Notas de Autora: Avisé en el capitulo anterior que a partir del tercer capitulo iba a ver algo de violencia, asi que el que avisa no es traidor, jeje. En principio, muchisimas gracias por las reviews, me han gustado todas por igual. Vuestros revs, sé que me estoy volviendo más repetitiva que la mayonesa, pero siempre son muy importantes. Creo que para cualquier escritora de esta pagina, son esenciales. Ayudan a mejorar ;)

Notas de autora (2): Hace poco, por así decirlo, dos dias se me ocurrió una idea de fundar un grupo msn, y de hecho lo estoy haciendo. Se llama "El Rincon del Fan Fiction"¿pero que sería un grupo de historias sin autoras?.¡Os animo de veras a uniros, y a subir vuestras historias!. Hay muchisimas categorias, y además, siempre se pueden añadir más.

Iros a mi Profile, allí encontrareis la dirección, al parecer ¬¬ no me dejan poner el dichoso link, que tacaña es la gente de acá.

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El cuerpo de Ron se mantenía aún caliente, parecía dormido, pero lo único que lo hacía parecer muerto eran esos ojos azules inexpresivos y vacios quietos que miraban a la nada. El alma se derramó junto a sus lagrimas, no podía entender como podía respirar, el llanto la asfixiaba. Debería haber un límite para el dolor. No era justo. No podía ver luz, la oscuridad se la tragaba. Su mente no le daba esperanzas, su corazón se rompía en mil pedazos, y su alma estaba prisionera por el ser más cruel que había conocido.

Lo odiaba, lo odiaba con toda su alma.

-¿Ves, sangre sucia?. Yo soy quien decido quien vive o muere. Yo soy la Ley. Tu vida es una patetica figura de barro que yo puedo moldear a mi antojo, eres solo una marioneta. Una marioneta que me obedecerá. -siseó, la criatura de ojos carmín.- Puedo destruir cada minúscula cosa que hayas amado en tu corta vida, con solo dar una orden. -su voz potente, se alzó sobre los sollozos de la adolescente.- Ya que tu amigo no te parece lo suficientemente importante para darme lo que busco, he pensado que quizás necesites otro empujoncito a reconsiderar tu postura -solo un loco llamaria sonrisa a la mueca que exhibió en sus rasgos de serpientes. El Lord chasqueó sus arrugados dedos, y dos figuras salieron del mar de encapuchados negros- ¿Te parece suficiente para meditar? -acarició con morboso deleite la melena enmarañada de Jane Granger.

El Lord no espero a que la adolescente dejara de gimotear, unos lloros que se mezclaban con el llanto de la madre de la bruja, así que una figura encapuchada se adelantó a sus compañeros y se acercó al muggle Richard Granger, quien permanecia con los musculos tensión, intentando no llorar, viendo como su familia estaba en peligro, por esa criatura deforme que esos enmascarados llamaban Señor. Bella, se quitó la capucha, no llevaba máscara, su rostro de marcados pómulos y avejentado por Azkaban se iluminó por la Luna que se filtraba en la oscura sala de torturas, donde estaban todos reunidos.

Bella apuntó al muggle.

-¡Diffindo!

Los gritos del hombre fue lo unico que se escuchó, entremezclados con muchas repeticiones del encantamiento de Bella, un encantamiento que dejaba cortes profundos por todo el cuerpo del hombre. Rabastan Lestrange sosteniendo sin delicadeza la mandibula de Hermione, obligandole a contemplar como su agonizante padre gritaba mientras se desangraba.

-¡No lo hagas Hermione! -gritó el hombre en un acto de valentía.

-Valiente aunque inutil -rie el Lord, mirando a Bella. Ella supo lo que significaba esa mirada.

-¡Avada Kedavra!

Los gritos de Hermione hicieron que Draco entrara de un portazo en la habitación, ella estaba en la cama, con los ojos abiertos como platos, de nuevo consciente mientras intentaba apartar las mantas como si estas buscaran estrangular su cuerpo. El hombre se movió con rapidez y la agarró por los hombros, buscando retenerla contra el colchón. La imagen de su padre cayendo inerte de la misma de Ron la atormenta la memoría, hacía años, tantos años que intentó olvidar esos minutos. No podía ser que el destino se cebara con ella de esa manera. ¿Qué había hecho ella para merecer tal vida?.

Antes de que Draco pudiera intentar volver a calmarla, una señora, de pelo pelirrojo vetado de canas, regordeta entró al lugar, con una palangana llena de paños de agua fría. El cuerpo de Hermione se quedó paralizado, como si hubiera sido victima de un hechizo petrificador, cuando reconoció a pesar de los años el rostro bonachón de la mujer.

Una segunda madre.

La madre de su mejor amigo, el que fue durante un corto tiempo su novio, y el que vió en la Mansión Ryddle morir.

