Estos magníficos personajes de Inuyasha le pertenecen a la sensei Rumiko, yo solo los eh tomado para crear esta historia la cual si me pertenece, pero no la hago con fines de lucro, solo para sacar todas esas ideas que rondan en mi cabeza.
Libre y Rebelde
Allí estaba, en la cabaña de la anciana Kaede con el traje de miko que la caracterizaría como una de ahora en adelante, tomo un espejo e intento ver como se veía, pero al ser tan pequeño apenas veía su rostro. Se sentía tan nerviosa y con miedo, no era la primera vez que lo usaría y eso era precisamente la razón de su miedo, la primer vez que lo uso no había sido muy grata su experiencia, fue poco después de conocer a Inuyasha y tener que lidiar con la mujer ciempiés, en esa ocasión Inuyasha le pidió que se lo quitase, no comprendió en su momento el por qué, luego supo que era por el mayor parecido que le daba con Kikyou.
Ahora que había regresado para estar con Inuyasha, no quería que ese pequeño pero insignificante cambio les afectara. Sentía miedo que el chico no la viera a ella, que a quien viera fuera a su antecesora. Respiro varías veces para intentar calmarse, sus amigos le esperaban afuera de la cabaña y sentía que ya había demorado más de lo necesario, si no salía entrarían por ella.
Camino hasta la puerta y estiro su mano hasta la cortinilla de bambú en la puerta, estaba por levantarla para salir pero el pánico la invadió, ella no podía soportarlo, que Inuyasha no la viera a ella... esta vez no podría... ya no podía huir y regresar simplemente a casa, tendría que vivir allí sabiendo que no sería correspondida como ella quería.
...
Afuera de la cabaña todos esperaban impacientes, Kagome ya había tardado y la comprendían, necesitaba tiempo para asimilar su cambio. Pero cierto hanyou ya no lo soportaba más, movía sus piernas impaciente.
─ Cálmate pequeña bestia, se que la paciencia no es una virtud tuya pero la señorita necesita tiempo, no creas que le es fácil desprenderse de su ropa y asimilar que ahora pertenece aquí.─ intento Miroku calmar a Inuyasha.
─ Lo sé... pero ya demoro.
─ Dale un poco más de tiempo, si ella regreso fue por decisión propia y porque quiere estar contigo.─ intervino ahora Sango.
─ Ya viene.─ dijo Shippou emocionado al ver que la cortinilla se movía.
La cortinilla de la puerta se abrió y vieron a Kagome, todos estaban pasmados, aun vestía la ropa con la que llegó, tenía los ojos llorosos, apenas si les dirigió la mirada y salió corriendo al bosque.
...
Corrió lo más que le daban sus piernas, no había podido hacerlo, había sido una cobarde... sintió que sus fuerzas se fueron y se dejo caer de rodillas al suelo, sus lagrimas escurrían por su rostro, ya quería dejar de llorar pero no podía, alzo la vista para ver el lugar en que ahora estaba, debía ser una broma, el Goshimboku ¿Cómo era que siempre terminaba allí? de todos los lugares ¿Por qué allí donde había tantos recuerdos?
Inuyasha la miraba de lejos, él que pensaba que ahora todo iba a estar bien, pero al verla salir de la cabaña y prácticamente llorando su corazón se estrujo, entro a la cabaña y vio botadas las ropas de miko, las tomo y estaban cálidas, tenían el aroma de ella, lo que quería decir que se las había puesto y luego quitado, no debía ser un genio para saber qué había pasado, tomo las ropas y fue tras ella, ninguno de sus amigos hizo el intento de ira tras él, ya que era un asunto que debían arreglar entre ellos. Se acerco lentamente hasta ella y le llamó.
Kagome.
─ Gomen.─ se disculpo la chica al escuchar la voz de Inuyasha apagada, tal vez pensaba que se estaba arrepintiendo de haber regresado.─ Yo...─ no sabía cómo comenzar a explicarse.
─ No tienes que usarlas si no quieres.─ le dijo al posarse frente a ella.─ Ya veremos qué otra cosa puedes usar.
Kagome se limpio las lagrimas y levanto la cara para verlo, su cara era de preocupación y culpa, en ese momento supo que él sabía lo que le pasaba.
─ Ya deja de llorar, le diremos a esa anciana que esto no va contigo.─ dijo señalando las ropas que estaban en el suelo.─ El que las uses no te hará tener los poderes que tienes.─ decía en un intento de quitarle importancia al asunto, después de todo él tenía la culpa, por lo menos así lo pensaba él.
─ Inuyasha... yo no quiero que... cuando las use...─ comenzó a decir Kagome, no quería quedarse con nada en su corazón, no quería que las dudas y falta de confianza mancharan su relación.
En un impulso Inuyasha la jalo hacia él, dejando sorprendida a Kagome, era como la vez que la abrazo para quitarle el fragmento de la perla y mandarla de regreso a su época, solo porque temía que le pasase algo malo.
─ Tonta.─ dijo en regaño, no iba a dejar que ella pensará cosas que no eran, ya no, quería tener una relación sería con ella y si eso significaba abrir su corazón, lo haría.─ Desde hace mucho solo te veo a ti, antes de que regresaras llegaba a tener visiones de ti estado despierto y cuando dormía solo en mis sueños estabas tú... hay muchas cosas que las hacen diferentes tu cabello rebelde como tú; tus ojos grandes y expresivos, siempre logrando transmitir tus sentimientos; tu aroma dulce y fresco, uno que solo tú tienes... No importa lo que uses tu siempre serás mi Kagome.
─ Arigato Inuyasha.─ esas eran las palabras más hermosas que le había escuchado, era como una declaración de amor por parte de él.
─ Vamos a conseguirte otra cosa.─ dijo al levantarse con ella.
Kagome miró aquel traje, si Inuyasha lo había llevado hasta allá significaba que esperaba que cambiara de opinión y lo usará ¿no?
─ Inuyasha ¿Tiene algún significado para ti que use esto?
─ Que... que no te irás y estarás a mi lado siempre, pero cualquier otra ropa estará bien, siempre y cuando tú estés cómoda ¿Qué pasa?- pregunto confundido al verla sonreír.
...
Kagome salió de entre los arbustos, llevaba aquel traje rojo y ya estaba más calmada. Inuyasha se acerco a ella, con una mano tomo la suya y la otra la paso por su melena azabache, la deslizo hasta la cinta que sujetaba su cabello y la corto con sus garras.
─ Así está mejor, así eres tú... libre y rebelde.
Kagome estaba por decir algo pero sus palabras murieron al ser besada por él.
...
─ Recuerden nadie vio nada.─ decía un monje a Shippou, a su esposa y a sus pequeñas hijas.
Ellos habían querido dejarles solos, pero, estaban preocupado por ellos... ¿a quién engañaban? querían estar en primera fila cuando al fin se confesaran sus sentimientos, además, eso hacían los verdaderos amigos ¿no?.
...
¡Wiii! Regrese porque el público lo pidió XD ... Muchas gracias por estar pendientes de mis historias, me pone muy feliz que las lean y dejen sus mensajes. Domo Arigato, nos estamos leyendo pronto.
23/03/2014
