Estos magníficos personajes de Inuyasha le pertenecen a la sensei Rumiko, yo solo los eh tomado para crear esta historia la cual si me pertenece, pero no la hago con fines de lucro, solo para sacar todas esas ideas que rondan en mi cabeza.


Movimiento

Era una tarde soleada de primavera, era un día especialmente tranquilo, no se había aparecido ningún demonio en la aldea, ni es sus alrededores, tampoco Kaede había mandado llamar a Kagome, así que ese día quería llevarla a un lugar especial.

La observo sentada a la orilla del río, acariciaba suavemente su vientre, y no pudo evitar angustiarse, su cachorro ya iba para los seis meses y aún no se movía, recordaba que las gemelas comenzaron hacerlo al inicio del quinto mes aproximadamente. La anciana decía que todo iba bien y que era normal, pero lo decía para no angustiar a Kagome, sabía por Myoga que su cachorro al tener sangre younkai ya debió haberse movido.

Fue hasta donde su compañera y la abrazo por la espalda, aspirando de inmediato su embriagante aroma.

─ ¿Cómo están?

─ Bien.─ contesto con una amplia sonrisa.

─ ¿Te sientes con fuerzas como para ir a pasear?

─ ¿Qué tienes pensado?

─ Es una sorpresa ¿Entonces?

─ Solo si me llevas en tu espalda.

─ Eso planeo.─ dijo con una amplia sonrisa y la ayudo a levantarse.

─ Voy por mi arco y nos vamos.─ sabía que estaba segura con Inuyasha, pero en cualquier momento podían aparecer demonios, mejor estar prevenidos, nunca estaba de más.

Una vez que Kagome hubo tomado su arco y carcaj, Inuyasha la subió a su espalda. Viajaron por una hora, hasta una colina rodeada por un prado, hubieran llegado en menos tiempo pero Inuyasha paraba cada cierto tiempo para ver como se encontraba Kagome.

─ Es muy lindo.─ exclamo embelesada la chica.

─ Detrás de aquel árbol.─ dijo al referirse al único árbol en la colina y hacer una breve pausa.─ Está la tumba de mi madre.

─ Inuyasha.─ dijo enternecida.

─ Quería que conocieras el lugar y que ella te conociera... aun que, es probable que ya te conozca desde donde este... aun así, yo quería estar seguro de que ella...─ expresar sus sentimientos siempre era un gran problema.

─ Gracias.─ le interrumpió con un beso, sabía lo que le costaba hablar sobre su madre.

Inuyasha la miró sonrojado, con ella se sentía tan vulnerable y últimamente se abría muy fácilmente.

─ Vamos a comer.─ dijo al guiarla bajo el árbol, saco una manta y la comida de un morral.

─ Me sorprendes, no tenía idea que ya tenías planeado esto.

─ Siéntate y come.─ dijo avergonzado.

─ Es un lugar muy tranquilo.─ comentó la chica, la brisa era fresca y el aroma de las flores aromatizaba el lugar.

─ Aquí venía con ella a jugar, nadie nos molestaba.

─ ¿Por eso aquí están sus restos? Es un lugar especial para ti ¿verdad?

─ Y más ahora que lo sabes.

─ Cuando nazcas vendremos aquí cachorro.─ le dijo Kagome al pequeño en su vientre.─ ¿Te gusta la idea?─ pregunto y acaricio su abultado vientre esperando recibir una respuesta pero nada.

...

─ ¿Quieres bañarte? Por allá hay una cascada.─ pregunto Inuyasha después que terminarán de comer.

─ Vamos.

Se fueron caminando, no estaba lejos y le hacía bien a Kagome caminar.

Inuyasha le ayudo a quitarse su traje de sacerdotisa y después él se quito su ropa, para poder meterse juntos al agua.

─ Es tan relajante, me siento menos pesada.─ dijo con alivió Kagome al estar en el agua y recargada en el pecho de Inuyasha, que a su vez estaba recargado en una roca.

