Capitulo 4

Renegociaciones

Me molestaba sobremanera el hecho de que Aoshi me hubiera abandonado en el barco . Tal vez todo este asunto, lo de la boda había sido como una especie de reto para él. O simplemente era que se había aburrido de mi o había por fin reflexionado y entrado en razón.

Estaba claro que me odiaba. ¿Por qué? Una vez, él me había amado y me había hecho daño, yo le había hecho daño en retribución. El perdón y el olvido eran palabras desconocidas para él y estaba completamente decidido a vengarse. Según el había comprometido su sentido del honor, lo había avergonzado delante de la gente. Y me daba cuenta demasiado tarde de lo que eso significa para un Japonés. Ahora me daba cuenta que podía aceptar la versión de él de esa famosa noche. Jin debió drogar la bebida de Aoshi, contratar a esa mujer para que sedujera a un hombre drogado y fuera de sus cabales para que y los encontrara, pero, todo aquello estaba muy lejos en el pasado y, aun así, seguía envenenando el presente y causando un dolor inimaginable a ambos.

¿Por qué tanto dolor¿Y por qué estaba echando de menos tanto a Aoshi? Debería haberme alegrado de que no estuviera, pero no era así. También me dolía que Aoshi estuviera amargado y me arrepentí de lo brutalmente dura que fui con el

Cinco días después de la marcha de Aoshi, me decidí a abandonar el hotel a donde llegue y el había hecho las reservaciones. Ya que me daban la oportunidad de viajar, no la iba a desaprovechar y no me iba a quedar en el hotel sin nada, me preocupaba la ausencia de Aoshi, pero no solucionaba nada muriéndome de angustia en la habitación

Aoshi no se había puesto en contacto desde su marcha, cosa que me venía muy bien para mis intenciones.

Visite el mercado e pescadores y el de artesanos, encontre maravillas de trabajos hechos en conchas de mar y de trabajos en perlas recien sacadas del océano

Fue un espectáculo el contemplar a las a las famosas mujeres pescadoras de conchas de perlas y ver como descendían una y otra vez por su presa

A la mañana siguiente, estaba con un grupo turistico que daria n recorrido por el parque Ise-Shima, donde se encuentra el gran santuario de Ise-Jingu

-Señora Shinomori...

Me quedé helada. Al otro lado de la calle, un cochero me llamaba, y dentro del coche estaba Aoshi

-Misao –dijo-. Voy a contar hasta cinco para que en­tres sin discutir.

Me puse furiosa, ese hombre desaparecia y ahora volvia dando ordenes?

- El señorito decidio aparecer verdad?

-Uno.

-El desaparecer sin avisar y dejar un mensaje con un tercero ha sido rastrero...

-Dos.

-Hablaremos despues, tengo planes .

-Tres.

-No hay manera de que me hagas entrar en ese coche, donde no quiero estar Aoshi!

-Cuatro

Cruce los brazos y levante la barbi­lla.

-Cinco

Aoshi salió del coche, estaba espectacular. A pesar de estar enfadada con él, los latidos de mi corazón se aceleraron y la boca se me secó. Él me tomó en brazos y me metió en el coche.

Recuperada de la sorpresa inicial y molesta le dije:

-¡Voy a salir de aquí ahora mismo!.

Pero él me lo impidió.

-Has arriesgado la vida cuando dejaste la seguridad del hotel ayer.

-De qué me estás hablando?

-Te guste o no, eres la esposa del lider del clan Shinomori y la nieta del lider del clan Makimashi, lo que hace de ti un blanco muy vulnerable.

-Para qué?

-Para los raptores, ladrones y enemigos de ambos clanes! En el mismo momento en que supe que ha­bías abandonado el hotel, me preocupó seriamente tu seguridad personal

-Ningún ladrón encontraría nada de valor que robarme y tampoco tengo información que revelar

-Y te gustaría verte a merced de una banda de ladrones que no podrían conseguir siquiera una buena joya por su trabajo? O enfrentarte a un grupo de ninjas que nos e crean eso de que no sabes nada de nada?

