Capítulo 1: El tirano

La bebé ya había cumplido un año y estaba en el salón real gateando mientras la reina la observaba contenta. Una mujer irrumpió en la escena e hizo una reverencia. Estaba vestida con un traje de batalla como los que llevan los Saiyajins de la guardia real.

Muchas cosas habían ocurrido en ese tiempo. Sin razones aparentes habían llegado a su planeta nuevos protectores de diversas razas a los que los habitantes rechazaron por sus comportamientos inapropiados, pero aceptaron a cambio usar las ropas que ellos usaban para que finalmente dejaran a su planeta tranquilo. La Reina no encontraba explicación a aquellos acontecimientos. Si el Rey Vegeta presentaba algún tipo de preocupación por su planeta bien podría demostrarlo de otras maneras en vez de andar mandando extraños mal educados. Finalmente se enteró que tales actos no tenían nada que ver con su amante, sino que eran a causa de un tirano llamado Freeza. Y ese día confirmaría sus miedos sobre el destino del Rey Vegeta.

"Su majestad, el señor Freeza ha venido a verla, trae al príncipe Vegeta con él" anunció con seguridad.

"Hágalos entrar" respondió la reina con el ceño fruncido.

Un pequeño hombre con apariencia de lagartija entró con una sonrisa sádica en sus labios, seguido por dos hombres más: uno gordo, de color rosado y con varias protuberancias en sus muñecas y cabeza; el otro alto, fornido y bastante apuesto más allá de su color azulado. Detrás de los dos hombres venía un niño de unos cuatro años.

"Veo que no hay hombres en este planeta" comentó divertido el hombre-lagartija observando divertido a su alrededor, sin siquiera presentarse asumiendo que todos allí ya debían conocer su nombre y su fama de conquistador.

"Nuestra raza puede reproducirse sin ellos, pero también puede hacerlo con hombres de otras razas para obtener híbridos a veces incluso más poderosos" respondió valientemente la reina, que no se sentía intimidada por el tirano, pero sí molesta por la falta de educación y respeto hacia ella.

"Interesante" agregó divertido Freeza, mientras los hombres detrás de él se observaban con sonrisas enigmáticas y dirigían miradas furtivas a la niña que gateaba frente a la Reina.

"¿Puedo acaso conocer los motivos de su visita?" inquirió Saiyuki desafiante, levantando a Enzi en sus brazos, instintivamente para protegerla.

"Debo informarle, que aquel hombre que vino tiempo atrás a dominar su planeta" comenzó a hablar el tirano. "Y con quien veo que hizo más de una conexión" agregó al ver la cola de la niña. "Antes de entregar su planeta pacíficamente" siguió entre las risas bajas de los hombres que lo seguían. "Ha perecido cuando una lluvia de meteoritos voló su planeta" finalizó, cruzando sus brazos en su pecho en espera de la reacción de la reina.

La reina sufrió un leve temblor, "aquel hombre", como lo llamaba el tirano, era de gran importancia para ella, pero no demostraría debilidad ante el tirano doblegándose y llorando de la manera en que deseaba hacerlo. Se tragó el nudo en la garganta y lo miró rígida y orgullosa, como su amante lo habría hecho. Tampoco hizo mención de que ella jamás había entregado su planeta, pero se imaginó que esos eran inventos del tirano o maniobras que había usado Vegeta para salvarla de las negociaciones de Freeza.

"¿Y cuál es la razón de que usted personalmente me traiga esta información?" preguntó la reina tragando saliva y reprimiendo el dolor en su pecho y esa sensación amarga en su garganta. Su deductivamente trabajaba a mil por hora imaginando lo que ese tirano venía a hacer con su planeta.

"Pues el Rey Vegeta había insistido en manejar el control y financiamiento de este planeta de manera personal, al perecer él, y no tener yo los informes sobre este planeta al perderse estos en la explosión del planeta Vegeta… pues evidentemente tenía que presentarme personalmente para un informe propio y para decirle usted quién estará a cargo ahora de su planeta" dijo Freeza sin borrar la sonrisa sádica de su boca y llevando sus brazos a su espalda.

"¿Y es ese alguien uno de los hombres que lo acompaña?" preguntó la Reina dirigiendo su mirada a aquellos hombres que no paraban de reir a espaldas del tirano. Se detuvo especialmente en el alto de piel verdosa, que no sólo le parecía extrañamente familiar, sino que sospechaba estaba relacionado en más de una manera con aquel horrible tirano por las miradas embelezadas que a veces le sostenía.

"Oh, no… lo haré personalmente luego de observar…" comenzó Freeza dirigiendo su mirada a la niña en los brazos de la Reina. "La belleza de este lugar" finalizó devolviendo su mirada a la Reina de forma maliciosa y con una sonrisa insoportable en sus labios.

La Reina abrazó fuertemente a su hija de forma protectora. Observó al tirano, odiándole con cada parte de su ser. Deseó con toda su alma que el peso del Universo cayera en la cabeza de aquel maldito y lo alejara de sus vidas.

"Acompáñeme un momento para ultimar detalles, puede dejar a la pequeña con el príncipe aquí presente" dijo el hombre-lagartija haciendo una seña a sus hombres, que asintieron y dieron un amenazador paso al frente.

"Muy bien" respondió Saiyuki con una mirada gélida y los labios contraidos de odio. Aquel hombre no solo merecía todo el odio que le profesaba y la muerte lenta y dolorosa que le deseaba, sino también una buena tunda por la falta de modales que presentaba él y todo su ejercito.

La Reina asintió y dejó a la niña en el suelo sin quitar su mirada de Freeza y sus guardaespaldas. Los cuatro se dirigieron al final de la sala donde había una puerta que los llevaría a la sala de conferencias y reuniones, reservada solo para acontecimientos de esa índole. Esta tenía adornos bellos y que le daban a la habitación un aire acogedor, pero que no lo lograría teniendo dentro la presencia de aquel detestado tirano.

Antes de llegar a la puerta, ambos, tirano y reina, giraron su cabeza para advertirle al príncipe con el mismo tono autoritario y serio. Pocas veces usado por la Reina, constantemente usado por el hombre-lagarto.

"Cuídala bien."