─ Te agotas mucho últimamente.─ dijo con cierta culpa, era Kagome la que tenía que lidiar con los malestares del embarazo y al mismo tiempo ayudar a la anciana.

─ Es normal, pero me preocupa.─ externo su preocupación y llevo sus manos a su vientre.─ El hijo de Yu-san se movió a los 5 meses, el de Miho-san también y el nuestro aun no lo hace.

─ Ya lo hará.─ poso sus manos sobre las de ella para reconfortarla.─ Tal vez no lo hace para no agotarte más, un cachorro de Inu toma mucha energía de su madre, imagínate si se moviera, dormirías todo el día.─ trato de bromear para quitar esa sensación de angustia de Kagome, con la preocupación de él ya era suficiente.

─ Pero quiero sentirlo, me preocupa que no lo haga.─ dijo con un nudo en la garganta.

Ella quería sentir a su bebé moverse, quería sentir esa felicidad que había visto en las futuras madres al sentir a su bebé dar pequeñas patadas, recordaba la cara de alegría que ponía su madre cuando Souta se daba a notar.

─ Kaede dice que está bien... No llores.─ dijo al besar su mejilla y sentir el agua salada.

─ ¿Y si no me dice la verdad para no preocuparme? ¿A ti qué te ha dicho?─ cuestiono.

─ Que está bien.

─ ¿Y Myoga?

─ Que descanses y comas bien.

─ ¿Qué más?─ se giró y lo miró a los ojos.

─ Solo eso, ya deja de preocuparte.─ respondió sosteniéndole la mirada, si no lo hacia ella sabría que mentía.

─ Mientes.─ le reclamo, ya se había dado cuanto desde hace mucho cuando era que él mentía y no solo cuando no se atrevía a verla a los ojos.

─ Regresemos ya esta atardeciendo.─ dijo para cambiar el tema.

─ Inuyasha... necesito saberlo.─ le imploró, ella tenía derecho a saber si algo estaba mal con su cachorro.

Inuyasha suspiró, conocía muy bien a su esposa como ella a él, por ello sabía que no olvidaría el asunto tan fácilmente.

─ Que ya debió moverse, eso no quiere decir que algo este mal.─ se apresuro a decir.

Kagome se acurrucó más en Inuyasha, de inmediato él reforzó su abrazo. Sabía que algo pasaba, su instinto de madre se lo decía, de pronto una ola de miedo la invadió comenzando a llorar, temía perder a su cachorro.

─ No llores, no me gusta verte triste.─ la acuno en sus brazos y espero a que se calmara un poco, y una traicionera lagrima de él acompaño a las de su compañera.


Una semana después. Inuyasha regresaba a su cabaña, había ido hacer su rondín diario con Miroku, de regreso Sango le había dado pasta de arroz y unas infusiones para que Kagome bebiera. Vio su hogar y el olor a sopa miso le llego a su nariz provocando que su estomago gruñera, siempre le había dicho a Kagome que no le gustaba su comida, pero la verdad era otra, le encantaba.

─ Kagome, Sango te mando...─ al abrir la cortina de bambú vio a la chica en posición fetal sosteniendo su vientre. Soltó lo que llevaba y fue hasta su compañera.─ ¿Qué pasa?─ pregunto aterrado.

─ Me duele.─ dijo con dificultad.

En un momento estaba terminando de hacer la comida y en un segundo un fuerte dolor en el vientre la invadió, era tanto que no podía levantarse o gritar por ayuda.

─ Levántate.─ intento ayudarla para poder llevarla con Kaede pero ella al fin pudo gritar de puro dolor.

─ Me duele mucho.─ dijo con lagrimas.

─ Voy por Kaede.─ no quería dejarla sola pero no tenía elección.