Se me hizo un nudo en el estómago. Su auténtico tono de preocupación me hizo sentirme avergonzada, ya que el primer objetivo al abandonar el hotel había sido realmente hacer enfadar a Aoshi y darle a probar un poco de su propia medicina.

Y yo que lo acuso de infantil

-Lo siento. Sinceramente, no pensé...

-Por lo menos estás bien. Aparte de tu piel

-Mi .. piel?

-Te has expuesto mucho al sol. ¿Cómo has podido hacer eso, ya ahora ibas a tomar mas sol, la espalda te doleria terriblemente esta noche

-No tanto, me la hidrato recien llego a la habitacion...

-Y ahora vamos a ir a el santuario de Ise-Jingu -murmuró él- se ve que tienes ilusiones de ir

-No, no importa... Ni siquiera vas vestido para...

-InsistoHoy vamos a empezar en donde lo dejamos hace una semana y vamos a empezar a aprender a estar casados – tomandome de la mano y viendome a los ojos-, depongamos las armas y vivamos pacíficamente .. que nuestro hijo no venga a un aburla de lo que debe ser un hogar . respetémonos y aprendamos a – se detuvo y rectifico la palabra que iba a decir-, intentemos tratarnos como amigos siquiera

Lo mire sorprendida, o estaba soñando o este no era Aoshi Shinomori

-Quien eres y que hiciste con Aoshi Shinomori? – pregunte jocosamente y Aoshi sonrio, yo me le uní en su risa, era hora por nuestra salñud, enterrar el hacha de la guerra .. en algun lugar que no fuese nuestras espaldas

-Tenía algunas cosas que hacer – me explico mientras cenabamos-, pero no debería haber tardado tanto en volver. Ademas, queria reflexionar lo que me habias dicho

En un momento dado, vi que Aoshi me miraba fijamente.

-Qué pasa?

-Eres inconsciente de tu propio poder. De muchas maneras, todavía eres muy inocente. Ese día, en mi despacho, me habría dado cuen­ta de ello si no hubiera estado tan enfadado contigo.

Me di cuenta de que, en esos días que habían pasado separados, Aoshi parecía ha­berse librado de su enfado, lo mismo que de su amargura y deseo de hacer daño.

-Traté de decirte que no pasó...

-No. Déjalo en el pasado, donde debe estar.

-Pero...

-No más malos recuerdos – tomo mi mano con ternura-, . Solo éramos unos niños, y los niños hacen estupideces cuan­do tienen relaciones demasiado profundas – guardo silencio por unos instante contemplandome y dijo repentinamente-, Te deseo

De repente, fue como si el ambiente se car­gara de electricidad. Me entró un sudor frío cuando él me puso las manos en los hom­bros y me miró a los ojos fijamente.

-Puede que duela esperar, pero la antici­pación hace mayor el placer -añadió él-, pero que largo sera este mes y los demas meses de mi vida.

Cuando volvimos al coche estaba agotada, Aoshi decia lago de la historia del templo pero no preste atencion, lo único que me impor­taba era la mirada de Aoshi sobre mi y la forma posesiva en que me agarraba la mano.

Una vez a bordo del coche, me inclinó hacia él sin explicarme porque, no pensaba y Aoshi me sujetó por la espalda.

-No tenemos suficiente tiempo -dijo él-. No quiero que nos interrumpan.

Llegamos a la habitación a duras penas, nos besábamos descaradamente frente a la gente que nos miraba .. y la verdad no nos importaba

Creo que si el elevador no hubiese estado lleno de gente lo hubiésemos hecho ahí mismo

-¡Dios mío... necesito estar dentro de ti-exclamó Aoshi entre los besos, y una señora detrás de nosotros en el elevador dio un respingo de espanto y se alejo unos cuantos pasos, creo que su reacción nos ayudo a poder controlarnos por unos segundos hasta que la cabina llego a nuestro piso

Nuestra luna de miel duro mas de lo planeado, y mama me regaño por no haber hablado n escrito a casa regularmente.. pero después me disculpo alegando que seguramente Aoshi y yo estabamos muy .. ocupados

