Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.


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Pesadilla

Estaba escondida cerca del Goshimboku junto con Keita y Hikari. Hacía rato que se había separado de Inuyasha, escuchó una explosión y creó un campo de fuerza alrededor de ellos. Keita la sujetaba con fuerza y Hikari no dejaba de llorar ¿Cómo era posible que de un momento a otro estaban tranquilos en su cabaña y al siguiente estaban huyendo?

Estaban en su cabaña, Inuyasha jugaba con Keita de tres años, lo lanzaba al aire y lo atrapaba, mientras ella alimentaba a su niñita de tan solo dos meses. Las risas de Keita se escuchaban por toda la cabaña y claro que también las de Inuyasha.

¿Qué pasa?— le pregunto a su compañero quien de un momento a otro dejo a Keita en el suelo y se levanta olfateando el aire—. Inuyasha— le llamó preocupada.

Inuyasha no le respondió, se colocó a Tessaiga, le paso su arco y flechas a Kagome.

Sujétate bien a Hikari— ella de inmediato obedeció, envolvió a su pequeña en una manta y se la colgó.

Papá— le llamó Keita.

Cachorro, vienes conmigo— lo cargó y lo subió a su espalda—. No te separes de mi Kagome.

No lo haré, pero dime qué pasa— le exigió.

Hay una presencia maligna muy cerca— le explicó al salir de la cabaña.

¡¿Qué?!— preguntó asombrada, ella no había detectado nada—. Pero no la percibo.

¡Inuyasha, Kagome!— se escuchó la voz de Miroku, ya iba a su encuentro.

Miroku, lo sentiste ¿cierto?

Sí, Sango ya se fue con los niños al templo, esta con Kaede y los aldeanos. Kagome y los bebés deberían hacer lo mismo.

Te voy a llevar al templo allí estarán a salvo— le dijo a su compañera al cargarla, comenzó su carrera teniendo a Kagome y Hikari al frente, y Keita a su espalda.

Junto a ellos, Miroku corría, rumbo al templo. Kagome no entendía cómo era posible que ella no sintiera ninguna presencia maligna ¿Sus poderes se estarían desvaneciendo? En el trayecto se escucharon varias explosiones y el cielo se oscureció.

Inuyasha, ya están muy cerca— le advirtió Miroku, de inmediato Inuyasha paró, dejando a Kagome en el suelo y también a Keita.

Deben irse al templo, Miroku y yo les cubriremos.

Pero...— intentó protestar pero el chico la interrumpió.

¡Que se vayan!— le gritó, tenía un muy mal presentimiento y sentía mucho miedo por su familia.

Kagome se le quedo viendo, jamás le había gritado de esa manera, algo malo en verdad debía estar pasando. Inuyasha suspiró al ver la cara de sorpresa de Kagome y Keita, se quitó su haori y se lo puso a Kagome.

Váyanse— dijo ya más calmado, Kagome asintió y se fue rumbo al templo.

Mientras corría escuchaba los ataques de Inuyasha y los rugidos de muchos demonios. Keita le iba preguntado por su padre y tío, ella le repetía una y otra vez que todo estaba bien. Suspiró aliviada al ver el templo, pero antes de llegar hubo otra explosión, el fuego se extendió alrededor del templo, pero no llego a tocarlo gracias al campo de fuerza.

Retrocedió y se fue al Goshimboku, allí los rodeó con una barrera, estaba sorprendida, pensó que no podía formarlo, eso quería decir que no había perdido sus poderes, lo que significaba que debía haber otra cosa por la cual no había percibido la energía maligna.

—Mamá.

—¿Qué pasó?

—¿Papá ta' bien vedad?— tenía miedo, nunca había visto que les atacasen con tal magnitud.

—Claro que sí.

—Huelo su sandre— Kagome logró mantener la compostura, aquello le preocupó, hace mucho demasiado tiempo que Inuyasha no era herido.

—No hay de que preocuparse, tu papá es muy fuerte— abrazó a su hijo, para calmarlo.