─ ¡Kagome, orejas de perro! Ya regresé y miren lo que le traje al cachorro.─ se escucho la alegre voz de Shippou entrar a la cabaña.─ ¿Qué pasa?─ pregunto preocupado al ver a Kagome aferrarse con fuerza al haori de Inuyasha.

─ ¡Shippou ve por Kaede rápido!─ grito Inuyasha al pequeño zorrito, quien de inmediato salió como rayo de la cabaña.

Otro fuerte grito salió de Kagome y un leve olor a sangre le llego a Inuyasha. Temía mirar, pero debía confirmar de donde provenía, se fijo en la entrepierna de su compañera y su pantalón se estaba manchando de sangre.

─ Siento húmeda mi entrepierna.─ dijo al sentir mojado.─ El cachorro.─ decía preocupada la chica por su pequeño, tenía mucho miedo, temía perderlo, estaba aterrada.

─ Todo va a estar bien.─ decía Inuyasha al sobar el vientre de la chica, no sabía qué hacer, todo eso le hacía sentirse impotente, no sabía cómo ayudarla.

...

Kagome dormía tranquilamente después de ese enorme susto, gracias a los brebajes dados por Kaede. Sango y Miroku también se encontraban en la cabaña, ya que cuando Shippou les conto que Kagome estaba mal, fueron de inmediato a ver a su amiga.

─ Eso la hará dormir y calmará el dolor.─ dijo Kaede al dejar preparado un té.

─ ¿Qué es lo que paso?─ pregunto Sango claramente preocupada por su amiga y sobrino.

─ Creo que su poder choca con el youki del bebé y al tener él de los dos no sabe controlarlo, lastimando a su madre sin querer.

─ Pero ellos van a estar bien ¿verdad anciana?─ pregunto Inuyasha sin dejar de ver a su compañera dormida pero con su respiración algo agitada.

─ Lo mejor es sellar los poderes de Kagome, pero eso la dejará indefensa, no se debe quedar sola.

─ Entiendo.─ contesto Inuyasha.

─ Cada que regreses de matar demonios debes bañarte bien.─ el joven hanyou la miró atento y asintió.

─ ¿Me le puedo acercar?─ pregunto Shippou, no quería que por su presencia Kagome se pusiera mal de nuevo.

─ Sí, porque no eres malo. E Inuyasha, mantén su arco lejos de ella, el poder del arco le pude afectar. La próxima vez no podrían tener tanta suerte.

El chico asintió, haría lo que fuera necesario para que su familia estuviera bien, no los perdería.

...

Fue abriendo sus ojos y poco a poco enfoco a una figura roja que era su compañero, él estaba sentado junto a ella.

─ ¿Cómo te sientes?─ pregunto aliviado Inuyasha al verla despertase.

─ Mejor.

─ ¿Quieres comer?─ pregunto al ayudarla a sentarse.

─ Sí.─ tomo el tazón de arroz y verduras que su esposo le ofreció.─ ¿Y mi arco?─ pregunto al no verlo en la esquina de siempre.

─ En casa de Kaede.

─ ¿Por qué?─ eso le extraño, se suponía que no lo debía tener lejos.

─ Come y te explico.─ mientras ella comía Inuyasha le explicaba las recomendaciones de Kaede.─ Mañana tengo que ir con Miroku hacer un trabajo, te quedarás con Sango.─ le hizo saber.

No quería irse, pero si no acababan con aquel demonio de la aldea vecina, seguro después de destruirla se dirigiría a la suya, lo que nos quería en esos momentos era que los atacaran y Kagome no pudiera defenderse.


Inuyasha y Miroku habían partido desde muy temprano, ya era el atardecer y aun no regresaban. Y ella estaba cansada y aburrida, también se sentía sola y triste a pesar de la compañía de Sango, Kaede, Rin y las gemelas, quería gritarle a Inuyasha "siéntate" hasta cansarse, solo por tardar tanto.

Estúpidos síntomas del embarazo.

Salió de la cabaña de Sango para estirar sus piernas y al poco rato vio a Miroku.