Nota: Algunas veces los comentarios de doble sentido de las madres pueden ser en verdad abochornantes

Y mas si eran ciertos

Para mi el primer dia en esa habitacion habia borrado el recuerdo el barco, para mi esa fue en verdad mi primera vez, m autentica noche de bodas

La luna de miel comenzo para ellos en ese momento cuando frente a su habitación Aoshi la tomó en brazos y la metió así en la habitación. Allí la dejó de nuevo en el suelo y le bajó la cremallera del vestido para bajárselo a continuación. Luego, se quedó mirándola semidesnuda

Misao lo vio desnudarse. El corazón le la­tía tan fuertemente que parecía que se le iba a salir del pecho.

-Primero... deberíamos hablar.

-En este momento en particular? De eso nada. Esta semana pasada ha sido como seis meses para mí -dijo él.

-Me siento como si me fuera a morir de ex­citación —murmuró ella.

Mientras se acercaba a ella, Aoshi sonrió.

-Todavía no- sonrio picadamente-, . Pero sí pronto.

Luego la hizo tumbarse en la cama y él la si­guió.

Ella era muy consciente del calor que sentía entre los muslos. Se quedó muy quieta mientras él le quitaba el sujetador.

Aoshi gruñó se satisfacción y le atrapó un pezón entre los labios, rozándoselo con la punta de la lengua. Misao arqueó las caderas. Aoshi le quitó entonces las braguitas y empezó a lamerle el ombligo mientras le acariciaba el interior de los mulos con la mano. Entonces, ella se preguntó si, para él, siempre era igual con otras mujeres, así que se puso tensa, como si le hubieran echado por encima un jarro de agua fría. Lo miró y su mano, como con voluntad propia, le acarició el cabello.

Aoshi la miró por un momento y luego la volvió a besar. Eso hizo que la mente se le pusiera en blanco y se olvidara de todo lo demás.

-Dios mío... Si te hubiera tocado en el coche lo habriamos hecho ahí mismo -dijo él-. A veces me excitas tanto que me siento un animal.

-Yo también te deseo a ti.

Aoshi la tocó entonces donde tanto necesitaba ser tocada. Descubrió el calor húmedo que ya lo estaba esperando y, con un gruñido, se tumbó sobre ella.

Misao vio su necesidad salvaje y aquello hizo que se le derritieran los huesos.

-Estoy ardiendo por esto -dijo él.

La penetró de un solo y poderoso empujón que la hizo gemir. Se enterró profundamente en ella, la miró con satisfacción y dijo:

-Te siento como seda caliente. Es en esto, en estar de nuevo contigo, en lo único en lo que he pensado desde que te dejé.

Ella no pudo hablar. La intimidad de su orgullosa posesión la había dejado atontada. Todo su cuerpo ardía de excitación.

Al terminar, Aoshi abrió la cama y se tumbaron en las exquisitamente frescas sábanas; la siguió abrazando.

Entonces él se rio.

-Ha merecido la pena pasarme toda la sema­na pensando en esto

El corazón se le estaba empezando a tran­quilizar lentamente a ella y, de repente, descu­brió que podía pensar de nuevo. Su alegría por estar de nuevo con Aoshi se vio ensombrecida por una tristeza momentánea A los dieciseis años, el chico que más le gustaba del mundo le había pedido salir y luego le había dado un ani­llo de compromiso.

Aoshi se había sentido real­mente atraído por ella, la había amado de ver­dad, pero ella no se había creído aquel cuento de hadas. Así que, con la ayuda de su abuelo y Mirai, había cuestionado ese sueño y había terminado perdiéndolo por su propia sensación de no valer nada.

Aoshi se apretó contra ella y se le pasó la tris­teza.

-Yo te amaba mucho...

-De verdad? —le preguntó él entornando los párpados.

Se percató de la retirada de él y supo que, vez más, se había acercado demasiado al fuego. Deseaba ofrecerle una confirmación y decirle que lo seguía amando, pero el orgullo y el miedo se lo impidieron Incapaz de decir sus pensamientos, se refugió en tocarlo en su lugar y lo abrazó.

