Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.
Enfermedad.
Un día soleado Inuyasha había salido con su cachorro a nadar al río. Moroha era la adoración de sus padres, tenía lo mejor de ambos, los ojos y orejitas tan características de su papá; el cabello y sonrisa de su madre. A sus escasos cinco años era un pequeño torbellino, no le gustaba quedarse quieto.
Decidir tener a Moroha implicó muchas cosas, pero las dos más importantes, eran: enfrentarse al hecho de que Kagome al dejar de ser virgen, perdería sus poderes espirituales y que probablemente, ellos no pudiesen ser padres por ser él un hanyou, durante casi un año lo intentaron, ya se resignaban a la dura idea, cuando Sesshoumaru a su peculiar manera, les dio la mejor noticia de su vida.
"Creí que no dejarías de poner en vergüenza a nuestro padre, pero al fin preñaste a tu compañera."
—Papá, tengo hambre— se quejó Moroha.
—Yo también, vamos a casa— de un salto salió del rio y se dispuso a secar a su cachorro.
—¿Por qué mamá debe ver a otros niños?— preguntó cuando su padre dejo de secarle, su madre les había "abandonado" por ir a la aldea.
—Los fue a curar.
—No me gusta, la quiero para mí.
—Te digo algo, yo también.
—¿Y si la secuestramos?— sugirió.
—No es mala idea.
...
Kagome ya estaba agotada, en toda la semana no había tenido descanso, si no ayudaba en lo partos, atendía golpes en los campesinos o resfriados. Casi no había visto a Inuyasha y a su hijo, al regresar a la cabaña Moroha ya dormía o era poco el tiempo que pasaba con él antes de que se durmieran.
Se estiró, le dolía la espalda por recolectar plantas y apenas comenzaba ¡Quería ir y descansar en su futón!
—¡Mami!— gritó Moroha al correr hasta Kagome.
—¿Tan rápido de regreso?— recibió gustosa a su hijo.
—Dio hambre, ¿Ya terminaste?— esperaba dijese que sí.
—No, debo buscar unas plantas y luego ir a preparar los ungüentos. En casa hay arroz y verduras, vayan a comer— otra comida que se perdía con ellos—. ¿Qué haces?— Inuyasha se le había acercado hasta quedar a milímetros de su cara.
—No has comido, vas a enfermar— había escuchado su estómago gruñir.
—Tengo que terminar de...
—¿Qué te falta por buscar? Con nuestro olfato las encontraras más rápido.
—Pero Moroha tiene hambre, llévalo a comer.
—Puede comer alguna fruta.
—No tengo tanta— dijo el pequeño—. Mami, si terminas más rápido, pasaras más tiempo con nosotros— dedujo con felicidad.
—Esa idea me gusta, busquémoslas— no solo terminaría antes, pasaría tiempo con sus chicos.
Primer día desde hace muchos que Kagome podía tomarse la mañana, el día era perfecto, era soleado pero sin hacer calor, por ello es que decidieron comer afuera, bajo la sombra de un árbol. La chica miraba con felicidad a Inuyasha y Moroha jugar, primero jugaron a las luchitas y luego Inuyasha lanzaba al pequeño al aire, pero cada vez era a mayor altura.
—¡Inuyasha no tan alto!
—Otra— pidió Moroha, pero su padre lo bajo.
—No, mamá ya se puso de aburrida.
—Mami, estoy bien— le gustaba volar alto porque podía ver sobre los árboles.
—Es hora de comer— primero debía calmarse, si dejaba que su pequeño pusiera ojitos de cachorro, estaría perdida.
—¿Y luego vuelvo a jugar con papá?
—Si— aceptó.
—Relájate, no voy a lastimarlo— dijo Inuyasha al sentarse junto a Kagome.
—Eso lo sé, pero no puedo evitarlo.
…
Caminaban de regreso a la aldea, cuando un extraño olor alertó a Inuyasha, un demonio les seguía. Vio que su hijo se había adelantado un poco al ir pateando una piedra, Kagome miró a la dirección que Inuyasha veía, detestaba ya no poder sentir aquellas presencias.
—Moroha, ven aquí— ordenó, pero el cachorro solo le miró confundido—. ¡Ven aquí!— gritó y el niño fue hasta su madre, ¿Había hecho algo malo para que su papá se enojase?
—¿Qué pasa?— preguntó confundida Kagome.
—Suban a mi espalda— no dio más explicación, debía sacar de allí a su familia.