─ Kagome-sama.─ le saludo el monje.

─ Hola Miroku e ¿Inuyasha?─ pregunto extrañada de no verle llegar con él.

─ Fue a bañarse, se impregno de la sangre del Oni. Dijo que lo espere aquí, el viene por usted.

─ Entiendo, pero están bien ¿verdad?

─ Claro que sí. Entremos, si la ve afuera se alterará.

Kagome esbozó una débil sonrisa, ella ya quería ver a su compañero.


Kagome y Sango estaban junto al pozo con las gemelas, Komori (el hijo pequeño de sus amigos) y Shippou, los habían llevado a jugar a aquel claro. Sus esposos se había ido hace días a exorcizar la casa de un terrateniente y aun no regresaban. Cuando la voz de las gemelas llamando a su padre las alerto, ya venían de regreso.

─ Inuyasha.─ avanzo a él emocionada, se había ido por cinco días y ella lo había extrañado horrores.

─ ¡No te me acerques!─ gritó al saltar a un árbol lejos de ella.─ ¡Vete!

Kagome sintió un nudo en su garganta y el corazón estrujarse, ella que lo había extrañado y se había preocupado por él.

─ Acabó con un demonio cerdo de regreso.─ se apresuro a explicar Miroku al ver los ojos llorosos de su amiga.

─ ¡Ve a la aldea, me baño y voy por ti!─ le gritó ya más calmado.

Cuando la vio acercársele no se acordó que acababa de matar a un demonio, la había extrañado tanto, lo único que quería era ya regresar junto a ella. Y justo a escasos centímetros de que ella lo tocará se acordó y salto lejos de ella, la manera en que reacciono no había sido la adecuada, pero sintió terror de que por ese descuido pudiera perder a su familia.

─ Vamos, regresemos.─ le dijo Sango a su amiga al tomarla del brazo.─ Cuando termine irá a la aldea.

Kagome suspiro y asintió.


Una noche ya estaban alistándose para dormir, Kagome estaba recargada en la pared esperando que Inuyasha colocará algunos leños al fuego para calentar la cabaña, ya que afuera llovía, cuando la chica sintió una leve punzada en su vientre.

─ ¿Qué pasa?─ pregunto preocupado Inuyasha al verla acariciar y mirar su vientre preocupada.

─ No estoy segura, sentí algo raro.

Inuyasha puso su mano sobre el vientre de ella, no sentía nada, hasta que...

─ ¿Se movió?─ pregunto esperanzado el chico.

─ Creo que sí ¡Se está moviendo!─ confirmo al sentirlo más claramente.

Al fin su cachorro se movía, tanto tiempo esperando y al final estaba dando sus primeros movimientos, sentía que lagrimas de felicidad se acumulaban en sus ojos.

─ Cachorro nos tenías preocupados.─ se tumbo panza bajo, para quedar a la altura del vientre de su compañera. Desato y abrió solo un poco la yukata de ella, lo suficiente para ver su vientre, se acerco y lo beso.

─ Inuyasha.─ dijo extrañada y un poco avergonzada, él nunca había hecho una cosa así, era lo más tierno que había hecho y las lagrimas que estaban acumuladas en sus ojos salieron, se sentía tan feliz.

─ Los amo.─ le dijo, se levanto y la beso.


Kagome descansaba a las raíces del Goshimboku, esta tarde hacía mucho calor y ese lugar era muy fresco.

─ ¿Y el orejas de perro?─ le pregunto Shippou, Sango lo había mandado para cuidar de Kagome.

─ Salió con Miroku.

─ Me dijo Rin que ya se mueve.─ dijo exaltado viendo el vientre de Kagome.

─ Sí, dame tu mano.─ el zorrito se la dio y la puso sobre su vientre.─ Es raro ahora que este quieto.

