño y al final del pasillo, pasando dos cuartos más, la cocina.
No tenían hambre, y se despidieron pasando todos directamente a sus cuartos.
Cuando Draco entró, vio al moreno de espaldas, mirando por una ventana al otro extremo de la habitación. Había solo una cama matrimonial y cada lado de ella tenía un velador en la cabecera. En la pared paralela a la de la puerta, había un espejo de cuerpo completo y más al lado estaba la ventana por la cual miraba Harry. Por el lado que entró Draco, había una cómoda, en la cual reposaba la varita del Gryffindor, y el bolso con ropa para ambos estaba a un costado de la cama.
El rubio se quedó parado en la puerta un momento, esperando quizás que Harry dijese algo, o tal vez que él se atreviese a hacerlo, pero terminó por entrar sin siquiera abrir la boca. Cerró la puerta tras él y dejó su varita junto a la del ojiverde.
Al no escuchar nada más que sonidos del bolso, el moreno se volteó y dijo:
– Draco, yo… – de pronto se quedó sin voz al ver a Malfoy sin polera a punto de desabrocharse los pantalones – ¿Qué estás haciendo? – agregó con voz nerviosa, mientras el otro muchacho, que había parado su trabajo, lo miraba fijamente, desconcertado.
– Tienes la mente muy sucia para ser un Gryffindor – dijo cuando se dio cuenta de lo que sucedía. No pudo evitar levantar una ceja y sonreír de forma dudosa. – Para tu información voy a ponerme el pijama, ese que está sobre la cama – dijo mientras apuntaba hacia éste. – ¿lo ves?
– Yo…
– Tú - lo interrumpió Draco, para tratar de calmar al moreno que hacía evidente su vergüenza – deberías hacer lo mismo – dijo tirándole otro pijama que Harry recibió torpemente.
Y antes de que Malfoy pudiera sacarse los pantalones, Potter iba camino a la puerta.
– ¿A dónde vas? – preguntó el rubio.
– A ponerme el pijama…al baño. – contestó, y antes de poder tocar picaporte, Draco lo había tomado por la muñeca.
Harry sintió escalofríos, los que ha había venido sintiendo hace días. Draco le decía algo, pero no podía oírlo. Su mirada fija en el rubio, que lo miraba con el entrecejo fruncido, sin polera y apretándole la muñeca con fuerza. Le costaba trabajo concentrarse.
"Despierta idiota…vamos Harry, vamos, sal de aquí…"
Malfoy dejó de hablar y tiró del joven hacia él, sin soltarlo de la muñeca, mientras que con la otra mano lo rodeaba por la cintura.
– Draco…tenemos que…tenemos que hablar…creo que, que fue un…un…
– Ya cállate¿quieres?
Nuevamente sus labios estaban pegados a los de Harry, y era la mejor sensación que había sentido en su vida, pensó. No quería que terminara. No quería dejar de frotar nunca su lengua contra la del moreno, de tocar su pelo, su piel. De sentir las manos de Harry en su espalda, acariciando su trasero…
La mente de Potter estaba completamente en otra parte. No pensaba, solo sentía. Y qué manera de sentir. Empujó a Draco de a poco hasta que cayó de espaldas en la cama y éste encima. Malfoy sonrió, y Harry pudo sentir como le metía las manos por el pantalón y agarraba con fuerza su trasero-que-vivió, presionando su erección contra la de éste.
– Me siento en desventaja – comentó con picardía el de ojos grises, en un momento de respiro, mirando su pecho descubierto.
Harry se sentó sobre la pelvis del rubio y se sacó la polera, para luego seguir besándolo, en la boca, en el cuello, en el pecho…
Malfoy deslizó sus manos ágilmente y desabrochó el pantalón de Harry. A lo que éste abrió los ojos asombrado y se enderezó nuevamente, tomando ambas manos del joven bajo él.
– ¿Qué pasa? – preguntó Draco, con la respiración más que agitada.
– ¿No iremos muy rápido?