Kagome ayudó a Moroha a sujetarse del cuello de Inuyasha, luego ella se subió. En cuanto les sujetó bien, Inuyasha emprendió carrera a la aldea. La presencia no les siguió.
—¿Qué había?— indagó Kagome una vez estuvieron en la aldea.
—Un demonio, no sé de qué tipo.
—¡Inuyasha! ¡Kagome-sama!— gritaba Miroku a su encuentro—. Que bueno están bien, por un momento se sintió una energía extraña.
—Venía tras nosotros, pero dejo de seguirnos— contestó el hanyou.
—¿Quieres ir a buscarle?
—No tardo, quédense con Sango, y Kagome, no se te ocurra ir tras nosotros.
—Con cuidado— en definitiva, extrañaba sus poderes.
—¿Mami?— no entendía de lo que hablaban los grandes.
—Vamos con Sango, tu papá y tu tío volverán pronto.
Los días pasaron y no había señales de aquel demonio. Querían creer que decidió abandonar la zona. Pero Inuyasha no dejaba de estar alerta, apenas si dormía y mantenía a su familia a la vista.
Hasta que una mañana, volvió.
Primero fue como un temblor, pero luego, una gran nube de polvo se esparció por todo el campo. Kagome, Inuyasha y Moroha, estaban en el campo de plantas medicinales, en el centro del ataque. Para cuando el polvo se fue disipando, un demonio sapo gigante se dejó ver, su piel tenía llagas y le faltaba un ojo.
—Finalmente nos vemos de nuevo, hanyou.
—¿Quién eres?
—¿No me recuerdas? Cuando eras cachorro me dejaste sin ojo.
—Si no pudiste conmigo de cachorro, ¿Cómo piensas ganarme ahora?
—Ya lo veras.
Con su gran lengua atacó. Inuyasha al mantenerse cargando a Kagomey Moroha, no podía atacar, solo esquivaba la lengua y la baba que arrojaba. En cuestión de minutos, el campo de plantas fue cubierto por una neblina.
—Hanyou...— llamó el sapo desde algún lugar—. Hay una palabra cuando para cuando pierdes a tus padres, "huérfano". Y hay una para cuando pierdes a tu pareja, "viuda" o "viudo"— se dejo ver—. Hay tantas palabras para tantas cosas, pero no hay ninguna palabra para cuando pierdes a un hijo— miró a Kagome y Moroha—. ¿Cuál de todas esas situaciones dolerá más? Dime hanyou, ya fuiste huérfano, te falta ser viudo o hacemos que tu cachorro pase por lo mismo que tú.
—¡No vas a tocarlos!
—Inuyasha...
—Les protegerá— puso su haori sobre Kagome—. Solo cúbranse, cuando le ataque, se van.
—Papá— tenía miedo, nunca había visto un demonio de ese tamaño.
—Obedece a tu madre.
Inuyasha desenfundó su espada y atacó. Kagome y Moroha corrieron a través de la neblina, la chica miraba a todos lados, el campo le parecía eterno, se suponía que ya debían haberlo atravesado.
—Papá huele diferente— dijo de pronto Moroha, Kagome sabía a qué se debía, la sangre demoniaca de Inuyasha estaba tomando el control.
—Va a estar bien, corramos.
—¡Mamá!— gritó al ver otros sapos de menor tamaño frente a ellos.
—Al otro lado, veo el bosque— una vez en un claro despejado, podía buscar al monje Miroku.
—¡Kagome al suelo!— gritó Inuyasha.
La chica no supo cómo es que reaccionó a tiempo, pero pudo poner abajo suyo a Moroha y taparles con el haori de rata de fuego. El demonio sapo estuvo por alcanzarles con su larga lengua, pero fue cortada por Inuyasha.
—Es tu fin— dijo Inuyasha.
—Lo es, pero no acaba aquí— se burló el demonio.
—¿Qué mier…?— apenas fue atravesado por Tessaiga, el cuerpo se infló y le salía espuma con un olor asqueroso.
Kagome y Moroha esperaban a Inuyasha, estaban aliviados, todo había terminado, el sapo estaba muerto. Pero al ver que el cuerpo se expandía, quedaron sorprendidos ¿Iba a explotar?
Inuyasha se alejó, miró a su familia, debía llevárselos, corrió a ellos justo antes de que el sapo explotará y la espuma que se evaporaba se expandiera.
—¡Kagome! ¡No respiren!
—Ven aquí— tomó a Moroha, le envolvió con el haori, tapó boca y nariz.