Shippou sentía maravillado como se movía su "hermanito", entonces se pregunto si podría escucharlo, coloco una oreja sobre el vientre y escucho los alocados latidos del corazón del cachorro.

─ ¿Te duele?─ pregunto curioso, era un cachorro Inu lo que significaba que podía tener garras y lastimarla ¿no?

─ No, pero si es un poco agotador que se mueva tanto.─ contesto con una sonrisa.

─ ¡Kagome-sama!─ se escucho a lo lejos los gritos de Miroku.

─ ¿Qué pasa?─ pregunto Shippou al tratar de buscar a su amigo.

─ No lo sé.─ contesto confusa la chica.

─ ¡Váyanse!─ les gritó.

Kagome y Shippou comprendieron, una horda de demonios iban hacia donde ellos estaban. Kagome se levanto lo más rápido que pudo con ayuda de Shippou.

Kaze no Kizu, se escucho a lo lejos.

─ ¿Estás bien?─ pregunto preocupado Shippou al verla sostenerse de un árbol y llevar una mano a su vientre.

─ Sí.─ contesto después de respirar profundo, su cachorro se estaba moviendo como loco y podía sentir que tenía miedo.─ Vámonos.─ le dijo al recuperarse un poco.

Caminaban lo más rápido que podían a la aldea y de pronto se vieron rodeados por una serpiente gigante, Shippou intento alejarla con su fuego pero no le hizo ni cosquillas. La vieron ponerse en posición de ataque, ambos se abrazaron y esperaron el ataque.

Inuyasha.

─ ¿Están bien?─ escucharon que preguntaba Inuyasha.─ ¿Kagome?─ pregunto preocupado, cuando ella le miró y le sonrió su corazón se tranquilizo.─ Cuídala Shippou.─ le dijo al zorrito antes de regresar a ayudar a Miroku.

─ Vayámonos... ¿Kagome?─ pregunto al verla comenzar a sudar y respirar agitadamente.

─ Estoy bien.

─ No es verdad ¡Sango!─ llamo a su amiga que iba llegado para ayudar.

─ Kagome, tienes sangre de demonio.─ dijo la exterminadora al ver que su yukata estaba manchada.

─ Inuyasha se nos acerco.─ explico Shippou.

─ Quítate esto.─ le dijo, quitándole la yukata quedando solo con la interior.─ Vayamos con Kaede.

─ ¡Kagome!─ gritó Inuyasha preocupado al ver que Sango y Shippou la cargaban con trabajo.

─ Detente Inuyasha.─ le advirtió Miroku.─ Estas cubierto de sangre y youki.

Fue cuando el ojidorado entendió, al protegerlos del ataque de esa serpiente la impregno de la sangre y youki.

...

─ ¿Puedo verla?─ le pregunto Inuyasha preocupado a la anciana al verla salir de la cabaña.

─ No hasta que tu cuerpo elimine el youki.

─ ¿Cómo están?

─ Mejor, pero no te le puedes acercar.─ recalco.

─ Sango la cuidará, vamos a la cabaña.─ le dijo Miroku.

─ Es mi culpa, si no me le hubiera acercado...─ se comenzó a culpar, pero al ver que esa serpiente los tenía rodeados no pensó en otra cosa que interponerse al ataque, hubiera usado a Tessaiga.

─ Los salvaste, ese demonio iba tras ellos, Sango no hubiera llegado. Kaede-sama ya te dijo que están bien.─ intentaba tranquilizar Miroku a su amigo.


─ Inuyasha, baja, estamos bien.─ le decía Kagome a su compañero que estaba arriba de un árbol. Desde el día anterior no lo había visto.

─ No puedo.

─ Aun expiden sus heridas youki, el ataque que iba para ustedes él lo recibió de lleno.─ le explicó Miroku.

─ ¿Por cuánto tiempo?

─ Sin sus curaciones, una semana.

La azabache miró a Inuyasha, sus miradas se cruzaron y supo que se sentía culpable, pero sabía bien que de no haberlo hecho todo hubiera sido mucho peor.