-Hola Hermione. -saludó Molly Weasley con una sonrisa llena de cariño- nos tenias muy preocupados, cariño.

ººº

"Hermione, nunca he sido bue-bueno para estas cosas. Pe--Pero bueno¿te gustaría salir conmigo en la proxima salida...a Hogsmeade, Ya sssssabes, jeje, una cita. Tu entiendes"

Hermione mantiene el contacto visual con Molly, ella le regala su típica y sincera sonrisa ancha. Eso apuñalaba el corazón de Hermione, siente tantos deseos de llorar, se ahoga en la desesperación. Molly no debería sonreirle. Molly debería odiarla. Molly no debería besar su frente. Molly no debería acariciar su mejilla. Molly no debería hacerla sentir como hace años que no siente, la cercania materna. Molly la hace daño.

-No...me toque... -balbucea, los ojos liquidos- Por favor.

Intenta no llorar, no volverse a derrumbar. Ron. Ron. Ron. Un martilleo en su cabeza. Era su hijo. El chico del que se enamoró. Bellatrix se llevo con el avada kedavra su corazón su capacidad de amar. De sentir algo más allá del dolor. De sentir asco y desprecio por si misma.

Draco obserba con ojos críticos la escena, el muro llamado Andrea Donovan se derrumba dejando a una pequeña e indefensa Hermione Granger. Su figura está envuelta en misterio. Un misterio que él quiere desentrañar, cueste lo que cueste. Pero ella desde que la vió después de siete años es un muro de hormigon. Pero por primera vez la ve como era antes. No era mujer sofisticada y culta de porte orgulloso, moño estirado, gafas y sonrisa pausada. No, ella es Hermione Granger, la bruja, la sangre sucía, y la pieza clave de algo que busca su tía, Bella.

-Hermione -suspira amargamente Molly, retirando la caricia de su mejilla- no puedes hacerte este daño a ti misma, son muchos años.

-Por favor... -suplica y no sabe que és. Ni siquiera ella misma lo sabe.

La tristeza que se refleja en los ojos de Molly le rompe el corazón a la mujer, pero la señora regordeta asiente, deja la palangana a los pies de la cama y se va en silencio de la habitación, dejando trás ella, un caos llamado Hermione Granger.

Posiblemente si Draco no hubiera obserbado todo, Hermione estaria ahogada en lágrimas. Pero aún le queda un pequeño montoncito en su corazón que se llama orgullo, y después de lo vivido, necesita hacer uso de él para no acabar hecha un mar de lágrimas y volver a caer en el mar de la desesperación en el que estuvo años atrás.

-Te comportas como si Weasley fuera tu enemigo -reprochó Draco, sentado frente a la cama, los ojos fijos en ella.

Es lo menos que le apetece, tener que hablar con ese hombre. Ese Demonio ha traido a su vida de nuevo todo el horror del que ella huyó. No tiene que fingir simpatia, lo detesta, más que eso, lo odia con toda su alma.

-Y tu te comportas como si yo te importara -está siendo irónica, y él lo sabe, pero no dice nada- deja de hacer ese papel conmigo, y vete, no necesito nada de tí -"ya me has dado suficiente", piensa y rechina los dientes por inercía. Recuerdo a su pequeño gatito, y como le arrancaron la vida. Cerdos. Monstruos.

Draco hubiera deseado replicar, pero una batalla de voluntades no es lo que necesita ninguno de los dos en estos momentos. Así que dejando sus propios deseos de lado, la diversión, para sorpresa de Hermione, le hace caso, y abandona la habitación azotando la puerta trás de sí.

La habitación de Hermione se quedó vacia, ella misma se sentía así.

ººº

Bellatrix Lestrange siempre había sido una mujer ambiciosa, la sangre que corría por sus venas venía de magos inconformistas, y los incorfomistas, eran los triunfadores en el mundo. La ambición más grande que ahora llena todas sus espectativas es Hermione Granger, esa maldita sangre sucía tiene algo que ella quiere, y se lo dará. Han pasado muchos años, ha dejado que el mundo crea que la amenaza se extinguió después de que Potter hizo su actuación.

Bella no fue por nada la favorita entre los hombres que tenía Voldemort a su servicio. Ninguno de ellos, conoció jamás la naturaleza del Dictador Mágico. Todos aquellos que se llamaban devotos del Señor Oscuro se unieron a él por una razón, el poder. Pero nunca se molestaron en conocerlo. La ambición los cegó, sin embargo Bella permaneció terroríficamente lúcida ante el despliege de poder del Lord. Tom Ryddle no era el mal, el poder que obstentaba sí. Y Voldemort sabía que la única mujer de su ejercito, era la única que estaba allí por la misma razón que él, el reinado oscuro. Los más hábiles, como Lucius se enrolaron en la corte del Lord por el simple motivo de que una vez allí, su apellido sería beneficiado, un protegido de su señor, pero Voldemort no protegia a nadie, y eso lo descubrió tarde, cuando fue conducido a Azkaban. Lucius era un buen Mago, pero su arrogancia lo cegaba, y Voldemort quería a sus hombres lúcidos para la batalla, que tuvieran hambre de sangre, por la sangre de sus enemigos.