Los demonios se acercaban cada vez más a donde estaban y una nube de veneno los rodeo. Hikari comenzó a llorar y Keita se sujetó más fuerte a su madre.

—Mamá, quelo a papá.

—Tranquilo, mientras estemos en el campo de fuerza no nos pasará nada.

Inuyasha había recibido un rasguño en una de sus piernas, pero no era grave. Peleaba contra unos onis cuando escuchó el llanto de Hikari, olfateó y se percató que aún no llegaban al templo. Les trató de ubicar y su olor provenía del Goshimboku, saltó alto e inmediatamente su sangre se congeló al ver que una gran cantidad de demonios iba directo a su familia.

—¡Miroku! ¡Encárgate de ellos, aún no están en el templo!

—Date prisa.

Kagome le había dado a Hikari a Keita, ella lanzaba una flecha tras otra, pero estaba ya por quedarse sin armas.

—Sacerdotisa, tu hora a llegado— dijo un serpiente alada voladora.

—¿Qué es lo que quieren?— preguntó con voz demandante.

—La Perla de Shikon.

—Ya no existe, pierden su tiempo— ¿Todo aquello por una perla que ya no existía?

—No es verdad, nos han dicho que matándote podemos traerla de vuelta… ¡Todos Ataquen!

Al decir eso varios tipos de demonios de lanzaron sobre ellos, Kagome abrazó a sus cachorros y los trató de cubrir lo mejor posible, cerró los ojos y aguardo por el ataque.

—¡Kagome!— escuchó la voz de Inuyasha, abrió sus ojos y estaba parado frente a ellos, los demonios estaban muertos— ¿Están bien?— les preguntó al acercarse después que ella deshizo la barrera.

—Inuyasha— ella lo abrazó y comenzó a llorar.

—Tranquila, estoy aquí— le correspondió el abrazo.

Al llegar y ver a su familia rodeada de demonios, uno de ellos decía que Kagome debía morir para traer la perla de vuelta, en cuanto se abalanzaron sobre ellos lanzó el Bakuryuha matándolos a todos.

—¿Qué es lo que está pasando? Ellos dicen que la perla...

—Lo sé, los escuche, no dejaré que se te acerquen. Levántate tenemos que irnos, ya vienen más.

Inuyasha cargó a los tres y corrió, a causa del veneno que los rodeaba llegaron hasta el pozo. Allí eran un blanco fácil, no había donde esconderse.

—Hanyou, no puedes protegerla para siempre— dijeron a coro los demonios.

—¿Quieres apostar?— les retó, y los demonios los atacaron.

Inuyasha lanzó el Kaze no Kizu matando a la mayoría de ellos, pero así como los mataba aparecían el doble.

—Entren al pozo.

—¿Qué?

—Que entren al pozo, allí estarán bien confía en mi— Kagome le miraba no muy segura de hacer aquello—. Por favor, necesito atacarlos más de cerca, si se quedan aquí son un blanco fácil.

—Está bien, pero por favor cuídate mucho.

Se sentó al borde del pozo y saltó junto con sus hijos, sin perder más el tiempo, Inuyasha atacó con todas su fuerzas a la parvada de demonios. No pasó mucho tiempo cuando ya tenía refuerzos. Kohaku ya había llegado junto con Miroku, pero en un pequeño descuido un demonio se dirigió al pozo, corrió para matarlo cuando el hiraikotsu partió al demonio a la mitad.

—¿Están bien?— preguntó la exterminadora.

—¡Sango! Mi bella esposa, siempre a tiempo— alagó Miroku.

—Todos allá están bien, los demonios se dirigieron acá, por eso vine.

En cuestión de minutos ya habían acabado con los demonios. Inuyasha corrió al pozo para sacar a su familia, pero cuando llegó no los vio.

—Inuyasha ¿Qué pasa?— preguntó Miroku al verlo preocupado.

—No están.

—¿Qué dices? Es imposible, no han salido— dijo Miroku al acercarse y ver que en verdad no estaban.

