Hola! Bueno aquí les presento el segundo capitulo de mi fic… Aunque al principio se llamaría "Una pelea, un castigo, un encuentro" le cambie el nombre por uno mejor y q representa mejor lo q ocurrirá en este capitulo…

Segundo Capitulo: Realiades semejantes Segunda Parte

La Cocinera escuchó el llanto de Sora y decidió ir a ver que estaba ocurriendo. Encontró a la joven arrodillada en el piso, con las manos en la cara. Se acercó a ella para levantarla y se dio cuenta que sobre la piedra habían unas pequeñas manchas de sangre.

"¡Sora! ¿Qué ocurrió?"- preguntó preocupada Marta.

"Me tropecé… en la feria… mientras corría de vuelta a casa…por eso… me atrasé… pero ella… no me quiso creer…" dijo entre sollozos Sora.

"Mi niña" Marta abrazó a la joven y le permitió que llorara en sus brazos "ven levántate, voy a limpiarte esos rasguños para que no se infecten"

La cocinera sentó a Sora en la mesa donde acostumbraban comer y con un paño y agua limpió las heridas de las rodillas de la joven, en cuanto terminó, sacó las cosas del canasto y continuó con su trabajo. Mientras que Sora fue por la loza y los cubiertos para ponerle la mesa a sus patronas…

Taichi y Matt también terminaron su paseo por el mercado y se encaminaron de vuelta al castillo.

"De vuelta a la prisión" dijo el príncipe en un suspiro.

Matt lo miró preocupado, no sabía que decirle para darle ánimos a su mejor amigo, odiaba verlo así, tan deprimido. Pero el problema estaba fuera de su alcance y no había nada que el pudiera hacer por ayudarlo, y eso lo frustraba.

Apenas entraron al castillo, el príncipe del Reino de Nieve recibió la noticia que debía regresar de inmediato a su hogar y que su carruaje lo estaba esperando en la entrada. Esta idea no le gustó para nada a Matt. No quería dejar solo a su amigo, pero no tenía otra opción.

"Creo q nos veremos la próxima semana" dijo Matt.

"Así parece"

"¡Que bueno que regresaron!" dijo una voz proveniente del pasillo. "¿Por qué tardaron tanto?"

"Matt se quedó pegado en el puesto del joyero" dijo Tai tratando de poner un tono de burla pero sin éxito. La dueña de la voz miró al amigo de su hermano extrañada.

"¿Desde cuando te gustan las joyas Matt?" preguntó ella.

"Bueno yo… desde…" intentó contestar Matt un poco nervioso.

"Desde que le pidió a Mimi que fuera su novia" terminó la frase Tai.

"¿En serio Matt?" Preguntó ella sorprendida. El joven príncipe asintió.

"¡Felicidades!".

"Gracias Kari" Matt se soltó del abrazo de la princesa.

"Mi señor debemos llegar antes del anochecer" dijo el cochero.

Matt asintió y se despidió de sus amigos.

"Bueno debo irme"

"Nos vemos" dijo Tai dándole la mano a su amigo.

"Adiós" dijo Kari y abrazó al hermano de su mejor amigo "Mándale saludos a T.k y dile que venga a visitarme"

"se lo diré no te preocupes Kari" dijo él. Pero antes de soltarla, le volvió a hablar: "Cuida a Tai por favor".

"Tranquilo, está en buenas manos"

"Lo se"

El hijo mayor de la familia Ishida se subió al carruaje y partió de vuelta a su hogar.

"Su majestad" se acercó un sirviente dirigiéndose al Taichi "su padre lo espera en la biblioteca"

"Iré enseguida"

El príncipe llego hasta la biblioteca indeciso si llamar a la puerta o no. Estaba asustado, sabía que esta llamada solo significaba problemas. ¿Para qué más lo iba a llamar su padre si no era para retarlo? Últimamente era lo único que hacia cuando le dirigía la palabra. Aun así en el fondo de su corazón aun conservaba la esperanza de que su padre lo perdonara algún día y por más débil que fuera este sentimiento siempre le daba la fuerza que necesitaba para enfrentarlo. Pero la pregunta que siempre lo atormentaba era cuanto duraría esta fuerza, porque algo le decía que no era infinita y que llegaría el día que esta se agotaría.

Tocó a la puerta y la voz fría de su padre lo recibió. Tai entró con lentitud y cabizbajo, no se atrevía a mirar a su padre. El rey del reino del bosque se encontraba firmando unos papeles junto a su consejero.

"déjenos solos" le dijo a su asistente, quien luego de una reverencia salió de la habitación.

"¿Me mandó a llamar?" Preguntó Tai cortésmente sin saber como actuar frente a su padre.

"Es la quinta vez que recibo quejas del profesor de que no prestas atención a su clase esta semana" dijo con voz fría y que sonaba enojada, sin embargo no mostraba ningún signo de preocupación.

"Yo…" Tai intentó hablar pero no podía. Tenía un nudo en la garganta que apenas lo dejaba respirar. Las lágrimas intentaron salir de sus ojos pero sin éxito.

"También se quejó que murmuras a sus espaldas"

Taichi desvió la mirada. No quería que su padre viera sus ojos rojos e hinchados.