-Me estás volviendo loco con este continuo volver atrás en el tiempo -dijo él-. Es como si el reloj se hubiera parado y tú siguieras tenien­do diecisiete años.

Misao se sintió desesperadamente herida por esa acusación, que sabía que era muy acer­tada. Pero en su noche de bodas había sido ella la que había acusado a Aoshi de estar obsesiona­do con el pasado. Ahora sus papeles se habían invertido. Pero tal vez, por suerte, su débil cuerpo ya estaba reaccionando a la excitación de él. Una oleada de calor se apoderó de nuevo de ella, borrándole de nuevo todo de la mente. Sus senos estaban apretados contra el pecho de él. Estaba muy cerca de él, pero toda­vía no lo suficiente.

-Ahora me gustaría mostrarte todas las for­mas maravillosas en que podemos matar el tiempo futuro o pasado o el que sea, señora Shinomori.

Su suprema confianza en sí mismo hizo que ella no pudiera contener una sonrisa..

Después de un mes de luna de miel, era más fe­liz de lo que nunca había soñado volver a ser­lo.

Solo eran las ocho, así que me meti en el baño mientras recordaba las condiciones originales del matrimonio y como Aoshi las había roto. ¡Tuvimos un mes entero de hermosa convivencia! Y ahora que estabamos en casa, no se me ocurríaninguna razón para que no continuara igual.

Cuando termine, sali del baño y empece a secarme delante del espejo mientras seguía pen­sando en él.

En Aoshi, quehabía logrado dejarme embaraza­da en un tiempo récord.

-Tengo una queja.- escuche de repente decir tras de mi-¿Dónde estabas cuando me desperté?

Por supuesto di unrespingo y se voltee. Aoshi estaba en la puerta del cuarto de baño, son­riendo.

-Aoshi...

-He pedido el desayuno.., para más tarde-dijo él acercándose y tomándome entre sus bra­zos-. Duchémonos juntos mientras me cuentas en qué estabas pensando. Yserá mejor que fue­ra en mí

-En quién si no?.

-Tengo mucho trabajo atrasado -me dijo en­tre besos-. Y también van a venir unos invita­dos. Dios mío... ¡A paseo con todo eso!

Más tarde, desayunamos en la terraza bajo unos árboles. El día era magnífico, cálido y tranquilo. La vista era impresionante en todas direcciones, ya que la casa estaba en lo alto de una colina.

-Has dicho que tendremos invitados. ¿Quié­nes¿Y cuándo van a llegar? -le pregunte a él.

-Hiroko Katzunari y su esposa, creo que ella te caerá bien. No pudieron venir a nuestra boda porque el padre Hiroko estaba enfermo, pero van a llegar a tiempo para almorzar con nosotros.

Deberían estar aquí dentro de una media hora.

Misao se tensó. Hacía cuatro años, Hiroko había sido junto con Jin, los mejores amigos de Aoshi y no le gusta­ba nada tener que volverlo a ver.

-Supongo que Hiroko lo sabe todo de ese patético cuento.

Aoshi me miró fijamente por un momento.

-Dios mío¿Crees que he ido por ahí con­tando eso? Aparte de tu abuelo, solo mis padres y Mirai saben lo de esa noche.

Aoshi se levantó y se alejó. A unos me­tros, se volvió y me miró duramente.

-Por qué has sacado esto a relucir de nue­vo?

-Porque tú sigues sin querer saber mi ver­sión de los hechos. Y eso me duele.

-Dios mío. Tienes suene de que haya deci­dido que nos olvidemos de todo ese episodio y te aprecie como la mujer que eres hoy día.

- Si lo has olvidado¡por qué me sigues gritando?

-Yo no estoy gritando-dijo él bajando la voz notablemente.

-Perfecto, porque yo nunca estuve con Jin y no voy a parar de decirlo hasta que me escuches!

-Pero yo no te creeré nunca. Recuerdo la forma en que me miraste la mañana después. ¡Eras culpable y estabas orgullosa de ello!