Moroha ya estaba desesperado, quería respirar, se movió para soltarse y su madre uso más fuerza. Kagome estaba desesperada, temía asfixiar a su hijo, ella ya necesitaba aire y pronto flaquearía, por suerte, fue cargada y llevada a un lugar seguro.
—Moroha, ya terminó, respira— dijo la joven madre, su hijo tocia y jadeaba por aire— ¿Estás bien?
—Si— logró contestar.
—¿Respiraron esa cosa?— preguntó Inuyasha.
—No, ¿Tú estás bien?— su compañero aún tenía las marcas moradas en su rostro.
—Claro que sí.
—¡Están bien!— gritó una aliviada Sango—. No podíamos llegar, miles de sapos invadieron la aldea.
—Ya no hay plaga, desapareció cuando ese demonio murió, pero... ¿Qué fue esa nube?— preguntó Miroku, era muy extraño, los otros sapos eran un distractor, pero ¿Para qué?
—No lo sé, pero las cosechas se perdieron.
—El segundo campo está bien, que bueno que se nos ocurrió eso— aquella medida la tomaron por precaución, y vaya que sirvió.
Dos semanas después del ataque, las cosas habían vuelto a la normalidad. Kagome lavaba la ropa, Inuyasha la tenía y Moroha jugaba con las gemelas y Komori. Pero en un momento, el pequeño cachorro, fue hasta su madre, no tenía buena cara.
—Mami, tengo frío— Kagome le examinó, su cara estaba roja, tocó su frente y ardía.
—Tienes fiebre.
—¿Enfermó?— preguntó Inuyasha, había dejado a un lado su tarea.
—Se mojó ayer en la lluvia— le recordó—. Le daré un té y estará pronto mejor, vamos a casa— cargó a su hijo, y él se aferró fuerte a ella.
—¿Te vas a quedar conmigo?
—Por supuesto.
—¿Y papá?
—Aquí estoy— estaba justo detrás de ellos, cada vez que su cachorro enfermaba, él la pasaba mal por las preocupaciones.
+.+.+.+
Tres días y Moroha apenas mejoraba, no comía porque la comida le sabía fea y constantemente debían ponerle trapos húmedos para controlar la fiebre.
—No me gusta verle enfermo— dijo un frustrado Inuyasha.
—Ya le ha pasado, siempre está bien— intentó calmar Kagome, pero la verdad era que ella estaba igual de preocupada.
—Si mañana no está mejor, iré por los ingredientes especiales.
—No me lo recuerdes— el pensar lo que eran esos "ingredientes especiales" le daba nauseas.
—Te curaste— le recordó.
Punto para Inuyasha, tal vez, eso era lo que Moroha necesitaba.
…
Inuyasha y Kagome batallaban para que su hijo bebiera el té especial, pero Moroha se reusaba con fuerza, que no eran muchas por la enfermedad, y por ello es que Inuyasha tampoco aplicaba mucha para no lastimarle.
—Bébelo— pidió Kagome.
—Huele feo.
—Te pondrás mejor— aseguró Inuyasha.
—No— hizo berrinche, lo que estaba en la taza le daba asco.
—Con esto te pondrás mejor, yo ya lo he tomado y funciona.
—Vamos cachorro, abre la boca.
Moroha solo alcanzó a dar dos sorbos antes de vomitar sobre suyo y su padre, quien no se inmutó por el accidente, lo que hizo fue quitarle la yukata a su hijo, mientras Kagome iba por una limpia.
—Kagome— llamó al ver unas manchas rosas en la piel de su cachorro.
—¿Tienes comezón?— preguntó Kagome, en ese momento pensó que no era un resfriado y era sarampión.
—No.
—Voy por Kaede— dijo Inuyasha antes de salir corriendo, sin molestarse en cambiarse.
—Me duele mi cabeza.
—Recuestare y duerme, papá ya viene con Kaede-sama.
Inuyasha y Miroku habían partido donde Totosai en busca de Myoga, en cuanto Kaede dijo que no sabía lo que tenía Moroha, Kagome no se apartaba de su pequeño, a cada hora la fiebre subía y comenzaba a desesperarse.
—Tranquila, es un niño fuerte, igual a su padre— intentó calmar Sango.
—Jamás se había enfermado, no así.
—Inuyasha y Miroku encontrar respuestas con Myoga. Él debe saber algo.
—Eso espero.
...
Inuyasha estaba impaciente, a cada segundo que esa pulga se tardaba en responder, su cachorro la pasaba mal. Por su parte, Myoga meditaba después de escuchar a su amo, por la explicación dada, lo que iba a decir no sería fácil.