"Tampoco cumpliste con el tiempo que tenías permitido para salir del castillo. No volverás a salir de las murallas de este castillo hasta nuevo aviso, tampoco podrás recibir visitas. Y si vuelvo a recibir quejas de tu profesor olvídate de tu fiesta de cumpleaños. Vete a tu habitación" dijo con voz imponente el Rey y continuó con su trabajo.

El joven príncipe no se movió de su posición, apretó con fuerza sus puños decido a enfrentar a su padre.

"Por un momento…" Comenzó. "tuve la esperanza que esta vez todo sería distinto y que me habías llamado para que arregláramos las cosas entre nosotros…pero… veo que me equivoqué" dijo Tai suspirando, aguantando las ganas de llorar. Fui un iluso… solo gasto mis energías alimentándome con estas falsas esperanzas…"

"Creí que te había dicho que te retiraras a tu habitación. Tu y yo no tenemos nada más que hablar"

El tono que uso su padre se clavó como una espada en el corazón del príncipe. Estaba anonadado, ¡el era su padre por el amor de dios! Y ni siquiera mostraba un minúsculo grado de preocupación por su hijo. Pero Tai no era tonto y supo que él ya no significaba nada para el rey. Cesó su batalla contra las lágrimas y estas empezaron a caer por las mejillas del joven en silencio.

Luego de una larga pausa, Taichi decidió terminar su discurso.

"Veo que nunca fui Tai para ti…solo Taichi…la verdad es que no se lo que hago viviendo bajo su mismo techo…yo debería estar con los demás prisioneros…con los que no son dignos de ser parte de su reino… porque eso es lo que soy…con su permiso me retiro y no se preocupe no volveré a molestarlo más"

El joven príncipe salió de la habitación y se marchó a su cuarto. Había explotado frente a su padre haciéndole entender sus sentimientos, no fue capaz de quedarse para si tuvo resultado o no, eso ya no le importaba. En estos momentos lo único que quería era desaparecer de este mundo lleno de dolor. Se tiró sobre la cama y lloró hasta que las lágrimas se agotaron. No le importaba lo tonto que se sentía haciéndolo. ¡Ya no le importaba nada!

Sora había terminado todos sus quehaceres y por fin tendría algo de tiempo libre. Ya estaba oscureciendo por lo que decidió ir a descansar a su habitación. Tomó su libro favorito, el cual le leía su padre cuando ella era pequeña, y comenzó a leerlo. Era un cuento de hadas, lleno de romance, magia, hermosas princesas y apuestos y valientes príncipes. El sueño de cualquier chica. Pero para Sora no era más que fantasías.

"el amor y la magia solo existen en los cuentos de hadas" Pensó Sora abrazando el libro y mirando por la ventana la silueta del castillo. "si tan solo estuvieras a mi lado papá"

Sora apoyó su cabeza en sus brazos y se puso a llorar. Extrañaba a su madre, a su padre, su antigua vida. En la cual era feliz y no era tratada como sirvienta. pero esta nunca más volvería. Por lo menos no mientras su madrastra controle su vida.

Marta abrió la puerta de la habitación de Sora para avisarle que la cena estaba servida y se encontró con la misma escena de todas las noches. Aunque no era algo nuevo para la cocinera, le dolía ver a la niña así.

"¿Otra vez está llorando? Preguntó Sophie, otra de las sirvientas de la casa (la cual no se lleva muy bien con Sora). "¿es que no sabe hacer otra cosa? Todos los días anda por ahí derramando agua. ¡Va a transformar este lugar en un lago!"

"No te burles. La pobre ya tiene suficiente con sus hermanastras"

Marta entró a consolar a la joven mientras que Sophie se marchó a la cocina.

"¿Sora? ¿Estas bien?"

"si, tranquila marta no es nada" dijo Sora secándose la lagrimas.

"a mi no me engañas, pequeña, pero no intento presionarte, no tienes que contestarme si no quieres"

"¿Marta, crees que algún día encuentre a alguien que me ame?" Preguntó Sora con un tono un poco desesperanzador.

"Por supuesto que lo harás, Sora, tienes toda la vida por delante y una belleza extraordinaria, seguro que hasta el príncipe caería ante tus encantos" le aseguró la cocinera.

"Por favor Marta, tu sabes que eso no es verdad, nadie se fijaría en una sirvienta como yo y menos el príncipe. El ya debe estar rodeado de princesas y chicas de sangre noble…"

"Tu tienes sangre noble en tus venas Sora…" La interrumpió Marta.

"Pero ellas no trabajan como sirvientas en su propia casa"

Marta no supo como responder a eso ya que Sora tenía razón. Pero ella era una chica bella no solo físicamente, también lo era como persona y no se merecía esta vida llena de miseria, Sora estaba hecha para cosas mucho más grandes, sin embargo Sora no parecía creérselo.

"La cena esta servida, ve a la cocina si tienes hambre" dijo la cocinera y se marchó de la habitación.

"Gracias pero no tengo hambre" Dijo Sora. Se cambió de ropa y se acostó en su cama donde no tardó en quedarse dormida….

Fin del capitulo.

Notas Del Autor: bueno aquí esta el segundo capitulo de mi fic! Ojala q lo disfruten!

Gracias a todos por los reviews! Ojala q sigan mandando mas ya q es lo único q m inspira para continuarlo!