Pero mirando atrás, sabiendo lo que sé ahora¡no era nada!

Debería haberlo dicho antes, pero natu­ralmente, ser tu primer amante importa...

-Importa tanto que desapareciste una sema­na entera después!

-Por qué no me cuentas exactamente lo que hiciste con Jin? -me preguntó él de re­pente.

Eso me dejo sin palabras .. era de no creerse .. es que esto se cuenta y no se cree!

Aoshi levantó entonces los brazos, aparentemente frustrado ante mi silencio.

-Es por tu culpa por lo que estoy pensando así de nuevo¿Por qué no has podido dejarlo como estaba?

Se acercó entonces a la mesa y sacó algo del bolsillo, dejándolo delante de mi.

-Pensaba darte esto después de desayunar.

Luego, se alejó y salio de la habitacion

Abri la caja y encontre un guar­dapelo, el guardapelo que me regalo mi padre. Lo habia perdido esa noche precisamente. Me senti increíblemente afectada por ese detalle y se me saltaron las lá­grimas.

Decidida a arreglar las cosas, fui en su busqueda. ¿Qué sentía

Aoshi por mi realmente¿Sentía algo profundo¿O era solo otra compañera de cama?

No lo halle por lo que volvi al dormitorio, busque sus cremas de maquillaje en el bolso que había usado la no­che anterior. Pero lo que encontre fue un sobre de mediano tamaño que no había visto antes.

Lo abri con el ceño fruncido. Contenía un borrador de un telegrama escrito por puño y letra de Aoshi. Estaba dirigido a esa mujer Yayoi y tenia la fecha del dia de mi boda….

El corazón me dio un vuelco cuando la puerta se abrió de repente.

-Misao?

Sin dudarlo, oculte el sobre y me tumbe en la cama boca abajo.

-Te encuentras bien?

-Sí...

Aoshi se acercó a la cama.

-Has estado llorando.

-No...

-Mentirosa -dijo él al tiempo que me enjuga­ba una lágrima de la mejilla-. Lo siento. He perdido la cabeza. No puedo pensar bien cuan­do tú mencionas... Ya sé que no es razonable, pero por favor, no vuelvas a hablar de eso. Me hace ponerme... irracional.

-Sí -dije sin prestar mucha atención.

Lo que sucedió hacía años ahora ya no me parecía importante y en lo único en lo que podía pensar en esos momentos era en ese telegrama, y si el lo habia enviado.

-Estás segura de que estás bien?

-Solo dame cinco minutos para arreglarme.

-Te ha gustado el guardapelo?

-Sí.

-No es el original.. pero mande a hacer una copia exacta, lo mas exacta que pude

-Gracias

Aoshi frunció el ceño y se marchó.

Tan pronto como él hubo salido, mee levante y extendi de nuevo el borrador … para ser enviado el mismo dia de mi boda

Me senti mal al confirmar mis sospechas de que Aoshi volvia a las andanzas:

NECESITO VERTE, DEBO EXPLICARTE PERSONALMENTE EL RUMBO DE MIS ACCIONES Y COMO SERA TODO DE AHORA EN ADELANTE.

AOSHI.

Eso debió de ser la semana después de la noche de bodas en la que él había desaparecido. ¿Cuándo si no?

Se me ocurrió entonces otra pregunta. ¿Quién me había metido ese sobre en el bolso? Segura­mente la misma persona que le había dejado el mensaje en el camarote del barco. Entonces, ella había creído inocente a la mucama, pero ahora ya no. Solo ella tenía li­bre acceso a sus habitaciones. Pero lo cierto era que la identidad de la cómplice de Yayoi le pa­recía poco importante. Porque tenía que ser Yayoi quien le estaba haciendo eso¿no¿O sería Mirai la responsable también?

No dejaba de pensar que estaba embarazada de Aoshi. Cuando la mucama me anuncio la llegada de los invitados, tuve que obligarme a salir de la habitación para recibirlos.

N/A: Un capitulo mas, si me pongo rememorativa, son dos