Draco respiró hondo, levantó una ceja, y luego simplemente rió:
– ¡Merlín¿Hasta en momentos como éste te sale lo San Potter? – Harry no contestó, y seguía presionando las manos de Draco, aunque éstas ya estaban inertes. – Te recuerdo que yo también soy virgen, si eso es lo que te preocupa. Te aclaro también que no sé si quiera perderla contigo esta noche, y no te ofendas, pero siempre pensé que era heterosexual. Pero me gustas. No me lo explico de otra forma. Solamente hago lo que va de acuerdo a las circunstancias.
Harry sintió honestidad, y quería darla también, pero no sabía cómo. Se calló un momento, soltó las manos de Draco y trató de concentrarse para pensar. Pero al no tener éxito en su cometido, simplemente le devolvió la mirada a esos ojos grises, impávidos, y dijo: "Lo sé". Cambió su postura a la primera, recostado sobre el cuerpo de su compañero, y lo abrazó, apoyando el mentón sobre su hombro. Malfoy le devolvió el abrazo, mirando un punto fijo del techo mientras que acariciaba aquella rebelde cabellera azabache. En ese momento, supo como devolver un poco de honestidad:
– Creo que te quiero, Malfoy.
– Yo también, Potter.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
– Hermione… – dijo Ron con voz somnolienta desde la cama – Vamos, ven a dormir ya. Son las 3 de la mañana. – terminó, soltando un bostezo.
La castaña estaba parada junto a la ventaba que daba al patio y miraba hacía él, como perdida.
– Ya voy. Dame unos minutos.
Ron se incorporó y frotó sus ojos.
– ¿Qué te pasa?
– Nada…o sea, sí. Estoy preocupada por Harry.
– Bah, que novedad, ven a la cama cariño, es tarde.
– ¡Ron! – le reclamó la joven. – Es que…ha pasado algo, no te conté… y ciertamente no lo haré a esta hora.
– Bueno, pero si no lo harás ahora, entonces vuelve a la cama… ¡vamos!
Hermione creyó ver una silueta entre la niebla que tapaba los árboles, pero no se alteró por ello. "Está bien, tú ganas", dijo. Cerró la cortina y volvió a la cama, pero no pudo dormir antes de unos 15 o 20 minutos.
En la habitación del lado mientras tanto, Harry estaba acostado mirando el techo, pensando, con el torso desnudo al igual que Draco, quien dormía placenteramente de lado con una mano sobre el pecho del moreno. Al parecer sus pesadillas habían terminado, pensó Harry, y quizás las suyas estaban recién comenzando. Pensó en Voldemort y en lo que venía. En las vidas de sus amigos. ¿Sería capaz de salvarlos de una muerte segura? Tampoco podía dejar de pensar en lo que le había dicho Sirius, o el fantasma de Sirius, en el cementerio. En el fondo siempre se sintió responsable por las muertes que ocurrían a su alrededor…y no sabía si sería capaz de seguir soportando más de ellas.
Sentía la garganta seca. Un nudo inmenso. Se levantó, sacando cuidadosamente el brazo del rubio sin despertarlo. Se puso los zapatos sin abrochar, tomó su varita y salió hacia el baño a por agua.
Al llegar, abrió la puerta y tanteó con la mano libre el interruptor de la luz. La prendió y la sangre se le congeló, su estomago se retorció y los vellos de la nuca se le erizaron con potencia.
Allí estaba, una vez más, sentado sobre el inodoro, Sirius. Al ver a Harry soltó una fuerte carcajada. Digna de sus tiempos en Azkaban.
– Tú no eres mi padrino. – dijo Harry con los ojos cristalinos y en la voz un dejo contenido de rabia.
– Claro que no. Él está muerto. Murió por tu culpa¿lo recuerdas?
Las manos de Harry tiritaban y sus ojos estaban ya muy humedecidos.
– No voy a caer en tu juego, no voy a dejar que me hagas daño – le dijo el moreno.
