Capítulo 5: La despedida
Enzi se encontraba sentada bajo el árbol más grande del jardín, aquel en el que alguna vez ella había jugado con Vegeta. Levantó la vista para encontrarla con la del príncipe. Ambos saiyajin se observan en silencio, casi entendiendo sus pensamientos más allá de todo. Sus orgullos no permitirían una despedida siquiera, aunque a su entendimiento no era necesaria. ¿Para qué? Según ellos volverían a encontrarse, aún si el destino quisiera que ello fuera en el final de sus días, ellos llegarían a ese momento. Vegeta se sentó a su lado y en su silencio, aquel que se atreviera a observar la escena, solo vería a los dos sobrevivientes de una alta y orgullosa raza, unidos por las vueltas del destino. Una ráfaga de viento revolvió sus cabellos y arrastró en ella algunos dientes de león que se dignaron a decorar la escena.
"Tendré la oportunidad de pelear contigo algún día" comentó el príncipe, con un tono orgulloso digno sólo de él, afirmando de esta manera que su instinto le decía que se volverían a ver y halagándola con su orgullo admitiendo su alta cantidad de poder.
"Lo sé" respondió la princesa, con un tono de orgullo digno sólo de ella, confirmando con su instinto lo que el príncipe creía saber.
En sus numerosos encuentros Vegeta no había tenido oportunidad de entrenarla para la pelea, ya que Saiyuki no se lo había permitido. "Eso es cosa de bárbaros" había dicho antes de prohibirle meterle esa clase de ideas a la cabeza de su hija. Pero algo contra lo que la Reina ni nadie podía luchar era el instinto de pelea de la niña, que crecía a la misma velocidad que ella, pero no había tenido oportunidad de explorar.
Y eso fue lo que se entendió como su despedida, un simple cruce de palabras, una promesa de encuentro, un desafío pendiente, a cumplirse cuando los caprichos del destino así lo desearan.
"Que esto no cuente" murmuró Vegeta cabizbajo. Estaba devastado por todos los movimientos que él sabía se generarían a continuación.
"¿Qué?" preguntó la princesa, sin alcanzar a reaccionar a falta de los reflejos que generan un entrenamiento duro y periódico como el que llevaba el príncipe, al duro golpe que la dejaría inconsciente.
Vegeta la llevó en brazos de vuelta al palacio y la dejo a cargo de las cirujanas encargadas de la operación. La anestesiaron como se debía y esperaron la aparición de Jetsa para dar comienzo a aquella dura y delicada operación.
Fuera de la sala de operaciones la Reina estaba sentada en un sillón con la mirada clavada en la puerta que se interponía entre ella y su hija. Lamentaba no haber tenido una verdadera oportunidad de despedirse o siquiera explicarse, y se preguntaba si Enzi algún día, si llegaba a enterarse de todo este acontecimiento, la perdonaría. Imaginó que lo haría cuando llegara a su debida edad, pero nada podía confirmar tal hecho más que el tiempo.
Vegeta estaba junto a la Reina, pero no sentado, caminaba de un lado a otro y se sobresaltaba a cada sonido. Si alguna vez realmente volvía a encontrarse con su hermana, temía que esta lo odiara o le guardara un resentimiento más allá del cariño que alguna vez se habían tenido. También cruzaba en su mente el hecho de estar castrando el poder de uno de los más poderosos Saiyajin que él jamás hubiera conocido. Se preguntaba si no estaban tal vez atentando con aquella leyenda de su raza en la que un súper guerrero se presentaría. ¿Una mujer? Eso era lo único que su orgullo machista, característico de su raza y nivel de rango, no podía aceptar. Si alguien debía ser el Súper Saiyajin de la leyenda, debía ser él, pero en caso que esa leyenda fuera algo de creer, no lamentaba que fuera alguien de su familia, ni siquiera que fuera una mujer, sino que la estaban privando de tal posibilidad.
Una de las cirujanas salió del cuarto logrando que la Reina se parara de un sobresalto y que Vegeta detuviera con la misma reacción su ir y venir. Ambos salieron de sus razonamientos individuales para dar su mayor atención a aquella persona que ya ni la Reina lograba reconocer gracias a su pesadumbre.
"La princesa está bien, lista para ser transportada a destino" anunció con voz taciturna y una mirada apagada.
En todo el planeta ya era sabido el destino que le esperaba a su princesa, y ya algunos habían atentado a las ordenes de la Reina enviando leves anuncios a los parientes que tenían asentados en la Tierra, próxima parada de Enzi.
Un gran revuelo comenzó con la princesa ya lista para partir. La Reina daba últimas órdenes y el príncipe se preparaba para su partida individual de vuelta con Freeza. Solo quedaba un detalle a llevar a cabo; la familia que cuidaría a la princesa debía alterar su memoria hasta tal punto que ellos creyeran haber tenido a esta niña naturalmente y no que fuera simplemente una pequeña de diez años caída del cielo.
En la nave, junto con Enzi, había un dispositivo que sería aplicado, por una de las sirvientas que la acompañaría a destino, en la familia que ella creyera adecuada o que tuviera a su alcance. Esa sería justamente Jetsa, que había sido ascendida a tutora oficial de la niña.
Ya con todos los preparativos terminados, la Reina y el príncipe se pararon a unos metros de la nave a punto de despegar, con lugar justo para las dos personas que viajarían en ella. Saiyuki abrazó a Jetsa, como presintiendo que no la volvería a ver en esta vida y pidiéndole su promesa de que cuidaría a la niña con su vida.
La Reina derramó su primera lágrima en años mientras Vegeta observaba a cualquier cosa menos la nave. Jetsa se sentó dentro de la nave con Enzi en brazos, completamente sedada para no despertarse hasta que el chip fuera activado con su nueva memoria. Finalmente ocurrió el despegue, y la princesa, aún dormida se revolvió un poco en su lugar, como sintiendo que esta era realmente, una despedida definitiva a su planeta.
