-"¡¿Amnesia?!"- exclamaron todos.

-"Eso me temo…"- respondió Alya cabizbaja.

-"Lo último que recuerda claramente es el primer día de clases hace más de diez años"- dijo Nino -"Cuando Ladybug y Chat Noir debutaron como superhéroes"-.

-"Amnesia retrógrada… y una muy seria por lo que dices"- dijo Rose con un tono "profesional"; ese tono calmado y compuesto que utilizan los doctores para comunicar malas noticias. No por que pretendan ser fríos o indiferentes, sino porque es necesaria cierta distancia emocional.

-"¡Rose!"- exclamó Alix.

-"Lo siento, no debería hablar así… es solo que…"-.

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Juleka la abrazó y frotó su espalda recordantemente.

-"No hace falta que seas tan ruda con ella, Alix"- la reprendió Nathaniel.

-"Pues disculpa si no soporto que hable de nuestra amiga como si fuese solo otro paciente más"-.

-"No todos reaccionan igual ante noticias como esta"- acotó Marc.

-"¿Qué te dijeron sus padres, Alya? ¿Se recuperará pronto?"- preguntó Mylène sin soltar las manos de Iván.

-"Estadísticamente…"- dijo Max.

-"¡¿Ahora tú, Max?!"- exclamó Kim.

-"¡Todos, cálmense!"- exigió Kagami con tono firme.

Todos guardaron silencio y se volvieron a ver a Alya.

-"Según el doctor, lo mejor es no agobiarla y permitir que su memoria se restaure poco a poco. Por ahora, las únicos que pueden visitarla son sus padres, Nino y yo"-.

-"… Pero prometemos mantenerlos al tanto de su recuperación"- agregó Nino rápidamente, esperando calmar los ánimos, aunque fuera un poco.

-"¿Y qué hay de Adrien?"- preguntó Luka preocupado.

El silencio de Alya confirmó lo que temía.


-"Por favor… despierta…"-.

Otra vez esa voz…

¿De quién era?

¿Por qué se escuchaba tan triste?

¿Por qué la sentía tan familiar?

Se asomaron los primeros rayos de sol por el tragaluz.

Marinette se tomó su tiempo antes de levantarse. Era tan agradable volver a dormir en su propia cama. Se recostó sobre su costado para ver la cabeza del gatito de peluche de su cabecera.

-No puedo creer que aún conservo este peluche… pero me alegra que siga aquí-.

Lentamente se sentó y estiró los brazos. Tomándose un momento para admirar su cuarto. Uno pensaría que estando en sus 20s, con un salario propio por trabajar en la cafetería, y además el dinero extra de la tienda online, ya estaría viviendo sola. Aunque fuera en un apartamento cerca de sus padres. Tal vez no había encontrado un lugar disponible que se adecuara a lo que buscaba o estaba muy ocupada.

Su cuarto no había cambiado casi nada. Obviamente la cama y el tocador estaban en el mismo lugar. Faltaban el diván, la alfombra rosada, algunas cajas que siempre estaban esparcidas por el suelo y algunos artículos de su escritorio; incluida una cajonera en miniatura donde solía guardar su diario.

-Espero haberlo quemado-.

Tenía otros dos maniquís aparte del que siempre solía usar. Su máquina de coser continuaba en excelentes condiciones. Había una nueva caja de costura bastante interesante. Aún no había podido abrirla, pero ya se ocuparía luego. Alya había admitido luego de mucha insistencia que había tenido que cerrar la tienda online indefinidamente cuando fue hospitalizada. Tal vez hasta habían dado de baja el sitio. Extrañamente, eso no la desanimó. En cambio, pensó en que, si había logrado tener su propia tienda online una vez, podría hacerlo de nuevo.

-¿De dónde salió este optimismo?-.

Pero por el momento, se centraría en ayudar a sus padres. Si bien la cafetería estaría cerrada por un tiempo, continuaban aceptando pedidos de panadería; no podían dejar de trabajar y los pedidos probablemente les permitían coordinar para las visitas al hospital.

Su papá había insistido en que no había pedidos pendientes para ese día. Pero seguramente encontraría algo en que ocupar su mente y, de paso, darles una mano.

Lo primero que debía hacer era darse una ducha.

-Si me doy otro baño de tina como ayer tardaré horas -.

Se detuvo un momento frente al espejo de cuerpo entero. Ahí estaba ella. Más alta, con una figura más curvilínea y rasgos más propios de una mujer joven.

-Así que… esto es verte al espejo y no reconocerte a ti mismo-.

Su mano fue inconscientemente a su abdomen. Se levantó la camiseta del pijama lentamente hasta debajo del busto… Ahí estaba. Una cicatriz en el lado izquierdo.

-Supongo que es mejor no recordar cuánto debió de doler esto-.

Bajó las escaleras hasta la cocina y saludó a su madre.

-"Buenos días, hija. Espero que hayas dormido bien"- dijo Sabine, mientras acomodaba algunas cosas en un bolso de tela.