– ¿Y eso no es una lágrima? Si no te hace daño¿por qué lloras? Creo que no estás siendo honesto. No le mientas a tu padrino, Harry.
– ¡Tú no eres mi padrino! – respondió casi gritando. – ¿Qué es lo que quieres?
– Bueno, yo quería vivir, limpiar mi nombre, encontrar una novia quizás. La vida en casa de mi madre era muy solitaria¿sabes?
Harry se sentó contra la pared con las piernas dobladas, escondiendo la cabeza entre ellas.
– Déjame en paz – musitó entre sollozos.
– Lloras como una niña. – le espetó como si escupiera - James…
– ¡Cállate! – le gritó Harry sin moverse.
– Eres un pequeño y sucio malcriado…
– ¡Harry! – dijo una voz en la puerta
El muchacho enderezó la cabeza y su padrino ya no estaba. En la puerta estaba parada Hermione, aterrada al parecer. Se agachó y Harry la abrazó y lloró más fuerte que antes. La muchacha también tiritaba y acariciaba el pelo del moreno, dándole pequeños besos en la cabeza para calmarlo.
– Ya pasó, ya pasó. – le decía al oído.
– ¿lo…lo viste?
– ¿Qué? – preguntó desconcertada la castaña, mirando a todas partes.
– ¡A Sirius!
– No…yo…yo sólo te escuché a ti. No podía dormir, te escuché y vine a ver que pasaba.
– Siento que me vuelvo loco, Hermione.
– No, no te estás volviendo loco…alguien está jugando con tu mente. No estás loco. Mírame… ¡Harry¡Mírame! Tú no estás loco¿lo entiendes?
Harry asintió con la cabeza, al parecer, no muy convencido.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
A la mañana siguiente, Hermione hizo que todo el mundo se levantara a las 8 AM. La dueña le había dicho que el desayuno no se servía hasta las 9, así que tenían 1 hora para conversar en la cocina. Lanzó un hechizo distractor fuera de ella para que ningún muggle los molestara.
Entre Harry y Draco contaron todo lo que había pasado la noche anterior, omitiendo, claro, la lucha de lenguas sobre el escaso césped del cementerio. Todos los presentes, menos Hermione, estaban atónitos. Neville hasta rompió una taza.
Luego vino el desayuno. Malfoy, que estaba al frente de Harry, estiraba descaradamente su pierna para tocar las del moreno por debajo de la mesa, sacándole una que otra sonrisa incómoda.
– Bueno, y ¿cuál es el plan? – preguntó tímidamente Neville
Harry titubeó, no había tenido mucho tiempo para pensar en ello desde que llegaron. Estaba seguro que en este pueblo había algo. Algo que podría ayudarle a derrotar a Voldemort.
– Buscar – respondió Harry –. Con Hermione y Ron pasamos el tiempo donde los Dursley practicando maleficios y pensando que debíamos hacer en el valle de Godric. Creo que lo primero es ir a la plaza donde estaba mi casa, hoy en la noche, para buscar pistas. Hermione tiene un hechizo localizador que nos ayudará…
– Sí – lo interrumpió Hermione un poco nerviosa – Bueno, no entremos en tanto detalle sobre eso…lo haré mayoritariamente yo, ustedes sólo seguirán mis ordenes. – terminó tajantemente volviendo a su café.
– Bueno…yo iré a mi habitación a practicar algunos maleficios – dijo Luna – ¿alguien quiere?
– Linda forma de empezar el día. Me apunto. – contestó Ron levantándose de la mesa, a lo que su novia lo tomó rápidamente de una manga.
– No. Tú vienes conmigo a preparar el hechizo de esta noche. Serás libre cuando terminemos de… ¿Qué pasa? – preguntó con cara desconcertada al ver la cara que le ponían todos. Neville reía descaradamente, mientras que Harry mordía su labio inferior mirando la taza. – ¿Qué pasa? – volvió a preguntar, esta vez un poco más fuerte.