—Tal vez lo atravesaron— sugirió Sango.

Inuyasha saltó pero no pasó nada, seguía en el Sengoku. Salió, e intento de nuevo, sin éxito. Lo intentó una y otra vez, teniendo el mismo resultado. Después de que saltaran había perdido su aroma, pero pensó que era por estar en el pozo y al campo de fuerza que Kagome hubiera creado.

Miroku, Sango, Kohaku y Kirara estaban preocupados, todo indicaba que el pozo se había llevado a la familia de Inuyasha.

Inuyasha golpeaba el suelo del pozo y se maldecía, él les había dicho que se metieran, ahora los había perdido, había perdido lo que más amaba en la vida, estaba viviendo su peor pesadilla.

...

Kagome saltó y esperó caer al fondo, pero eso nunca pasó. Abrió sus ojos y sintió pánico estaba viajando de nuevo a través del tiempo, cuando salió de su sorpresa, ya estaba de nuevo en su época.

—Mamá ¿Huele dado?— después de ver las extrañas luces, llegaron al pozo que no era el pozo, este nuevo pozo olía raro.

—Todo está bien, es donde mami vivía antes.

Quelo papá, quí no guta.

—Pronto lo veremos, ahora guarda silencio, escuchó algo— unos pasos bajan las escaleras.

— ¡Hermana!— exclamó el adolecente, al ver una luz en la apagoda, fue de inmediato a investigar, lo que nunca se esperó, fue encontrarse con su hermano y dos niños, pero ¿Dónde estaba su cuñado?

—Souta, ayúdanos a salir.

Cuando salió su madre también ya estaba con ellos, les presentó a los cachorros y les explicó brevemente lo que había pasado, una vez que se repuso tomó a sus hijos e intentó pasar de nuevo, no tenía pensado dejarlos por miedo a que ellos se quedaran en su tiempo, se lanzó pero nada paso, lo intentó tres veces más y nada.

No entendía, no podía volver, pero no era de extrañarse cuando no tenía los fragmentos ella no podía regresar al Sengoku sin Inuyasha, su esperanza ahora era que Inuyasha si pudiera pasar y fuera por ellos.

Salió del pozo y se dirigió a su casa, todos estaban contentos por verla de nuevo y conocer a los cachorros, llegó la noche y se fue a dormir a su antigua habitación con sus hijos. Paso un rato para que se quedara dormida, ya se había preocupado, Inuyasha aún no iba por ellos, esperaba que se encontrará bien. Le daría tres días como en antaño.


Transcurrió una semana y aun Inuyasha no iba, Keita no paraba de preguntar por su padre y le dijo que había ido con Totosai, pero no podía decirle aquello para siempre. Se encontraba mirando el pozo y algo le decía que se había sellado de nuevo, más bien, se aferraba a esa idea, de lo contrario, su mente se había hasta la posibilidad de que Inuyasha perdió la pelea y por ello no había ido por ellos.

Miroku y Sango estaban preocupados por Inuyasha, desde aquella batalla no se separaba del pozo.

—Inuyasha, te traje de comer— dijo Sango.

—No tengo hambre.

—El pozo ya se abría de nuevo otra vez, solo debes esperar y volverás a verlos.

—La última vez tuve que esperar tres años y estaba sellado por el miedo e inseguridad de Kagome, ahora no lo tiene, ni ella ni yo... ¿Qué pasa si solo había un viaje para regresar de nuevo por si ella se arrepentía? Y ahora por mandarla a esconderse allí... Todo es mi culpa.

—No los vas a perder— interrumpió Miroku que acaba de llegar—. Vamos a encontrar la manera de que se vean de nuevo— le animó.

Inuyasha solo esperaba que Miroku tuviera razón, de otra forma tendría que sobrevivir 500 años para volver a verlos.


Les invito a que pasen por mi historia "Luna Sangrienta" y me den su opinión.

28/07/2013


Continua en el capitulo 14. Miedo Compartido.