-"Mejor que nunca. Buenos días para ti también, mamá. Iré a ducharme"-.

-"Entonces iré a visitar a nuestro vecino mientras tanto, no tardaré"-.

Sabine se hecho el bolso al hombro y se dispuso a salir.

Marinette entró al cuarto de lavado que estaba junto a la cocina y bajó al primer piso. Aparte del baño, allí también había una salita pequeña junto con el cuarto de sus padres. Una vez que se despojó de su pijama y se metió en la ducha, no pudo evitar pensar en los meses que pasó en el hospital antes de poder ser dada de alta y, sobre todo, el día que descubrió su cicatriz.

No estaba orgullosa de algunas cosas que hizo y dijo. Al principio, todo parecía que iría bien. Luego hubo días en los que se desesperaba por no poder permanecer en pie por mucho tiempo. Tener que sujetarse para poder caminar. Según el doctor, el sentimiento de frustración e impotencia era normal. No era la primer ni la última paciente en pasar por algo así.

Los peores días eran cuando sentía que sus padres y amigos no le estaban contando todo. No podía explicar el por qué solo… "era lo que sentía". Peleó… gritó… lloró…

Había sido una tonta. Ni sus padres ni amigos se merecían eso. Solo trataban de ayudarla y ella se los agradecía siendo una imbécil. Con todo y esa actitud; odiaba decirlo, pero había actuado incluso peor que Chloe, todos permanecieron a su lado. Dándole ánimos y todo su apoyo. Sus padres y amigos merecían el cielo por haber tenido que soportarla. Tenía que compensarlos por todo.

-Tal vez estaba demasiado ansiosa por saberlo todo sobre mi vida. Ciertamente toma tiempo relatar 10 años de la vida de una persona-.

Un día, cuando ya era capaz de ponerse en pie, se sentía lo suficientemente confiada como para ducharse sola; además estaba cansada de que las enfermeras se ocuparan de bañarla. Estaba emocionada y nerviosa por ver a su "yo adulto" en el espejo. Aún si su cabello era un desastre por no poder cuidarlo debidamente. Pero en cuanto se quitó la bata de hospital…

… un grito desgarrador resonó en toda la planta. Quizás en todo el hospital. Unas enfermeras llegaron de inmediato, encontrándola en el suelo del baño de rodillas y abrazándose el abdomen. Llorando histéricamente. Aunque las enfermeras y doctores fueron completamente profesionales y comprensivos, aún estaba avergonzada por su reacción.

Requirió de mucha insistencia, pero sus padres le contaron lo ocurrido. No esperaba que fueran tan literales al decir que era "una larga historia". Bueno, lo que le había ocurrido no era exactamente largo de contar. La parte larga era necesaria para el contexto. Hace poco más de 10 años, el día que inició el año escolar, surgió un supervillano llamado "Hawk Moth". El cual tenía la capacidad de aprovechar las emociones negativas de las personas para transformarlas en sus secuaces. Un proceso llamado "Akumatización". Afortunadamente, unos superhéroes aparecieron para combatirlo y salvar a las personas afectadas por sus poderes… "Ladybug y Chat Noir".

Fue durante uno de los ataques de Hawk Moth que resultó gravemente herida. Una perforación en el abdomen, algunos rasguños y una herida en la cabeza.

Según les habían contado miembros del personal del hospital, había sido trasladada por uno de los héroes de Paris. Chat Noir. Este estuvo ayudando a las enfermeras a retener el sangrado mientras la llevaban al quirófano. El pobre estaba al borde del shock. Sin poder apartar la mirada de sus manos manchadas de sangre, que no dejaban de temblar. Una enfermera usó una toalla para quitarle la sangre mientras le repetía que la mujer estaría bien. Que había hecho lo posible y tal vez más.

El héroe volvió a la realidad y salió corriendo.

-¿Chat Noir…? Qué nombre más curioso para un superhéroe… -.

Se tocó el corazón. El solo nombre le provocaba un sentimiento, aunque no sabría explicar qué o por qué.

-Tal vez estoy muy agradecida con él por salvarme…-.


Terminó de secar su cabello y vestirse en su cuarto.

Le habían recomendado ver a un terapeuta por el tema de la cicatriz. Pero no aceptó. Ya había preocupado demasiado a sus padres. Debía ser fuerte por ellos.

Volvió a ver su cicatriz en el espejo. Si bien la primera vez que la vio se había espantado, viéndola ahora, había sanado bastante bien. Tal vez podría maquilarla… o hacerse un tatuaje. Era curioso. Conociéndose, su "yo de 13 años" estaría hecha un ovillo negándose a levantarse; deprimida y creyendo que no podía hacer nada para remediar esta situación. Al parecer, con los años no solo había adquirido una actitud más optimista, sino también fuerza de voluntad para levantarse y continuar.


AUTOR: ¿Dónde está Adrien? ¿Qué será lo que preocupa a Luka? Será que Marinette tiene razón, ¿hay algo que no le están diciendo?