– Na…nada. – contestó Harry levantando la mirada. – Llévate a Ron…donde tengas que llevártelo para…para eso. – Con una tos forzada agregó: – ¡El hechizo! Claro…el hechizo…
La chica en cuestión tenía la cara del color del pelo de su novio. Llena de vergüenza y sin decir palabra, tomó del brazo a su novio y abandonó la cocina. Las risas no se hicieron esperar.
– Voy contigo – le llamó Neville a Luna, que ya se iba con cierto desconcierto, quizás sin saber porque todos se reían. – ¿Vienen? – preguntó mirando al rubio y al moreno, quienes negaron con la cabeza, aún riendo.
Ya solos, Malfoy miró a su acompañante y su sonrisa cambió ligeramente de tono.
– Y usted…joven Potter – le dijo mientras su pie buscaba algo con que jugar, mucho más atractivo que las piernas. - ¿Quiere ir a practicar el hechizo ese del que hablábamos anoche? – El Slytherin levantaba una ceja mientras jugaba con la cuchara del café. El ojiverde contenía una segura respiración agitada mientras miraba nerviosamente la puerta. Cerró los ojos respirando hondo, tratando de calmar sus instintos; pero se rindió cuando el pie sin zapato de Malfoy encontró lo que buscaba.
Una vez allí, cerrando la puerta tras de si, Draco abrazó a Harry por detrás al nivel de la cintura, dándole múltiples besos en el cuello. El ojiverde no parecía para nada molesto.
– Me encanta como hueles – le dijo tras respirar hondo en la nuca de Harry.
– ¿A qué huelo? – preguntó el otro, en una especie de éxtasis total, los ojos cerrados; la cabeza hacia atrás, inclinada hacia el lado contrario en el que jugueteaba Malfoy.
– A ti – respondió en su odio.
Harry abrió los ojos, se volteó y le devolvió el abrazo al rubio por los hombros, mientras éste aún no soltaba su cintura y lo oprimía contra su cuerpo con fuerza. Se besaron lentamente, saboreando los labios del otro, explorando cada recoveco de la boca ajena, moldeándose a su gusto, logrando la posición perfecta. Una sensación tan placentera, excitable y agradable, que parecía irreal, pensó Harry, pero a la vez estaba ahí, en frente de él. Esa sensación tenía carne y huesos, se movía y lo hacía desear cada vez más.
Cuando sintió que las manos del rubio ya no estaban tan quietas en su cintura como al principio, separó su boca de la de éste y apoyo su frente en la de él. "Draco…", musitó con los ojos cerrados. Malfoy sólo asintió con la cabeza, tomó a Harry de la mano y lo llevó a la cama silenciosamente.
– Tengo que contarte algo. – le dijo Malfoy una vez acostados. Él estaba de espaldas, y el moreno de lado apoyado en su codo. – Tiene que ver con mi madre…
Harry se acomodó las gafas e hizo un gesto de atención con las cejas. "Dime", dijo. "Vamos, dime, que no pasa nada", agregó al ver el titubeo en los labios de su compañero.
– ¿Recuerdas que te conté que cuando llegué a mi mansión mi madre estaba muerta? – Harry asintió con la cabeza. – Bueno…ella…no…ella no estaba muerta.
Potter frunció el entrecejo. "No entiendo", comentó.
– Ella estaba agonizando…y yo…ella me pidió… – la voz del rubio se quebró de a poco; sus ojos grises se llenaron de lagrimas rápidamente, cayendo por sus sienes. – Ella me pidió que acabara y yo…yo la…era mi madre…cómo pude…yo…yo…
El chico dorado comprendió lo que pasaba. Bajó la mirada, secó las lágrimas de Draco y lo besó. "Yo…lo siento", le dijo por toda respuesta.
Harry se recostó de espaldas y atrajo al rubio hacia sí, apoyándolo en su pecho. Los siguientes minutos los pasó así, acariciándolo mientras éste lloraba; sin decir palabra, ninguno de los dos. Hasta caer lentamente en los brazos de Morfeo.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
– Hermione¿nos puedes decir de que se trata todo esto?