Bellatrix recuerda los dias previos a la caida del Lord, fueron unos dias de extrema matanza. Nadie se mantenia quieto en la corte del Lord, las tropas arrasaban allá donde pasaban. No solo eran los mortifagos los ejercitos del Lord, eran Gigantes, Licantropos, y un sinfín de criaturas que encogieron el corazón del mundo y aterrorizaron con la destrucción a toda la población. Ni siquiera la criatura más pequeña en aquella guerra se mantuvo inocente e intacta. Lord Voldemort conquistó Hogwarts, pero su guarida se encontraba en la Mansión Ryddle, desde allí operaba, y su ejercito se desplegaba. Los muggles que vivían en aquel pueblo sabía que algo malo y cruel se cocía en la Mansión que desde hace décadas estaba muerta, y ahora parecía tener vida propía, despedia un aura oscura que hacia que incluso los más niños corrieran a esconderse trás las faldas de sus madres. Y mientras el ejercito continuaba sembrando la semilla del Caos en el Mundo Mágico, Lord Voldemort planeaba.

Bellatrix estaba extrañada, su Señor no la había dejado partir junto al grupo que esa noche atacaría una de las poblaciones más fuertes del Mundo Mágico, situada en la profunda Gran Bretaña, la había impedido dirigir las tropas, y había solicitado su presencia en la Sala.

La Sala, era lo que la verdadera familia Ryddle, llamó un día, "El Salón para las celebraciones". Allí, se celebraban los bailes y fiestas donde asistían las figuras más renombradas de Gran Bretaña, los Ryddle siempre fueron demasiado importantes. Ahora, la Sala, que deberia estar reducida a polvo y escombros, estaba revestida de góticos candeladros que flotaban ingrávidos en el aire, sombreando de oro la oscura estancia. El sueño estaba enmoquetado de carmín. No había muebles. El unico mueble que había era un trono, y en él, el último Ryddle gobernando.

-Bella -su serpentina voz la alentó a que se levantara. Ella siempre arrodillada, como fiel vasalla de su Lord que era nunca a menos que él lo pidiera, alzaba la mirada y las rodillas del suelo.- Acercate.

Cautelosa, no demostrando el fuego que siempre la caracterizaba en las Batallas, ella avanzó con lentitud hacía el trono, y para ella eso era un honor. El orgullo de ser la favorita de su Señor había perdurado durante años. Ella había sido la perfecta soldado, la asesina hambrienta de sangre. Una criatura seducida por la Oscuridad. Quizás por eso el Lord la tenía como su favorita. Porque mientras los otros magos estaban seducidos por el poder, ella, estaba seducida por algo más primario. Algo que hizo que el húerfano Ryddle se hundiera en las profundidades del mal.

-Quiero que hagas algo por mí -Bellatrix no podía ver el rostro de su Amo. Tenía el rostro encapuchado, pero sentía como la tela negra se movía pausada al ritmo de sus siseantes palabras.- Potter y yo nos batiremos en nuestro último duelo.

-¿Quiere que lo secuestre, mi Lord? -casi está ansiosa. Odia a ese mocoso entrometido, recuerda con cierto rencor el cruciatus fallido que intentó lanzarle el muy imbecil en el Ministerio.

Lord Voldemort rió. Bella, que criatura tan sanguinaria. Exquisita.

-Quiero que me traigas intactos -recalca, sabe la fuerza que emplea Bellatrix en sus cacerias- a Potter y a sus amigos. -hubo una pausa, donde el Lord podía paladear la confusión de la única mujer de su circulo de Mortifagos- La Órden vendrá a buscarlos -no era una conclusión, era un hecho y él deseaba que sucediera- y cuando eso suceda, tú te mantendrás al margén, no lucharás.

-Pero Mi Lord...

-¡Silencio, Bella! -rugió, haciendo que el pecho de la mujer se encogiera. Más pausado continuó- Solo vigilarás. Y de aquí, saldrá uno de aqui por su propio pie. Quiero que hagas algo, cuando lo creas necesario. Cuando llegue el momento, Rodolphus te entregará lo que continua a mi órden.

-Se hará como usted diga, Amo -fue la respuesta mécanica de la Mujer.

La criatura de ojos rubíes se mostró complacida.

-Prepara el secuestro.

Y Bella así lo hizo.

Bellatrix Lestrange, la sanguinaria del Lord, la favorita entre soldados, está dispuesta a cumplir la última misión de su Amo.

TBC