—Fiebre como resfriado, manchas rosas, dolor de cuerpo y mucha sed— repitió los síntomas, esperando haber confundido alguno.
—¡Exacto!
—¿Fueron atacados por un demonio sapo con ampollas en la piel?
—Hace dos semanas.
—¿Murió?
—Sí, lo maté… ¿Cómo se cura?— la pulga no respondió, solo miró a Totosai y ambos suspiraron—. ¡Myoga! ¿Cómo se cura?
—No la hay, no en hanyou— respondió sin ver a su amo.
—¿Cómo dices?
—Esa clase de demonio sapo, antes de morir explotan, esparcen un veneno, si hay cachorros demonio en edad d años, los infecta, la cura es una salvia que en humanos es veneno, un hanyou no lo soporta.
—Debe haber otra cosa— dijo Miroku al ver que su amigo quedo sin palabras, a él también le había dolido la respuesta de Myoga.
—Lo siento amo, quisiera ser de más ayuda.
…
Inuyasha no sabía si entrar o no a la cabaña. ¿Qué le iba a decir a Kagome? Ella le esperaba con una cura y volvía con malas noticias.
—Tienes que entrar— dijo Miroku.
—No puedo perderlo, es mi culpa, yo maté al sapo, ese maldito vino a morir— ahora veía cual fue su plan inicial.
—No podías saberlo.
—Les fallé, no debí dejar que Kagome me convenciera de tenerlo.
—Es algo que ambos querían, ve con ellos, debes estar a su lado.
Apenas pasó el umbral de la puerta, vio a Kagome más desgastada, seguramente no había dormido; su cachorro dormía y las manchas le habían aumentado.
—¡Inuyasha! ¿Qué dijo Myouga?— preguntó esperanzada.
—Que debemos esperar, lo que le hemos dado debe funcionar— mintió, se inclinó sobre su cachorro y acarició su carita.
—No es justo— Kagome se soltó a llorar, veía la verdad en los ojos de Inuyasha, la verdad que no le quería decir.
—Va a estar bien— le abrazó—. Se va a poner bien— se empeñaba en mentirse, no podía aceptar la realidad.
Octavo día, ya no sabían cuanto llevaban sin dormir, sin comer o salir de la cabaña, no podían separarse de su hijo. El pequeño se quejaba de comezón, dolores fuertes, ningún alimento le pasaba, todo lo vomitaba.
—Mami, tengo frío— Kagome le tocó, estaba helado.
—¿Mejor?— preguntó Inuyasha al cubrirlo con su haori.
—Arden mis ojos.
Moroha fue cargado por su madre, ella lloraba e Inuyasha les abrazó a los dos. A cada minuto que pasaba, su cachorro empeoraba y no podían hacer nada.
—Duerme un poco— dijo Kagome a su hijo.
—También deberías dormir— sugirió Inuyasha a la chica.
—Quiero cuidarlo— fue abrazada con mayor fuerza, y sintió las lágrimas de su compañero sobre su cuello.
…
Inuyasha miraba con enfado a Sesshoumaru, él era su última esperanza, él podía traerle de vuelta a su cachorro, pero decía que no podía.
—¿Cómo que no puedes hacer algo?
—No hay demonios del inframundo.
—Mientes.
—Debe ser porque una parte de él no pertenece a esta época.
Sesshoumaru esquivó el ataque de su hermano, le alejó de los presentes, estaba perdiendo el control y era una amenaza para todos.
—¡Inuyasha, basta!— gritó Kagome, sabía que estaba dolido, ella también, pero lo último que quería era que Inuyasha pelease.
—Ha perdido el control— dijo Jaken.
—¡Inuyasha! ¡Detente! ¡INUYASHA!— corrió hasta donde era la pelea.
—¡Kagome, no!— Sango le detuvo.
—¡Inuyasha! ¡Osuwari!— nada, el collar no funcionó.
Fue abriendo los ojos, vio el techo de su cabaña, miró a una esquina, el arco de Kagome estaba en su lugar, le costaba recordar lo que había pasado, tenía imágenes borrosas de una pelea.
—¡Kagome!— ella estaba con él.
—Ya viene, Sango la llevó a comer— dijo Miroku.
—¿Qué pasó?
—El olor del demonio mofeta les hizo tener alucinaciones.
Inuyasha se quedó pensando un poco, iba recordando. Comían al aire libre con Shippou, cuando el demonio mofeta les atacó, su objetivo por alguna razón era el zorrito. Obviamente no iban a dejarle dañar y le defendieron.
—¿Y Shippou?
—Está bien, él les trajo, ahora cuida a los niños.