Los 6 muchachos andaban a toda prisa por las calles desiertas del valle de Godric, temiendo un nuevo ataque de dementores…o algo peor. Estaba oscuro y hacía frío. La neblina hacía que todo pareciera más lúgubre que de costumbre, pero aún se podía ver, a través de ella, la luz de la luna llena en lo alto del cielo.
Hermione a la delantera, más veloz que el resto, hacía que el resto la siguiera a paso apresurado para no quedarse atrás.
– Ya verán. Les contaré todo cuando lleguemos a la plaza. – dijo volteando la cabeza, para mirarlos. – ¡Y apúrense! Falta poco para la medianoche.
Harry miró a Ron con el entrecejo fruncido y éste se encogió de hombros, dándole a entender que no tenía idea de lo que estaba pasando. Con gran molestia aceleró aún más el paso hasta quedar al mismo nivel que su amiga.
– ¿Me puedes decir para que es todo eso que llevas ahí? – le dijo arrastrando las palabras, casi al estilo de Malfoy, apuntando con la cabeza a los inciensos y dos saquitos rojos que llevaba su amiga en las manos.
– Ingredientes.
– ¿Y en que momento los obtuviste?
– Hoy – Dijo secamente la muchacha, mirando al frente. Luego de una pausa, agregó: – Pasé a tu cuarto a decirte que iba a salir a por ellos y… – Harry sintió un escalofrío de los grandes – estabas "durmiendo"… "estaban" durmiendo, mejor dicho.
– Hermione, yo…
– Sé que tienes una muy buena explicación, Harry. Y sé, también, que me la darás después.
El moreno no volvió a dirigirle la palabra a su amiga en todo el resto de trayecto, que por cierto, no fue mucho. Tenía miedo. En el fondo sentía que estaba haciendo algo completamente incorrecto. No porque fuera un hombre con el que se había estado besando los últimos dos días; sino porque era "ese" hombre. Además, no había pensado en la reacción que tendrían sus amigos si descubrían lo que pasaba. No quería enfrentarse a más problemas, menos entre ellos. Tampoco quería tener que elegir entre ellos y Draco…pero si eso pasaba…
– Muy bien – dijo Hermione al llegar al centro de la plaza. Se sentó a lo indio, con las piernas dobladas una sobre otra, de frente a la posición de la luna. Prendió dos inciensos y abrió las dos bolsitas que traía: en una había un frasquito de madera con tallados, de contenido desconocido para todos, y en el otro un grupo de cristales multicolores que puso en su mano derecha. – Formemos un círculo. – Los muchachos obedecieron – Tenía previsto que sólo seriamos tres en esto, pero entre más seamos, mejor.
– ¿Nos vas a explicar de que se trata todo esto ahora? – dijo Draco.
– Por favor – agregó Harry un poco molesto.
– Sí. – Hermione estaba nerviosa y su respiración agitada y la vista saltona lo decía todo. – Bueno…mmm… esto va a ser un poco complicado. No tienen que asustarse. Quizás sea un poco más oscuro de lo que hemos hecho hasta el momento…pero tengo todo bajo control – se apresuró a agregar al ver que alguno le saltaba encima – La esencia del hechizo es invocar a Hecate, patrona de las brujas, para que nos muestre si hay algo de importancia en lo fue la casa de Harry o sus alrededores.
– No suena difícil.
– No, no lo es. – respondió Hermione con una risita nerviosa. – Pero tienen que seguir mis instrucciones: primero, no abandonen sus puestos en el círculo pase lo que pase, hasta que Hecate se haya manifestado, y supongo que todos nos daremos cuenta de cuando eso pase; segundo, no me interrumpan o me hablen, solo concéntrense en lo que está haciendo cada uno, y tercero, deséenme suerte.