Kagome estaba terminando de limpiar unas plantas mientras Inuyasha la vigilaba desde el techo de la cabaña de la anciana Kaede.

─ ¿Estás bien?─ pregunto al verla llevar sus manos a su vientre.

─ Sí, solo se movió.─ le contesto con una sonrisa, sabía que Inuyasha temía estar demasiado cerca y que el youki les llegará a ellos.

─ ¿Ya comiste?

─ Ya Inuyasha.─ le respondió por tercera vez en esa hora.─ Y todavía no me da hambre, comí muy bien.

Sobreprotector.

─ ¿Cómo has dormido?

─ Bien, pero me faltas.─ quería sentir la calidez del cuerpo del chico a su lado, sentirse acobijada por sus brazos.

─ Dice Kaede que dos días más y mi cuerpo elimino el veneno.

Pero esos dos días se transformaron en otra semana.


Kagome iba de camino a su cabaña y llevaba una canasta con hiervas que Kaede le había pedido limpiar, caminaba a paso lento, desde que su cachorro se había comenzado a mover era rara la vez que estaba quieto, sonrió al pensar en que cuando naciera sería un pequeño torbellino. Se recargo en un árbol y respiro hondo para tomar un breve descanso.

─ ¿Estás bien?.─ le dijo Inuyasha al quedar frente a ella.

─ Inuyasha.─ dijo la chica sorprendida al verle que ya se le acercaba.

─ Luces cansada.─ dijo preocupado.

─ Estoy bien, tu hijo que no se está quieto.

Inuyasha no pudo evitar esbozar una sonrisa, su hijo, su primer cachorro, él un hanyou tendría un pequeño junto a la chica que sano su corazón, junto a su Kagome.

─ Entonces... ¿ya te quito tu restricción Kaede-sama o eres un desesperado?

─ Ya me la quito, por más que me muriera por tenerlos cerca sabes que no los pondrían en peligro.─ contesto a la defensiva.

─ Lo sé, solo jugaba.─ dijo al rodear su cuello con sus brazos.

─ Ya extrañaba poder tocarte.─ dijo al tomar de la cintura y acercar su rostro al de ella, quedando a escasos milímetros de su boca.

─ La casa no está muy lejos.─ dijo Kagome con una sonrisa de complicidad.

Inuyasha no tardo en cargarla e ir a su cabaña lo más rápido que consideraba para no lastimar a su compañera y a su cachorro.

─ ¿Qué pasa?─ pregunto Inuyasha al tenerla sentada sobre sus piernas y escucharla gemir, pero no por los besos que él de daba sobre la marca que la hacía suya.

─ Se está moviendo.

─ ¿Mucho?─ quiso saber mientras le terminaba de quitar la yukata a su compañera.

─ Sí, es incomodo.

Ante aquella respuesta suspiro frustrado, pero no la obligaría, ella ya tenía suficiente con su cachorro dándole patadas, como para que él causarle otra incomodidad.

─ Prefería que no se moviera, así podríamos disfrutarnos sin interrupciones.─ se quejo.

─ Tonto.

─ Cachorro solo un ratito, la tuviste para ti solo dos semanas.─ decía mientras acariciaba el vientre de ella.

─ Inuyasha.─ llamó Kagome al sentir otra patada, que también fue sentida por el padre.

─ Frustrado por mi propio cachorro.─ dijo el chico al comenzar a ayudar a Kagome a colocarse de nuevo su yukata.─ ¿Te da gracia?─ preguntó al verla soltar una leve risa.

─ Mucha.─ confesó.

Se inclino sobre ella y la beso, tal vez en esta ocasión no pudiera disfrutar como él quería de su compañera, pero se alegraba que su cachorro se hiciera notar y ambos estuvieran bien.


Hola, hola, aquí de nuevo. Esperando que está historia sea de su agrado.

14/01/2014