—¿Qué pasó con el demonio?
—Murió por la herida que le hiciste.
—Ya despertaste— Kagome corrió hasta Inuyasha y le abrazó.
—Vamos por comida, seguramente estás hambriento, ya volvemos— dijo Miroku antes de irse con Sango.
—¿Qué pasa?— la azabache notaba algo perturbado a Inuyasha.
—Lo que vi, fue... Tan real— le contó su alucinación, quería sacarse ese dolor.
—Vimos lo mismo y creo saber la razón... Kaede-sama me lo dijo apenas desperté— llevó las manos de Inuyasha su vientre—. Seremos padres.
—Tus poderes.
—Siguen intactos.
A diferencia de la alucinación, Kagome no perdió sus poderes al no ser virgen, pero al quedar embarazada era otro riesgo, por la mezcla de poderes que el cachorro tendría, el pequeño podría sellar el poder de su madre como protección.
—Y tranquilo, está bien.
—No vas a volver a ir a pelear contra demonios— le jaló hacia él para abrazarla.
—No iré, lo prometo— tampoco quería perder a su bebé.
Myouga luchaba por salir de entre los dedos de su amo, él fue a felicitarle por el cachorro y apenas le vio, fue interrogado sobre los peligros que podría tener el cachorro, desde enfermedades, hasta ataques extraños de demonios.
—Di todo pulga.
—Ya se lo dije, aquel sapo que le atacó de niño no tiene esa capacidad.
—¿Algún otro?
—No, puede enfermar, pero dudo que sea grave para el cachorro— de saber que su amo estaría tan paranoico, hubiese pospuesto su viaje.
—¿Hay algo para asegurarlo?
—Amo, solo alimente bien a su cachorro y cúbralo en época de heladas.
—Inuyasha, ya suéltalo— intervino Kagome.
—Kagome-sama, gusto en verla tan radiante— hizo una reverencia—. Por lo que veo no debe preocuparse, el cachorro va creciendo bien— a sus seis meses, el vientre de Kagome estaba tomando buen tamaño.
Oficialmente, el parto de Kagome fue el más largo que Kaede había tenido que atender y el primero donde el padre estaba presente, no hubo manera de sacar a Inuyasha de la cabaña y Kagome al venir de una época moderna, le quería con ella. Con los primeros rayos del sol, nació un pequeño de pulmones fuertes, cabello y orejas negras, pero también con el gran apetito del padre.
—Hola cachorro, soy tu papá— decía Inuyasha al verlo en brazos de Kagome.
—Te está oliendo— comentó Kagome al ver que su bebé movía graciosamente la nariz.
—Duerme, yo les cuido— pidió el chico, y sin objetar, su compañera se recostó—. Los amo.
—Y yo a ustedes.
Unos ojos dorados miraban con detenimiento en pequeño tronco, estaba vez lograría cortarle, él podía hacerlo. Alistó sus garritas y gritó "Sanko Tessou", el tronco de partió en tres.
—Pude hacerlo ¡Papá! ¡Pude hacerlo!
—¿Qué pudo hacer?— preguntó Kagome al salir a ver el alboroto.
—¡Mamá! Corté la madera con mis garras.
—Y lo has hecho mejor que tu papá— elogió, a lo que el pequeño sonrió más.
—Voy a cuidar a mamá y el bebé cuando papá salga.
—No lo dudo, cada día eres más fuerte— Inuyasha se sentía tan orgulloso de su cachorro.
—Sé que es divertido cortar leña, pero ya es hora de comer.
—Mamá, otro rato.
—Si no comes, no tendrás fuerzas para seguir.
—Pero…
—Takeru, obedece— reprendió Inuyasha, habían decidido nombrar a su hijo con otro nombre y no aquel que se manifestó en la visión.
—Está bien— entró a la cabaña y se sentó a la espera de su comida—. ¿Cuándo nace?— preguntó viendo el vientre de su madre.
—En otoño, dos meses más.
—¡¿Oíste?!— abrazó el vientre de su madre—. Cuando nazcas va a ver hojas por todos lados y saltaremos en ellas.
Inuyasha y Kagome sonrieron, el nuevo bebé no podría hacer eso ¿Cómo pensaba Takeru que sería su hermanito? Ya cuando le viese comprendería, pero ahora, era placentero verlo emocionarse.
25/06/2017
Otro OneShot, ¿Qué tal? ¿Les llegó al corazón?
Moroha, es por Haimura Moroha de Seiken Tsukai no World Breack, apenas veré el anime pero ya me atrae el personaje.