Todos se acomodaron lo mejor que pudieron y Hermione miraba nerviosa su reloj. "Ustedes concéntrense, repitan lo que yo vaya diciendo y cuando terminé cada frase dan un golpe con sus varitas en la tierra", dijo sin dejar de observar la hora. Cuando las manillas marcaron las doce en punto, la muchacha respiró hondo y levantó la cabeza hacia la luna con los ojos cerrados. Esparció los cristales en frente de ella, aún sin mirar, para luego bajar la vista, abrir lo ojos y tomar el frasquito tallado en sus manos. Lo abrió y esparció un líquido rojo sobre los cristales, que Harry hubiera jurado era sangre, pero no podía hacer nada en aquellos momentos, mientras decía:
– ¡Oh Hecate! Amada diosa, señora de la luna y el mar fecundo ¡Escúchanos¡Acepta nuestro sacrificio!
"¿Sacrificio?"
Todos repitieron las palabras de Hermione y luego golpearon al unísono la tierra son sus varitas.
– Diosa de las encrucijadas y la luna nueva ¡yo te llamo!
– Diosa de las encrucijadas y la luna nueva ¡yo te llamo!
– Ayúdanos a encontrar el camino hacia el éxito. Tú que todo lo sabes, que todo lo ves y que todo lo oyes. ¡Siente nuestra plegaria!
– Ayúdanos a encontrar el camino hacia el éxito. Tú que todo lo sabes, que todo lo ves y que todo lo oyes. ¡Siente nuestra plegaria!
Hermione comenzaba a tiritar y su voz subía cada vez más el volumen, además de escucharse un poco más ronca de lo normal a cada nueva frase que decía. Ron miraba con gran temor a su novia, pero al igual que el resto, no se atrevía a romper el círculo.
En eso, por entre la niebla, por detrás de Hermione, aparecieron dos enormes perros negros de un pelaje hermoso, que resplandecía a pesar de la oscuridad.
– Ayuda…ayúdanos a…ayu… – Hermione aparentemente perdió el control de sí misma. Sus ojos eran completamente negros y según pudieron apreciar el resto de los jóvenes, ya no hablaba el mismo idioma, sino que pareciera escupir en una lengua totalmente desconocida, quizás latín, pensó Harry, a pesar de sentirse totalmente idiota por reparar en eso en aquel momento.
La tierra comenzó a temblar lentamente hasta ya alcanzar una magnitud considerable. Nadie podía moverse de sus lugares, era como si tuvieran el cuerpo pegado al suelo y además congeladas las articulaciones.
Hermione se veía cada vez más fuera de sí y no parecía reaccionar ante lo que pasaba a su alrededor. De pronto la luna comenzó a brillar más de lo normal y la neblina se disipó rápidamente. La luna brilló tanto que se podía apreciar todo muy perfectamente iluminado: desde las casas contiguas a la plaza, hasta los aterradores rasgos y oscuros ojos negros que ahora lucía Hermione.
En una fracción de segundo, la muchacha emitió un grito espantoso en dirección a la luna, y toda la luz que emitía viajó a una velocidad impresionante hacia la boca de ésta. Dejando todo en una completa oscuridad, para luego volver a escupirla, pero esta vez en dirección a la tierra, al centro del círculo, haciendo un agujero de una considerable extensión entre los jóvenes.
Recién, en ese momento, pudieron moverse.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Fin del capítulo.
Oh…lo terminé )
Creo que por fin voy bien xD.
Bueno, tengo que confesarles que me plantee la posibilidad de dejar de escribir. Estuve muy mal. He tenido unos meses asquerosos desde mi última publicación.
Mi mejor amiga se suicidó a principios de Diciembre del año pasado, y no he tenido ánimos de nada. Por eso no actualicé antes de navidad como les había prometido.
Le agradezco a todas (y todos) y a cada una (y uno) de ustedes por leerme.
Muchas Gracias.
Ya le queda poco a este fic. Mi primogénito.
Qué me viene la nostalgia¡coño!
Y… ¿les gustó?
